El pasado sábado, Irene, nuestra vecina, hizo
su primera comunión. Con mucho tiempo de antelación, su madre me pidió que le
diera ideas para hacer alguna tarta o dulces para la comunión de su hija y yo
enseguida me ofrecí voluntaria: no te preocupes yo te preparo una tarta y unas
galletas y así nos olvidamos de buscar un regalo. Nos venía muy bien.
Ya me conocéis. Si me ponen ese reto en las
manos y además con mucho tiempo por delante….. la tarta y las galletas se
convirtieron en esta mesa que estáis viendo….
Yo he preparado casi todos los dulces y
Paloma, mi hermana ha hecho todas las manualidades. Un trabajo de locos, pero
cuando se hace por gusto…..
Con tiempo, le preguntamos a la madre de
Irene sobre los gustos de la niña y llegamos a la conclusión de que tenía que
ser todo en azules y con detalles propios de la comunión y de una niña. No
quería personajes famosos, quería una primera comunión.
Cuando planteamos los dulces que íbamos a
preparar y como los íbamos a presentar, decidimos que tenían que ser cosas muy
diferentes unas de otras, presentadas en soportes muy distintos y que tuvieran
como denominador común el color azul y azul turquesa en todas sus gamas y las
flores, las mariposas y la paloma de la paz como detalles. El color blanco,
sería el contraste para todo ello.
Empezamos con unos vasos de yogurt líquido de
fresa, teñido de turquesa. La decoración de los vasos la preparó Paloma con
diferentes “tapes” y con el nombre de la niña y la fecha de la comunión, para
identificar bien el evento.
Los vasos de yogurt los pusimos sobre unas
bandejas blancas, cubiertas con unas blondas hechas con cartulinas azules y
perforadores de bordes.
En el centro pusimos los recordatorios, con
el nombre y la fecha.
Paloma hizo tres modelos diferentes, con los
mismos detalles que los dulces.
También preparamos unas cajitas de palomitas
y encontramos unos pitufos de caramelo, picantes, que cuadraban perfectamente
con el conjunto. Los pinchamos sobre unos bloques de corcho verde, forrados con
papel charol.
Las palomitas nos las preparó Conchi,
propietaria de la tienda de chuches que hay en nuestra calle, en la misma acera que nuestra casa, que las
hizo a última hora, para que estuvieran bien crujientes.
Las cajitas están hechas con una cartulina
reversible muy gruesa, la mitad por el fondo azul y la otra mitad por el fondo
blanco. Y superpuestas las pegatinas con el nombre y la fecha. Las cajitas
también van sobre unas bandejas con blonda.
Preparamos unos cakepops, hechos con un
bizcocho de chocolate y cubiertos de “Candy melts” azules y blancos. Para
decorarlos, unos cuantos tips de azúcar, bolitas diferentes, blancas y azules.
Cada cakepop va envuelto en su funda de
celofán y cerrado con un lacito blanco.
Y todos van pinchados sobre bloques de espuma
verde forrados y dentro de cajitas de madera (de las de fresas…. todo el día
buscando en las fruterías..), pintadas y decoradas con mariposas y detalles en
azul.
Las mesas también las decoramos de guirnaldas
hechas con papeles de dibujos, todos sobre tonos azules.
Como recuerdo de la comunión le preparamos
unas galletas, que las presentamos también en una caja de madera pintada en
blanco, en este caso de melocotones….
Las galletas eran crucifijos con la paloma de
la paz, envueltas en celofán y con la etiqueta correspondiente.
Unos días antes de la fecha de la comunión,
preparamos flores, palomitas y mariposas sin control…. no sabíamos muy bien como iba a ser
la tarta, pero hicimos muchas flores diferentes, para poder elegir. Las flores
son de pasta de azúcar coloreada.
Los cupcakes están hechos con la receta de
los Red Velvet Cupcakes, pero teñidos en turquesa.
Y decorados con fondant blanco texturizado y cada
uno, adornado con una mariposa y tres florecillas.
El resto de las flores, mariposas y palomas
de la paz, las pusimos en la tarta. Según fue surgiendo. La tarta es un
bizcocho “Victoria Sponge”, rellenado con buttercream de chocolate y mermelada
de frambuesa. El bizcocho del piso de arriba además, iba teñido en azul.
La tarta la pusimos sobre una caja de cartón
forrada, para darle altura. Y completamos la mesa con unos boles de cristal
llenos de nubes blancas y azules y dos vasos altos llenos de bolas de chicle,
también azules.
Bueno, como podéis comprobar, ha sido mucho
trabajo, muchas vueltas a la cabeza, decidiendo qué íbamos a poner y que no,
pero es que según decidíamos una cosa, se nos ocurría otra y aunque no os lo creáis,
nos controlamos bastante…
La verdad es que esta comunión nos ha servido
de excusa para hacer cosas que estábamos deseando, y al final, todo el trabajo
ha merecido la pena, porque la cara que pusieron Irene y toda su familia,
cuando lo vieron, ha compensado cualquier esfuerzo.
Me alegro de que lo pasaran bien y me quedo
con el agradecimiento de todos ellos. Sé que Irene no lo va a olvidar.
(¿Os habéis dado cuenta de cómo domino los términos de los ingredientes y las técnicas de todo este mundo de la repostería decorada? Yo misma me he asustado al redactar la entrada, qué repollo!!.....jajjajajaja.... os animo a todos a probar, resulta muy satisfactorio, de verdad.)