(La foto es de Facebook/Jorge Coscia y la sacamos del blog de Lucas)
Juan es un amigo. Y, hace poco, creo que descubrió que es un Kumpa, en el sentido de esa máxima popular que afirma que todos somos peronistas, el tema es cuando nos damos cuenta, o algo así. Lo que podríamos transformar en un
todos somos un poco kirchneristas, la cuestión pasa por empezar a militarlo.
De hecho, Juan la está militanto en la
JPV hace un tiempito.
Juan es profesor de Lengua y tiene una biblioteca que envidio. Siempre que voy a su casa, me quedo un rato ahí en el hall de entrada, donde están esos estantes llenos de libros. Se los afanaría si no fueran de él. Soy muy hijo de puta con los libros: no presto ninguno, y me cuesta devolver los que me prestan.
A Juan lo conocí gracias a Pablo; el Gordo es un grosso. Otro peronista. Creo que Kirchnerista, pero no puede hacerlo muy explícito para no pelearse con Cristina, su mamá, que es duhaldista. Bah, me da esa impresión. Cris es una persona impresionante: para mí fue como una mamá (pablo es mi hermano a pesar de que en el último año y medio nos vimos poco...o nada en realidad. No conozco personalmente a su hijo, Bruno, que nació en ese tiempo y es igual a él. Soy muy gil.) en los días oscuros de mi inicio de camino en La Plata. Me dieron contención y hasta comida, cuando no tenía. Y trabajo, alguna vez: en el centro de cómputos de una básica de Chiche Duhalde cuando fueron las legislativas de 2005. Fue un baile: Cristina la vapuleó a Chiche.
Bueno, la cuestión es que Juan, el protagonista de este posteo, es amigo de Pablo desde la infancia y yo lo conocí gracias a eso. Siempre era lo mismo: nos juntábamos a escaviar y a fumar y a hablar. Hablar mucho: de esos libros, por ejemplo. De política, algo. Algo suelto por ahí...no te olvides que éramos herederos de los 90 vaciadores y vacíos. Pero también somos herederos del 2001...
La cuestión política empezó a tomar forma más acá en el tiempo: entre las birras y el faso y la guitarra aparecían los debates políticos en un ámbito delicioso: Juan vivía, en ese tiempo, con Martin y Nico, ambos pibes zarpados de queribles. Pero gorilones. Sobre todo Tincho (sos grosso igual, Marto!). Pablo y yo traíamos desde afuera una tonada más peronista. Y Juan en el medio.
La cosa se puso espesa en 2008: el conflicto entre el Gobierno y las cámaras patronales de los agronegocios generó escisiones bien definidas: Martín, Nico con el grito gauchócrata, yo "oficialista confiscador", el gordo me daba una mano y tengo la sospecha de que Juan estaba con Biolcatti y compañia.
Pero Juan, de a poco, se venía para este lado a medida que las posturas de Martín (que vendría a ser Clarín) se radicalizaban. Pero Juan, como muchos de los que creamos y somos parte de la Juventud Platense para la Victoria (Facebook/Juventud para la Victoria) fuimos rehénes de la espiral del silencio. Entre Marto y Nico, que eran los que vivían con él, y Clarín y TN y los que se habrá tenido que fumar en el trabajo, Juan estaba rodeado.
A medidados del año pasado, plena discusión de la LSCAV, organizábamos con Juan, vía MSN, para juntarnos el sábado: "veníte a tomar algo, y de paso me das una mano con estos dos. Están terribles". Palabras más, palabras menos eso es lo que me dijo Juan. Al final, ese día no dimos la discusión por que no se dio. Martín y Nico se fueron, y el Gordo, Juan y yo nos quedamos casi toda la noche hablando de eso: de la ley de medios, de Kirchner, de los 90, de la oposición. Deshago, que le dicen. La JPV ya estaba armanda y caminando pero Juan, todavía, tenía alguna reticencia a la militancia, a la cosa política. Esa era mi impresión. Pero ahí habia una semilla. Algo había empezado a germinar.
La espiral de silencio se rompió, la batalla por la ley de medios se ganó, la gestión del gobierno apabulló a la oposición, 678 deconstruía las noticias y las metodologías siniestras de su construcción. Y Juan se hizo más explícito. Yo lo veía menos a Juan, pero sus mensajes eran directos. En MSN, en Facebook, en algunas charlas virtuales.
Hasta que, hace un mes y medio, se lo dije: venite, fijate que onda, conocé el lugar, conocenos a nosotros. Juan vino, y se quedó. Encontró un espacio, supongo que de contención. Como muchos otros pibes y pibas tambien encontraron en la JPV un lugar. Diferente al que encontró Juan, quizás, pero un lugar que llenó algún vacío.
Y Juan lloró, en la plaza, como lloramos la mayoría. Y
Juan, el poeta, escribió esto que nos mandó a todos los cumpas de la JPV.
CARIPELAS
Por Juan Griss
¿Y si te grito en la cara que soy feliz,
que cada vez veo más caripelas,
como la mía,
felices?
Caripelas felices por estar cansadas de un día laboral…
Largo tiempo esperaron ese cansancio.
Caripelas felices por estar cansadas de una vida laboral…
Largo tiempo esperaron ese reconocimiento.
Caripelas felices de pibes enojados porque no sale la tabla del seis.
Antes enojados por no saber leer.
Caripelas felices de señoras cargando el changuito con sus hijos y Nestum.
Antes rogando en la vereda que por favor las ayudes tú.
Caripelas felices en las fotos carnet, que ahora trabajan por ese simple papel.
Caripelas felices a más no poder,
que por fin sus abuelas los vuelven a ver.