De niña me hicieron leer “L’étranger”, de Albert Camus.
Creo que fue en 1º de BUP. Lo que recuerdo es que el libro era muy difícil para
mis catorce años, no entendía nada. Probablemente porque la asignatura de
francés era la que menos me gustaba de todas (por lo poco que me enteraba y lo
mal que me caía la monja que lo enseñaba).
La verdad es que hice trampas. Mi madre tenía el libro en castellano, así
que lo leí para poder responder a las preguntas del trabajo que debía entregar.
Aún así, apenas si pillé algo. Definitivamente, era un libro mú
complicao.
Albert, majo, que la
monja se pasó tres pueblos.
De mayor, con unos 30 años, lo volví a leer. En francés (olé tú). Y oye,
que el libro no estaba mal. De mi primera lectura recordaba vagamente una playa
y a Fernandel (desde entonces me dio mal rollo, fíjate), pero al retomarlo
(por segunda tercera vez) le encontré algo más de sentido. Ahí
había una historia de desesperanza, de vacío existencial, de falta de valores…
ahí había algo. Y lo disfruté.
He terminado mi lectura (ooootra vez, caramba, soy insistente) hace un par
de días, y me ha dejado un sabor áspero en la boca.
Yo no entiendo de filosofía, me agobian un poco los que saben tanto que al
final sus opiniones son más importantes que la obra que están comentando (que
nadie se sienta atacado, que no me refiero a nadie concreto). Yo solamente sé
que me gusta leer, y más releer, porque cada vez que retomo un libro, lo veo
con ojos nuevos. Mi opinión es de ir por casa, y no debe influir sobre nadie
absolutamente, porque es tan poco válida como la de cualquiera. Esto es, más
que nada, un aviso :-D
Este pajarito también
tiene algo que decir...
Para empezar, el título. En francés es “L’Étranger”, que
podemos traducir como “extranjero”, pero también
como “extraño”. Y me inclino a pensar que Camus preferiría esta otra
versión…
La historia arranca con el entierro de la madre de Meursault, el
protagonista, un hombre apático y de grisáceo carácter. Sin que este
acontecimiento influya en su estado de ánimo, continúa su vida con toda
normalidad. Por un casual, y sin que parezca premeditado, acaba matando a un
hombre, motivo por el cual será juzgado y condenado. Sin embargo, las
apariencias muestran que más que por el asesinato, se le juzga por la frialdad
con la que se enfrentó a la pérdida de la madre. Todo en el juicio es bastante
absurdo, en realidad.
El personaje es anodino, sin ambiciones, sin sueños, sin ganas de nada,
durante toda la novela nos va repitiendo la sensación de aburrimiento y hastío
que siente ante las cosas más cotidianas o incluso ante lo más terrible, como
puede ser su propio juicio y posterior condena.
Le son indiferentes la muerte de su madre, el amor de una mujer, la
posibilidad de obtener un empleo mejor con posibilidades de viajar… esa misma
indiferencia es la que le hace matar. Nada tiene importancia.
Creo que el protagonista es una persona que carece totalmente de empatía y
de capacidad de arrepentimiento, apenas tiene apegos con nadie y le son
indiferentes los sentimientos de los demás (¿no son características típicas de
los psicópatas?), y a pesar del miedo lógico que siente ante una muerte segura,
en el fondo reconoce que no le va tan mal (incluso en los últimos días de su
vida) y cree que es, de algún modo, feliz. Esta felicidad es debida a que se
siente en comunión con la Naturaleza, que es tan indiferente a todo como él
mismo, que acepta lo que tenga que venir, sea lo que sea.
Ateo hasta el fin, piensa que la vida no vale la pena y que, después de
todo, la certeza de lo divino no existe, en cambio él está muy seguro de sí como
individuo al margen de la sociedad.
Marcelo Mastroianni
interpretó a Meursault
en la película de
Visconti de 1967
La indiferencia que muestra Meursault hacia el mundo en general no nos deja
indiferentes como lectores, al contrario, es angustiosa. Una muestra de
existencialismo ambientado en Argel y Marengo (Argelia). Hasta el
nombre de esta ciudad apela al color gris…