Separata 2. El Conocimiento
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Separata 2. El Conocimiento
El racionalismo
El racionalismo es la teoría que considera que la única fuente de conocimiento
verdadero es la razón. Postula que la experiencia sensible es incapaz de garantizar la certeza
de nuestras afirmaciones. El racionalismo atribuye así a la inteligencia humana la capacidad de
hacer inteligible la experiencia, ya que, como facultad activa y espontánea, produce los
principios que nos permiten comprender lo que vemos. René Descartes, filósofo francés e
iniciador del racionalismo moderno, intentó fundamentar el conocimiento sobre bases sólidas
a través de un método sencillo, seguro y sin error. Por ello, el modelo del conocimiento es la
ciencia matemática, porque ofrece la certeza y la evidencia necesarias para fundar el
conocimiento sobre bases sólidas.
El empirismo
El empirismo sugiere que todos nuestros conocimientos se originan en la
experiencia; por ello, la experiencia misma será también el espacio en el que podamos
validarlos. Nuestra facultad de conocimiento es una tabla rasa, es decir, no tiene contenidos
previos: todo lo que imprimamos en ella provendrá de la experiencia. Uno de los principales
representantes del empirismo fue el filósofo escocés David Hume, quien aplicó el método
experimental de Isaac Newton al estudio de la naturaleza humana. Ello implica renunciar a
toda aspiración metafísica que nos quiera llevar más allá de la experiencia.
Según Hume, la ciencia humana no puede dar razones últimas y establecer
principios que no estén basados en la autoridad de la experiencia.
El pensamiento de Kant
El filósofo alemán Immanuel Kant logró sintetizar las ideas del racionalismo y el empirismo en un solo gran
sistema filosófico. Para Kant, el conocimiento es una síntesis entre la razón y la experiencia. Todo conocimiento se
inicia con la experiencia; sin embargo, no todo conocimiento procede de la experiencia,
pues el conocimiento es una composición entre lo que recibimos de las sensaciones y lo
que aplicamos por nuestra facultad de conocer. Esta capacidad no se extrae de la
experiencia, sino que es a priori. Los conocimientos a priori son independientes de la
experiencia, mientras que los conocimientos a posteriori proceden de la experiencia.
El conocimiento a priori se encuentra en dos ámbitos: en la sensibilidad y en el
entendimiento. La sensibilidad es la capacidad de nuestro espíritu de recibir
representaciones de los objetos por medio de la intuición. Las formas a priori de la
sensibilidad son el espacio y el tiempo. Conocemos, aplicando espacio y tiempo,
condiciones que permiten que nuestra sensibilidad pueda captar algo como objeto.
No obstante, es el entendimiento el que determina qué es lo que se conoce y
cómo es. Debe aplicarse al fenómeno que fue el resultado de la primera síntesis realizada
La hermenéutica
La hermenéutica pretende comprender las acciones humanas y la realidad histórica interpretando cada
acontecimiento en su singularidad, tratando de captar su sentido. Por eso, dice que no hay hechos puros, sino
interpretaciones. Al comprender, lo hacemos desde una situación histórica, partiendo de prejuicios; es decir, de
juicios previos que hemos adquirido por educación, cultura, socialización, etc. La hermenéutica considera que los
prejuicios son constitutivos del conocimiento.
El conocimiento y la verdad
La finalidad del conocimiento es obtener resultados verdaderos. No obstante, es problemático determinar
qué es la verdad o cuándo se puede estar seguro de ella. Por eso, existen criterios de verdad, es decir, características
que nos permiten distinguir la verdad de la falsedad. Estos criterios son los siguientes:
- La autoridad. Una afirmación se acepta como verdadera cuando procede de alguien a quien se concede
crédito por su conocimiento en la materia.
- La tradición. Se toma como verdadero aquello que a lo largo del tiempo se ha aceptado como tal y, por lo
tanto, tiene apoyo popular o institucional.
- La correspondencia entre el pensamiento y la realidad. Un pensamiento será verdadero si al
comprobarlo coincide con la realidad empírica.
- La coherencia lógica. Es un criterio lógico-matemático que consiste en comprobar que no existe
contradicción entre los enunciados que pertenecen a un mismo sistema, y que se derivan de los axiomas
o principios establecidos.
- La utilidad. Un enunciado será verdadero cuando sea beneficioso y útil para las personas, y cuando les
permita orientarse en la realidad.
- La evidencia. Es evidente aquello que se presenta como indiscutible, como intuitivamente verdadero,
aunque a menudo sea necesario mostrarlo mediante razonamientos. En el orden de la razón, se han
considerado evidentes los principios fundamentales, como el de identidad y el de no contradicción
(evidencia racional), y, en el orden de la sensibilidad, los datos de los sentidos (evidencia sensible).
Teorías de la verdad
A lo largo de la historia, se han producido diversos intentos de definir, explicar y comprender en qué consiste
la verdad.
- La verdad como correspondencia o adecuación. Esta teoría reconoce dos elementos en el acto del
conocer: el objeto (lo que es) y el sujeto y su representación del objeto (el decir). La verdad se entiende
como una relación de ajuste entre ambos elementos, a lo que se denomina adecuación. Es decir, es la
concordancia entre lo que se dice de algo y lo que ese algo es.
- La verdad como coherencia. Un conocimiento es verdadero si es coherente y si lo podemos incorporar en
el conjunto de proposiciones que ya consideramos verdaderas. Es un criterio contextual en virtud del cual
nada es verdadero o falso aisladamente, sino que nuestros conocimientos están conectados con el resto
del sistema del saber en el que se integran.
- La teoría pragmatista de la verdad. Aunque acepta la teoría de la adecuación, la interpreta considerando
la dimensión práctica, es decir, tomando en cuenta la utilidad de los enunciados para resolver los
problemas vitales. Por lo tanto, un enunciado es verdadero si funciona como instrumento eficaz para
resolver problemas en un momento dado.
- La teoría consensual de la verdad. Esta teoría destaca la necesidad del diálogo para descubrir la verdad
de las proposiciones. Las personas con afán de verdad están dispuestas a dialogar y a llegar a un consenso
en torno a lo que tienen por verdadero.