Os presento en este post el artículo que escribí para el sexto número de la revista LA caja de Pandora - Revista (sub)cultural de cine y otras artes - que fue publicado el pasado 1 de julio. La revista completa la podéis descargar desde el blog La Caja de Pandora Magazine.
Como no podría ser de otra manera mi artículo está relacionado con la música y, en concreto, con el compositor John Cage.
¿PUEDE LA GENIALIDAD CONSIDERARSE POLÍTICAMENTE INCORRECTA?
No hace demasiado tiempo leía un
artículo de periódico por internet en el cual definían la música del compositor
norteamericano John Cage (1912-1992)
como “lo que constituye sin duda la expresión máxima de la degeneración
nihilista en el ámbito musical”. En dicho artículo hacían referencia también a
la obra 4’ 33” de Cage (pieza
dedicada al silencio) con el apelativo “la cosa” y nombraban a Marcel Duchamp (desde mi punto de vista
otro gran genio revolucionario) como “el otro gran vándalo”.
Cuando de arte se trata es difícil
hablar de un autor si se desconoce la mayoría de su obra o nos quedamos
simplemente con algunas de las anécdotas que se cuentan de la vida del artista.
También hay que saber ver el arte con los ojos de la época en que se desarrolla
y en el contexto en el que tiene lugar. Con esto no quiero decir que en el
siglo XXI no se deban componer obras tonales y melódicas que nos emocionen
porque eso ya lo han hecho los grandes maestros en los siglos anteriores, por
supuesto que es muy lícito y tiene mucho valor.
Mi posición es que hay que ser
tolerante con las diversas percepciones que del arte, y en concreto de la
música, se tienen. La riqueza precisamente está en la variedad y en la
infinidad de obras tan opuestas que puedan existir en la actualidad o han
existido en el pasado. No creo que se trate de hacer “lo que está de moda”, más
bien es cuestión de crear lo que realmente deseamos sin juzgar si será correcto
o incorrecto, simplemente ES. Ya se nos juzgará bastante a posteriori por los
intolerantes que no transigen y ven el arte desde una perspectiva cerrada que
se restringe a una única manera de percibir.
Un ejemplo de comprensión hacia el
contexto de las obras que se componen podría ser la música que surgió en la Alemania
de la posguerra, con técnicas compositivas totalmente contrarias a las que se
habían utilizado hasta el momento (el dodecafonismo, la atonalidad, el
serialismo integral…). Los compositores (algunos judíos y otros muchos
exiliados) quisieron hacer tabula rasa y
renunciaron completamente a la tradición y a la música del pasado. Sin embargo,
este hecho tiene mucho sentido si lo relacionamos con el sufrimiento que se
desprende de una situación hostil de guerra, mientras que tal vez no se
entendería si tratáramos de explicar una ruptura tan grande en el campo musical
apartada de su entorno histórico.
En el caso de la música del siglo XXI
es un disparate excluir o no querer aceptar el uso de la tecnología en las
obras que se componen, es normal que en la era del boom tecnológico no se pasen por alto las posibilidades que la
tecnología ofrece en el terreno musical. Es cuestión de querer ver la realidad
y abrir nuestra mente a un mundo repleto de sensaciones y continuas impresiones
que van acordes con el universo frenético que nos rodea. Nos puede agobiar más
o menos la velocidad con la que la ciencia y la tecnología avanza pero EXISTE
(para bien o para mal) y no se puede ocultar.
Respecto a John Cage habría que saber
que, además de compositor, fue instrumentista, teórico musical, poeta, pintor,
artista, filósofo, aficionado a la micología y recolector de setas
estadounidenses. Es conocido, sobre todo, por su obra 4’ 33”, estructurada en tres movimientos que se interpretan sin
tocar una sola nota. Otra de sus facetas conocidas es que escribió muchas obras
para piano preparado (un piano común
que ha sido modificado mediante el agregado de diversos objetos con la
finalidad de modificar su sonido).
Como decía, a John Cage se le conoce
principalmente por una obra en la que realiza un estudio sobre el silencio y
muchos la interpretan como una tomadura de pelo y por esas obras para piano
preparado que al fin y al cabo suenan como un piano de juguete. No obstante,
dicho así (como muchos lo expresan) la música de Cage carece de interés y
seguramente debe ser un auténtico bodrio. Pero no nos quedemos en “debe ser”,
escuchemos su música para comprobar que no vale nada. Puede pasar que alguien
nos hable de autores desconocidos para nosotros y nos creamos lo que nos dice (desde
su punto de vista subjetivo) hasta el punto de crearnos una opinión muy alejada
de lo que pensaríamos realmente si escucháramos toda su música e indagáramos
más en el contexto que rodea al compositor en cuestión. Si yo no conociera nada
de la música de John Cage y solamente supiera de su existencia por el artículo
de periódico que nombraba al principio de esta reseña seguro que pensaría que
es un personaje sin principios que engaña al oyente (aunque seguramente me
picaría la curiosidad e investigaría un poco más al respecto), sin embargo,
pienso todo lo contrario.
La obra para piano de Cage es
verdaderamente interesante y de una enorme sensibilidad, solo hay que escuchar
las piezas In a landscape y Dream (ambas de 1948) para piano solo
para darse cuenta de que John Cage amaba la música y no intentaba destruirla.
También es interesante conocer a fondo sus libros Escritos al oído y Silencio,
en los cuales quiere dejar bien claro que “cada uno de nosotros debería ser él
mismo” y, si algo hay que agradecerle a J. Cage es que fuera él mismo durante
toda su vida.
Es indudable que John Cage fue uno de
los compositores más influyentes del siglo XX pero, además, tuvo mucho que ver
en el desarrollo de la danza moderna a través de su asociación con el
coreógrafo Merce Cunningham, quien
fue su compañero sentimental la mayor parte de su vida.
El azar y la aleatoriedad fueron
elementos claves en su música, con obras representativas como Music of changes (1951). En este sentido,
Cage lo que pretendía era involucrar al oyente en una forma de expresión
abandonada al azar. De este modo, Cage
entiende que ninguna opinión personal del artista altera la obra, por eso el
afirma que “para componer de esta manera es necesario que el artista aniquile
su ego, ocasionando de esta manera que las obras se vuelvan menos expresivas con el fin de que las
emociones surjan no de ellas, sino de la gente que las escucha”. Surge así
también su interés por el concepto de “obra abierta”, que niega la idea
tradicional de obra de arte como organismo acabado y autosuficiente. Y, cómo
no, en el año 1952, aparece lo que se considera el primer happening, en el que sucedieron hechos simultáneos: David Tudor
interpretaba piezas al piano, Merce Cunningham improvisaba danza, Robert Olsen
recitaba poesía, Robert Rausemberg ponía discos en un fonógrafo, mientras sus
pinturas blancas compartían el techo con proyecciones de imágenes y al mismo
tiempo John Cage daba una conferencia sobre zen subido en una escalera durante
los 45 minutos que duraba el happening.
“La palabra experimental es válida, siempre que se entienda no como la
descripción de un acto que luego será
juzgado en términos de éxito o fracaso, sino simplemente como un acto
cuyo resultado es desconocido”. – John
Cage
John Cage nos enseña que no existe
distinción entre vida y arte, por eso él decía: “Estamos llevando el arte a los
museos, sacándolo de nuestras vidas”. “El arte es una especie de estación
experimental en la que ponemos a prueba la vida”. Es, por tanto, la música para
Cage una actitud ante la vida.
"La utilidad de la inutilidad del arte es una buena noticia para los artistas. Porque el arte no sirve a ningún propósito material. Tiene que ver con el cambio de las mentes y los espíritus... Es hora de dar un concierto de música moderna en África. El cambio no es perturbador. Es alentador." John Cage.
¿No es realmente hermoso sentir que la música está en cada suceso de nuestra cotidianeidad? Nuestro entorno está repleto de sonidos bellos, solo hay que pararse a escuchar para disfrutar del concierto de la vida.
"La utilidad de la inutilidad del arte es una buena noticia para los artistas. Porque el arte no sirve a ningún propósito material. Tiene que ver con el cambio de las mentes y los espíritus... Es hora de dar un concierto de música moderna en África. El cambio no es perturbador. Es alentador." John Cage.
¿No es realmente hermoso sentir que la música está en cada suceso de nuestra cotidianeidad? Nuestro entorno está repleto de sonidos bellos, solo hay que pararse a escuchar para disfrutar del concierto de la vida.
4 comentarios:
Que articulo tan interesante, de Cage se habla muchas veces aunque en ocasiones no para bien, es lo que dices en el articulo, la gente oye hablar mal de él y ya nunca le prestará atención, eso ha pasado pero tu lo conoces bien y lo has demostrado
Hola Mucipa,:-)
Paso casi de puntillas para agradecerte que te acuerdes del apartamento y ¡ con éste calor!. Pasaré más despacio para leerte. Siempre un placer.
Un beso guapa
Boris:
En el caso de Cage hacer caso sólo a las anécdotas de su obra y tener prejuicios nos hace quedarnos en la superficie de un compositor realmente interesante con una filosofía musical muy amplia y con una mentalidad abierta que muchos músicos del siglo XXI todavía no poseen.
Su obra no tiene desperdicio y es interesante indagar un poco y conocerla en profundidad.
abril en paris:
El placer es mío, sabes que tu espacio me resulta siempre agradable y me encanta leerte y saludarte siempre que puedo.
Un abrazo veraniego.
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