Lorena McKennitt - The Mystics Dream
Don Eduardo Huges Galeano en Espejos escribe sobre Scherezada, conocedora del oficio de narrar.
-Scherezada aplaza su ejecución gracias a los cuentos que cuenta. Yo la imagino así: a la luz de la luna contando cuentos que entretengan al sultán, la técnica del tigre en el aire, del suspenso; muchas veces corta el relato, dice: “lo seguimos mañana”. Sobre todo, ella siente un vientito en el pescuezo, el rey le está estudiando el pescuezo y eso significa que puede aburrirse y si se aburre la mata. Entonces el primer mandamiento del arte de narrar es: prohibido aburrir; esa es la enseñanza que ella nos dejó a quienes pensamos que vale la pena contar historias que nos permiten conocer el mundo que habitamos; los científicos piensan que está hecho de átomos pero yo creo que está hecho de historias.
Adriana Cortés Koloffon. Entrevista a Don Eduardo Galeano
MI SULTAN
El arte de contar es un oficio milenario que renace cada vez que un narrador o narradora oral lo hace presente con la voz de su alma, dirigiéndose a los seres que la escuchan con los oídos de las suyas.
Este oficio, tan en la vanguardia en nuestros días (a Dios gracias) se da desde el principio de los tiempos en que reunirse para contar, PARA CONTAR-SE era una actividad ineludible en todas las culturas de casi todas las épocas.
En tiempos de tanta tecnología vertiendo información masiva sobre nuestros sentidos, resulta absolutamente necesario volver a nosotros y profundamente creo que la narración oral es una de las maneras más eficaces de conectar con las almas, de RECORDAR ese hecho que nos pertenece, de RECONECTAR-NOS y RECONOCER-NOS.
Se me ocurre que en la vida puedes elegir CONTAR o ECCUCHAR y que ambos roles son absolutamente imprescindibles y no excluyentes, en mi opinión es necesario escuchar mucho antes de tener una buena historia que contar, así como imprescindible hacer un concienzudo trabajo de crecimiento personal antes de volcarse a contarle al mundo, de manera que la historia que cuentas, (que casi siempre te elige a ti y no al contrario), se encuentre con el mínimo de obstáculos dentro del narrador y salga, limpia, auténtica y única.
Otra cosa que me ocurre cuando cuento es que siento que el maravilloso encuentro directo con el otro que da la oralidad se vuelve un acto de una espiritualidad indudable. Siento una COMÚN-UNIÓN difícil de describir, un tiempo que se vuelve un instante de magia en el que el tiempo parece pararse en un espacio en donde solo hay voz, latido, respiro, la poesía que se viene conmigo a contar y me cuenta y me llena la boca de rimas, de belleza y de palabras, palabras, palabras...
Hay otra cosa que constato cada vez con mayor claridad y es que es necesario amar mucho para querer compartir tu historia con el mundo, para CONTARTE y perderte en esas miradas brillantes que observan como mueves el cuerpo de tu alma, con esos oídos atentos a cada inflexión de tu voz, con esas expresiones cómplices, esas almas abiertas de par en par porque tu voz y tu mirada han ganado su confianza…Todo ello se me antoja un acto de amor. El amor es el antídoto del miedo y hay que ser muy valientes para contar o amar mucho lo que haces.
Cuento también porque los cuentos se saben todos los caminos y recovecos para llegar allí donde son necesarios y porque tienen el poder de cambiar a las personas, esas que influyen en las sociedades, esas que conforman el mundo...
Si, CUENTO, y como todas las mujeres soy Sherezhade, también como a Sherezhade me encanta (de encantamiento) escuchar y contar historias que me salven cada día y cada noche la vida que depende del Sultán.
MI SULTAN es la gente que me escucha y a la que amo, la que me dice con su expresión lo que debo dejar morir de mi misma y lo que ha de seguir vivo, la que me recuerda que continuamente he de revisarme y también que cosas debo dejar marchar. Un buen narrador sabe que su historia, una vez lanzada al viento se convertirá, por arte de vida, en cientos de miles de historias diferentes, tantas como orejas las escuchen y la pasen por el tamiz de su propio yo, porque cada ser hará de ella un nuevo cuento, el narrador también sabe que eso es INEVITABLE.
MI SULTÁN es, así mismo, la gente que me quiere de verdad de la buena y no se esconde en oscuras máscaras de hipocresía, en falsas modestias ni en bajas pasiones disfrazadas de altos ideales, es la gente que me admira sin tapujos y no a regañadientes, la que no se cree en posesión de la verdad absoluta, la que prefiere aprender a tener razón siempre.
MI SULTÁN también es el que me escucha sin juicio, sin pre concepciones, el que no proyecta en mi su propia basura, el que me exhorta sin sarcasmo, el que viene sin expectativas simplemente a escuchar lo que tengo que decir y se abandona, el que no cree saberse ya todas las historias o pretende manejar a su antojo la de ellos y la de otros.
Cada uno de nosotros tiene un sultán que lo inspira y le ayuda a sacar lo mejor de sí mismos, a ir más allá, a buscar historias en cada recoveco del profundo pozo del alma como si nos fuera la vida en ello.
MI SULTAN ha cambiado conmigo, él sabe que siempre que voy a CONTAR, me enamoro y me lo perdona.
Y por último Mi SULTÁN también soy yo misma que se que no soy sino que voy siendo, que no me resigno sino que me acepto, que continúo en el camino de aprender a escucharme, valorarme y reconocerme. Que me construyo una y otra vez siempre que haga falta contándome a mí misma buenas historias y compartiéndolas con todos, porque los que andan a oscuras y perdidos son los que más necesitan de los cuentos.
MI SULTAN siempre me perdona la vida porque es la propia vida quién se lo pide cada noche, a sabiendas de que hace tiempo le juré no defraudarla, así como que le hice la misma promesa a la muerte. Es por eso que disfruto tanto VIVIENDO, es por eso que disfruto tanto CONTANDO.
Teresa Delgado (Therezhada)
13 de Mayo de 2011, CONTANDO en el XI Maratón de Cuentos de la Biblioteca Insular de Gran Canaria |