Las verdades oficiales se duelen cuando a alguien se le ocurre decir algo que las contradice. Y si el portavoz es un foráneo, entonces la etiqueta de enemigo exterior es insalvable y ya no hay nada que permita escuchar aunque sea detenidamente, las palabras de alguien... Y ahí estaba Durán i Lleida, cultivando a su clientela (todo sea dicho), diciendo que los jornaleros andaluces cobran el PER para pasar una mañana o toda la jornada en el bar del pueblo. Sus palabras son de barra de bar y parecen más bien buscar el mismo modelo para los payeses catalanes más que criticarlo, pero ¿desde cuándo es el pueblo andaluz tan puritano que ahora le duelen estas palabras?
Está claro que algunos jornaleros se irán al bar, otros se tomarán la cervecita en casa, otros trabajaran bajo cuerda y se sacarán un dinero extra, sea lo que sea, es lo que tiene ese modelo productivo, es la razón por la que existe el PER: para subvencionar a jornaleros andaluces que afrontan una temporalidad crónica en su profesión derivada de la naturaleza misma de la actividad que realizan. Algo tendrán que hacer mientras no hay trabajo de jornalero. Así que la clase política andaluza aquí parece dolerse de sí misma. Se duele cuando la ponen enfrente de un espejo. Esto es lo que hay en Andalucía, es lo que es, es el modelo que habéis elegido, es en lo que se basa buena parte de la Andalucía interior.
Si a la burguesía y a la aristocracia andaluza le hubiera dado por invertir en industria, en lugar de en fincas (en el mejor de los casos), Andalucía no estaría a la cola de Europa ni tendría que tener a su mano de obra ociosa o en la economía sumergida parte del año. Negarlo y decir que hiere la sensibilidad del pueblo andaluz puede dar votos porque es el mismo pueblo que vota el que quiere una coartada intelectual para su modelo económico, pero no va a hacer que el problema desaparezca ni que Andalucía deje de ser un país atrasado.
Salvando mucho las distancias, el mismo primer ministro británico decía en su discurso de la convención del partido conservador en Manchester la semana pasada que quiere dejar de pagar a británicos por no trabajar mientras llaman a extranjeros para que hagan esos trabajos. El gobierno de Cameron parece decidido a acabar con ese modelo tan pernicioso de benefits. No parece, no obstante, que sea ese el objetivo del gobierno andaluz, sea cual sea su signo. Si estos políticos quieren seguir identificando los sentimientos andaluces y la identidad andaluza con la subvención del campo en todos los sentidos, que lo hagan, tendrán el voto de los pueblos, como lo han tenido, y seguirán alimentando ese monstruo conformista de la improductividad y el atraso mientras hacen chistes de Lepe, como si fueran tontos, cuando son de los pocos que de verdad compiten productivamente en el sector agrícola en Europa. Pero así son los complejos y la mala conciencia del envidioso que recela ante la prosperidad, que ataca al que cuestiona su dudoso estilo de vida. La voz de Durán i Lleida podrán acallarla al grito hermano de “charnego”, pero, como él mismo resaltaba, son muchas las voces en Andalucía que claman por un cambio de este sistema. ¿Cómo callarán esas voces?
El País, 8 de octubre de 2011
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