Ferrovias Industria y Hacienda

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PRIMERAS

ESTACIONES FERROVIARIAS,
INDUSTRIAS Y HACIENDAS
PRIMERAS ESTACIONES
FERROVIARIAS

Desde que se iniciara la primera línea férrea


allá por 1850 hasta que llegó a más de 4,500
kilómetros la red ferroviaria, mucho hay que
decir. No pretendemos ser exhaustivos ya que
el tema es muy extenso y el tiempo corto,
pero sí dar una idea de lo que sucedió con
nuestros trenes a lo largo del tiempo
transcurrido desde que empezaron a correr.
NICOLAS
DE PIEROLA
Hubo presidentes que se preocuparon mucho
por dotar al Perú de un sistema ferroviario
acorde a las necesidades y al progreso que el
país requería. Castilla, por supuesto el
iniciador, después Balta, los Pardo, Piérola y
Leguía figuran entre los gobernantes que más
hicieron por este rubro. Puede decirse que
hasta 1930 se construyeron ferrocarriles en el AUGUSTO B. LEGUIA
Perú. Desde esa fecha se detuvo su desarrollo
y empezó su declinación.
 
JOSE BALTA

MANUEL PARDO
La primera y mas importante red ferroviaria
LIMA – LA OROYA
con las estaciones:
-Callao EXTENCION
-Lima -Junín
-Chosica -Cerro de Pasco
-Matucana -Jauja
-Galera -Huancayo
-Morococha -Huancavelica
-La Oroya
 
PRIMERAS INDUSTRIAS

Desde 1841 el Perú empezaría a vivir el boom


guanero se pagaba 30 pesos la tonelada; y en
1842 ya se firmaban contratos de 120 000
toneladas de guano.

El boom guanero fue fundamental para la


revolución agrícola. La explotación trajo
consigo corrupción y endeudamiento al
estado.
El Perú también exportaba materia prima
como el algodón y la lana de luego retornaba
manufacturada.
Entre los años 1830 a 1879 se exporto 1136
toneladas de lana de alpaca y 868 toneladas
de lana de oveja
PRIMERAS HACIENDAS

Las haciendas nacen a partir de la revolución


agrícola – ganadera.
Las haciendas del Perú pertenecían en su
mayoría a las personas con poder gracias a las
industrias y a las construcciones de las redes
ferroviarias.
HACIENDA NARANJAL

Todo comenzó con Jean Monier, un ingeniero francés


quien vino a trabajar con el empresario estadounidense
Henry Meiggs, en la construcción de los túneles del
Ferrocarril Central. Después de unos años, mediante el
Contrato Grace y en retribución por su labor, el Estado
peruano le adjudicó una extensa cantidad de tierras en la
selva central, que pronto destacaría como una de las
haciendas más productivas que tuvo el Perú.
A mitades del siglo XIX, ya se había convertido en el
lugar predilecto para los misioneros, militares y civiles
quienes se aventuraban a estas exóticas tierras y se
alojaban en esta notable hacienda, recibiendo las
mejores atenciones, buena comida, y cobijo para sus
animales.
Se sabe que, la industrialización de la Hacienda Naranjal
la llevó a posicionarse de forma más eficaz,
cultivándose la tierra con maquinaria pesada,
produciéndose algodón para poder confeccionar sus
propias prendas, además, contaban con una central
hidroeléctrica, acuñaban su propia moneda, tenían una
exclusiva escuela fiscal e incluso construyeron una
capilla en donde el hacendado y sus peones,
participaban de la misa todos los domingos y días
festivos. La oligarquía regional se disputaba las
invitaciones a la lujosa propiedad; pues se sabía de su
exclusividad y refinamiento.
Unos años más tarde, durante el boom del café que
deparó fortunas enormes a cientos de hacendados y
pequeños propietarios de terrenos, Naranjal, alcanzó a
producir 10 mil qq/año de café, además, madera fina,
cultivos de pan llevar, caña de azúcar y aguardiente. Sin
duda, fueron tiempos de fábula.
Sin embargo, no todo era paz y sosiego en las haciendas de
Chanchamayo y el resto de la Selva Central. Las luchas
sociales empezaron a tomar proporciones extraordinarias,
debido principalmente, al absurdo maltrato hacia los
trabajadores; quienes denominados peyorativamente
“indios” o “chunchos”, trabajaban duras jornadas de sol a
sol, apenas para poder comer o vestirse. Los más
afortunados tenían la promesa de lograr acceso a una
parcela de terreno para sembrar cultivos de pan llevar, a
cambio de trabajar numerosos años para los patrones.
Finalmente, la política tocó a Naranjal y en 1969, la Junta
Militar Peruana dictaminó la reforma agraria con el fin de
solucionar los enormes problemas de injusticia social. De
ese modo, se expropiaron los terrenos de los hacendados y
se le entregó a cada uno de los trabajadores. Después de un
largo proceso, la hacienda se convirtió en un Centro
Poblado Mayor en dónde viven ahora, los descendientes
de quienes sirvieron durante muchos años a una de las
propiedades más poderosas del país.

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