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EL
ACCIDENTE
La
noche descargaba su furia de sombras. Elsa conducía con prudencia. Gracián, su
esposo, viajaba a su lado. Llevaba la cabeza reclinada en el respaldo. Parecía
dormir tranquilo. La oscuridad
invadía el espacio.
El
automóvil se detuvo en el lugar convenido, Ginés estaba esperando. Elsa se apeó.
Ayudada por Ginés, colocó a Gracián en el asiento del conductor. Luego quitó el
freno. El accidente no debía
parecer provocado.
Después,
situados en la parte trasera del coche y haciendo acopio de fuerzas, empujaron el automóvil hasta que se
precipitó en aquel profundo barranco que latía oscuridades y fobias.
Posteriormente
se marcharon en direcciones opuestas esperando el desenlace de los
acontecimientos. La realidad había superado la ficción.
Elsa y
Ginés habían protagonizado un filme donde eran amantes. Confabulados en la
clandestinidad de su amor, en la película, se habían deshecho de la esposa de
Ginés.
Acabado
el rodaje, ambos comprendieron que se habían enamorado. No deseaban separarse.
Pero Elsa era una mujer casada. Decidieron deshacerse de Gracián.
Aquel
lamentable accidente, sucedido en la realidad, había sido un calco del acaecido
en la ficción. La única diferencia había sido el cambio de sexo de la víctima.
Encarnación Gómez Valenzuela