Cuanto pasa en la Ciudad atañe a su Ayuntamiento. Se habla a veces de competencias municipales “impropias”. No hay nada que concierna a la vida de los ciudadanos ajeno a la municipalidad. Si ríes, porque en la calle lo celebras; si lloras, porque se te ve triste en las esquinas:
…y el viento me preguntaba: “¿Alcalde, qué le pasa a ése: que está usted apostado a su puerta?” y yo decía al viento: “¡Ay, si yo supiera!" ¡Ay, si el viento supiera!
La ciudad es quien te hace ciudadano, sujeto de derechos. Las ciudades son el hogar de los hombres y mujeres que construyen juntos su libertad, su dignidad:
Se construyen, en su ciudad,
Para cada uno de ellos, “el respeto” de todos.
Soy un enamorado de los lugares que nos construimos para reconocernos: nuestros pueblos, nuestras ciudades. Me dieron la oportunidad de acompañar a las niñas y a los niños, a adolescentes y jóvenes, a mayores: me dieron la oportunidad mujeres y hombres de Albacete de, cada mañana, tarde y noche, preguntar a la historia cómo darle esperanza a la nostalgia de porvenir que consumía a esta ciudad, cómo darle alma. Lo hicimos durante nueve años juntos:
Como alfareros, puestos al torno,
Acariciando la pasada historia de autonomía de la villa, aquella pequeña aldea de 1375,
Le dábamos el perfil de cien, de mil años más para nuestros hijos.
Llevo ahora tres meses en las Cortes de España. Y ando entre los pasillos de los SETENTA MIL metros cuadrados que ocupa el Congreso de los Diputados preguntándome, como santa Teresa de Ávila en la cocina, si en estos pasillos se habla de las ciudades.
Os confieso que aún me pierdo: son muchos los metros cuadrados ocupados en la Carrera san Jerónimo, es grande la “sala de los pasos perdidos”, la “M-30”, las ampliaciones 1, 2,3 y 4, es grande el túnel que las une: ¿Creeréis que tarde 22 minutos de reloj de pasar de la ampliación “2” a la ampliación “4”?
La pregunta que me persigue es si está la ciudad, si caven los 8.500 pueblos de España en el Congreso de los Diputados.
Deben estar: lo que sucede es que aún sólo soy estudiante de “primer curso de Cortes” y aún no he llegado a esa lección.
Inquieto como soy:
Uno, me he preguntado cuánto tiempo le llevó a la “descalza de Ávila” averiguar que Dios estaba también entre los pucheros y también si alguna vez el cortesano recaló en su origen de villano.
Y dos, he sugerido a quienes en esto llevan más tiempo la bonanza de un Aula Parlamentaria Municipal (La “APM”, le he llamado de principio, por abreviar).
En definitiva, que como esta semana no fui a Madrid (que me quedé en Toledo) y estaré en Albacete, es oportuno reivindicar la casa de uno, que es donde mejor se está. El sobrenombre es todo un clásico:
EL AYUNTAMIENTO DE ESPAÑA, LAS CORTES.
pC