¿Cuándo surgió su pasión por la música tradicional? Fue en Piñel. Mi madre le cantaba romances y también copla. Cantaba las canciones de moda, pero de vez en cuando salía un romance y yo me ponía a imaginar. Contaban historias con un toque muy infantil, pero con un trasfondo cultural impresionante. Recuerdo que cuando era el santo del profesor en mi pueblo, cada alumno le ofrecía algo, y un año yo le canté el romance de El arriero y los siete ladrones. A partir de ahí, vas escuchando a grupos que aparecen y te gustan, y te vas metiendo en este mundo. En mi caso influyó también bastante mi época en el seminario diocesano, donde llegué en un tiempo de apertura y me encontré con compañeros de clase con los que ocho años después formamos La Bazanca. Fue fundamental el haber nacido en el medio rural y haber tenido la ocasión de conocer los últimos albores de una sociedad en la que todavía existían tradiciones y valores que ahora brillan por su ausencia.
Durante su juventud pasó dos años en la Bretaña francesa ¿Se puede equiparar ya el trabajo en España con el que se realiza en Francia para poner en valor sus tradiciones?
Aquella etapa me ayudó mucho a decidir qué hacer con mi vida. En Francia cada pequeña región tiene un conservatorio de música tradicional. Nos llevan 40 ó 50 años de adelanto en cuanto a organización en ese sentido, se ofrecen con muchísima regularidad cursos sobre instrumentos o sobre canto tradicional, y cuentan con grandes profesionales.
El aspecto pedagógico es uno de los que más le han preocupado a lo largo de su trayectoria. ¿Detecta hoy más interés en las nuevas generaciones? La gente joven tiene ansia de conocer y saber, pero está muy bombardeada, con demasiados estímulos como las pantallitas que yo llamo ‘inhibidoras de creatividad’: la wii, la psp, la televisión o el ordenador mal utilizado. A lo largo de los treinta y pocos años que voy a cumplir en el oficio, me he convencido de que la gente joven está interesada en esto, pero no se les informa. Este tipo de música no se lleva a sus foros y así surge la pescadilla que se muerde la cola. Yo he realizado talleres con alumnos de la ESO, de entre 13 y 16 años, y han estado sin pestañear durante casi dos horas. La música es algo que les interesa, y mucho, pero hay que captar su atención.
¿Qué peculiaridades tiene la música tradicional castellana y leonesa respecto a la de otras comunidades?
Contamos con tres de los instrumentos que más bailes han podido crear desde hace siglos: la gaita de odre, la flauta de tres agujeros y tamboril, y la dulzaina, todos ellos con infinidad de variantes según comarcas. Estamos en una región riquísima en cuanto a instrumentos, en cuanto a rítmica tenemos una variedad extraordinaria, y el repertorio vocal también es increíble. Gran parte de él procede de las tareas del campo, y se adaptaba a la respiración de cada tarea en cuestión, ya que al coger el rebufo se echaba la copla.
¿Corre el riesgo de perderse todo esto? Muchos instrumentos ya se han perdido, y gran parte de las formas y materiales con los que se han elaborado desde hace siglos y milenios dentro de poco sólo quedarán en los manuales.
¿En qué modo pervive la música sefardí?Cada vez más en gente muy mayor, y en algunos de los grupos que la recuperamos, pero desgraciadamente es una música que quedará en eso, en intérpretes, en difusores y en grabaciones de campo o etnográficas, porque el propio idioma va a desaparecer con esas últimas generaciones. Creo que irremisiblemente va a ir remitiendo, por desgracia.
¿Qué peculiaridades tiene?
Es una música de raigambre ibérica. Serafad es la Península Ibérica según la Torah, el Pentateuco hebreo. Tiene raíces de acá, pero tamizadas y filtradas con la música de los lugares que sirvieron de adopción tras la última gran expulsión de los judíos, lo cual le ha producido una riqueza extraordinaria.
¿Qué repertorio abordará en Nueva York? Será un repertorio variado. Sobre todo abunda en canciones de amor y desamor, como Páxaro d’Hermozura, una canción muy popular entra los sefardíes de Oriente que alude al amor que desaparece. Se trata de un tema que ya aparecía en poetas latinos como Catulo y que se sigue manteniendo a lo largo de los siglos. También tocaré alguna pieza semi litúrgica, sobre la consagración de Moisés y cuando recibe las tablas de la ley o temas de la Pascua de Turín. Espero también interpretar dos romances ibéricos extraordinarios, que proceden del norte de Marruecos: La hermana cautiva y otro que se cantaba en bodas de Tetuán y Tánger. La actuación se prolongará en torno a 75 ó 90 minutos en una sala para 300 personas. Va a ser una cosa bonita.
Después de todas las giras que ha realizado en Europa o América ¿Se siente más reconocido en el extranjero que aquí? Absolutamente (silencio). Aquí no se me considera. Fuera sí, sobre todo, gracias a la música sefardí. En los últimos años tengo más trabajo fuera de la Comunidad que aquí, donde si no fuera por las jornadas didácticas apenas habría movimiento. Me gustaría hacer más conciertos sobre música tradicional en Castilla, pero desgraciadamente no tengo oportunidad. Hago lo que creo conveniente, soy independiente eso en tu fuero interno te reconforta y te complace.
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