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FONTES

LINGVÆ VASCONVM
stvdia et
docvmenta

SEPARATA Año XLV • Número 116 • 2013

La reduplicación compleja en euskera:


notas acerca de su formación y sus
paralelos en otras lenguas
Iván IGARTUA
FONTES
LINGVÆ VASCONVM
stvdia et
docvmenta
La reduplicación compleja en euskera: notas acerca de
su formación y sus paralelos en otras lenguas
Iván Igartua 5

Artzibarko aldaera deitu izanaren inguruan


(7 – barnera begirako zenbait erkaketa)
Koldo Artola 31

Iruñe ondoko euskal testu zahar berri bat


Ekaitz Santazilia 91

‘Cer alcatte edo alcatte ondo’ Un dato para la geografía histórica


del euskera en la Llanada alavesa (Axpuru y Heredia)
Roberto González de Viñaspre / Pedro Uribarrena 121

Euskararen laguntzaile ahantziaz: *iron aditzaren historia


Manuel Padilla 131

Basque complex predicates and grammar change


Juan Carlos Odriozola / Xabier Altzibar 171

Biformulatzaile urruntzaileak: euskarazko


diskurtso-markatzaileen hiztegia osatzeko atariko azterketa
Ines Garcia-Azkoaga 191

Euskararen belaunez belauneko jarraipena eta hizkuntza


sozializazioa Nafarroako familia euskaldunetan (1970-2012)
Paula Kasares 209

Sobre Deredia, nombre original y forma usada en


euskara de Heredia
Mikel Gorrotxategi 235

Topónimos alaveses de base antroponímica acabados


en –(i)ano
Patxi Salaberri Zaratiegi 245

Bai/ez galderen pertzepzioaren aldeak informatzaileen ama


hizkuntzaren arabera: euskararen prosodia gaitasuna lantzeko
zenbait datu argigarri
Iñaki Gaminde / Asier Romero / Aintzane Etxebarria / Urtza Garay 273
Año XLV
Número 116
2013
La reduplicación compleja en
euskera: notas acerca de su
formación y sus paralelos
en otras lenguas
Iván IGARTUA*

En una nota a pie de página en Sobre el pasado de la lengua vasca (1964),

1. Luis Michelena dejaba caer la idea (sin desarrollar por el momento, has-
ta donde yo sé) de que «compuestos vascos como ikusi-makusi, hizmiz-
ti, xistmist, apuntan más bien hacia Oriente». En el párrafo al que iba referida
la nota mencionaba Michelena las coincidencias formales que podían en-
contrarse en el terreno de la composición nominal entre la lengua vasca y
otras como el griego, las célticas o las germánicas. El horizonte de esa com-
paración estaba, pues, claramente limitado a Europa, e incluso –si hemos de
ser algo más precisos– a la Europa occidental. En cambio, los compuestos de
ese tipo especial representado en duda-muda ‘duda, incerteza’, xehe-mehe ‘de-
talladamente’, ikusi-makusi ‘juego de acertijos, adivinanzas’ y otras formacio-
nes similares nos conducen, según sugería Michelena, a un ámbito geográfico
bastante más alejado del nuestro, que el gran vascólogo resumió en un tér-
mino que por lo demás no proporcionaba demasiadas pistas acerca de su al-
cance. Para ser justos, hay que recordar, no obstante, que en esa misma nota
a pie de página, la 159, se hacía referencia al armenio y, en relación con él, a

* UPV/EHU-JUMI. Este artículo forma parte del proyecto de investigación FFI2011-027056, fi-
nanciado por el Ministerio de Economía y Competitividad. El trabajo se enmarca igualmente en las
líneas de estudio que viene desarrollando tanto el grupo de investigación en lingüística (UFI11/14) de
la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea como el grupo de investigación en lin-
güística histórica (IT689-13) que financia el Gobierno Vasco. Con su sabiduría y su instinto analítico
siempre alerta, Joaquín Gorrochategui y Joseba A. Lakarra, además de indicarme bibliografía relevan-
te, me han ayudado a pulir los aspectos digamos más controvertidos del artículo. Ello, desde luego, no
quiere decir que compartan cuanto aquí se dice y menos aún que sean corresponsables de los excesos
y desaciertos que el texto pudiera contener.

[1] ISSN 0046-435X, Fontes Linguae Vasconum (FLV), nº 116 (2013), 5-29 5
IVÁN IGARTUA

un trabajo de Gerhard Deeters (Armenisch und Südkaukasich, 1947), por lo


que el breve comentario de Michelena abarcaba al menos territorios, y ante
todo comunidades lingüísticas, del Cáucaso.
2. La reduplicación con m- inicial se observa en un nutrido grupo de for-
maciones compuestas en euskera, algunas de las cuales se han ido lexicali-
zando a lo largo de la historia. Es el caso de tximist ‘relámpago, rayo’, zirimiri
/ txirimiri ‘bagatela’, ‘llovizna’ o esamesa ‘habladuría, murmuración’, por más
que su forma interna aún revele, con más claridad en unos casos que en otros,
su origen como compuestos. La característica estructural básica de todos ellos
es la reduplicación de la palabra base, una reduplicación total solo matizada
en lo que respecta al segmento inicial, donde puede haberse producido bien
una sustitución consonántica, con resultado predominantemente nasal (m-),
bien la adición de esa misma bilabial nasal, acompañada en ocasiones de va-
riaciones de tipo vocálico en la primera sílaba, como en ikusi-makusi. De ma-
nera esquemática, podríamos representar así las tres variantes reduplicativas
de estos Zwillingswörter, como los llamó Hugo Schuchardt:
(1) Esquemas reduplicativos con m- inicial en euskera
i) CV- / mV-: xehea-mehea ‘menudencias, restos, residuos’
ii) V1CV2- / mV1CV2-: iritzi-miritzi ‘opiniones, crítica’
iii) VC- / maC-: ikusi-makusi ‘juego de acertijos, adivinanzas’
Un nombre empleado internacionalmente para referirse a esta clase de for-
maciones es el de echo words o echo constructions. Lo mismo suelen indicar de-
nominaciones alternativas como alliterative repetitions (Aikhenvald, 2007: 46),
el término alemán Reimwörter (parejas léxicas, cfr. Stankiewicz, 1964: 252) o la
noción de construcción rimada, de vez en cuando reemplazada por la de pleo-
nasmo. Continuando con detalles terminológicos, la sustitución y la adición o
prótesis consonántica han recibido en tiempos recientes las denominaciones
respectivas de overwriting y prefixing (cfr., por ejemplo, Bruening, 1997: 294-
295). También en alguna ocasión el componente m(a)- de las formaciones vas-
cas ha sido considerado prefijo (Hualde, 2003a: 61; aunque cfr. Hualde, 2003b:
361), quizá –según esa visión– con dos alomorfos (m- y ma-), cuyo uso se li-
mitaría, con todo, a la creación de estos compuestos reduplicados. Conviene
no olvidar, de todas formas, que junto a ikusi-makusi se registra también, por
ejemplo en alto navarro y suletino, ikusi-mikusi (cfr. nahiz izkiribuz ezarri ohi-
dura, erran-zahar, ipui, ikusi-mikusi [...] eta holako! ‘o recoger por escrito cos-
tumbres, dichos, cuentos, adivinanzas y cosas semejantes’, Pierre Lafitte, Euskal
literaturaz, 1990: 302; vid. OEH, s.v. ikusi-makusi), de donde se derivan posi-
bles implicaciones diacrónicas (vid. infra § 5).
Dentro de la tipología general de la reduplicación se suele distinguir en-
tre procesos parciales y totales, por un lado, y entre procesos simples y com-
plejos, por otro (Velupillai, 2012: 101-103). En la reduplicación parcial solo
se repite una parte de los segmentos fonológicos que conforman la base de la
reduplicación (cfr. en pangasino o pangasinano, lengua austronesia hablada
en las islas Filipinas, papláto ‘platos’, plural de plato, o amimígo ‘amigos’, plu-
ral de amigo, préstamos –igualmente transparentes ambos– del español, vid.
Rubino, 2011), mientras que en la reduplicación total la copia o parte repro-
ducida en el proceso (el llamado reduplicante) contiene todos y cada uno de

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LA REDUPLICACIÓN COMPLEJA EN EUSKERA

ellos (cfr. balak-balak ‘muy grande, a partir de balak ‘grande’, en lampung,


otra lengua austronesia, hablada en este caso en Sumatra). La reduplicación
simple conlleva únicamente la repetición de un conjunto dado de elementos
(como en el ejemplo anterior), en tanto que la compleja combina esa repeti-
ción con la alteración de alguno de ellos (modificación que puede consistir
en la sustitución, la adición o incluso en el cambio de orden de algunos seg-
mentos). Un sistema que presenta este tipo de reduplicación compleja es, por
ejemplo, el mangarrayi, lengua australiana que forma el plural reduplicado
de algunos sustantivos mediante la repetición de la consonante de la segun-
da sílaba y de la vocal de la primera, dando lugar a una nueva segunda síla-
ba en la palabra (Rubino, 2011): sg. walima ‘persona joven’ > walalima
‘personas jóvenes’. Se trata de una reduplicación compleja y a la vez parcial.
Las hay asimismo totales, como en tuvano (lengua túrquica), donde pelek ‘re-
galo’ se reduplica y modifica en pelek-selek para formar el diminutivo ‘regali-
tos’1. Esta clase de reduplicación total y además compleja es denominada total
reduplication-cum-variation (TRCV) en Stolz (2008: 109). Como podemos ver,
todos los tipos de reduplicación que surgen de la combinación de los dos cri-
terios de clasificación (extensión del proceso reduplicativo y presencia o no
de variaciones fonológicas) están representados en las lenguas naturales (in-
cluso en algunas, como en el caso del ilocano, lengua austronesia, pueden en-
contrarse prácticamente todos ellos, cfr. Rubino, 2005: 12)2:
(2) Tipología general de la reduplicación
Parcial Total
Pangasinano amimígo Lampung balak-balak ‘muy
Simple
‘amigos’ grande’
Mangarrayi walalima Tuvano pelek-selek ‘regalitos’
Compleja ‘personas jóvenes’

A tenor de esta clasificación resulta claro que la reduplicación vasca con


m- inicial (iritzi-miritzi, xehe-mehe, etc.) puede ser definida como una clase
total y compleja de reduplicación, en la línea del ejemplo tuvano, aunque
para el caso vasco resulta suficiente la caracterización de este tipo de com-
puestos como reduplicación compleja, dado que, salvo error, toda reduplica-

1
La reduplicación llamada automática (Rubino, 2005: 18) es aquella que resulta obligatoria en pre-
sencia de determinado afijo y no añade por sí sola ningún significado a la nueva construcción: así, en
tagalo wilih ‘interesado’ se modifica en ka-wilih-wilih ‘interesante’, con presencia necesaria del prefijo
(Velupillai, 2012: 103, con bibliografía). Desde el punto de vista estrictamente formal, sería una espe-
cie de reduplicación compleja.
2
Además de estas clases la diversidad de construcciones reduplicadas permite diferenciar la redu-
plicación continua de la discontinua. En esta última, entre la base de la reduplicación y su copia se in-
serta alguna partícula: vid. en las lenguas criollas de la Bahía de Manila (ternateño, caviteño y
ermitaño): buníta ‘bonita’ > bunita-ng-buníta ‘muy bonita’ (Velupillai, 2012: 103). En cualquier caso,
la repercusión de semejante distinción para el objetivo de este trabajo es, digamos, nula, por lo que no
la incluyo en el cuadro. Otro criterio general de clasificación sería el carácter regresivo (a la izquierda
de la base) o progresivo (a la derecha) de la reduplicación, algo que no resulta evidente en todas las
construcciones (cfr. el problema de determinación que pueden suscitar las reduplicaciones totales sim-
ples). Pero la posición del reduplicante con respecto a la base de reduplicación no siempre se destaca
como rasgo relevante en las clasificaciones tipológicas.

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IVÁN IGARTUA

ción compleja en la lengua vasca es de carácter total (esto es, no hay redupli-
caciones parciales complejas, a diferencia, por ejemplo, del mangarrayi).
Según otras propuestas de clasificación, los compuestos vascos con m- inicial
representarían un tipo parcial de reduplicación (cfr. Ibarretxe-Antuñano,
2006: 151); frente a esa opción, aquí me atengo a los criterios formales ac-
tualmente más extendidos en los estudios tipológicos.
Los puntos siguientes están dedicados al estudio de los rasgos principales
de la reduplicación compleja en euskera, que posteriormente serán cotejados
con los que en otras lenguas presentan construcciones reduplicadas tipológi-
camente muy similares a la vasca.
3. La reduplicación con m- inicial ha sido un recurso productivo en vas-
co, como atestigua, por un lado, la cantidad nada desdeñable de construc-
ciones compuestas que presentan ese tipo de formación y, por otro, el uso
potencial del recurso de composición en nuevas acuñaciones realizadas en
contextos lúdicos y literarios, facetas que suele aunar el juego de palabras
(cfr. los Ipuin-Mipuinak de Bernardo Garro en la revista Euzkadi [1933-
1934], textos que vertían al dialecto vizcaíno los Ixtorio-Mixterio bajonavarros
[1921-1925] de Jean Barbier). La base reduplicada abarca un amplio campo
de posibilidades (Azkue, 1923-1925: 402; Villasante, 1974: 26-27; Arranz,
2006: 33), que incluye, desde luego, la onomatopeya (de ahí el nombre de
compuestos onomatopéyicos que les dio Azkue), pero que no se reduce a ella:
(3) Ejemplos vascos de reduplicación compleja con m- inicial
aiko-maiko ‘indecisión, indeciso’ kako-mako ‘ardid, argucia’
aitzaki-maitzaki ‘excusa’ kokolo-mokolo ‘bobalicón’
auzi-mauzi ‘disputas, asuntos’ nahas-mahas ‘confusión’
duda-muda ‘duda, incerteza’ saltsa-maltsa ‘miscelánea’
elur-melur ‘nieve’ saskil-maskil ‘embadurnado’
erran-merranak ‘habladurías’ tarteka-marteka ‘en ocasiones’
ganguren-manguren ‘vagueando’ terreil-merreil ‘sin rumbo’
hasi-masiak ‘principios, totel-motel ‘torpe, vacilante (al
rudimentos’ hablar)’
ha(u)ndi-ma(u)ndi ‘persona uzkur-muzkur ‘remolón’
importante’, ‘a grandes rasgos’ xehe-mehe ‘detalladamente’
hautsi-mautsi ‘transacción, xehea-mehea ‘menudencias’
compromiso’ xingola-mingola ‘serpenteando’
hezur-mazurrak / hazur- zauka-mauka ‘vorazmente’
mazur(rak) ‘restos’ zaldiko-maldiko ‘a caballo’,
hika-mika ‘discusión, disputa’ ‘tiovivo’
hitz-mitz ‘frivolidades’ zeharka-meharka ‘con rodeos’
hondar-mondarrak ‘residuos’ zehatz-mehatz ‘con precisión’
ikusi-makusi ‘juego de acertijos’ zirrizti-mirrizti ‘embrujo,
inguru-miguru(ka) ‘con rodeos’ encantamiento’
iritzi-miritzi ‘opiniones, crítica’ zizka-mizka ‘golosina, entremeses
irri-mirri ‘lloriqueo’, ‘broma’ de una comida’, ‘habladuría’
isilka-misilka ‘silenciosamente’ zizki-mizki ‘fruslería’
jauzi-mauzika ‘saltando’ zoro-moro ‘algo alocado’

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LA REDUPLICACIÓN COMPLEJA EN EUSKERA

En varios casos, estas formaciones presentan una notoria polisemia (como en


ha(u)ndi-ma(u)ndi, zizka-mizka) y destaca el grupo de construcciones con valor
adverbial (tarteka-marteka, zehatz-mehatz, xingola-mingola, zauka-mauka). Una
característica común de las reduplicaciones es la absoluta dependencia del redu-
plicante con respecto a la base: fuera de la construcción reduplicada, las secuen-
cias copiadas y alteradas (mediante la m- inicial) no forman parte del léxico de la
lengua, es decir, uno las buscará en balde en los diccionarios (exceptuadas, natu-
ralmente, aquellas formas que coinciden de modo accidental con vocablos que
pertenecen a ese léxico). De la misma manera, su aportación denotativa al con-
junto de la construcción tiende a ser nula (otra cosa es su contribución a la ex-
presividad): de ahí su condición de reduplicantes autosemánticos.
4. Además de este grupo formalmente homogéneo de compuestos redu-
plicados, hallamos en vasco otra serie de expresiones que parecen constituir
variantes fonológicas de la reduplicación compleja, en la medida en que la
posición que ocupa comúnmente la nasal bilabial corresponde aquí, por lo
general, a una consonante también bilabial, pero oral (p o b):
(4) Otras reduplicaciones vascas
hitz eta pitz ‘palabrería’ txiribiri ‘mariposa’, ‘pelele’
nahaste-borraste ‘confusión’ txitean-pitean ‘constantemente’
narras eta barras ‘arrastrando’ zarraparra ‘tumulto’, ‘suciedad’
nekez eta pekez ‘fatigosamente’ zizki-bizki ‘fruslería’
saski-naski ‘miscelánea’ zurruburru ‘asunto’, ‘desavenencia’
tira-bira ‘tiras y aflojas’
txatxala-patxala ‘hablar sin
sustancia’

Entre los elementos llamativos de este grupo de formas puede mencionarse,


de un lado, la irregularidad en el vocalismo que caracteriza a nahaste-borraste (¿tal
vez influencia de una etimología popular orientada en este caso al castellano?)3 y,
de otro, la presencia de la conjunción copulativa en varias de las expresiones. Las
formas de zizki-bizki y zizki-mizki o de hitz-mitz (hitz eta mitz) e hitz eta pitz,
por ejemplo, constituyen meras variantes fonológicas de la misma construcción.
Por otro lado, la forma del compuesto saski-naski indica que, además de
los segmentos bilabiales (preferentemente nasales), eventualmente otros fo-
nemas pueden sustituir a la consonante inicial en la parte reduplicada del
compuesto, en especial si se dan unas condiciones contextuales favorables a
la aparición de una determinada consonante, como aquí parece ser el caso: el
entorno predominantemente dental de la base podría explicar así el carácter
de la nasal, que en otro compuesto formalmente muy próximo (saskil-maskil
‘embadurnado’) sigue conservando, por lo demás, su naturaleza bilabial.
5. En ocasiones, que son las menos, la sustitución o prótesis consonánti-
ca (por lo común, m- en lugar de otro segmento o ante inicio de palabra) vie-
ne seguida de una modificación vocálica: el ejemplo mejor conocido es, sin
3
Al comienzo de su obra De la antigüedad y universalidad del vascuence (1728), Manuel de Larramendi
cita la expresión en la forma naste-barraste: «no se ve en toda su construcción, sino concierto, buen gusto,
inventiva, genio, cuando en las otras no se ve más que naste barraste, confusión y montones informes de
lo que llaman riqueza».

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IVÁN IGARTUA

duda, ikusi-makusi, al que hay que añadir algún otro compuesto como zirku-
marku ‘viejo, viejarrón’ (cfr. zirkun-zarkun ‘de ceca en meca’, ‘dando tropie-
zos’, ‘deslizándose, culebreando’) o ikurka-makurka ‘trazando rasgos’
(formación alto-navarra, cfr. Azkue, 1923-1925: 403), así como los segun-
dos miembros de pares léxicos como udare ~ madari ‘pera’ y hegal ~ magal
‘ala, costado, regazo’, formados siguiendo lo que parece ser el mismo prin-
cipio reduplicativo complejo. En estos casos ma- sustituye a toda una sí-
laba (esto es, la reemplaza, como mecanismo de overwriting, no se le
prefija). Es necesario distinguir este tipo de construcción de todo un con-
junto de compuestos también reduplicados cuya característica añadida es
la alteración sistemática de toda la secuencia vocálica (de ahí el nombre de
ablaut reduplications que reciben en la terminología internacional): en lu-
gar de la serie i-i / i-i-i en estas otras formaciones encontramos a-a / a-a-a
(ocasionalmente o-o / o-o-o):
(5) Reduplicaciones fono-simbólicas con alteración completa del vocalismo

fristi-frasta ‘de cualquier modo’ tiki-taka ‘paso a paso’


kili-kolo ‘inseguro’ zikirri-makarra / zikirri-zakarra
kikili-makala / kikili-kakala ‘desechos, restos’, ‘hacer algo a
‘precariamente’ la ligera’
kikili-mokolo ‘indispuesto, ziri-zara ‘movimiento’
pachucho’ zirt edo zart ‘decididamente’

En algunas de estas construcciones se produce una especie de hibrida-


ción o contaminación entre las ablaut reduplications y el proceso de redu-
plicación compleja: el resultado son las variantes kikili-makala o
zikirri-makarra. El testimonio de kikili-mokolo, por su parte, permite
identificar inequívocamente en el segmento m el material fonológico que
está en la base de la reduplicación compleja: es decir, no se trata de ma-,
que no descartarían automáticamente las otras variantes, sino únicamente
de la sonante nasal. En cuanto a la secuencia ma- inicial en varios redu-
plicantes, esta tiene, en mi opinión, el aspecto de haberse originado me-
diante un proceso de reanálisis a partir de reduplicantes como -makurka,
que coincide en su configuración con el adjetivo makur ‘encorvado, torci-
do’, o como -ma(u)ndi, -mauzika o -mauka, en los que la presencia de dip-
tongo pudo favorecer la resegmentación de m-a- como ma- en tanto
secuencia modificadora del reduplicante. El compuesto dialectalmente hí-
brido hezur-mazurrak pudo también contribuir a la resegmentación, aun-
que ma- inicial se debiera en origen a una reduplicación regular de
vizcaíno (h)azur. Parece tratarse, por tanto, de un tipo de formación dia-
crónicamente secundario que nos deja m- inicial como principal elemen-
to formativo en la modificación de los compuestos vascos con
reduplicación. En cuanto a la antigüedad relativa de estas formaciones, la
presencia de la nasal bilabial impide remontar el procedimiento de com-
posición léxica que les da origen a fases de evolución demasiado alejadas
en el tiempo: en todo caso, el recurso no puede considerarse de ningún
modo protovasco, habida cuenta de que en la reconstrucción clásica m- no
pertenece al inventario consonántico primigenio (Michelena, 1977: 374;

10 ISSN 0046-435X, Fontes Linguae Vasconum (FLV), nº 116 (2013), 5-29 [6]
LA REDUPLICACIÓN COMPLEJA EN EUSKERA

Trask, 1997: 135)4. De hecho, los vocablos que contienen m son en su mayor
parte préstamos léxicos o bien formas recientes de carácter fono-simbólico. En
palabras de Trask (1997: 134), «there are scarcely two dozen words with m which
appear to date back to the pre-Roman period». Por otra parte, la bilabial nasal,
a diferencia de casi todas las demás consonantes, no integra ningún proceso fle-
xivo de la lengua (ni sufijos nominales ni afijos verbales) y tampoco forma par-
te de unidades gramaticales como pronombres, conjunciones, determinantes o
postposiciones, por lo que ese bajo nivel de integración en el núcleo morfológi-
co de la lengua sigue delatando su carácter indudablemente tardío.
6. Entre las formaciones univerbadas y hasta cierto punto lexicalizadas desta-
can vocablos como esamesa ‘rumor’, karramarro ‘cangrejo’, zurrumurru ‘rumor,
murmullo’, surmur ‘susurro, rumor’, hizmizti ‘charlatán’, zarramarra ‘residuo,
chusma’, sirimiri ‘llovizna’, tximist ‘relámpago, rayo’ (cfr. eta eguin cedin chistmist
eta hots eta lur ikaratze, eta babaçuça handi ‘y hubo relámpagos y truenos, y un
terremoto, y grande granizo’, Joannes Leiçarraga, Apocalypsea XI, 19) o jende-
mende/jendamende ‘siglo, generación’, pero también ‘personajillo, persona sin im-
portancia’. El uso de este último sustantivo parece estar limitado en principio al
área alto-navarra (Aezkoa y zonas próximas), donde el sustantivo presenta una
notable variación semántica, como se documenta en los siguientes ejemplos: al-
tzineko yendamendetan ‘en los siglos precedentes’, Resurrección María de Azkue,
«Aezkoa edo Petiriberro inguruetako mintzaera», Euskera, 1927, p. 293; bizi zéien
úrte ta jendaménde milla ta milla ‘que viva/viviera muchos años y siglos’, Joaquín
Lizarraga, Urteco igande guztietarako platicac edo itzaldiac, manuscrito de 1802,
17r; bertsoak, koblak, edozein jende-mendek errax egin ditzake ‘versos y coplas pue-
de componerlos con facilidad cualquier persona’, Koldo Mitxelena, Idazlan hau-
tatuak, 1972, p. 240 (OEH, s.v. jendemende). El vocalismo de la forma
jendamende (-e- > -a-) indica, por otro lado, el alto grado de adaptación léxica a
la forma univerbada que ha alcanzado el compuesto, algo que también puede de-
cirse de tximist (< txist-mist), que presenta disimilación completa del grupo con-
sonántico en la primera coda silábica.
7. Pese a la aparente diversidad de significados que expresan los compuestos
con reduplicación, no han faltado intentos por reducirla a un núcleo semántico
más o menos común. Uribeetxebarria (1987: 414) quiso, por ejemplo, destacar
el significado deprecativo que destilaba buena parte de estas formaciones (irri-
mirri, nahas-mahas, tarteka-marteka, zeharka-meharka), aunque era consciente
al mismo tiempo de que extender ese valor semántico fundamental, fuera o no
acompañado de matiz irónico, a todos los casos no resultaba, desde luego, tarea
fácil. En algunas formas conviven el significado neutro y la modificación peyo-
rativa: cfr., por ejemplo, el doble valor de irri-mirri como ‘broma’ y ‘lloriqueo’.
En otras el valor esencialmente intensivo de la construcción no viene acompa-
ñado, o lo hace solo muy levemente, de ironía: cfr. zehatz-mehatz ‘detallada-
mente’, hasi-masiak ‘principios, rudimentos’ o el propio ikusi-makusi. Pero es

4
Por lo demás, el tipo reduplicativo dista mucho del que se reconstruye para fases antiguas de evolu-
ción de la lengua vasca (desde Lakarra, 1995): en zezen ‘toro’, gogor ‘duro’ (cfr. gor ‘sordo’) y otros ejemplos
(cfr. en aquitano el testimonio que pueden aportar HAHANNI o HAHANTEN; Igartua, 2001: 203 y las referen-
cias de la n. 46 en esa misma página) la reduplicación es, por lo común, de carácter parcial (ze-zen, go-gor,
aunque cfr. zo-zo ‘mirlo’) y anterior en la secuencia a la raíz (vid. también Martínez, 2011: 952).

[7] ISSN 0046-435X, Fontes Linguae Vasconum (FLV), nº 116 (2013), 5-29 11
IVÁN IGARTUA

cierto que al menos una parte significativa de los compuestos reduplicados pa-
recen tener en común ese carácter ligeramente despectivo o deprecativo, lo que,
unido a la naturaleza intensiva de casi todos ellos y a su uso predominante en
contextos más bien lúdicos, permite caracterizar este tipo de reduplicación
como recurso expresivo de la lengua.
La comparación de estos compuestos vascos con formaciones similares de
otras lenguas permite arrojar nueva luz tanto desde el punto de vista formal como
desde el semántico, dado que enmarca el procedimiento formativo que encontra-
mos en euskera en un contexto amplio de creación de compuestos expresivos que
resulta en apariencia común a varias lenguas europeas y asiáticas. La asombrosa si-
militud en el proceso de composición y en el detalle de sus resultados lleva a pen-
sar en un origen común, que probablemente se materializa en el caso vasco a través
de la adopción secundaria de un procedimiento de composición léxica foráneo, un
préstamo formal y estructural de largo recorrido cuyas pautas, sin embargo, no
han sido aún definidas dentro de un marco temporal y espacial concreto.
8. Antes de dirigir la mirada hacia otras geografías conviene revisar aquello que
se encuentra más a mano: es decir, en nuestro caso, conviene comprobar si en las
lenguas que históricamente han estado en contacto con el vasco y han podido in-
tercambiar influencias con él (vid. sobre esta cuestión general los ensayos reunidos
recientemente en Igartua, 2012), hay o no trazas de la reduplicación compleja con
m- inicial. Si bien en francés y gascón, este tipo de formación apenas parece regis-
trarse con alguna frecuencia (cfr., no obstante, fr. pêle-mêle ‘en desorden’, fr. ant. il
n’avoit tite ne mite ‘no tenía nada de nada’, Roman de Renart, s. XII-XIII, 7608), en
español pueden hallarse claros ejemplos paralelos a los vascos, aunque en una me-
dida aparentemente inferior. Son candidatas a representar este procedimiento de
composición léxica construcciones como ájilis-mójilis, denominación de una salsa
típica de la cocina jienense (cfr. también ajilimójili ‘agregado, adherentes de una
cosa’), o las expresiones (sin decir) oxte ni moxte, tus ni mus ‘sin decir nada’, o a tro-
che y moche ‘sin orden, sin medida’, entre otras (recogidas en 6; cfr. ya Morawki,
1927: 115 y ss.; Iribarren, 1995: 133; García-Page, 1991: 238, passim):
(6) Reduplicaciones complejas de carácter expresivo en español
ajilimójili ‘agregado’ de ceca en meca / de la ceca a la
ájilis-mójilis ‘tipo de salsa’ meca ‘de aquí para allá’
ares y mares ‘abundancia, prodigios, el oro y el moro ‘de todo’
maravillas’ ni paula ni maula ‘ni habla ni se
a troche y moche (trochimochi) ‘sin mueve’
orden, sin medida’ oxte ni moxte ‘sin decir nada’
cháncharras-máncharras ‘pretextos, orondo y morondo ‘contento,
rodeos para dejar de hacer algo’ satisfecho’
chirlos-mirlos ‘muy lejos’ tejemaneje ‘enredos poco claros’
chistar ni mistar ‘sin decir palabra’ tiquismiquis ‘escrúpulos o reparos
codillo y moquillo ‘hecho de sacar o vanos’
ganar la puesta en el juego del titos y mitos ‘chicos y grandes’
hombre o tresillo, después de tus ni mus (ni chuz ni mus) ‘sin
hacer codillo’ decir nada’
corriente y moliente ‘sin nada
extraordinario’

12 ISSN 0046-435X, Fontes Linguae Vasconum (FLV), nº 116 (2013), 5-29 [8]
LA REDUPLICACIÓN COMPLEJA EN EUSKERA

9. Todos los ejemplos muestran reduplicación compleja con m- inicial, con


algunas leves irregularidades vocálicas y consonánticas en ciertos casos (en -mó-
jili / -mójilis, en -moliente e incluso en -maneje). En esta serie se suele incluir la
formación tiquismiquis, procedente del latín vulgar tichi-michi (cfr. latín tibi,
mihi), donde el primer término adopta por contaminación la consonante me-
dia propia del segundo. En cualquier caso, la m- inicial es originaria en -miquis,
no producto de la aplicación del patrón reduplicativo, lo mismo que la secuen-
cia man- en tejemaneje, expresión que refleja en esencia la forma de partida de
cada uno de los elementos que la componen, aunque no sin modificaciones5.
También ocurre algo similar en las locuciones chirlos-mirlos, a troche y moche
(trochimochi)6 y el oro y el moro, aunque, sobre todo en este último caso, podría
pensarse en una coincidencia más bien accidental entre el resultado de la redu-
plicación con m- inicial y la existencia del sustantivo correspondiente. El idio-
matismo ares y mares, por su parte, se considera probable préstamo del
portugués (ares e mares ‘aires y mares’, cfr. Aguilar, 2012: 51)7, lo que explicaría
la forma peculiar del primer constituyente sin necesidad de apelar a fenómenos
de naturaleza sustractiva o bien regresiva (back formation). El resto de locucio-
nes con m- inicial de segunda voz reflejan un tipo de creación léxica muy pró-
ximo al que caracteriza a las construcciones reduplicadas en vasco (cfr. Morawski,
1927: 114: «[o]n a constaté qu’en espagnol le deuxième membre des formules ri-
mées commence très souvent par un m, qu’on a appelé “m de repetición”»). Y,
al igual que en euskera, las hay también en español con otra bilabial al inicio del
reduplicante, como en la variante tarín barín (tarín marín) ‘escasamente, sobre

tarí < ár. clás. t.ar ῑ ‘tierno, fresco’, nombre que se dio a una moneda de oro me-
poco más o menos’, locución construida sobre un préstamo del árabe (andalusí

dieval cuando esta había sido recién acuñada, vid. Corriente, 2008: 451);
cfr. también zurriburri ‘barullo, confusión’, ‘conjunto de personas de la ínfima
plebe o de malos procederes’ o la expresión a traque barraque ‘con mucha fre-
cuencia o por cualquier motivo’.
Los datos castellanos nos indican, por tanto, que este procedimiento de for-
mación léxica y fraseológica fue empleado con cierta frecuencia en determinadas
fases de evolución de la lengua. La proximidad mutua de los compuestos vascos
y de los idiomatismos del español llevó a autores como José Alemany (apud
Azkue, 1949: 716) a proclamar sin demasiadas dudas que «dichas locuciones cas-
tellanas no proceden de otro origen sino de la lengua de los vascos o de los an-
tecesores de estos en la península», concediendo así, de manera implícita y acaso
impensada, una notable antigüedad a este mecanismo de reduplicación.

5
Frente a la forma indicativa del primer constituyente (teje), en -maneje encontramos un subjun-
tivo (Val Álvaro, 1999: 4805, n. 44). La discrepancia morfológica podría ser, no obstante, una conse-
cuencia colateral –no significativa– de la aplicación de la fórmula rimada (o patrón reduplicativo
complejo).
6
Vid. la entrada correspondiente en el Tesoro de la lengua castellana de Sebastián de Covarrubias
(1611): «Trochemoche. Este término se usa para reñir a uno, cuando sin orden y sin concierto dice o
hace alguna cosa desbaratada; y está tomada la metáfora del que yendo a cortar leña al monte, no aten-
diendo a las leyes de la corta, desmocha las encinas sin dejar guía y pendón, y lo demás que se manda,
y aún no contento con esto, corta la encina por el pie, que aquello llama trochar, esto es, tronchar, y
el mochar, desmochar, de donde viene el modo de hablar a trochemoche».
7
Curiosamente, en griego moderno (que también conoce esta clase de reduplicación, según se
verá más abajo) se registra la construcción ares-mares ‘sinsentido’ (cfr. infra § 12), una coincidencia ma-
terial debida a la mera casualidad.

[9] ISSN 0046-435X, Fontes Linguae Vasconum (FLV), nº 116 (2013), 5-29 13
IVÁN IGARTUA

10. Sin duda, el equivalente formal más próximo a los compuestos re-
duplicados vascos, tanto por su estructura como por los detalles de su rea-
lización fonológica, es el mühleme turco (llamado también m-’li ikileme,
vid. Müller, 2004: 24), que presenta tres variantes distributivas (Lewis, 1967:
237; Grannes, 1996: 260):
(7) Esquemas del mühleme en turco:
i) CV- / mV-: çocuk-mocuk ‘niños y similares’
ii) VC- / mVC-: et-met ‘comida y cosas semejantes’
iii) C1C2V- / mC2V-: Stassen-Mtassen, alteración del apellido Stassen
El segundo constituyente del compuesto presenta regularmente m- ini-
cial, lo que impide que las bases de reduplicación que contienen ese seg-
mento formen parte de esta clase de compuestos (en esos casos, el matiz
semántico de la reduplicación modificada es aportado por un lexema autó-
nomo, falan o filân)8. Aunque con un rendimiento muy limitado, también
otros segmentos pueden ocupar la posición inicial del reduplicante, en es-
pecial p- o b-: cfr. süs püs ‘fruslería’, süklum püklum ‘avergonzadamente’, etli
butlu ‘regordete’, con alteraciones vocálicas adicionales en este último caso
(cfr. Suçin, 2010: 222).
En lo que respecta al significado, el mühleme turco expresa, según resume
Grannes (1996: 263), «une idée d’emphase ou d’imprécision, d’approximation au
mot concerné» (cursiva del autor). Así en kitap-mitap ‘libros y cosas así’ y en los
ejemplos ya mencionados se registra el significado que Lewis (1967: 237) for-
mula como «and so on, and such like», y que se asemeja a aquel que tenía en
mente Jespersen (1924: 191) cuando ideó el término plural of approximation.
Pero esa noción general basada en el énfasis, la imprecisión o la aproximación a
la referencia viene acompañada, por lo común, de una apreciación ligeramente
despectiva de lo que denota el compuesto, de tal manera que kitap-mitap pue-
de interpretarse como ‘esos libros de por ahí’, ‘libros y todo eso’, etc. (apud
Grannes, 1996: 263). A esos valores principales habría que añadir el intensivo ge-
nérico y el adverbial que parecen caracterizar a las reduplicaciones complejas que
presentan algún otro segmento inicial.
El modelo del mühleme turco, además de ser llamativamente próximo a la es-
tructura que presenta esta clase de compuestos en euskera, incluso en las desvia-
ciones con respecto al núcleo formal, proporciona el esquema básico al que se
atienen numerosas expresiones reduplicadas en distintas lenguas de los territorios
balcánicos y caucásicos (y también en otras), una información que recogieron en
detalle ya Grannes (1996) y Southern (2005), a los que seguiré fundamental-
mente, aunque complementándolos con otras fuentes, en los puntos siguientes.
Esta clase de reduplicación compleja es común, por lo demás, a toda la
familia túrquica, desde el propio turco al azerí, bashkir, karachayo-balkaro,
kazajo, uzbeko o kirguís (Müller, 2004: 268 y ss.; Stolz, Stroh & Urdze,
2011: 535); en esta última lengua el procedimiento de composición es, al pa-
recer, altamente productivo (Stolz, Stroh & Urdze, loc. cit.).

8
En una lengua túrquica hablada en el Cáucaso, el karachayo-balkaro, la m- inicial de origen es
sustituida por č- en el segundo término del compuesto: mal-čal ‘ganado’, miz-čiz ‘punzón’ (Grannes,
1996: 260-261).

14 ISSN 0046-435X, Fontes Linguae Vasconum (FLV), nº 116 (2013), 5-29 [10]
LA REDUPLICACIÓN COMPLEJA EN EUSKERA

11. La difusión de la reduplicación con m- inicial se constata ya en los


confines de la propia zona anatolia, donde sistemas como el árabe de Mardin
reflejan fielmente –y emplean con relativa frecuencia– el patrón del mühleme
(Grigore, 2008: 219): cfr. ak әl-mak әl ‘alimentos’, con m- añadida al inicio de
la reduplicación en una base que comienza por vocal, f әrkāye-m әrkāye ‘al-
mendras (y cosas semejantes)’, con sustitución de la consonante inicial de la
base por m-. En otros dialectos árabes (como en el del Líbano)9 el uso de la
reduplicación compleja tiende a ser esporádico, pero el procedimiento, no
obstante, ha alcanzado el grado de codificación gramatical en árabe literario,
donde se le denomina itbā‘ (intensificación aliterativa, vid. Pellat, 1957;
Muftić, 1958: 21-22), aunque presenta alguna diferencia de tipo semántico.
Mientras en el árabe de Mardin la reduplicación compleja comparte la di-
versidad de valores o matices básicos del mühleme («la construction est utili-
sée en général pour exprimer l’ironie, la dérision, la minimalisation, le
scepticisme, l’approximation, le pluriel de groupe, etc.», Grigore, 2008: 217),
en lo que parece ser consecuencia inmediata de un influjo reciente del turco,
la itbā‘ del árabe clásico era fundamentalmente un medio de intensificación
del significado léxico de la palabra de base (que podía derivar, como es natu-
ral, en valores plurales u otro tipo de alteraciones semánticas).
Además de m-, tanto en árabe literario como en los dialectos, otros seg-
mentos (b-, n-, l- y alif) pueden ocupar la posición inicial del reduplicante:

través, etc.’, ħasan basan, a partir de ħasan ‘bello, bonito’ (Grigore, 2008: 218),
cfr. harağ marağ (Mardin) ‘desorden, etc.’, šazar mazar (Mardin) ‘mirada de

hafāt lafāt ‘caballo al galope’, fakis nakis ‘hombre obstinado’, etc. (Suçin,
2010: 223-224). Los cómputos de frecuencia de uso de los diversos segmentos
indican que las consonantes labiales (b y m) tienden a ser favorecidas en los
reduplicantes de las construcciones árabes (cfr. Pellat, 1957: 136; Suçin, 2010:
222, 225). Otro dato de relevancia es que las reduplicaciones complejas cons-
tituyen entre un 40 y un 50 % del conjunto de reduplicaciones totales del
árabe clásico. Como veremos más adelante, este testimonio árabe resulta cru-
cial a la hora de ensayar una explicación histórica del paralelismo formal y es-
tructural que muestran las construcciones compuestas del vasco, por un lado,
y de las lenguas túrquicas, por otro10.
12. Debido a la influencia turca, la reduplicación con m- inicial ha pe-
netrado generosamente en sistemas como el búlgaro, donde el recurso da
lugar a compuestos de esta clase no solo en los préstamos léxicos proce-
dentes del turco (caso probable de džagara-magara ‘ruido debido a con-
versaciones vivas’), sino también entre las palabras patrimoniales del
búlgaro: kăšti-măšti ‘toda clase de casas’, riza-mriza ‘una camisa o cual-
quier cosa que se le parezca’, snjag-mnjag ‘nieve y similares’, glavi-mlavi
‘cabezas y cosas así’, greški-meški ‘faltas y cosas similares’, los dos últimos
(y el primero) con forma de base plural. Junto a la sustitución regular de

9
La innovación traspasa con facilidad fronteras lingüísticas: en el francés hablado en Oriente
Próximo al menos a comienzos del siglo XX podían oírse expresiones como «toutes sortes de chapeaux-
mapeaux» (‘todo tipo de sombreros y cosas parecidas’), vid. Grannes (1996: 280).
10
A través del árabe la reduplicación compleja pudo seguir extendiéndose hacia el sur hasta llegar
a sistemas semíticos meridionales como el tigriña o el tigré en Etiopía, donde se documenta algún
ejemplo aislado como gezā‘ mezā‘ ‘una cosa u otra’ (Southern, 2005: 167-168).

[11] ISSN 0046-435X, Fontes Linguae Vasconum (FLV), nº 116 (2013), 5-29 15
IVÁN IGARTUA

la primera consonante de la base por m- (según el patrón turco), es desta-


cable el carácter protético que en algunas reduplicaciones búlgaras ad-
quiere la nasal, como en el ejemplo ya mencionado de riza-mriza o en
skandal-mskandal ‘escándalo y cosas así’, que generan grupos consonánti-
cos que no se encuentran en turco.
En búlgaro cabe distinguir, por una parte, las formaciones espontáneas
u ocasionales, abundantes en la lengua hablada, los dialectos y la litera-
tura, donde sirve de recurso estilístico y expresivo, y, por otra, las formas
lexicalizadas, recogidas como tales en los diccionarios de la lengua. Entre
las primeras se documentan ejemplos como piziki-miziki ‘físicos’ o logika-
mogika ‘lógica’; entre las segundas, pueden citarse šušu-mušu ‘cuchicheo,
cotilleo’ o xăr-măr ‘desacuerdo, fricciones’ (de origen turco, cfr. hır ‘que-
rella’).
En la misma zona geográfica de los Balcanes el mühleme está también
representado, aunque en menor medida, en macedonio (kal-mal ‘barro y
cosas así’, kotli-motli ‘calderas y cosas así’), en serbocroata, que registra al-
guna forma lexicalizada como andara-mandara ‘sinsentido’, en albanés
(kolendra-melendra, a partir de kolendra/koleda ‘Navidad’) y de manera ais-
lada, y generalmente dialectal, en griego moderno (aranta-maranta ‘pam-
plinas, frases vacías’, ares-mares ‘sinsentido’). En rumano los ejemplos de
formaciones reduplicadas se concentran especialmente en las zonas histó-
ricamente más expuestas a la influencia lingüística turca, como son las re-
giones situadas al sur del Danubio: cfr. en meglenorrumano aţala maţala
‘confuso, embrollado’, en arrumano bakkal makkal ‘tiendas de alimentos y
similares’ (Brînzeu, 1947: 42-43; Southern, 2005: 130). La reduplicación
con m- inicial también se conoce en el judeo-español de Bulgaria, donde
fue detectada por Max Leopold Wagner: kitab mitab ‘libros’, kuzu muzu
‘corderos’, azer šušušú mušušú ‘cuchichear’ o azer šákulas mákulas ‘chan-
cear, bromear’, con una formación que remonta al turco šaka ‘broma’
(Wagner, 1930: 39-40; cfr. Spitzer, 1952: 229; Grannes, 1973: 533, 1996:
279-280).
13. En las lenguas habladas en el Cáucaso y en otras regiones próximas
también es conocida la reduplicación con m- inicial. Se registra no solo en las
lenguas de la familia túrquica (como en karachayo-balkaro), donde cabía es-
perarla, sino también entre las indoeuropeas y las caucásicas. En armenio,
lengua mencionada en la nota de Michelena con la que comenzaban estas, el
procedimiento es empleado desde antiguo y ha proliferado sobre todo en los
dialectos y en la lengua hablada, donde pueden documentarse formaciones
como anun-manun (de anun ‘nombre’), gini-mini (de gini ‘vino’), o šun-mun
(de šun ‘perro’). Otras dos lenguas indoeuropeas, el osetio y el kurdo, igual-
mente sujetas a lo largo de su historia al influjo turco y de las lenguas caucá-
sicas, presentan esta clase de reduplicación (con un valor que abarca desde lo
intensivo a lo aproximativo): cfr. en osetio xæccæ-mæccæ ‘mixto, mezclado’,
kærkæ-mærkæ ‘brillante’ (Abaev, 1964: 115); en kurdo tişt-mişt ‘cosas, perte-
nencias’ (cfr. Aikhenvald, 2007: 46).
Entre las lenguas caucásicas son varias las que registran construcciones
reduplicadas con m- inicial: en georgiano se encuentran formas como axlo-
maxlo ‘muy cerca’ o xurda-murda ‘moneda pequeña, moneda de cambio’, en

16 ISSN 0046-435X, Fontes Linguae Vasconum (FLV), nº 116 (2013), 5-29 [12]
LA REDUPLICACIÓN COMPLEJA EN EUSKERA

laz (lengua asimismo kartvélica) al rostro puede llamársele toli-moli ‘ojos y lo


demás’ (a partir de toli ‘ojos’, cfr. Haig, 2001: 209), en udi (lengua caucásica
nororiental) se han recogido ejemplos como kiri-miri ‘oblicuo’, kori-mori ‘si-
nuosidad’), y en lak (también del grupo nororiental) se menciona el adver-
bio naža-mažag’ ‘de vez en cuando’, formado a partir del también adverbio
nažag’ ‘a veces’ (Grannes, 1996: 283). Reduplicaciones del mismo cariz se do-
cumentan a su vez en lezgui (grupo nororiental), como en sik´-mik´ ‘zorros
y otros animales salvajes’ (Haspelmath, 1993: 109), al igual que en sistemas
del Cáucaso occidental (para el abjasio cfr. Bruening, 1997: 292-293).
El carácter relativamente productivo que presenta la reduplicación en
georgiano sirvió a algunos autores de argumento adicional para apuntalar la
idea de un parentesco genético entre el euskera y las lenguas del sur del
Cáucaso (hipótesis que iría ganando adeptos a lo largo del siglo XX y en la
que se enmarcan las ideas de José Alemany sobre las formaciones reduplica-
das, apud Azkue, 1949: 716). El problema es que esta clase de compuestos pa-
rece ser de origen foráneo en georgiano y otras lenguas caucásicas e incluso
podría serlo también en vasco, según se verá más adelante.
14. Al este del Cáucaso, lenguas como el persa presentan numerosos ejem-
plos de la reduplicación léxica: nān-mān ‘pan y cosas similares’, pul-mul ‘dine-
ro y cosas similares’, mive-pive ‘fruta y cosas así’, sag-mag ‘perros y cosas
similares’ (Grannes, 1996: 285; Southern, 2005: 98-99; Ghaniabadi, Ghomeshi
& Sadat-Tehrani, 2006: 3). A través de la mediación irania el recurso siguió via-
jando hasta alcanzar territorios aún más orientales, como aquellos en los que se
hablan el urdu y el hindi. En estos sistemas, no obstante, los reduplicantes co-
mienzan en general por v-, que ha sustituido a la nasal (urdu-hindi ām vām
‘mangos y cosas parecidas’, kitāb vitāb ‘libros y cosas parecidas’, prem vrem
‘amor, etc.’, cfr. Southern, 2005: 142-145; Montaut, 2008: 38-39). Solo en un
conjunto minoritario de construcciones reduplicadas se mantiene el segmen-
to m-, como en hindi agar magar ‘síes y peros’, thaile maile ‘bolsos y cosas así’
(cfr. también en marathi kadhi madhi ‘en un momento o en otro’). Más al sur
la reduplicación expresiva con m- inicial solo deja algún ejemplo aislado, como
el del telugu (pālu mālu ‘estar renuente, procrastinar’) entre las lenguas draví-
dicas, que por lo general hacen uso de gi-/ki- en los reduplicantes expresivos de
esta clase de compuestos (Southern, 2005: 140).
15. Hacia el oeste del Cáucaso, el mismo tipo de formación reduplicada
llegó a su vez a algunas lenguas eslavas no balcánicas, como es el caso del
ruso y el ucraniano11. Del ucraniano hablado y dialectal se han recogido for-
maciones más bien esporádicas, tales como kalač-malač ‘kalach, tipo de pan’
o kišmiš-mišmiš ‘uvas pasas’. En dialectos rusos se registran compuestos
como tatarin-matarin ‘tártaro’, kaljada-maljada ‘canción ritual de Navidad’.

11
En otras lenguas eslavas no balcánicas (polaco, checo) y en húngaro los ejemplos de mühleme
son más escasos (se documentan solo tres formaciones en el caso del polaco, cfr. Southern, 2005: 124).
Las construcciones con m- inicial llegan a encontrarse, aunque en cantidades muy reducidas, en ale-
mán (Techtelmechtel ‘flirteo, affaire’, de procedencia incierta, vid. Southern, ibid., 168) e incluso en len-
guas urálicas (estonio suri-muri ‘batiburrillo, maraña’, finés sigrimigri ‘embrollo’, cfr. Puhvel, 2004: 80), que
pudieron acusar influjo eslavo. En inglés antiguo se registra s æl ond mæl ‘la oportunidad y el momento’
(Beowulf, 991) ejemplo que debo y agradezco a Carlos García Castillero.

[13] ISSN 0046-435X, Fontes Linguae Vasconum (FLV), nº 116 (2013), 5-29 17
IVÁN IGARTUA

Stankiewicz (1964: 253) cita en ruso ejemplos como baran-maran ‘cordero (y


animales semejantes)’ o zakon-makon ‘ley (y cosas así)’ y los considera cons-
trucciones indudablemente influidas por el modelo turco (en algún caso,
como en baran, el propio sustantivo es préstamo procedente de lenguas túr-
quicas). Aunque el recurso a la reduplicación es considerado por los hablan-
tes actuales, según Grannes (1996: 284), un rasgo en todo caso característico
del ruso hablado en el Cáucaso12, este presenta cierta vitalidad también en
otras zonas (cfr. los ejemplos recogidos por Plähn, 1987). En ruso contem-
poráneo, dentro de un registro coloquial, pueden emplearse (así se han do-
cumentado) pares como nacija-macija ‘nación y tal’, njan’ki-mjan’ki ‘niñeras
(y gente así)’, kreščendo-meščendo ‘crescendo’, xujnja-mujnja ‘cosas sin impor-
tancia, pamplinas’, fufajki-mufajki ‘camisetas (viejas) y otras cosas’ (también
puede tener otros significados: ‘ropa en general’, ‘mujeres’), gogol ’-mogol ’ ‘re-
medio contra la tos y la carraspera’ o proroki-moroki ‘profetas (y gente así)’,
testimonio proveniente en este último caso de un documento del finales del
siglo XIX (Plähn, 1987: 37).
Estas formaciones rusas presentan regularmente el conocido segmento
nasal al inicio del reduplicante, fonema que en algún caso aislado (como ocu-
rre en otros sistemas, entre ellos el español) puede coincidir con la forma de
un vocablo perteneciente al léxico de la lengua (como en moroki, plural de
moroka ‘apuro, fastidio’). En textos del folklore, donde la lengua reflejada
suele alcanzar un grado máximo de aproximación al registro coloquial, las
construcciones reduplicadas con m- inicial (y también con b-) son un recur-
so muy productivo de intensificación expresiva (no necesariamente acompa-
ñada de referencialidad plural): cfr. kalinka-malinka ‘viburnum’, gusli-musli
‘gusli (instrumento musical)’, koršin-moršin ‘milano’, den’ga-men’ga ‘dinero’,
saxar-maxar ‘azúcar’ y muchos otros ejemplos en Jakobson, 1979: 343;
Minlos, 2005: 99 y ss. En algunas de estas construcciones encontramos una
modificación algo mayor del consonantismo inicial del reduplicante con res-
pecto a la base: služen’ki-mažen’ki ‘criadas (dim.) y gente así’ o useni-maseni
en el inicio de una canción sacra. Esta coincidencia en el detalle con el pu-
ñado de compuestos vascos que presentan ma- inicial ha de considerarse, no
obstante, meramente accidental.
16. Entre las lenguas más orientales en las que puede hallarse este mode-
lo de reduplicación expresiva están el calmuco o el mongol, en cuyo dialecto
khalka (en la práctica, lengua nacional de Mongolia) el recurso es empleado
con función pluralizadora, aunque vinculada, al igual que en muchos de los
ejemplos que hemos ido viendo, a un valor semántico de similitud, proximi-
dad o asociación: jar-mjas indica ‘huesos y cosas así’, chai-mai ‘té y cosas así’,
nom-mom ‘libros y cosas así’, nut-mut ‘ojos y cosas así’, ont әg-mont әg ‘huevos
y cosas así’, xuar-muar ‘flores y cosas así’, etc. (Kubo, 1997: 67 y ss.;
Svantesson et al., 2005: 60; cfr. también la base de datos del proyecto sobre
reduplicación de la Universidad de Graz: http://reduplication.uni-graz.at/).

12
En Grannes (1973: 527 y ss.) se recogen los hábitos lingüísticos de una mujer hablante nativa
de karachayo que, cuando se expresa en ruso, introduce numerosas construcciones reduplicadas: zajči-
ki-majčiki ‘liebres y otros animales (dim.)’, ptički-mtički ‘pájaros y otros aves (dim.)’, šëlkom-molkom
‘de seda y materiales semejantes’. En cualquier caso, la reduplicación compleja no parece ser privativa
del ruso hablado en el Cáucaso.

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LA REDUPLICACIÓN COMPLEJA EN EUSKERA

Resultan llamativas las derivaciones sintagmáticas del procedimiento, que no


solo modifica sustantivos: ulaan ceceg meceg ‘flores (y otras cosas) rojas’, a par-
tir de ulaan ‘rojo’ y ceceg ‘flor’, vs. ulaan mulaan ceceg ‘flores rojas y de otros
colores’ (Kubo, 1997: 84). En suma, los ejemplos de reduplicación compleja
en mongol son numerosos, lo que revela una productividad similar a la que
el mühleme presenta en turco y otras lenguas de su grupo. Alguien podría es-
tar tentado a pensar que el rasgo debe de ser consustancial a la comunidad
lingüística altaica, puesta por lo demás en entredicho por más de un especia-
lista (vid. en especial, por su contundencia crítica, Vovin, 2005). Pero, por lo
que llevamos visto, la reduplicación expresiva con m- inicial se ha difundido
con cierta facilidad por diversas lenguas, dependiendo del grado de influen-
cia –mediata o inmediata– que han podido ejercer los sistemas exportadores
del patrón: el turco, por lo que respecta a Europa central y oriental, y otras
lenguas de la familia túrquica (kirguís, uzbeko), en lo que afecta a territorios
situados más al oriente. Por si fuera poco, algunos tipos de reduplicación
compleja (con modificaciones segmentales distintas, eso sí, a la m- inicial,
como en tünli künli ‘días y noches’, cfr. Müller, 2004: 285) aparecen ya re-
presentados en las inscripciones rúnicas de Orjón (turco antiguo), que se re-
montan al siglo VIII d. C. y que fueron descubiertas en 1889 precisamente en
Mongolia, por lo que la presencia de este recurso reduplicativo en lenguas y
territorios situados muy al oriente puede considerarse antigua.
17. Aunque con peculiaridades formales que la individualizan, la redu-
plicación con šm- inicial en yiddish ha sido también vinculada a la influen-
cia de las construcciones turcas, que habrían llegado, no obstante, a través del
filtro eslavo (Stankiewicz, 1964: 252-253). Ejemplos como libe-šmibe ‘amor (y
cosas así)’ o mojre-šmojre ‘temor (y cosas así)’, que expresan ironía o cierto
desdén (Spitzer, 1952: 228; Weinreich, 1953: 34), certifican la presencia de la
labial característica del mühleme, pero suponen al mismo tiempo una modi-
ficación adicional de la reduplicación compleja que está en la base de estas
formaciones13. Los reduplicantes con šm- compitieron, en cualquier caso, con
otras formas (entre las que se encontraban las de m- inicial, como en tsígele-
mígele ‘cabras o animales parecidos’, conservada aún), hasta que hacia finales
del siglo XIX los primeros acabaron imponiéndose y arrinconando al resto
(Southern, 2005: 18). A través del yiddish, este tipo de construcción alcanza
al inglés, fundamentalmente al inglés hablado en Norteamérica, donde se re-
gistran innovaciones –por lo general, de carácter humorístico– como money-
shmoney ‘dinero’, confusion-shmoosion ‘confusión’, y muchas otras (para un
análisis detallado de las formas inglesas vid. Nevins & Vaux, 2003).
Marginalmente, estas formaciones yiddish-shmiddish se detectan también en
ruso, entre hablantes –y esto es lo importante– que no conocen el yiddish
(cfr. blinčiki-šminčiki ‘crepes y cosas parecidas’, vid. Belikov, 1990: 82; Stolz,
2008: 115).

13
Aunque hay posiciones encontradas al respecto, la mayor extensión de las reduplicaciones con
šm- en yiddish oriental parece avalar la tesis de la adopción del recurso a causa del contacto con las co-
munidades eslavas orientales (Southern, 2005: 38), en las que el influjo turco fue mucho más intenso
que en las occidentales (no en vano, entre los años 1237 y 1480, una parte significativa de los territo-
rios eslavos orientales estuvo políticamente dominada por élites túrquicas de diversa procedencia).

[15] ISSN 0046-435X, Fontes Linguae Vasconum (FLV), nº 116 (2013), 5-29 19
IVÁN IGARTUA

18. La expansión del mecanismo de formación de estas construcciones re-


duplicadas por diversas lenguas europeas y asiáticas parte, según amplio
acuerdo, de un núcleo inicial túrquico (Stankiewicz, 1964: 260; Grannes,
1996: 285; Southern, 2005: 26-27; Stolz, 2008: 120, 122), responsable a su vez
de numerosas innovaciones léxicas y tal vez varias gramaticales en sistemas
con los que las lenguas túrquicas han estado en contacto a lo largo de la his-
toria (cfr. ya Miklosich, 1884: 4 y ss.). A partir de ese núcleo la reduplicación
con m- inicial se extiende hacia los Balcanes, el Cáucaso y otros territorios de
Eurasia, algunos ciertamente alejados del foco de irradiación. Los rasgos for-
males y semánticos de estas construcciones expresivas pertenecen al conjun-
to de características que parecen difundirse con mayor facilidad de unas
lenguas a otras. Como sugiere Haig (2001: 209), «it seems that expressive
techniques of this type are among the most readily diffusible linguistic fea-
tures». Al igual que hace el autor, conviene insistir, además, en el hecho de
que en las formaciones reduplicadas cada lengua hace uso del léxico propio,
al que se superpone el patrón reduplicativo tomado en préstamo, es decir, se
trata, en términos de la lingüística de contacto, de un proceso de replicación
más formal o estructural que estrictamente material (aunque bien es cierto
que el patrón replicado incluye en todos los casos el segmento bilabial nasal
al inicio del reduplicante).
19. Los valores semánticos expresivos que predominan en las formaciones
reduplicadas con m- inicial u otra labial en esa posición son, por lo que se ha
podido observar, el aproximativo, que entraña cierta imprecisión, acompa-
ñada a veces de desdén, en la determinación del referente (‘aquello que de-
nota la formación y todo aquello que resulta similar o próximo’)14, y el
deprecativo, que puede estar también en relación directa con el valor dimi-
nutivo que expresan algunos de los compuestos examinados15. El significado
algo más genérico que caracteriza a otros podría calificarse de intensivo, se-
mántica muy extendida en todos los casos de reduplicación, sea esta simple
o compleja, parcial o total. Al margen de esos valores expresivos fundamen-
tales, algunos de los cuales son bien conocidos también en la lengua vasca,
no puede olvidarse el significado denotativo neutro que expresan algunos de
los compuestos. Que ese carácter no expresivo sea producto o no de la evo-
lución histórica del significado en las formaciones reduplicadas no puede ser
aclarado sino analizando el desarrollo semántico particular de cada construc-
ción, tarea que desborda los límites de estas notas.
A la proximidad semántica entre las formaciones reduplicadas de otras
lenguas y las que presenta el euskera se une la indudable proximidad formal
en lo que afecta a la estructura de los compuestos estudiados. Si tomamos
como paradigma el mühleme turco, que es con toda probabilidad –por razo-
nes histórico-comparativas e incluso cronológicas– el origen de todas o casi

14
En algunas descripciones recientes este valor, aunque despojado de matices valorativos, se defi-
ne como asociativo plural (Nevins, 2012: 109; Voinov, 2012: 183).
15
La conjunción del valor plural aproximativo o asociativo y del tono ligeramente despectivo se
recoge con acierto en la definición semántica que propuso Leo Spitzer para el mühleme turco y que sir-
ve para construcciones similares de muchas otras lenguas: «a vague, disorderly collectivity» (Spitzer,
1952: 229).

20 ISSN 0046-435X, Fontes Linguae Vasconum (FLV), nº 116 (2013), 5-29 [16]
LA REDUPLICACIÓN COMPLEJA EN EUSKERA

todas las formaciones reduplicadas con m- inicial que se detectan en territo-


rios balcánicos, caucásicos e incluso más allá (Southern, 2005: 26-27; Stolz,
2008: 120-122), las condiciones de formación de la reduplicación compleja
inicial en turco y en vasco resultan llamativamente similares: no solo com-
parten la sustancia fonológica que modifica la reduplicación, volviéndola
compleja, sino que se rigen por el mismo principio constructivo, tanto en lo
que se refiere a las bases de reduplicación que comienzan por vocal como en
lo que respecta a las bases que comienzan en consonante. Las diferencias, de
detalle, corresponden, por un lado, a la presencia de ma- en unos pocos casos
vascos y a la transformación, por lo demás ocasional, de grupos consonánticos
iniciales en turco (como en Stassen-Mtassen), fenómeno que sencillamente no
puede darse en las voces patrimoniales vascas.
Pese al alto grado de parecido formal y semántico, hasta la fecha se ha ne-
gado la presencia de todo dato empírico que, en su caso, permitiera sustentar una
conexión vasco-turca, inmediata o por intermediación de terceros, para explicar
el origen de la reduplicación sobre todo en euskera (toda vez que el mühleme pa-
rece bien anclado en la familia túrquica, de tal manera que algunas reconstruc-
ciones lo retrotraen al periodo prototurco, cfr., no obstante, Brînzeu, 1947: 56-57
y la posibilidad de atribuir una mayor antigüedad a las construcciones del árabe,
concepción en todo caso minoritaria)16. Los límites occidentales de la expansión
del modelo turco se sitúan, como hemos visto, no muy lejos del entorno balcá-
nico, a una distancia desde luego insalvable de los territorios del euskera.
Ninguna explicación por contacto resulta así posible (Southern, 2005: 161), a
menos que se recurra a la doble intermediación árabe y castellana, extremo que
ha sido, en general, desatendido en los estudios sobre esta clase de reduplicación.
En uno de los trabajos más recientes e informados sobre la cuestión, la posibili-
dad de esa intermediación se desecha en función de dos circunstancias o criterios
que distan de ser incontestables (Stolz, Stroh & Urdze, 2011: 538)17:
To our knowledge, there has been no Basque-Turkic language contacts.
On the other hand, during the Arabic reign over the Iberian Peninsula, the-
re was a (relatively short) period when the sphere of influence of the Islamic
States reached as far as the northern part of the peninsula including the
Basque area of settlement. However, it is very unlikely that the contacts were
ever linguistically relevant such that the principles of itbā‘ were copied into
Basque. The unlikelihood of an Arabic origin of the Basque pattern is

16
Desde esta segunda perspectiva, la reduplicación compleja tendría su origen en el árabe (Pellat
[1957: 132-133] muestra que la itbā‘ está bien establecida ya como recurso estilístico en árabe clásico y
aun en árabe antiguo), y de allí habría llegado al turco a través del persa.
17
En la misma línea, aunque sin mencionar siquiera la posibilidad de la mediación árabe, se ha-
bía manifestado anteriormente Southern (2005: 161): «[t]here are no chronologically principled
grounds for remote, contact-based (or genetic) interlanguage-family comparison with similar pheno-
mena outside Basque, since there are no neighbor languages contiguous with the Basque S[peech]
C[ommunity] with recognizably similar grammaticalized expressive-feature properties». En otro lugar
de su trabajo (ibid., 167), el autor menciona las expresiones españolas a troche y moche y tiquismiquis,
en lo que considera que es «not a systematic pattern», pero en ningún caso las relaciona con el testi-
monio vasco. Cfr. igualmente Stolz (2008: 119): «[i]t is impossible to connect the Basque evidence di-
rectly to the data from Turkish and its neighbors as there is no historical link between the northern
shores of the Iberian Peninsula and the former Ottoman Empire. For the time being, we must accept
that something strikingly similar has developed independently in two geographically separated re-
gions». Una conexión directa es, desde luego, absolutamente descartable, pero los lazos históricos ra-
ramente resultan ser simples.

[17] ISSN 0046-435X, Fontes Linguae Vasconum (FLV), nº 116 (2013), 5-29 21
IVÁN IGARTUA

strengthened by two facts: (a) the Basque pattern operates exclusively on the
basis of initial /m/ and (b) none of the languages on the Iberian Peninsula,
which were exposed to Arabic influence for a much longer period than
Basque, have adopted the itbā‘. Thus, we have to accept as fact that the
Basque construction type of T[otal] R[eduplication] with initial segmental
variation on the image constitutes an independent parallel development
which is autonomous of any external pattern.
Pese al claro predominio de m- inicial en las construcciones vascas, esa po-
sición puede ser ocupada por otras consonantes labiales, al igual que en caste-
llano y árabe (según se ha visto antes, cfr. supra § 11, en la itbā ‘la nasal bilabial
alterna principalmente con b- y, de manera secundaria, con otros segmentos).
Ese es el problema que aqueja al primero (a) de los hechos aducidos por los
autores en contra del posible origen (o mediación) árabe. En cuanto al se-
gundo (b), resulta cuando menos inexacto proclamar que ninguna de las len-
guas de la península ibérica ha adoptado la itbā‘ (en el sentido de la
reduplicación compleja), siempre y cuando no se tenga en mente una adop-
ción productiva, acompañada de uso frecuente y sistemático, algo que no en-
contraríamos más allá del euskera y de las propias lenguas túrquicas (e incluso
no en todas ellas). Si, por el contrario, lo que se quiere decir es que ninguna
lengua peninsular aparte de la vasca emplea el procedimiento de reduplicación
total y compleja que caracteriza a las construcciones con m- inicial, los ejem-
plos del español que hemos visto en § 8 desmienten claramente ese extremo,
dado que se trata de un testimonio al menos suficiente para apoyar la hipóte-
sis de la migración del patrón reduplicativo, que por mediación árabe podría
haber peregrinado hasta llegar al castellano y finalmente al vasco, de la misma
forma en que algunos préstamos léxicos de origen árabe penetran en euskera
en época medieval (cfr. infra § 20). Este fenómeno de difusión estaría, por lo
demás, en consonancia con la apreciación de Brînzeu (1947: 55), según la cual
«[l]a réduplication à m- apparaît là où se trouve l’Islamisme: à l’interieur des
frontières de cette réligion, aux bords de ces frontières et dans les régions où
l’Islamisme a pénetré par la voie politique de la conquête turque». La penín-
sula ibérica no sería, por tanto, ajena a esta tendencia.
20. Por recapitular, y a la vista de los datos que se han ido analizando en
estas notas, el origen de las reduplicaciones complejas en euskera puede ser
concebido de dos maneras:
i) la construcción vasca surge con entera independencia de las redupli-
caciones presentes en otros sistemas, de modo que lo único que cabe resaltar
es que constituye un asombroso paralelo tipológico (casi perfecto) del müh-
leme turco, o
ii) la reduplicación vasca surge, como en otros sistemas, por imitación
del modelo inicialmente turco (o, en su caso, árabe), que para el desarrollo
vasco requiere necesariamente –si el procedimiento se remonta, como parece
ser, a las lenguas túrquicas–, la intermediación del árabe y del castellano a lo
largo de la geografía mediterránea y peninsular.
Uno puede, desde luego, contentarse con la primera opción (i) y asumir
sin excesivo riesgo la posibilidad real de que estructuras formalmente idénti-
cas aparezcan en distintos sistemas lingüísticos sin interrelación alguna. De
su comparación se podrán extraer conclusiones tipológicas en torno a las

22 ISSN 0046-435X, Fontes Linguae Vasconum (FLV), nº 116 (2013), 5-29 [18]
LA REDUPLICACIÓN COMPLEJA EN EUSKERA

preferencias formales y estructurales de formación, incluso acerca de la pro-


babilidad estadística de hallar determinadas secuencias y no otras en este tipo
de construcciones en principio expresivas. Pero una visión así no acarrea con-
secuencias de carácter histórico, salvo que el análisis tipológico se invista de-
cididamente del espíritu WWW («What’s where why?») que defienden en la
actualidad algunos de los principales especialistas en tipología (vid. Bickel,
2007: 248), lo que llevaría a indagar acerca de la distribución geolingüística
del fenómeno, que prolifera en unas regiones, precisamente las que se en-
cuentran más próximas al núcleo turco en este caso, y no en otras (circuns-
tancia que, desde luego impide elevar a categoría o tendencia universal la
reduplicación compleja con m- inicial)18.
Por su parte, la apuesta por la opción (ii), aun siendo sin duda más
comprometida, encuentra buenos cimientos en el castellano y cuenta, ade-
más, con pruebas fehacientes de que la reduplicación también viajó hacia
el Mediterráneo occidental a través de los diversos dialectos árabes y del
propio árabe clásico. Tanto en su aspecto formal como en el funcional, la
reduplicación compleja con m- inicial es lo suficientemente peculiar (e in-
cluso excepcional) entre los modelos reduplicativos conocidos en el mun-
do para poder pensar que su aparición en dos lugares distintos, por
distantes que sean entre sí, guarda, pese a ello, alguna relación19. De ahí
que desde el punto de vista diacrónico, la explicación por difusión del pa-
trón reduplicativo resulte en teoría preferible, siempre y cuando, lógica-
mente, pueda sustanciarse mediante argumentos no solamente
lingüísticos, sino también histórico-sociales.
Los datos lingüísticos nos dicen, por ejemplo, que en euskera la bila-
bial nasal es una incorporación tardía a su inventario fonológico (vid. su-
pra § 5). La sonante fue ganando presencia en la lengua a través de
evoluciones fonéticas regulares (-nb- > -m-, como en seme ‘hijo’, cfr. aquit.
SEMBE < *sen-be, o en ume, cfr. aquit. OMBE- ‘niño, niña’ y con una forma
ya modificada en VMMESAHAR de la Inscripción de Lerga; asimilación de
b- en m-, como en *bini > *mini > mihi ‘lengua’), por alteración conso-
nántica de préstamos (lat. b acilla ‘palo pequeño’ > makila ‘palo’, lat. vin-
d i cāre ‘reclamar’ > mendekatu ‘vengar(se)’, lat. ve s per > sul. mezpera
‘víspera’), pero también gracias al vocabulario de naturaleza expresiva. De he-
cho, el carácter marcado de las reduplicaciones complejas en euskera lo es en
buena medida a causa del segmento bilabial o, dicho de otro modo, la sola
presencia de m podría servir como indicador de la naturaleza expresiva de
cierto léxico (de la misma forma en que el modelo de configuración silábi-
ca distingue a las onomatopeyas de la forma canónica de la raíz en vasco,

18
Desde este perspectiva resultan muy atinadas las reservas que expresa Stolz (2008: 122) en rela-
ción con supuestos principios universales que pudieran guiar la formación de reduplicaciones comple-
jas: «this potential universality cannot explain why the phenomenon is frequent exactly in those
languages which has been in close contact with each other, whereas it is, at best, marginal outside this
area».
19
Cfr. Stolz (2008: 129): «All these factors taken together suggest that wherever TRCV [total redu-
plication-cum-variation] occurs in, at best, loosely related languages spoken in the same area this geo-
linguistic distribution is the result of diffusion via language contact». A esa visión, que creo por lo
demás acertada, habría que incorporar los datos vascos y españoles, que en compañía de los que pro-
porciona el árabe, completan el panorama de la difusión hacia el oeste del mühleme.

[19] ISSN 0046-435X, Fontes Linguae Vasconum (FLV), nº 116 (2013), 5-29 23
IVÁN IGARTUA

cfr. Lakarra, 2003: 354)20. El influjo externo suele ser un factor de peso en la
integración plena de nuevos fonemas (como ocurre, por ejemplo, en el caso
de la fricativa labiodental /f/ en los sistemas eslavos, común en los préstamos
de origen griego), aunque esa integración venga determinada, en primera o
en última instancia, por factores internos. Desde este punto de vista, la hi-
pótesis del carácter exógeno de las construcciones reduplicadas con m- inicial
dibuja un escenario no solo creíble, sino además probable.
El contacto con el ámbito lingüístico árabe tiene, como es sabido, raíces his-
tóricas y sociales documentables, relacionadas con la expansión del dominio po-
lítico islámico hacia el norte de la península a partir de comienzos del siglo VIII.
A la época medieval se remontan varios préstamos léxicos del árabe que llegan
al euskera a través de los dialectos romances, como es el caso de azoka ‘merca-
do’, izara ‘sábana’, azafrae ‘azafrán’, erraz, errez ‘fácil(mente)’ (cfr. rom. rafez, re-
fez), gut(h)un, kutun ‘carta, libro, amuleto’ (a partir de ár. kutub, pl. de kitāb
‘libro’), alkandora ‘camisa’ (cfr. en el Libro de Buen Amor: a las veses en saya, a las
veses en alcandora, 397-3) o el hápax azaga ‘postrimería’, vinculado a rom. çaga
(cfr. Refranes y Sentencias de 1596, 302: Azaga onic estau mandazaic ‘Postrimetría
buena no la tiene mulatero’, vid. Michelena, 1964: 129; para el resto de ejem-
plos Michelena, 1968: 481), siempre que no sea, como quiere Zuazo (1992:
1005), un término de estirpe vasca (que habría que leer atzaga, que en euskera
de Oñate vale por ‘vara que se pone de un árbol a otro para que se rasquen las

descartable del todo: cfr. el testimonio que aporta alkate < ár. al-qād. ῑ, frente a
ovejas’). En cualquier caso, el contacto directo, sin mediación romance, no es

cast. alcalde, si en vasco no hubo influjo tal vez aragonés, y sobre todo at[h]orra
‘camisa’ (forma recogida ya en un documento de 1059: «et illa atorra gubeidi in
panno de ciclaton», vid. Arzamendi, 1985: 138), cuya dental difícilmente puede
provenir de esp. ant. adorra ‘túnica abotonada’, pero sí de la enfática geminada
del ár. hisp. addurrá‘a, que procede en última instancia del ár. clás. durrā‘ah
(Michelena, 1974: 193, n. 52, 1977: 229). En conjunto, estos préstamos no son
excesivamente numerosos, pero tal vez sí suficientes para demostrar la permea-
bilidad lingüística de la lengua vasca también en relación con elementos léxicos
procedentes del árabe a través, por lo general, del filtro romance (castellano,
pero también navarro, riojano y aragonés). La difusión de formaciones expresi-
vas como la que representa la reduplicación compleja es, por lo demás, un fe-
nómeno que no parece requerir contactos excesivamente profundos ni

20
El hecho de que la nasal bilabial sea ajena al inventario consonántico originario del euskera, sin
ser por sí solo prueba concluyente de nada, sí puede constituir un dato a favor del probable origen fo-
ráneo de la reduplicación con m- inicial. En las lenguas túrquicas (como, por lo demás, en la mayor
parte de lenguas del mundo) la /m/ es un elemento perfectamente integrado desde un inicio en su es-
tructura fonológica, con la salvedad, en el caso turco, de que su presencia en inicio absoluto de pala-
bra está prácticamente vedada en el léxico patrimonial (Southern, 2005: 57, 160). En cualquier caso, la
diferencia es crucial: en turco la expresividad de la reduplicación compleja se asienta sobre un cambio
en el rendimiento funcional del fonema en cuestión, mientras que en euskera esa misma expresividad
descansa sobre un elemento en teoría ajeno al sistema inicial (m-), lo que explicaría de paso su titube-
ante implantación en competencia con b-, p- e incluso otros segmentos (si no es un rasgo también ad-
quirido), y que se integra en él gracias en gran medida a la adopción de préstamos léxicos. Por otra
parte, esa naturaleza ajena del segmento es vehículo de una expresividad particularmente marcada en
el caso del euskera, algo que se refleja en la frecuencia y productividad mayor de las reduplicaciones
complejas vascas en comparación con otros sistemas más o menos próximos (en los que la /m/ no pre-
senta particularidad alguna de carácter estructural o distributivo).

24 ISSN 0046-435X, Fontes Linguae Vasconum (FLV), nº 116 (2013), 5-29 [20]
LA REDUPLICACIÓN COMPLEJA EN EUSKERA

prolongados en el tiempo entre las comunidades lingüísticas que entran en con-


tacto (cfr. supra Haig, 2001: 209 y también Stolz, 2008: 127, n. 12, quien, por
ejemplo, localiza este rasgo entre los niveles 1 y 2 de la escala de contacto de
Thomason & Kaufman, 1988: 77-78 y Thomason, 2001: 70, es decir, «incipient
contacts with only small groups of bilingual speakers»). De todas formas, la
transmisión de las construcciones reduplicadas no exige, ni mucho menos, un
contacto directo entre hablantes de árabe y euskera, dado que las variedades ro-
mances, en particular el castellano, también desarrollaron –por contagio– ese
procedimiento de composición léxica, posibilitando así su traspaso al euskera
(dentro ya de unos parámetros de contacto que superan con creces los estadios
iniciales de la escala de Thomason & Kaufman).
En consecuencia, es en ese marco lingüístico e histórico donde cabe situar el
origen de la reduplicación vasca con m- inicial, reflejo –con variantes en todo
caso menores– de un patrón que probablemente viajó hasta la península ibérica
en el seno del árabe literario y dialectal a lo largo del Mediterráneo y que penetró
inicialmente en castellano, aunque por razones de evolución lingüística interna
(vinculada en este caso a la expresividad inherente a un segmento tardíamente
integrado en el sistema fonológico) acabó siendo un recurso más productivo y
frecuente precisamente en la lengua geográficamente más alejada del foco inicial
de la innovación. Como había señalado Michelena, la reduplicación expresiva
del euskera apunta, en efecto, hacia Oriente, y lo hace, por suerte, a través de
pautas que, aunque escasas, no dejan de ser rastreables.

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IVÁN IGARTUA

RESUMEN
La reduplicación compleja en euskera: notas acerca de su formación y sus parale-
los en otras lenguas
Las construcciones vascas basadas en la reduplicación con m- inicial representan
un tipo de composición léxica muy extendido en diversas lenguas europeas y
asiáticas. La procedencia última de este peculiar mecanismo de reduplicación
compleja, o reduplicación total con variación, se localiza en el conjunto de len-
guas túrquicas. A partir de estas, el recurso parece haberse difundido con relati-
va facilidad tanto hacia el oriente como hacia el occidente del foco originario. La
forma y la función de los compuestos vascos coinciden en alto grado con las que
caracterizan al mühleme turco, pese a lo cual ambos procedimientos de creación
léxica no han sido vinculados entre sí hasta la fecha, salvo desde una perspectiva
tipológica. La presencia de formas reduplicadas de carácter expresivo tanto en
árabe como en español (extremo este último que ha sido desatendido en gene-
ral) permiten identificar los nexos de unión que hacen posible una explicación
por difusión del patrón constructivo que hallamos en euskera, cuyo origen
habría que atribuir, en consecuencia, y al igual que ocurre con las formaciones
correspondientes de otros sistemas europeos y asiáticos, a la expansión de un
mecanismo reduplicativo generado dentro del grupo de lenguas túrquicas.
Palabras clave: reduplicación; reduplicación compleja; composición; palabras
expresivas; mühleme, itbā‘; difusión; contacto lingüístico.

LABURPENA
Erreduplikazio konplexua euskaraz: haren sorrerari eta beste hizkuntzetako ordainei
buruzko oharrak
Hasierako m- bat erakusten duen erreduplikazioan oinarritutako euskal
forma lexikoak Europako zein Asiako hainbat hizkuntzatan oso hedatua
dagoen konposaketa mota baten adibide dira. Erreduplikazio konplexu (edo
aldaketa eragiten duen erabateko erreduplikazio) horren etorkia hizkuntza
turkoen taldean kokatu ohi da. Jatorrizko gune horretatik baliabide lexikoa
ekialderantz nahiz mendebalerantz zabaldu zen erraztasun handiz, itxura
batean. Euskarazko konposatuen forma eta funtzioa turkieraren mühleme
delakoaren oso antzekoak dira, baina, hala eta guztiz, eraketa lexikorako bi
prozedura hauek ez dira orain arte elkarrekin lotu, ikuspegi tipologikotik izan
ezik. Izaera adierazgarria duten forma erreduplikatuen presentziak hala ara-
bieraz nola espainieraz (bigarren kasuan batez ere, maiz bistaz galdu izan
dena) aukera ematen du, dena den, euskaraz aurkitzen dugun konposaketa-
eredua difusio-prozesu baten bidez azaltzeko. Horrela, euskal konposatu
mota hori, Europako zein Asiako beste hizkuntza batzuetako antzeko formak
bezala, hizkuntza turkoetan sortutako erreduplikazio-mekanismo baten heda-
penaren ondorio litzateke.
Gako hitzak: erreduplikazioa; erreduplikazio konplexua; elkarketa; hitz adie-
razgarriak; mühleme; itbā‘; hedapena; hizkuntzen arteko ukipena.

ABSTRACT
Complex reduplication in Basque: notes on its formation and parallels in other
languages
Basque constructions based on reduplication with initial m- instantiate a type
of lexical compounding that is rather widespread in different languages of
Europe and Asia. The ultimate origin of this particular mechanism of com-
plex reduplication, or total reduplication cum variation, is usually located
within the Turkic language family. From the initial core, this reduplication
type seems to have extended with relative ease eastwards as well as westwards.

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LA REDUPLICACIÓN COMPLEJA EN EUSKERA

The form and function of Basque compounds correspond to a high degree to


those characterizing Turkish mühleme, in spite of which these two mecha-
nisms of lexical creation have not hitherto been related to each other, except
from a typological perspective. But the presence of reduplicated formations
with mainly expressive meaning in Arabic and Spanish (a fact that has often
been neglected, especially in the latter case) allows us to identify the con-
necting links that make it possible to give a diffusion-based account of the
Basque compound pattern, whose origin should be attributed, consequently,
as is also the case with corresponding formations from other languages of
Europe and Asia, to the spread of a reduplication mechanism that originated
inside the Turkic group of languages.
Keywords: reduplication; complex reduplication; compounding; expressive
words; mühleme; itbā‘; diffusion; language contact.

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