“Anoche cuando dormía soñé ¡bendita ilusión!
que un ardiente sol lucía dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba y porque hacía llorar.”
Antonio Machado en “Anoche cuando dormía”
Acaríciame con la abundancia tierna de tu voz,
lléname el alma con los pétalos deshojados de tus labios
al pronunciar mi nombre al ras de mi boca,
hazme creer que tu voz
es el ronco susurro del viento rozando al trigal,
es el ronco susurro del viento rozando al trigal,
o el aleteo de luciérnagas fugitivas
que danzan un ritual de amor a la luz de la luna.
Dile a mi corazón que le quieres con melodioso ritmo,
que danzan un ritual de amor a la luz de la luna.
Dile a mi corazón que le quieres con melodioso ritmo,
como lo hacen las gotas de lluvia a los cafetales
una fría mañana de invierno.
una fría mañana de invierno.
Rompe la afonía de las horas con la fe de tus palabras
igual que el ajetreo sordo del trueno
que atiza los sentidos de la tierra árida
que atiza los sentidos de la tierra árida
en espera que el cielo penetre sus entrañas con su manto húmedo
y le haga reverdecer al despertar en primavera.
Musítame versos de amor al calor de tu voz
entre la bruma espesa de tu aliento
y así como el cenzontle enamorado canta a los rayos del sol
dime que me quieres una vez más
y posa tus besos sobre mis párpados,
y posa tus besos sobre mis párpados,
sólo no permitas amor, que despierte de este apacible sueño.
© Lissette Flores López. Derechos Reservados.