Papers by Ana-Carolina Gutiérrez-Xivillé
Anuario Filosófico
El presente trabajo es un intento por mostrar que la distinción filosófica entre “ser racional” y... more El presente trabajo es un intento por mostrar que la distinción filosófica entre “ser racional” y “uso de razón” subyace a la posición de Francisco de Vitoria y ofrece el fundamento de legitimidad de su desarrollo político-jurídico. El examen filológico de los textos de las Relectiones y el análisis filosófico-conceptual contextualizado han permitido reconstruir argumentos antropológico-filosóficos, epistemológicos y éticos y explicitar, así, un concepto universal de ser humano que, a su vez, se ha revelado como fundamento de un concepto universal de derecho que concierne a todo ser humano, gracias al cual la propuesta vitoriana alcanzaría aceptación y repercusión global.
L accés als articles a text complet inclosos a RACO és gratuït, però els actes de reproducció, di... more L accés als articles a text complet inclosos a RACO és gratuït, però els actes de reproducció, distribució, comunicació pública o transformació total o parcial estan subjectes a les condicions d ús de cada revista i poden requerir el consentiment exprés i escrit dels ...
3. Dignidad y Respeto. Un intento de fundamentación formal, 2008
Dignidad y Respeto. Un intento de fundamentación formal, 2008
RESUMEN
La complejidad de la sociedad actual –en buena parte debida a los grandes avances de la C... more RESUMEN
La complejidad de la sociedad actual –en buena parte debida a los grandes avances de la Ciencia– conlleva aparentemente una necesidad de relativizar los valores por medio de los que tradicionalmente se ha juzgado y se juzgan modos de proceder o acciones: dichos valores ya no gozan de una autoridad absoluta, pues no sólo nos hallamos en una realidad intercultural, sino que el ámbito de la Ciencia es considerado como axiológicamente neutro. Así pues, debe ser cada cual quien juzgue –según su parecer– qué es bueno o malo para sí. Mas si no hay nada que infunda un respeto sagrado, como la dignidad de las personas donde se fundamentan sus derechos, la consecuencia es “la eutanasia de la moral”.
El objetivo de nuestra comunicación será, justamente, mostrar que:
1) por un lado, si bien los valores tradicionales han perdido su status de guía indiscutible para las tomas de decisiones, dicha pérdida en el caso de algunos de ellos, vg. la dignidad y el respeto, no se debe tanto a su contingencia –por cuanto su origen y vigencia estaban íntimamente ligados a un determinado marco cultural o moral– como a la fundamentación (o falta de la misma) de que fueron objeto;
2) por otro lado, la Ciencia no es axiológicamente neutra, sino que en su elección de fines y medios para dichos fines, la moralidad tiene que jugar –y de hecho juega– un papel fundamental; por ello Kant propuso el Primado de la Razón Práctica.
En el desarrollo del primer punto analizaremos, desde los escritos morales kantianos, la posibilidad de fundamentar formalmente la dignidad humana, así como de ofrecer una definición universalmente válida de la misma, que pueda hacer las veces de pauta objetiva mínima reguladora de las acciones.
En el desarrollo del segundo punto analizaremos el Primado de la Razón Práctica y la necesidad, desde él, de explicitar el concepto de responsabilidad social del científico respecto de los ideales regulativos de la Ilustración y el Progreso.
La presente contribución se propone primeramente poner de manifiesto los principales déficits de ... more La presente contribución se propone primeramente poner de manifiesto los principales déficits de la Democracia como tal, patentes especialmente en la práctica fusión de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, y aquéllos fruto del sistema de partidos, que no permite el voto directo de representantes, pretende compensar el descuido de áreas geográficas poco pobladas por medio de la desigualdad del valor del voto, favorece la alternancia y se basa en la oferta de programas políticos que exclusivamente expresan una voluntad del partido, contingente no sólo por ser del partido, sino también por depender de la dirección histórica de éste –todo lo cual conlleva una elevada abstención–. Consecuentemente, la Democracia no es un sistema garante de los derechos fundamentales, sino generador de leyes y derechos arbitrarios dirigidos a favorecer intereses de grupos sociales concretos, que recurre cada vez más a la contradictoria “discriminación positiva” fomentando la desigualdad y mermando la libertad.
En un segundo momento más constructivo me ocupo 1) de cuál debe ser el objetivo de la política, v.g. crear un sistema representativo de la voluntad general basado en la Justicia que garantice la ilustración del ciudadano, y 2) de cuál debe ser el fundamento último de la política, v.g. la Ética, en cuyos valores universales se fundan los derechos fundamentales de los hombres.
En primer lugar, especialmente con Kant, aunque también Wolff y Ortega muestro que sólo la Constitución del Estado que garantiza la libertad puede conducir a la Ilustración de los ciudadanos; que, si bien la libertad es condición necesaria para la Ilustración, no es condición suficiente para ésta y, por lo tanto, habrá quien voluntariamente no superará su (culpable) minoría de edad; que, por ende, no todos –como pretende la Democracia– piensan, argumentan y deciden representando la voluntad general, haciendo un uso público de la razón; que, con ello, los menores de edad voluntarios entenderán el Estado de Derecho y de Bienestar no como algo vulnerable (fruto de guerras y disputas, que debe ser construido y protegido por todos en la medida de lo posible), sino como un objeto que se posee y sobre el que se dispone a discreción, al que cada cual puede reivindicar sus propias exigencias. Así, defenderé que puede fundamentarse filosóficamente un cierto paternalismo bidireccional que, por un lado, proteja a los menores de edad voluntarios de sí mismos –del mismo modo en que sucede con los menores involuntarios, como niños y discapacitados mentales– y, por otro lado, proteja la unidad del Estado y la tranquilidad pública frente al despotismo de un gobierno basado en voluntades particulares –sean pocas, muchas o la mayoría–, contrarias por definición a la voluntad general.
En segundo lugar, mostraré que el sistema representativo de la voluntad general es el único que trata a los seres racionales como fines en sí mismos y no como meros medios –en lo que se funda la constitución del Estado de Derecho y de Bienestar– y que, por lo tanto, dicho sistema es el único capaz de crear un marco que fomente la dignidad de las personas tanto sensu laxo –en cuanto seres racionales– como sensu stricto –en cuanto seres autónomos, que se determinan a sí mismos por medio de una ley propia con validez universal–.
Ciertamente, la Democracia ha proporcionado un marco pacífico generador de la clase media mayor y mejor acomodada de la Historia. Con todo, sus déficits inherentes insalvables la convierten en un sistema caduco, que a menudo ha desembocado en dictaduras (Alemania) y guerras civiles (España). Recuperar la crítica Ilustrada nos permitiría, sin revoluciones, modificar el sistema y salvaguardar las innumerables ventajas que nos ha proporcionado.
Thesis Chapters by Ana-Carolina Gutiérrez-Xivillé
Conference Presentations by Ana-Carolina Gutiérrez-Xivillé
Nicht selten liegt der Interpretation der Schriften Kants die Maxime zugrunde, dass sich in ihnen... more Nicht selten liegt der Interpretation der Schriften Kants die Maxime zugrunde, dass sich in ihnen eine kontinuierliche Entwicklung eines einheitlichen und kohärenten Systems der Philosophie vollzieht. Lediglich die mit dem Erscheinen der ersten Auflage der Kritik der rei-
Abstract
La lectura de la Fundamentación a la Metafísica de las costumbres nos plantea distintas ... more Abstract
La lectura de la Fundamentación a la Metafísica de las costumbres nos plantea distintas preguntas para las que Kant aparentemente no ofrece una respuesta o, de hacerlo, ésta no es clara:
La actividad de una voluntad pura (divina, santa) es objetivamente moral, pero en cuanto absolutamente determinada por la ley moral, ¿cabe decir que lo sea también subjetivamente? ¿A través de qué llegan a ser morales las acciones de los seres racionales: de su cualidad, esto es, racionales, o de la posibilidad de obedecer u oponerse a la ley moral? ¿En qué sentido tenemos que hablar de “moral”, objetivo o subjetivo? Por otro lado, al niño que nos pregunta: “¿Por qué tengo que hacer X?”, ¿debemos responderle: “Porque es un deber”, o existen otros argumentos por los que podemos explicarle por qué tiene que ser moral? ¿Hasta qué punto, pues, podemos considerar absurda una pregunta que nos hacemos desde niños y que el mismo Kant, al final de su Grundlegung, se formula?
La búsqueda de respuestas para estas preguntas nos conducirá al objetivo de nuestra comunicación: mostrar, por medio del análisis del texto kantiano, por qué la pregunta inicial genera controversias, así como no sólo la insuficiencia de una respuesta afirmativa, sino la necesidad de una respuesta negativa: la pregunta por el sometimiento a la ley moral es expresión de la libertad y, por tanto, constituye el origen de la moralidad. No puede, pues, ser un absurdo.
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La complejidad de la sociedad actual –en buena parte debida a los grandes avances de la Ciencia– conlleva aparentemente una necesidad de relativizar los valores por medio de los que tradicionalmente se ha juzgado y se juzgan modos de proceder o acciones: dichos valores ya no gozan de una autoridad absoluta, pues no sólo nos hallamos en una realidad intercultural, sino que el ámbito de la Ciencia es considerado como axiológicamente neutro. Así pues, debe ser cada cual quien juzgue –según su parecer– qué es bueno o malo para sí. Mas si no hay nada que infunda un respeto sagrado, como la dignidad de las personas donde se fundamentan sus derechos, la consecuencia es “la eutanasia de la moral”.
El objetivo de nuestra comunicación será, justamente, mostrar que:
1) por un lado, si bien los valores tradicionales han perdido su status de guía indiscutible para las tomas de decisiones, dicha pérdida en el caso de algunos de ellos, vg. la dignidad y el respeto, no se debe tanto a su contingencia –por cuanto su origen y vigencia estaban íntimamente ligados a un determinado marco cultural o moral– como a la fundamentación (o falta de la misma) de que fueron objeto;
2) por otro lado, la Ciencia no es axiológicamente neutra, sino que en su elección de fines y medios para dichos fines, la moralidad tiene que jugar –y de hecho juega– un papel fundamental; por ello Kant propuso el Primado de la Razón Práctica.
En el desarrollo del primer punto analizaremos, desde los escritos morales kantianos, la posibilidad de fundamentar formalmente la dignidad humana, así como de ofrecer una definición universalmente válida de la misma, que pueda hacer las veces de pauta objetiva mínima reguladora de las acciones.
En el desarrollo del segundo punto analizaremos el Primado de la Razón Práctica y la necesidad, desde él, de explicitar el concepto de responsabilidad social del científico respecto de los ideales regulativos de la Ilustración y el Progreso.
En un segundo momento más constructivo me ocupo 1) de cuál debe ser el objetivo de la política, v.g. crear un sistema representativo de la voluntad general basado en la Justicia que garantice la ilustración del ciudadano, y 2) de cuál debe ser el fundamento último de la política, v.g. la Ética, en cuyos valores universales se fundan los derechos fundamentales de los hombres.
En primer lugar, especialmente con Kant, aunque también Wolff y Ortega muestro que sólo la Constitución del Estado que garantiza la libertad puede conducir a la Ilustración de los ciudadanos; que, si bien la libertad es condición necesaria para la Ilustración, no es condición suficiente para ésta y, por lo tanto, habrá quien voluntariamente no superará su (culpable) minoría de edad; que, por ende, no todos –como pretende la Democracia– piensan, argumentan y deciden representando la voluntad general, haciendo un uso público de la razón; que, con ello, los menores de edad voluntarios entenderán el Estado de Derecho y de Bienestar no como algo vulnerable (fruto de guerras y disputas, que debe ser construido y protegido por todos en la medida de lo posible), sino como un objeto que se posee y sobre el que se dispone a discreción, al que cada cual puede reivindicar sus propias exigencias. Así, defenderé que puede fundamentarse filosóficamente un cierto paternalismo bidireccional que, por un lado, proteja a los menores de edad voluntarios de sí mismos –del mismo modo en que sucede con los menores involuntarios, como niños y discapacitados mentales– y, por otro lado, proteja la unidad del Estado y la tranquilidad pública frente al despotismo de un gobierno basado en voluntades particulares –sean pocas, muchas o la mayoría–, contrarias por definición a la voluntad general.
En segundo lugar, mostraré que el sistema representativo de la voluntad general es el único que trata a los seres racionales como fines en sí mismos y no como meros medios –en lo que se funda la constitución del Estado de Derecho y de Bienestar– y que, por lo tanto, dicho sistema es el único capaz de crear un marco que fomente la dignidad de las personas tanto sensu laxo –en cuanto seres racionales– como sensu stricto –en cuanto seres autónomos, que se determinan a sí mismos por medio de una ley propia con validez universal–.
Ciertamente, la Democracia ha proporcionado un marco pacífico generador de la clase media mayor y mejor acomodada de la Historia. Con todo, sus déficits inherentes insalvables la convierten en un sistema caduco, que a menudo ha desembocado en dictaduras (Alemania) y guerras civiles (España). Recuperar la crítica Ilustrada nos permitiría, sin revoluciones, modificar el sistema y salvaguardar las innumerables ventajas que nos ha proporcionado.
Thesis Chapters by Ana-Carolina Gutiérrez-Xivillé
Conference Presentations by Ana-Carolina Gutiérrez-Xivillé
La lectura de la Fundamentación a la Metafísica de las costumbres nos plantea distintas preguntas para las que Kant aparentemente no ofrece una respuesta o, de hacerlo, ésta no es clara:
La actividad de una voluntad pura (divina, santa) es objetivamente moral, pero en cuanto absolutamente determinada por la ley moral, ¿cabe decir que lo sea también subjetivamente? ¿A través de qué llegan a ser morales las acciones de los seres racionales: de su cualidad, esto es, racionales, o de la posibilidad de obedecer u oponerse a la ley moral? ¿En qué sentido tenemos que hablar de “moral”, objetivo o subjetivo? Por otro lado, al niño que nos pregunta: “¿Por qué tengo que hacer X?”, ¿debemos responderle: “Porque es un deber”, o existen otros argumentos por los que podemos explicarle por qué tiene que ser moral? ¿Hasta qué punto, pues, podemos considerar absurda una pregunta que nos hacemos desde niños y que el mismo Kant, al final de su Grundlegung, se formula?
La búsqueda de respuestas para estas preguntas nos conducirá al objetivo de nuestra comunicación: mostrar, por medio del análisis del texto kantiano, por qué la pregunta inicial genera controversias, así como no sólo la insuficiencia de una respuesta afirmativa, sino la necesidad de una respuesta negativa: la pregunta por el sometimiento a la ley moral es expresión de la libertad y, por tanto, constituye el origen de la moralidad. No puede, pues, ser un absurdo.
La complejidad de la sociedad actual –en buena parte debida a los grandes avances de la Ciencia– conlleva aparentemente una necesidad de relativizar los valores por medio de los que tradicionalmente se ha juzgado y se juzgan modos de proceder o acciones: dichos valores ya no gozan de una autoridad absoluta, pues no sólo nos hallamos en una realidad intercultural, sino que el ámbito de la Ciencia es considerado como axiológicamente neutro. Así pues, debe ser cada cual quien juzgue –según su parecer– qué es bueno o malo para sí. Mas si no hay nada que infunda un respeto sagrado, como la dignidad de las personas donde se fundamentan sus derechos, la consecuencia es “la eutanasia de la moral”.
El objetivo de nuestra comunicación será, justamente, mostrar que:
1) por un lado, si bien los valores tradicionales han perdido su status de guía indiscutible para las tomas de decisiones, dicha pérdida en el caso de algunos de ellos, vg. la dignidad y el respeto, no se debe tanto a su contingencia –por cuanto su origen y vigencia estaban íntimamente ligados a un determinado marco cultural o moral– como a la fundamentación (o falta de la misma) de que fueron objeto;
2) por otro lado, la Ciencia no es axiológicamente neutra, sino que en su elección de fines y medios para dichos fines, la moralidad tiene que jugar –y de hecho juega– un papel fundamental; por ello Kant propuso el Primado de la Razón Práctica.
En el desarrollo del primer punto analizaremos, desde los escritos morales kantianos, la posibilidad de fundamentar formalmente la dignidad humana, así como de ofrecer una definición universalmente válida de la misma, que pueda hacer las veces de pauta objetiva mínima reguladora de las acciones.
En el desarrollo del segundo punto analizaremos el Primado de la Razón Práctica y la necesidad, desde él, de explicitar el concepto de responsabilidad social del científico respecto de los ideales regulativos de la Ilustración y el Progreso.
En un segundo momento más constructivo me ocupo 1) de cuál debe ser el objetivo de la política, v.g. crear un sistema representativo de la voluntad general basado en la Justicia que garantice la ilustración del ciudadano, y 2) de cuál debe ser el fundamento último de la política, v.g. la Ética, en cuyos valores universales se fundan los derechos fundamentales de los hombres.
En primer lugar, especialmente con Kant, aunque también Wolff y Ortega muestro que sólo la Constitución del Estado que garantiza la libertad puede conducir a la Ilustración de los ciudadanos; que, si bien la libertad es condición necesaria para la Ilustración, no es condición suficiente para ésta y, por lo tanto, habrá quien voluntariamente no superará su (culpable) minoría de edad; que, por ende, no todos –como pretende la Democracia– piensan, argumentan y deciden representando la voluntad general, haciendo un uso público de la razón; que, con ello, los menores de edad voluntarios entenderán el Estado de Derecho y de Bienestar no como algo vulnerable (fruto de guerras y disputas, que debe ser construido y protegido por todos en la medida de lo posible), sino como un objeto que se posee y sobre el que se dispone a discreción, al que cada cual puede reivindicar sus propias exigencias. Así, defenderé que puede fundamentarse filosóficamente un cierto paternalismo bidireccional que, por un lado, proteja a los menores de edad voluntarios de sí mismos –del mismo modo en que sucede con los menores involuntarios, como niños y discapacitados mentales– y, por otro lado, proteja la unidad del Estado y la tranquilidad pública frente al despotismo de un gobierno basado en voluntades particulares –sean pocas, muchas o la mayoría–, contrarias por definición a la voluntad general.
En segundo lugar, mostraré que el sistema representativo de la voluntad general es el único que trata a los seres racionales como fines en sí mismos y no como meros medios –en lo que se funda la constitución del Estado de Derecho y de Bienestar– y que, por lo tanto, dicho sistema es el único capaz de crear un marco que fomente la dignidad de las personas tanto sensu laxo –en cuanto seres racionales– como sensu stricto –en cuanto seres autónomos, que se determinan a sí mismos por medio de una ley propia con validez universal–.
Ciertamente, la Democracia ha proporcionado un marco pacífico generador de la clase media mayor y mejor acomodada de la Historia. Con todo, sus déficits inherentes insalvables la convierten en un sistema caduco, que a menudo ha desembocado en dictaduras (Alemania) y guerras civiles (España). Recuperar la crítica Ilustrada nos permitiría, sin revoluciones, modificar el sistema y salvaguardar las innumerables ventajas que nos ha proporcionado.
La lectura de la Fundamentación a la Metafísica de las costumbres nos plantea distintas preguntas para las que Kant aparentemente no ofrece una respuesta o, de hacerlo, ésta no es clara:
La actividad de una voluntad pura (divina, santa) es objetivamente moral, pero en cuanto absolutamente determinada por la ley moral, ¿cabe decir que lo sea también subjetivamente? ¿A través de qué llegan a ser morales las acciones de los seres racionales: de su cualidad, esto es, racionales, o de la posibilidad de obedecer u oponerse a la ley moral? ¿En qué sentido tenemos que hablar de “moral”, objetivo o subjetivo? Por otro lado, al niño que nos pregunta: “¿Por qué tengo que hacer X?”, ¿debemos responderle: “Porque es un deber”, o existen otros argumentos por los que podemos explicarle por qué tiene que ser moral? ¿Hasta qué punto, pues, podemos considerar absurda una pregunta que nos hacemos desde niños y que el mismo Kant, al final de su Grundlegung, se formula?
La búsqueda de respuestas para estas preguntas nos conducirá al objetivo de nuestra comunicación: mostrar, por medio del análisis del texto kantiano, por qué la pregunta inicial genera controversias, así como no sólo la insuficiencia de una respuesta afirmativa, sino la necesidad de una respuesta negativa: la pregunta por el sometimiento a la ley moral es expresión de la libertad y, por tanto, constituye el origen de la moralidad. No puede, pues, ser un absurdo.