La grandeza de un poeta, de un
visionario o profeta, reside más claramente en
sus grandes intentos, que en sus
pequeños logros.
El intento del poeta es grandioso y no
siempre alcanzable, salto sobre el río cuyo puente ha sido quebrado, pero cuyas
orillas estarán siempre a la misma distancia.
El poeta es la encarnación viva de la
palabra y se dirije allí donde olvido y memoria, arden en la misma hoguera de
nuestro corazón.
El poeta roza los abismos del origen,
poseedor de lo que nunca será suyo y sin embargo, deberá transmitir, un
inevitable.
Al escribir todo se torna
espontáneamente un recuerdo.
Es el lenguaje quien habla.
La humanidad que el hombre produce en
la escritura, no está en el hombre.
La escritura excede a todo hombre y la
poesía es un canal de su luz.
Hay en las letras, un misterio para el
poeta: “¡Musa, intenta decirles a los mortales lo que sabes!”
Rumi dijo una vez: “Un pájaro que
vuela hacia arriba, no alcanza los cielos, pero se eleva por encima de los
techos y así escapa”
Nosotros iremos por los más bellos
ríos y con el tiempo nos animaremos a los grandes océanos.
LUCIA SERRANO