Sentada frente a este hermoso lago, frente a esta hermosura de cielo despejado,
sintiendo como el aire golpea mi piel voy despejando en mi cuerpo todos los
dolores y preocupaciones, lamentos y obligaciones. Siento como mis lágrimas
corren por mis mejillas y como mis manos buscan mis hombros recurriendo a una
especie de alivio, pero… es que ya lo tengo todo, este lugar es perfecto,
inmensamente perfecto, y ahora solo me dispongo a pensar, analizar, reflexionar…
De aquellas cosas que por un instante me hicieron llorar.
Mi mente va a mil, se despoja y se destroza, calculando
cada cosa que deje pasar, cada momento que no viví, cada meta que no cumplí…
pienso y elimino… elimino lo innecesario quedando solo esos recuerdos que por
muy dolorosos que fueran me hicieron madurar y volver a levantarme, aquellos que
me han convertido en lo que soy, ahora, en este presente.
Cuando ya estoy libre de malestares, volteo, y me
encuentro con él, aunque me ha dado un susto de muerte, lo abrazo y le digo
cuanto lo amo.
Me presiona hacia su cuerpo, me besa y luego va besando esas lágrimas que quedaron, escurridizas, en mi cara y en mi cuello. Me encanta su contacto e inmediatamente caigo rendida ante él… Luego de un rato, en que cesan mis sollozos, se pone a mirar las estrellas y me dice:
Me presiona hacia su cuerpo, me besa y luego va besando esas lágrimas que quedaron, escurridizas, en mi cara y en mi cuello. Me encanta su contacto e inmediatamente caigo rendida ante él… Luego de un rato, en que cesan mis sollozos, se pone a mirar las estrellas y me dice:
…“Espero que cuando esté anciano, mire estas mismas
estrellas y que aun tenga a esta misma hermosa mujer que tengo en estos momentos a mi
lado”…
Mis lágrimas vuelven a caer, esta vez, por una razón totalmente
diferente a la anterior…