Nos conocimos como sin querer y,tengo la sensación de que antes de conocerla, mi percepción del amor, era la misma que pueda tener un maniquí de poliéster, un fósil de lechuza, o una fregona. Hace ocho meses, no sé qué colores mezclé, qué ventana abrí, o de qué sueño apareció, pero aquí está, en nuestra primera, tercera estación, tutoríando mis ganas de vivir con ella lo que no está escrito, y eso, lo que no está escrito, tengo la suerte de poder vivirlo todos los días, cuando sus preciosos y estimulantes ojos, me abren la puerta de su mundo y me dice: tira pa'dentro, cojo. Y yo, entro y cojo.