El hombre de la eterna sonrisa
Así es recordado Louis Armstrong. Un ejemplo de que el blues no siempre se ajusta al estereotipo de canción triste (sí lo era en sus comienzos, pero pronto evolucionó). Su personalidad de hombre con una enorme sonrisa hizo que sus fotografías circularan por todo el mundo, y los propios músicos y cantantes de jazz que tuvieron contacto personal con él aseguraron siempre que era un hombre de gran corazón.
Su ronquera típica
El gran público lo recuerda por la ronquera, que no pudo eliminar ni con una intervención quirúrgica, y por la forma como terminaba sus intervenciones con un "¡Oh, Yeah!"
Su pañuelo blanco
Mientras cantaba, contínuamente se limpiaba el sudor con un pañuelo blanco. Las malas lenguas llegaron a decir que lo llevaba embadurnado de cocaína, y que al pasárselo por la cara esnifaba un poco. Es parte de la falsedad de los mitos. Simplemente sudaba mucho y lo necesitaba.
Cantar palabras sin sentido ("scat")
Sus imitadores aún hoy tiemblan al escuchar su "scat", una forma de emitir sonidos inarticulados, en vez de cantar que, se dice, comenzó a hacer el 26 de febrero de 1926.
Su apodo ("Satchmo")
Uno de los sobrenombres por el cual era conocido fué "Satchmo" el cual surge de una abreviación de Satchelmouth, que describe su forma de embocar la trompeta. Le fue puesto por el director de la revista inglesa Melody Maker, Percy Brooks.
Desde abajo
Nació en 1901 en New Orleans (cuna del jazz). No procedía de una familia musical, era hijo de una prostituta (¿por qué será que muchos de los mejores músicos, de los más creativos, surgen de entornos llenos de miseria, de desesperación, de tristeza?).
Más adelante acabó en un reformatorio para niños abandonados. Su primer contacto con la música tuvo lugar en él, cuando es admitido por buena conducta en la banda musical del reformatorio. Allí, aconsejado por el director musical de la misma, opta por la trompeta entre otros instrumentos.
Un amplio bagaje de grupos
Al salir del reformatorio va a trabajar en los cabarets de Storyville, donde conoce al cornetista King Oliver. De ahí en adelante iría avanzando en su educación musical adquiriendo destreza en su instrumento, sería contratado por la orquesta de Kid Ory y más tarde el entonces prestigioso Fate Marable se lo lleva para tocar con su orquesta que actuaba a diario en los barcos que circulaban por el río Missisippi.
Esos barcos subían por el río hasta Chicago. En ellos iban muchos ciudadanos negros, formando parte de un movimiento migratorio hacia el norte (iban desde New Orleans a Chicago, a buscar trabajo en las zonas más industrializadas del norte).
En el año 1922 se incorpora a la orquesta de King Oliver nuevamente, pero esta vez en la ciudad de Chicago, donde formó parte en la renombrada Creole Jazz Band. En aquella época Chicago era considerada la gran ciudad del jazz, por lo cual fué esa la gran oportunidad de Armstrong para crecer en popularidad como trompetista y donde se le abrieron enormes posibilidades musicales. El mejor director de orquesta afroamericano de ese momento, Fletcher Henderson, le ofrece un contrato para tocar en su banda.
Anécdota en El Vaticano
Cuando ya era famoso, Louis Armstrong viajó al Vaticano: tenía una audiencia con el Papa. Louis había empezado mal la mañana. Le molestaban profundamente las alteraciones de su sistema digestivo y aquel día, precisamente, pese a la infusión de hierbas laxantes que acostumbraba a tomar, no había conseguido que su visita al lavabo del hotel resultase fructífera.
Con su mujer, Lil, y su productor, se dirigió en el coche hacia la cita, en Castelgandolfo, con el Papa, Pío XII.
En Castelgandolfo fueron recibidos por un estirado Cardenal que les condujo a la presencia de Pío XII y les sirvió de traductor. La audiencia transcurría en términos normales cuando Pío XII, que poco sabía de la vida de Armstrong, preguntó a la pareja si tenían hijos.
- No, Su Santidad –respondió Louis- pero lo pasamos muy bien intentándolo.
Pío XII aguantó la risotada, y el Cardenal estirado anunció el final de la audiencia.
Hasta aquí, la anécdota es bastante conocida pero la historia tiene su continuación.
Cuando iban a salir de la residencia del Papa, a Pops le llegó el apretón. Sus acompañantes sugirieron salir de allí y solucionar el problema en otro lado… pero Louis, con su característica naturalidad, insistió en solucionar la cuestión en el acto y comenzó a buscar, entre todas aquellas puertas (imaginad cómo debe ser la residencia de un Papa), alguna que diese a un cuarto de baño.
Tras varias pruebas, Louis Armstrong desapareció en una estancia para volver a aparecer al cabo de un rato, obviamente reconfortado; sonrió a sus acompañantes, con esa sonrisa suya que a todos nos reconforta, y dijo a su mujer algo como:
- Ven, Lil ¿Quieres ver el w.c. del Papa? Hay columnas…