Memoriale Domini
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INSTRUCCIN DE LA SAGRADA CONGRECACIN PARA EL CULTO DIVINO Al celebrar el memorial del Seor, la Iglesia atestigua por el mismo rito la fe y la adoracin de Cristo, que est presente en el sacrificio y se da como alimento a los que participan de la mesa eucarstica. Por eso da mucha importancia a que la Eucarista sea celebrada y participada del modo ms digno y fructuoso, guardando enteramente la tradicin que mediante un cierto desarrollo llega hasta nosotros y cuyas riquezas han sido infundidas en el uso y en la vida de la Iglesia. Pues los documentos histricos demuestran que el modo de celebrar y de sumir la Sagrada Eucarista ha sido multiforme. Tambin en nuestros tiempos se han introducido en la celebracin de la Eucarista no pocas ni leves modificaciones, en cuanto al rito, para que se acomodase mejor a las necesidades espirituales y psicolgicas de los hombres actuales. Y en la misma disciplina que regula el modo con que los fieles participan en el divino sacramento se ha establecido de nuevo, en ciertas circunstancias, la comunin, bajo las dos especies de pan y vino, que en otros tiempo fue comn tambin en el rito latino y poco a poco fue cayendo en desuso. Situacin que se hizo general en tiempo del concilio de Trento, el cual la aprob con doctrina dogmtica y la defendi como apropiada a las condiciones de aquella poca (1). El uso de depositar la Eucarista en la mano de los fieles Con las reformas indicadas se han hecho ms vivos y transparentes el signo del convite eucarstico y el cumplimiento omnmodo del mandato de Cristo. Pero, al mismo tiempo la participacin ms plena de la celebracin eucarstica, significada por la comunin sacramental, ha suscitado en algunas partes, durante los ltimos aos, el deseo de volver al uso de depositar el Pan Eucarstico en la mano de los fieles, para que ellos mismos, comulgando, lo introduzcan en su boca. Ms an, en algunas comunidades y lugares se ha practicada este rito, sin haber pedido antes la aprobacin de la Sede Apostlica, y a veces de manera que les ha faltado a los fieles la oportuna preparacin. Es verdad que segn el uso antiguo en otros tiempos se permiti a los fieles tomar en la mano este divino alimento y llevarlo a la boca por si mismos, y tambin, en tiempo antiqusimo, llevar consigo el Santsimo desde el lugar en que se celebraba el sacrificio, principalmente con el fin de aprovecharse de l como vitico en el caso de tener que luchar por la confesin de la fe. Sin embargo, las normas de la Iglesia y los documentos de los padres manifiestan con abundancia la mxima reverencia y la prudencia suma con que se trataba a la Sagrada Eucarista. Porque nadie... come aquella carne sin adorarla antes (2), y al sumirla se amonesta a todos: ... tmala, y est atento para que no se te pierda nada (3): Porque es el Cuerpo de Cristo (4), Adems, el cuidado y el ministerio del Cuerpo y la Sangre del Seor se encomendaban de modo verdaderamente peculiar a ministros sagrados u hombres designados para eso:
Despus que el presidente termin las preces y todo el pueblo hizo la aclamacin, los que entre nosotros se llaman diconos, distribuyen a cada uno de los presentes, para que los participe, el pan y el vino con agua, sobre los que se dieran gracias, y los llevan a los ausentes (5). Cambio del uso primitivo Por eso, en seguida el oficio de llevar la Eucarista a los ausentes fue confiado exclusivamente a los ministros sagrados, para asegurar mejor la reverencia debida al Cuerpo de Cristo y servir al mismo tiempo a la necesidad de los fieles. Andando el tiempo, despus de estudiar ms a fondo la verdad del misterio eucarstico, su eficacia y la presencia de Cristo en el mismo, bajo el impulso ya de la reverencia hacia este Santsimo Sacramento, ya de la humildad con que debe ser recibido, se introdujo la costumbre de que el ministro por si mismo depositase en la lengua de los que reciban la comunin una partcula del pan consagrado Este modo de distribuir la santa comunin, considerando en su conjunto el estado actual de la Iglesia, debe ser conservado no solamente porque se apoya en un uso tradicional de muchos siglos, sino, principalmente, porque significa la reverencia de los fieles cristianos hacia la Eucarista. Este uso no quita nada a la dignidad personal de los que se acercan a tan gran sacramento, y es parte de aquella preparacin que se requiere para recibir el Cuerpo del Seor del modo ms fructuoso (6). Esta reverencia significa la comunin, no de pan y bebida comn (7), sino del Cuerpo y la Sangre del Seor, por la cual el pueblo de Dios participa los bienes del sacrificio pascual, renueva la nueva alianza con los hombres, establecida por Dios de una vez para siempre en la Sangre de Cristo, y prefigura y anticipa en la fe y la esperanza el banquete escatolgico en el reino del Padre (8). Por lo dems, con este modo de obrar, que se ha de considerar ya comn, se garantiza con mayor eficacia la distribucin de la Sagrada Comunin, con la reverencia, el decoro y la dignidad que convienen, para alejar todo peligro de profanacin de las especies eucarsticas, en las que de manera singular est presente todo y entero Cristo, Dios y hombre, sustancial y permanentemente (9); y para tener, finalmente, con lo mismos fragmentos del pan consagrado el cuidado diligente que la Iglesia ha recomendado siempre: Porque si dejas caer algo, piensa que es como si lo perdieses de tus propios miembros (10). Sigue en vigor el uso de administrar la comunin en la lengua de los fieles. Por todo lo cual, habiendo pedido algunas Conferencias Episcopales y algunos obispos en particular que se permitiese en sus territorios el uso de poner en las manos de los fieles el pan consagrado, el Sumo Pontfice mand que se preguntase a todos y cada uno de los obispos de la Iglesia latina su parecer sobre la oportunidad de introducir el rito mencionado. Pues, una mutacin en cosa de tanta importancia, que se asienta en una tradicin antiqusima y venerable, adems de tocar a la disciplina, tambin puede traer consigo peligros, que se teme podran surgir del nuevo modo de administrar la Sagrada Comunin, a saber: el que se llegue bien a una menor reverencia hacia el augusto
sacramento del altar, bien a la profanacin del mismo sacramento, o a la adulteracin de la recta doctrina. Por consiguiente, fueron propuestas a los obispos tres cuestiones, a las que, hasta el da 12 del mes de marzo ltimo, respondieron del modo siguiente: 1. Se ha de acoger el deseo de que, adems del modo tradicional, se permita tambin el rito de recibir la Sagrada Comunin en la mano? Placet: 567. Non placet: 1.233. Placet iuxta modum: 315. Votos invlidos: 20. 2. Place que se hagan antes experimentos de este nuevo rito en pequeas comunidades, con el consentimiento del ordinario del lugar? Placet: 751. Non placet: 1.215. Votos invlidos: 70. 3. Piensa que los fieles, despus de una preparacin catequtica bien ordenada, han de recibir de buen grado este nuevo rito? Placet: 835. Non placet: 1.185. Votos invlidos: 128. Por las respuestas dadas se ve que la mayor parte de lo obispos estiman que no se debe cambiar la disciplina vigente; ms an, que el cambio sera daoso, tanto para el sentimiento como para el culto espiritual de los mismos obispos y de muchos fieles. As, pues, teniendo en cuenta las observaciones y el parecer de aquellos a quienes el Espritu Santo ha constituido obispos para regir las Iglesias (11), de acuerdo con la gravedad del asunto y con el valor de los argumentos aducidos, el Sumo Pontfice ha decidido no cambiar el modo hace mucho tiempo recibido de administrar a los fieles la Sagrada Comunin. En consecuencia, la Sede Apostlica exhorta calurosamente a los obispos, sacerdotes y fieles que se conformen diligentemente a la ley vigente y nuevamente -confirmada, tomando en consideracin el juicio dado por la mayor parte del Episcopado catlico, la forma empleada por el rito actual de la Sagrada liturgia y tambin el bien comn de la misma Iglesia. Pero si el uso contrario, es decir, el de poner la Santa Comunin en las manos, hubiere arraigado ya en algn lugar, la misma Sede Apostlica, con el fin de ayudar a las Conferencias Episcopales a cumplir el oficio pastoral, que con frecuencia se hace ms difcil en las condiciones actuales, confa a las mismas Conferencias el encargo y el deber de examinar las circunstancias peculiares, si existen, pero con la condicin de prevenir todo peligro de que penetren en los espritus la falta de reverencia o falsas opiniones sobre la Santsima Eucarista, como tambin de suprimir con todo cuidado otros inconvenientes. Ahora bien, en tales casos, para la debida ordenacin del mencionado uso, las Conferencias Episcopales, previo un prudente estudio, tomarn los oportunos acuerdos, en votacin secreta y por dos tercios de los votos; acuerdos que luego han de presentar a la Santa Sede, para su necesaria confirmacin (12), remitiendo aneja una exposicin precisa de los motivos que han llevado a tales acuerdos. La Santa Sede ponderar cuidadosamente cada caso, teniendo en cuenta la conjuncin de las varias Iglesias locales entre s y la de cada una con la Iglesia universal, para promover el bien comn y la comn edificacin, y para el aumento de la fe y de la piedad, que brota del ejemplo mutuo. Esta instruccin, compuesta por mandato especial del Sumo Pontfice Pablo VI, ha sido debidamente aprobada por l mismo en virtud de su apostlica autoridad el da 28 del
mes de mayo del ao 1969. l dispuso tambin que se notificase a los prelados por medio de los presidentes de las Conferencias Episcopales. Sin que obste nada en contrario. Roma, da 29 del mes de mayo del ao 1969. Benno Card. Gut, prefecto. A. Bugnini, secretario.
(1) Cfr. Conc. Trid. Sess. XII. Doctrina de communione sub ufraque specie et parvulorum: Denz. 1726 - 1227 (930) Sess. XXII. Decretum super peticionem concesionis calicis. Denz. 1760. (2) Augustini, Enarrationes in Psalmos 98, 9- PL 37. 1264. (3) Cfr. Cyrilli Hieros Catecheses Mystagogicaes V. 2t; PG 33. 1126. (4. H Tra Apratolica, , 37 l. 3. ette 19c . 54. ( astia Apr,Lx t. 65 PC, 6, 4-27. ( CL Aqnrtin ,, eae r Poni,o 3 PL 37. 7frL 7 c lnn e. L PC. (, 47 cf, rern,r: ,rAJvc,-cr li. Sn 1. 1. c. 14. e. S PC 7, O2 1029. ( S Corqrr-naIe Ritrn,m. rrtr eEub My n. 3.t A.S 59 (1%?). p. 55l. (9 Cf,. IbicLrrn, n. 9. p. 547. 1P Cyrilli fl r Mvsta qir V. 2l FC 31. 1126. 2 ) Cfr. Conc O II. )rcrct - Chi ,i,, D,, n. 34. 4, AAS 5 ( p. 693. (II) Cfr. Act, 20. 2S.