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DE GNERO
J oana M aria P edro
S lv ia M aria Fav ero A rend
C armen S lv ia de M oraes R ia l
(Organizao)
FRONTEIRAS
DE GNERO
Coordenao editorial
Zahid Lupinacci Muzart
Conselho editorial
Dominique Fougeyrollas (IRISSO/CNRS) Maria Dolores Perez Murillo (U. de Cdiz)
Elisete Schwade (UFRN) Maria Luiza Femenias (U. La Plata)
Eulalia Perez Sedeo (CSIC) Miguel Vale de Almeida (ICSTE)
Jules Falquet (U.ParisVII) Paola Bacchetta (UCB)
Kazuko Takemura (Ochanomizu U.) Suely Gomes Costa(UFF)
Luiz Mello (UFG) Yonissa Wadi(UNIOESTE)
Reviso
Artigos em portugus: Gerusa Bondan
Artigos em espanhol: autoras
Capa
Gracco Bonetti
Sobre foto de Mnica Holden ([email protected])
Sem ttulo. 2009. Tcnica: Fotografia digital. lbum: Artesanato - Cd. de portflio: ART D 03
MNICA HOLDEN
Artista plstica, fotgrafa e designer.
Nasceu e vive na cidade do Rio de Janeiro.
Comeou a fotografar aos 12 anos. E, desde ento, a fotografia sempre esteve presente em sua vida. H 25
anos trabalha com design grfico, moda e comunicao visual. Hoje se dedica preferencialmente a fotogra-
far temas abstratos, composies geomtricas, formas orgnicas... Cores e texturas...
Sites: http://www.flickr.com/photos/monicaholden/
http://www.monicaholdenphotos.weebly.com
ISBN 978-85-8047-006-2
CDU 396
Editora Mulheres
Rua Joe Collao, 430
88035-200 Florianpolis, SC
Fone/Fax: (048) 3233-2164
e-mail: [email protected]
www.editoramulheres.com.br
SUMRIO
APRESENTAO..............................................................................................9
MEMRIA E HISTRIA
SUBVERSO QUEER
Autoras/Autores...................................................................................................275
APRESENTAO
9
FRONTEIRAS DE GNERO
10
Apresentao
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FRONTEIRAS DE GNERO
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Apresentao
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LOS CAMINOS DE LA HISTORIA
DE LAS MUJERES Y DE GNERO
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FRONTEIRAS DE GNERO
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Adriana Mara Valobra
lo que hoy, para muchas personas y, fundamentalmente, para una parte del
feminismo, es prcticamente una mala palabra: la categora de gnero. An
hacindome eco de las crticas que pueda aceptar, la categora de gnero ha
sido relevante para m en mi formacin y, fundamentalmente, en mi vida y de
ninguna manera me ha parecido reida con el feminismo. Ha potenciado un
conjunto de prcticas que me han permitido no slo proyectar en mi investi-
gacin sino, tambin, traducir en espacios sociales fundamentalmente, edu-
cativos a travs de cursos de capacitacin docente y talleres con nios, nias
y adolescentes. Me ha permitido conjugar la teora con la prctica.
Cuando trabajo con esta categora para favorecer interpretaciones del
tiempo presente y del tiempo pasado, con el inters fundamental de proyectar-
las a un tiempo futuro, siempre ha quedado claro que el feminismo en el que
pienso propicia prcticas democratizadoras y se apoya en la categora de gne-
ro. Por eso, elijo hablarles desde las mltiples otredades que me constituyen.
1 Tal vez sea Francesca Gargallo quien ms directamente ha planteado el problema cuando, hace unos
aos, al comenzar su libro Las ideas feministas latinoamericanas (ediciones fem-e-libros, creatividad fe-
minista.org, febrero de 2004) se pregunt: Por qu en la dcada de 1990 el feminismo latinoamericano
dej de buscar en sus propias prcticas, en su experimentacin y en la historia de sus reflexiones los
sustentos tericos de su poltica y acept acrticamente la categora de gender-gnero para explicarse y
la participacin en polticas pblicas como solucin a la crisis del movimiento, segn lo exiga la coope-
racin internacional?, p. IX.
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FRONTEIRAS DE GNERO
diferenciadas. Un aspecto por dems interesante de esos aportes tuvo que ver
con la cuestin del sujeto cognoscente y con la apropiacin de ciertas categor-
as, en particular, la de gnero que ha estado cuestionada desde hace varios aos.
El trmino gnero ya haba sido utilizado por Simone de Beauvoir en 1949 en
su libro El segundo sexo (FEMENAS, 2008). La novedad de la filsofa francesa
consisti en sealar que para el ser humano lo <natural> tambin era en bue-
na medida <cultural>, aplicndose <gnero> a esto ltimo (FEMENAS, 2008).
Poco a poco, esa nocin fue diseminndose y para los 80 se rechaz esta dis-
tincin de sexo-gnero y comenz a utilizarse slo gnero (FEMENAS, 2008).
Rpidamente pienso en otros nombres que aportan al debate: Helen Longino,
Evelyn Fox Keller, Donna Haraway y Sandra Harding (aunque seguramente dejo
afuera otros nombres).2 En efecto, sus aportes me parecen centrales para repen-
sar la visin de los sujetos cognoscentes atravesados por una serie de situaciones,
recorridos y sensibilidades que las autoras analizaron con maestra. El objetivo
es, entonces, revisar la conjuncin histrica entre ciencia y masculinidad, a la vez
que la disyuncin, tambin histrica, entre ciencia y feminidad.
En conjunto, las categoras analticas propiciadas por estas autoras han
servido para comenzar a desmantelar un sujeto masculino ocupado del logos y
han logrado ofrecer alternativas viables para pensar desde otro mbito el proble-
ma del conocimiento. Asimismo, es difcil afirmar que estas investigaciones por
el uso que han hecho de la categora de gnero, por las posiciones expresas desde
las que han escrito, hayan tendido a invisibilizar a las mujeres como sumidas a
una dominacin masculina o no hayan aportado elementos para su empodera-
miento. Y esto no slo en el mbito acadmico sino tambin en el de la imple-
mentacin de polticas pblicas y en la vigorizacin del movimiento feminista.
Si privilegiamos investigaciones provenientes de ciertos espacios nacio-
nales, no es menos cierto que en el contexto actual hemos incorporado pro-
ducciones provenientes de otros mbitos que han contribuido a enriquecer
perspectivas. Pienso, en este caso, en Gayatri Spivak, Vandana Shiva, Audrey
Lorde, Ochy Curiel, Yuderkys Espinosa Mioso. Sus miradas nos han aporta-
do sentidos crticos a los modos de erigirse un cierto modelo de mujer y han
sealado la problemtica de quienes quedan por fuera de l, incluso dentro
del mismo feminismo. En la lgica clasificatoria han comenzado a etiquetarse
sus discursos como latinoamericanos o tercermundistas los conjuntos, como
2 Sobre estas autoras, Cfr. Bartra, Eli. Reflexiones metodolgicas en Bartra, Eli (ed), Debates en torno a
una metodologa feminista, Mxico, Universidad Autnoma Metropolitana, 1999.
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FRONTEIRAS DE GNERO
dio vida (FEMENAS, 2007). Y esta cuestin remite al modo en que pensamos
nuestro conocimiento y la singular apropiacin que hacemos de las categoras.
Como problema metodolgico y me refiero en un sentido amplio a la
nocin de metodologa tanto para una investigacin cientfica como para una
intervencin poltica cabe sealar que, cuando aparece la perspectiva terica,
la mayor dificultad es lograr que ella sea til para mirar el tema, para compren-
der ciertas conceptualizaciones a la luz de casos concretos y para reformular
esos supuestos tericos cuando no dan cuenta de lo que estamos indagando o
cuando explican en parte lo que queremos entender o cambiar. En este senti-
do, no se trata de meter la realidad en nuestra teora para que se adapte a ella,
sino que de manera ms constructivista- se trata de mirar el problema desde
perspectivas que ayuden a pensar ese problema sin que ello implique reducirlo
o simplificarlo. Por ello, creo que es necesario pensar las categoras como parte
de un sistema heurstico. Entiendo, adems, que esa manera de pensar no est
reida con activas intervenciones polticas. En este punto, quiero volver a pen-
sar en las personas, ahora no en trminos analticos de sujetos, en personas,
encarnadas y atravesadas por el tiempo y el espacio y las relaciones, Es que las
afirmaciones identitarias son excluyentes de las labores conjuntas? no nos es
posible encontrarnos en nuestras diferencias y reconocernos en lo que tene-
mos en comn? No puedo pensar que no porque me negara a m misma.
3 Valeria Pita, Estudios de Gnero e Historia: Situacin y perspectivas, en Revista Mora, n 4, octubre,
1998; Beatriz Garrido, Historia de las Mujeres, Historia del Gnero en la Historiografa Argentina, IX
Jornadas Interescuelas y Departamentales de Historia, UNCrdoba, Crdoba, 24 al 26 de septiembre de
2003; Dora Barrancos, Historia, historiografa y gnero. Notas para la memoria de sus vnculos en la
Argentina, en La Aljaba, La Pampa, 2005. Adriana Valobra (autora), Algunas consideraciones acerca de
la historia de las mujeres y gnero en Argentina, Nuevo Topo. Revista de Historia y Pensamiento Crtico,
N 1, 2005, Buenos Aires, Argentina, ISSN: 1669-8487, p. 101-122, disponible en http://issuu.com/nue-
votopo/docs/valobra_nt1/8.
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Adriana Mara Valobra
4 Segn Frances Olsen, en trminos conceptuales, la exclusin de las mujeres del mbito de lo racional
que an persiste tiene que ver con esquemas duales que afilian lo masculino, con lo racional, lo
activo, el pensamiento, lo cultural, el poder, la objetividad, lo abstracto y la universalidad; mientras
que adjudican a lo femenino los opuestos complementarios a aquellas categoras: irracional, pasividad,
sentimentalismo, la naturaleza, la sensibilidad, la subjetividad, lo concreto y lo particular. De este modo,
segn la autora, todo el campo del conocimiento y dominio de saber ha estado sustentado en tres pi-
lares. La sexualizacin del dualismo (trminos binarios de masculino y femenino), jerarquizacin (se
entiende lo masculino y lo que se asocia a l como superior y valorativamente, mejor; mientras que lo
femenino, es su contrario y complemento, lo inferior y negativo. Finalmente, las caractersticas con las
que se han presentado estos dualismos son presentadas como si describieran la realidad, aunque en re-
alidad la estn prescribiendo. As, por ejemplo, puede decirse los hombres no lloran, cuando en realidad
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FRONTEIRAS DE GNERO
sabemos que lo hacen. El modelo disimula su prescripcin (los hombres no deberan llorar) en una ase-
veracin descriptiva (los hombres no lloran).Olsen, Frances, El sexo del derecho, en David Kairys (ed.);
The Politics of Law, Nueva York, Panten, 1990, disponible en https://www.u-cursos.cl/derecho/2008/2/
D129B0439A/1/material_docente/previsualizar?id_material=183108.
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Adriana Mara Valobra
5 Barrancos, Dora, (2008) Mujeres en la sociedad argentina. Una historia de cinco siglos, Sudamericana, Bue-
nos Aires. Y de la misma autora, Mujeres, entra la casa y la plaza, Sudamericana, Buenos Aires, 2009.
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6 Hemos desarrollado estas ideas en Karina Ramacciotti y Adriana Valobra, Consideraciones epistemo-
lgicas y metodolgicas sobre historia y gnero a partir del estudio del lesbianismo, Grupo de Estudios
sobre Sexualidades, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales de la UBA,
EXPOSITORA, Buenos Aires, 3 y 4 de diciembre de 2008.
7 No era la primera vez que suceda esto. Mi investigacin me ha llevado a analizar histricamente los re-
corridos de los partidos polticos y, a medida que iba estudiando uno y otro, la gente que me escuchaba
pensaba alternativamente que yo era del partido peronista, radical, comunista
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Adriana Mara Valobra
8 Una ancdota ilustrativa: en el Segundo Congreso Femenino en Buenos Aires (mayo de 2010), que reedit
el de cien aos atrs, se neg la participacin de los varones por ser varones y se legitim esa exclusin
informando que en el Primer Congreso ellos no haban participado, lo cual ni siquiera es cierto. Tambin,
en algunos mbitos, se debate si una travesti puede participar de las discusiones del feminismo pues no
se llega a un acuerdo sobre si debe considerrsela mujer, varn o travesti en este ltimo caso, se cree, lo
mejor que podra hacer es ir a un Congreso con otras travestis. Francamente, el reduccionismo es elocuen-
te y las implicancias segregacionistas, tambin, pues, en efecto, no debemos olvidar que la idea es generar
espacios de encuentro democratizadores y no el levantamiento de barreras aislantes.
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FRONTEIRAS DE GNERO
la mano de obra barata del Estado para la aplicacin de las polticas sociales
desde fines del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. Asimismo, la autora ha
sealado cmo la profesionalizacin de algunas disciplinas benefici a las mu-
jeres en su ingreso a las carreras pblicas, aunque ello pudo haberles quitado
poder de decisin en un mbito fuertemente masculinizado. En ese sentido,
es til recordar que en la historia argentina, muchas de las ms prominentes
feministas intervinieron en mbitos de gobierno y trataron de llevar adelante
sus propuestas en relacin con una igualacin de los derechos en el espacio
pblico. Entre otras, cabe mencionar a Gabriela Laperriere de Coni, Mara Ju-
liana Becker, Elvira Rawson de Dellepiane, Blanca A. Cassagne Serres o Luicla
de Gregorio Lavi.9
En el mismo sentido, otro aporte singular ha sido preguntarse si los mo-
mentos que hasta ahora se haban visto como progresistas para las mujeres lo
fueron tambin para los varones. En ese sentido, se ha demostrado que la Ley
Senz Pea que ampli la ciudadana masculina a algunos varones, no lo fue
para con las mujeres a quien no slo ignor sino que explcitamente excluy al
unificar el padrn militar y el padrn electoral. Sin duda, el caso ms elocuente
en rebelar es el de Julieta Lanteri. Luego de obtener su ciudadana argentina,
logr votar en elecciones municipales en 1910. Sin embargo, la ley Senz Pea
sancionada en 1912 unific el padrn electoral y el padrn para el servicio
militar. Las mujeres quedaban as excluidas de la posibilidad de votar que ha-
ba abierto Lanteri. Sin embargo, ella se empecin y solicit ser incluida en el
padrn militar para luego poder votar. Pero fue rechazada de cuajo su solicitud
porque en aquellos aos se consideraba que las mujeres daban vida a la patria
y no podan morir por ella. Entonces, la ley Senz Pea no slo omiti a las
mujeres sino que explcitamente las excluy de la arena poltica. Esto nos lleva
a reflexionar sobre los alcances de la ampliacin que esta ley signific.10
Finalmente, desde una lectura de gnero, algunas investigaciones hemos
propuesto interpretaciones distintas de las existentes, por ejemplo, respecto de
la universalizacin de las polticas sanitarias durante el primer peronismo o la
imbricacin poltica y social que ste signific (VALOBRA, 2010).
9 Cfr., Guy, Donna, Women Build the Welfare State. Performing charity and creating rights in Argentina,
1880-1955, Donna Guy, Duke University Press, Durham and London, 2009. Tambin, Karina Ramac-
ciotti y Adriana Valobra,
10 Cfr. Deleis, Mnica; de Titto, Ricardo y Arguindeguy, Diego (2001), Mujeres de la poltica argentina,
Buenos Aires, Aguilar. Valobra, Adriana (autora), La ciudadana poltica femenina en la Argentina de la
primera mitad del siglo XX. Aportes para una aproximacin conceptual y recursos didcticos en CLO
Y Asociados, La Historia Enseada, n 14, Centro de publicaciones, Universidad Nacional del Litoral,
2010, ISSN 0328-820X, p. 275-299.
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Consideraciones finales
13 Barrancos, Dora, (2008) Mujeres en la sociedad argentina. Una historia de cinco siglos, Sudamericana,
Buenos Aires. Y de la misma autora, Mujeres, entra la casa y la plaza, Sudamericana, Buenos Aires, 2009.
Silvia Elizalde, Karina Felitti y Graciela Queirolo. Gnero y sexualidad en las tramas del saber. Revisiones
y propuestas. Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2009. Lobato, Mirta [et al] Historia con mujeres, mujeres
con historia, Buenos Aires, Editorial de la FFyLL, UBA, 2008, CD.
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Si ampliramos esta idea allende del aula, y la pensramos para otros es-
pacios, comprenderamos que nuestras prcticas han distado sustancialmente
de esa propuesta progresista que supuestamente intentamos que modifique el
estado de situacin. As, reflexionar de manera relacional la historia nos permite
comprender no slo los fundamentos con los que se excluye a las mujeres, sino
tambin las que se imponan a los varones. Ello, adems, nos lleva a pensarnos
en conexin con esas prcticas, vinculando ese pasado con el presente, y, fun-
damentalmente, a establecer una relacin didctica respetuosa y alejada de los
binarismos jerrquicos y excluyentes que analizamos en trminos histricos.
En ese sentido, conocer el pasado no tiene que ver estrictamente con acumular
informacin o datos sino que es un intento de apropiarnos del tiempo como
un insumo para reflexionar sobre nuestras propias prcticas. El feminismo, po-
tenciado para m desde la perspectiva de gnero, es sin duda, un proceso de
aprendizaje que descubro aprendindolo en el encuentro con otr@ y con todas
las distintas nosotras que somos, a su vez. Descubro que cuanto ms me formo
en el feminismo-aprendizaje, tambin enseo, a veces, sin proponrmelo. Des-
de esta perspectiva, an podemos hurgar en nuevas interpretaciones, lo cual,
a la vez, constituye un desafo poltico que busca interpelarnos con la idea de
que participemos en la generacin de cambios que respalden una apuesta ms
equitativa y esa apuesta comienza con nosotr@s mism@s.
Referencias
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Adriana Mara Valobra
DURN, Mara de los ngeles. Liberacin y utopa: las mujeres ante la ciencia.
In: __________. Liberacin y Utopa. Madrid: Akal, 1982.
__________. De los Estudios de la Mujer a los debates sobre Gnero. In: LO-
BATO, Mirta (dir). Historia con mujeres, mujeres con historia, soporte digital.
UBA/FLACSO, Fundacin Ford, 2008.
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FRONTEIRAS DE GNERO
GUY, Donna. Women build the welfare state. Performing charity and creating
rights in Argentina, 1880-1955. Durham and London: Duke University Press,
2009.
LOBATO, Mirta et al. Historia con mujeres, mujeres con historia. Buenos Aires:
FFyLL, UBA, 2008, CD.
OLSEN, Frances. El sexo del derecho. In: KAIRYS, David (ed). The politics
of law. Nueva York: Panten, 1990. Disponible en: https://www.u-cursos.
cl/derecho/2008/2/D129B0439A/1/material_docente/previsualizar?id_
material=183108.
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Adriana Mara Valobra
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GUERRAS, TRAUMAS E MEMRIAS,
EM FEMININAS TRAVESSIAS
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FRONTEIRAS DE GNERO
as guerras pr-coloniais eram civilizadas. Quero dizer com isto que eram
combinadas pausas no meio das guerras para observar trguas que permitis-
sem continuar a produo agrcola para o ano seguinte, embora sem esquecer
que era necessrio retomar as armas depois das colheitas (2006, p. 60).
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Laura Cavalcante Padilha
A guerra foi feita pelos homens. Ns, mulheres de diferentes geraes, inde-
pendentemente de crenas polticas, que perdemos os maridos e nossos ha-
veres, e hoje zungamos por todas as cidades para sustentar as nossas famlias.
esse corpo e esse poder ainda muitas vezes adormecido que, a partir
de agora, tentarei recuperar, convocando para tanto duas obras pontuais de
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Laura Cavalcante Padilha
(1958): O que que ns somos aqui em Luanda? Tudo, menos seres huma-
nos. E at quando esta merda de vida? (p. 30).
ou
(1963): Que merda de vida! O Pedrinho foi enterrado longe, sozinho hoje
em Paris e o Adoula reconheceu hoje tambm o governo de Holden (p. 43).
ou
(1964): H aqueles que fazem facilmente a revoluo porque nunca lhes
faltam os bifes, o Le Monde e os AC. [...] Ns pra comprar um envelope te-
mos de estar a rogar a este e aquele. Vivemos como se estivssemos mortos
para as nossas famlias. Cachorra de vida! (p. 59).
Tambm, para ns, leitores, difcil pensar que uma pessoa formada
no seio de uma religio por ela abraada to fortemente possa pensar e/ou
falar sobre o desejo de suicdio. O dirio revela, em vrias passagens, como
esse pensamento ou essa pulso de morte toma a escrevente quase de assalto
e incontrolavelmente. Comeo por voltar ao mesmo ano de 1958, retomando
outras passagens, em outros anos, como exemplificao:
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FRONTEIRAS DE GNERO
(1963): Barraca dos Viriatos e Matias. Que chatice! Que vergonha! Que trai-
o a nossa pra com os que sofrem l dentro! No ser melhor suicidar-me?
(p. 44).
Mam, favor ajudai-me a estar mais calada do que hoje. Preciso de evitar
barracas e incidentes desagradveis. J tenho uma fama desgraada de man-
dona e b-a-s-t-a-m-e! (p. 81).
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Laura Cavalcante Padilha
Fiz 25 anos; estou velha. E deste quarto de sculo vivido s reparti trs anos
com os outros (um na Escola infantil de Luanda e 2 no CVAAR c). Que dia
de aniversrio [...] Nem tempo tive para ir esvaziar a caixa de correio: talvez
o Pap e a Mam me escrevessem. Bem, hoje vou recordar o passado.
At 1958, meu aniversrio era celebrado com um ovo dado pelo Pap, um
carinho de Mam (p. 48).
A seguir, descreve como passou esse mesmo aniversrio em 59, 60, 61,
62 e 63. Voltando s questes relativas s suas ideias sobre ser mulher, cito o
dia 30/06, quando se escancaram as amarras impostas ao gnero feminino:
Disseram-me que no vou j pra Ghana porque sou mulher e o Barden no
respeita senhoras. Esta discriminao, s por causa do meu sexo, revolta-me.
Se me apanho fora deste MPLA erudito e masculino, no volto em breve [...]
(p. 57). No preciso dizer mais, pois nessa frase ela tudo diz.
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FRONTEIRAS DE GNERO
Depois de viver a guerra pelas bordas, j que fora da luta direta, em 1967,
Deolinda mergulha no espao fsico dos confrontos blicos. As ltimas ano-
taes de 1966 iluminam uma palavra e um gesto: lavrar. O significante vai
ganhando um lugar de principalidade, pois uma das tarefas da combatente
lavrar, alm das aulas diurnas e noturnas que ministra, no acampamento de re-
fugiados, no Zaire, sobretudo para mulheres e crianas. A lavra, a que se entre-
ga com afinco, o meio de manter a fora da vida que logo ela perder: Lavrei
das 6 s 8 (p. 176), Lavrei cedo (p. 177), etc. Logo a seguir, depois de 1966,
vem um longo texto sem data, j de 1967, assim iniciado: Parti do quartel s
15. Chegamos a Kinshasa s 17h e 30 (p. 179). A partir da ela se encaminha
para sua terra e o texto d incio a uma espcie de marcha dos desesperados,
apesar da alegria da volta terra natal por parte do grupo.
Comea, adiante, o relato dessa marcha de retorno a Angola que , sem
dvida, o momento mais dramtico da obra, em todos os sentidos, para ns
leitores. A alegria de se ver, de novo em casa, se contrape dureza imposta
pelos lugares atravessados, seus rios, pntanos, mata fechada, etc. Obstculos
de toda a ordem so descritos minuciosamente, assim como o so o medo
dos ataques das tropas portuguesas; o esconder-se na floresta; o desespero da
fome; a conscincia da mais absurda desumanizao dos guerrilheiros, cheios
de piolhos pelo corpo, sujos, com diarreias constantes, etc. A volta ao Congo
para um grupo ento decidida e Deolinda est entre seus membros. Em uma
listagem que apresenta no dirio, dos 127 que partiram, ela mostra o regresso
de apenas 18 dentre eles, 5 mulheres. No se trata aqui de recontar o texto,
mas resgatar o desespero de quem se v prestes a ser apanhada, j no Zaire,
pelo grupo de Holden Roberto, o que leva a antiga jovem metodista a invocar a
me e se entregar s foras ancestrais, clamando: Quatro foras, trabalhai por
ns, por favor (p. 211). A isso segue o fecho j aqui lido, a voz de Deolinda se
cala, fazendo tal como proposto pelo editor do seu, um exlio sem regresso
em que a lavra da vida substituda pela colheita da morte.
As crnicas de Paula Tavares, tambm produzidas por um sujeito que
viveu e, em 1996 e 1997, vive ainda a guerra civil fratricida em seu pas, embo-
ra fora dele, igualmente se debruam muitas vezes sobre tal guerra, no caso, j
transformada no pesadelo que o fato de os angolanos lutarem entre si. Elas
passam a limpo o sonho adiado pelo qual muitos deles deram a vida na luta
pela libertao. V-se, ento e sem rodeios, como a terra, para a qual Deolinda
jamais retornou, ainda se encontra coberta pelo sangue de seus filhos. A luci-
dez da cronista espanta e se transforma em uma espcie de lmina cortante
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Laura Cavalcante Padilha
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FRONTEIRAS DE GNERO
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Laura Cavalcante Padilha
Referncias
KASEMBE, Dya.; CHIZIANE, Paulina (org). O livro da paz das mulheres ango-
lanas: as heronas sem nome. Luanda: Nzila, 2008.
47
FRONTEIRAS DE GNERO
KI- ZERBO, Joseph. Para quando a frica ? Rio de Janeiro: Pallas, 2006.
SAID, Edward. Reflexes sobre o exlio e outros ensaios. Traduzido por Pedro
Maia Soares. So Paulo: Companhia das Letras, 2003.
48
TRANSFORMACIONES DE LA MATERNIDAD EN EL
CONTEXTO DE CAMBIOS DEMOGRFICOS,
LEGISLATIVOS Y DE VALORES DEL
ESTADO ESPAOL POSFRANQUISTA
Elixabete Imaz
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FRONTEIRAS DE GNERO
de los considerados bastiones del catolicismo, llegue a ser tan permisiva y tan
incongruente con los principios inflexibles de la familia proclamados por esta
iglesia, en esta mesa quiero aportar datos e ideas que ayuden siquiera a: 1) dar
a conocer la magnitud del cambio; 2) comprender el radical cambio de menta-
lidad que se ha producido en Espaa desde la definicin franquista de la mujer
como madre-esposa a la percepcin de la pluralidad en el ejercicio de la mater-
nidad; 3) ver hasta qu punto los cambios en el mbito familiar se leen como
consecuencia directa de las transformaciones que la posicin de las mujeres ha
sufrido en esta la sociedad y cmo las mujeres se perciben como beneficiarias
y como generadoras de cambio.
Espaa aparece hoy en sus discursos institucionales como altamente
preocupada por la igualdad entre hombres y mujeres y las encuestas de va-
lores muestran una poblacin permisiva respecto a las formas familiares, la
diversidad sexual y activa en la igualdad de gneros. Los importantes cambios
legislativos que han prosperado en pocas dcadas entre otros en el mbito de la
reproduccin asistida, en el matrimonio y en la adopcin sitan a Espaa entre
los estados europeos ms abiertos en relacin a la diversidad de formacin
familiar. Estos datos sorprenden en la medida en que contrastan sobremanera
con la historia cercana del pas, un pas que bajo el rgimen franquista (1939-
75) redujo a las mujeres al papel de madres y amas de casa bajo una estrecha
supeditacin marital.
Tambin los datos demogrficos, en especial los datos referidos a la na-
talidad y a la fecundidad de las mujeres espaolas muestran la magnitud de
las transformaciones que se se produjeron junto a la transicin democrtica.
La baja natalidad perdura desde principios de los aos ochenta y el nico
rasgo de recuperacin de la poblacin se debe a los nacimientos de hijos
de las mujeres emigrantes mientras que la baja fecundidad de las mujeres
nativas persiste. Es as que aunque la poblacin extranjera suponga aproxi-
madamente el 10% de la poblacin, los nacimientos de mujeres extranjeras
son en 2009 de alrededor del 205 % frente al 49% de los nacimientos de
1999. El ndice coyuntural de fecundidad tambin se ve trastocado por pau-
tas diferentes entre las extranjeras: 133 en el caso de las mujeres nacionales
frente a 169 de las extranjeras.
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Elixabete Imaz
Total primeros
30-34 aos 35-39 aos 40 aos o ms
nacimientos
Estado 374% 146% 26% 277.218
Fuente: INE.
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FRONTEIRAS DE GNERO
Adems, un dato muy llamativo es que aunque las mujeres de hoy ten-
gan como media muchos menos hijos, las mujeres son madres en una pro-
porcin mucho mayor que lo fueron la generacin de sus abuelas. Es lo que
algunas autoras han denominado la democratizacin de la maternidad: ms
madres y menos hijos (LUXN, 2005).
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Elixabete Imaz
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de soltera, pues no eran las mujeres lo que se vea como irreconciliable con
el trabajo extradomstico, sino el estatus de ama de casa al que acceda cada
mujer al contraer matrimonio, en el que el mantenimiento de la dependencia
econmica respecto al marido garantizaba el mantenimiento de la jerarqua
conyugal. As, es el propio Fuero del Trabajo de 1938 el que determina que el
estado libertar la mujer casada del taller y de la fbrica. Esta liberacin de las
mujeres del trabajo extradomstico se consegua de diversas formas: las mu-
jeres reciban una dote por parte del empresario por abandonar el trabajo tras
el matrimonio, los contratos laborales especificaban que quedaban rescindidos
al casamiento, el marido perda los puntos o complementos salariales por
nmero de miembros de la familia en caso de actividad laboral de la esposa
y, adems, la mujer casada requera permiso marital para trabajar y el marido
tena derecho a recibir el salario de su esposa directamente del empresario.
Durante el franquismo, la sujecin que el matrimonio impona a las
mujeres y el principio de que el matrimonio es uno e indisoluble haca del
casamiento una decisin irrevocable, que dejaba a la esposa en la ms absoluta
vulnerabilidad. Es por ello que se exhortaba a las jvenes a hacer una elecci-
n sensata en la soltera, a la vez que se alentaba a las esposas a la tolerancia
una vez contrado matrimonio ante infidelidades, malos tratos o vejaciones
por parte del marido (ROCA I GIRNOA, 1996, p. 282). La mano izquierda
(THURN, 1992) o el chantaje emocional era el nico medio con el que con-
taban las mujeres para influir en el hogar, ya que en todos los mbitos la mujer
se hallaba supeditada al marido: el franquismo restablece el Cdigo Civil de
1889 en el que al matrimonio la mujer adquiere los ttulos y nacionalidad del
esposo y el marido se convierte en el representante de la mujer. Como conse-
cuencia de ello, la esposa no puede comparecer en juicios, ni recibir herencias,
ni trabajar, ni abrir una cuenta bancaria, ni un negocio, sin la correspondiente
licencia marital. El marido es el administrador nico de los bienes familiares
y sin su consentimiento la esposa no puede adquirir bienes a excepcin de
las compras de consumo cotidiano o venderlos incluidos aquellos prove-
nientes de su herencia familiar. La esposa est obligada a seguir a su marido
all donde ste establezca su domicilio y no puede abandonar el pas sin su
consentimiento. Toda esta normativa rigi hasta 1981, ao en que se reform
el nuevo Cdigo Civil.
Durante todo el periodo, el matrimonio signific una merma de los de-
rechos de las casadas. Pero a pesar de que mantenerse clibe procuraba una
mejor situacin jurdica a las mujeres, la soltera femenina se identificaba con
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En su comparacin con otros pases europeos, las pautas seguidas por las
mujeres espaolas en lo relativo a la formacin familiar pueden considerarse
tradicionales menor proporcin de hijos fuera del matrimonio, el matrimo-
nio como opcin ms habitual, cohabitacin relativamente poco importante
y escasos hogares unipersonales entre los jvenes, bajas tasa de divorcio y de
segundas nupcias , sin embargo, es innegable que el cambio acaecido respecto
a valores y trayectorias vitales entre generaciones de mujeres muy prximas
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Referncias
DEL VALLE, Teresa (coord). Modelos emergentes en los sistemas y las relaciones
de gnero. Madrid: Narcea, 2002.
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LUCHAS CONTRA HEGEMNICAS EN
ARGENTINA: EL PUEBLO FEMINISTA
VSLA NACIN CATLICA
Graciela Di Marco
Introduccin1
1 Este paper fue presentado en: XXIX International Congress of the Latin American Studies Association.
Crisis, response and recovery. 2010. Disponible en: [email protected].
2 Coincidimos con Richardson (1998) en que no hay una definicin estndar de ciudadana sexual.
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sexual. Entre estos derechos se incluyen los derechos a estar libres del acoso y
la violencia, al acceso a mtodos anticonceptivos y al aborto. Si bien es cierto
que estas demandas han partido de las mujeres, en la actualidad el reclamo por
los derechos sexuales se expande ms all de la heterosexualidad. El discurso
se transform para aceptar que las identidades no son fijas y que las mismas
prcticas construyen identidades contingentes, fijadas parcialmente.
Preferimos referirnos a estos derechos como ciudadana sexual o dere-
chos sexuales, ya que consideramos que esta nocin, al ser ms amplia, con-
tiene a los derechos reproductivos, pero no queda subsumida en los mismos.3
La anticoncepcin, el aborto, el cuidado del propio cuerpo, pueden o no estar
vinculados con la salud. La insistencia en denominarlos derechos reproducti-
vos vuelve a poner el foco justamente en la reproduccin y no en el ejercicio
de la sexualidad, cualquiera sea su finalidad. En este sentido, la propia nocin
de derechos sexuales implica el reconocimiento del valor de la sexualidad para
la realizacin personal, independientemente de si se asocia o no con el fin re-
productivo (PECHENY, 2007, p. 298).
Cmo se avanza o no en la cuestin del aborto constituye un predictor
inestimable sobre el estado de la ciudadana de las mujeres. Asimismo, la lucha
por el matrimonio entre personas del mismo sexo extiende la ciudadana sexu-
al a otras identidades, desafiando el orden patriarcal. Son, a su vez, demandas
por derechos civiles y por derechos sociales y polticas pblicas, entre ellas, las
referidas a la educacin y la salud, que son las que permiten hacer concretos
muchos de esos derechos (RICHARDSON, 1998, p. 114-115).
Desde el retorno a la democracia en Argentina, la cuestin del abor-
to atraves las luchas feministas con diferentes estrategias y resultados, en un
marco de soledad con respecto a otras fuerzas sociales. El 8 de marzo de 1988,
diferentes grupos de mujeres fundaron la Comisin por el Derecho al Aborto,
que fue pionera en la discusin y difusin de informacin y clarificaciones
conceptuales acerca de la anticoncepcin, el aborto, la despenalizacin y la lega-
lizacin. Estos grupos han tenido una importante participacin en los Encuen-
tros Nacionales de Mujeres. Impusieron la consigna que an hoy es distintiva
del movimiento de mujeres: Anticonceptivos para no abortar, aborto legal para
no morir. Entre sus principales actividades figura la organizacin de un taller
3 El discurso de los derechos reproductivos y del derecho al aborto legal como un problema de salud, no
slo intenta dar respuestas a los sufrimientos de las mujeres, especialmente las ms pobres, al poner el
foco en derechos bsicos, sino que tambin fue y es una estrategia adecuada para las discusiones en la
arena internacional y nacional, atravesada por los fundamentalismos religiosos.
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7 Segn los resultados de una encuesta publicada en 2008, el 76% se define como catlico, el 9% como
evanglico y un 11.3% dice ser ateo, agnstico o no tener ninguna religin. Est de acuerdo con el aborto
en algunas circunstancias un 63,9 %, mientras que el 92,4 por ciento apoya la educacin sexual en las
escuelas.
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8 El populismo supone una articulacin equivalencial de demandas que hace posible el surgimiento del
pueblo; una frontera entre el pueblo y el poder, denominada formacin antagnica, y la unificacin
de estas diversas demandas en un sistema estable de significacin que permite la consolidacin de las
equivalencias (LACLAU, 2005, p. 99).
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conjunto, sus militantes operan con la modalidad de democracia directa, que implica la realizacin de
asambleas semanales en las que se debaten las acciones que se habrn de realizar y se toman decisio-
nes por consenso. Han montado editoriales, talleres de diseo de indumentaria, panaderas, bloqueras,
huertas, talleres de serigrafa. En la mayora de los movimientos estos emprendimientos van acompaa-
dos por desarrollos comunitarios. Los catorce movimientos de trabajadores desocupados que reuna
la Coordinadora Anbal Vern tenan como objetivo generar una economa alternativa y de autoabas-
tecimiento. La Coordinadora, que inicialmente reuna alrededor de una veintena de MTD en 2003, se
haba dividido en dos: de un lado quedaron los mtd y del otro los ctd, vinculados a la organizacin
Quebracho.
10 La Corriente Clasista y Combativa. Si bien se constituy formalmente como una organizacin de lucha
en 1994, sus orgenes se remontan a los aos sesenta. Varias agrupaciones clasistas del pas realizaban
una lucha sindical en forma conjunta, en gremios de trabajadores industriales y rurales. Desde fines de
los ochenta y comienzos de los noventa, Carlos Perro Santilln lider a los trabajadores municipales
de Jujuy, En 1994, se conform la Mesa de Enlace Sindical. De ella particip Santilln junto con otros
dirigentes: Hugo Moyano (por el entonces mta) y Vctor De Gennaro (por la cta). En esa Mesa se de-
cidi realizar la primera Marcha Federal en Argentina. Unos das despus de esa marcha, se constituy
formalmente la Corriente Clasista y Combativa.
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La formacin
11 Fuente: Frente Popular Daro Santilln, Argentina, ao 2007. Disponible en: www.frentedariosantillan.org.
12 Equipo de educacin popular, vinculado al FPDA.
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... Pero s algo que con el tiempo se ve es la participacin, digamos, los hom-
bres como al principio nos decan ah se van a largar del tupper, digamos, y
ahora estn respetando mucho ms el espacio, digamos, no? Estn respetan-
do mucho ms a las compaeras. En las parejas que hay dentro del movimien-
to tambin se ven cambios como bueno, deja, anda vos a la reunin que yo
cuido a los chicos. No es general, pero s se notan como pequeos cambios
que, de alguna manera, fortalece el espacio, fortalece a todas las compaeras
que estamos ah, porque vemos que se avanza no? (Mercedes).17
15 El lugar perteneca a la fbrica de chatarrera Rocanegra. Las tierras fueron recuperadas por los MTD de
Solano y Lans. En octubre de 2004 La Asociacin Madres de Plaza de Mayo inaugur el primer merca-
do frutihortcola, con el que esperaban generar 400 puestos de trabajo, con permiso de la municipalidad.
Est ubicado en Camino General Belgrano y Mndez, de Lans.
16 Fuente: Espacio de Mujeres del Frente Popular Daro Santilln Mujeres al frente y en la lucha. Sep-
tiembre, 2006. Pauelos en Rebelda. Disponible en: http://www.panuelosenrebeldia.com.ar.
17 DILLON, Martha. Rebelin en el piquete. Disponible en: http://www.pagina12web.com.ar/suplementos/
las12/, 2004, p. 12.
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Plata, Mar del Plata, Tandil, Crdoba, Tucumn y Mendoza), as como grupos
y organizaciones con quienes se tejen alianzas, como el rea de Gneros de
Pauelos en Rebelda, y otras. Los temas centrales fueron: gnero, patriarcado y
capitalismo; el recorrido histrico del feminismo y su relacin con la lucha de
clases. La sistematizacin de esta experiencia de formacin qued plasmada en
una cartilla que ha permitido extender los debates y conclusiones al resto de
los/as integrantes del Frente.
En las comisiones de mujeres se debate acerca de la penalizacin del
aborto, como una amenaza a la salud y tambin como un problema de de-
sigualdad, ya que mujeres de sectores medios y altos pueden acceder a l en
forma segura, mientras las pobres no. Tienen claro el control de los discursos
religiosos sobre los cuerpos y las emociones de las mujeres, que impiden mu-
chas veces una discusin abierta sobre el tema: desde la comisin de mu-
jeres nosotras decimos que, lamentablemente, est muy arraigado y ms, por
ah, en muchas compaeras de barrios humildes est el tema de la Iglesia s?
Entonces el aborto no se puede tocar porque me voy al infierno y me quema la
llama (Mara Laura, 35 aos, La Matanza).
La estrategia para la demanda es situar el problema en el campo de la
salud y la desigualdad, tal como el mismo ex Ministro de Salud Gonzlez Gar-
ca y como muchas feministas lo ubicaban.18 En consecuencia, reclaman pre-
servativos, porque es un recurso que las mismas mujeres pueden distribuir, en
tanto que no sucede lo propio con otros mtodos anticonceptivos. Han unido
provocativamente esa demanda a la de los productos bsicos para la supervi-
vencia (as como hicieron con las toallitas higinicas), y denunciaron la escasez
de unos y otros.
Pero tenemos un puente para llegar al derecho al aborto. Tal vez porque no
somos defensoras del derecho al aborto estrictamente, sino que lo que somos
es defensoras de que las mujeres tengan todos los mtodos anticonceptivos
necesarios para no llegar al aborto... Ac, como las mujeres no tienen otros
recursos, el aborto es el mtodo anticonceptivo a mano cuando todo fall.
Es un gran gasto para el Estado las diez mujeres permanentemente durante
seis das promedio en terapia intensiva. Adems de las mutilaciones de las
18 Gines Gonzlez Garca fue el Ministro de Salud durante el gobierno de Nstor Kichner. Su posicin
a favor del aborto le vali la oferta de ser candidato a diputado en las elecciones de 2008 y luego fue
nombrado Embajador en Chile por la actual presidenta, Cristina Fernndez. Decisin que puede ser
interpretada como un intento de alejarlo de su cargo ejecutivo y del impulso que dio a las estrategias
para la despenalizacin del aborto.
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Despus, otra cosa que hacemos, ms all de las asambleas y en donde nos
juntamos ms masivamente, en los barrios, en muchos de los barrios donde
estamos, trabajamos con unas cartillas que armamos entre nosotras, medio
caseramente, que hablaban de la participacin de las mujeres y tratamos de
tener ciertos espacios no? reuniones... dentro de los barrios donde se pueda
trabajar esto, porque hay veces que... nada, en los barrios no todas, el espacio
que, el mismo de la asamblea, de un puente hace que muchas mujeres que por
ah participan, no hablen, pero en un taller a partir de... nosotras tenemos for-
macin. En esas formaciones, por ah ms ntimas, ms ntimas en el sentido
de que por ah es ms reducida la cantidad del nmero compaeras, bueno, se
habla mucho ms y salen muchas ms cosas (Yanina, 29 aos, La Matanza).
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Cuando aun no era la Vern en los 90, se haban empezado a juntar firmas
por el aborto, muchos de los que formbamos parte de ese grupo (se refiere
a la militancia de los 80) firmamos por el derecho al aborto. Haba pasado
el caso de una activista que quera hacerse un aborto y eso nos permiti dar
un gran debate. Esto me permiti a mi unir ambos espacios porque hasta
ese momento tenia separado este espacio del feminismo con el territorial,
adems empezamos a ir juntas.
Una de las principales preocupaciones est centrada en los roles que varo-
nes y mueres pueden desempear en los emprendimientos productivos. No es-
tn lejos de algunas luchas que comenzaron tambin por este cuestionamiento,
hasta poder avanzar en la deconstruccin del sistema de relaciones de gnero:
19 En el Encuentro de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires (2001), los sectores conservadores ejer-
cieron presiones antes de su inicio y lograron que la comisin organizadora, que haba desplazado a sectores
del feminismo, cambiara el nombre y por lo tanto el sentido de una de las mesas centrales, la de anticon-
cepcin y aborto, que pas a llamarse Mujer y salud sexual y reproductiva. El arzobispo de La Plata denunci
el encuentro, aun antes de su realizacin, como un sitio de promocin del aborto y la homosexualidad y de
desintegracin de la familia tradicional. Las Azucenas organizaron el contra Encuentro.
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Tambin hace referencia al poder del patriarcado para imponer sus re-
glas, en el sentido que si en la lucha antipatriacal estn presentes los varones,
esto ayuda a legitimar la posicin de las mujeres:
Para los varones este es un espacio nuevo, en el que se mueven con pocas
certezas y muchas inseguridades frente a las mujeres. Distinguen lo positivo de
interrelacionarse con las compaeras de militancia del FDS, con las que se ha
construido una relacin de confianza, de la relacin con las otras, identificadas
con un feminismo ms agresivo, segn sus palabras.
A m en particular hablo con las compaeras como hablo ac, esta la con-
fianza de ser de la misma organizacin. Al salir a discutir con otras mujeres
que a veces son mas agresivas que las compaeras del frente, a mi me cuesta
mucho mas, te cuestionan mucho mas (Jos, 32 aos).
Las prcticas
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para presentarse y para sacar un poco de encima los miedos, lo ldico siempre
esta presente. Despus se parte de preguntas que impliquen basarse en la ex-
periencia antes que en las conceptualizaciones. Organizan talleres de reflexin
en un centro comunitario y planean generar espacios similares en los barrios,
la participacin de marchas, y actividades callejeras.
La aparicin
Hasta ahora tienen dos ejes de lucha, las denuncias contra la violencia ha-
cia las mujeres y contra la prostitucin. Estuvieron presentes con una actividad
propia en el Da de la Violencia contra las mujeres el 25 de noviembre de 2009.
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La otra actividad pblica fue una campaa para poner en debate el rol
del cliente dentro del mundo de la prostitucin y su vnculo con las desigual-
dades de gnero. Para esto, realizaron primero un taller destinado a debatir
entre varones el consumo de prostitucin. Los talleres son el primer paso de
una campaa dirigida a los clientes que contempla afiches callejeros, presencia
en Internet e intervenciones callejeras y que planean lanzar en el mes de junio
con el apoyo de otras organizaciones sociales.
Una de las conclusiones a las que se lleg es que la prostitucin est natu-
ralizada en nuestra sociedad, e incluso es considerada en algunos casos por
los varones como un ritual de iniciacin. Cuando el tema se pone en debate
y se discute socialmente, lo que se suele analizar es el rol del Estado o la si-
tuacin de la trabajadora sexual. Pero la parte del cliente en esta cadena est
invisibilizada. Lo que nosotros queremos es hacerla visible, crear conciencia
y discutirla.
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Reflexiones finales
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Referencias
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__________. Social justice and gender rights in Argentina. In: Womens hu-
man rights: the research/policy nexus and the role of activism. International
Social Science Journal. Blackwell Publishing, 2007.
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Graciela Di Marco
PETCHESKY, Rosalind P.; JUDD, Karen (comps.). Cmo negocian las mujeres
sus derechos en el mundo. Una interseccin entre culturas, poltica y religiones.
Mxico: El Colegio de Mxico, 2006.
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MEMRIAS DO FUNDO DO POO
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delrios. Ali ela acaba por encontrar fundamentos invisveis ao mundo de cima
e atravessa a noite escura da alma, uma iniciao nos mistrios. Erwin Rohde,
reconhecido classicista do final do sculo XIX, fala desse mundo subterrneo
como to remoto ao nosso mundo, que aqueles que para l foram removidos
no conseguem ter nenhuma influncia sobre a vida e os feitos dos humanos
na terra (apud HILLMAN, 1979, p. 38).
A publicao de Down Bellow teve uma histria complicada, peregrinou
de uma verso oral em ingls que se perdeu para outra ditada em francs,
em 1943, que foi traduzida e publicada em 1944 na VVV nmero 4 , esta era
uma revista editada em Nova Iorque devotada divulgao do surrealismo que
teve quatro nmeros entre 1940 e 42. O texto original de Carrington ditado em
francs foi publicado em Paris em 1946 e essas duas edies formaram a base
para a edio em espanhol, em 1992, no Mxico, supervisionada e revisada
pela autora que acrescentou, como adendo, a entrevista que concedeu a Marina
Warner, em julho de1987, em Nova Iorque.
Esse ir e vir entre verses e idiomas identifica o prprio texto, pensa
Salmern (2006, p. 154), como uma metfora dos fatos narrados por uma per-
sonagem/pessoa. Alm disso, a narrativa combina vrios tempos: o presente,
1943, quando Carrington, mortificada pelo tratamento sofrido, tenta conca-
tenar os eventos ocorridos, e um tempo passado, 1940, quando ocorreram os
fatos que narra. Aponta tambm para o futuro ao mencionar o exlio e con-
templa o tempo mais longo da histria que a rodeia e impe batalhas, mortes,
disporas, fugas, deslocamentos, exlios a milhes de pessoas.
Carrington conta que escreveu o livro em cinco dias, de segunda feira,
23, sexta, 27 de agosto de 1943. Inicia transportando a si mesma e ao leitor ao
passado, ao ano de 1940:
Ela escreve, esclarece, para reunir fios que eventualmente possam ajud-
la a cruzar o umbral do Conhecimento, ao mesmo tempo em que acredita,
como os surrealistas, que ao reviver a experincia pela escrita, esteja fazendo
algo que poderia ajud-la a se distanciar de uma fronteira ameaadora, conser-
vando-a lcida para poder colocar e tirar vontade a mscara que vai ser meu
escudo contra a hostilidade do conformismo (CARRINGTON, 1992, p. 155).
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I - Primavera
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quando diz: Por essa poca tinha tanto medo dos alemes quanto de minha
famlia (1992, p. 158).
Trs conflitos se entrelaam, portanto, na narrativa de Dow bellow: a Se-
gunda Guerra, a guerra dos sexos e a guerra contra os pais pertencentes a uma
gerao a qual ela, com muitos outros, atribua, no sem alguma razo, parte da
culpa pelo conflito mundial. Como pano de fundo dessa memria l debaixo,
esto, pois, os conflitos da memria pessoal/familiar e da histria, da guerra e
dos gneros e das geraes, tambm conflitos de poder entre esses elementos,
momentos de durao temporal varivel moldando metamorfoses na subjeti-
vidade de Carrington.
II - Vero
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Despertei [da anestesia] num quarto minsculo, sem janelas para fora; a
nica que havia estava numa parede direita, que me separava do quarto
contguo. No canto esquerdo, ao lado da cama, havia um modesto armrio
de pinho; a minha direita, uma mezinha do mesmo estilo com tampo de
mrmore e embaixo um espao vazio para o urinol; havia tambm uma
cadeira; prximo mesinha se encontrava o banheiro; em frente uma porta
de cristal comunicava com o corredor e outra com cristal opaco, eu observei
com avidez porque era clara e luminosa, e intu que dava para um quarto
inundado de sol (CARRINGTON, 1992, p. 170).
Aos vinte e trs anos a jovem no sabe onde est. Ningum lhe diz nada.
Doloroso o despertar; pergunta-se se estaria em um hospital, supondo ter sido
vtima de um desastre de automvel. Descobre que tem mos e ps amarrados
com correias de couro porque entrara ali, vo lhe contar logo depois, lutando
como uma tigresa; porque havia se comportado como vrios animais. Ela,
que desde muito pequena amava os animais, agora adquiria a fora deles para
lutar contra os que a aprisionavam.
III - Outono
No sei quanto tempo permaneci amarrada e nua. Jazi vrios dias e noites
sobre meus prprios excrementos, urina e suor, torturada pelos mosquitos
cujas picadas me deixaram o corpo horrendo: acreditava que eram os es-
pritos de todos os espanhis esmagados que me jogavam na cara o inter-
namento, minha falta de inteligncia e minha submisso. A magnitude de
meu remorso tornava suportveis seus ataques. A sujeira no me molestava
muito (CARRINGTON, 1992, p. 179).
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espao outro que o asilar da loucura. Pelbart indica uma topografia em que
Desatinos e Diferentes, em sua multiplicidade, no precisam ser aglutinados e
confinados prtica e conceitualmente a um nico territrio considerado hostil
(1992, p. 43).
A disjuno entre os plos desrazo, na concepo grega de delrio afe-
tivo, imaginrio, atemporal, e loucura, algo interior, contraditrio e submetido
razo, tem a Histria como intermedirio; e no devemos esquecer que o que
denominamos loucura nem sempre significou doena. Hoje h uma dicotomia
na compreenso e crtica da loucura: os que convivem com os loucos consi-
deram s a dor e a runa e a tomam como sintoma, enquanto os que vivem
distantes dela e mantm acesa a chama de um imaginrio ancestral sobre a
insensatez, [veem] os loucos como vanguarda cultura e esttica, quando no
poltica, como no caso dos surrealistas (PELBART, 1992, p. 13).
Os delrios que Carrington relata parecem ter razes arcaicas, lembram
descries que Foucault faz da loucura no Renascimento quando era tida
como experincia trgica e csmica, que por um saber esotrico, mas positivo,
revelava, atravs do delrio, uma verdade do mundo, mais prxima da desrazo
(FOUCAULT, 1976, p. 34). O mundo interno e o externo, no caso da jovem, no
se separavam mais, eles se mesclavam, se misturavam; espao interno e externo
se interpenetram. O material que vem tona pode ser a riqueza em momentos
criativos, embora em outros, como aqui, cause sofrimento e incompreenso
devido impossibilidade do ego enfrentar as irrupes do inconsciente. As
imagens que surgem lembram outras, ainda mais arcaicas. Em outro momento,
que no transcrevi, a moa, que se pensa como salvadora do mundo na luta
contra Hitler, se acredita uma Cristo mulher, tema recorrente de heresias desde
o Medievo, como recordam os ensaios de Newman.
A muito custo consegue que a levem ao jardim e nota que era bastante
verde; havia um pomar de macieiras carregadas em frente ao pavilho em que
se encontrava. Observando as plantas, percebeu que era outono, o clima era su-
ave, a vegetao era europeia e, por tudo isso, pensou que talvez ainda estivesse
na Espanha. Ela continua agressiva, rebelde, por isso permanece amarrada e
suja na cama, vigiada dia e noite.
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Mas est certa que deve continuar para deixar de lado a angstia. Enquanto
esteve amarrada na cama, conheceu os vizinhos que vinham observ-la atravs
do cristal da porta e isso contribuiu para que resolvesse o problema de saber
onde estava, em alguma classe de priso para os que ameaavam o poder do
dito grupo [de nazifascistas] (1995, p. 182).
Ela desenha um mapa cujo permetro circunscreve o espao fsico do
internamento, deixando o mundo de fora. Esse mundo asilar fechado for-
mado por salas e pavilhes que recebem nomes que parecem correspondiam
exatamente s designaes que lhes eram atribudas. Ela assinala os locais tam-
bm por vrios smbolos arcanos e enumera zonas distintas: biblioteca, horta,
solarium o lugar de paz e luz. Entre os vrios locais assinalados em seu mapa
est o sitio Radiografia, onde lhe ministravam o insuportvel tratamento com
Cardiazol; ali ela desenha um caixo morturio onde repousa um corpo com
duas cabeas. Do caixo sai uma linha pontilhada que segue at um porto de
barras de ferro slido, fechado, mas que deixa entrever elementos fantasmag-
ricos do lado de fora.
Para Carrington, lembra Aberth, o tratamento provocava torturas psico-
lgicas agonizantes que a faziam vivenciar a dissoluo do ego. A experincia,
conta Carrington, era dramtica, convulsiva e a deixava disposta a morrer. Rece-
beu ento a visita de sua Nanny, sua antiga ama, mas os pais nunca foram visit-
la. Nanny no esperava encontr-la em um manicmio; pensava que iria ver a
moa s que vira quatro anos antes. recebida com frieza e desconfiana por ter
sido enviada pelos pais hostis e porque a jovem sabia que ela pretendia lev-la de
volta consigo. Algum tempo depois, conversando com outro interno, ela compre-
endeu que o Cardiazol era uma simples injeo e no um efeito de hipnotismo;
que D. Luis [o mdico] no era bruxo, mas um sem vergonha; que Covadonga
e Amachu e Embaixo no eram Egito, China e Jerusalm, mas pavilhes para
dementes, e que deveria ir embora dali o quanto antes (1995, p. 205).
E assim foi, logo depois partiu para longe dali.
IV - Inverno
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Referncias
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E. P. Dutton, 1989.
PAZ, Octavio. Os filhos do barro. 1. ed. Rio de Janeiro: Nova Fronteira, 1984.
SILVEIRA, Nise da. O mundo das imagens. 1. ed. So Paulo: tica, 1992.
105
CUERPOS EXILIADOS O EXILIOS
DE LOS CUERPOS?. SOCIEDAD
POSTDICTATORIAL EN EL CHILE
Margarita Iglesias
1 Carmen Castillo, exiliada chilena, militante del Movimiento de Izquierda revolucionaria (MIR) 1965-
1990. La Jornada de Mxico.
2 Alondra, nacida en exilio, en 1983, retornada a Chile por decisin de la madre en 1990 y partiendo
voluntariamente a vivir a Uruguay en el 2010.
107
FRONTEIRAS DE GNERO
El mito de Ulises podra quizs ser calificado como uno de los ms com-
plejos y como uno de los ms cercanos al ser humano, de cuantos nos leg
la Antigedad griega. Humano, por cuanto Ulises busca, lucha, sufre, por-
que ama, como el ser humano busca, lucha, sufre, porque ama. Complejo
en cuanto no podemos separar la historia de Odiseo de las de su esposa
Penlope; de su hijo Telmaco; de su padre Laertes; de su madre Anticlea,
muerta de dolor por la ausencia de aqul; de su nodriza Euriclea; de su por-
querizo Eumeo; de su fiel perro Argos. Todos ellos son personajes de hon-
da humanidad, incluido, si as pudiera decirse, aquel animalito que esper
veinte aos para alcanzar a ver a su dueo de regreso, darle una postrera
muestra de amor y morir. Toda la historia de Ulises es aun ms compleja
que las historias de todos esos personajes cercanos a l, que no son tampoco
108
Margarita Iglesias
simples. Porque, como sabemos, hay una multitud de otros seres que pue-
blan el maravilloso poema llamado Odisea, este texto que para Borges era
un libro casi infinito, porque, como deca, en l algo hay distinto cada vez que
lo abrimos. Estos tienen todos, como aqullos, un gran sentido simblico: la
maga Circe, que transforma en animales a los hombres; la ninfa Calipso, que
ofrece la inmortalidad divina a Ulises; la dulce y pura Nauscaa, junto a la
cual Odiseo podra haber tenido un apacible nuevo hogar en el pas de los
hombres felices y pacficos, los feacios. Y para qu hablar de aquellos seres
extrahumanos, cuya hostilidad o cuyas tentaciones pueden perder a Ulises,
como perdieron en definitiva a todos sus compaeros: Poseidn, Polifemo,
Las Sirenas, Escila, Caribdis, los cicones, las rocas errtiles, las flores de los
lotfagos, las vacas del sol.3
109
FRONTEIRAS DE GNERO
4 Michelle Marguerite Pea Herreros, estudiante de Ingeniera de la Universidad Tcnica del Estado, mili-
tante socialista, embarazada de ocho meses, fue detenida alrededor del 20 junio de 1975, en la poblacin
Las Rejas, por agentes de la Direccin de Inteligencia Nacional (DINA). Aunque no hay testimonios di-
rectos de su aprehensin, existen antecedentes que permiten deducir que sta se produjo en su domicilio
y, posiblemente, junto a Ricardo Lagos Salinas, con quien comparta la casa y la militancia socialista. En el
momento de su detencin, la afectada se encontraba con un embarazo de 8 meses. Tanto la vctima como
Ricardo Lagos se encuentran desaparecidos. En cuanto al hijo que ella esperaba, se desconoce su destino.
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Margarita Iglesias
111
FRONTEIRAS DE GNERO
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Margarita Iglesias
Desde los aos 70, las mujeres exiliadas comenzaron a estudiar los temas
concernientes a los cambios de comportamientos y hbitos que las conformaban
o complicaban. Una de las primeras investigaciones realizadas en este sentido
dio cuenta del cambio comportamental de mujeres chilenas frente a la materni-
dad: Si en Chile en la dcada de los 60, el promedio de hijos por mujer era de 1,6
o 1,7, en el exilio baj a 1, 3 a fines de la dcada del 70 (SILVA, p. 306).
El primer cambio operado en los hbitos de las mujeres chilenas, era la
limitacin de hijos por mujeres, cuerpos acostumbrados a una mayor cantidad
de partos, comenzaban a preocuparse de s mismos restringiendo los partos,
pienso que aqu comenz a operar una decisin ms consciente sobre el de-
seo o no de la maternidad. La gran mayora de nuestro grupo, dice no haber
planificado anteriormente a sus hijos, sin embargo, hoy da sucede lo contrario.
113
FRONTEIRAS DE GNERO
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Margarita Iglesias
las y los refugiados, lo que a su vez facilit y dificult la insercin en las nuevas
sociedades de acogidas, pero que les brind, un lugar ms prximo de lo perdi-
do. Si bien se diezmaban las familias, habindose desterrado de los lugares de
origen, en estas formas de agruparse, se reencontraban hbitos y costumbres
en comn que ejercieron un lugar de acogida ante tan precaria cotidianeidad
y exigencia de reanudar con la vida comn y comunitaria societal. Unos van
trayendo a los otros, buscando instalarse cerca de sus coterrneos, ya que de
este modo los que han llegado primero al nuevo pas, pueden ayudar a ubi-
carse a los que vienen llegando (REBOLLEDO, 2006, p. 67). Esta forma de
habitar los nuevos lugares de vida, fue que permiti a las y los exiliados, sentir
que vivan en Chile y en el pas de acogida al mismo tiempo (REBOLLEDO,
2006, p. 69), reencontrando as una cierta vida comunitaria que les permita
sobreponerse al desarraigo y al destierro con la ilusin de reencontrar algo de
la comunidad perdida. Las mujeres se agruparon para vivir y resistir:
En esos das aparecieron, como viniendo del cielo, o mejor dicho del infier-
no, ya que llegaban desde Chile y la crcel, mis dos grandes amigas, com-
paeras de armas desde entonces. Ambas se llamaban Margarita: La menor
tena dieciocho aos uy siendo colegiala todava haba sido expulsada por
peligrosa despus de haber sido brutalmente torturada, y la otra, muy poco
mayor, haba sido despojada de su pequea hija de trea ao, mientras ella
permaneca exiliada y a la que los valientes soldados que haban sido de
Chile el sostn haban raptado, encerrado en una casa de tortura y luego
escondido en un orfanato de carabineros. Rescatada de Chile por el alto Co-
misionado de Naciones Unidas, la pequea lleg a compartir nuestra pre-
cariedadArrendamos un departamento en el 15me, un hermoso barrio
muy cercano a la torre Eiffel, lo amoblamos gracias a los traperos de Emaus
y nos instalamosA sumarse llegaron otros compaeros, ambos llamados
Vicente y ex militantes del antiguo MAPUAs, conformamos por esos
das, la familia ms atpica que fuera posible imaginar, una hija con tres
madres y dos padres (LEZAETA, 2009).
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FRONTEIRAS DE GNERO
que ellas queran una verdadera empleada. Una espaola o una portuguesa
me decan. En la desesperacin me disfrac. Me puse una ropa horrible que ped
prestada, con el pelo recogido en un tomate, fui a cara lavada y consegu trabajo
al instante: El hbito si hace al monje, lo comprob. El trato era un sueldo muy
bajo, pero tambin reciba a cambio de mi trabajo una pieza con lavatorio. Sin
bao, porque eso all se considera una absurdo (LEZAETA, 2009).
No slo oficios distintos a los que se tenan en Chile, sino que adems,
transformar la apariencia de los cuerpos, sino los cuerpos mismos para poder
obtener un trabajo.
La soledad de las y los exiliados y la no pertenencia a red social algu-
na, los haca muy frgiles y vulnerables en su condicin de reinsercin. En la
mayora de los casos, las familias e quedaron divididas en distintos pases y una
parte en Chile, para muchos adultos, hombres y mujeres, los hijos fueron la
posibilidad de comunicarse en los nuevos idiomas, se demoraron menos tiem-
po en aprender los nuevos cdigos y las nuevas formas de comunicar, Se tuvo
que redisear nuevos proyectos de vidas y profesionales. Todo se haba roto y
quedaban fragmentos de vidas, memorias de experiencias y mucho dolor que
aprender a manejar, y que en muchos casos no se pudo superar: Las tasas de
depresin, alcoholismo y suicidio fueron altas. Muchos vivan con el sndrome
de las maletas listas para el retorno, en una situacin de realidad suspendida en
el tiempo, no viviendo ni en el pas husped, ni en Chile (OATE, WRIGHT,
ESPINOZA, SOTO, GALLEGUILLOS, [s.d.], p. 14).
En estas condiciones, recurrir a las memorias, prcticas, emocionales y
aprendidas, se hizo una necesidad de vida:
Las mujeres reaprenden a caminar, con sus oficios, con sus solidaridades
con sus obligaciones, crean los comits de mujeres exiliadas, de solidaridad con
las y los perseguidos y /o asesinados en Chile, se organizan en torno a prcticas
polticas o culturales, militancias de partidos, o militancias sociales, al mismo
tiempo que asumen la sobrevivencia afectiva y material de los hogares; van
116
Margarita Iglesias
A pesar de todo, a pesar mo, surgen algunos instantes, entre las piedras de Paris,
y tomando forma para ti Mnica, algunas frases sobre las travesas de antao,
momentos de vidas borrados y por tanto siempre aqu. Ser yo que los borro?.
Solo queda en su lugar el blanco, el lejano resplandecer sobre la cordillera, una
ilusin de transparencia, de pureza antes que vuelva la opacidad de la niebla
espesa. Detesto mi pas, no s nada de l, de hecho, ya no s si fue mi pasla
impotencia me derrumba (CASTILLO, ECHEVERRA, 2002).
117
FRONTEIRAS DE GNERO
118
Margarita Iglesias
6 AGUIL, Macarena. El Edificio de los chilenos, Documental, Santiago, Chile, 2010. Este documental
gan el 1er Premio del Festival de Documentales de Santiago 2010 y el premio de la Embajada de Fran-
cia en Chile en el contexto del mismo festival; VIDAURRZAGA, Tamra. Mujeres en rojo y Negro.
Reconstruccin de la memoria de tres mujeres miristas. 1971-1990. Escaparate, Concepcin, 2006.
119
FRONTEIRAS DE GNERO
Referencias
LEZAETA, Gloria Laso. El ro que flua hacia arriba. Santiago: Pehun, 2009.
MEZA, Mara Anglica. La otra mitad de Chile. Santiago: CESOC, INCH, [s.f.].
NASH, Mary. Laction des femmes dans la guerre dEspagne. In: FAUR, Chris-
tine (d.). Encyclopdie Politique et Historique des Femmes. Paris: PUF, 1997.
120
Margarita Iglesias
SERON, Raquel. Recordando. In: REBOLLEDO, Loreto (sel). Tan Lejos Tan
cerca. Autobiografas de chilenos en Suecia. Suecia: Ediciones del reencuentro,
2002, p. 52.
SILVA, Myra. La mujer exilada. In: MEZA, Mara Anglica. La otra mitad de
Chile. Santiago: CESOC, INCH, p. 305-206.
121
LOS FLUJOS HORIZONTALES
DEL FEMINISMO EN NICARAGUA
Millie Thayer
Introduccin
1 Fue en aquel entonces que conoci a mi colaboradora, Martha Jurez, quien trabajaba conmigo en un
centro de investigaciones en Managua, despus pasando a tener una larga trayectoria en el movimiento
de mujeres y movimiento feminista. Infelizmente no pudo estar presente en Fazendo Gnero, pero con-
tina dando un aporte importante al proyecto.
123
FRONTEIRAS DE GNERO
Historias
2 Sobre la historia de la organizacin de las mujeres en Nicaragua durante la dcada de los 80, ver:
BAYARD DE VOLO, 2001; CHINCHILLA, 1990; COLLINSON, 1990; ISBESTER, 2001; KAMPWIR-
TH, 2004; MOLYNEUX, 1986; MURGUIALDAY, 1990; THAYER, 1997.
124
Millie Thayer
2004; STEPHENS, 1988). Por ejemplo, se prohibi el uso de las mujeres como
objetos sexuales en la propaganda comercial; se elimin la patria potestad en
favor de la custodia compartida; y se declar la igualdad de derechos y respon-
sabilidades entre mujeres y hombres. Tambin, las campaas, como la de la
alfabetizacin, y los cortes de caf y algodn, les dieron a las mujeres jvenes
libertades y responsabilidades sin precedentes en la cultura nicaragense, ini-
ciando cambios sociales profundos.
Pero con el comienzo de la guerra contrarrevolucionaria en 1983, se
ech un pie atrs. A nivel del liderazgo sandinista se desisti de hablar de temas
vistos como potencialmente controversiales y divisivos como las relaciones de
gnero, y la mujer pas a ser celebrada ms que todo como la madre que para
hijos para defender a la patria. Frente a este panorama desalentador, un grupo
pequeo de feministas vinculadas al sandinismo comenz a reunirse, deno-
minndose con un toque de humor como el PIE Partido de la Izquierda
Ertica. Otras fundaron proyectos independientes, incluyendo clnicas, casas
de la mujer, y programas de estudio.
En 1990, el FSLN pierde las elecciones y se inicia un perodo de gobiernos
que varan entre derecha moderada y derecha derecha. Sin la presin moral de
apoyar al estado revolucionario, las feministas declaran su autonoma abierta-
mente y las actividades y organizaciones feministas (y tambien LGBT) se mul-
tiplican y se diversifican.3 Esta tendencia est aumentada por la infusin de re-
cursos de la cooperacin externa, ya que coincide con el auge del inters de los
donantes internacionales en la cuestin de la mujer en el llamado Tercer Mun-
do, y tambin con sus esfuerzos de reforzar los movimientos sociales fundados
durante el perodo sandinista, frente al nuevo contorno poltico. Entretanto, el
FSLN impone su control sobre AMNLAE, violando los procesos democrticos
internos de la asociacin de mujeres, en un esfuerzo de garantizarse un aliado fiel
y sumiso. Dentro de pocos aos, el movimiento autnomo se distancia definiti-
vamente del partido y se crea una divisin sentida entre mujeres las que conti-
nan identificndose con el FSLN y las que buscan su suerte fuera del alcance de
lo que ven como el machismo antidemocrtico de izquierda.
Con el paso de los aos, el FSLN se inclina progresivamente ms a la de-
recha, haciendo acuerdos polticos con el Partido Liberal Independiente (PLI)
el partido de derecha con ms peso en el mbito poltico nicaragense. Al
3 Para ms informacin sobre este perodo de la historia feminista, ver: BABB, 2001; BAYARD DE VOLO,
2001; BICKHAM MENDEZ, 2005; CHINCHILLA, 1994; CRIQUILLION, 1995; ISBESTER, 2001;
KAMPWIRTH, 2004; METOYER, 2000; THAYER, 1994, 1997.
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Millie Thayer
Mecanismos
4 De igual forma, los vientos del huracn Mitch en 1998 terminaron produciendo una alianza de la sociedad ci-
vil, llamada la Coordinadora Civil, en la cual las feministas jugaron un papel clave. V. KAMPWIRTH, 2003.
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FRONTEIRAS DE GNERO
Obstculos
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Millie Thayer
Movimientos
Los datos de la investigacin revelan que las alianzas entre las feministas
y los demas movimientos en Nicaragua se han hecho de diferentes formas y por
procesos distintos, segn el movimiento. Aqui voy a describir brevemente los
casos de tres movimientos o grupos de movimientos para ilustrar ese punto.
En primer lugar, el feminismo ha establecido relaciones estrechas con
organizaciones populares mixtas la mayora de origen sandinista de cam-
pesinos, de trabajadores rurales y urbanos, y de habitantes de barrios popula-
res. En los aos 80, algunas feministas haban encontrado un espacio dentro
de las Secretaras de la Mujer de las organizaciones sandinistas. Otras partici-
paron como miembros en organizaciones barriales, sindicales o estudiantiles.
Despus de la prdida de las elecciones en 1990, muchas mujeres de estos sec-
tores llegaron a fundar organizaciones autnomas.
Ese fue el caso de algunas mujeres campesinas dentro de la UNAG
(Union de Agricultores y Ganaderos), la organizacin sandinista de los pe-
queos y medianos agricultores. Las mujeres encontraron estilos polticos ver-
ticalistas y sumamente machistas dentro de la organizacin y un buen grupo
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FRONTEIRAS DE GNERO
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Millie Thayer
5 THAYER, 1997. Aunque la homofoba predominaba en el estado y por lo menos un grupo informal de
gays y lesbianas fue hostigado por algunos sectores del gobierno, CEP-SIDA fue apoyado por la Minis-
tra de Salud, Dora Mara Tellez, quien era simpatizante de su causa.
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FRONTEIRAS DE GNERO
Conclusin
Referncias
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Millie Thayer
133
FRONTEIRAS DE GNERO
THAYER, Millie. After the fall: the nicaraguan womens movement in the
1990s. INTERNATIONAL CONGRESS OF THE LATIN AMERICAN STU-
DIES ASSOCIATION, 18., Atlanta, 1994.
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TRAJETRIAS POLTICAS EM
MUDANA: TORNAR-SE
FEMINISTA NO CONE SUL
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FRONTEIRAS DE GNERO
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Joana Maria Pedro
ideias tm formado vrias ondas. Na Primeira Onda (do final do sculo XIX
e incio do XX), as mulheres reivindicavam direitos polticos, sociais e econ-
micos; na Segunda Onda (a partir da metade dos anos 1960), elas passaram a
exigir direito ao corpo, ao prazer, e lutavam contra o patriarcado.
Convm sublinhar que pensar o feminismo a partir de diferentes ondas
refora a ideia da existncia de centros irradiadores e suas margens; como se
uma pedra tivesse sido atirada na gua, formando vrias ondas. Estas vo se
abrindo e apontando para a circulao de discursos e teorias que partem de
um centro produtor, sendo este, em geral, os pases considerados desenvolvi-
dos do hemisfrio norte; em seguida, dirigem-se para o hemisfrio sul, locali-
zao principal dos pases considerados subdesenvolvidos.
Nas entrevistas que fizemos, vrias mulheres relacionam seu envolvi-
mento com o feminismo a partir de seu contato com a Europa. A pergunta que
precisa ser feita : at que ponto esta narrativa articulada na medida em que
refora esta noo de Onda? Que legitimidade alcanam as narrativas que se
articulam com esta estria? At que ponto reforam a constante afirmao da
esquerda de que o feminismo ideia fora de lugar, questo de pases ricos?
Alm disso: at que ponto a identificao com o feminismo ajudou estas mu-
lheres a superar uma outra questo que esteve presente nestas migraes, ou
seja, a rejeio aos que migraram voluntariamente?
Devemos, ainda, considerar que, nos depoimentos sobre o envolvimento
com os movimentos de resistncia, com grupos armados e com vrios parti-
dos envolvidos na luta, comum a referncia desqualificao de quem fu-
gia leia-se migrava, refugiava-se, exilava-se; a no ser que fosse designada/o
pelo grupo a que pertencia para uma misso no exterior, ou, como no caso do
Brasil, que a organizao para salvar suas vidas definisse quem deveria partir.
Emigrar voluntariamente foi, muitas vezes, identificado com desertar de uma
luta que tinha que ser feita no pas onde a pessoa havia nascido.
Em vrias entrevistas aparecem referncias sobre este desertar. Uma
depoente, que foi para a Sua, afirma que [...] com a sada do Brasil, fui as-
sumindo um nvel de culpabilizao muito grande, um sentimento de estar
traindo os companheiros, de estar abandonando a luta (COSTA, 1980, p. 428).
Nossa questo : at que ponto voltar como feminista ajudou muitas destas
mulheres a se qualificar perante os que ficaram no pas, de onde se conside-
rava que no deveriam ter partido? Lembro que este exterior nem sempre a
Europa. Em sua maioria consiste no Mxico e nos demais pases do Cone Sul.
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FRONTEIRAS DE GNERO
As fontes utilizadas
2 O contato com pessoas envolvidas com a luta armada devido pesquisa da Prof. Cristina Scheibe
Wolff, Relaes de gnero na luta da esquerda armada. Uma perspectiva comparativa entre os pases do
Cone Sul e, tambm, O gnero da resistncia Na luta contra as ditaduras militares no Cone Sul 1964-
1989. A Profa. Cristina faz parte da equipe.
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Mltiplas temporalidades
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(...) eu tinha muitas ideias do que era a revoluo, do que havia no livro
vermelho de Mao Tse-tung, do que havia sido a passagem de Che Guevara
pela Bolvia. Ento, obviamente, tudo que eu tinha era a ideia de justia, esta
ideia, este ideal que surge de ver estas desigualdades que havia, to profun-
das, na Bolvia, e concretamente em Santa Cruz [sic].
Teve que sair da Bolvia muito jovem. Foi, incialmente, para a Argentina.
Estava l quando ocorreu o golpe no Chile. Voltou para a Bolvia e foi pre-
sa, justamente no trem, quando entrava na Bolvia vindo da Argentina. Desta
maneira, eu tive que viver uma situao mais difcil e superar, que era a perse-
guio e estar presa. Recebeu, ento, apoio das Naes Unidas como refugiada
poltica. Estava na Sucia em 1976, quando houve o golpe na Argentina. Re-
gressou da Sucia para a Bolvia no ano de 1983.
Foi no exlio que comeou a se decepcionar com os colegas militantes.
De acordo com ela, eles eram muito machistas. A maioria deles tinha mais de
uma famlia, alguns eram violentos com elas e, alm disso, ficavam lendo jornal
e vendo televiso, enquanto suas mulheres faziam todo o trabalho. Estas cr-
ticas, que tm a ver com a histria mais ou menos prpria das mulheres, foi a
primeira coisa que me levou a um encontro de mulheres feministas, j estando
longe de meu pas.
Foi no exlio que ela leu obras de referncia do feminismo como Au-
gusto Bebel, Clara Zequim, Maria Sandel, uma feminista sueca, e feministas
italianas. Buscava leituras que tentavam me explicar. Depois que retornou
para a Bolvia, passou a se dedicar s questes do feminismo e do movimento
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Joana Maria Pedro
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FRONTEIRAS DE GNERO
Ela conta que estava em Paris, em 1975, quando comearam as grandes mobi-
lizaes do MLAC Movimento pela Liberao do Aborto e da Contracepo,
e eu participei dessas mobilizaes, e foi o ano em que se instaurou [discrimi-
nalizou] o aborto. Entretanto, de acordo com ela, muito de seu envolvimento
com o feminismo visava luta em favor das mulheres do Chile. Afinal, diz ela,
[...] nunca foi minha opo o feminismo. Mesmo assim, quando surgiu no
Chile, nos anos de 1980, o grupo de mulheres La Morada, ela trabalhou
desde a Frana no apoio a esta causa feminista. Em 1990 retornou ao Chile e
envolveu-se com as discusses do feminismo; desde 2002, dirige o Centro de
Estudos de Gnero na Universidade do Chile.
Line Bareiro do Paraguai (2008) disse que viveu numa famlia na
qual as ideias feministas circulavam, e que seu pai era muito progressista. Na
Faculdade, foi lder estudantil e atuava nos movimentos contra a ditadura. Mas,
de acordo com ela, eu posso dizer que no fui feminista durante toda a facul-
dade. Ela faz esta afirmao, mesmo tendo participado, em 1975, de algumas
atividades que foram realizadas pela Organizacin Internacional de la Mujer.
Durante o perodo em que foi estudante, atuou na Frente Unido Revolucionario
(FUR). Esta entidade fazia parte do que se chamava de movimento indepen-
dente, ou seja, grupos que se formaram aps sarem dos partidos polticos tra-
dicionais. E formamos o movimento estudantil independente. Eu tambm fa-
zia teatro popular e [...] fazamos obras, como de alfabetizao, com o mtodo
Paulo Freire, em comunidades rurais. Ela, ento, conta que se tornou feminista
na Alemanha, ainda que no gostasse muito do movimento feminista alemo.
Ela diz: no me agradavam as formas de relacionamento e de atuao pessoal,
mas eu sentia que isso era algo muito importante. Retornando ao Paraguai,
Line Bareiro se envolveu com o movimento de mulheres e feministas.
Moriana Hernandez do Uruguai narra: eu me filiei, nos anos 60,
juventude comunista. De acordo com ela, esta organizao era muito pequena,
no passavam de 500 pessoas em todo o pas. Mas, ainda segundo seus relatos,
isso mudou com a Revoluo Cubana, que deu um grande impulso para a Orga-
nizacin de Isquierda del Uruguai. Ela relata que participou da FESUM Fede-
racin de Estudiantes Secundrios Montevidu, que foi a primeira organizao
estudantil do Uruguai. Esta mesma Organizao tornou-se nacional e passou a
se chamar Coordenadora de Estudiantes Secundarios del Uruguai, a CESU. Des-
tas duas Organizaes, ela participou da fundao. De acordo com ela:
144
Joana Maria Pedro
Ela reflete sobre este feminismo que veio do exterior: [...] o Uruguai
teve muita migrao poltica que, majoritariamente, voltou aps a ditadura.
Dentro das que voltvamos, muitas mulheres voltaram feministas. Tinham-
se feito feministas no Brasil, no Mxico, na Venezuela, na Frana, na Itlia
[...]. A ditadura fechou a Universidade e expulsou muitos docentes univer-
sitrios. Vrios destes docentes criaram Institutos e Centros de Investigao
fora da universidade. Um destes o GRECMU Grupo de Estudios sobre
La Condicin de la Mujer en el Uruguay. Moriana Hernandez participa deste
grupo, que existe at hoje.
Consideraes
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FRONTEIRAS DE GNERO
tem lugar para o feminismo, um lugar onde as mulheres estariam muito mais
interessadas em sobreviver, em sua dominao de classe, antes de tentar resol-
ver sua dominao de gnero?
Convm salientar que no faltaram narrativas de mulheres que se identi-
ficaram com o feminismo sem terem sado do pas de origem. Vrios trabalhos
historiogrficos tm mostrado a circulao de ideias, as formas de apropriao
do feminismo, a transformao das propostas, a maneira como se criou, em
diferentes pases, um feminismo prprio, muitas vezes instrumentalizando
teorias, dando novos sentidos para as palavras, construindo pautas prprias.
No depoimento de vrias mulheres, tambm oriundas da esquerda, a
identificao com o feminismo aparece sem que estas o associem com o conta-
to com outros pases; enfim, inmeras pessoas que se tornaram feministas no
Brasil, no Uruguai e na Argentina, sem terem ido para o exlio, seja l onde for.
isso que se percebe nas narrativas de Eleonora Menecucci de Oliveira (2004),
Eva Blay (2005), Heleieth Yara Bongiovani Saffioti (2005), para citar algumas
brasileiras; e ainda Alejandra Ciriza (2006), na Argentina, e Graciela Sapriza
(2006), no Uruguai. Estas no atribuem ao exlio ou a viagens ao exterior sua
identificao com o feminismo. Todas elas relacionam-na com contatos, com
leituras, com influncias e com acontecimentos ligados ao prprio pas onde
viveram esta identificao.
Evidentemente, a historiografia tem razo quando relaciona o feminis-
mo s viagens, ao exlio; entretanto, no d para ignorar que estas coincidn-
cias narrativas so mais do que dados empricos: as maneiras de narrar esto
prximas demais do discurso que a esquerda no campo internacional fez
do feminismo nos anos 70. Portanto, isso nos instiga a refletir.
Fica, ento, uma pergunta: por que esta mudana de engajamento pol-
tico? Sentiram-se como as civilizadoras de uma terra de pouca civilizao?
Que relaes de poder levaram estas mulheres a intensificar sua identificao
com o feminismo em seu retorno?
Outra questo a pensar a questo da culpa. possvel que, no jogo de
culpas e acusaes entre quem ficou e quem foi para o exlio, o feminismo fosse
uma porta de entrada, uma novidade, um campo ainda no definido onde era
possvel apostar? Como j disse, havia uma cobrana das diversas organiza-
es para que seus militantes no fossem embora, que ficassem na luta. Ora,
a anistia trouxe de volta muitos dos que tinham sido banidos, mas, tambm,
os que tinham se exilado voluntariamente. Os embates com as pessoas que
ficaram no pas e foram presas e torturadas no foi simples. possvel que,
146
Joana Maria Pedro
Referncias
ARAUJO, Ana Maria. Tupamaras. Des femmes de lUruguay. Paris: Des fem-
mes, 1980.
147
FRONTEIRAS DE GNERO
HALL, Stuart. Quem precisa da identidade? In: SILVA, Tomaz Tadeu da (org).
Identidade e diferena: a perspectiva dos estudos culturais. Petrpolis: Vozes,
2000.
148
Joana Maria Pedro
SUAREZ, Miriam Suarez. Entrevista realizada por Joana Maria Pedro e Ga-
briela Miranda Marques em 10/12/2007, em Santa Cruz de La Sierra, transcrita
por Gisele Maria da Silva.
149
VIOLNCIA
DISPORAS, SEXUALIDADE E
TORNANDO-SE ALGO NO-EXISTENTE
Kazuko Takemura1
Introduo
153
FRONTEIRAS DE GNERO
Disporas Internas
3 O PLD criou e administrou este programa que foi, entretanto findado pelo Partido Democrtico do
Japo em maro de 2010.
4 Empregos difceis (kitsui), sujos (kitanai) e perigosos (kiken) que so evitados pela mo-de-obra japo-
nesa e deixados mo-de-obra estrangeira so chamados de empregos trs-K, baseado na primeira letra
de cada palavra.
5 Said mudou de opinio no fim de sua vida e sugeriu a possibilidade de uma poltica de vida de dispo-
ra (55) na palestra que apresentou em 2001 em Londres, Freud e os no-europeus.
154
Kazuko Takemura
uma nao judaica na Terra.6 De fato, o termo veio a ser popularizado pelo
movimento moderno de Zionismo, que comeou na Europa no final do sculo
XIX. Numa era de desenvolvimento de Estados-naes, situaes de dispo-
ra eram consideradas negativamente - pelo povo judeu como uma privao
de seu estado soberano e pelos cidados no-judeus como um impedimento
pureza tnica de seu pas. Este tipo de racismo estatal culminou nos cam-
pos de exterminao nazistas, como Michel Foucault discute em suas palestras
pstumas chamadas de Em defesa da sociedade. Mas, paradoxalmente, desco-
brimos aqui a possibilidade de uma abertura para a idia de dispora. Se usa-
do positivamente, pode indicar movimento em direo a um novo horizonte
ps-Estado-nao, ou seja, em direo a uma cultura desagregada e a uma
sociedade sem uma identidade nacional particular.
Outra possibilidade revelada na genealogia do termo a subverso das
normas de gnero. Como Daniel e Jonathan Boyarin argumentam, o uso nega-
tivo de dispora desvaloriza a passividade ou a suposta feminidade atribu-
da cultura judaica em exlio, ao mesmo tempo que valoriza a masculinidade
encarnada nos Estados-naes modernos.7 Contrariamente, a natureza queer
por tanto tempo venerado pela dispora judaica pode ser vista como uma sub-
verso da sociedade masculina moderna ou da dicotomia de masculinidade-
feminidade na qual a sociedade se baseia. Na verdade, o racismo do estado mo-
derno intimamente conectado ao (hetero)sexismo, como demonstrado pela
inclinao de Foucault a estudar sexualidade em A Histria da Sexualidade no
fim de 1976 imediatamente aps as j mencionadas palestras sobre racismo
no incio de 1976. Ou seja, sociedades intolerantes aos outros raciais e tnicos
tambm tendem a ser intolerante aos outros sexuais, e vice-versa.
6 Eu devo meu conhecimento dos sentidos genealgicos e polticos de dispora a Takanori Hayao e
Mitsuharu Akao, participantes de uma discusso chamada de Unindo Poderes da Dispora e tambm
co-tradutores de O Poder de Dispora de Jonathan e Daniel Boyarine a Kunihiko Hama, participante
desta discusso e crtica de literatura ps-colonialista.
7 Fui introduzida ao trabalho de Jonathan e Daniel Boyarin graas a Takanori Hayakawa e Mitsuharu Akao.
8 O processo levando ao projeto de lei sobre pornografia infantil virtual : em dezembro de 2008 o Governa-
dor Ishihara mencionou a questo sobre pornografia infantil ao Observatrio de Tokyo da Juventude, que
apresentou em novembro de 2009 seu relatrio sugerindo que se precisa mais controle sobre pornogra-
fia virtual; baseado neste relatrio, o revisado projeto de lei sobre pornografia infantil foi apresentado
Assemblia de Tokyo em fevereiro de 2010.
155
FRONTEIRAS DE GNERO
9 De um artigo escrito por Noriko Sakakibara em Daily Yomiuri, dezembro 04, 2008.
10 Uma rede mundial, Centro de Defesa da Criana e Adolescente, com a finalidade de Findar Prostitui-
o Infantil, Pornografia Infantil e Trfico de Crianas por Razes Sexuais. http://digital.asiaone.com/
Digital/News/Story/A1Story20081204-105512.html
156
Kazuko Takemura
11 Para mais sobre Ashcroft v. Coalizo Liberdade de Expresso, veja a pesquisa de Kazuo Kaihu e
Ashcroft v. Free Speech Coalition Syllabus na Corte Suprema dos EUA http://en.wikisource.org/wiki/
Ashcroft_v._Free_Speech_Coalition.
157
FRONTEIRAS DE GNERO
real de crianas. A hiptese que o objeto ser escolhido entre seres humanos
ou entre, pelo menos, algo representativo de seres humanos reais. Mas no
seria possvel arguir que as imagens virtuais so, para partes da audincia, os
verdadeiros objetos de seu desejo?
Outros queridos
No mercado japons de jogos com desenhos animados /anime/, existem
dois gneros nos quais se espera que a libido do leitor ser estimulada. Um
deles o gnero de moe. Moe, originalmente uma gria usado somente por fs
de anime, tornou-se uma palavra comum12, embora sua definio e etimologia
no sejam claras. Mas moe, aproximadamente, significa queimar-se por belas
jovens (Galbraith, 154), fazendo um trocadilho com os homnimos moeru
(queimar-se) e moeru (florescente, jovem). Personagens moe so infantis e
alegres com olhos gigantes e midos, como um cachorro e so quase como
um animal, ou aliengena, ou andrgena, enquanto enfatizando uma pureza
infantil (Galbraith 154-55). As anterioreslolicon (nos anos 1980) e bishoujo
(nos anos 1990s)13 fundiram-se com moe, que, no entanto, enfatiza um amor
mais caprichoso nos leitores j que, como Galbraith explica, a imagem de lo-
licon agora considerada real e sexual demais e a menina escolar bishoujo
considerada velha demais (Galbraith 128, 135). Mas para os que so e os que
no so fs, difcil diferenciar entre as trs categorias e eles tendem, como um
todo, a ser acusados de ter base pedfila. Seus fs so sobretudo machos.
O outro gnero estimulando o desejo dos leitores so as histrias em
quadrinhos de yaoi. Yaoi deriva das histrias em quadrinhos de manga shojyo
que, embora originalmente criadas para meninas em idade escolar, expandiu
sua audincia a mulheres adultas nos anos 1970, quando escritoras mulheres
com talento comearam a incluir nas suas histrias relaes homoerticos e en-
tre homens homossexuais.14 Este gnero foi criado e consumido sobretudo por
12 Por exemplo, Newsweek Japan teve um artigo sobre a internalizao da cultura moe na revista de maro
21, 2007 (Mundo Queimar-se (Moe-ru) por Toshiyuki Waku, et al.
13 Lolicon, uma abreviao de Lolita complex em ingls (complexo de Lolita), indica bandas desenhadas
para homens representando jovens meninas inocentes e bonitas. Bishoujo um substantivo comum
com o sentido de menina bonita, enquanto as personagens bishoujo na subcultura, na definio de
Galbraith, tende a estender os limites de feminidade com personalidades estereotpicas e clich, e mui-
tas vezes tm uma anatomia desproporcional e hipersexual, com, por exemplo, pernas excessivamente
compridas e seios gigantes (36).
14 Bandas desenhadas de yaoi tratando de homossexualidade entre homens eram originalmente chamadas
de shounen-ai (amor de homens), mas a partir dos anos 1990, elas passaram a ser chamados de Boys
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Kazuko Takemura
mulheres, apesar das poucas cenas nas quais mulheres apaream ou recebam
papel importante. Estas cenas homoerticas so caracterizadas pela represen-
tao embora romantizada e sofisticada de violncia, incluindo at com-
portamento incestuoso e sadomasoquista entre as personagens masculinas.
Tais representaes podem ser condenadas por algumas pessoas, mas, dife-
rentemente do gnero moe, raramente tm sido criticadas publicamente como
imorais ou perniciosas talvez por que a hierarquia de gnero faz com que
as transgresses de mulheres sejam vistas como sendo menos ameaadoras do
que as de homens.
A psicloga japonesa Tamaki Saito insiste que existem dois fatores co-
muns entre moe (que Saito chama de otaku) e yaoi: (1) a heterossexualidade
dos escritores e leitores nos dois gneros, e (2) o conseqente distanciamento
de sua sexualidade orientada fico (com orientao pedfila ou de Ma-
ria purpurina*) de seu desejo real na vida cotidiana (Saito 2007:232). Mas ele
segue com a afirmao de uma distino clara entre moe e yaoi, dizendo que
suas escolhas de objetos sexuais imaginrios, que so distanciadas da vida
cotidiana, atestam fortemente verdade psicanaltica de que h uma estru-
tura assimtrica entre o desejo masculino e feminino. Segundo Saito, o moe
do otaku masculino principalmente um fetiche [por um sujeito] a ter [um
objeto], enquanto leitores de yaoi no tentam possuir as relaes homosse-
xuais dos textos de yaoi: eles tentam identificar com a relao flica em si. O
que lhes permitem experimentar jouissance a forma de seu desejo de querer
tornar-se (2007: 236). A anlise de Saito tipicamente psicanaltica e, como
ele mesmo afirma, fiel a Freud e Lacan especialmente onde as diferenas
sexuais so enfatizadas. Ele argumenta que a dicotomia das posies sexuais
revelada nas subculturas sexuais contribui para estabelecer sua natureza nor-
mativa. Na verdade, ele enfatiza a heterossexualidade ou, por assim dizer, a he-
teronormatividade dos que participam em tais subculturas sexuais, seja como
criadores ou consumidores. Fatores transgressivos de subculturas sexuais so
assim reduzidos suposta estrutura assimtrica entre o desejo masculino e
feminino. Saito no enxerga nada de queer ou subversivo nesses textos.
Por outro lado, o crtico cultural Hiroki Azuma tem uma opinio contr-
ria quanto diferena entre moe e yaoi15 como tambm quanto reduo das
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FRONTEIRAS DE GNERO
de bancos de dados das leitoras de yaoi (137). Ele no desenvolve mais as diferenas ou semelhanas
entre os dois.
16 Quanto correlao entre sexualidade e violncia, que surgiu em pocas modernas e que as tornaram
desassociadas, eu apresentei um artigo num Colquio de Estudos de Gnero na Universidade de Ca-
lifrnia em Berkeley, em abril de 2009, e num Colquio do Departamento de Ingls na Universidade
Nacional de Taiwan em dezembro de 2009.
17 Veja nota 13.
18 Incidentalmente, a traduo direta deste livro Ps-modernismo Animalizado: A Sociedade Japonesa
Vista Atravs a Cultura Otaku.
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Kazuko Takemura
como subversiva de um dado sistema. Com efeito, em outro lugar ele insiste
na diferena absoluta entre sexo [heterossexual] e masturbao, valorizando
o primeiro como o meio de reproduo de seres humanos em termos ani-
mais (Postmodern * 186-87). Mas a masturbao, no contexto dele, seria
uma prtica ps-moderna para satisfazer necessidades animais por meio de
pequenas narrativas atravs de imagens simuladas? Ou ser que tais pessoas
otaku ps-modernas ainda esto dentro da configurao moderna de sexu-
alidade devido sua atitude conservadora diante da perverso verdadeira,
contrariando sua aderncia a imagens perversas (Otaku 89, itlico meu)? Se
isto for a caso, sexualidades de subculturas sero novamente reduzidas, de uma
maneira mais sutil, dicotomia hierrquica de virtual e real, que faz lembrar
a discusso sobre pornografia infantil simulada. Existe alguma maneira de es-
capar s dicotomias modernas de perverso/no-perverso, real/virtual e pessoa
includa/excluda?
161
FRONTEIRAS DE GNERO
19 Crticos enfatizando o desejo de homens se tornarem meninas incluem Osamu Hashimoto, Tetsuo
Sakurai, Hideshi Otsuka e Masahiro Morioka (Ysushi Takatsuki, 277-78). Azuma tambm menciona
esta tendncia masculina, embora a limita gerao que nasceu nos anos 1960.
20 A confuso radical das sexualidades criadas por personagens com genitais dos dois sexos em jogos de
televiso chamado de Games garotas tambm so comentadas por Azuka e outros crticos.
21 Poe no Ichizoku (A Famlia Poe: 1972-76), um clssico das bandas desenhadas de Shounen-ai por Moto
Hagio, a me fundadora deste gnero, tm duas personagens masculinas que so vampiros, e recente-
mente algumas bandas desenhadas de yaoi tm personagens animais ou robs (Tojitsuki-hajime).
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Referncias
Azuma, Hiroki. Otaku: Japans Database Animals. Trad. Jonathan E. Abel &
Shion Kono. Minneapolis, MN: Universidade de Minnesota P. 2009.
Azuma, Hiroki, Tamaki Saito, & Mari Kotani. Postmodern, Otaku, Sexuality:
A Dialogue. Ed. Hiroki Azuma. Amijyo-genron F Kai, 130-220.
22 Mari Kotani aponta que os meninos que esto to fanaticamente fascinados com meninas virtuais em
mdias de subcultura frequentemente tm uma relao quase incestuosa com suas mes (An Ota-Que-
en Dreamed an Ota-Queer Dream 124-27).
23 interessante, ento, que Tamaki Saito, que analisa a cultura otaku dentro de uma estrutura rigidamente
psicanaltica, refere-se aos limites da psicanlise quando ele aponta a uma nova mentalidade patognica
que pode ser desenvolvida atravs dos escritores de bandas desenhadas ao identificar com meninas
marciais virtuais. Ele confessa que a psicanlise, infelizmente, tem nada haver com esta rea (Symbolic
Status of Moe).
24 paradoxal que o projeto de lei sobre pornografia infantil foi proposta pelo Governador Ishihara, tam-
bm um romancista conhecido por seu primeiro romance que representa jovens rebeldes e suas sexua-
lidades desenfreadas. Mas por mais que tenham maneiras extravagantes, eles so descritos como sendo
leiais aos papis de gnero/sexualidade e permanecem dentro do regime de gnero/sexualidade.
163
FRONTEIRAS DE GNERO
Quayle, Ethel, Lars Loof , & Tink Palmer. Child Pornography and Sexual Ex-
ploitation of Children online. < http://www.childcentre.info/public/Thema-
tic_Paper_ICTPsy_ENG.pdf>.
164
Kazuko Takemura
Takatsuki, Ysushi. Lolicon: Japanese Fanciers of Girls and Their World. Tkio:
Bajiriko, 2009.
Tojitsuki-hajime. Robots and Inhuman Beings for BL!. Yuri-ika 39-16 (edio
de Estudos BL):151-60.
Waku, Toshiyuki, et al. Firing-up (Moe-ru) World. The Newsweek Japan 22-11
(maro 21, 2007): 34-41.
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MIGRACIN, GLOBALIZACIN Y
VIOLENCIA: LAS CONSTRUCCIONES
IDENTITARIAS
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FRONTEIRAS DE GNERO
La migracin
1 Este trabajo forma parte de una investigacin ms extensa titulada Contribuciones para un anlisis in-
terdisciplinar de la violencia de sexo-gnero. Estrategias para su abordaje. El proyecto est radicado en
el Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Gnero (CINIG) de la Facultad de Humanidades y
Ciencias de la Educacin de la Universidad Nacional de La Plata, bajo mi direccin.
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La globalizacin
2 Pinsese en Argentina la rpida expansin del trueque durante la crisis del 2001.
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singulares, sean varones o mujeres. Por eso, ms all del problema de algunos
varones violentos, de los que la psicologa debe ocuparse, el problema radica en
que subsisten condiciones estructurales naturalizadas que favorecen y/o en-
cubren la inscripcin violenta de los varones y la inscripcin vulnerabilizada
de las mujeres. Gran parte de los problemas de violencia contra las mujeres
responde, en consecuencia, a la subsistencia de esas condiciones de emergen-
cia. Por tanto, es preciso revisar las condiciones estructurales que la favorecen,
encubren, invisibilizan, minimizan o justifican; es decir, en los discursos que
asignan un lugar jerrquico superior a los varones como colectivo y un lugar
naturalmente inferior a las mujeres, an en tiempos de globalizacin. Porque,
si bien el orden patriarcal ha sufrido muchos cambios, no se ha disuelto y sigue
operando como orden jerrquico natural.
En ese sentido, buena parte de la carga de violencia que varones singu-
lares actan responde a modelos propios de conducta masculina aceptados,
justificados, minimizados y encubiertos actual e histricamente. Histrica y
culturalmente se ha construido la superioridad de los varones sobre la subes-
timacin de las mujeres y de quienes queden inscriptos en posicin mujer (es
decir, feminizados). Entonces, en primer trmino considero la violencia contra
el colectivo de las mujeres (simblica y cruenta) constitutiva del orden hege-
mnico vigente (FEMENAS en APONTE, 2008). En tanto estructurante de
todas las sociedades (con sus diferenciaciones culturales), la violencia actual
contra las mujeres da cuenta de la redefinicin y el reacomodamiento simbli-
co-funcional de los espacios de los varones hegemnicos en la sociedad global.
De modo que, sin eximir de responsabilidad individual a cada varn vio-
lento en particular, sostengo que la violencia con sus expresiones extremas de
violacin, mutilacin y asesinato de mujeres funciona como un modo de cas-
tigo o admonicin reparatoria del sistema jerrquico patriarcal, que refuerza la
autoestima del colectivo de los varones hegemnicos, en trminos estructurales.
Como los procesos de globalizacin, redefinen lo femenino devaluado no slo
en las mujeres, sino en todo aquel que por definicin estructural quede femini-
zado en un complejo proceso de inferiorizacin naturalizada, sucede que los
otros jerrquicos (mujeres, negros, pueblos originarios, migrantes, desplazados,
y pobres) deben ocupar sus lugares inferiores naturales y jugar en consecuencia
como sostn de la actual jerarqua patriarcal en crisis.
Ms que derribar el patriarcado, se busca redefinirlo al redefinir la mas-
culinidad y la femineidad global. En efecto, la globalizacin, como un movi-
miento de reacomodamiento del orden del poder econmico, y la migracin,
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intelectual y/o moral, bien conocidas. Todas esas derivaciones de los discursos
de la identidad se basaron, a partir del siglo XIX, en diferencias de orden bio-
lgico o natural, donde la naturaleza supli en buena medida a la metafsica,
preservando su carga de indicadores inmodificables. En otras palabras, con-
juntos de presupuestos sostenidos, incluso, cientficamente dieron fundamento
a la derivacin poltico-ideolgica de la identidad, sin modificar la scala natu-
rae previa que ordenaba el mundo humano en superiores e inferiores. No obs-
tante, se originaron grandes debates sobre los caracteres innatos y su relacin
con la cultura, las (in)aptitudes naturales de ciertas etnias o grupos humanos,
los lugares propios (o naturales) de los pueblos (autctonos) y, por supuesto, la
supremaca de los varones sobre las mujeres.
En las obras de muchos filsofos pueden detectarse los ecos de esos deba-
tes. Ahora bien, la mayor parte de los argumentos y refutaciones sobre la identi-
dad se basan en concepciones, a veces irreconciliables que, en general, exhiben
la incapacidad de pensar la no-identidad (FEMENAS, 2007, p. 55). Es decir,
que un individuo, un grupo o un cierto rasgo, bajo el transcurrir del tiempo,
no sea idntico consigo mismo. As, se evit pensar el movimiento y el cambio,
obturndose una comprensin dinmica de el mundo. Hasta nuestros das, nos
seguimos topando con concepciones de identidad que arrastran estos resabios
metafsicos como un ncleo duro e inmodificable. La consecuencia ms frecuen-
te es que, de ese modo, el mundo (con sus habitantes) se concibe como fijo, esta-
ble, ordenado, inalterado, comprensible, jerrquico y dominable.
Sobre esa base ontologizada de la identidad, muchos grupos que buscaron
autoafirmarse construyeron sus versiones positivas, en trminos de lo que, en
otro trabajo, denomin estrategias contraidentitarias (FEMENAS, 2007). As,
invirtieron (voluntarsticamente) la carga valorativa del rasgo, sin modificar los
presupuestos que lo sostenan. Hasta cierto punto, posiciones como el esencia-
lismo estratgico de Spivak van en ese sentido. En efecto, si bien tanto ella como
otras tericas responden a concepciones postmodernas, deudoras del giro lin-
gstico, no logran superar el problema. Errneamente tienden a suponer que
apelando al nivel discursivo, a la fractura del universal y/o a la emergencia de
identidades no-hegemnicas, se soluciona el problema de la identidad ontologi-
zada. Sin embargo, no es as. Los modelos que adoptan mecanismos de recono-
cimiento pivotan entorno a una fuerte impronta esencialista de la identidad, a
partir del rasgo definitorio por el que buscan reconocimiento.
Ms an, el desplazamiento ontolgico postmoderno se produce travs
de la asimilacin de algunas posiciones crticas a la modernidad, como la de
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Acuse de recibo
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La violencia reparadora
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explcita. Atados por los privilegios perdidos al orden del estatus, a la figura del
varn proveedor, a una estructura patriarcal y jerrquica hegemnica finisecu-
lar, lo sepan o no, resisten violentamente la prdida de su lugar. Por eso llamo
este tipo de violencia reparatoria en un doble sentido. Primero, porque pre-
tenden reparar su autoestima daada (devaluada, feminizada, etc.). Segundo,
porque pretenden reparar el Orden natural de su mundo, en vas de extincin.
Ante los mandatos de un sistema patriarcal an sigue vigente, se resisten a
convertirse en los perdedores del nuevo sistema. Inscriben violentamente en
las mujeres significados y mandatos identitarios anacrnicos, para reestablecer
un sistema de control directo e indirecto y sostener su identidad hegemnica
grupal e individual de modo frreo.
La feminizacin de la supervivencia, suma un fenmeno de difcil eva-
luacin, pero claramente vivido, por los varones como colectivo, como un aten-
tado ms a su integridad identitaria (SASSEN, 2003; 2008), porque no slo han
dejado de ser identificados como proveedores sino que, adems, dependen del
trabajo devaluado de las mujeres para subsistir. Esa doble feminizacin vivida
como denigracin e insulto contra el orden del mundo, exacerba mecanismos
de autoproteccin o autodefensa, disparando mecanismos compensatorios.
Quien ejerce violencia, quiere todo inmediatamente y elige conscientemente en
consecuencia: quiere reparar todo, inmediatamente para volver al orden que lo
pona en un lugar de reconocimiento como proveedor absoluto a la vez que
restaura la impunidad que le daba la hegemona patriarcal tradicional. Adems
al eligir (aunque sea en trminos de violencia) reafirma su propia capacidad
de eleccin, decisin y autoridad.
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3 En ese sentido, es ilustrativo el trabajo de Paloma Silveira y Las Oliveira Rodrigues: (...) at ela me bater
tambm cara.... Fazendo Gnero/9, Santa Catarina, agosto, 2010.
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Referencias
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SARTRE, Jean Paul. Cahiers pour une morale. Paris: Galimard, eds. vs.
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basureros de Santa Teresa,
territorios del tiempo del fin
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atravs de pletricos atos de tortura e por meio da Morte que reclama as suas
vtimas para imol-las e oferec-las ignomnia e ilustra a profecia apocalpti-
ca de So Joo no ltimo livro do Novo Testamento.
Alinhavada com ricas vises simblicas e escatolgicas, esta seo anun-
cia a inevitabilidade do final dos tempos guiado pelas foras diablicas antes
que triunfe o regresso glorioso de Cristo na eterna Paz da Jerusalm celeste.
666 o nmero que o apstolo menciona para designar o imprio do ins-
trumento de Sat, isso , o da Besta, do Anticristo, do Smbolo do Mal. Ano
necrfilo, cdigo malfico da caixa de Pandora, cadeia de assobios que imitam
o vento que varre o deserto de Sonora em um silncio macabro, 2666 um
verso mrbido cujo eco aritmtico sucessivo e com ares de ternura remete a
um espao circular vicioso e sem sada, um espao no qual se volta sempre ao
crime, uma data hipottica presente no livro 1984 (1948), que reflete, como a
obra de George Orwell, sobre a perdio do homem.
A intriga do romance se abre e inicia seu percurso a partir do atual Ve-
lho Mundo, recorre Histria blica europeia do sculo XX para descrever o
ser humano derrotado, atravessa o oceano atlntico em busca de um miste-
rioso autor alemo, apelidado Archimboldi, para cair em um enigma cheio
de sangue e ossos, os terrveis crimes em srie de mulheres em uma cidade na
fronteira, com nome de santa no Mxico, no estado de Sonora. Roberto Bolao
retrata o mal que se manifesta na sua essncia apocalptica e que, na narrao,
se atm particularmente ao gnero feminino, alegoria de uma Humanidade
desgarrada e sem defesa, em uma urbe do norte, Santa Teresa, o suporte fictcio
da Cidade Juarez. Uma cidade ficcionalmente real que leva o mesmo nome que
numerosos hospitais mexicanos cuja especialidade a ginecologia e a obstetr-
cia, mas que exibe em suas fossas improvisadas uma multido horripilante de
matrizes maternas violadas.
Em Santa Teresa, os cadveres nascem principalmente nos depsitos de lixo.
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sexo para eles j seja outra coisa, impossvel de alcanar e expressar, algo que
fica fora da ao e da verbalizao. Todos, sem exceo, esto doentes. Tirar
a roupa de um cadver do El Chile equivale a tirar sua pele. A populao
permanece estvel: nunca so menos de trs, nunca so mais de vinte (2004,
p. 466-467).
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8 Como o indican los diferentes informes forenses em La parte de los crmenes, en Roberto Bolao, 2004,
p. 443-791.
9 La forma verbal zopilotear, no Mxico, equivale a comer con voracidade` . In: MORNIGO, Marcos A.
Diccionario del espaol de Amrica. Madrid: Anaya y Mario Muchnik, 1996, p. 729.
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Tiveram a certeza de que a cidade crescia a cada segundo. Vieram, nos ex-
tremos de Santa Teresa, bandos de auras negras, vigilantes, caminhando por
potreiros ermos, pssaros que aqui chamavam galinceos (urubus), e tam-
bm corvos e que no eram abutres, pequenos carniceiros. Onde havia uru-
bus, no havia outros pssaros. Beberam tequila e cervejas e comeram tacos
na sacada panormica de um motel na rodovia de Santa Teresa a Caborca.
O cu, ao entardecer, parecia uma flor carnvora (p. 171-172).
10 Versculo 13:Alors je regardai : et jentendis la voix dun aigle (a) qui volait au milieu de lair, et disait
haute voix : Malheur, malheur, malheur aux habitants de la terre, cause des autres voix des trois anges
qui doivent sonner de la trompette !.
11 Ttulo da obra documental de Diana Washington Valdez, Cosecha de mujeres. Mxico, D.F.: Editorial
Ocano de Mxico, 2005.
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Referncias
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202
MYRA, DE MARIA VELHO DA COSTA,
UM SUL DE PASSAGEM DA RASURA DA
IDENTIDADE VIOLNCIA INDIZVEL
I - Myra
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Ana Gabriela Macedo
Myra sentou-se num molhe de corda que lhe picava as ndegas e comeou a
chorar de aflio; fugira outra vez para muito longe, nunca chegaria a casa a
tempo de secar antes de eles virem, pela noite, derreados e sujos. Ia apanhar
de novo, do cansao e do medo deles. De nada servia ser a melhor na escola,
era preciso ser a melhor no mundo (p. 11).
Ao longo das duzentas e vinte pginas do relato, ser sempre esta a anti-
nomia: Myra e eles. Ela, acossada, fugitiva, permanentemente em guarda; eles,
quase sempre rostos sem nome, sombras rondando ameaadoramente, a cada
instante tornando-se mais reais, mais palpveis. Tanto medo, repete-se.
205
FRONTEIRAS DE GNERO
Temos de ir embora outra vez, Ramb, temos de ir para a estrada. Para a rua,
que eles dizem que a casa dos ces e no s. S dos sem abrigo como ns.
Vais ver, eu digo-te como . [] E Myra pousou a face na fronte do co, que
era maior que a face dela. Nunca mais hei-de chorar. Nem a ti (p. 56).
Sucedem-se novos quadros, novas cenas. Myra caminha para o Sul, vai
inventando novos nomes para si e para o co, porque um nome um destino
(2008, p. 33) como cedo descobre, e assim passa a Snia, Maria Flor ou Kate e
Rambo ou Ramb a Csar, Piloto ou Ivan, consoante a hora e as circunstncias
assim o pedem. Os relatos sucedem-se fugazes e quase inconsequentes, como
se de um mero dirio de viagens se tratasse (um travelogue), perante a impas-
sividade da protagonista, transformada em narradora da sua prpria errncia
e focalizadora prioritria da ao num pretenso vazio de emoes e total au-
sncia de partilha humana, salvo com o co, mais que animal e talvez melhor
que humano. Por que que os humanos no se lambem em vez de se falarem
tanto?, pergunta-se no texto (2008, p. 162). Ou, mais adiante: A crueldade tem
razes que a razo desconhece (2008, p. 166).
Gabriel Rolando
Myra segue o seu caminho (que o mesmo que dizer o seu descami-
nho), medida que o texto se vai construindo por entre ecos de vozes mais ou
menos annimas, improvveis andarilhos que povoam a sua solido, e pedaos
de textos outros, num patchwork de referncias esparsas que surgem no texto
em itlico, tecendo uma polifonia que curiosamente no atordoa o leitor, mas
antes o situa, o ajuda a focar, a no perder de vista a jovem pria e o seu co,
ambos em busca de um nome e de um lugar que seja seu. Assim se diz no
texto: Home, disse como o ET, home. Para algum stio. S no sabemos onde .
Olha ali (2008, p. 89).
At que o texto e a protagonista se detm e se cria uma expectativa. Sur-
ge um personagem novo:
206
Ana Gabriela Macedo
207
FRONTEIRAS DE GNERO
que o previsto (2008, p.168-169). E por fim sucede o clmax do conto de fadas,
a consumao de um tempo sem tempo, tal qual o acordar do palcio da Bela
Adormecida aqui revisitado em irnico tropo a que dado o ttulo de Indian
Summer, atendendo natureza estrangeira dos protagonistas.
O amor uma memria, Orlando? Acho que uma aglutinao das
memrias que no se podem perder (p. 186), assim se l mais adiante. No
entanto, Myra no revela ainda o seu nome, receosa ainda, incrdula de tanto.
Perdi fora e manha, mas ganhei esperana. Vais ver. Pode ser o Leste (p. 186),
segreda ela ao co.
O tempo do desengano
208
Ana Gabriela Macedo
1 A escritora Adlia Lopes traduziu para portugus esta srie de ilustraes com o ttulo Rimas de Bero, 2001.
209
FRONTEIRAS DE GNERO
das muitas vises pictricas e revisitaes que tm vindo a criar. De fato, desde
as suas primeiras colagens dos anos 1960, criticando a ditadura de Salazar em
Portugal e a guerra colonial na frica, sua recente srie The Human Cargo, de
2007 (sobre o trfico de mulheres), e srie sobre a Mutilao Genital Femini-
na, de 2008, Paula Rego tem-nos revelado o que considero ser uma consisten-
te viso anticonto de fadas do mundo. Poder-se-ia ilustrar este ponto de vista
diacronicamente, ao longo da sua prolfica carreira, porm, por razes prticas,
vou aqui apenas focar algumas das sries de trabalhos que mencionei.
A representao da violncia uma constante na pintura de Paula Rego,
porm deve ser entendida como uma estratgia til e subversiva, como a pr-
pria artista afirma, e no como mera retrica ou discursivizao potica.2 Seja a
violncia poltica das suas pinturas dos anos 1960, como mencionado acima, seja
a violncia psicolgica das suas representaes da famlia [particularmente forte
nas suas pinturas dos anos 1980, i.e., As Criadas (1987); A Filha do Polcia
(1987); A Famlia (1988)], seja ainda a subverso que faz dos contos de fadas e
rimas infantis, so sempre imagens da violncia perpetrada contra mulheres e
crianas, um tema a que ela regressou de forma pungente nas suas mais recentes
sries sobre o trfico humano (Cargo) e na srie sobre Mutilao Genital Femi-
nina. A retrica visual de Paula Rego pe escandalosamente a nu um mundo
escondido de mentiras secretas e verdades veladas que ela assume, enquanto
terreno ideolgico estratgico,3 ser o seu prprio territrio no mundo da arte.
Na verdade, o humor fundamental na retrica visual de Paula Rego.
como uma arma mortal para desarmar os hipcritas sem afectar os que so
naturalmente srios e autnticos, citando o pintor Victor Willing, marido da
artista (1988, p. 7). As gravuras de Nursery rhymes so um exemplo perfeito do
poder dessa qualidade de humor, das foras dialgicas que evoca atravs da sua
natureza inquisitiva, e do romper de limites num terreno ambivalente, como o
o do instinto, do erotismo e da seduo.
Se a educao de Paula Rego no Portugal nos anos quarenta e cinquenta
do sculo XX estritamente uma herana portuguesa, rodeada pelas meni-
nas exemplares da Condessa de Sgur (WILLING, 1988, p. 7) e pelos jovens
2 Como argumenta Elizabeth Grosz em Space, time and perversion: essays on the politics of bodies, 1995:
Algumas feministas e tericos da cultura insistem na discursivizao [] dos corpos como modo de
se protegerem a si mesmos da sua materialidade, revertendo, assim, um processo de higienizao ou
neutralizao. [] Anlises da representao dos corpos abundam, mas os corpos na sua variedade
material ainda aguardam uma reflexo mais profunda (1995, p. 31).
3 Ver Griselda Pollock: Vision, voice and power: feminist art history and marxism, 1982, p. 5.
210
Ana Gabriela Macedo
4 Ver, neste contexto, o meu estudo Through the looking-glass: Paula Regos visual rhetoric, an aesthetics of
danger, 2001, p.67-85.
5 MACEDO, Ana Gabriela. Paula Rego: a propsito de santas, aranhas e avestruzes. Jornal de Letras, mai.
1999, p. 12. Um estudo aprofundado da esttica de Paula Rego, bem como dos seus entrelaamentos
com o literrio, relaes intertextuais e revisitaes poder ser encontrado num livro de ensaios da mi-
nha autoria: Paula Rego e o poder da viso: a minha pintura como uma histria interior. Lisboa: Livros
Cotovia (no prelo).
6 Exposio que foi exibida entre outubro de 2008 e 18 de janeiro de 2009, tendo recebido 35.000 visitantes.
211
FRONTEIRAS DE GNERO
Referncias
BARRENO, Maria Isabel.; HORTA, Maria Teresa.; COSTA, Maria Velho da.
Novas Cartas Portuguesas. 3. ed. Lisboa: Moraes, 1972; 1980.
COSTA, Maria Velho da. Myra. Lisboa: Assrio & Alvim, 2008.
COHEN, David. Paula Rego: new work at Marlborough. Disponvel em: www.
artnet.com/magazine/features/cohen, 12/09/96.
GROSZ, Elizabeth. Space, time and perversion: essays on the politics of bodies.
Nova Iorque e Londres: Routledge, 1995.
7 Estima-se que o nmero de mulheres no mundo que sofreram mutilao genital esteja atualmente entre
os 100 e os 140 milhes.
212
Ana Gabriela Macedo
__________. Paula Rego e o poder da viso: a minha pintura como uma his-
tria interior. Lisboa: Livros Cotovia, [no prelo].
POLLOCK, Griselda. Vision, voice and power: feminist art history and marx-
ism. Block, n. 6, 1982, p. 2-21.
213
SUBVERSO QUEER
SER MAS NO SER, EIS A QUESTO.
O PROBLEMA PERSISTENTE DO
ESSENCIALISMO ESTRATGICO1
1 Uma verso anterior foi apresentada no Congresso Feminista de 2008, sob o ttulo Vermelho e violeta
e vice-versa, Fundao Calouste Gulbenkian, Lisboa, 27 de Junho. A presente verso foi apresentada,
com ligeiras diferenas, na sesso plenria Lgicas do Poder do Congresso da Associao Portuguesa
de Antropologia, Setembro 2009 e est disponvel como working paper no site do CRIA:
http://www.cria.org.pt/index.php?option=com_docman&Itemid=92&lang=pt
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FRONTEIRAS DE GNERO
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Miguel Vale de Almeida
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FRONTEIRAS DE GNERO
cidadania. Muito menos pode servir para alienar quem, no usufruto do direito
a escolher, queira seguir outros modelos relacionais.
Um terceiro equvoco de ordem mais geral (e recobre os dois anterio-
res). Trata-se da confuso entre dois nveis de reflexo e ao em qualquer mo-
vimento social, sobretudo os que lidam com costumes os nveis da poltica
concreta e da crtica cultural. A crtica cultural (e poderamos nela incluir a
reflexo da teoria social) uma forma de questionar o que visvel, superficial
e de senso comum e, de forma histrica e sociolgica, perceber como funcio-
nam verdadeiramente as construes sociais de desigualdade e diferena em
que vivemos. A esse nvel faz todo o sentido questionar o casamento em si, des-
montar as formas heteronormativas de comportamento e relao, questionar o
cime e a exclusividade sexual, etc., da mesma forma que geraes e geraes
de gays e lsbicas tiveram de praticar formas culturais, discursivas, performati-
vas, estticas que questionassem a heteronormatividade (ou do mesmo modo
como, seguindo Paul Gilroy, os negros da dispora forada africana inventa-
ram discursos e prticas alternativos, irnicos, etc). Alis, questionaram-na
atravs da sua pura e simples existncia pblica como gays e lsbicas, e muitas
vezes contra novas hegemonias internas, sobretudo estabelecidas por homens,
brancos, de classe mdia e urbana.
J o nvel da poltica concreta , como toda a poltica, a gesto do poss-
vel. Da o pendor legalista de grande parte do movimento, em Portugal e nou-
tros pases. No s porque os supostos direitos humanos e de cidadania no
chegaram a toda a gente mas porque as mudanas legais provocam mudan-
as de reconhecimento e legitimidade que geram transformaes sociais e de
mentalidades. Esta estratgia no deve impedir a crtica cultural e a teorizao
social radicais. Mas se a crtica cultural tomar a dianteira, ela consequentemen-
te tem que se demitir da poltica concreta. Em coerncia, uma opo total pela
crtica cultural deve conduzir recusa da ideia mesma de casamento, ao apelo
sua abolio e a no-aceitao da cedncia transitria pela reivindicao do
acesso igual. Note-se que no defendo a separao entre poltica concreta do
possvel, por um lado, e crtica cultural radical, por outro (que seria traduzvel
na oposio entre lbi poltico e aco direta antidiscriminao). Digo, sim,
que so dois nveis, duas esferas de atuao, com velocidades diferentes e di-
ferentes mbitos de comunicao com a sociedade. Justamente porque no se
devem separar, seria ideal no separar as guas por a.
Retomarei isto adiante, por causa dos equvocos na oposio radicalis-
mo vs liberalismo e queer vs identitrio. Mas, por agora, isto: a perspectiva
220
Miguel Vale de Almeida
221
FRONTEIRAS DE GNERO
subscrevem, com entusiasmo, a perspectiva queer por parecer ser aquela que
mais ajuda a superar quer a normatividade sexual, quer o puritanismo dos
projectos emancipatrios modernos.
Ora, reconheo que existe um elemento sedutor e entusiasmante nas
vises ps-modernas de fluidez e no fixidez identitria, de que a teoria queer
um exemplo. E existe um elemento perturbador e redutor nas vises modernas
de identidades criadoras de colectivos actuantes na sociedade para a reivin-
dicao de espao, reconhecimento e direitos. Mas h tambm um elemento
perturbador e redutor nas vises ps-modernas (queer) que o facto de serem
boas parceiras de cama (mesmo sem o quererem) do hiper-liberalismo que
assume que as pessoas escolhem ser o que quiserem, sem constrangimentos
sociais, numa cpia da relao do agente econmico com o mercado. Como h,
ainda, um elemento sedutor e entusiasmante nas vises modernas das Iden-
tidades, que a inspirao do coletivo, da zona de conforto, da comunidade,
como tantos e tantas j sentimos em situaes de efervescncia coletiva.
Como sair disto? No sabemos bem e temos que ser humildes quanto
nossa ignorncia e s nossas incapacidades em mudar o mundo de uma vez
por todas, para sempre e de acordo com as nossas convices. Certamente no
podemos estabelecer uma falsa dicotomia entre os dois campos, correndo o
risco de deixarmos por completar o projecto liberal da igualdade de direitos
formais (que as pessoas LGBT ainda no tm) em nome de uma crtica cultural
tornada poltica, que nos deixaria ainda mais alienados pois no seu extremo
uma via que leva ao separatismo. E devemos compensar as nossas lutas pelos
direitos formais e pelo cumprimento e acesso ao projeto liberal com prticas
culturais e de reflexo que nos impeam de descurar que h mais direitos para
l dos formais, que h outras fontes de desigualdade que se cruzam com a
orientao sexual, o gnero e a identidade de gnero.
Nas condies actuais, de incompletude do projeto liberal no campo
sexual, a maior radicalidade pode estar, curiosamente, na demanda pela igual-
dade formal. Uma demanda que no contraditria com os aspetos liberais
e mesmo libertrios das atitudes queer. Por isso no posso concordar com a
posio de Judith Butler quanto suposta submisso d@s LGBT ao Estado
ou a uma lgica patriarcal quando exigem direitos civis; nem com a irritao
esttica com burgueses integracionistas por parte de radicais (e o seu reverso,
a irritao esttica com os freaks radicais por parte de liberais). No primeiro
caso trata-se de debates importantes mas de cariz terico de flego e de longo
prazo; no segundo caso trata-se de questes de escolhas individuais. Nenhuma
222
Miguel Vale de Almeida
das duas tem verdadeira utilidade poltica, nenhuma das duas transforma con-
cretamente as vidas das pessoas para melhor.
Por fim, a questo do desejo de estabelecer separaes de guas, que
ecoa formas de actuao da esquerda no passado. Entre o qu? Entre um cam-
po que se preocupa com a crtica cultural das estruturas histricas e sociais
do patriarcado e da heteronormatividade, que pugna pela fluidez identitria e
pela experimentao de novos estilos de vida e relao, que desconfia da ne-
gociao com o sistema, quer no plano poltico quer no plano esttico, e que
pugna prioritariamente pela ao de protesto contra situaes concretas de
discriminao. E, por outro lado, um campo definido como identitrio, velho,
conivente com o sistema poltico e as suas regras legalistas, conivente com for-
mas culturais e estticas de vida ditas burguesas, classista, integrado, segrega-
dor em relao s minorias das minorias e aos excludos dos excludos. Esta
uma falsa oposio porque no apresenta os dois campos como igualmente
vlidos, estabelece sim uma hierarquia de valor, em que uma das partes no se
reconhece na descrio.
Defendo que perfeitamente possvel fazer trs coisas ao mesmo tempo:
pensar com a teoria social sobre a histria, a sociologia e a antropologia do g-
nero e da sexualidade; promover uma crtica cultural radical incluindo a visi-
bilidade de experimentaes e estticas de vida diversas; e praticar a poltica do
possvel e do concreto na prossecuo do projeto liberal para o campo sexual e
de gnero. Defendo que no deve haver hierarquia estratgica entre as trs, mas
sim uma tenso dinmica e uma separao ttica entre elas. E defendo que o
movimento nunca deve fazer juzos de valor sobre as escolhas individuais das
pessoas LGBT concretas. Reconhecer que a escolha e o indivduo so em
grande medida fices em muito determinadas pelas estruturas sociais, no
o mesmo que dizer que certas escolhas possveis so necessariamente re-
produes coniventes das estruturas. Por um lado aquela fico uma fico
necessria, como dizia Jeffrey Weeks; por outro, a mudana social no se faz
pela transformao das pessoas em outras pessoas ou pela negao de certos
tipos de pessoa, mas sim pela transmutao de umas coisas em outras uma
vez mais, a transmutao do casamento heteronormativo em casamento aber-
to a casais do mesmo sexo faz mais pela mudana do que a sua abolio nas
circunstncias atuais, como o fez a luta feminista pela igualdade no seio do
casamento heterossexual.
Resumindo: por convenincia poderamos definir dois plos para os
quais o movimento tenderia. Um mais radical, outro mais liberal. No entan-
to, tais designaes contm perigos, pois copiam as classificaes vindas do
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FRONTEIRAS DE GNERO
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Miguel Vale de Almeida
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MASCULINIDADES
FEMININAS GLOBAIS
Jack Halberstam1
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FRONTEIRAS DE GNERO
p. 24). Essa noo de que outras lnguas devem ter uma palavra que signifique
a variante sexual feminina de modo que corresponda ao termo lsbica repete
a mesma hierarquia global que o livro diz querer evitar, afastando-se do termo
queer. Assim como Gayatri Gopinath demonstra em seu trabalho sobre a sexu-
alidade de mesmo sexo no sul da sia, os antroplogos tm buscado nas lnguas
dessa regio palavras que correspondam lsbica e, quando no as encontram,
se atm rapidamente proposta ridcula de que tais sexualidades no existem
por l (GOPINATH, 2005). Mas isso no quer dizer que o trabalho da Antropo-
logia sobre sexo e sexualidade inevitavelmente mantm as hierarquias globais; de
fato, existem inmeros trabalhos disponveis, especialmente em relaes mascu-
linas com o mesmo sexo, que do ateno especial s questes da teoria viajante
e suas categorias (BOELLSTORFF, 2007; MANALANSAN, 2003).
Apesar desse fracasso antropolgico em manter sua promessa descolo-
nizadora, prefiro pensar sobre o potencial do termo masculinidade feminina
em oposio ao termo lsbica por apontar, em um cenrio global, as for-
mas nas quais esse termo pode ser utilizado para desfazer a hegemonia do gay/
lsbica global e o atual transgnero global. O que quero dizer com GLBT global
o modo com o qual um conjunto de categorizaes e lgicas categorizantes
que eles implicam tem circulado e sido exportado pelo mundo todo mesmo
em parte pelos antroplogos bem-intencionados e tem, consequentemente,
erradicado outras lgicas, outros nomes e outras economias sexuais. Ento,
como entender e explicar o impacto do transgnero no apenas sobre o gnero
tradicional, mas tambm sobre as comunidades queer e inclusive no declnio e
fluxo da definio sexual e de gnero no cenrio global?
Inicialmente, considerando a funo de transgnero em relao s inter-
pretaes globais de modelos norte-americanos de definio sexual e de gne-
ro. Como muitos antroplogos queer j mostraram, modelos de comparao
de diversas culturas em relao sexualidade e gnero podem ser extrema-
mente teis em desnaturalizar as noes euro-americanas de incorporao, co-
munidade e relaes, mas infelizmente, como sabemos, eles esto acostumados
demais a categorizar os modelos euro-americanos como contemporneos e
liberais enquanto registram formas queer de desejo oriundas de outros lugares
como anacrnicas.
Atualmente, nos EUA e na Europa, especialmente em comunidades gays
e lsbicas brancas, do mesmo sexo uma descrio tranquilizadora da esta-
bilidade feliz do sistema de gnero sexual. Dessa forma, quando pesquisadores
americanos encontram evidncias de homossexualidades de diferentes gneros
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Jack Halberstam
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FRONTEIRAS DE GNERO
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Jack Halberstam
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FRONTEIRAS DE GNERO
O problema feminista
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Jack Halberstam
Transgnero global
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FRONTEIRAS DE GNERO
para mulheres das Filipinas que viajam para Israel para assumir o trabalho de
cuidar de homens judeus ortodoxos. Ao mesmo tempo em que o filme mostra
o papel das Filipinas em fornecer enfermeiras para pases de primeiro mundo,
o filme tambm observa como Israel recruta trabalhadores de servio aps
ter fechado suas fronteiras para trabalhadores palestinos. Paper dolls localiza
o transgnero como parte da mudana do significado das identidades sociais
que sobrevivem globalizao: a comunidade pequena, mas unida, de acom-
panhantes transgnero homens para mulheres, passa seu tempo livre fazendo
apresentaes drag como as paper dolls em bares de Tel Aviv, sendo que elas
recebem todo tipo de resposta das casas queer israelenses. s vezes, elas so
orientalizadas e pedem s paper dolls que faam apresentaes com temas de
outras partes exticas da sia, como gueixas; outras vezes elas so muito bem-
vindas. Mas sua presena em Israel na comunidade queer israelita ou nos la-
res de homens judeus sempre as marca como pessoas de fora, to vulnerveis
transfobia quanto deportao, pobreza, desemprego ou priso. O aspecto
transgnero do filme, destacado tanto nas apresentaes em drag quanto no
desempenho das mulheres TG como acompanhantes, ilustra a expanso com-
plexa do significado de gnero nessas elaboradas economias globais (MANA-
LANSAN, 2008). Quando um relacionamento amoroso tocante e ntimo se
desenvolve entre uma das trabalhadoras, Sally, e seu empregador (um senhor
ortodoxo morrendo de cncer), essas novas configuraes de gnero, desejo,
intimidade e herana escondem brevemente os arranjos mais familiares de na-
o, lar, famlia e domesticidade. Ao fim do documentrio, todas as paper dolls
tm de deixar Israel e, ao recomear em outras cidades globais como acompa-
nhantes, performers, mulheres transgnero e imigrantes queer, elas nos lem-
bram das poucas arenas dentre as quais as polticas transgnero foram desen-
volvidas nos EUA e, ao mesmo tempo, clamam por um discurso transgnero
mais amplo, que conecte as identificaes de transgnero (temporais, parciais e
oportunistas, alm das formas permanentes e totais) globalizao, migrao
transnacional, pobreza, polticas de priso e etnografia ps-nacional.
Referncias
234
Jack Halberstam
CHAO, Antonia. How come I cant stand guarantee for my own life?: Citizen-
ship and the Cultural Logic of Queer Identity. Inter-Asia cultural studies, v. 3,
dec. 2002, p. 369.
ENG, Karen. Secrets and confidences. The complicated truth about womens
friendships (live girls). Pub group west, 2004.
HEYMANN, Tomer (dir). Tel Aviv: paper dolls. Israel: Documentrio, 2006.
SINNOTT, Megan. Toms and Dees: transgender identity and female same-sex
relationships in Thailand. Hawaii: University of Hawaii Press, 2004, 276p.
235
O DESEJO DA NAO: RAUL POMPIA
E A GRAMTICA DO DESVIO
NO BRASIL FINISSECULAR1
Richard Miskolci
1 Este artigo apresenta os resultados preliminares da pesquisa O desejo da nao: a emergncia do dis-
positivo de sexualidade no Brasil finissecular, financiada pela FAPESP. Agradeo ao Grupo de Pesquisa
Corpo, Identidades e Subjetivaes da UFSCar pelas discusses profcuas e, em especial, a Fernando
Figueiredo Balieiro.
237
FRONTEIRAS DE GNERO
2 Para uma crtica das teorias sobre a esfera pblica como as de Jrgen Habermas e Richard Sennett
consulte o elucidativo artigo de Ari Adut (2005).
238
Richard Miskolci
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FRONTEIRAS DE GNERO
3 As frentes estratgicas do dispositivo de sexualidade descritas por Foucault eram, alm da pedagogia do
sexo que exploraremos neste artigo, a saturao do corpo feminino pela sexualidade devido sua im-
portncia reprodutiva, a socializao das condutas de procriao e a psiquiatrizao do prazer perverso
(FOUCAULT, 2005, p. 99-100).
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Richard Miskolci
4 Um estudo sobre as relaes entre homens nas Foras Armadas brasileiras do perodo encontrado em
BEATTIE, 2004.
5 Para uma anlise de Dom Casmurro nesta perspectiva, consulte MISKOLCI, 2009.
241
FRONTEIRAS DE GNERO
6 Para uma anlise cuidadosa de O Ateneu como documento histrico da pedagogizao do sexo no con-
texto brasileiro de fins do dezenove consulte Balieiro, 2009. Neste sub-item, parto de alguns dos insights
presentes em sua dissertao de mestrado, criada sob minha orientao no Programa de Ps-Graduao
em Sociologia da UFSCar. A pesquisa individual de Balieiro se insere em meu projeto temtico Cin-
cias, Literatura e Nao 1870-1930, o qual desenvolvemos coletivamente no Grupo de Pesquisa Corpo,
Identidades e Subjetivaes desde 2004.
242
Richard Miskolci
7 Antes que um dado natural e evidente, a presuno da normalidade ou patologia resultado de discur-
sos e prticas sociais. Sobre a questo, consultar MISKOLCI, 2005.
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FRONTEIRAS DE GNERO
8 BORGES (2005) ressalta que o termo degenerao tornou-se jargo republicano para referir-se pejo-
rativamente s instituies imperiais e James N. Green (2000) demonstra como a associao entre a
sexualidade perversa e Imprio eram presentes no perodo republicano.
9 No estudo clssico sobre o armrio que funda a Teoria Queer reluzem as palavras de Eve Kosofsky
Sedgwick: Ao final do sculo XIX, quando virou voz corrente to bvio para a Rainha Vitria como
para Freud de que conhecimento significa conhecimento sexual e segredos, segredos sexuais, o efeito
gradualmente reificante dessa recusa significou que se havia desenvolvido, de fato, uma sexualidade
particular, distintamente constituda como segredo (2007, p. 30). Em suma, a homossexualidade sur-
giu dentro do regime de controle conhecido como armrio.
244
Richard Miskolci
10 Halperin (2002) afirma que antes da inveno mdico-legal da homossexualidade, no tero final do
sculo XIX, existia um sistema de hierarquizao baseado em padres de gnero que relegava a posi-
es marginais no todos os homens que se relacionavam com outros homens, antes o efeminado e o
invertido. A inveno do homossexual teria transformado a compreenso das relaes entre homens e
institudo uma hierarquia a partir do desejo baseada no binrio hetero/homossexual.
11 Desde o saber mdico do sculo XIX, como as teorias do sexlogo austraco Richard von Krafft-Ebing,
o perverso seria o invertido, aquele que carregaria em si atributos de gnero do sexo oposto e prticas
sexuais passivas.
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FRONTEIRAS DE GNERO
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Richard Miskolci
12 Segundo Rogrio Diniz Junqueira (2007), a heteronormatividade a matriz fonte que gera e justifica o
preconceito, a discriminao e a violncia envolvidas nas expresses de homofobia, as quais costumam
se dirigir contra pessoas cujas expresses de gnero no se enquadram nas normas.
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FRONTEIRAS DE GNERO
13 Halperin (2000, p. 100) sublinha a persistncia histrica, previamente inveno da categoria homosse-
xual, de laos afetivos ntimos entre homens, particularmente em contextos elitizados.
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Richard Miskolci
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FRONTEIRAS DE GNERO
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Richard Miskolci
16 Segundo Chris Brickell, desde a obra do psiclogo forense Ludwig Casper (1858), ascendeu uma preocu-
pao sexolgica em descobrir os traos ocultos do que denominou de gratificao inatural do apetite
251
FRONTEIRAS DE GNERO
sexual, pois compreendia que o desejo de homens pelo mesmo sexo podia ser inato ou adquirido. Este
ltimo deveria ter causas que pudessem ser descobertas cientificamente. Richard von Krafft-Ebing, em
seu Psicopathia Sexualis (1886), retomou estas premissas dividindo o homossexualismo em congnito
(revelado nos efeminados) e na pederastia ativa, aquela manifestada por homens masculinos que, em
suas palavras, adquiriam o instinto da antipatia sexual. A vida em internatos ou quartis seria uma das
causas e a masturbao continuava a ser vista como um de seus sinais. Poucos anos mais tarde, Freud
manteria esta associao entre masturbao e homossexualidade transferindo parte das preocupaes
da sexologia para a nascente psicanlise. Consultar BRICKELL, 2006.
252
Richard Miskolci
253
FRONTEIRAS DE GNERO
Referncias
ADUT, Ari. A theory of scandal: victorians, homosexuality and the fall of Os-
car Wilde. American Journal of Sociology, v. 111, n. 1, 2005, p. 213-248.
254
Richard Miskolci
BUTLER, Judith. Corpos que pesam: sobre os limites discursivos do sexo. In:
LOURO, Guacira Lopes. O corpo educado: pedagogias da sexualidade. Belo
Horizonte: Autntica, 1999.
255
FRONTEIRAS DE GNERO
ROHDE, Fabola. Para que serve o conceito de honra, ainda hoje? Campos. Rio
de Janeiro: IMS-UERJ, 2006, p. 101-120.
SEDGWICK, Eve Kosofsky. A epistemologia do armrio. Cadernos Pagu. n. 28.
Campinas: Ncleo de Estudos de Gnero Pagu-UNICAMP, 2007, p. 19-54.
256
A NARRATIVA QUEER DE JEANETTE
WINTERSON: POR UMA
POLTICA POSSVEL
1 Halperin (1995, p. 62 [nfase no original], apud. JAGOSE, 2008 (1996), p. 96). Todas as tradues so de
minha inteira responsabilidade e foram feitas, exclusivamente, para fins de citao neste trabalho.
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Ana Ceclia Acioli Lima
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FRONTEIRAS DE GNERO
Para Fuss, ainda, seria mais til pensar a poltica como uma srie de
efeitos e no uma causa primeira ou um determinante final (1989, p. 106). Evi-
dentemente, queer abraa essa viso mais aberta de poltica, uma vez que se tra-
ta de uma categoria que recusa qualquer forma de consolidao, e que, como
afirma Butler e outros/as tericos/as, olha para o futuro sem antecip-lo.
II.
Como forma de ilustrar que a perspectiva queer adotada por Jeanette Win-
terson em sua fico no representa uma postura apoltica, discutirei brevemente
260
Ana Ceclia Acioli Lima
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FRONTEIRAS DE GNERO
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Ana Ceclia Acioli Lima
Minha amante, Picasso, est passando por seu perodo Azul. No passado,
seus perodos eram todos vermelhos. Vermelho-rabanete, vermelho-bfalo,
vermelho como a semente em ecloso do fruto da roseira. Vermelho-lava,
na poca em que se chamava Pompia e estava no seu perodo destrutivo. O
seu mau-cheiro, a sua repugnncia, a dor jorrada de seu ventre. (p. 31).2
2 My lover Picasso is going through her Blue Period. In the past her periods have always been red. Rad-
ish red, bull red, red like rose hips bursting seed. Lava red when she was called Pompeii and in her De-
structive Period. The stench of her, the brack of her, the rolling splitting cunt of her (p. 31) Traduo
realizada pela autora. Gostaria de agradecer Priscila Manhes por sugerir uma traduo dessa ltima
frase que preservasse, ao mesmo tempo, a fora e a poeticidade do texto original.
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FRONTEIRAS DE GNERO
3 Uso o termo pardia, aqui, segundo o conceito de Linda Hutcheon (1985, p. 6), como uma forma de
imitao e repetio com distanciamento crtico e irnico, e que ressalta a diferena ao invs da seme-
lhana.
4 ... today my body is stiff with sex (p. 39).
5 Em The straight mind (1992), Monique Wittig discute como a mentalidade straight no consegue con-
ceber uma cultura, uma sociedade em que a heterossexualidade no apenas ordene todas as relaes
humanas, como tambm a sua produo de conceitos e representaes. Ao rejeitar as suas prprias
constituies como outros, Picasso e Sappho, no texto de Winterson, estariam explorando o que Wittig
percebe como uma impossibilidade para a straight mind, visto que a rejeio da possibilidade de cons-
tituio do outro implica a rejeio da ordem simblica, sem a qual se torna impossvel a constituio
de significado. Assim o lesbianismo, a homossexualidade e as sociedades que formamos no podem ser
pensadas, sequer faladas, apesar de sempre haverem existido (p. 28).
6 Dessa forma, Picasso e Sappho exercitam a escrita de uma nova histria, como prediz Cixous: Because
she arrives, vibrant, over and again, we are at the beginning of a new history, or rather of a process in
which several histories intersect with one another. [] (p .252); The new history is coming; its not a
dream, though it does extend beyond mens imagination Its going to deprive them of their concep-
tual orthopedics (p. 253).
7 Maurice Godelier (apud LAQUEUR, 2003, p. 11), em The Origins of Male Domination, New Left Re-
view, 127 (May-Jun, 1981, p. 17), diz que a sociedade assombra a sexualidade do corpo society
haunts the bodys sexuality.
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Ana Ceclia Acioli Lima
8 Ver Foucault, A histria da sexualidade (1988), para uma discusso mais detalhada de como a prpria
lei reguladora abre espaos para a sua prpria rearticulao.
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FRONTEIRAS DE GNERO
9 Uma iluso que , paradoxalmente, mantida pela prpria materialidade do livro e da pgina impressa.
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Ana Ceclia Acioli Lima
10 Then a strange thing began to happen. As the Princess kissed and petted my tulip, my own sensations
grew exquisite, but as yet no stronger than my astonishment, as I felt my disguise come to life. The tulip
began to stand.
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FRONTEIRAS DE GNERO
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12 Em A Histria da Sexualidade, v.1, Foucault discute como a lei reguladora, que busca limitar ou proibir
certas prticas e sujeitos, no seu prprio processo de criao e de imposio dessas proibies abre
espaos discursivos para a resistncia e para a sua prpria rearticulao, ressignificao e subverso.
13 Ver Pearce (apud MAKINEN, 2005, p. 87).
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FRONTEIRAS DE GNERO
est eliminando de uma vez por todas qualquer possibilidade de crtica polti-
ca por no representar um sujeito especfico? Recorro mais uma vez a Judith
Butler para me respaldar na opinio de que a atitude de Winterson, por seu
inconformismo e transgresso aos padres normativos de sexualidade, tem
fortes implicaes polticas medida que critica a concepo clssica do in-
divduo sujeito da razo e expande a prpria noo de sujeito. Agora flexvel e
resistente circunscrio da linguagem, o sujeito resiste tambm a ser posicio-
nado em modelos e categorias pr-estabelecidas.14 Alm disso, como diz Butler,
pensar que a poltica exige um sujeito estvel para existir implica afirmar que
uma crtica do sujeito no pode ser uma crtica politicamente informada;
implica condicionar a poltica a identidades fixas ao fundamentalismo, refe-
rencialidade da linguagem e implica, sobretudo, evitar a problematizao des-
sas noes. Neste caso, a poltica feminista, como mencionei no incio, seria
impossvel sem um sujeito definido.15 E, pensando assim, Winterson estaria, de
fato, minando toda e qualquer possibilidade de uma poltica no s feminista,
mas, tambm, de uma poltica feminista lsbica. Entretanto, pensando como
Butler em Gender trouble (1989), a desconstruo do sujeito e da identidade
no representa a destruio da poltica. Ao contrrio, revela o carter poltico
da prpria construo do sujeito (1990, p. 148).16
Se Winterson falasse exclusivamente como mulher e lsbica, como pro-
vavelmente gostaria Pearce, estaria no apenas se restringindo a um modelo
fechado e fundamentalista, mas recaindo em outra forma de essencialismo.17
14 Acredito que Winterson pensa em termos derrideanos ao evitar sempre qualquer possibilidade de fixa-
o de significados, e, conseqUentemente, a construo de identidades. As identidades, nas suas narra-
tivas, so constantemente desestabilizadas pelas diferenas. Ver Hall, 1992, p. 41.
15 Ver Butler, Contingent Foundations: Feminism and the question of postmodernism. In: The Postmodern
Turn. Steve Seidman (ed).,1994. p. 153-154.
16 A partir da publicao de Gender Trouble (1990), Judith Butler tem exercido uma forte influncia nas
mais diversas reas de estudo, sobretudo nos estudos sobre gnero e sexualidade, teorias feministas
e queer, e estudos culturais. Contudo, seu trabalho tem sofrido tambm crticas pesadas, como a da
filsofa Martha Nussbaum, que afirma que a forma como Butler desestabiliza as categorias de gnero
impossibilita o agenciamento poltico e os interesses feministas de melhorar as condies reais de vida
das mulheres. No prefcio edio de 1999 de Gender trouble Butler responde: Apesar do deslocamento
do sujeito que [seu] texto efetua, existe uma pessoa aqui: frequentei muitos encontros, bares e paradas
e vi muitos tipos de gnero, e encontrei a sexualidade em muitos de seus limites culturais (p.xvi). O In-
ternational Journal of Sexuality and Gender Studies dedicou duas edies especiais em 2001, intituladas
Butler matters: Judith Butlers impact on feminist and queer studies since Gender trouble, com o objetivo
primordial de ressaltar as maneiras em que as teorias de Butler consideram, sim, a possibilidade de
agenciamento atravs da subverso de normas e modelos corporais e de gnero.
17 Em The semiotics of sex, um dos ensaios da coletnea, Art objects (1995), Winterson afirma que gostaria
de ser reconhecida no como uma lsbica que por acaso escritora, mas como uma escritora que por
acaso lsbica.
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Ana Ceclia Acioli Lima
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FRONTEIRAS DE GNERO
Referncias
BUTLER, Judith. Gender trouble: feminism and the subversion of identity. New
York: Routledge, 1990.
__________. Bodies that matter: on the discursive limits of sex. New York:
Routledge, 1993.
FUSS, Diana. Essentially speaking: feminism, nature and difference. New York:
Routledge, 1989.
GARBER, Linda. Identity poetics: race, class and the lesbian-feminist roots of
queer theory. New York: Columbia U P, 2001.
272
Ana Ceclia Acioli Lima
LAQUEUR, Thomas. Making sex: body and gender from the Greeks to Freud.
Cambridge, MA & London: Harvard U P, 2003.
WINTERSON, Jeanette. The poetics of sex. The world and other places. Lon-
don: Jonathan Cape, 1998, p. 29-45.
WITTIG, Monique . The straight mind and other essays. Boston: Beacon Press,
1992.
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AUTORAS/AUTORES
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FRONTEIRAS DE GNERO
Cathy Fourez
[email protected]
Mestre de Conferncias da Universidad Charles de Gaulle-Lille agrge
despagnol. Doutora em Literatura Latino-americana, com a tese Los tratamien-
tos del gnero policiaco en la obra narrativa de Jorge Ibargengoitia (2004).
Membro do LaboratrioCECILLE Centre dtudes sur les civilisations langues
et littratures trangres EA4074 (Universit Charles-de-Gaulle Lille 3). Tem
inmeras publicaes sobre violncia contra as mulheres e femicdio. Trabalha
com o PUEG (Programa Universitario de Estudios de Gnero) da UNAM Uni-
versidade Autnoma do Mxico sobre a barbrie contra as mulheres, a frontei-
ra e seus vnculos com a justia e a violncia atravs da fico.
Graciela Di Marco
[email protected]
Sociloga na Universidad Nacional de Buenos Aires, tem Ps-Graduao em
Gnero e Desenvolvimento obtido na Saint Marys University y Dalhousie
University, Halifax, Nova Scotia, Canad, em 1990. Professora concursada na
Escola de Ps-Graduao da Universidad Nacional de General San Martn
(UNSAM) Argentina. Coordenadora do Centro de Estudios sobre Democra-
tizacin y Derechos Humanos (CEDEHU), da Escola de Humanidades da UN-
SAM. Desde 2006 membro da UNESCO/UNITWIN Network in Womens
Studies/Gender Research e membro do FORO CONTRA LA POBREZA, Pro-
grama FOCO, desde 2007.
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Autoras/Autores
gnero, arte, literatura e cinema. Entre suas principais obras destaca-se Female
masculinity; The drag king book; Skin shows: gothic horror and the technology of
monsters e In a queer time and place: transgender bodies, subcultural lives.
Kazuko Takemura
[email protected]
Professora na Faculdade de Cincias Humanas na OchanomizuUniversity em
Tquio, no Japo, onde ensina literatura de Lngua Inglesa, estudos de cinema,
estudos feministas e de gnero e estudos ps-coloniais. Kazuko Takemura tra-
duziu Trinh T. Minh-h e Judith Butler para o Japons e dentre suas publica-
es esto: Feminism (2000); On love: identity and the politics of desire (2003);
Post-Feminism (ed., 2003); Regimes of desire and violence (ed., 2008).
Margarita Iglesias
[email protected]
Professora de Histria do Centro de Estudios de Gnero e do Departamento
de Cincias Histricas da Facultad de Filosofa y Humanidades da Universi-
dad de Chile, encarregada nesta universidade de estabelecer convnios com o
exterior. Atualmente tem trabalhado com a temtica das mulheres no perodo
da Ditadura Chilena.
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FRONTEIRAS DE GNERO
Millie Thayer
[email protected]
Millie Thayer Professora Associada no Departamento de Sociologa e filiada
ao Centro de Estudos Latino-Americanos, Caribenhos e Latinos da Universi-
dade de Massachusetts, Amherst. Seu livro, Making transnational feminism: ru-
ral women, NGO activists and northern donors in Brazil (NY: Routledge, 2010),
e artigos na Revista Estudos Feministas (2001) e Pagu (1999), entre outros, tm
como tema a construo das relaes transnacionais entre feministas. Atual-
mente, participa numa articulao de pesquisadoras feministas da Amrica
Latina e dos Estados Unidos sobre os fluxos horizontais do feminismo, e pes-
quisa os ns do financiamento dos movimentos sociais no Brasil.
Norma Telles
[email protected]
Possui graduao em Histria pela Universidade de So Paulo (1974), Mestrado
em Cincias Sociais pela Pontifcia Universidade Catlica de So Paulo (1983) e
Doutorado em Cincias Sociais pela Pontifcia Universidade Catlica de So Paulo
(1987). Foi assistente-doutora da Pontifcia Universidade Catlica de So Paulo,
onde foi professora entre 1978 e 2006. Tem experincia na rea de Antropologia,
com nfase em teoria antropolgica, atuando principalmente nos seguintes temas:
histria, literatura, escritoras, cultura moderna, escritoras brasileiras.
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Autoras/Autores
Richard Miskolci
[email protected]
Professor Adjunto IV de Sociologia da UFSCar. Coordena o grupo de pesqui-
sa Corpo, Identidades e Subjetivaes (www.ufscar.br/cis) e orienta estudos
sobre sexualidade, gnero e teoria queer. Doutor em Sociologia pela USP,
membro da International Sociological Association, da Sociedade Brasileira de
Sociologia e da Brazilian Studies Association. Miskolci tambm Pesquisador-
colaborador do Ncleo de Estudos de Gnero Pagu, da UNICAMP, e membro
do Corpo Editorial da revista Cadernos Pagu. parecerista da FAPESP e dos
peridicos Revista Brasileira de Cincias Sociais, Cadernos Pagu, Revista Estu-
dos Feministas, entre outros. Em 2008, concluiu estgio Ps-Doutoral no De-
partment of Womens Studies da Universidade de Michigan, Ann Arbor. Suas
pesquisas investigam atualmente a emergncia do dispositivo de sexualidade
no Brasil na virada do sculo XIX (Aux. Pesquisa FAPESP) e as formas con-
temporneas do armrio a partir de uma etnografia sobre relaes homoerti-
cas masculinas criadas online.
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