La soflama de Forcadell “viva la república catalana
independiente” carece de la entidad
ética que ha de adornar la conversación política de
bienvenida respetuosa a la casa
del amigo. Es sencillamente una soflama rupturista, dicha en la solemnidad de la constitución del parlamento por la recién elegida su presidenta. La media bancada sentada y la
otra en pie indica que el parlamento no abre
el diálogo, sino que tan sólo es recuento de activos. El
parlamentario ha cambiado su nombre por
el número. Eso no es política.