Entro y le pregunto al primero que viene a darme un panfletillo dónde me toca votar. "Segundo piso, mesa 4". Subo las esclaeras. No encuentro la mesa. Doy cinco vueltas. La encuentro. Cola. Larga. Veinte personas. Hago la cola. Cuando tengo tres adelante, veo en el cartel las letras que votaban ahí. La "L" no aparecía.
Agarro a otro muñeco. Le pregunto dóndo voto. "Segundo piso, mesa 6". "Bien", le digo, "¿Está de aquel lado?". El muñeco se ríe. "No, estás en el primer piso". "No, estoy en el segundo". "No, estás en el primero". Subo un piso. En el camino:
"Te doy un panfletillo". "No, gracias"
"Te explico la propuesta". "No, gracias"
"Te cuento de la agrupación". "No, gracias"
"¿Ya decidiste a quién votar?". "No, gracias"
No encuentro la mesa. Le pregunto a otro. "No, pero estás en el tercero". "Yo sabía", pienso. Bajo al segundo. Busco la mesa. No la encuentro. En el camino:
"Te doy un panfletillo". "No, gracias"
"Te explico la propuesta". "No, gracias"
"Te cuento de la agrupación". "No, gracias"
"¿Ya decidiste a quién votar?". "No, gracias"
Encuentro la mesa. Cola. Veinte personas delante mio. Mientras hago la cola:
"Te doy un panfletillo". "No, gracias"
"Te explico la propuesta". "No, gracias"
"Te cuento de la agrupación". "No, gracias"
"¿Ya decidiste a quién votar?". "No, gracias"
Llega mi turno. Sonrío, tranquila, pensando que lo peor ya pasó. Entrego el documento. Pasan hojas, muchas, varias. "No estás en el padrón". Y luego: "Tenés que ir a la mesa de CBC y preguntar ahí".
Bajo al primer piso. En el camino:
"Te doy un panfletillo". "No, gracias"
"Te explico la propuesta". "No, gracias"
"Te cuento de la agrupación". "No, gracias"
"¿Ya decidiste a quién votar?". "No, gracias"
Busco la mesa. La encuentro. Hago la cola. No hay tanta gente. Suspiro. Fumo. Me como un caramelo. Pienso pelotudeces. Llega mi turno. Entrego el documento. Pasan hojas, de nuevo, muchas, un montón. "No estás en el padrón. Tenés que ir al segundo piso para que te den un comprobante que justifique que no vas a votar".
Subo al segundo piso. Me acerco a la oficina. Le explico. Me escucha, tiene el ceño fruncido. "¿Y por qué no estás en el padrón?". "No sé señor, vengo a averiguar eso". Le digo mi nombre, desaparece detrás de una puerta. Vuelve algunos minutos mas tarde. "No, es que a vos te toca votar en Ciudad Universitaria".
Salgo, agotada, con un cansancio físico y mental que hacía mucho no sentía. Llueve. Cuando llego a mi casa, tengo la cocina inundada.