En el día de ayer (25 de noviembre), durante tres horas los compañeros camioneros mantuvieron bloqueadas las principales plantas de impresión de los dos más grandes medios gorilas del país: Clarín y La Nación.
El reclamo, era por mejoras salariales y la sindicalización de los empleados de empresas de distribución de diarios.
Encabezando el reclamo, estuvo el dirigente Pablo Moyano, quien declaro: "¡Los trabajadores perdieron el miedo! ¡Hasta que no se firme un acta para reencuadrarlos no nos vamos!”; que "se terminen las cooperativas truchas de distribuidores y los trabajadores se sumen al convenio de camioneros"; "pasen de ganar 1.300 pesos a 2.000 y que los que viajan por el país pasen de 2.300 a 3.500". Y agregó: "Nosotros no vamos a parar hasta conseguir lo que queremos. Si es necesario, vamos a paralizar la distribución en los ocho depósitos de diarios y revistas. Clarín y la Nación son medios monopólicos y contratan trabajadores por bajos sueldos".
secretario gremial del sindicato, Roberto Bóscolo, anunció a los manifestantes que había que "levantar" la protesta. "Hay una audiencia para tratar el tema. Pero quédense tranquilos, porque sabemos que esto se gana con la lucha",
La prensa cipaya, saltando como leche hervida, puso el grito en el cielo, empezando con la consabida cantinela del “ataque a la libertad de prensa” y de “impedir la libre circulación de diarios, libros y publicaciones”. Para completar la caricatura, no falto, el comentario sobre los “hechos de violencia” y que “entre los grupos no pararon de circular botellas de cervezas y vino”.
El gorilismo de siempre.
No hace todavía muchos meses, no se decía nada cuando los ruralistas, cortaban las rutas estratégicas del país, desabastecían, pedían la renuncia de la presidente. Y todo esto, acompañado de regios asados con profusión de vino. Allí no había violencia, ni se destacaba la consumición de alcohol.
La “Nueva Unión Democrática” (nueva en el sentido de sus integrantes individuales, pero con el viejo discurso liberal oligárquico de siempre), no hizo esperar el consabido repudio.
Así se vio aparecer al contrera figurón de Gerardo Morales, declarando: "Acciones como éstas son un franco ataque a la libertad de expresión y tienden a generar un clima de tensión social que en nada ayudan a mantener la paz social y a llevar tranquilidad a miles de familias trabajadoras"; a la infaltable Lilita Carrió vomitando: "esto es mucho más grave cuando la protesta es liderada por personas íntimamente vinculadas al poder kirchnerista como es Hugo Moyano"; luego vino, la diputada radical Silvana Giudici quien dijo: "Es preocupante que Hugo Moyano intente por vía de la prepotencia resolver algo que presenta como un conflicto gremial pero lo que en verdad oculta es la necesidad de dominar el circuito de distribución de diarios y revistas", esto afecta "la libertad de prensa y el derecho de acceso a la información" y que: "Si Moyano logra su cometido algún día los argentinos leeríamos sólo lo que él o sus aliados en el gobierno nos permitirían leer".
Giudici comentó que presentará un proyecto de repudio a estos hechos en la Cámara de Diputados, sumándose al del senador radical Juan Carlos Marino que presentó anoche otro proyecto en la Cámara Alta.
Tenemos, por lo que se ve, una gran cantidad de diputados y senadores, que son realmente una lacra, y solo sirven para defender los privilegios de la oligarquía.
Por último, no podía faltar la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA), institución vocera de las empresas mediáticas, quien expresó su "preocupación" por el "grave hecho de coacción" añadiendo que "La ilegalidad del ataque vulnera derechos constitucionales básicos".
Tanto caradurismo, ya no causa asombro. Es el doble discurso al que nos tienen acostumbrados los gorilas, que no trepidan en alzar su voz en repudio de la violencia, cuando se trata del pueblo y no tienen ningún empacho en consentir las acciones virulentas, cuando las producen los mas privilegiados.
Como ya dijimos varias veces, las zonceras siguen vigentes en gran parte nuestra sociedad, y es nuestro deber como militantes peronistas dar la batalla ideológica por destruirlas de una vez por todas.
Eugenio Luis Germino
El reclamo, era por mejoras salariales y la sindicalización de los empleados de empresas de distribución de diarios.
Encabezando el reclamo, estuvo el dirigente Pablo Moyano, quien declaro: "¡Los trabajadores perdieron el miedo! ¡Hasta que no se firme un acta para reencuadrarlos no nos vamos!”; que "se terminen las cooperativas truchas de distribuidores y los trabajadores se sumen al convenio de camioneros"; "pasen de ganar 1.300 pesos a 2.000 y que los que viajan por el país pasen de 2.300 a 3.500". Y agregó: "Nosotros no vamos a parar hasta conseguir lo que queremos. Si es necesario, vamos a paralizar la distribución en los ocho depósitos de diarios y revistas. Clarín y la Nación son medios monopólicos y contratan trabajadores por bajos sueldos".
secretario gremial del sindicato, Roberto Bóscolo, anunció a los manifestantes que había que "levantar" la protesta. "Hay una audiencia para tratar el tema. Pero quédense tranquilos, porque sabemos que esto se gana con la lucha",
La prensa cipaya, saltando como leche hervida, puso el grito en el cielo, empezando con la consabida cantinela del “ataque a la libertad de prensa” y de “impedir la libre circulación de diarios, libros y publicaciones”. Para completar la caricatura, no falto, el comentario sobre los “hechos de violencia” y que “entre los grupos no pararon de circular botellas de cervezas y vino”.
El gorilismo de siempre.
No hace todavía muchos meses, no se decía nada cuando los ruralistas, cortaban las rutas estratégicas del país, desabastecían, pedían la renuncia de la presidente. Y todo esto, acompañado de regios asados con profusión de vino. Allí no había violencia, ni se destacaba la consumición de alcohol.
La “Nueva Unión Democrática” (nueva en el sentido de sus integrantes individuales, pero con el viejo discurso liberal oligárquico de siempre), no hizo esperar el consabido repudio.
Así se vio aparecer al contrera figurón de Gerardo Morales, declarando: "Acciones como éstas son un franco ataque a la libertad de expresión y tienden a generar un clima de tensión social que en nada ayudan a mantener la paz social y a llevar tranquilidad a miles de familias trabajadoras"; a la infaltable Lilita Carrió vomitando: "esto es mucho más grave cuando la protesta es liderada por personas íntimamente vinculadas al poder kirchnerista como es Hugo Moyano"; luego vino, la diputada radical Silvana Giudici quien dijo: "Es preocupante que Hugo Moyano intente por vía de la prepotencia resolver algo que presenta como un conflicto gremial pero lo que en verdad oculta es la necesidad de dominar el circuito de distribución de diarios y revistas", esto afecta "la libertad de prensa y el derecho de acceso a la información" y que: "Si Moyano logra su cometido algún día los argentinos leeríamos sólo lo que él o sus aliados en el gobierno nos permitirían leer".
Giudici comentó que presentará un proyecto de repudio a estos hechos en la Cámara de Diputados, sumándose al del senador radical Juan Carlos Marino que presentó anoche otro proyecto en la Cámara Alta.
Tenemos, por lo que se ve, una gran cantidad de diputados y senadores, que son realmente una lacra, y solo sirven para defender los privilegios de la oligarquía.
Por último, no podía faltar la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA), institución vocera de las empresas mediáticas, quien expresó su "preocupación" por el "grave hecho de coacción" añadiendo que "La ilegalidad del ataque vulnera derechos constitucionales básicos".
Tanto caradurismo, ya no causa asombro. Es el doble discurso al que nos tienen acostumbrados los gorilas, que no trepidan en alzar su voz en repudio de la violencia, cuando se trata del pueblo y no tienen ningún empacho en consentir las acciones virulentas, cuando las producen los mas privilegiados.
Como ya dijimos varias veces, las zonceras siguen vigentes en gran parte nuestra sociedad, y es nuestro deber como militantes peronistas dar la batalla ideológica por destruirlas de una vez por todas.
Eugenio Luis Germino