
Todos los que hemos estado, estamos o estaremos en pareja, sabemos en mayor o menor medida que la convivencia tiene sus partes maravillosas y sus partes “complicadas”, por nombrarlas de alguna forma.
No solo es cuestión de amor cuando la cosa se extiende en el tiempo y el “espacio común”; muchas veces es necesario un poco de trabajo por encima de este para remontar algunas situaciones ciertamente incómodas.
En este aspecto, un capítulo aparte en el libro de las cotidianeidades a remontar lo merece la convivencia de la pareja con sus “ruidos y olores” que en cierto momento se vuelven insoslayables.
Generalmente nadie piensa en esto a la hora de irse a vivir con otra persona, restándole importancia frente a items supuestamente mas relevantes como por ejemplo; “la loca de tu madre” o “como te puede gustar ‘El muro’ de Marley” o “los subnormales de tus amigos, que están borrachos en el living, me tocaron otra vez el orto”.
Dado que este blog entre otras cosas es “fart friendly”, creemos que es nuestro deber echar un poco de luz en el asunto; y ya que estamos también, un poco de Poett “Aires Navideños” (se nota que los de Poett nunca olieron a Papá Noel y Rudolph cuando llegan reventados el 25 de diciembre).
Intentaremos definir distintos estadíos de esta convivencia, para que cada uno pueda identificar el lugar en el que se encuentra y tomar de ser necesario, las precauciones del caso:
1) Simulan vivir en una novela diaria, de esas en las que los protagonistas nunca van al baño.
Se encuentran en una situación de fragilidad insostenible.
Un buen día van a pisar un sorete de perro y van a sufrir un ataque de pánico por no saber como nombrar a eso que ahora forma parte de vuestro maloliente calzado.
2) Para nombrar cosas tan naturales como el pis y la caca, utilizan eufemismos del tipo “lo primero” y “lo segundo”.
Todo muy lindo mientras solo tengamos dos ítems.
Para cuando vengan los vómitos, los eructos de gaseosa o los pedos con sorpresa van a necesitar tener una tabla de equivalencias pegada en la heladera.
3) Bromean con el tema, pero cuidan las formas al extremo. Ponen música fuerte a la hora de ir al baño para que el otro no escuche nada y prenden religiosamente un sahumerio al salir.
Deben saber que ningún sistema es infalible; el pedo mas violento suele manifestarse en el silencio entre el track 5 y el track 6.
Además generalmente uno no está en condiciones de elegir con cuidado la música en estas circunstancias y agarra lo primero que encuentra. Es difícil aguantarse las ganas durante los 4 minutos y medio de la intro de “Shine on you crazy diamond”; tan difícil como intentar tapar los estruendos en el inodoro con la pálida voz de Caetano Veloso cantando “Capullito de alelí”
4) Cada tanto, cuando sienten la necesidad de desalojar un gas, para no caminar hasta el baño o algún lugar mas civilizado, simulan un accidente y coronan el acto con un “uy, disculpame amor, se me escapó”.
Peligroso camino han elegido al no hacerse cargo de lo que cada uno perpetra.
Se empieza con estos actos supuestamente inocentes y se termina votando a Macri, por ejemplo, con el mismo débil argumento de “se me escapó”.
5) Acuden al baño con el suplemento deportivo bajo el brazo al tiempo que anuncian: “no me busques por la próxima media hora que me voy a liberar unos rehenes”.
La sutileza de la poesía de Jorge Corona ha ganado a la pareja.
No deberá asombrarnos que ante la sorpresa por el estirón que pegó una sobrinita se exclame: “como creció la Sabrina! Cuantas libras le ponen?”
6) Liberan impunemente el aire de sus intestinos en el lecho compartido, ventilando las sábanas o desafiando a la pareja a una competencia de aroma y sonoridad.
La relación ha llegado a un punto de confianza preocupante, equivalente al que existe entre dos hermanos.
La desaparición de la vida sexual es inminente.
7) Al salir del cuarto de baño, luego de una intensa movilización intestinal, invitan al otro a admirar el tamaño y/o forma de la materia excretada, buscándole incluso similitudes con imágenes conocidas como por ejemplo “mirá, me salió con forma de Renault 12”.
Ya desaparecida la vida sexual, la pareja se vuelca a un entretenimiento totalmente naif.
Es una opción mas al alcance de la mano que la de buscar formas en las nubes… lo de “al alcance de la mano” lo decía porque no hay que salir de casa!
Suelten eso por favor!
8) Exhiben orgullosos los estragos que hacen el aire caliente y el gas metano en la ropa interior, formando orificios o palometas dignas de un test Rorschach.
La escatología en este punto da un nuevo giro, rayano con la exploración de nuevos lenguajes de expresión.
Ese calzón maltratado que en nuestras manos nos hace acreedores del desprecio social, de la mano de Marta Minujin podría terminar expuesto en el Centro Cultural Recoleta.
9) Presentan una cena romántica con velas, solo para intentar encenderlas con el truco del “pedo con el encendedor”.
El último impulso romántico ha muerto.
Riesgo de separación y de quemaduras de tercer grado en el área perianal.
10) Ya no se despiertan con un beso sino bajándose los lienzos y soltándole al que duerme un pedo en la cara al grito de “roto pero suena!”.
La confianza de hermanos ha mutado a la de “compañeros de secundaria”.
Lo bueno de esta situación es que después de desayunar pueden salir a tocar culos por la peatonal, y por la tarde a tirarle piedras a los trenes.
Cada cual, queridos lectores, sabrá mas o menos en dónde se encuentra; o comprenderá de esta forma un poquito mas, porqué pasó lo que pasó.
Y a propósito… que baranda, che!
Quien fue?
Que zarpados que son…