VIENTOS
HURACANADOS
Me acerco al río más ancho del mundo y mientras
diviso
lejana la tormenta, vientos huracanados del
norte,
mezclan en apariencia todas mis ideas.
Viento de los locos te llaman, porque vas y
vienes
en todas direcciones.
Levantas mis vestidos y sospecho la escena de
amor contigo,
donde nacen hijos que vuelan hacia el cielo.
Miro a mi alrededor las hojas caídas,
mueves de los árboles altos, la copa entera y
hasta las
raíces deben sentir tus vibraciones.
Camino lentamente gozando al verte danzar tu
danza.
Mi cuerpo moviéndose por tu furia, estremece las
ansias.
Como un huracán, tiras abajo lo más endeble, lo
flojo,
lo que ya no sirve, y te alzas para seguir
viajando.
No tienes ningún miedo.
Tu altivez hamaca mis sueños y no quiero verte
partir.
Sería capaz de quedarme atada a esa intemperie.
Tierra tenaz donde sospechan los visitantes.
Geografía que das vuelta al vacío de las formas
sobre la
rivera.
Se alegran las aguas cuando te acercas, ciego,
exacto,
soberbio sobre las superficies.
Vientos huracanados, siembras en mis alrededores
tu
Explosiva carga húmeda, tu niebla, tu oleaje
implacable.
Mientras tanto, aguardo las voces que vendrán con
la
tormenta, y negras alturas no te detendrán.
A todo lo llevas por delante viento, el humo de
algún
pastizal recién prendido, se aviva con tu brisa,
y el paraíso es ese tiempo sin derrotas.
Con el último rayo de luz, celebro el crepitar de
tu trans-
parencia, muevo mis cabellos con el aire que
amontonas,
y quiero que termines esta danza macabra,
para volver a casa y mirar a lo lejos las
distancias.
Ni siquiera recogí una palabra.
Sombras donde los pájaros ya no están.
Secretos del viento conversando conmigo en esta
tarde
gris, para que los hombres levanten su cansancio.
Adonde llegarán las huellas lejanas que te
acompañan
Hasta el río me pertenece cuando llegan los
huracanados
vientos del norte sobre mi piel felina.
Una frescura de mar desciende empecinadamente
sobre el asfalto, arremolina lo muerto.
Esta noche, no existirá en el bosque, será toda
del viento.
Despiertan los recuerdos, y es este aire de
silencios,
leve caricia detenida.
Vuelve, que asombraremos al miedo de los débiles,
y alguna gaviota volará nuestro cielo.
Alborotado decir del balanceo, entras al corazón,
para devolverle al viento tus palabras,
sosteniendo el desamparo del aire fresco.
Vientos que hablan conmigo.
Vientos del silencio.
Vientos de luz.
Extraña terquedad de los huracanados vientos.
Hoy no levantaré las velas,
aguardaré en la amarra tus ensueños.
LUCIA SERRANO (del libro "CARAMELO"