Por Que No Llueve en La Ciudad de Lima Peru
Por Que No Llueve en La Ciudad de Lima Peru
Por Que No Llueve en La Ciudad de Lima Peru
quiero saber por si es verdad que en esa ciudad nollueve y por que con explicacion El clima en la Ciudad de Lima y en la Provincia Constitucional del Callao es tpico de la costa peruana. El fenmeno de inversin trmica determina que la zona est cubierta por una capa de neblina casi todo el ao, que trae aparejada una elevada humedad que ronda el 80 y 90%. A pesar de esta elevada humedad, producida por la cercana al mar y por la evaporacin de sus aguas, apenas gara. Una combinacin de factores explica esta situacin: *la influencia de las aguas fras de la Corriente Peruana (o de Humboldt) que promedia los 18 grados (menos de lo que le correspondera por su latitud), *la accin de la Cordillera de los Andes que detiene los vientos cargados de lluvias de la selva y *la accin del anticicln del Pacfico Sur. Estos factores, en su conjunto, provocan la formacin de nubes a baja altitud (neblina), que nunca llegan a descargar lluvias de importancia. Mar adentro, sin los factores antes mencionados, s se producen lluvias abundantes, a 250 ms kilmetros de la costa. En Lima nunca llueve Publicado el 13 Septiembre, 2008 - 19:51
2008, Per: Rumbo al mundo Inca En Lima nunca llueve. En Lima slo sale el sol de diciembre hasta marzo, y si hay suerte. Una ciudad sumida en una neblina constante, y en una habitual llovizna que no moja si no ests ms de 2 horas debajo de ella. Garuja la llaman. El gris que todo lo envuelve recuerda a la gran mayora de los habitantes de la ciudad lo lejos que quedan sus vidas de los neones y lujos que tan fuertemente alumbran otros lugares.
No al caos As rezaba un cartel que hemos podido ver desde dentro del autobs en la primera maana de nuestra estancia en Lima. Sorprendidos por la fuerza de su mensaje, pero sin saber exactamente contra quien iba dirigido, nos han bastado unas pocas horas para solidarizarnos con el ciudadano indignado que protestaba tan pacficamente desde la ventana del comedor de su casa.Una ciudad de 70 km. de larga, con 250 000 taxis, con 60 000 autobuses operando. Sus casas forman un enorme mosaico de colores para matar la monotona del cielo. 7,6 millones de habitantes se agolpan por sus calles, en ventanas de transporte con caras fatigadas de cansancio y resignacin, y esperando el pasar del tiempo sentados en un banco cualquiera, en uno de tantos parques. El caos, bien se puede decir que el caos y Lima conviven en una estrecha relacin de amor y odio. Los problemas de trfico suponen para cualquier ciudad moderna de 8 millones de habitantes un autntico viacrucis. Si a esto aadimos no disponer de red de metro, ni tranva, ni autobuses urbanos pblicos junto un paisaje marcado por la combinacin aleatoria de edificios lujosos seguidos de otros en ruinas obtenemos la primera imagen que nos hemos encontrado: seales de trfico que casi no ejercen autoridad alguna. Todo esto forma el caos de la vida limea. Un caos equilibrado con serios desajustes. Para las gentes de aqu todo es normal, todo entra dentro de lo posible. La polica corrupta no es un mal endmico, es un axioma; las miradas recelosas que miran tus bultos, los policas que hacen desaparecer gente por delante de tus pasos. Todo esto entra dentro de lo normal, y no entra en debate social, es la realidad limea, y por ende, as habr sido y ser siempre: vete acostumbrando aconsejan las gentes de aqu. No obstante, lo ms sorprendente que hemos encontrado en Lima ha sido posiblemente las sonrisas y los saludos constantes de muchos de sus habitantes, que mordidos por la curiosidad, no podan evitar mirar los autobuses en los que viajbamos. Uno se
pregunta si tal vez los mosquitos a los que hemos temido tanto antes de llegar no contagian a los habitantes de esta urbe de una alegra que les impide ver lo que a nuestros ojos nos resultan unos contrates insultantes. Paseando por los distritos pitucos de Lima, los distritos ms selectos (Miraflores y San Isidro), uno asiste al engao de este pas. Cuando casi el 19% de la poblacin est en una situacin de pobreza extrema insulta ver el apartheid que resultan estos distritos con sus clubes de golf, sus hoteles de 5 estrellas, sus tiendas de lo ms selecto. Pero dejndonos de prejuicios, igual de insultante es la cifra del 7% de pobreza extrema en Espaa. Igual de insultante es la cifra de que exista la pobreza extrema, la pobreza, y su realidad ms cruenta. El olor a brisa del pacfico se lo reservan para los ms pudientes. Alejado de los pitucos, al norte se sita el centro histrico (lugar de todas las sedes institucionales). Aqu Lima huele a madera hmeda. Las calles estn copadas de casonas antiguas, que fueron ocupadas por aristcratas republicanos. Estos las heredaron de los conquistadores espaoles, pero igual que vinieron se fueron a las afueras de la ciudad, dejando estas construcciones a gentes muy pobres que prefirieron dormir bajo techos antiguos con riesgo a desmoronarse a dormir en la calle con riesgo de no despertar. Por ltimo encontramos los conos, estos extremos de una ciudad inmensa. Hasta sumar los 70 km. de casas y farolas, hasta acumular 43 distritos y 43 alcaldes en una misma ciudad, los conos perfilan la figura externa de Lima. No se define un olor, una identidad en estos distritos. En los conos, todo est construyndose, todo es nuevo y viejo a la vez, todo est en desorden. Sorprende que duela incluso a los ojos de un hijo del capitalismo ms exacerbado la opulencia de la que algunos hacen gala frente a sus conciudadanos en esta ciudad. Los combis de ms de 20 aos de antigedad, abarrotados de pasajeros serpentean continuamente alrededor de algn que otro flamante 4x4 ltimo modelo. As es Per, un combinadito de varias cosas. De varias culturas, razas, gastronomas, maneras de pensar y vivir. Vale la pena conocer un sitio as, salir de eurocentrismo, de pensarnos el ombligo del mundo, y saber que todos no tienen la misma suerte de crecer en la opulencia y las facilidades en que vivimos. Ganas de gritar, de entrar en accin, de moverte, de bajar del autobs y contarles a todos que la realidad en la que viven no es ninguna condena, que pueden cambiarla, que deben ponerse en marcha, armarse de valor para combatir las injusticias del sueo americano. Luz verde, arranca el autobs, las sonrisas y los saludos se alejan, distantes, efmeros, dejando un cierto regusto amargo justo en la boca del estmago.