Bueno, seguramente este "ilustrado" editorialista (muy ocupado escribiendo sus “carnecitas” del día a día) no ha tenido tiempo de leer sobre las trayectorias de las “dignísimas” majestades que han poblado el Vaticano. Si lo hubiera hecho sabría que los pontífices no solo han sido “voceros” de las malvadas transnacionales sino que, inclusive, ellos mismos son dueños de las más grandes corporaciones transnacionales del mundo.
En efecto, no se necesita ser un sesudo investigador para darse cuenta que la iglesia "cristiana" cuenta con innumerables riquezas materiales (holdings, bancos, inmobiliarias, empresas de servicios y comunicaciones, etc. etc. etc.) esparcidas por sus 2684 diócesis en todo el orbe (ver: “El Poder del Estado Vaticano”). Además reciben significativas sumas de dinero de los Estados con los cuales ha establecido acuerdos económicos y financieros y hasta de exención de impuestos.
Pero muchos de ustedes se preguntaran ¿Cómo ha sido posible construir todo este fabuloso imperio de la riqueza en el cual vive “su santidad” Benedicto XVI? Pues muy fácil: aliándose con los poderosos de todos los tiempos y sirviéndole de soporte espiritual e ideológico para amodorrar las conciencias de las masas esclavizadas. No hay que olvidar que tan luego Jesús fuera crucificado, sus apóstoles emprendieron la predicación de sus “ideas” en todos los rincones del imperio romano. Así pues, al poco tiempo encontramos al apóstol Pablo dirigiendo su famosa “Primera Epístola a Timoteo” donde invocaba a los esclavos a que “obedezcan a sus patrones con temor y respeto, trabajando intensamente como si sirvieran a Cristo, no con obediencia fingida, sino como servidores de Jesús. Si sirven a sus amos bien Dios el señor los recompensará haciéndolos sus herederos”. Asimismo decía: “... los esclavos deben considerar a sus dueños dignos de todo respeto, para que el nombre de Dios y su doctrina no sea objeto de blasfemia y si sus dueños (amos) son creyentes en Jesús, ustedes los esclavos, deben servirles doblemente, porque así benefician a hermanos queridos en la fe”.
¡Que hermosas enseñanzas! ¿Cierto? Se imaginan ustedes cuantos nobles romanos, esclavistas y explotadores, se convertirían al cristianismo solo para que sus esclavos y plebeyos trabajen doblemente en sus grandes extensiones territoriales? Y saben ustedes que el fundador de la iglesia cristiana, el apóstol Pedro, también aleccionaba en esta misma dirección induciéndoles a los desclasados a que “traten a sus amos con el debido respeto, no solamente a los buenos y comprensivos, sino también a los malos porque es una gracia soportar con el pensamiento puesto en Dios las penas que se sufren injustamente, porque a pesar de hacer el bien y servir bien soporta el sufrimiento, esto sí es una gracia delante de Dios”.
Con estos predicadores, apologistas ya no de las enseñanzas del nazareno sino de la esclavitud, era cuestión de tiempo para que la "iglesia de Cristo" sea luego la iglesia oficial del imperio romano. Y esto sucedió en el año 380 mediante el edicto de Tesalónica. A partir de entonces los signos de riqueza que ya venían ostentando los jerarcas de la iglesia desde el pontificado de Pedro se acentúa cada vez más con los crímenes, despojos, expoliaciones, fraudes, y tantos otros latrocinios que en poco tiempo llegaron a consolidar un enorme poder económico. Y, a la par, un creciente poder político que se desparrama por todo el planeta.
El imperio económico y financiero del Vaticano es hoy uno de los más poderosos del mundo. Todas las grandes decisiones mundiales se discuten con la mediación de los integrantes de la alta curia pontificia. Por eso, no sorprende que Bush, al atacar a Irak, señalara que Dios estaba de su lado. ¡Por supuesto que Dios está al lado de todos los grandes genocidas del mundo! Los ejemplos de cómo los representantes de Dios han corrido a defender a los tiranos cuando se han visto enfrentados con sus pueblos son innumerables. Baste recordar que aquí nomás –al sur del Perú- llegó el fundador del Opus Dei José María Escrivá de Balaguer (ahora “San Josemaría Escrivá”) para dar su bendición al genocida Pinochet por haber asumido la actitud “patriótica” de eliminar al presidente Salvador Allende.
Por eso mismo, tampoco llama la atención que hoy, el Arzobispo de Lima, Cardenal Juan Luis Cipriani salga a defender a otro dictadorzuelo peruano ( general Francisco Morales Bermúdez) acusado de secuestros, torturas y desapariciones en contra de ciudadanos italianos en el marco del “Plan Cóndor”. Lo que dice este purpurado es que “estos abusos en nombre de la justicia no tienen nada que ver con la verdad” Claro que él sabe cual es la verdad porque es un representante de la “Verdad”. ¿Acaso Jesús no es la Verdad? Entonces, pues…
Para terminar, quiero compartir con ustedes parte de un discurso que diera en Junio de este año nuestro presidente “demócrata” Alan García (copiado del blog Real Politik que conduce Alberto de Belaúnde) y que dice: "¡Bienaventurados! los que sufren la pérdida de un hijo, de un hermano, de un padre porque de ellos tiene que ser el reino de la democracia; ¡bienaventurados! los que han llorado y sufrido largo tiempo y con más dolor en el último tiempo; ¡bienaventurados! los que esperan justicia o los que han sufrido persecución; ¡bienaventurados! los débiles; ¡bienaventurados! los de pensamiento justo porque tendremos que trabajar para ellos teniendo por testigo a Dios y su mandato…” Como diría “condorito” ¡Plop!