LA ENSEÑANZA DE LA LITERATURA en Tiempos Que Corren
LA ENSEÑANZA DE LA LITERATURA en Tiempos Que Corren
LA ENSEÑANZA DE LA LITERATURA en Tiempos Que Corren
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Estamos inmersos en un perodo de cambios bastante radicales. No slo las formas exteriores de la vida y la convivencia social se modifican, sino tambin las normas valorativas, el horizonte del conocimiento, las conductas, los criterios de accin, las perspectivas, etc. Los cnones mismos de nuestra cultura estn, como quien dice, en entredicho. Las jerarquas dejan de serlo y ceden su lugar a convergencias y espectros plurales; el ideal de unidad y totalidad se resquebraja y fragmenta en el reconocimiento de lo heterogneo y lo plural, las minoras, las mrgenes. Vivimos una crisis mltiple que incluye relaciones de poder, identidades sociales (clase, religin, nacin, etnia, etc.), sistemas de representacin, equilibrios naturales. Se anuncia el fin de la historia, de las ideologas y las utopas. Tal actitud revela una profunda crisis, respecto de las certidumbres que sostenan la modernidad. Por un lado, se imponen el descreimiento, la falta de compromiso, el desinters por lo que no sea el goce o el provecho inmediato y lucrativo, la indiferencia y la evasin, fundados en un extendido relativismo, detrs del cual se agazapa una actitud profundamente escptica. Ni ideas de validez universal, ni proyectos sociales de alguna trascendencia. Ahora, los problemas son otros, tal vez ms graves y acuciantes, porque ms inmediatos: los medioambientales y sicosociales, los relacionados con las nuevas enfermedades letales o la drogadiccin, los de la inseguridad en las grandes ciudades, etc., todo, abordado desde una perspectiva cerradamente individual.
Estamos inmersos en un perodo de cambios bastante radicales. No slo las formas exteriores de la vida y la convivencia social se modifican, sino tambin las normas valorativas, el horizonte del conocimiento, las conductas, los criterios de accin, las perspectivas, etc. Los cnones mismos de nuestra cultura estn, como quien dice, en entredicho. Las jerarquas dejan de serlo y ceden su lugar a convergencias y espectros plurales; el ideal de unidad y totalidad se resquebraja y fragmenta en el reconocimiento de lo heterogneo y lo plural, las minoras, las mrgenes. Vivimos una crisis mltiple que incluye relaciones de poder, identidades sociales (clase, religin, nacin, etnia, etc.), sistemas de representacin, equilibrios naturales. Se anuncia el fin de la historia, de las ideologas y las utopas. Tal actitud revela una profunda crisis, respecto de las certidumbres que sostenan la modernidad. Por un lado, se imponen el descreimiento, la falta de compromiso, el
desinters por lo que no sea el goce o el provecho inmediato y lucrativo, la indiferencia y la evasin, fundados en un extendido relativismo, detrs del cual se agazapa una actitud profundamente escptica. Ni ideas de validez universal, ni proyectos sociales de alguna trascendencia. Ahora, los problemas son otros, tal vez ms graves y acuciantes, porque ms inmediatos: los medioambientales y sicosociales, los relacionados con las nuevas enfermedades letales o la drogadiccin, los de la inseguridad en las grandes ciudades, etc., todo, abordado desde una perspectiva cerradamente individual. Al mismo tiempo, asistimos al surgimiento de nuevos ordenamientos: visin holstica del mundo, introduccin de la perspectiva del sujeto en todas las disciplinas cientficas, relaciones de hombre y mundo como ecosistema, superacin de la idea de progreso lineal, equilibrio entre competencia y cooperacin, reconocimiento de la alteridades de gnero, etnia, cultura, religin, relatividad de los patrones culturales, conciencia de que la racionalidad es slo una dimensin del conocimiento a la que hay que aadir sensibilidad, afectividad, imaginacin. Asistimos al "desplazamiento de las demarcaciones y las fronteras entre razn e imaginacin, ciencia y arte, naturaleza y artificio, la hibridacin cultural entre tradicin y modernidad, entre lo culto, lo popular y lo masivo" [Martn-Barbero 1993: 19]. Estamos, pues, a las puertas de un nuevo humanismo que, lejos de competir con la ciencia y la tecnologa busca integrarse hacia una comprensin ms equilibrada del hombre en el mundo: un humanismo situado [Ostria 1995]. Mientras tanto, inmersa en tamaa crisis, la cultura contempornea, en tanto conjunto de objetos, creencias, valores, relaciones y procesos, padece una contradiccin tal vez irresoluble: por una parte, se opone con ahnco a los grandes relatos hegemnicos y proclama y valora la existencia de lo diferente, lo plural, lo otro, lo heterogneo; por otra, simultneamente, acepta inerme los efectos uniformadores de lo que ha venido en llamarse el fenmeno de la globalizacin que no es otra cosa que una monstruosa y gigantesca transnacionalizacin de los mayores poderes jams existentes. En este marco de cambios culturales profundos cuyo horizonte no alcanzamos a percibir del todo, debe situarse lo que se ha llamado la crisis del libro y la lectura y ,por ende, de la prctica literaria,
entendida como el circuito comunicativo de escritura-lectura. A nuestro juicio, se trata de la crisis de ciertas formas tradicionales de entender y fomentar la lectura de textos literarios y, no, necesariamente, de una crisis de la lectura, en general. Frente a una cultura en que las fuentes de informacin, las formas de conocimiento y los medios de lectura se multiplican y en que, consiguientemente, el libro deja de ser el centro, el lugar privilegiado del conocimiento, las polticas de fomento del libro y la lectura, especialmente a travs de los medios de enseanza, debieran ser especialmente permeables a todo tipo de estrategias tendientes al aprovechamiento de esas otras fuentes, formas y lecturas multimediales con las que el libro compite. Quiz la actual crisis educativa, en lo que dice relacin con la lectura, especialmente con la lectura de textos literarios, no tenga tanto que ver con la incorporacin de las nuevas tecnologas en s, cuanto con los profundos cambios que ellas implican y que significan un continuo e inestable proceso de reorganizacin y reubicacin de saberes y sistemas de codificaciones, cuestin, que todava no terminamos (o no empezamos) a asimilar adecuadamente. Tal proceso implica profundos cambios en los modos de leer, no siempre advertidos por los que se obstinan "en seguir pensando la lectura nicamente como modo de relacin con el libro y no con la pluralidad y heterogeneidad de textos y escrituras que hoy circulan" [Martn-Barbero 1993: 30-1]. Ese vertiginoso proceso de cambios requiere, pues, de sectores preparados, audaces, imaginativos, que sean capaces de entender la dinamia de esas nuevas formas de semiosis, de discernir sus sentidos, no slo desde la lgica o la racionalidad tradicionales, sino desde cualquier enfoque, umbral, perspectiva o sistema simblico sensibles a la aprehensin de los complejos fenmenos que articulan la cultura contempornea Frente a tamaos desafos, es posible seguir enseando literatura de la misma manera?; vale la pena hacer el intento cuando mucha literatura se juega entre lo 'leit' y los multimedia? Por otra parte, los textos literarios aparecen cada vez ms arrinconados e indiferenciados entre una multitud de textos pragmticos (periodsticos, cientficos, histricos, biogrficos, publicitarios, etc.). No son pocos los que proponen suprimir los textos literarios de los cursos de lenguaje y comunicacin porque, argumentan, no representan el habla cotidiana, til y prctica de la comunicacin real. De ese modo se evitan, claro, las mayores dificultades que
normalmente los textos literarios ofrecen. Se olvida, adems, que la obra de arte literaria es capaz de asumir todas las formas del discurso (an las orales-coloquiales como transcripciones estilizadas), de estructurar totalidades y de aprovechar todas las posibilidades del sistema, ms all de las normas vigentes y de los usos automatizados. Por aadidura, la literatura es el medio lingstico ms eficaz para la verbalizacin de situaciones y entornos. Tampoco faltan los que, siguiendo una moda oriunda de ciertas metrpolis procuran diluir la literatura en lo que han dado en llamar estudios culturales. Qu sentido puede tener ensear literatura en las actuales circunstancias? En sendas oportunidades, hemos presentado diversos proyectos que buscaron romper el crculo vicioso del desinters por la lectura de textos literarios en las instituciones educativas. Diversas razones han impedido hasta ahora su ejecucin. Voy a referirme slo a dos de ellos a modo de ejemplos. Primero. Se ha hecho un lugar comn el afirmar que cada vez se lee menos y que en los mbitos estudiantiles no existe el debido inters por la lectura, especialmente referida a obras literarias. Se suele vincular el problema a la presencia invasiva de medios audiovisuales, tecnologas computacionales, juegos electrnicos, etc. Por otra parte, los profesores de Castellano se quejan continuamente del poco entusiasmo que despiertan en los alumnos los textos recomendados en los programas oficiales. Nos parece que, an aceptando el diagnstico anterior, se hace necesaria una actitud ms objetiva, que no se funde slo en apreciaciones u opiniones ms o menos intuitivas, sino en un trabajo de descripcin y anlisis realizado 'in situ' a los sujetos lectores, considerando, adems, que el desarrollo de la capacidad o competencia lectora debe procurarse en la etapa de formacin de las personas; es en ese perodo que pueden, efectivamente, inculcarse hbitos tendientes a leer comprensiva y gozosamente. Quin les ha preguntado a los nios, a los estudiantes por sus gustos lectores, por aquello que les gustara encontrar en los libros? Es frecuente orlos referirse a las lecturas obligatorias como aburridas, fomes, latosas. Fundados en este experiencia, propusimos investigar los hbitos y preferencias lectoras de los estudiantes a travs de un programa de encuestas, entrevistas y ejercicios, que permitieran, por un lado, observar, describir y evaluar
los hbitos de lectura, y, por otro, percibir los gustos y preferencias literarias. Los resultados se contrastaran con las lecturas cannicas de los programas oficiales de enseanza. La investigacin concluira con la construccin de un corpus que compatibilizara las preferencias de los jvenes con los objetivos educativos contemplados en los planes oficiales. Finalmente, un informe propondra medidas tendientes a corregir, desarrollar y fomentar la competencia lectora del universo investigado, as como estrategias que permitieran a los profesores de Literatura ensayar nuevas metodologas para la enseanza, especialmente en el trabajo de comentario e interpretacin de textos. El objetivo ltimo de este proyecto era fomentar la lectura comprensiva y gozosa. Segundo. Frente al desinters por la lectura de textos literarios en el mbito universitario se requiere un cambio de actitud que tome en consideracin la nueve situacin que afronta el libro en el concierto de un cada vez ms variado y complejo sistema de signos y que, lejos de descalificar la avalancha de mensajes multimediales, los incorpore en estrategias en que se reconozca la singularidad del libro, del texto literario; "Leer es encontrar sentidos" [Barthes 1980: 7]: ste es el desafo al que nos enfrentamos los que nos dedicamos a la enseanza o al fomento de la lectura: aprender a leer de nuevo los signos de los tiempos. El problema se sita, ahora, en el marco ms amplio de la enseanza de la literatura en la Universidad y de su funcin en la formacin humanstica del universitario. La idea es que la Literatura no constituye, por ser una forma superior de expresin de experiencias humanas universales, slo un tipo de discurso especfico al que debe estudiarse con los adecuados instrumentos tcnicos, sino y, sobre todo, una forma de conocimiento y apropiacin, por parte del sujeto-estudiante, de lo humano universal, histrico y particular, en profundidad y totalidad. Por lo tanto, se trata de enfocar esta disciplina como "Literatura y Cultura", y en tal sentido, aparece no slo necesaria para las carreras especializadas en su estudio sino altamente aconsejable para todas las carreras universitarias. Debe destacarse, asimismo, la importancia de la Literatura en el mbito de la cultura chilena y latinoamericana. Al respecto cabe sealar que: 1. Esta disciplina ha ido variando su enfoque conforme se han desarrollado diferentes teoras y mtodos de anlisis e interpretacin de textos literarios; pero, en general, ha
mantenido su carcter de disciplina preferentemente expositiva. Se procura ahora convertirla en una disciplina de mayor participacin y actividad del estudiante, donde la exposicin de resultados y memorizacin de los mismos sea reemplazada por el planteamiento de problemas cuya solucin, en parte, sea responsabilidad de los propios alumnos. 2. Las deficiencias culturales de los alumnos (especficamente sus experiencias de lectura) hacen necesario un reforzamiento en cuanto a mejorar las tcnicas de adquisicin de conocimientos y de aproximacin a los textos literarios, ciertamente ms complejos que otros tipos de escritura; 3. En un medio, en general, culturalmente pobre, es preciso acentuar por vas diversas la importancia de los contextos que la literatura pone en movimiento. Se trata, entonces, de situar el texto literario en las coordenadas histrico-sociales, artsticas, etc. Para los fines sealados se propone; 1. Elaborar un Texto-gua con las siguientes caractersticas: Se trata de un texto modular compuesto de Unidades y Subunidades intercambiables; cada Unidad corresponder a un problema-autor-texto. V.gr.: "La imaginacin material en 'Alturas de Macchu Picchu' de Pablo Neruda", "Mestizaje cultural en Cien aos de soledad de Gabriel Garca Mrquez". A su vez, cada Unidad se compondr de cuatro Subunidades: a) una Introduccin al problema; b) Un Fragmento Textual comentado; c) una Lista de Preguntas para orientar la solucin del problema; d) una Bibliografa que permita consultar y resolver las preguntas, y e) un conjunto de sugerencias de Actividades Complementarias (apoyos audiovisuales: uso de grabaciones sonoras, (lecturas, dramatizaciones, msica), filmes, videos, diapositivas, mapas; visitas a museos, exposiciones, representaciones teatrales, conciertos, charlas complementarias, excursiones, etc. Cada Unidad y Subunidad deber ser impresa independientemente de modo que forme con las dems una especie de Archivo o coleccin fascicular. Esto permitir que, segn las circunstancias, los intereses y las necesidades del curso, puedan cambiarse o reordenarse, total o parcialmente, autores, textos, sugerencias o bibliografa, segn el profesor lo estime conveniente. Cada unidad y Subunidad, adems, estar integrada a un Programa computacional que posibilite la solucin de problemas individuales (lxico, informacin especfica (lingstica, retrica, histrica, geogrfica, etc.), informacin adicional (bibliogrfica, grfica, etc.). Esto dar cabida a las diferencias de intereses por parte de los estudiantes y permitir solucionar en parte los actuales problemas de falta de libros en nuestras bibliotecas.
El relacionar los lecturas con el mundo circundante (social, cultural, artstico), as como el empleo de videos, casettes, la asistencia a exposiciones, sesiones de cine, teatro, etc. pueden ser instrumentos muy tiles en la contextualizacin de las lecturas. Sin embargo, no se trata de sustituir la lectura de textos literarios por otras formas de semiosis, sino de situarlas debidamente. Al respecto, Octavio Paz nos recuerda que "Todos los elementos y formas de expresin que aparecen aislados en la historia de la poesa: el habla y la escritura, el recitado y la caligrafa, la poesa coral y la pgina iluminada del manuscrito, en suma: la voz, la letra, la imagen visual y el color, coexisten en los modernos medios de comunicacin. Pienso claro est, en el cine y en la televisin. Por primera vez en la historia, los poetas y sus intrpretes y colaboradores -msicos, actores, tipgrafos, dibujantes y pintores- disponen de un medio que es, simultneamente, palabra hablada y signo escrito, imagen sonora y visual, en color o en blanco y negro. Adems, en las pantallas del cine o la televisin aparece un elemento completamente nuevo: el movimiento" [Paz 1990: 91]. Lo dicho por el poeta mexicano vale tambin para el drama y .en menor medida para el relato. De modo que el empleo de mensajes correspondientes a otros sistemas semiticos no verbales no slo no debilita el enfoque centralmente literario, como debe ser, sino que, en cierto modo, le devuelve a la creacin literaria ciertas dimensiones perdidas y aoradas por los escritores. Recurdese sino, para citar dos casos muy cercanos, los intentos de Julio Cortzar y de Nicanor Parra por transcender el objeto libro y el carcter meramente escritural de la literatura en obras como La vuelta al da en ochenta mundos o ltimo round y Artefactos o Chistes para desorientar a la Polica/poesa, respectivamente. Sin embargo, lo que ltima y definitivamente justifica y justificar siempre la lectura, el estudio y la enseanza de la literatura es que ella constituye, sin lugar a dudas, el supremo producto de aquello que mejor nos caracteriza como seres humanos: el lenguaje. En efecto, el lenguaje como aprehensin del mundo es el supuesto de la cultura en tanto imagen interpretativa de la realidad; como actividad dialgica es fundamento de lo social y de la historicidad del hombre; por eso mismo es instrumento de comunicacin y de praxis social; como actividad creadora es el primer fenmeno de la libertad del hombre. La dimensin creadora del lenguaje encuentra su manifestacin ms plena en la lengua literaria, all donde la palabra sin dejar de
ser palabra se transforma en obra de arte. Por eso, y como quiera que la cultura idiomtica supone asumir la tradicin y las reglas de manera creadora, parece conveniente el continuo y progresivo enfrentamiento del estudiante con productos lingsticos verdaderamente innovadores, capaces no slo de desarrollar una competencia lectora lo ms amplia posible, sino de involucrar al sujeto en una convivencia autntica con visiones complejas y por eso mismo enriquecedoras. As, una planificacin eficaz hacia la formacin de sujetos cultos lingsticamente -ideal de todo proceso educativo de la lengua materna-, esto es de sujetos capaces de ejercer su libertad en medio de la coaccin social, debera suponer, junto a las tareas de reconstruccin consciente del sistema lingstico y del reconocimiento y posterior dominio de los usos y normas socialmente valiosos, el desarrollo de la capacidad interpretativa, o sea, la capacidad de comprender el sentido de los discursos, ms all del desciframiento de significados gramaticales o lxicos. Para estos fines, los textos literarios se nos aparecen como objetos-instrumentos insuperables, precisamente, por figurar vivencias humanas individualizadas con proyeccin universal, es decir, posibilitadoras de dilogo intersubjetivo; por ser modelos de sentido complejo y expresiones cabales de la creatividad, y por ende, de la libertad del ser humano [Ostria 1988: 36-9].
REFERENCIAS Barthes, Roland, 1980. S/Z, Mxico, Siglo XXI. Martn Barbero, Jess 1993. "Nuevos modos de leer", Revista de Crtica Cultural, 7: 19-23. Ostria Gonzlez, Mauricio 1988. "Lenguaje y libertad. Sobre la literatura y la enseanza de la lengua materna", Escritos de varia leccin, Concepcin, Sur. 1995 Sobre el sentido de la lectura, Ediciones de la Universidad de Concepcin (Tribuna Universitaria 22). Paz, Octavio 1990. Hombres en su siglo y otros ensayos, Barcelona, Seix Barral.