Sinopticos y Juan

Descargar como pptx, pdf o txt
Descargar como pptx, pdf o txt
Está en la página 1de 73

PARROQUIA SAN ISIDRO LABRADOR

ESCUELA DE TEOOLOGIA SAN ISIDRO


EVANGELIOS SINÓPTICOS Y SAN JUAN

El término "evangelio" en las lenguas modernas en


general es la transcripción literal del original griego
euanghélion, adjetivo sustantivado, que significa
"buena nueva" o "alegre mensaje". Consta de eu,
"bien-bueno", y de ánghelos, "mensajero-anuncio", o
del verbo anghéllein, "anunciar". Con el plural
"evangelios" en el uso común se designan los cuatro
libros del canon cristiano, atribuidos respectivamente
a Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
EVANGELIOS SINÓPTICOS Y SAN
JUAN

En cambio, con el término "evangelio" se indica el


mensaje religioso y espiritual en general, propuesto
en la predicación cristiana, ya sea dentro de las
comunidades, ya en la actividad misionera. El uso
del término "evangelios" en plural para indicar los
libros se remonta al siglo 11 d.C. (Justino, Apología
I, 56,3); Ireneo de Lyon emplea la palabra aun en el
doble sentido de predicación oral y de texto escrito.
EVANGELIOS SINÓPTICOS Y SAN
JUAN
Esta Introducción se podría haber titulado también
“Del Evangelio a los Evangelios”, pues intentamos
responder a la pregunta ¿cómo se paso de la vida y
obra de Jesús a la predicación apostólica de la Buena
Nueva y a la puesta por escrito de esa predicación?
¿Por qué en vez de un Evangelio tenemos cuatro?
Iremos viendo en estos capítulos que que casi
podríamos hablar de un Evangelio “cuadriforme” en
el sentido de un único mensaje y unos mismos
hechos trasmitidos por cuatro tradiciones
convergentes.
EVANGELIOS SINÓPTICOS Y SAN
JUAN

El orden de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, se


ha de mantener porque corresponde a los
documentos oficiales de la Iglesia, al uso más
constante y universal, aunque no único, de los
cristianos, y al testimonio más firme de la
crítica textual.
EVANGELIOS SINÓPTICOS Y SAN
JUAN
El simbolismo de las cuatro figuras, para representar
a los evangelistas, en su forma más generalizada se
debe a S. Jerónimo: hombre=Mt; león=Mc; toro=Lc;
águila=Jn. Es una acomodación del texto de Ez 1,5-
14 y hace también relación al principio de cada
Evangelio: la genealogía de Jesús (Mt), el Bautista
en el desierto (Mc), el sacrificio de Zacarías (Lc) y la
divinidad del Verbo (Jn).
EL GÉNERO EVANGÉLICO

Con la Constitución conciliar Dei Verbum se han reconocido


los géneros literarios, también en el campo católico, como
fundamentales para el mensaje bíblico: «Para descubrir la
intención de los hagiógrafos, entre otras cosas hay que
atender a los géneros literarios» (DV 12). Así, la constatación
de que los cuatro evangelios no forman parte del género
literario histórico de la biografía clásica, o al menos lo hacen
de una manera totalmente original, ha hecho surgir el estudio
de este nuevo género literario del «evangelio».
En efecto, la historiografía de los evangelios, aunque no niega la historia,
presenta unas características totalmente originales. Por eso se prefiere
hablar cada vez más del género literario «evangelio», y que habría surgido
de forma original con el evangelio de Marcos (cf. Mc 1,1).
EL GÉNERO EVANGÉLICO

Este género estaría constituido por la historización o la


narración del kerigma central del cristianismo (el «mensaje»
es aquí lo «histórico»): Jesús ha muerto y ha resucitado por
nosotros para salvarnos.
Pero conviene aclarar que aunque los evangelios no sean
exactamente unos «libros de historia», no por ello de lo que
tratan deja de ser histórico. Es decir, aunque lo que ofrecen es
histórico, el mensaje es el protagonista. En ellos el valor
histórico de la vida de Jesús no es lo fundamental, porque lo
que se proponen es motivar, mediante la misma historia de
Jesús, la conversión de los oyentes de todos los tiempos al
mensaje o evangelio.
MARCO GEOGRÁFICO E HISTÓRICO DE
LOS EVANGELIOS
En el siglo I, Palestina estaba
compuesta por las regiones de
Judea, Samaria, Galilea y Perea
(algunos incluyen también Idumea).
La vida pública de Jesús transcurre
fundamentalmente en Galilea (con
centro en Cafarnaúm) y en Judea
(con centro en Jerusalén).
MARCO GEOGRÁFICO E HISTÓRICO
DE LOS EVANGELIOS
Los habitantes de Judea eran los más celosos
conservadores de la pureza de la religión (al menos,
en lo exterior). No consideraban judíos (es decir,
hermanos de religión) a los samaritanos; toleraban a
los galileos, si bien los consideraban gente ignorante
(algo así como provincianos) y no del todo puros. En
Jerusalén se encontraba el Templo, corazón de la
religión judía. También en Judea se encuentran Belén
(pueblo de nacimiento de Jesús) y Betania (donde
frecuentaba la casa de Lázaro, María y Marta).
MARCO GEOGRÁFICO E HISTÓRICO
DE LOS EVANGELIOS
Galilea, al oeste del Mar de Galilea (también
llamado Lago de Genesareth o Mar de Tiberíades),
era una región cosmopolita, con mucha actividad
comercial. En esta región, en Nazareth, se crió Jesús,
y los bellos alrededores del lago fueron una zona
muy frecuentada en sus predicaciones. Cafarnaúm,
pueblo pesquero, que vivió un breve perído de auge
comercial para luego desaparecer por completo, fue
una especie de cuartel de operaciones de Cristo, en
sus frecuentes excursiones por la región galilea.
LA SITUACIÓN POLÍTICA Y SOCIAL
EN EL TIEMPO DE JESÚS

Toda la región de Palestina estaba bajo el dominio de los


romanos, si bien el régimen era variable: (1) en el mejor de
los casos, había un «rey», supuestamente judío, títere de
Roma; si no, (2) se designaba designaba directamente un
gobernador (o procurador) romano. En todos los casos, eran
gobernantes crueles y los judíos los odiaban profundamente,
como así también a los publicanos, recaudadores de
impuestos para los romanos. Abundaban los grupos rebeldes
que buscaban la manera de liberarse del yugo romano y las
revueltas eran frecuentes.
LA SITUACIÓN POLÍTICA Y SOCIAL
EN EL TIEMPO DE JESÚS
Cuando nació Jesús, gobernaba el «rey» Herodes el
grande, de origen idumeo. A su muerte a sus hijos les
correspondió:
1. a Herodes Antipas el territorio de Galilea y Perea;
2. a Filipo le correspondió Iturea, y
3. a Arquelao le correspondió Judea-Samaria. Pero
Arquelao fue después removido por Roma, que
designó un procurador romano: en tiempos de la vida
pública de Jesús, era Poncio Pilatos.
LA SITUACIÓN POLÍTICA Y SOCIAL
EN EL TIEMPO DE JESÚS
La situación del pueblo judío era difícil no sólo por
el problema político, sino también por el problema
cultural: Grecia tenía una fuerte influencia en lo
intelectual, y la conservación de las tradiciones; por
otro lado la pureza racial estaba dificultada por la
mezcla de pueblos.
El pueblo usaba el idioma arameo; muchos conocían
el griego vulgar (koine) y algunos el latín. El idioma
hebreo sólo era conocido por el estamento
sacerdotal.
LA FORMACIÓN DE LOS EVANGELIOS

Leyendo los tres evangelios sinópticos con un poco de detenimiento


enseguida se advierten sus numerosas semejanzas. Precisamente se
llaman sinópticos porque si los colocamos uno junto a otro y los miramos
(syn = uno junto a otro; opsis = mirada) dan la impresión de ser
parecidos. Sin embargo, junto a estas semejanzas innegables se advierten
notables diferencias: mientras que Marcos tiene solo 16 capítulos, Mateo
tiene 28 y Lucas 24. Mateo y Lucas narran la infancia de Jesús, mientras
que Marcos no lo hace.
La constatación de estas semejanzas y diferencias, de esta concordia
discordante, planteó la llamada “cuestión sinóptica”, que no es otra cosa
que el estudio sistemático de estos tres evangelios para tratar de descubrir
y describir las fuentes que utilizaron en su composición.
LA FORMACIÓN DE LOS
EVANGELIOS
Estas semejanzas y diferencias no sólo afectan al material
recogido por los evangelistas, sino también al orden en que lo
han recogido, e incluso a las expresiones concretas. Y cuando
se llega a tales niveles de coincidencia hay que pensar que
entre ellos existe una dependencia literaria: o bien unos
evangelistas han tenido en cuenta la obra de otros, o bien
ambos han consultado una fuente común. Si se baja a los
detalles concretos la cosa se complica enormemente, y buena
prueba de ello es la cantidad ingente de soluciones diversas
que a lo largo de este siglo se han propuesto para resol­ver
esta cuestión.
LA FORMACIÓN DE LOS
EVANGELIOS
Algunos solucionan el problema diciendo que todos los evangelistas
tu¬vieron presente un evangelio primitivo escrito en arameo. Otros
propo¬nen la idea de unos fragmentos no identificados que habrían sido
consulta¬dos por los evangelistas, o bien de la tradición oral como fuente
única de información. Durante mucho tiempo la hipótesis más utilizada ha
sido la de las dos fuentes. Según esta teoría Mateo y Lucas tuvieron como
fuentes principa¬les a la hora de redactar sus obras al evangelio de
Marcos y una hipotética colección de dichos de Jesús que Marcos, o no
conoció, o no quiso insertar en su relato, y que se denomina F (en alemán
Q, del sustantivo Quelle= Fuente). Además de estas dos fuentes cada uno
de ellos dispuso de una in¬formación complementaria que le es propia.
LA FORMACIÓN DE LOS
EVANGELIOS
LA FORMACIÓN DE LOS
EVANGELIOS
Esta hipótesis tiene la ventaja de ser muy pedagógica y de
responder bien a la mayoría de los datos del problema:
dependencia de Mt y Lc res­pecto de Mc; coincidencias de Mt
y Lc en parte del material que no copian de Mc; así como el
material propio de ambos. Además la existencia de la
hipotética fuente “F” puede explicarse a partir de colecciones
semejantes que hoy conocemos, como la colección de dichos
conocida como “Evan­gelio de Tomás” que fue encontrada en
la biblioteca de Nag Hammadi. Se trata de un escrito en copto
que es traducción del griego, y que en su ver­sión más antigua
pudiera fácilmente remontarse a la época en que fueron
redactados los evangelios.
LA FORMACIÓN DE LOS
EVANGELIOS
EL EVANGELIO SEGÚN SAN
MATEO
Este evangelio se escribió aparentemente a mediados
de la década de los ochentas. Tradicionalmente el
punto de origen es Antioquía en Siria, aunque
algunos se inclinan por un lugar cerca de Damasco o
Galilea. Se escribió sencillamente por un escriba
judío bien familiarizado con las escrituras de Israel.
Es posible que el autor se veía como «un maestro en
religión que ha sido instruido sobre el Reino de los
Cielos… que saca de sus armarios cosas nuevas y
viejas».
EL EVANGELIO SEGÚN SAN
MATEO
La idea cristológica central en Mateo es que
Jesús es el Maestro definitivo de la Ley
porque él mismo la personifica. Sus
instrucciones sobre el amor y el perdón deben
ponerse en práctica en la Iglesia. Un
discipulado auténtico es aquel que se define
como hacer lo que Jesús encomienda.
EL EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS

Marcos es, probablemente, el secretario de


Pedro, y escribió su evangelio basándose en
los relatos de los discípulos (principalmente
de Pedro), ya que él no fue testigo presencial
de los hechos que narra. Solo Marcos narra en
su evangelio que un joven cubierto con una
sábana siguió a Jesús tras ser apresado.
EL EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS

Fuentes: Marcos debió escribir su evangelio


basándose en relatos de los Apóstoles y testigos
presenciales de los hechos que describe. Además,
según una tradición antigua, se apoyó en material de
primera mano que circulaba desde la muerte de Jesús
y que contenía las enseñanzas de Cristo y sus
palabras: la tradición oral de los testigos y los
famosos logia.
Fecha: Marcos escribió su evangelio, el primero de
los sinópticos, hacia el año 50-60.
EL EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS

Lugar: Desde Clemente de Alejandría es tradición


situar el lugar de composición en Roma. Existe
también la posibilidad de que hubiera sido escrito en
Siría (o más al Sur, o en Antioquia de Siria).
Destinatarios: Marcos escribió para cristianos
provenientes del mundo pagano, por lo que no presta
demasiado interés a las cuestiones de la Ley
Mosaica, que no interesan a sus lectores y sí pone
cuidado en explicar las costumbres judías, que sus
lectores desconocen y por ello precisan de una
explicación.
EL EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS

El idioma utilizado fue el griego. Marcos escribió en


griego, ya que por entonces el pueblo judío en su
mayoría prácticamente había vuelto la espalda a la
Buena Nueva, por lo que la Iglesia se abría a los
gentiles con mayor vigor. Por ello pone especial
atención al rechazo que los judíos radicales sentían
por Jesús. Su evangelio es el menos sistemático y de
más pobre estilo literario ya que está redactado en
estilo coloquial. Utiliza mucho el presente histórico
y su vocabulario es reducido y muy espontáneo.
EL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS

Este evangelio parece haber sido escrito al


mismo tiempo que el de Mateo, aunque es
posible pensar en versiones más tardías.
Parece que ninguno de los dos autores sabía
del trabajo del otro. El texto se originó cerca
del Mar Egeo o en Asia Menor. El evangelio
es la primera parte de un trabajo en dos
volúmenes el cual incluye el libro de los
Hechos de los Apóstoles.
EL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS

Aparentemente Lucas tiene dos intereses


interrelacionados. Para los no cristianos en el
imperio Romano quiere presentar la Iglesia
como una «comunidad filosóficamente
iluminada, políticamente inofensiva,
socialmente benevolente y generosa.» Lucas
presenta el cristianismo como una religión
para judíos y gentiles digna de
reconocimiento por parte del imperio romano.
EL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS

La perspectiva cristológica más importante en


Lucas es la de Jesús que trae «shalom», es
decir paz, sanación, reconciliación, perdón e
integridad. Él lleva a su cumplimiento las
promesas de Dios de bendecir al mundo por
medio de Israel. Un discipulado auténtico se
define por la promoción del bien de todos,
especialmente los marginados, y por la
búsqueda de la paz y la unidad.
LOS ESCRITOS JOÁNICOS

La temprana difusión del Evangelio de Juan en los


albores del siglo II muestra hasta qué punto gozó de
una enorme autoridad, como lo confirman los
testimonios de los Padres.A finales de ese mismo
siglo II se trasmite con los sinópticos, como parte del
único Evangelio «tetraforme» (San Ireneo).
LOS ESCRITOS JOÁNICOS

Forma
esquemática una
de las teorías
más posibles
sobre el proceso
de formación del
evangelio de
Juan.
LOS ESCRITOS JOÁNICOS

El Cuarto Evangelio supone un paso de gigante en la


comprensión del misterio cristiano, en lo referente al
conjunto de la revelación sobre el misterio de Dios,
Uno y Trino, y a la Persona de Jesucristo.
Enseña cómo el Dios invisible se ha dado a conocer
a través de Jesucristo, porque es el Logos de Dios, el
Hijo eterno, que conoce verdaderamente al Padre, y
porque por su intercesión y en su nombre, Dios ha
enviado su Espíritu que da a conocer toda la verdad.
«LA OBRA DE DIOS ES CREER EN
QUIEN ÉL HA ENVIADO» (JN 6,29)
Cristo es el objeto específico y primario del creer
según Juan. «Creer», sin otras especificaciones,
significa ya creer en Cristo. Puede también significar
creer en Dios, pero en cuanto que creemos que Dios
ha enviado a su Hijo al mundo. Jesús se dirige a
personas que creen ya en el verdadero Dios; toda su
insistencia sobre la fe concierne ya a esto nuevo, que
es su venida al mundo, su hablar en nombre de Dios.
En una palabra, su ser el Hijo unigénito de Dios,
«una sola cosa con el Padre».
«LA OBRA DE DIOS ES CREER EN
QUIEN ÉL HA ENVIADO» (JN 6,29)
Juan hizo de la divinidad de Cristo y de su filiación
divina el objetivo primario de su Evangelio, el tema
que todo unifica. Él concluye su Evangelio diciendo:
«Estas [señales] han sido escritas para que creáis que
Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que
creyendo tengáis vida en su nombre» (Jn 20,31), y
concluye su Primera carta casi con las mismas
palabras: «Os he escrito estas cosas a los que creéis
en el nombre del Hijo de Dios, para que os deis
cuenta de que tenéis vida eterna» (1Jn 5,13).
«LA OBRA DE DIOS ES CREER EN
QUIEN ÉL HA ENVIADO» (JN 6,29)
Creer en quien el Padre ha enviado es visto como «la
obra de Dios», lo que agrada a Dios, absolutamente
(Cf. Jn 6,29). No creerlo se ve, consecuentemente,
como «el pecado» por excelencia: «El consolador –
está dicho— convencerá al mundo en lo referente al
pecado», y el pecado es no haber creído en él (Jn
16,8-9). Jesús pide para sí el mismo tipo de fe que se
pedía para Dios en el Antiguo Testamento: «Creéis
en Dios; creed también en mí» (Jn 14,1).
«LA OBRA DE DIOS ES CREER EN
QUIEN ÉL HA ENVIADO» (JN 6,29)

Juan no nos ha trasmitido un conjunto de


doctrinas religiosas antiguas, sino un
poderoso kerigma. Aprendió la lengua de los
hombres de su tiempo para gritar en ella, con
todas sus fuerzas, la única verdad que salva,
la Palabra por excelencia, «el Verbo».
«LA OBRA DE DIOS ES CREER EN
QUIEN ÉL HA ENVIADO» (JN 6,29)
Una empresa como ésta no se realiza en el escritorio. La
síntesis joánica de la fe en Cristo ocurrió «enfocada», bajo el
influjo de aquella «unción del Espíritu Santo que enseña
todas las cosas», de la que él mismo, ciertamente por
experiencia personal, habla en la Primera carta (Cf.1Jn 2,
20.27). Precisamente a causa de este origen, el Evangelio de
Juan, también hoy, no se comprende sentado en un escritorio,
con cuatro o cinco diccionarios de consulta.
Sólo una certeza revelada, que tiene detrás de sí la autoridad
y la fuerza misma de Dios, podía desplegarse en un libro con
tal insistencia y coherencia, llegando, desde miles de puntos
distintos, siempre a la misma conclusión: Jesús de Nazaret es
el Hijo de Dios y el salvador del mundo.
AUTOR Y CARACTERÍSTICAS GENERALES
DEL CUARTO EVANGELIO

Si después de leer los Evangelios Sinópticos nos adentramos en el


Evangelio de San Juan, se tiene la impresión de entrar en una atmósfera
distinta. Se percibe otra forma de presentar la persona de Jesús y su
ministerio en lo que se refiere a los lugares de su predicación, los
milagros que realiza, el modo de su enseñanza, etc. Ante estas diferencias
cabe preguntarse por el género de este escrito: ¿se puede decir que se trata
de un evangelio del mismo modo que lo son los otros tres? La respuesta
es afirmativa, porque, como los Evangelio Sinópticos, el cuarto
evangelista es un testimonio apostólico sobre las palabras y acciones de
Jesús, escrito con la finalidad de que «creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo
de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre« (Jn 20,31).
AUTOR Y CARACTERÍSTICAS GENERALES
DEL CUARTO EVANGELIO

Es cierto que la redacción final del Evangelio de Juan


manifiesta un proceso de elaboración en el que se observan
diversas manos (añadidos: Jn 21,1-25; transmisión del texto:
Jn 7,53-8,11) y que en la estructura se encuentran ciertas
anomalías en lo que se refiere a la linealidad del escrito
(posibles cambios de orden: Jn 5-7-6), pero por encima de
aparentes irregularidades, en el origen del Cuarto Evangelio
se encuentra el testimonio apostólico del Discípulo Amado.
Éste es el verdadero autor del Evangelio y el garante de la
verdad de lo que en él se narra.

Desde el siglo II, la Tradición de la Iglesia ha identificado


este discípulo con el apóstol San Juan, hijo de Zebedeo.
LENGUAJE Y ESTILO
Con todo, el carácter propio de esta obra, «evangelio
espiritual» lo llamó Clemente de Alejandría, muestra
que, más allá del significado aparente de las palabras
y hechos de Jesús que se narran, se encuentra un
sentido más profundo. El tiempo de los oyentes
contemporáneos de Jesús y el tiempo de los lectores
situados después de la Pascua se entremezclan de tal
manera, que el lector del Evangelio concluye que la
inteligencia profunda de la historia de Jesús sólo se
alcanza a la luz de la fe pascual.
LENGUAJE Y ESTILO
Entre los rasgos peculiares del Evangelio de San Juan está la
íntima relación entre estilo y teología. Dentro de la sencillez
del lenguaje y el uso de un vocabulario limitado, los recursos
de estilo (el mal entendido, los dobles sentidos, la ironía, etc.)
están al servicio de una enseñanza más profunda. Así vemos
como el simbolismo al que recurre el evangelista otorga al
escrito una hondura y una riqueza que va mucho más lejos de
una primera comprensión. Podemos hablar de varios niveles
de comprensión en la exposición que hace: nivel histórico,
nivel cristológico, nivel eclesiológico-sacramental.
EL SIMBOLISMO
El símbolo fundamental del evangelio de Juan es
Jesús. El es el gran signo de la gloria del Padre. En
efecto, el simbolismo joánico es fuertemente
teocéntrico; es decir, el fin de los símbolos joánicos
no es Cristo sino el Padre. Pero es Cristo quien se
ofrece como luz, agua viva, pan de vida, vid,
camino, verdad, vida, etc. Todos estos son símbolos
centrales en el evangelio y de carácter universal, que
se pueden proponer y ser comprendidos por todo
hombre, sin distinción de pueblo, raza, cultura.
EL SIMBOLISMO
• Son símbolos arquetípicos de la vida humana en
cualquier cultura o época. La simplicidad de las
imágenes y de las escenas elegidas por Juan es
sorprendente. Las realidades cotidianas
constituyen a menudo el punto de partida de su
lenguaje simbólico: imágenes tomadas de la
subsistencia de toda vida humana (agua, vino, pan,
peces, alimento…) o de los trabajos más comunes
de su época (pesca, pastoreo, siembra,
recolección…).
EL SIMBOLISMO
La misma existencia humana es una «parábola» que sirve
para expresar las grandes verdades de la fe: el nacimiento
(1,13; 3,5-6); el sufrimiento del parto y el gozo de dar a luz
(16,21); la necesidad de una casa permanente (14,2), etc. Juan
utiliza también en forma simbólica los cinco sentidos del
hombre: la vista, que muchas veces indica la contemplación
del misterio, como cuando se dice que la comunidad «ha
visto» la gloria de Dios en Jesús (Jn 1,14) o que Juan «ha
visto» bajar al Espíritu como paloma sobre Jesús (Jn 1,32); el
oír, como símbolo de la escucha de la palabra y de la apertura
a la fe: «los muertos oirán la voz del Hijo de Dios y todos los
que la oirán, vivirán» (Jn 5,25);
EL SIMBOLISMO
el tocar es expresión de la experiencia concreta sobre todo a
propósito del Señor Resucitado «tocado» por los suyos (cf Jn
20,27); el olfato aparece en relación con la unción del cuerpo
de Jesús, tanto en Betania (12,3) como en el sepulcro (19,39);
el gustar es símbolo de la experiencia de la salvación en el
relato de Caná de Galilea donde por se gusta «el vino mejor»
de la era mesiánica (2,9-10). Algunos símbolos agrícola son
utilizados para expresar el crecimiento humano y el mismo
misterio de la muerte de Jesús. En el primer caso, la
maduración en la fe se explica con la acción de los «cortes» y
«podas» a los que se somete un árbol para dar fruto (15,1ss);
en el segundo, el grano de trigo que cae en tierra y muere es
signo elocuente del misterio de la cruz (12,24).
LA VIDA DE LA IGLESIA EN EL
CUARTO EVANGELIO
Como los demás Evangelios, el Evangelio de San Juan nace
en el ámbito de una comunidad creyente inmersa en unas
situaciones peculiares. Han sido, por ello, muchos los
esfuerzos para intentar explicar el ambiente en el que se
encontraba el evangelista y la situación de sus destinatarios.
Aunque estos intentos sean de carácter hipotético ayudan a la
mejor comprensión del Evangelio. Sin embargo, conviene
tener presente que detrás del testimonio del evangelista no
están solamente las tradiciones de la comunidad, sino la
tradición apostólica. Y dentro de esta tradición el evangelista
subraya especialmente algunos aspectos. Destacan:
LA VIDA DE LA IGLESIA EN EL CUARTO
EVANGELIO

• la fe,
• la caridad y el amor fraterno,
• la acción del Espíritu y el juicio del mundo,
• la vida sacramental,
• el papel de Pedro
• y la figura de la Madre de Jesús.
LA PRIMERA CARTA DE SAN JUAN

Por su relación estrecha con el cuarto Evangelio, de cuya teología vive, la


primera epístola de Juan es uno de los documentos más importantes del
Nuevo Testamento. Aunque el lugar que ocupa en el canon de libros
sagrados es a continuación de las Cartas de Pedro, la proximidad temática
y de estilo con el Cuarto Evangelio hace conveniente su estudio a
continuación de éste.
Viene a ser como una carta circular que complementa la enseñanza del
Evangelio en un momento en que se daban algunas interpretaciones
erróneas. Algunos falsos maestros habían surgido en el seno de aquellas
comunidades vinculadas a la figura de Juan, amenazando con sus errores
la pureza de la fe y de las costumbres cristianas. La Carta tiene la
finalidad de denunciar aquellas desviaciones y fortalecer en la fe a los
creyentes.
ESTRUCTURA DE LA PRIMERA
CARTA DE SAN JUAN
La estructura de este prodigioso escrito ha sido objeto de
muchas aproximaciones. Una de las más aceptadas divide la
epístola de la siguiente manera:
– Prólogo (1, 1-4): Anuncio de la palabra de vida fuente de la
comunión.
– Primer desarrollo de los criterios y formas de vivir la
comunión (1, 5 – 2, 28). Bajo el principio «Dios es luz» se
contemplan las exigencias de «Vivir en la luz» (no pecar,
amar al hermano, mantenerse en la recta fe, preferir el amor
del Padre al amor del mundo y guardarse de los anticristos).
ESTRUCTURA DE LA PRIMERA
CARTA DE SAN JUAN
Segundo desarrollo de los criterios y formas de vivir la comunión (2, 29
– 4, 6). Bajo el principio «Dios es Padre justo que nos otorga el don de la
filiación divina», se recuerdan las implicaciones de «Vivir como hijos de
Dios» (romper con el pecado, amar al hermano, confiar en Dios que está
por encima de nuestra conciencia, y guardarse de los anticristos).

– Tercer desarrollo de los criterios y formas de vivir la comunión (4, 7 –


5, 13). Bajo el principio «Dios es amor», el autor se remonta a las fuentes
de la fe y del amor, alternando las proclamaciones del misterio redentor
(el amor de Dios en el envío del Hijo y el don del Espíritu Santo) y las
exhortaciones a amar a Dios y a los hermanos. La fe se hace testimonio.
– Adiciones (5, 14-21): Oración por los pecadores, certezas de la fe y
exhortación a guardarse de los ídolos.
LA PRIMERA CARTA DE SAN JUAN

El escrito no nos proporciona datos sobre su autor,


que unas veces habla en plural, como representando
al grupo apostólico o a la comunidad de creyentes, y
otras veces habla en singular de una forma que pone
de relieve su cualidad de padre espiritual de la
comunidad. La atribución de este escrito al apóstol
San Juan está motivada por su afinidad con el cuarto
Evangelio (Palabra, Encarnación, Mandamiento
Nuevo, etc.). Ciertamente la epístola ha nacido en el
círculo de la comunidad joánica.
LA PRIMERA CARTA DE SAN JUAN

La fecha de composición del escrito está en


función de la asignada al cuarto Evangelio.
Para algunos autores la epístola sería anterior
y como una presentación del Evangelio. Para
otros, la epístola supone ya la publicación del
Evangelio. Una datación en torno a los
últimos años de siglo I puede dar razón de los
diversos datos.
LA SEGUNDA Y TERCERA CARTA DE
SAN JUAN
Estas dos Cartas, a pesar de su brevedad, gozaron desde el
principio de una gran difusión. Muestran así la autoridad de
su autor. El autor se presenta en ambas como «el Presbítero«,
en quien la Tradición vio al apóstol San Juan. La segunda se
dirige «a la Señora Elegida y a sus hijos«, expresión que es
un modo figurado de designar a una iglesia local, muy
probablemente de Asia Menor. La tercera va dirigida a un
cristiano llamado Gayo, y quizás a través de él a un grupo de
fieles. Las semejanzas de expresión y contenido de ambas
cartas con la Primera Carta de Juan y el Cuarto Evangelio,
hablan a favor de la misma paternidad literaria.
LA SEGUNDA Y TERCERA CARTA DE
SAN JUAN

Por otra parte, ambas, particularmente la


Segunda, contienen una serie de locuciones e
ideas que son características de San Juan. Se
puede suponer razonablemente que estas
cartas fueron escritas en los últimos años del
siglo I, como una advertencia en momentos
en que el peligro de los herejes y disidentes
no era aún tan grave como revela 1 Jn.
LA SEGUNDA Y TERCERA CARTA DE
SAN JUAN

Muchos autores consideran esta 3ª


epístola como el primero de los tres
escritos. Generalmente se cree que la
segunda epístola es anterior a la primera.
EL APOCALIPSIS DE JUAN EN EL MARCO
DE LA LITERATURA APOCALÍPTICA

Una comprensión adecuada del Apocalipsis de San Juan


implica un conocimiento de la literatura apocalíptica de la
época. El nombre de «apocalíptica» deriva precisamente del
título del libro de San Juan: Apocalipsis. Significa
propiamente «revelación del misterio de Dios«, pero a partir
siglo XVIII, en que comienzan a conocerse otras obras judías
que tienen un estilo parecido, el término «apocalíptica» viene
a significar la esperanza febril en el final del mundo
expresada en una forma de hablar llena de imágenes
grandiosas y a veces cargada de ansiedades políticas
nacionalistas.
EL APOCALIPSIS DE JUAN EN EL MARCO
DE LA LITERATURA APOCALÍPTICA

La expresión escrita de esta corriente se encuentra tanto en el


Antiguo Testamento como en obras apócrifas judías, y se
caracteriza por el recurso a las profecías, visiones y
simbolismos . En el origen de esta literatura apocalíptica
encontramos la tradición profética. Sin embargo, es preciso
señalar un hecho importante: el rabinismo no ha reconocido
nunca la masa de escritos apocalípticos judíos.
El Apocalipsis de San Juan, aunque es desde el punto de vista
literario modelo de literatura apocalíptica, su mensaje difiere
profundamente de los apocalipsis judíos de la época.
EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

El libro del Apocalipsis cierra la colección de los libros


sagrados. El término apocalipsis es la simple transcripción de
la primera palabra griega con la que comienza el libro (Ap 1,
1). Tiene un carácter profético y su doctrina teológica es rica
y bastante desarrollada.
El Apocalipsis fue uno de esos libros que durante algún
tiempo no fueron recibidos como sagrados por todas las
comunidades cristianas, probablemente por el uso que de él
hacían algunas sectas heréticas. Con el paso del tiempo fue
unánimemente aceptado en toda la Iglesia, que lo recibió
como obra del apóstol San Juan.
EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

El lugar y la fecha en que se piensa que fue escrito hace


suponer un contexto de dificultades para los cristianos de las
comunidades a las que el autor se dirige: culto al emperador
de Roma, sincretismo y fricciones con los judíos podían
poner en peligro la fe o llevar a la desesperanza.
APOCALIPSIS: LUGAR Y
TIEMPO DE COMPOSICIÓN.
Sabemos por el mismo Apocalipsis que S. Juan
recibió de Dios la «revelación» cuando se encontraba
deportado en la isla de Patmos (Ap 1, g). Esta isla,
llamada hoy Patino, forma parte de las Espóradas, y
está situada frente a Éfeso y Mileto, en el Egeo.
Tiene unos 12 por 5 Km. Plinio (Historia Natural 4,
12, 23) afirma que los romanos la utilizaban como
lugar de deportación para condenados especiales.
Según la tradición más antigua y digna de fe,
transmitida por S. Ireneo.
APOCALIPSIS: LUGAR Y
TIEMPO DE COMPOSICIÓN.
S. Juan habría sido condenado por Domiciano a
trabajos forzados en las canteras situadas en el norte
de la isla de Patmos: «in metallum damnatus» (PL 5,
317). Esta deportación habría tenido lugar hacia el
final del reinado de Domiciano (81-96 d. C.). San
Jerónimo precisa más afirmando que S. Juan habría
recibido las visiones del Apocalipsis en el a. 14 ó 15
de Domiciano, es decir, el a. 95 d.C.
APOCALIPSIS: LUGAR Y
TIEMPO DE COMPOSICIÓN.
Sin embargo, otros testimonios antiguos,
como el Canon de Muratori y las Acta
Iohannis, ambos del s. II, parecen inclinarse
por el tiempo de Nerón. La Synopsis de vita
et morte prophetarum y Teofilacto lo
atribuyen al tiempo de Trajano. Y S. Epifanio
(s. IV) afirma que la deportación de S. Juan
tuvo lugar bajo el emperador Claudio.
APOCALIPSIS: LUGAR Y
TIEMPO DE COMPOSICIÓN.
Las condiciones históricas presupuestas por el
Apocalipsis se adaptan perfectamente al
reinado de Domiciano, pues fue un emperador
cruel y perseguidor. Plinio el joven le llama,
en efecto, «immanissima bellua» (Panegyr.
Traíani, 48). Además, exigió de sus súbditos
el culto divino para sí, y a los que se oponían
los deportaba o los asesinaba (cfr. Suetonio,
Domitianus 13; Plinio, Historia Natural 4. 12
23).
APOCALIPSIS: LUGAR Y
TIEMPO DE COMPOSICIÓN.
También las condiciones religiosas de las
comunidades cristianas del Asia Menor
corresponden bien a lo que sabemos por otros
escritos del NT. En efecto, el Apocalipsis da a
entender que algunas de las Iglesias habían
decaído de su fervor primitivo. Así se explica
que S. Juan, en las cartas a las siete Iglesias,
eche en cara a alguna de ellas su pereza y
tibieza religiosa (Ap 2,4.14.20ss.;
3,2ss.16ss.).
APOCALIPSIS: LUGAR Y
TIEMPO DE COMPOSICIÓN.
Además previene a estas mismas Iglesias contra la
infiltración de doctrinas perniciosas esparcidas por
falsos profetas (Ap 2,6.15ss.). También alude a la
persecución que habría comenzado ya en Pérgamo y
en Esmirna (Ap 2,10.13). Todo esto parece suponer
un cambio grande en las comunidades cristianas del
Asia Menor, que exigiría un periodo de tiempo
considerable. Cuando S. Pablo escribía sus cartas a
los Efesios y a los Colosenses desde su prisión
romana, no da a entender que estas Iglesias
estuvieran ya invadidas por el error.
APOCALIPSIS: LUGAR Y
TIEMPO DE COMPOSICIÓN.
Otros exegetas, como A. Gelin y A. Feuillet, distinguen dos
fechas de composición: la perspectiva de las visiones miraría
a la época de Vespasiano, pero la publicación del Apocalipsis
se habría llevado a efecto sólo al final de Domiciano. En cuyo
caso, el Apocalipsis estaría antidatado literariamente, lo que
suele ocurrir con frecuencia en la literatura apocalíptico (cfr.
La Sainte Bible de Pirot-Clamer, XII, 586; «New Testament
Studies» 4, 1957 ss., 183-200). En lo que coinciden todos los
autores es en atribuir la composición de Apocalipsis a una
época tardía del s. I.Studies» 4, 1957 ss., 183-200). En lo que
coinciden todos los autores es en atribuir la composición de
Apocalipsis a una época tardía del s. I.
EL LIBRO DEL APOCALIPSIS
• Por eso, el libro tiene la finalidad de poner en guardia
contra esos peligros y consolar y animar a cuantos sufrían
el peso de la tribulación.
• Para ello emplea el lenguaje apocalíptico de la época,
cargado de visiones y simbolismos. Tanto por este lenguaje
apocalíptico como por los artificios que emplea de
composición literaria, ha dado pie a diversas
interpretaciones del libro a lo largo de los siglos. La fuente
principal del simbolismo joánico ha de buscarse en el AT.
• La Iglesia ha recurrido a él con frecuencia, sobre todo en la
Liturgia, para cantar el triunfo de Cristo resucitado, y el
esplendor de la Jerusalén celestial, símbolo de la Iglesia en
su estado glorioso.
CONTENIDO DEL APOCALIPSIS

Fundándonos en Ap 1,19 en el libro se aprecian dos


grandes partes: una formada por las cartas dirigidas a
las siete iglesias de Asia (1,4-3,22); otra compuesta
por las visiones escatológicas (4,1-22,15). Ambas
partes van precedidas de un prólogo, en el que se
presenta el autor y el libro (1,1-3), y se cierran con
un epílogo a modo de conclusión, que contiene un
diálogo entre Jesús y la Iglesia, y unas advertencias
al lector con la despedida (22,16-21).
CONTENIDO DEL APOCALIPSIS

• La parte dedicada a las cartas se inicia con


un saludo epistolar solemne, seguida de una
introducción en la que se expone que Cristo
glorioso le ordena escribir y las cartas a las
siete iglesias (Éfeso, Esmirna, Pérgamo,
Tiátira, Sardes, Filadelfia y Laodicea).
CONTENIDO DEL APOCALIPSIS
CONTENIDO DEL APOCALIPSIS

La parte dedicada a las visiones se inicia con una visión introductoria en


la que el autor contempla a Dios en su gloria, desde donde dirige los
destinos del mundo y de la Iglesia. Éstos constituyen un misterio que
únicamente Cristo puede desvelar, pues es el único capaz de abrir los siete
sellos. Después se presentan los acontecimientos previos al desenlace
final, al hilo de una serie de visiones que culminan en la de la séptima
trompeta. Con el sonido de ésta comienza a desarrollarse la victoria de
Cristo sobre los poderes del mal y glorificación de la Iglesia. Primero, son
presentados los contrincantes: la Iglesia y el Cordero de un lado; la
serpiente y las bestias de otro. Después, se describen los combates con el
resultado del triunfo de Cristo, el Juicio final y la aparición de la nueva
creación y la Jerusalén mesiánica.
CONTENIDO DEL APOCALIPSIS

La afirmación central del Apocalipsis es la


segunda venida del Señor -la Parusía- y el
establecimiento definitivo de su Reino al final
de los tiempos.
Un esquema de estudio podría ser este:

• Prólogo (1,1-3).
• Primera parte: Las cartas a las siete iglesias de Asia (1,4-
3,22).
• Segunda parte:Visiones escatológicas (4,1-22,15):
• I. Visión introductoria (4,1-5,14): Se ve en el cielo al juez
supremo y su corte (Ap 4,1-11), y luego al Cordero
redentor que recibe el libro de los siete sellos (Ap 5,1-14)
• II. Acontecimientos previos al desenlace final (6,1-11,14):
Después, a medida que se van abriendo los sellos, se van
manifestando los símbolos de la justicia divina (Ap 6,1-
8,21). Sigue a continuación la visión de las siete trompetas
(8,22-11,19).
Un esquema de estudio podría ser este:
• III. Victoria de Cristo sobre los poderes del mal y glorificación de la
Iglesia (12,1-22,15): En esta última parte se describe la visión de la
Mujer y del Dragón (12,1-18), la transmisión de los poderes del
Dragón a la Bestia (c. 13), el Cordero y sus seguidores (14,1-5), siega
y vendimia simbólicas de los gentiles (14, 14-20), visión de las siete
copas derramadas (cc. 15-16), el castigo de Babilonia – Roma (17, 1-
19, 10), exterminio de las Bestias (19, 11-20, 15) y, finalmente, la
nueva Jerusalén (21, 2-22, 5).
• Epílogo (22,16-21). El epílogo insiste en que las palabras del libro son
verdaderas, y por eso se prohíbe alterar su contenido. La Iglesia y el
Espíritu imploran la venida del Señor, y éste responde que vendrá
pronto (Ap 22, 6-20). El libro termina con una bendición (Ap 22, 21).

También podría gustarte