El SUDARIO DE MIS LÁGRIMAS
Aunque
traigas en tu mano,
el frescor de muchas aguas,
embebidas en pañuelos, a la fiebre de mi frente.
sería inútil, sería en vano,
el intento de aliviar las
heridas del otrora
y los ayes del presente.
Porque
duele... siempre duele,
el sollozo silencioso, el
lamento solitario y ese grito cercenado,
infinito y
maldito,
que mal cupo, cuando
supo
del abrazo inconcluso, de caricias
ya perdidas y de besos extraviados.
Si
a mi herida va la venda
que tus dedos emprolijan, tan
marianos y piadosos, con esmeros y cuidados,
a un costado
de mi senda,
Igual
sufro... porque sufro
transmutando en mis heridas, entre llantos y lamentos, la legión de mis pecados.
A los pies de mi calvario...
¡Toma en brazos a mi cuerpo, que
muy lento se desangra!
Y a mis lágrimas: sudario...
!Sean tus besos y caricias, sin
que importe por qué sangra!,
Al final de mi sendero...
¡Sea tu amor toda la lumbre
que a mi noche le dé luz!
¡Arrancando del madero
a estos hierros con herrumbre,
que sujetan a mis manos, de sus palmas perforadas, como clavos de mi
cruz!.