Anexo I. Tema 10
Anexo I. Tema 10
Anexo I. Tema 10
desde su voluntad). A veces vemos las cosas según nuestro gusto, según la situación de nuestro corazón, con
amor o con odio, con envidia... ¡Eh, no! Esto no es el ojo de Dios.
Por él, el Espíritu Santo nos hace persona sabias, no por conocer “mucha teoría”, ni para saber todo… sino
para saber cómo Dios actúa, para saber si una cosa es de Dios o no lo es. Nos hace gustar y saborear las
cosas de Dios. En la comunidad- iglesia necesitamos siempre estas personas sabias porque nos enriquecen
con esa presencia de Dios.
ENTENDIMIENTO (don de inteligencia): Se refiere a que el Espíritu Santo nos hace las cosas como las
entiende Dios, con la inteligencia de Dios. Esta muy unido a la fe, ya que nos introduce en la intimidad con
Dios y nos hace partícipes del diseño de amor que Él tiene para nosotros.
Nos abre la mente para comprender más la obra salvífica de Jesús (su vida, su palabra, la misa, las
verdades de la fe…), también para entender las cosas humanas, y sus situaciones viendo los signos de la
presencia de salvadora de Dios.
CONSEJO: El Espíritu Santo hace “sensible” su voz, a orientar nuestros pensamientos, nuestros
sentimientos y nuestras intenciones, de acuerdo con el corazón de Dios. Nos ayuda a encontrar la decisión
justa, pronunciar la palabra oportuna y obrar rectamente (todo según Dios). La condición esencial para
conservar este don es la oración.
El consejo constituye también un tesoro para toda la comunidad cristiana; necesitamos el consejo de
hermanos más sabios
FORTALEZA: El Espíritu Santo concede una fuerza para superar miedos, dificultades y riesgos que nos
vengan en la vida. Nos ayuda a superar nuestras debilidades y tentaciones.
Es para toda nuestra vida, para las cosas extraordinarias o para la ordinarias y comunes que nos toquen
vivir. Todos los días de nuestra vida cotidiana tenemos que ser fuertes, necesitamos esta fortaleza para
llevar adelante nuestra vida, nuestra familia y nuestra fe (cuando estamos en la vida ordinaria y vienen las
dificultades acordémonos de esto: “Todo puedo en Áquel que me da la fuerza”).
CIENCIA: No es tener más conocimientos técnicos de las ciencias como la física, la química o la biología…
sino descubrir las huellas de Dios en su creación. L os ojos iluminados por el Espíritu, se abren a ver en la
creación (en la belleza de la naturaleza – creación-) grandiosidad de Dios y nos llama a alabarlo… Pero
también a custodiar toda su obra.
Al mismo tiempo, el don de la ciencia nos ayuda a no caer en dos peligros: considerarnos dueños de la
creación y no cuidarla. Y también a no detenernos en las criaturas, como si estas pudieran dar respuesta a
todas nuestras expectativas.
El don de ciencia nos hace custodios de la creación y de la obra más buena de Dios: la persona.
TEMOR DE DIOS: No es tener “miedo de Dios”, sino que este el don del Espíritu nos hace darnos lo pequeños
que somos delante a Dios y a su amor, y que nuestro bien está en abandonarnos con humildad, respeto y
confianza en sus manos.
Así sentirnos envueltos y sostenido por su calor y su protección, ¡como un niño con su papá! Pero no para
tener una actitud resignada y pasiva, sino para lanzados y con coraje, con entusiasmo, con convencimiento a
los bueno que Dios nos pide. Además es una 'alarma' delante del pecado y estar encerrado en él… Por amor no
queremos ofenderlo y nos alejamos de lo malo… Y se caemos sabemos volver a su misericordia.
PIEDAD: Es la amistad con Dios y nos hace vivir con alegría, alabanza y gratitud a Dios… Él es nuestro
Padre. Nuestra respuesta a Él no se entiende como un deber o una imposición, sino que es una relación que
viene desde adentro. Tampoco es tener “cara” y “postura de santo” (esto 'piadosidad' -falsa piedad-), ni sólo
es tener compasión por el hermano, sino que porque tenemos a Dios en nuestro corazón nos abrimos a los
hermanos y sus necesidades y tenemos compasión de ellos (esto indica nuestra pertenencia a Dios). Así
podemos alegrarnos con los que se alegran, llorar con los que lloran, sufrir con los que sufren…