De puertas para adentro.

 


No se es más por proclamarlo,

no es mejor por exhibirlo,

no es el público ornamento

el que valida tu fondo.


No es la idea de los otros,

ni las fingidas virtudes,

lo que, al final, determina

tu verdadera importancia.


No es lo que llevas contigo

cuando te muestras al mundo.

Es todo lo que me ofreces

cuando te quedas en casa.

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