Gabriela Abad
Gabriela Abad
Gabriela Abad
El eclipse de la mirada A partir del psicoanlisis, es muy conocido el tema que sita al sujeto como aquel que es hablado para poder hablar, o sea, el lenguaje es una estructura que preexiste al sujeto. Cuando el sujeto llega al mundo es hablado y desde all puede acceder al universo simblico del lenguaje. Esta anterioridad del Otro social en el campo del lenguaje se dar tambin en el campo visual: porque es mirado podr mirar. Lacan invierte la frmula tradicional de la filosofa que instalaba al sujeto mirando al mundo y lo sita como siendo mirado por el mundo. Pasa de ser mirn, a ser mirado desde afuera. Y esa mirada que lo constituye en la escena del mundo luego tiene que ser expulsada para que el sujeto pueda erigirse en el campo de las imgenes. Para que pueda constituir su imagen en el mundo debe ocultarse o taparse la mirada que lo fund. Lacan establece una diferencia singular entre mirada y visin. El concepto de mirada en psicoanlisis hace alusin a algo que esta eclipsado para nosotros, sujetos de la visin. Podemos ver porque la mirada ha sido eclipsada, tapada, en nuestro horizonte. Pensemos la mirada como un reflector que nos encandila. Esto nos enceguecera, esa luz potente producira un efecto de borramiento de la escena del mundo, incluso nos paralizara como sujetos. La mentada escena del cine policial, en la que para interrogar a un sujeto se lo expone bajo una luz intensa. Qu funcin cumple esa luz en el interrogatorio? La de amedrentar al reo, la de aplastarlo hacindole sentir el poder del que interroga, porque sabe que alguien lo mira pero l no puede verlo. La mirada, cuando no logra velarse, produce este mismo efecto. El origen de la visin est fuera del sujeto y tiene sobre l un poder aniquilante.
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carreras de Artes Plsticas y Teatro. Investigadora de la U.N.T. Docente invitada de posgrado de Psicologa de la U.B.A. Psicoanalista. Docente de Psicoanlisis en la Fundacin Psicoanaltica Sigmund Freud. Mail: [email protected]. Direccin Av. Aconquija 374. .Yerba Buena Tucumn .C.P. 4107
Esa mirada exterior a la que Lacan llama punto luminoso, ubica al sujeto en el lugar del cuadro. l es parte de la escena del mundo antes de ser el que mira al mundo como una escena. El momento estructurante en la vida de un nio, en el que logra tapar esa luz que lo encandila, es cuando constituye su imagen corporal. Armar la imagen ser correlativo de la expulsin de esa mirada que tiene un poder aniquilador y que har que el sujeto, en el mundo de la visin, pueda alternar en una situacin inestable, donde si bien l ve las cosas, las cosas a su vez lo miran.
El estadio del espejo Cmo logra el hombre tapar esa mirada, punto luminoso que lo enceguece y lo aplasta? Cmo se logra ese momento estructurante en que el nio constituye su cuerpo como una imagen corporal e inaugura su espacio escpico, su espacio de la visin? La imagen se logra como producto de una identificacin con las imgenes de sus padres que se proyectan sobre el cuerpo del nio, coagulndolo. Esta imagen acta como una membrana virtual que viste el cuerpo del nio unificndolo y permitindole reconocerlo como propio. Pasaje, este, en que el cuerpo deja de ser un terreno amorfo para establecerse como su cuerpo . Esta operacin se anticipa a la maduracin motriz y prepara el terreno para que el infante logre controlar sus esfnteres y sus movimientos voluntarios. Por lo tanto, es necesario que alguien lo mire, que le ofrezca sus ojos como espejo donde el nio pueda verse y reconocerse, solo as lograr constituirse en dueo de ese cuerpo, mejor dicho, inquilino de ese cuerpo son tantas las veces que los hombres dejamos de reconocernos en esa imagen! Tantas las veces que ese cuerpo no nos responde! Se desvanece o acta como un robot comandado por otro. Son estas las circunstancias donde nos sentimos extranjeros en nuestra casa. Ese Otro, a quien le debemos la imagen, se hace presente como el acreedor que viene a cobrar la renta y muestra su poder. Momentos de aniquilacin, de desvanecimiento subjetivo. Cuando la mirada regresa, el espejo se fragmenta, y en vez de proyectarse la imagen lo que se hace presente es la fragmentacin del sujeto. Lacan nos recuerda que el nio sostenido ante el espejo por el adulto no solo mirar y tendr movimientos de jbilo, de ereccin, y un sentimiento incluso de 2
alegra frente a la imagen sino que, al cabo de un momento, girar la cabeza y buscar la mirada del adulto que en ese momento lo sostiene. Lo que Lacan viene a decir aqu es que esta identificacin imperfecta busca su aprobacin, su aceptacin o autentificacin en la mirada del adulto. Pero como solo la mirada de Dios podra mantenerse eternamente y puede sostenerse ininterrumpidamente, lo que el chico recibe como respuesta no es una mirada sino una respuesta desde el deseo, porque cuando esos ojos lo miran hay en ellos palabras, proyectos, preguntas, deseos acerca de ese nio. Nadie logra sostener esa mirada eternamente, en algn momento, por suerte mira otra cosa y de ese modo hace posible que el chico se vea. Momento de articulacin entre el cuerpo real, la imagen y la palabra. Articulacin que arma la pantalla para que la imagen se proyecte adosada o sostenida a un deseo, y de esta manera la mirada queda eclipsada por la pantalla. La pantalla eclipsa la mirada, la tapa, pero esta mirada aunque tapada, reprimida diramos desde el psicoanlisis, sigue siendo la que causa nuestro universo de la visin, quizs sea ms acertado decir que es aquello que desde la sombra lo organiza. Mirada de la que no somos conscientes pero determina el modo en que cada uno de nosotros arma esta escena del mundo.
La mirada organiza el campo escpico Vemos cmo el planteo se invierte y el sujeto para poder constituirse en la escena del mundo primero tiene que ser hablado y mirado desde el Otro social, palabra y mirada que estarn sujetadas a las leyes simblicas que rigen las relaciones del sujeto con el mundo. Se descentra de esta manera el eje de la conciencia como organizador de la realidad del hombre, realidad que desde este momento se organiza segn las miradas y los retazos de palabras que cayeron bajo el efecto de la represin. Pero desde all causan la escena del mundo donde el sujeto cree estar. Quedan as articulados el Otro social y el inconsciente de cada sujeto. No ser desde la conciencia desde donde se estructurar el universo decible y visible sino, precisamente, desde esa escena ignorada por el sujeto. Esta se convierte en el filtro imprescindible para que un sujeto acceda al mundo.
Como se observa en lo expuesto hasta aqu, el mundo que vemos y del que hablamos no es ms que una construccin simblica e imaginaria, al igual que el sujeto que lo interpreta; por esto Freud se detiene en todas las
construcciones de ficcin, como grandes reservorios de fantasas culturales que en el deslizamiento discursivo van dejando que alguna verdad se revele en su estructura. Construcciones que tienen por funcin obturar el abismo o el agujero de la falta, sobre la que se monta todo nuestro universo simblico. Esto es lo que debe quedar tapado para que podamos mantener la creencia en nuestras ficciones de todos los das. Cuando algo en ese juego de velos falla, la mirada se destapa, retorna y amenaza derrumbar nuestra subjetividad, amenaza regresarnos a ese estado inicial de despedazamiento. Rompe la pantalla sobre la que proyectamos nuestra vida. Esta es la paradoja que hace tan difcil la aprehensin de este tema. Entonces, la mirada es indispensable para instalarnos en el mundo de la visin, pero si no es expulsada bajo la barrera de la represin nos aplasta hasta aniquilarnos. Ahora bien, desde ese lugar otro, fuera del marco de la escena, se sostiene la escena en tanto la causa. La imposibilidad central en torno a la cual se estructura toda red significante. El vaco acta como la causa necesaria para mover el universo simblico alrededor de l. Como la metfora que Lacan usa del jarrn, que solo puede erigirse alrededor del vaco en un intento de apresarlo, pero solo logra actuar como causa en la medida en que, como la mirada, se encuentre eclipsado, porque cuando se presentifique romper la red significante. Resumiendo, podemos afirmar que el plano de la visin est vinculado a la esfera de la conciencia, al sujeto cartesiano de la representacin, aquel del que se ocupa la ciencia y la filosofa, vindose ver, con el espejismo concomitante de autocontrol y completitud que esto supone; por el contrario, la mirada nos remite al campo del inconsciente y de la falta, de lo que tiene que quedar velado y refiere directamente a la angustia de castracin. Es as como la mirada tiene que estar siempre elidida para que la falta se produzca, si la mirada ingresa en el plano de la escena falta la falta y se producen todas las patologas del campo de la escena de las que nos ocuparemos ms tarde. 4
La dimensin de la visin y la conciencia Tal como lo plantea Maurice Merlau-Ponty, Lacan destaca la anterioridad de la mirada respecto de la visin, o sea que el sujeto est en el mundo primero como materia visible, formando parte del espectculo y luego se constituye en el lugar del que ve, de esta manera marca la preexistencia de una mirada solo veo desde un punto, pero en mi existencia soy mirado desde todas partes (Lacan 1964:80). En este aspecto sealamos que el sujeto aparece en el mundo primero como mancha, o sea que hay una primaca de lo dado a ver por sobre lo visto. Esta anterioridad lgica del sujeto como mancha ofrecida a la mirada, esta condicin de ser el espectculo del Otro, no es algo de lo que tenga conciencia, ni siquiera es algo que pueda ser capturado en el plano de la visin, Lacan lo seala en forma contundente cuando afirma: Entonces daremos cuenta de que la funcin de la mancha y de la mirada lo rige secretamente, y a la vez, escapa siempre a la captacin de esta forma de la visin que se satisface consigo misma imaginndose como conciencia (Lacan 1964:82), es en esta relacin entre visin y mirada que el sujeto puede, eludiendo la mirada, percibirse como pura conciencia, Vindose ver. Por lo tanto, este espejismo de la
autocontemplacin no es ms que una manera de eludir la mirada, as como el autoconocimiento elude al inconsciente. Solo veo desde un punto pero soy mirado desde todos lados (Lacan 1964:95). Sartre dice en El ser y la nada: La prueba de mi condicin de hombre es que soy objeto para todos los seres vivientes. Por lo tanto, tal como lo describamos en el estadio del espejo, el pasaje de sujeto a objeto es a travs de la mirada del Otro. Sometido a una mirada antes de que l pueda dar a ver. Quizs esta lgica queda ms clara cuando recurrimos al sueo como un campo opuesto al de la vigilia, en el primero rige la mirada y en la vida despierta la visin, respondiendo al sujeto de la representacin. Cualquier sueo que tomemos como ejemplo nos ilustra ese momento en que el sujeto despierta, la conciencia se vuelve a tramar, sabe que todo lo que pas era un sueo y se ubica en las coordenadas de tiempo y espacio real, en sntesis, podemos decir que se constituye nuevamente como sujeto de la 5
representacin. Lo que no se pone de manifiesto es que esta vigilia que lo ubica como sujeto de la representacin, al mismo tiempo lo ubica como siendo representacin para otro. Es ste el deslizamiento de lo que queda tapado cuando el sujeto despierta y se reconoce bajo un nombre propio, una imagen y una sensacin corporal, o sea, cuando se unifica narcissticamente, es decir, la unificacin narcisstica es posible porque solo es quien es para alguien, en relacin a alguien. Lo remite al momento del estadio del espejo cuando el nio jubiloso por el reconocimiento de su imagen en el espacio virtual, gira su cabeza y busca una mirada que testifique lo que est en el espejo. Por lo tanto, al decir de Lacan, lo que lo hace consciente de s, la mirada, es al mismo tiempo lo que lo ubica como espectculo del mundo, pero a condicin de que la mirada quede quedar fuera del campo de la visin, expulsada. El mundo, de esta forma, se constituye como omnivoyeur, pero a condicin de que el sujeto no sepa conscientemente que lo estn mirando, eso se elide Pero el mundo no es exhibicionista, no muestra que mira, cuando se est despierto se reprime no solo que eso mira sino tambin que eso muestra. Cuando pasamos al campo de los sueos, por el contrario, las imgenes se muestran hasta tal punto que existe todo un armado en cuanto a variaciones de intensidad, colores, formas, pero lo que se muestra lo hace tras un disfraz, un postizo, que guarda un extremo cuidado, como plantea Freud, en el armado de aquello que da a ver o las condiciones de la puesta en escena. La escena del sueo no se ofrece al yo para ser vista, a pesar de que en el sueo el sujeto puede decirse a s mismo que eso es un sueo, no puede jams captarse como sujeto de la representacin, o sea, como quien es para el Otro. Aparece la imagen superintensa dando cuenta de la presencia de la pulsin, donde se dan a ver imgenes. Este darse a ver es la esencia de la mirada, razn por la cual se conectar con el fantasma, tema que retomaremos ms adelante. Cuando el sujeto despierta se inhibe la mirada y recupera la visin, cuando el sujeto se dice: esto es un sueo, es cuando la recupera y se reprime la mirada. Sealados estos dos campos, advertimos que el sujeto de la conciencia es totalmente ignorante de aquello que se encuentra ms all de las apariencias, ms all del semblante.
Para desarrollar este tema, Lacan recurre a la anamorfosis, especficamente al cuadro de Holbein, Los Embajadores: Los dos embajadores estn tiesos, erguidos en sus ornamentos ostensivos. Entre ambos una serie de objetos que, en la pintura de la poca, representan los smbolos de la vanitate. Cornelius Agrippa, en la misma poca, escribe su De vanitate scientiarum, que alude tanto a las ciencias como a las artes. Entonces, delante de esa os tentacin del mbito de las apariencias en sus formas ms fascinantes, cul es ese objeto que flota, que se inclina? No pueden saberlo- y desvan la mirada, escapando as a la fascinacin del cuadro. Empiezan a salir de la sala, donde sin duda los ha cautivado por un largo rato. Entonces, cuando al salir se dan vuelta, para echar una ltima mirada qu disciernen en esa forma?- una calavera (Lacan 1964: 95).
En este ejemplo est poniendo el acento en que cuando aparece algo anmalo, la fascinacin cesa y algo de la angustia se hace presente, efecto de la visin desacomodada que no logra ser pregnante. Es el deseo el que logra atravesar el semblante y romper la fascinacin de las vanidades poniendo en cuestin al narcisismo, la falta se hace presente. Si uno no hace valer la dialctica del deseo, no se entiende por qu la mirada del Otro desorganizara el campo de la percepcin. Y es que el sujeto en cuestin no es el de la conciencia reflexiva, sino el del deseo. Piensan que se trata del ojo punto geometral, cuando se trata en verdad de un ojo muy distintoel que vuela en primer plano en los embajadores (Lacan 1964:96)
La mirada contempornea Cul es la mirada que organiza el universo contemporneo desde las sombras? Hay un ejemplo bastante conocido que da Zizek sobre la obra Esperando a Godot, de Beckett, una de las piezas del teatro del absurdo en la que los personajes esperan durante todo el transcurso de la trama la llegada de Godoy. Todos sabemos que Godoy no llegar ya que es solo la representacin de la nada, del vaco. Zizek afirma, con gran acierto, que la versin posmoderna de la obra sera que Godoy entrara a escena y all sera como cualquiera, tan insignificante como cualquier personaje. La diferencia estara dada porque, sin saberlo l, quedara ocupando el lugar del vaco. Por lo tanto, lo que est dejando traslucir es que el vaco es inconsistente y que a su alrededor no se cifra ninguna esperanza. Lo que en la modernidad era incompletud, en la posmodernidad aparece como inconsistencia. Esto plantea un filo completamente distinto. Lo incompleto pone en movimiento en tanto invita a los intentos de llenar el agujero, basta reconocer todos los intentos modernistas por cubrir la falta desde los grandes ideales. Aqu la incompletud hace de causa del deseo. Por el contrario, la posmodernidad pone la mira sobre la inconsistencia del sistema simblico, habla del mismo agujero, pero lo organiza una mirada diferente (esto nos muestra cmo cada poca estructura su escena de la 8
historia bajo una mirada distinta, interpreta desde sta mirada sus condiciones de existencia) La contemporaneidad acerca la lente al agujero, a los intentos por obturarlo, a las grandes ideologas y muestra su inconsistencia, de este modo lo regresa al lugar de la nada pero por el camino de la desilusin.
Bibliografa Lacan, Jacques: Escritos 1 y 2. Bs. As. Siglo XXI Editores. 1988. Lacan, J.: Seminario XI. (1964) Los cuatro conceptos fundamentales. Paids. 1990. Nomin, Bernard: (1995) El marco del fantasma y el lienzo de las identificaciones. Transcripcin del seminario dictado en San Sebastin 1990 Zizek, Slavoj: (1991) Mirando al sesgo. Ed. Espacio del Saber. Bs.As. 2002 Ed.
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