La Escuela Sofista

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La escuela sofista

Preguntas

1. ¿Qué caracteriza a la filosofía occidental en el siglo V a.C?


2. ¿Qué originó el cambio de interés en la filosofía ateniense?
3. Explica la democracia ateniense:
4. ¿Quiénes eran los sofistas?
5. ¿Qué sostenía Gorgias el sofista?
6. Explica la idea de Gorgias sobre el ser:
7. Explica la idea de Hipias sobre los hombres:
8. ¿Qué idea sostienen los sofistas sobre la naturaleza humana?
9. ¿Cuál es el objeto de enseñanza en Protágoras?
10.¿Por qué la definición del buen ciudadano no es adecuada para Protágoras?
El siglo V a. C. de la historia occidental
representa una etapa luminosa del pensamiento y
la cultura universales. Todas las geniales
intuiciones presentes en los poetas y pensadores
griegos anteriores alcanzan en este punto la
claridad de la expresión racional y las honduras
filosóficas más refinadas. De acuerdo con la
conocida frase de Cicerón, en esta etapa del
pensamiento griego, "la filosofía desciende del
cielo a la tierra". La naturaleza deja de ser el tema
de especulación y el hombre empieza a ocuparse
de sí mismo. En el siglo V a. C. quiere el hombre
descubrir su propio destino. Los sofistas y
Sócrates plantearán problemas que hasta
nuestros días tienen plena vigencia.
Una de las causas del cambio de interés de la especulación filosófica hacia el tema
del hombre, fue la instauración definitiva de la democracia ateniense. Era esta una
democracia directa (no representativa como las actuales) en la que cualquier ciudadano,
sin impedimentos debidos a su estrato social, podía participar del poder, con el sólo
apoyo de su talento y genio personal. En tal circunstancia, se hizo insuficiente la antigua
educación y se requirió una nueva. Surgieron así los sofistas como maestros de retórica,
herramienta indispensable para desempeñarse adecuadamente en la asamblea pública.
Gorgias de Leontini es el primero en el arte de convencer o arte del buen discurso, como
se conocía en esos días a la retórica. Él es famoso por su elocuencia que dejó
manifiesta en su libro Sobre la naturaleza o del no ser, donde pretende demostrar que
nada existe; pero si existiera, no podría comprenderse; y, si se comprendiera, no podría
comunicarse. Así, por ejemplo, argumenta Gorgias en el siguiente sentido: “Si el Ser es
eterno, no tiene principio alguno. No teniendo principio, es infinito. Y, si es infinito, no
está en ninguna parte. Pero lo que no está en ninguna parte no existe.”
Con Gorgias se inaugura un nuevo modo de ser del
filósofo. Con él surge el filósofo disputante que participa de
los asuntos de la polis (la ciudad), aunque a veces se olvide
de la verdad y se conforme con convencer. Hipias de Elis,
Antifón de Atenas y Protágoras darán un paso más allá y
harán que el sofista abra el camino del humanista. Hipias
de Elis dice, por ejemplo, en el diálogo platónico Protágoras
que “todos vosotros, señores aquí presentes, os considero
yo parientes, familiares y conciudadanos por naturaleza,
aunque no por ley; porque lo semejante es por naturaleza
pariente de lo semejante, mientras que la ley, tirana de los
hombres, obliga con violencia a hacer muchas cosas contra
la naturaleza.” Y Antifón, en uno de los fragmentos que se
conservan de su obra, afirma: “Por naturaleza todos somos
iguales: nobles y plebeyos, griegos y bárbaros”.
En estos dos textos se llega a la clara conciencia de la radical igualdad que
existe entre los seres humanos. Los sofistas, mediante la distinción entre aquello
que es por convención y aquello que es por naturaleza, conciben la idea de
humanidad que comprende a todos los hombres sin excepción. Por convención
somos ciudadanos de una nación, pero por naturaleza somos ciudadanos del
mundo. A diferencia de Aristóteles, quien todavía sostenía la idea de que había
esclavos por naturaleza, es decir, hombres que no poseían plena humanidad, que no
eran plenamente hombres y, por tal, eran susceptibles de ser reducidos a meros
instrumentos, los sofistas los concibieron libres e iguales a todos.
Por su parte Protágoras de Abdera dará un paso más
hacia el humanismo, al renovar la idea de educación que
tradicionalmente se tenía en Grecia. A pregunta expresa
de Sócrates, en el diálogo platónico que lleva su nombre,
Protágoras responde:
“El objeto de mi enseñanza es la prudencia que todos
deben tener para la administración de su casa y, en lo
referente a las cosas de la ciudad, la capacidad de
llevarlas a la perfección por medio de las obras y las
palabras. Si he seguido bien tu razonamiento -repuse
yo- tú te refieres a la política y te comprometes a formar
buenos ciudadanos, ¿no es eso? Exactamente eso,
Sócrates, y este es el compromiso que yo contraigo.”
Al formar buenos ciudadanos, Protágoras transforma el arte de educar; pasa
de transmitir cierta técnica o información a tratar de perfeccionar al hombre
mismo; expresa por primera vez cuál es el auténtico fin de la educación, que
consiste en el desarrollo integral del ser humano y no en el adiestramiento para
algo. Sin embargo, Protágoras no llevó a sus fundamentos últimos esta tesis.
Esta tarea será reservada a Sócrates y Platón. La definición del buen ciudadano
se funda en las leyes, pero las leyes son una convención y varían en relación a
la ciudad a la que se pertenece. De ahí que, el bien y la sabiduría consistan en
adecuarse a la circunstancia presente. Concepto del bien que se resume en su
famosa frase: “El hombre es la medida de todas las cosas; de las que son, en
tanto que son; de las que no son, en tanto que no son”.

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