Elena Salgado fijó las zapatillas en la arena, pese a los molinetes, que con el capote le dibujaba el aire. Rajoy salió a hacer daño: - es usted muy previsible. Así de prevenida lo recibió la Vicepresidenta. La bancada derecha se batió en palmas; la tarde se presentaba ventosa; el diestro saludó a las gradas, como si ya la faena la tuviera acabada. Rajoy tomó el engaño y se embebió en el trapo: - paro, impuestos y deuda bostezaba. Era cantinela a tres tiempos, ensayada en los años 93 por Aznar. En esta ocasión crítica, la tarde exige enfrentarse a más seria encrucijada. Las familias debemos, tenemos deudas. De las deudas debiera hablar también la política popular, para abrirles salidas. Además de débitos, muchas personas han ingresado en el paro, sorpresivamente. Fueron los insaciables quienes generaron esta crisis. Rajoy quiere que suba la deuda y que suba el paro: tal vez así le saquen a él líder por la puerta grande. España, sufrió el brusco cierre bancario del mundo. Porque el poderoso don dinero o bien se había posicionado contrario a la victoria demócrata en Los Estados Unidos de América o bien porque apostó por descansar un tiempo y en otros paraísos sus infladas inversiones, a la espera de tomar perspectiva de los emergentes jugadores, el caso es que nuestros trabajadores afanosos, golpean las puertas de las oficinas de Empleo. Mientras reciben las letras e incluso enferman ellos y sus mayores exigen atención. Tenemos deudas y parados. Este morlaco no se doblega con antiguas recetas; exige pies bien asentados, juntos, y templando. Elena Salgado templó a Rajoy.