La Sabiduria
La Sabiduria
La Sabiduria
Y obviamente esto deriva de la intimidad con Dios, de la relación íntima que nosotros tenemos
con Dios, de la relación de hijos con el Padre. Y el Espíritu Santo, cuando tenemos esta
relación, nos da el don de la sabiduría. Cuando estamos en comunión con el Señor, el Espíritu
Santo es como si transfigurara nuestro corazón y le hiciera percibir todo su calor y su
predilección.
El Espíritu Santo, entonces, hace «sabio» al cristiano. Esto, sin embargo, no en el
sentido de que tiene una respuesta para cada cosa, que lo sabe todo, sino en el sentido
de que «sabe» de Dios, sabe cómo actúa Dios, conoce cuándo una cosa es de Dios y
cuándo no es de Dios; tiene esta sabiduría que Dios da a nuestro corazón. El corazón
del hombre sabio en este sentido tiene el gusto y el sabor de Dios. ¡Y cuán
importante es que en nuestras comunidades haya cristianos así! Todo en ellos habla
de Dios y se convierte en un signo hermoso y vivo de su presencia y de su amor. Y
esto es algo que no podemos improvisar, que no podemos conseguir por nosotros
mismos: es un don que Dios da a quienes son dóciles al Espíritu Santo. Dentro de
nosotros, en nuestro corazón, tenemos al Espíritu Santo; podemos escucharlo,
podemos no escucharlo. Si escuchamos al Espíritu Santo, Él nos enseña esta senda
de la sabiduría, nos regala la sabiduría que consiste en ver con los ojos de Dios,
escuchar con los oídos de Dios, amar con el corazón de Dios, juzgar las cosas con el
juicio de Dios. Esta es la sabiduría que nos regala el Espíritu Santo, y todos nosotros
podemos poseerla. Sólo tenemos que pedirla al Espíritu Santo.