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LABIO SEDIENTO

Poesía

JOSÉ G. ALCARAZ
Edición, estudio preliminar y notas
Ada Aurora Sánchez
LABIO SEDIENTO
POESÍA

12
BIBLIOTECA COLIMA
Universidad de Colima

Dr. Christian Jorge Torres Ortiz Zermeño


Rector

Mtro. Joel Nino Jr.


Secretario General

Mtra. Vianey Amezcua Barajas


Coordinadora General de Comunicación Social

Mtra. Gloria Guillermina Araiza Torres


Directora General de Publicaciones

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Coordinador del Consejo Editorial

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Coordinadora de Consejos de Área

Mtra. Gloria Guillermina Araiza Torres


Coordinadora Operativa del Consejo Editorial
LABIO SEDIENTO
POESÍA

JOSÉ G. ALCARAZ

Edición, estudio preliminar y notas


Ada Aurora Sánchez
© Universidad de Colima, 2021
Avenida Universidad 333
Colima, Colima, México
Dirección General de Publicaciones
Teléfonos: 312 31 61081 y 312 31 61000, ext. 35004
Correo electrónico: [email protected]
http://www.ucol.mx

ISBN: 978-607-8814-05-3

Derechos reservados conforme a la ley


Impreso en México / Printed in Mexico

Proceso editorial certificado con normas Iso desde 2005


Dictaminación y edición registradas en el Sistema Editorial Electrónico Pred

Registro: LI-003-21
Recibido: Abril de 2021
Publicado: Octubre de 2021
AGRADECIMIENTOS

C ada tarea que realiza el investigador/a está rodeada de pequeños o mayús-


culos auxilios de otras personas; por ello, es indispensable dar gracias, en
este caso, a: Rosa María Alcaraz Medina, sobrina de José G. Alcaraz, por las
entrevistas concedidas y por facilitarme el acceso al álbum personal del poeta;
a Edna Guadalupe Martínez Márquez, por brindarme materiales fotográficos;
a Ma. Dolores Márquez Amezcua, José Arcadio Vázquez (qepd), Rubén Jaime
Valencia Salazar (qepd) y José Óscar Guedea (qepd) por las entrevistas brin-
dadas en diversos momentos; a Diego Armando Arellano y Adriana Citlalli
Toledo Montes, por el auxilio en la transcripción de textos; a Marco Antonio
Jáuregui y Heberth Sánchez, por su atenta lectura.
Agradezco también, de manera especial, al personal del Archivo His-
tórico de la Universidad de Colima por las atenciones recibidas al explorar en
diversas etapas sus archivos hemerográficos.

7
ESTUDIO PRELIMINAR

L a Revolución mexicana estalla en noviembre de 1910, cuando el gobierno de


Porfirio Díaz ya no puede hacer frente a la crisis política, económica, social,
cultural y diplomática del México de aquellos años. Convocada por Francisco I.
Madero, candidato presidencial del Partido Nacional Antirreeleccionista e im-
pulsor del Plan de San Luis, la Revolución mexicana se visualizó como la gran
oportunidad transformadora que el país requería para acabar con un Estado
oligárquico, renuente a la libertad de expresión y la democracia electoral.
En 1910 México tenía quince millones de habitantes y su población era
mayoritariamente rural. Pese al crecimiento económico, la reestructuración
de la deuda nacional y la modernización alentada por la dictadura porfirista
(1877-1911), fue imposible contener, para el presidente Díaz y su gabinete
de científicos, la inconformidad social ante la falta de justicia y la sistemática
explotación de los campesinos y peones, que se veían obligados a emigrar a las
nacientes urbes —como la ciudad de México o Guadalajara, por ejemplo—
en busca de mejores oportunidades de vida.
Entre el afrancesamiento y el nacionalismo, el porfiriato forjó un orbe
cultural y moral que tenía puesta la mirada, al mismo tiempo, en lo extranjero
y en lo mexicano, 1 así como en la configuración de un olimpo histórico que
mantuviera viva la historia patria y sus valores cívicos. Como apunta Elisa
Speckman, dentro de la primera tendencia cultural del porfiriato tuvo su auge
la literatura modernista, heredera del simbolismo francés de Mallarmé, Rim-
baud y Baudelaire, con escritores como Manuel Gutiérrez Nájera, Salvador
Díaz Mirón, Amado Nervo, José Juan Tablada y Efrén Rebolledo. Al lado de
esta literatura cosmopolita floreció, también, un estilo arquitectónico basado

1
Elisa Speckman Guerra, “El Porfiriato”, en Nueva historia mínima de México, México, Colegio de Méxi-
co, 2014 (9ª reimp.).

9
10 José G. Alcaraz

en elementos de lo clásico, románico, mudéjar, gótico, barroco y el art nou-


veau. Por su parte, dentro de la segunda orientación cultural del porfiriato,
concentrada en lo “propio” y en la exploración de la identidad del mexicano,
se arraigó una literatura de corte realista y costumbrista, que tuvo exponentes
como Ángel de Campo “Micrós”, José Tomás de Cuéllar, Rafael Delgado y
José López Portillo, entre otros, mientras que, en el terreno de las artes visua-
les, se destacaron el paisajista José María Velasco, y el grabador Guadalupe Po-
sadas que ejerció la crítica contra el régimen de Díaz y subrayó la vida popular
nacional con humor e irreverencia.
En este contexto, y de forma próxima al estallido de la Revolución
mexicana, nace en Colima, Colima, el 14 de agosto de 1909, el profesor, poeta
y periodista, de vida trágica y efímera, José Alcaraz Gutiérrez, mejor conoci-
do como José G. Alcaraz. José fue el segundo hijo de una familia humilde,
abocada al trabajo. Su padre, Jesús Alcaraz Silva, era de oficio cargador, y su
madre, Ma. Gutiérrez Marín, ama de casa. José tuvo cinco hermanos (Andrés,
Manuel, Ramón, María Luisa y Carlos), de los cuales Ramón, quien heredaría
sus mecanoescritos, un álbum de recortes de periódicos y otros efectos perso-
nales, le resultó el más cercano, entre otras razones, porque compartió con él,
además del magisterio, la inclinación por la poesía.2
Los años previos al nacimiento del poeta están ceñidos por hechos his-
tóricos fundamentales en la dinámica social colimense. El 12 de diciembre de
1908 se había inaugurado, “con un repique a vuelo en todos los templos de la
ciudad [de Colima], salvas y músicas”,3 el servicio ferroviario en el estado con
la llegada del tren presidencial de Porfirio Díaz, procedente de Guadalajara y
con destino al puerto de Manzanillo. Qué lejos estaba el presidente Díaz de
imaginar que el asesinato en 1909 de los hermanos labradores Bartolo y Mar-
ciano Suárez, en Tepames, Colima, con la complicidad silenciosa del coman-
dante de la policía Darío Pizano, significaría un serio revés mediático para su
gobierno, ya amenazado por la candente inconformidad social que lo orillaría
a la renuncia y el exilio.4 Dos años antes del arribo del primer tren a Colima, la
luz eléctrica había irrumpido en la capital el 2 de diciembre de 1906, para be-

2
Entrevistas de la autora de estas líneas con Rosa María Alcaraz Medina, sobrina del poeta, Colima, Co-
lima, 24 y 30 diciembre de 2017. Rosa María Alcaraz, hija de Ramón Alcaraz, nació en 1940, y es quien
posee el álbum personal del poeta.
3
A cien años de la inauguración del ferrocarril a Manzanillo [edición facsimilar], Jalisco, Instituto de Ad-
ministración Pública de Jalisco y sus Municipios, A. C., Archivo Histórico del Municipio de Colima,
Archivo Histórico del Municipio de Zapotlán el Grande, Jalisco, 2008 [1908], s. p.
4
Véase Servando Ortoll, Artífices y avatares: lo que reveló el caso de Tepames, Colima (1909-1914), Guada-
lajara, Archivo Histórico del Municipio de Colima, 2015.
Labio Sediento. Poesía 11

neficio de la gente que dejaba atrás las lámparas de aceite de coco o de petróleo
con que iluminaba sus calurosas noches en el trópico.5 En esta modernidad
que abría los ojos a la luz eléctrica y, en el marco del inminente estallido de la
Revolución mexicana, nace, pues, José G. Alcaraz, un niño al que “recibe” el
último gobernador porfirista, Enrique O. de la Madrid, y al que le sucedería,
ya en los tiempos de la Revolución, un político-poeta de versos paisajistas:
Miguel García Topete.
El olor de la pólvora, del descontento social, estaba en el aire; también
el silbido del novedoso tren. La capital colimense iluminaba su nocturno ros-
tro para dar paso, años más tarde, a la proyección de películas sonorizadas
que alentaban sueños de grandeza artística entre los jóvenes. La ilusión de un
tiempo nuevo surgía y, a la vez, el presagio de la tragedia que solía acompañar,
con frecuencia, todos los grandes cambios.

JOSÉ G. ALCARAZ, MAGISTERIO,


PERIODISMO Y POESÍA
Los datos biográficos en torno a José G. Alcaraz, hasta ahora, eran mínimos y
dispersos. En la Antología poética colimense, de Rigoberto López Rivera, publi-
cada por primera vez en 1965, se consigna esta síntesis biográfica que, durante
mucho tiempo, fue lo más que se conoció del poeta:
Profesor y periodista, murió el 10 de octubre de 1933, asesinado en Co-
mala, Colima. En ese trágico desenlace de su vida fue auxiliado por sus
hermanos Ramón y Carlos, y por Agustín Santacruz [sic];6 este último,
figura brillante también por su honda y sensible inspiración de la poesía
colimense. Fue maestro en Comala, Villa de Álvarez y Cuauhtémoc.7

Las líneas anteriores, aunque breves, han sido clave para rescatar más
datos del poeta a través de archivos históricos, hemerográficos, y entrevistas a
familiares y personas que conocieron, siendo niños, al joven escritor o, median-
te terceros, tuvieron acceso a información privilegiada con respecto al poeta.
De extracción humilde, es muy posible que G. Alcaraz asistiera en la
ciudad de Colima al Colegio San Luis Gonzaga, conocido después como Es-
cuela Morelos, que había sido fundado por el gobernador constitucionalista

5
Francisco Hernández Espinosa, “El antiguo alumbrado de la ciudad de Colima”, en El Colima de ayer,
Colima, Universidad de Colima, 2009 (4ª. edición), pp. 206-214.
6
Debe ser Agustín Santa Cruz Martínez.
7
Rigoberto López Rivera, Antología poética colimense, Colima, Universidad de Colima, Ayuntamiento
Constitucional de Colima, 1991, p. 41.
12 José G. Alcaraz

Juan José Ríos en apoyo a los niños de escasos recursos de la ciudad de Colima.
A esta escuela asistió Juan Macedo López, también de origen humilde y amigo
íntimo de José, a quien debemos la remembranza infantil de aquella escuela
en cuyo arco de la entrada se leía “Morir es nada, cuando por la patria…”:
Edificio de pilares de cantera rosada y arcos de medio punto; en el
patio, una palmera mustia. […] Una escuela que hierve en el verano y
se torna polar en el invierno, melancólica, sombría, que dirige don José
Bazán, maestro de toda verdad.8

G. Alcaraz estudió en la Escuela Preparatoria y Normal del Estado de


Colima, de 1925 a 1929. Tuvo como compañeros de generación, en el primer
año, a Antonio Barbosa, Manuel Ahumada, Manuel G. Horta, Roberto Ce-
ballos, Salvador Núñez, M. Mercedes Guzmán, Luisa Dosal, Lucila Rosales,
María Karam, entre otros.9 Algunos de sus mentores en la Normal fueron los
distinguidos Aniceto Castellanos,10 docente de latín y etimologías; Santiago G.
Barbosa,11 profesor de gramática y prácticas pedagógicas, y don José Levy, pro-
fesor de idiomas.12
El mismo Juan Macedo López, cronista de innegables cualidades poéti-
cas, describe la apasionada generación de amigos normalistas que, con diferencia
de edades, hacían ronda con G. Alcaraz y leían con pasión la poesía de la época:
Bajo la sombra rumorosa del laurel de la India, en el jardín Núñez, sin
que los turbara la orquesta de zanates que escoleteaban en la atardecida,
se hablaba, se discutía, se leía con pasión juvenil.

8
Juan Macedo López, “Laudanza de mi ciudad”, en Laudanzas a Sinaloa y a Colima, México, D, F., Talle-
res de Imprenta Venecia, 1984, p. 134.
9
Véase Circular, Escuela Normal del Estado, no. 1889, pos. 29, caja 61, Archivo Histórico de la Direc-
ción de Educación Pública, Secretaría de Educación de Colima.
10
Nació en Tecalitlán, Jal., en 1876, y murió en Colima, en 1954. Fue profesor, periodista, estudioso de la
filología, creador del inicial Museo Regional de Historia de Colima. Autor de Breves notas sobre geografía
comercial, agrícola e industrial del estado de Colima, Arqueología e historia antigua de Colima y Riqueza y
primor de la arqueología colimense. Ejerció el magisterio por más de cincuenta años (véase Ricardo Rome-
ro Aceves, Colima. Ensayo enciclopédico, México, Costa-Amic, 1984, p. 85).
11
Santiago G. Barbosa también fue director general de Educación. Nació en Pihuamo, Jalisco, aunque
todos sus estudios los realizó en Colima. Fue poeta. De 1917 a 1935 impartió clases en la Escuela Nor-
mal y Preparatoria. Dirigió la revista Colima cultural (Véase Ricardo Romero Aceves, Colima. Ensayo
enciclopédico, op. cit., p. 54.)
12
Nació en Alsacia, Francia, en 1858. Llegó a la ciudad de Colima, procedente de San Francisco, Ca-
lifornia, en 1880. Fundó y dirigió la Orquesta La lira colimense en 1883, que dejó de existir, con tal
nombre, en 1905, aunque la agrupación siguió ofreciendo conciertos en la Plaza de armas, hasta 1925.
Fue profesor de idiomas en el Liceo de Varones y en la Escuela Preparatoria y Normal. Murió en Colima,
Colima, el 9 de enero de 1931.
Labio Sediento. Poesía 13

Carlos Sevilla, cauto en el hablar, desplegaba un abanico de ironías cuan-


do alguno de los contertulios se ubicaba en el papel de “magister dixit”.
Manuel Amado del Río era vehemente, caudaloso, y él y Carlos fueron
los prestadores de libros. Díaz Mirón era el ídolo del grupo. José G. Alca-
raz dio a conocer a sus amigos a Salvador Novo, Javier Villaurrutia, Jaime
Torres Bodet y Carlos Pellicer. Mas Díaz Mirón y su “Lascas” primaba
sobre los jóvenes poetas de “Contemporáneos”. Los sedujo también “Pa-
nojas” de don José Juan Ortega, poeta de calidad humana inmarcesible,
de prepotente memoria y limpio, mentalmente, como un niño. Su co-
razón es más grande que su cuerpo. Manuel Ahumada, enjundioso en la
charla, sagaz en la observación, galano en el decir.
José G. Alcaraz fue el poeta más destacado de esa generación.13

Excelente lector, declamador y trovador, G. Alcaraz dio tempranas


muestras de su espíritu artístico y de cierto liderazgo que le llevaría a represen-
tar a los gremios periodístico y magisterial en Colima. Junto con los escritores
colimenses Agustín Santa Cruz (1908-1939) y el citado Juan Macedo López
(1910-1994), sus amigos más cercanos, formó parte de la nómina inicial de
colaboradores del periódico colimense Ecos de la Costa, fundado el 15 de oc-
tubre de 1927 por don Andrés García Ahumada,14 cuando la Guerra Cristera
tomaba fuerza en el Occidente de México y provocaba el enfrentamiento entre
federales, cristeros y agraristas.
Santa Cruz, G. Alcaraz y Macedo López combinaron literatura y perio-
dismo, de tal manera que, pese a su juventud, pronto evidenciaron su talento
y vocación literaria, a grado tal que no solo se convirtieron en pilares del sema-
nario colimense, sino que, a su modo, escribieron una “crónica insobornable”
de su amor por Colima, pero desde un distanciamiento crítico y una peculiar
formación lectora.15 Tras la prematura partida física de dos de ellos (en el caso
de Alcaraz el 10 de octubre de 1933, y en el de Santa Cruz, el 29 de abril de
1939), se manifestaron en la prensa local testimonios sobre el valor de estos
escritores y la necesidad de no perder de vista su legado, punto de quiebre o
inflexión en la inercia literaria de los años treinta del siglo XX.
Los poemas de Santa Cruz y G. Alcaraz, contra las “buenas costumbres
provincianas”, se tiñeron, en más de alguna ocasión, de erotismo e irreveren-
cia, y en el caso de narraciones o artículos, de ideas revolucionarias, afines a
la emergencia de un nuevo orden social, del lado de las clases desprotegidas.

13
Juan Macedo López, Laudanzas a Sinaloa y a Colima, op. cit., pp. 141-142.
14
Véase Gregorio Macedo López. “Los niños en las escuelas”, en Colima y el mundo. El ayer reciente (1917-
1959), Colima, Universidad de Colima, 2007, pp. 52-54.
15
Ada Aurora Sánchez, “La literatura colimense en los años treinta: crónica de una pasión insobornable”, en
Marina Saravia, Gloria Vergara, Ada Aurora Sánchez, Discursos de ingreso, Colima, Gobierno del Estado de
Colima, Secretaría de Cultura, Seminario de Cultura Mexicana Corresponsalía Colima, 2017, pp. 91-120.
14 José G. Alcaraz

Ellos dos, más Juan Macedo López, formaron un trío particularmente activo
en las páginas del periódico Ecos de la Costa, en sus primeros años de vida;
Carlos y Felipe Sevilla del Río, así como María del Refugio Morales, también
fueron parte de los poetas más apreciados que dieron a conocer su trabajo en
las páginas de aquel semanario.
Ricardo Romero Aceves asienta que José escribió más de un centenar
de poemas y se vinculó a Ecos de la Costa, desde su creación, en calidad de jefe
de redacción y colaborador de la sección de Teatros y cines.16 Y aunque no ha
sido posible recuperar ese poco más de centenar de poemas de los que habla
Romero Aceves (en este libro se recogen cincuenta y uno), el dato del histo-
riador, contemporáneo a G. Alcaraz, es útil para dimensionar la constancia y
dedicación del joven escritor.
A principios de los años treinta del siglo XX existía en Colima una cier-
ta actividad cultural alentada por la Sociedad de Aficionados del Arte (SADA)
y el Ateneo Colimense, dirigidos por el galeno y humanista Miguel Galindo
Velasco,17 la Sociedad “Manuel M. Flores”, y la Unión Mutualista de Artesa-
nos, que celebraban con frecuencia veladas artísticas en el Teatro Hidalgo de
la ciudad de Colima, bautizado antiguamente como Teatro Santa Cruz, en
honor al gobernador Francisco Santa Cruz y Escobosa, bisabuelo del poeta
y narrador Agustín Santa Cruz. En el Teatro Rialto se proyectaban películas
con los actores Gary Cooper, Rodolfo Valentino, Pola Negri y Thelma Todd,
entre otros famosos de los años veinte y treinta. La Orquesta Típica Municipal
ofrecía sus serenatas en las plazas públicas, mientras que algunas compañías ar-
tísticas extranjeras, procedentes de San Francisco a través del puerto de Man-
zanillo, brindaban sus actuaciones en el propio Teatro Santa Cruz.
Don Andrés García, director del periódico Ecos de la Costa y dueño a
su vez de la librería y papelería El Importador, en la década de los treinta hacía
circular entre sus clientes habituales parte de los libros que dieron sustento al
imaginario literario de la generación de G. Alcaraz: Lascas, de Salvador Díaz
Mirón, La amada inmóvil y Perlas negras, de Amado Nervo, Santa, de Fede-
rico Gamboa, El crimen del padre Amaro, de Eca de Queiroz, Los miserables
(2 tomos), de Víctor Hugo, y Sangre y arena, de Blasco Ibáñez, por 1.75 o
2.00 pesos cada ejemplar.18 De alguna manera, don Andrés García fungió

16
Ricardo Romero Aceves, Hombres y cronología, México, Costa-Amic, 1973.
17
Véase Cristóbal Rodríguez Garay, Miguel Galindo. Andanzas de un galeno, Colima, Gobierno del Estado
de Colima, Secretaría de Cultura, 2007.
18
Véase anuncio de la papelería y librería El Importador en Ecos de la Costa año II, no. 115 (5 de enero de
1930), p. 4.
Labio Sediento. Poesía 15

como empleador y proveedor de libros de ese normalista, aspirante a poeta,


de taciturna figura, que leía con ahínco a Salvador Díaz Mirón, para quien la
poesía era “tres heroísmos en conjunción:/ ¡el heroísmo del pensamiento,/ el
heroísmo del sentimiento/ y el heroísmo de la expresión!”.19
Entre 1928 y 1933, G. Alcaraz publica en los periódicos Ecos de la
Costa (Colima) y El Informador (Guadalajara), en la revista Cráter de la ciudad
de México, y en las revistas o boletines de la ciudad de Colima El Costeño,
Boletín Oficial de la [ilegible]20 y Claridad. Esta última publicación, de índole
magisterial, fue fundada por G. Alcaraz el 1 noviembre de 1931, con la inten-
ción de compartir información de interés pedagógico y cultural para los pro-
fesores.21 Claridad aparece el mismo año en que se crea la Unión Colimense
de Periodistas, agrupación que tuvo como uno de sus integrantes de honor al
doctor Miguel Galindo Velasco, conocido por el ejercicio de una prensa inde-
pendiente, su trabajo de promotor cultural y la modesta pero activa editorial
que poseía: El Dragón.
Mientras fue secretario de redacción de Ecos de la Costa, G. Alcaraz
escribió los editoriales del periódico, razón por la cual en su álbum personal se
localizan numerosos recortes en los que se identifica una tendencia de apoyo a
las misiones culturales de los profesores en comunidades rurales y a una políti-
ca social a favor del campesinado y el obrero. Desde el propio Ecos de la Costa,
G. Alcaraz se encargó de los versos humorístico-satíricos de las “calaveritas”
que, en ocasión del Día de Muertos, se editaban acompañadas de la caricatura
de un personaje público, para regocijo de los lectores.
Como profesor de primaria, José trabajó en los municipios de Villa de
Álvarez, Cuauhtémoc y Comala, Colima. Acompañado de su guitarra, cantaba
canciones que componía para sus alumnos. “Era pulcro y educado, gentil y muy
amable”.22 En uno de los pocos retratos que se conservan, el escritor —quizás
de veinte años— luce pelo engominado a la Rodolfo Valentino. Su mirada es
penetrante y misteriosa; ostenta un aire de actor melodramático. De saco negro

19
Salvador Díaz Mirón, “¿Qué es la poesía?”, en Juan Domingo Argüelles (selección, prólogo y notas),
Antología esencial de la poesía mexicana. Cien poetas de los siglos XV al XXI, México, Océano (Col. Hotel
de letras), 2017, p. 90.
20
Un recorte de esta publicación se encontró en el álbum del poeta, aunque, lamentablemente, no alcanza
a identificarse el nombre completo del medio.
21
Véase S. f., “Claridad aparecerá el 1º. del entrante”, en Ecos de la Costa año IV, no. 211 (22 de octubre
de 1931), p. 3.
22
Entrevista de la autora de estas líneas con el profesor José Arcadio Vázquez, Colima, Col., 15 de mayo
de 2011. La entrevista con el profesor José Arcadio se llevó a cabo cuando este tenía 91 años de edad y
recordaba con lucidez haber conocido a los diez años a G. Alcaraz, que entonces era profesor de uno de
sus hermanos mayores en Comala, Colima.
16 José G. Alcaraz

y corbata, acentúa su elegancia con una rosa de color blanco en la solapa y con
un pañuelo de seda, en el bolsillo izquierdo, a la altura del corazón.
G. Alcaraz destacó como poeta, periodista y declamador. Ejerció, desde
muy joven, el trabajo periodístico, ya en el campo de la reseña, el artículo o el
editorial. Las páginas de Ecos de la Costa lo formaron en la prosa rápida, pero
también le otorgaron un espacio para compartir una poesía de íntimos tonos,
casi siempre del lado doliente de la existencia, como veremos a continuación.

TRES VERTIENTES DE UNA MISMA POESÍA


Con base en los poemas de G. Alcaraz recogidos hasta la fecha, puede decirse
que la obra de este escritor se concentra en tres temas principales: el amor ju-
venil, por lo general desgarrado, aunque en ocasiones el poeta se permite cier-
to coqueteo y esperanza; la meditación sobre la muerte o el ensimismamiento
tanatófilo; y la vida del campo, con el labriego como figura inspiradora que
hace crecer la semilla.
Sin desprenderse de la necesidad de la métrica y de la rima, la poesía de
G. Alcaraz, con su previsible despareja consistencia en razón de la juventud del
autor, muestra con claridad el progreso de los versos a lo largo del tiempo y, sin
lugar a dudas, los destellos de una personalidad poética para quien la imagen,
aguda en su fuerza representativa, es uno de los mejores atributos.
El texto más antiguo que se recupera de José G. Alcaraz fue escrito en
Colima el 18 de agosto de 1925, esto es, cuando el poeta tenía quince años.
Se trata de un poema de versos lánguidos cuya voz lírica se dirige a la amada,
para decirle que, si ella muere, “Las luces macilentas que irradian de los cirios/
alumbrarán tu cuerpo más puro que los lirios;/ y seguirá nevando cual trozos
de diamante/ lágrimas de hielo mi alma agonizante.”23 Engolados, tembloro-
sos, estos versos los publica G. Alcaraz en el periódico Ecos de la Costa, según
atestigua un primer recorte de prensa en el álbum del poeta, que, si bien no
ofrece datos de la fecha de publicación, permite, al menos, identificar la fecha
de escritura, la fuente y el nombre del autor.24

23
José G. Alcaraz, “El día que te mueras”, recorte del periódico Ecos de la Costa, sin fecha ni página, en el
álbum del poeta, propiedad de Rosa María Alcaraz Medina. // En esta edición, p. 37.
24
Los acervos hemerográficos del periódico Ecos de la Costa, en el Archivo Histórico de la Universidad de
Colima, no cuentan con los tomos de los dos primeros años del periódico, como tampoco de todos los
meses del rotativo en los años subsecuentes. No obstante, constituye el mejor acervo —en todo el país—
en cuanto al decano de la prensa en Colima. Es probable que el poema “El día que te mueras” se hubiese
publicado en 1928, poco después de que ingresa G. Alcaraz al periódico Ecos de la Costa.
Labio Sediento. Poesía 17

A juzgar por su fecha de escritura, varios poemas de 1928 delatan que


este fue un buen año para el joven escritor, no solo por la cantidad de textos
que produjo, sino sobre todo porque sus recursos retóricos y expresivos co-
mienzan a diversificarse, y, aunque en ocasiones se repliega, o regresa a un
estilo más recargado y “antiguo”, es visible que insiste en sus búsquedas y logra
versos, imágenes, de luz interior. Así, en “Yo hice versos”, escrito en abril de
1928, y publicado con el seudónimo de Bizantino Roger,25 se leen estos versos
“atrevidos”, dedicados a alguien que alguna vez se quiso:
Con la sonrisa de tus labios rojos,
inspiraste en mi ser aquellos versos
escritos con lágrimas y abrojos
prematuros en plena primavera,
cuando dormido entre tus brazos tersos,
en el deliquio del amor supremo,
soñaba que besaba con locura
los botones rosáceos de tus senos.

¿Te acuerdas de los versos locos


bautizados con tu nombre breve?,
¿recuerdas?, hacía frío, y la nieve
opacaba la luz de los focos.26

Acerca del amor herido, nostálgico, el poeta canta casi siempre, sin
apartarse de una sombra que atrae la imaginación funesta o el previsible rom-
pimiento de la ilusión. Es un poeta escéptico, desencantado, de alma ator-
mentada. Para José, el amor se revela solo cercano a la perfección en la infan-
cia, porque se halla puro, intocado por la amargura o el recelo:
Cuando tuve un amor de gracias infantiles,
sin rubores, sin mentiras, sin regaños,
no hubo en el calendario sino abriles
exentos de perfidias y de engaños.27

25
El seudónimo de Bizantino Roger acaso surge inspirado en la figura de Roger de Flor, comandante de las
compañías de almogávares de la Corona de Aragón, que derrotó un ejército de 30,000 turcos y, en pago,
recibió un feudo de grandes territorios bizantinos en Asia Menor. Tirante el Blanco, de Joanot Martorell,
recupera la figura histórica de Roger de Flor.
26
Bizantino Roger, “Yo hice versos”, recorte del periódico Ecos de la Costa, sin fecha ni página, en el álbum
del poeta, propiedad de Rosa María Alcaraz Medina. // En esta edición, p. 40.
27
José G. Alcaraz, “Párvulo amor”, en Ecos de la Costa, año III, no. 135 (8 de junio de 1930), p. 3. // En
esta edición, p. 56.
18 José G. Alcaraz

El amor juvenil, el que vive la voz lírica, se cubre de dolor, de una hi-
persensibilidad agónica. El amante desea pero no alcanza; incompleto, roto,
nunca se funde con sus ideales. La voz lírica espera con impaciencia, anhela
desde “una sed extraña e insaciable” algo que no llega; es una sed amorosa y
metafísica, como se revela en “Labio sediento”:
Hay un frágil anhelo indescifrable
en el vuelo impreciso de mi vida;
es una sed extraña e insaciable,
que llevo en mis entrañas escondida.

Busco algo que palpite con mi canto


y espero sin saber lo que presiento;
hay un grave dolor en todo llanto
y una hoguera sin fuego en el sediento…

Si tú me dieras el cántaro simbólico


que a mi labio endulzara su agonía,
llorara en risas mi dolor neurótico
y riera en lágrimas toda mi alegría.28

La imagen de la boca o del labio (dicho en singular como estila el poeta),


se halla presente de forma obsesiva a lo largo de sus versos. La boca “es no sola-
mente el órgano de la toma de alimentos y del lenguaje, sino también el lugar
del hálito de la vida.”29 En este sentido, la boca/el labio, en G. Alcaraz, repre-
senta la sed, la sensualidad, el grito, el llamado. El labio que busca sellarse con la
amada, no es sino la representación metonímica de la parte por el todo: el labio
como principio de la boca: la boca como principio del cuerpo y el alma, aquello
que intenta alcanzarse, y se evapora como un sueño. Erotismo y espiritualidad,
cuerpo y creación, vida y muerte convergen en la boca, el labio que se entreabre
para decir, nombrar, amar, expirar… De ahí que el título de esta antología se
tome de un poema definitorio en la poética del autor y que, por sí solo, también
alude a un elemento simbólico clave en G. Alcaraz: “Labio sediento”.
Al igual que en López Velarde, en nuestro poeta reverbera el catolicis-
mo: “Es la novia soñada, o la virgen mundana/ que nos brinda sus labios o nos
prende una flor./ Yo la tengo en mi alma, dócil como una hermana/ que miti-

28
José G. Alcaraz, “Labio sediento”, en Ecos de la Costa, año III, no. 135 (8 de junio de 1930), p. 3. // En
esta edición, p. 55.
29
Hans Biedermann, Diccionario de símbolos, Juan Godo Costa (trad.), Barcelona, Paidós Ibérica, 1993, p. 68.
Labio Sediento. Poesía 19

ga el acervo de mi eterno dolor”;30 también se halla la propensión a santificar


la figura arquetípica de la madre abnegada que vela por sus hijos:
Yo he leído en las manos poemas del dolor
amargo de las madres que lloran o que gimen;
y he aprendido el inmenso poema del amor,
de dos hermosas manos en cruz que nos redimen.31

Entre esta docilidad que le viene por sustrato religioso y su ímpetu


transgresor de poeta modernista decadentista, G. Alcaraz va escribiendo sus
poemas, adelantándose en tratamientos al grueso de sus contemporáneos coli-
menses, y, en otras situaciones, sucumbiendo al imaginario tradicional hoga-
reño. Curiosamente, el primer y el último poema que publica Alcaraz tienen
que ver con el amor, pero mientras en uno imagina muerta a la amada, en el
otro, se libera de la rigidez de las formas y del tratamiento amoroso habitual,
para celebrar, al estilo de un foxtrot, a la “Muchacha ultramoderna”. Con sus
veintitrés años recién cumplidos, el poeta ensaya ritmos nuevos con los versos
y una alegría que no se le conocía antes:
Muchacha ultramoderna,
tu ropa
cabe en una copa
de champán,
y tu corazón lo luces pintado
sobre tus labios
que han nacido sabios
para besar.

Tu risa es acordeón
que canta un blues o un tap,
y en tus pantorrillas regias
las medias de chiffón
las elimina el lúbrico desear.32

30
José G. Alcaraz, “Mi vida”, en Ecos de la Costa, año III, no. 131 (5 de mayo de 1930), p. 5. // En esta
edición, p. 38.
31
José G. Alcaraz, “Manos”, recorte del Boletín oficial de la [ilegible], año X, no. 2, [sin fecha], p. 46, en el
álbum del poeta, propiedad de Rosa María Alcaraz Medina. // En esta edición, p. 50.
32
José G. Alcaraz, “Muchacha moderna”, en El Informador, año XVI, no. 6716 (30 de julio de 1933), p.
2. // En esta edición, p. 67.
20 José G. Alcaraz

En esta misma dirección estilística se encuentran “Caballero de la fe”


y “Mientras llueve”, los dos últimos poemas que dio a conocer de forma pós-
tuma G. Alcaraz en el periódico El Informador de la ciudad de Guadalajara,
el 12 de octubre de 1933. Sin duda, se avistaba un giro radical en su trabajo
poético, aunque, a juzgar por la permanencia de ese bajo continuo que fue
el abordaje de la reflexión de la muerte en años anteriores, nos atrevemos a
pensar que con dificultad habría renunciado a un tópico que le resultaba tan
íntimo y productivo.
La reflexión filosófica sobre la muerte (y la vida), es, a nuestro parecer,
la veta más interesante y original en la poesía de G. Alcaraz, si lo compara-
mos con escritores de su generación, incluso con aquellos de generaciones
precedentes.33 El poeta crea campos semánticos a partir de las palabras alma,
luz, viento, arcano, existencia y muerte, para producir, desde la imagen y en
asociación con una elegante musicalidad, la experiencia mística de la fugaci-
dad de la vida y, en contraparte, el tiempo infinito del dolor del ser humano.
G. Alcaraz se afana en desvelar la insondable verdad de la existencia, aunque
acercarse a ese fuego revelador le implique —como en el mito de Ícaro— la
condena de sucumbir al incendio de sus alas y a la inminente caída.
En los poemas de G. Alcaraz, de esta segunda línea, se proyecta una
sensación angustiosa de que la vida se agota con rapidez, incluso cuando se
tienen veinte años. El poeta habla de un presentimiento oscuro, de una triste-
za perenne, que le acompaña desde siempre. Heredero del spleen o hastío del
poeta decadentista, que a finales del siglo XIX y principios del XX, observaba
las contradicciones del proyecto de la modernidad y el lado perverso de una
sociedad hipócrita, el jovencísimo G. Alcaraz es un rebelde insatisfecho, de
exaltada sensibilidad, que apuesta mucho de su capital poético al sutil recur-
so de la sinestesia para crear atmósferas aneblinadas que acentúan, al mismo
tiempo, lo triste y lo sensual. Así, mientras por un lado cavila sobre el dolor y
lo efímero de la existencia, por otro, se pregunta por la soledad que sobrevive
al goce carnal sin espíritu.
En el poema “Spleen”, la voz lírica declara el temperamento que le ca-
racteriza, esa flor del mal que le crece dentro, cercana a una estética mortuoria:
Nada me distrae
y todo me enfada.
La tapia enflorada
aromas me ofrenda

33
Con respecto a la literatura colimense del siglo XIX, véase Rogelio Guedea, Antología poética colimense
del siglo XIX, Colima, Universidad de Colima, 2001.
Labio Sediento. Poesía 21

que yo no percibo.
El paisaje existe
(lo dice la gente)
jocundo y vivaz…
Yo voy por la senda
como un muerto vivo;
con el alma triste,
nublada la frente
por dolor tenaz…34

En la misma tónica, para subrayar su sensación de incomunicación y de


permanente hastío, el poeta asentará: “Amiga: al verme triste no comprendes/
que adentro llevo la silente lágrima,/ y que siento la tibieza de la sangre/ que
gota a gota de mi ensueño mana…”35 Como señala José Mariano Leyva, el
modernismo literario en México siguió diversas vertientes: el parnasianismo,
el simbolismo y el decadentismo. De ahí que los escritores decadentes sean
modernistas, pero no todos los modernistas sean decadentes.36 G. Alcaraz fue
un poeta de espíritu modernista decadente, toda vez que prevalece en él un
tono oscuro, melancólico, que posa la mirada en la descomposición, en la
morbidez del cuerpo, el amor y la tristeza, mientras concede especial impor-
tancia a la forma como manifestación estética del poema.
Con el seudónimo de Bizantino Roger, G. Alcaraz publica “Hórridum
somnium”, título que coincide con el de un poema de Julián del Casal, pilar
del modernismo en Hispanoamérica.37 Para quien comulga con el decaden-
tismo, la pesadilla dantesca, el infierno que reclama la consumación de los
cuerpos, suele ser un leitmotiv. G. Alcaraz lo recrea en distintos poemas:
Después vi, no quisiera recordarlo,
en una fosa negra y alargada,
un hombre cuyos ojos eran rojas,
y dolorosas sangrantes llagas,
y su cuerpo era festín de los gusanos

34
José G. Alcaraz, “Spleen”, recorte del periódico Ecos de la Costa, sin fecha ni página, en el álbum del
poeta, propiedad de Rosa María Alcaraz Medina. // En esta edición, p. 77.
35
José G. Alcaraz, “Amiga mía”, en El informador, año XVI, no. 5660 (4 de junio de 1933), p. 2. //. En
esta edición, p. 82.
36
Véase José Mariano Leyva, Perversos y pesimistas. Los escritores decadentes mexicanos en el nacimiento de la
modernidad, México, Tusquets, 2013, p. 18.
37
Los poemas “Ofrenda” y “Acuarela”, del propio G. Alcaraz, coinciden también, a guisa de homenaje, con
títulos de versos del poeta cubano. Véase Julián del Casal, Páginas de vida. Poesía y prosa, Ángel Augier
(Comp. y prólogo), Caracas, Fundación Biblioteca Ayacucho, 2007.
22 José G. Alcaraz

que subían y bajaban por su cara,


y los árboles, negros y sañudos,
inclinados (sin fruto y sin fragancia),
hundían en el cuerpo del caído
las bocas sangrientas de sus ramas
succionando la sangre aún caliente
que del corazón abierto le manaba…38

Declamado con frecuencia en las veladas literarias colimenses de los


años treinta por el profesor Rafael Macedo López, el poema “Vida”, de G.
Alcaraz, recupera esa sensación dolorosa del que ve pasar la vida como una
repetición de actos y atrocidades, “como pasan los turbiones que desnudan
a los troncos,/ como corren las tormentas,/ como avanzan al encuentro de
sus víctimas los lobos/ en la noche solitaria de la estepa […]”.39 Otro de los
poemas de José G. Alcaraz que gustaba declamarse en las tertulias de la época,
era “Tanatófila”, en el que el poeta se pregunta por la región que habitan los
muertos y connota la posibilidad de que su reino sea mejor que el de los vivos.
Sin descanso, en pena, el poeta sueña que vive, y vive soñando. Maldito, con-
denado al éxodo, al desarraigo, a la insatisfacción, el poeta decadentista es, a
su modo, Ashaverus, el judío errante:
Candente un sol de fuego su vieja piel rescalda
y pone en su mirada la interna pesadumbre,
porque sabe que lleva sobre su tosca espalda
el peso del pecado de infausta muchedumbre.

¡Oh símbolo del ansia, del movimiento eterno,


del dinamismo autor de síntesis grandiosas!
¡Oh, Ashaverus maldito! eres tú el hombre moderno
que descubrir anhela el alma de las cosas!40

La gran mayoría de los poemas de G. Alcaraz son de tonalidades ocres y


grises, entre la tarde que agoniza y la noche que se instala. ¿Qué vivencias do-
taron de esta visión de mundo al poeta? ¿Por qué siendo tan joven observaba
la vida con escepticismo y desencanto? Quizás su origen humilde, la pobreza

38
Bizantino Roger, “Hórridum somnium”, en Ecos de la Costa, año III, no. 143 (3 de agosto de 1930), p.
3. // En esta edición, p. 84.
39
José G. Alcaraz, “Vida”, en Ecos de la Costa, año III, no. 118 (26 de enero de 1930), p. 3. // En esta
edición, p. 87.
40
José G. Alcaraz, “Ashaverus”, recorte de la revista Cráter, sin fecha, ni página, en el álbum del poeta,
propiedad de Rosa María Alcaraz Medina. // En esta edición, p. 102.
Labio Sediento. Poesía 23

de sus padres, su idealismo y una sensibilidad alentada por lecturas diversas


en las que figuraron Baudelaire, Verlaine, Mallarmé, Rimbaud, Rubén Darío,
Julián del Casal, Salvador Díaz Mirón y Manuel José Othón, así como Bal-
bino Dávalos41 y Rafael Martínez Rubio, el Duque Juan, fueron parte de los
elementos que modelaron su espíritu literario, atento al hastío y al carácter
efímero de la vida.
Un poema que parece mediar el desasosiego de la mayor parte de sus
creaciones poéticas con una especie de tintura optimista, es “Flagelo íntimo”
cuyos versos instan a aceptar la existencia, desde cada uno de sus lados:
Amar todas las cosas del sendero
escabroso y difícil de la vida;
amar desde el rútilo lucero
hasta la oruga en su cáscara escondida…

Ser una vida dócil y sincera


que ame al dolor porque el dolor la ame;
que llore en su dolor la vida entera
y ría cuando el goce se derrame.42

Pero aun cuando predomina la veta poética orientada hacia la medi-


tación y la dolencia existencial en el abordaje ensimismado del tópico de la
muerte, o del amor que naufraga, hay también en este escritor una tercera
línea temática que abreva en la contemplación del paisaje pueblerino: los case-
ríos humildes de teja roja, las cruces de las iglesias, el campesino en sus faenas,
la vegetación abundante y los frutos al alcance de la mano. Es la contempla-
ción de su provincia lo que permite al poeta apaciguar un tanto su espíritu,
y dejarse ir, velardianamente, tras el rostro calmo de su gente y los caseríos.
Esta intención estética de contemplación del paisaje, de las tradiciones
o las costumbres de la gente del pueblo, aunque es la menos frecuente en los
poemas compilados, se muestra en “Mariachi sentimental”, “La cosecha”, “El
sembrador” o “Canto a Colima”.

41
Balbino Dávalos (1866-1951), el poeta colimense más importante del siglo XIX y figura clave en el
modernismo mexicano en virtud de su poesía, traducciones de autores europeos de la época, trabajo
filológico y colaboraciones en la Revista Azul, Revista Moderna y El Mundo Ilustrado, dio a conocer una
de las “primeras flores del invernadero decadentista” —como asienta el periódico El País, de la ciudad de
México— con su poema “Preludio”, publicado en el mismo rotativo el 8 de enero de 1893. Véase Ana
Laura Zavala Díaz, De asfódelos y otras flores del mal mexicanas. Reflexiones sobre el cuento modernista de
tendencia decadente (1893-1903), México, UNAM, 2012.
42
José G. Alcaraz, “Flagelo íntimo”, en Ecos de la Costa, año III, no. 135 (8 de junio de 1930), p. 3. // En
esta edición, p. 92.
24 José G. Alcaraz

Siendo profesor normalista rural, defensor de las misiones culturales,


G. Alcaraz observó con atención una “chispa” genuina en los pobladores del
campo. De esta manera, su espíritu modernista, afecto a lo universal, también
se tiñó de esa otra aspiración literaria y artística de la época, que insistía en la
importancia de mirar adentro, al alma nacional, y describirla según sus deta-
lles y matices regionales.
Mirar hacia el pueblo significó para el poeta una manera de contrarrestar
su propensión a la melancolía, y aferrarse a los elementos vitales de su tierra:
Mientras toca el mariachi sus canciones suaves,
que se enredan en todos los espíritus buenos,
la tristeza se torna en alegre <<jarabe>>
que baila una pareja de rancheros morenos.43

En el poema “El sembrador” expresa admiración por el campesino, y


una crítica al poco valor que suele dársele a su tarea:
Va por en medio del surco arrojando
la simiente mezclada con su fe
desgranando en la tierra resignada
estrellas que sepulta con su pie.

Delante de él la yunta muge queda


fingiendo un sonsonete de acordeón,
mientras el indio siente que es de seda
la tierra que le brinda el corazón.44

Si dentro de los poetas locales, de proyección nacional, G. Alcaraz en-


contró un referente en Balbino Dávalos (1866-1951), como poeta decaden-
tista; de otro modo, también, y en dirección contraria, debió sentir una afini-
dad especial ante el escritor y pedagogo colimense Gregorio Torres Quintero
(1866-1934), que egresó con honores de la primera generación de profesores
normalistas de la ciudad de México, fue discípulo de Ignacio M. Altamirano y
participó en el Liceo Mexicano, para desarrollar después una fructífera carrera
como pedagogo, escritor y funcionario a nivel nacional y estatal.
G. Alcaraz publica el 29 de septiembre de1929 una serie de prosas bre-
ves, de carácter poético, titulada Los labios del monte y conformada por cinco

43
José G. Alcaraz, “Mariachi sentimental”, recorte del periódico Ecos de la Costa, sin fecha ni página, en el
álbum del poeta, propiedad de Rosa María Alcaraz Medina. // En esta edición, p. 109.
44
José G. Alcaraz, “El sembrador”, en Ecos de la Costa, año IV, no. 193 (19 de julio de 1931), p. 5. // En
esta edición, p. 114.
Labio Sediento. Poesía 25

textos: “Domingo”, “Cruces”, “La lluvia”, “El camino” y “El caserío”. Estas
prosas poéticas se caracterizan por su delicadeza e innegable valor artístico.45
Son estampas ceñidas por la afectividad, que escapan a tiempo de la cursilería
o el simple elogio al terruño. Dentro de la cronología poética de G. Alcaraz,
corresponden a 1929, lo que significa que, al lado de los poemas metafísicos o
dolientes, el poeta expresa su sensibilidad desde otros aires:
Se insinúa en el ambiente claro un olor sabroso a barro
nuevo. El suelo se empapa de gotitas menudas, platica-
doras y efímeras.
En las aradas tierras, las gotas se hunden y se transfor-
man en aliento casi humano. Poco a poco va subiendo
un hálito que acaricia el rostro del campesino sembra-
dor. Este vaho caliente se torna pronto un dulce frescor
de cántaro mojado.
El campo inútil del eriazo bebe las gotas de lluvia y
añora la semilla lejana…
La contemplación del paisaje nos hace observar el sepe-
lio de las gotas en las entrañas de la tierra. Los respon-
sos eléctricos se cantan en las catedrales de nubes y solo
llega a nosotros la sordina del trueno.46

Al concluir la Normal, G. Alcaraz entra de lleno a la vida laboral do-


cente, y, como hiciera Torres Quintero, profesor que recorre caminos y pue-
blos, se siente impelido a escuchar a la gente y describir lo que en las veredas
encuentra como un paisaje dócil y amado.47 Insistamos en este punto: las tres
vetas temáticas generales del poeta (el amor, la muerte y la vida campesina) no
se agotan una tras otra, sino que se entrecruzan entre ellas, predominando, no
obstante, la segunda.
Nuestro poeta publica casi siempre como José G. Alcaraz, pero también
utiliza sus iniciales J.G.A., o el nombre desdoblado de José Alcaraz Gutiérrez,
o, como hemos visto, su seudónimo de Bizantino Roger. Por los mecanoes-

45
A manera de breves artículos poéticos sobre el indio y el campesino, G. Alcaraz publica, asimismo, varias
colaboraciones dentro de la columna Corazón campesino en Ecos de la Costa, entre 1929 y 1930.
46
José G. Alcaraz, “Lluvia”, en Ecos de la Costa, año IV, no. 193 (19 de julio de 1931), p. 5. // En esta
edición, p. 119.
47
Torres Quintero publica por primera vez, en 1931, Cuentos colimotes, aunque ya había dado a conocer
algunos de sus cuentos en publicaciones periodísticas capitalinas como El Renacimiento, segunda época.
En Cuentos colimotes recupera cuentos, leyendas y otros relatos de la tradición oral colimense resaltando
descripciones paisajistas y elementos del folklor regional. Véase Gregorio Torres Quintero, Cuentos co-
limotes, Colima, Gobierno del Estado de Colima, Secretaría de Cultura, Secretaría de Educación, 1998
(Col. Volcán de Letras).
26 José G. Alcaraz

critos que dejó, por las correcciones que realiza a mano sobre algunos recortes
de sus publicaciones, suponemos que, no conforme con las versiones que sa-
lieron a la luz, busca perfeccionarlas o, acaso, enmendar errores involuntarios
del periódico en que publica. Del poeta, un solo texto se recupera escrito de
puño y letra: “Mariachi sentimental” (1929). En este, la letra manuscrita, fina
y estilizada, revela la elegancia de su artífice.
Dentro de la producción poética aún no localizada de G. Alcaraz, es
posible que se hallen más textos escritos en “apoyo” a la labor docente, como lo
son “Fantasía del recuerdo” y “Guijas y estrellas”, publicados en la revista Cla-
ridad. La hipótesis es plausible porque el poeta se distinguió por su magisterio
y su activismo al pertenecer al Centro de Cooperación Pedagógica Federal Co-
limense.48 El subtema de lo patriótico, unido a esta tercera vertiente, apenas se
dibuja en algunos textos en prosa49 y en el poema “Anáhuac”, fechado el 15 de
septiembre de 1926, en el que de forma explícita se aluden los versos de exalta-
ción hispanista de “Águilas y leones”, de Amado Nervo, el poeta mexicano más
popular de principios del siglo XX, que arrancó suspiros de las multitudes, y, al
final, no escapó a la tragedia, como sucedió con José G. Alcaraz.

TRAGEDIA Y RECEPCIÓN LITERARIA


La tarde-noche del 10 de octubre de 1933, G. Alcaraz trabajaba, como desde
hacía tres años, en la Escuela Primaria Federal Benito Juárez, ubicada entre
las calles Madero y Victoria, a un costado de la plaza principal de Comala,
Colima. Entonces se desempeñaba como profesor y director, y contaba con
el afecto del pueblo. Vivía en un cuarto prestado de la Escuela de Párvulos, y
estaba de abonado, para los alimentos, en la casa de don Daniel Fierros Barajas
y doña María de Jesús Contreras Horta. Los celos, un mal entendido, hicie-
ron que Daniel Fierros asesinara a balazos, a las afueras de la escuela primaria
para campesinos, al joven poeta.50 Vino la consternación y el revuelo en la
prensa, que calificó de “proditorio asesinato” al acto que segó la vida de José
G. Alcaraz.51 El 10 de octubre era Día del Estudiante, y en la Escuela Normal

48
En 1931, G. Alcaraz asistió al Primer Congreso Pedagógico Socialista, que se realizó en la ciudad de
Colima, y a un congreso docente a la ciudad de Zacatecas, Zacatecas.
49
Véase “El grito de Independencia”, en Ecos de la Costa, año III, sin número (14 de septiembre de 1930),
p. 1., y el texto póstumo “La epopeya de las águilas”, Ecos de la Costa, época II, año XIII, no. 293 (5 de
mayo de 1940), p. 1.
50
Entrevista inédita a Ma. del Refugio Valencia Salazar, de 84 años, por parte del cronista Rubén Jaime
Valencia Salazar, Comala, Colima, 14 de abril de 2006.
51
Véase S. f., “Proditorio asesinato”, Ecos de la Costa, año VI, no. 324 (15 de octubre de 1933), p. 1.
Labio Sediento. Poesía 27

celebraban un baile muchos de los amigos del poeta. Por ironías del destino,
un año antes, para ser precisos el 4 de octubre de 1932, había fallecido Carlos
Sevilla del Río, otro apreciado normalista y camarada literario de José.52
G. Alcaraz, cuando muere, tenía una novia egresada de la Normal; una
novia que le guardó luto estricto durante tres años y le llevó flores al cemen-
terio todos los días.53 A esta novia, casi prometida, le dedicó una foto en que
aparece, vestido formalmente, con su pelo chino, alborotado por el viento, y
una leve sonrisa. La dedicatoria apuntaba: “Para mi Lupe, que tomó esta foto-
grafía junto al mar.” Fechada en Colima, el 10 de mayo de 1933, la fotografía
incluía la firma del poeta.
Trágico en su poesía, trágico en su vida, al poeta veinteañero la muerte
le asalta, silenciosa, aunque presentida. Escribe a su amigo Carlos Sevilla del
Río estos versos, como si en ellos se adelantara a hablar de sí mismo:

En la mano que es causa


de tu violenta pausa
en el largo camino,
donde escuchaste el trino
de un divino
llamamiento de la vida,
se estacionó prendida
sobre todas las cosas,
la guirnalda de rosas
que tejió tu destino.54

En el sepelio de G. Alcaraz intervinieron periodistas, escritores e in-


telectuales de la época, para quienes el antiguo redactor de Ecos de la Costa,
profesor y poeta, era uno de los valores más identificados de la literatura co-
limense de los años treinta. Agustín Santa Cruz, Juan Macedo López, María
del Refugio Morales, Juan Fuentes, José S. Benítez, Sergio Jorge Orta, Víctor
L. Chávez, José García Contreras, por citar algunos, le dedicaron poemas o

52
El escritor Agustín Santa Cruz morirá, también muy joven, al tratar de ganarle el paso a un tren en He-
ber, California. Véase Ada Aurora Sánchez y Marco Jáuregui, Terrena Cruz. Vida y obra de Agustín Santa
Cruz, Colima, Universidad de Colima, Instituto Colimense de Cultura, 1998.
53
Entrevistas de la autora de estas líneas a Rosa María Alcaraz Medina y Ma. Dolores Márquez Amezcua,
Colima, Col., 24 y 30 de diciembre de 2017.
54
José G. Alcaraz, “En la mano que es causa…”, en Ecos de la Costa, época II, año VII, no. 3 (3 de octubre
de 1934), p. 2. // En esta edición, p. 98.
28 José G. Alcaraz

discursos al escritor en su funeral o en ocasión de aniversarios luctuosos.55


Durante una década, en octubre o noviembre, se le recordó al poeta en las pá-
ginas de Ecos de la Costa con una nota o la reedición de algunos de sus poemas
(“Tanatófila” y “Vida” fueron de los favoritos). En 1965, Rigoberto López
Rivera llamó la atención sobre la importancia de G. Alcaraz al incluirlo en su
Antología poética colimense, aunque en lo inmediato no se realizaron trabajos
para rescatar toda su obra literaria.
A G. Alcaraz, como sucedió con pocos escritores de su época, le reco-
nocieron en vida sus méritos los poetas de mayor edad y prestigio. Influyó en
ello su talento, los temas de su producción poética y, de manera invariable, el
sino trágico de su vida. La tragedia, de algún modo, fungió como una especie
de “congruencia existencial”, pues habiendo escrito tanto sobre el carácter
efímero de la vida y de la inminencia de la muerte, confirmó en carne propia
el numen de sus versos. Por añadidura, su imagen decadentista se corona con
el aura de los poetas elegidos por las musas, a cambio de la muerte.
En la actualidad, dos calles del estado de Colima llevan el nombre del
poeta: una en el municipio de Comala, y otra, en la capital colimense. Sin
embargo, G. Alcaraz es casi un desconocido, pese a que su obra poética es
significativa y merece reinsertase en el conocimiento de las generaciones con-
temporáneas. He aquí otro de esos personajes, casi ignorados de la literatura
nacional, que la marea de la prensa provinciana de la primera mitad del siglo
XX nos devuelve para desvelarlos, acogerlos, desde su propio horizonte y sin
prejuicio alguno. Ojalá así sea.

55
Con excepción del poema “Ese arcano que es una incógnita”, que le dedica José S. Benítez a G. Alcaraz y
se publica en la revista El Costeño, año I, no. 6 (21 de agosto de 1936), pp. 26 y 27, el resto de los textos
en torno a G. Alcaraz se dieron a conocer en Ecos de la Costa entre 1933 y 1952. Cabe mencionar que,
en algunas ocasiones, la forma de mantener viva la memoria del poeta fue, simplemente, publicando de
nuevo algunos de sus versos conocidos con anterioridad en páginas periodísticas.
Labio Sediento. Poesía 29

BIBLIOHEMEROGRAFÍA

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y notas), Antología esencial de la poesía mexicana. Cien poetas de los siglos XV al XXI,
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G. Alcaraz, José, “Amiga mía”, en El informador, año XVI, no. 5660 (4 de junio de 1933),
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------, “Ashaverus”, recorte de la revista Cráter, sin fecha, ni página, en el álbum del poeta,
propiedad de Rosa María Alcaraz Medina.
-----, “El día que te mueras”, recorte del periódico Ecos de la Costa, sin fecha ni página, en el
álbum del poeta, propiedad de Rosa María Alcaraz Medina.
-----, “El grito de Independencia”, en Ecos de la Costa, año III, sin número, 14 de
de septiembre de 1930), p.1.
-----, “El sembrador”, en Ecos de la Costa, año IV, no. 193 (19 de julio de 1931), p. 5.
-----, “Flagelo íntimo”, en Ecos de la Costa, año III, no. 135 (8 de junio de 1930), p. 3.
-----, “Labio sediento”, en Ecos de la Costa, año III, no. 135 (8 de junio de 1930), p. 3.
-----, “En la mano que es causa…”, en Ecos de la Costa, época II, año VII, no. 3 (3 de
octubre de 1934), p. 2.
-----, “La epopeya de las águilas”, en Ecos de la Costa, época II, año XIII, no. 293 (5 de mayo
de 1940), p. 1.
-----, “Lluvia”, en Ecos de la Costa, Colima, año II, no. 101 (29 de septiembre de 1929), p. 3.
-----, “Manos”, recorte del Boletín oficial de la [ilegible], año X, no. 2, [sin fecha], p. 46, en
el álbum del poeta, propiedad de Rosa María Alcaraz Medina.
-----, “Mariachi sentimental”, recorte del periódico Ecos de la Costa, sin fecha ni página, en
el álbum del poeta, propiedad de Rosa María Alcaraz Medina.
-----, “Mi vida”, en Ecos de la Costa, año III, no. 131 (5 de mayo de 1930), p. 5. //
------, “Muchacha ultramoderna”, en El Informador, año XVI, no. 6716 (30 de julio de
1933), p. 2.
-----, “Párvulo amor”, Ecos de la Costa, año III, no. 135 (8 de junio de 1930), p. 3.
-----, “Spleen”, recorte del periódico Ecos de la Costa, sin fecha ni página, en el álbum del
poeta, propiedad de Rosa María Alcaraz Medina.
------, “Vida”, en Ecos de la Costa, año III, no. 118 (26 de enero de 1930), p. 3.
Guedea, Rogelio (prol. y selec.), Los decimonónicos: Antología poética colimense del siglo XIX,
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30 José G. Alcaraz

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ENTREVISTAS
Entrevistas a Ma. Dolores Márquez Amezcua, Colima, Col., 24 y 30 de diciembre
de 2017.
Entrevista a José Arcadio Vázquez, Colima, Col., 15 de mayo de 2011.
Entrevista a Ma. del Refugio Valencia Salazar, por parte de Rubén Jaime Valencia
Salazar, Comala, Col., 14 de abril de 2006.
Entrevistas a Rosa María Alcaraz Medina, Colima, Col., 24 y 30 diciembre de 2017.
NOTA EDITORIAL

E n la recuperación de la obra poética de José G. Alcaraz se consultaron


los siguientes archivos institucionales: Archivo Histórico y Hemeroteca
de la Universidad de Colima, Biblioteca Juan José Arreola de la Universidad
de Guadalajara, Archivo Histórico del Municipio de Colima, Hemeroteca
Nacional, Hemeroteca en línea del periódico El Informador (Guadalajara);
Archivo Histórico del Estado de Colima, Archivo Histórico de la Secretaría de
Educación del Gobierno del Estado de Colima; y Archivo Judicial del Estado
de Colima. Asimismo, se consultó el álbum personal del poeta José G. Alca-
raz, propiedad, primero, de José Ramón G. Alcaraz, y, después, de Rosa María
Alcaraz Medina, en el que se incluyen recortes de prensa de publicaciones del
poeta, el mecanoescrito del poema “Canto a Colima” y un manuscrito del
poema “Mariachi sentimental” (fragmento).
El álbum del poeta es un cuaderno a rayas, como de contaduría, de
pastas rojas, cocido a mano, de 15 x 34.5 cm. En sus páginas, el poeta fue
pegando recortes de algunas de sus colaboraciones periodísticas y literarias.
Estos recortes no siempre contienen el nombre del medio en que se publica-
ron y la fecha respectiva. Sin embargo, al estar foliadas las hojas en las que de
manera progresiva fueron colocándose, puede fraguarse una hipótesis de los
datos faltantes al observar detalles de tipografía, secciones o fechas, con base
en los recortes que sí cuentan con datos explícitos.
En Labio sediento, los poemas se recogen de acuerdo con su fecha de
escritura, que va de agosto de 1925 a septiembre de 1933. Todos los versos
se dieron a conocer en periódicos o revistas regionales (Ecos de la Costa, El
Informador, Claridad y El Costeño) o de la capital del país (revista Todo). De-
bido a su corta existencia (apenas veintitrés años), G. Alcaraz no alcanzó a
publicar un libro en vida, a pesar de que demostró disciplina y entrega al oficio

31
32 José G. Alcaraz

poético. De los más de cien poemas que Ricardo Romero Aceves afirma que
escribió G. Alcaraz, solo ha sido posible recuperar cincuenta y uno. Desde esta
perspectiva, estamos frente a poco menos de la mitad de la obra de un poeta
talentoso, muerto cuando comenzaba a dar el salto a una poesía más libre y
de más arriesgados versos, (véanse “Muchacha moderna” y “Mientras llueve”).
El aporte de este libro es, precisamente, la recuperación de una obra
dispersa de la que se desconocía casi todo, salvo cuatro poemas que recoge
Rigoberto López Rivera en su Antología de la poesía colimense.
Como ya se ha mencionado en el Estudio preliminar, G. Alcaraz pu-
blicó la mayor parte de sus versos con su nombre, con sus iniciales o con el
seudónimo Bizantino Roger, descubierto gracias a los recortes periodísticos y
anotaciones del poeta en su álbum personal.
Los poemas de Labio sediento se presentan en tres secciones, conforme
a las tres vetas temáticas principales de José G. Alcaraz: el amor, la muerte y la
vida campesina. Los títulos de las secciones corresponden a títulos de poemas
del escritor colimense y, en el interior de cada sección, los poemas se leen
cronológicamente según su fecha de escritura. Las secciones se denominan: Yo
hice versos, Flagelo íntimo y Los labios del monte. Aunque G. Alcaraz escribió
artículos periodísticos y breves ensayos, hemos dejado fuera estas colaboracio-
nes para concentrarnos única y exclusivamente en su poesía. La prosa poética,
en cambio, sí ha sido considerada en el tercer apartado de este libro.
Ante diversos testimonios o publicaciones de un poema, se optó por
la versión dada a conocer en vida por el poeta, a no ser que la ilegibilidad del
material impidiera proceder de tal forma. En el caso de distinguir dos publica-
ciones de un mismo poema con la variante de la extensión, se optó por tomar
en cuenta la más extensa. Cuando el poeta, sobre un recorte procedió a hacer
correcciones a mano, se incorporaron estas en la versión que se comparte con
los lectores.
El tipo de edición que se llevó a cabo con la poesía de José G. Alcaraz es
la que se conoce como “semidiplomática”, es decir, aquella en la que se permi-
te la modernización del uso de mayúsculas, acentuación y puntuación. En este
sentido, se procedió sobre la base de respetar al máximo el texto o testimonio
recuperado, pero actualizando su presentación conforme a las normas vigentes
de ortografía.
Para hacer más legible esta edición, se uniformó el uso de puntos sus-
pensivos, sangrías, la forma de registrar lugar y fecha de publicación de cada
poema y se desataron abreviaturas. Asimismo, se corrigieron evidentes errores
ortotipográficos y se repuso algún signo de puntuación faltante.
Labio Sediento. Poesía 33

Las formas arcaicas del español, como so (bajo, debajo de) y do (donde),
así como los diversos cultismos en los poemas de G. Alcaraz, desde luego que
se mantuvieron tal cual las emplea el poeta.
Las notas a pie de página responden en primer término a la identifica-
ción de la fuente de donde se toma el texto que se presenta. Si el texto tiene
variantes, se registran a continuación, después de una pleca, y se explican las
diferencias. De igual modo, se documentan distintas ediciones de un mismo
texto. En el caso de que el poeta no haya firmado sus versos como José G.
Alcaraz, se hace la aclaración respectiva; de lo contrario, se sobreentiende que
lo hizo de la manera más habitual: como José G. Alcaraz. De ser necesario, se
incluye una nota más con respecto a datos de contexto que resultan útiles para
comprender el poema o identificar elementos clave paratextuales que ofrecían
los periódicos donde llegó a publicar José G. Alcaraz; por ejemplo, breves
apuntes de presentación al poeta o notas aclaratorias sobre los poemas.
La edición de Labio sediento espera ser del interés del lector en general,
pero también del especializado, que podrá promover nuevos abordajes críticos
acerca de José G. Alcaraz, escritor y periodista talentoso, muestra de una mo-
vilización literaria colimense de los años veinte y treinta del siglo pasado cuyos
ecos son testimonio de una época y estética por demás sugerentes.
YO HICE VERSOS
EL DÍA QUE TE MUERAS…*

El día que te mueras, tendrá nieve sutil;


la noche que te mueras será de oro y marfil,
con rayos de selene y rútilas estrellas,
con luces de cristal: y en la noche hiemal,
floración de centellas.
Y tejerá la nieve
cayendo en las praderas,
alba túnica leve,
el día que te mueras.
El día que te mueras, las bellas nebulosas,
jardines fingirán de flores luminosas;
y en el dombo azulino, celestes primaveras
y un beso de mayólicas habrá, cuando te mueras.
Al contemplar tu cadáver, por las celosías,
volarán de mi alma las esperanzas mías
con mi ilusión primera.
Al ver que no existes, el día que te mueras,
mi corazón muy triste llorará cual nevasca
en la noche inverniza de psíquica borrasca.
Las luces macilentas que irradian de los cirios
alumbrarán tu cuerpo más puro que los lirios;
y seguirá nevando cual trozos de diamante
lágrimas de hielo mi alma agonizante.
Mi espíritu altanero será corusca hoguera
que expirará extinguida el día que te mueras;
invernal será la noche, la luna divinal,
y tú serás ¡oh mi amada! un ángel celestial.
El día que te mueras, exótico himeneo:
dos almas que se besan en blanco mausoleo.

Colima, 18 de agosto de 1925

*“El día que te mueras”, recorte del periódico Ecos de la Costa, sin fecha ni página, en el álbum del poeta,
propiedad de Rosa María Alcaraz Medina. // El poema especifica que se trata de un texto inédito para Ecos
de la Costa. El joven escritor tiene apenas quince años, y vive con intensidad el amor y el miedo a la muerte.

37
38 José G. Alcaraz

MI VIDA*

Es princesa, y en su andar de soberana


se columbran perfiles de música y color.
Yo la llevo en mi alma, honda como la arcana
revelación ingenua de un milagro de amor.

Es la novia soñada, o la virgen mundana


que nos brinda sus labios o nos prende una flor.
Yo la tengo en mi alma, dócil como una hermana
que mitiga el acervo de mi eterno dolor.

Cuando siento la magia de las noches morenas


en la gama inconsútil de la triste coqueta;
he bordado mi alma con su urdimbre de penas,
o he volcado el perfume de su risa secreta.

Un tatuaje enigmático fulge surcos de herida


en mi corazón artista ya laxo de llorar
donde canta muy piano su canción adormida
el flagelo divino de mi eterno penar…

Los cantos y las lágrimas que amalgama la vida


en la alforja de mitos o en su alquimia fatal,
son la incógnita viva, perenne y escondida
que me burla en la lucha de alcanzar el ideal.

Colima, marzo de 1928

*“Mi vida”, en Ecos de la Costa, año III, no. 131 (5 de mayo de 1930), p. 5. // El poeta tiene dieciocho años
cuando escribe este poema de ecos modernistas, aunque lo publicará hasta dos años después.
Labio Sediento. Poesía 39

VESPERTINA*

Atardece… y miro desde la enflorada ventana


de mi balcón abierto,
todo el campo desierto
como un corazón amigo de las cosas arcanas.

El sol nos abandona,


parece que se fuga de alguno que lo asedia,
solamente lo sigue una extraña paloma
que parece hostia media.

Los colores son verdes, son rosas y son lilas


que deslíen misticismos sobre el viejo santuario,
una niña retrata el verde en sus pupilas
y un abad silencioso medita en su breviario.

Ya mi mente devana
los haces de colores que finge la ventana
de mi balcón abierto,
¡ay! el campo está desierto
como un corazón hermano de las cosas arcanas.

Colima, marzo de 1928

*“Vespertina”, en Ecos de la Costa, año III, no. 131 (5 de mayo de 1930), p. 5.


40 José G. Alcaraz

YO HICE VERSOS*

Yo hice versos con el alma


y después me arrepentí;
mis versos llenos de néctar
para ti…
No me digas que no comprendiste
aquel pensamiento fiel,
no me digas que no te bebiste
su última gota de miel.

Tú supiste gustar y alejarte


después de escanciar el sabor
añejo del vino que hiciste
amargo en tus labios de raro color.

Mis versos que fueron a lo hondo


de tu alma felina,
no hallaron refugio; en el fondo
había cardos y espinas.

Con la sonrisa de tus labios rojos,


inspiraste en mi ser aquellos versos
escritos con lágrimas y abrojos
prematuros en plena primavera,
cuando dormido entre tus brazos tersos,
en el deliquio del amor supremo,
soñaba que besaba con locura
los botones rosáceos de tus senos.

¿Te acuerdas de los versos locos


bautizados con tu nombre breve?,
¿recuerdas?, hacía frío, y la nieve
opacaba la luz de los focos.

¿Recuerdas el dulce nocturno y aquella


sonata, y aquel madrigal
que hablaba de blancas estrellas,
Labio Sediento. Poesía 41

de besos posibles, de tristes querellas,


de risas alegres… y de algo fatal?

Después, tal vez olvidaste la dulce tristeza


del soneto grave que inspiró tu amor;
cuando reclinaba laxo mi enferma cabeza
en tu púber seno, cual marchita flor…

La escena campestre yo sí la recuerdo,


y al rememorarla parece que muerdo
los rizos endrinos de tu cabellera;
¿recuerdas?, éramos como dos pastores
enfermos de amores,
vagando una tarde de gracia hechicera:
huérfano de nubes el cielo reía
con el regocijo de un chico locuaz;
un crepúsculo lila siluetas fingía,
y en los sauces floridos se oía
el canto sereno de alguna torcaz.

Yo te besé sobre los labios cálidos


por la pasión que enerva
y tu beso puso sobre mis labios pálidos
un sabor a selva.
¿Recuerdas?...

Las corolas lánguidas de las flores


como bocas jadeantes se abrieron;
y las yemas henchidas crujieron,
temblando de celos, temblando de amores.

En los cielos azulosos, unas pardas golondrinas


voltejeaban dibujando filigranas caprichosas;
mientras tanto yo bebía de tu boca purpurina,
la esencia embriagadora de la vida veleidosa.

Hoy que a solas me pierdo


en la niebla sutil de tu recuerdo,
me parece que vienes
misteriosa y lejana
y que en tu boca tienes,
siempre, siempre tu risa maldecida y arcana.
42 José G. Alcaraz

Y me envuelves el alma con la terca obsesión


de que tengo clavada dentro de mi corazón.

Yo buscaba en tus ojos


los ingenuos sonrojos
de un espíritu niño,
que a mi ánima diera
el amor necesario
para endulzar la hora
de la vida primera,
y hallé solo lo contrario,
y mi ánima llora
porque fuiste felina
impúdica y melosa;
y aparte porque fuiste mujer
solamente de carne,
de carne luminosa
con sabores de miel…

Por eso cuando siento esta fingida calma


de mi espíritu triste,
recuerdo que te fuiste
y te arranqué del fondo de mi alma…

Yo hice versos para ti,


yo hice versos…
y después me arrepentí.

Colima, abril de 1928

*“Yo hice versos”, recorte del periódico Ecos de la Costa, sin fecha ni página, en el álbum del poeta, propie-
dad de Rosa María Alcaraz Medina. // El poema está firmado por Bizantino Roger, seudónimo de José G.
Alcaraz, y aparece enmarcado en la sección denominada Literaria.
Labio Sediento. Poesía 43

OFRENDA*

A mi madre

Un poema sutil para mi madre bella,


un poema que hable ingenuamente de ella
y un presente de filial amor;
deseo ofrendarlo con fulgor de estrella
silvestres perfumes y lírica flor…

Madre piadosa para mejor loarte


al fondo iré del primitivo arte
que practicaste cuando yo era niño;
velando mi descanso en la cunita
cubriéndome con mantas cual armiño
y oyendo que en mis sueños balbucía
aquellas sílabas dulces e infantiles:
¿En dónde estás mamita?,
nacidas al calor de tu cariño
y de mi precocidad de tres abriles…

Hoy que mis dieciocho años


hacen que me sienta con la savia joven
que no conoce ningún desengaño,
hoy que la guirnalda de dieciocho rosas
cuidada por tus manos benditas,
está más lozana y está más hermosa
porque ninguna se ha puesto marchita,
mi alma de hijo medita y admira
tu obra sublime de madre amorosa
y canta el poema sutil en su lira…

Siento que mi vida se funde suavemente


si besas mis cabellos y mi frente,
y pienso que la senda de vivir no es tan triste,
teniendo madrecita a quien poder besar,
y siento que soy rico de placeres, si existe
el de verte y de amarte y contigo rezar…
44 José G. Alcaraz

Todo tiene en el mundo un aspecto de suave


ala maravillosa de prehistórica ave,
en el día milagroso en que voy a ofrendarte
la esencia del cariño sacrosanto y meloso,
en el místico día en que vuela a besarte
mi corazón de hijo convertido en sollozo.

De besos en tu cuello mil frágiles rosarios


colgar quisiera, y que tus blancos brazos,
fueran para mi ser como dos lazos
que nunca me dejaran solitario.

¡Madre! Ya no te ofrezco las fáciles quimeras


que finge entre las brumas la red de la ilusión;
te ofrendo solamente con mi alma en primavera
¡sobre una rosa mi abierto corazón!

[Sin lugar ni fecha de publicación]

*“Ofrenda”, recorte del periódico Ecos de la Costa, sin fecha ni página, en el álbum del poeta, propiedad de
Rosa María Alcaraz Medina. // El mismo poema se identifica en una segunda publicación, cuyo recorte, sin
mayores datos de identificación, también se encuentra en el álbum del poeta. Probablemente se trata de la
revista magisterial Claridad. En ambos recortes el texto aparece firmado por José G. Alcaraz y acaso fue pu-
blicado en 1928, considerando la alusión a los dieciocho años del poeta en el propio texto. // “Ofrenda” se
publicó como colaboración especial para Ecos de la Costa y se titula de igual forma que un poema de Julián del
Casal. Aunque de título idéntico, el poema de G. Alcaraz, sin embargo, dista de parecerse al del bardo cubano.
Labio Sediento. Poesía 45

AMOR
(A SOLAS CON MI ALMA)*

Bendito el amor si sabe


redimir con su martirio,
bendito el amor del lirio
y bendito sea el del ave.

Alma, tu destino es amar,


ama siempre; aunque el dolor
del amor te haga llorar
con la espina de la flor…

Te revelas y gritas que el amor es un mito


porque no lo encontraste en el ángel mujer;
y tremando me gritas que el amor es proscrito
porque nunca has bebido su brebaje de hiel.

Si gustaras el néctar que amor nos regala


en la boca hechicera de una virgen sensual;
no exclamaras llorando que el amor es un ala
de un pájaro-mentira que nunca ha de cantar.

Alma mía que te asustas del dolor pasajero,


has un viaje tranquilo, un dulce y manso viaje,
y cuando vuelvas dime qué conoce el viajero
que traspone los lindes del eterno paisaje.

Aprende a amar a todas las cosas


que te encuentres al borde del camino,
adora a los rosales, aunque no luzcan rosas,
sin esquivar el dardo del espino.

Ama, ama siempre, y con suave sonrisa


invita a tus hermanos a la cena frugal;
y verás que luego canta más divino la brisa
y que un nenúfar nace en lago de cristal.
46 José G. Alcaraz

Alma tímida y buena, tiende el vuelo divino


y arranca de la esfinge la escondida verdad;
ama, ama mucho, porque el amor es vino
que embriaga revelando la luz de realidad…

Si encuentras sufrimiento en busca del amor,


adora el sufrimiento y tiéndele tu mano
porque Dios dijo: <<Has de amar a tu hermano>>…
¿Y qué es de ti, alma, el humano dolor?

Sabrás hallar el néctar del racimo dilecto


en el ázimo fruto del manzano maduro;
y el acopio divino de un soñador perfecto
ha de guiarte en el viaje si el camino es oscuro…

Y yo habré de esperarte sentado en el balcón


donde te diga adiós en una tarde rubia;
sin alma, sin amores, lloroso el corazón,
bajo la fina veste de la plateada lluvia;
y han de pasar los años y con ellos los días
radiosos de mi ensueño eterno en su inquietud;
y cuando tú regreses ya encontrarás vacías
y volcadas las copas de mi gris juventud…

Una delectación extraña, y un sentir tan complejo


me inundarán de amor el día que tú regreses;
mas cuando eso suceda, yo seré un pobre viejo
con un alma joven pletórica de mieses,
de frutos escogidos y pomas en sazón;
y cuando eso suceda, mi senil corazón
apurará la crátera de miel hasta las heces,
y sentirá una extraña y sutil delectación…

Y llegarás un día… por la senda tortuosa


que se dibuja lejos perdida en lontananza,
y yo saldré al recibo hasta la senda hermosa
que se ha llamado siempre camino de esperanza.

Anquilótico y laxo, sitibundo y lloroso,


yo estaré a recibirte y tú habrás de ser
como el dulce rabí que curó aquel leproso,
al brindarme el consuelo que yo he menester…
Labio Sediento. Poesía 47

En mis ojos un mundo de interrogaciones


encontrarás que pugnan por salir y gritar;
y adivinar podrás las locas voliciones
del cuerpo que se muere porque no puede amar.

Será entonces cuando cante mi triunfo en la partida


y te diré gritando, alma mía que llegaste con
el amor a cuestas, dime si en la vida
que viviste se canta del amor la canción.

Quiero ver en tu alforja la cosecha que hiciste


en el éxodo raro en busca del amor,
quiero hurgar alma mía, todo el acopio triste
de lágrimas y penas, de abulia y de dolor.

Y me dirás: <<Te traigo la esencia del amor


que creí no existía en esta vida humana;
es una esencia suave de una múrice flor
que de amor se murió una rubia mañana.
El amor no está solo, es como aquella flor
que me hirió con su espina misericordiosa;
el amor es hermano gemelo del dolor
y lo acompaña siempre como espina a la rosa.>>

Bendito el amor si sabe


redimir con su martirio,
bendito el amor del lirio
y bendito sea el del ave.

Alma, tu destino es amar,


ama siempre; aunque el dolor
del amor te haga llorar
con la espina de la flor.

Colima, julio de 1928

*“Amor (A solas con mi alma)”, recorte del periódico Ecos de la Costa, sin fecha ni página, en el álbum del
poeta, propiedad de Rosa María Alcaraz Medina. // El texto aparece firmado por J. G. Alcaraz.
48 José G. Alcaraz

BÉSAME*

Bésame así, niña mía,


siempre amante y siempre pía,
con voluptuosa pasión;
bésame así, y cuando quieras
que en mi alma florezcan primaveras,
pon tus labios sobre mi corazón.

Si vieras mi niña
te beso en los ojos y miro
que el labio se anida
cual pájaro implume
en su nido…

Bésame así mi querida,


y que no pase la vida
cuando sienta el embeleso
de mirar en tus pupilas
cómo tus ansias tranquilas
son morir al darme un beso.

Colima, 5 de octubre de 1928

*“Bésame”, en Ecos de la Costa (año III, no. 135, 8 de junio de 1930), p. 3. // Este poema aparece junto con
“Párvulo amor”, “Flagelo íntimo” y “Labio sediento”. // Un recorte de prensa de Ecos de la Costa, sin fecha
ni página, se localiza en el álbum del poeta, propiedad de Rosa María Alcaraz Medina.
Labio Sediento. Poesía 49

CARAVANA*

Es nómada mi ideal, y su fragancia


diluida del camino en la distancia,
pinta huella de regios esplendores;
mientras mis sueños van en caravana,
peregrinando siempre a los fulgores
de la luz augural de la mañana.

¡Caravana de ensueños! Di qué anhelas


encontrar en el árido sendero
de mi espíritu eterno en sus tristezas...
De los huertos internos de mi alma
la bruja ausencia se robó las rosas,
y en ellos solo se hospedó la calma
que se apodera de las tristes cosas.
De mis muertos <<jardines interiores>>
no traspongas el pórtico sombrío;
que ya el tazón marmóreo está vacío,
y en los rosales mustios… ya no hay flores.
Todas murieron al nacer el frío
que la ausencia dejó so mis jardines,
con la conciencia de su infame dolo,
matando en flor la luz de los festines
de mi ideal taciturno y siempre solo…

No pretendas entrar. Está solitario


de aromas y de trinos y de frondas,
y el agua de la fuente está tan honda
que no pueden abrevar tus dromedarios.
¡Caravana de ensueños ya previstos!
prosigue tu camino hacia el Oriente
y cuando encuentres a mi amada ausente…
¡No le cuentes jamás lo que tú has visto!

Colima, 18 de diciembre de 1928

*“Caravana”, recorte del periódico Ecos de la Costa (Colima), sin fecha ni página, en el álbum del poeta, propie-
dad de Rosa María Alcaraz Medina. // El poema, de espíritu decadentista, incluye formas arcaicas del español.
50 José G. Alcaraz

MANOS*

¡Manos de mi madre, plenas de ternuras!...


¡Manos del artista, sabias, taumaturgas!
¡Manos de mi novia, liliales y puras!...
¡Manos del labriego, ásperas y rudas!

Son las manos cual ciertos jeroglíficos


que esconden en sus líneas la viva realidad;
o son cual urnas clásicas de mármoles magníficos
que guardan un perfume llamado caridad…

A veces son las manos de los hombres, divinos


instrumentos que sembrarán la mies,
y adornarán de flavas espigas el camino
resplandeciente de oros cuando la tarde es…

Las manos sacrosantas de mi abuelita anciana,


la que curó mi cuerpo y que hoy atilda mi alma;
son dos manos que encarnan la imagen de la calma
en el mutismo grave de su quietud arcana…

Venero yo esas manos que saben bendecir


con la unción embriagante de las almas tranquilas:
¡Las manos de mi madre que me anhelan decir
todo el mundo de amores que encierran sus pupilas!

Las pálidas manitas de mi novia adorada,


ensayan, cuando reza, vago temblor de estrella;
y fingen en su éxtasis florecitas aladas…
¡Pentapétalas flores son las manos de Ella!

En el mágico trance de los hombres videntes


de un ideal engendrado de la vida en el seno
proficuo y opulento, o misérrimo y triste,
se perfila el martirio de cerebros potentes
por encontrar la estrella que en su espíritu existe
unida a la divina concepción de lo bueno…

Celebración intensa de aquellos hierofantes


que espigaban estrellas de los cielos distantes
de la estética pura y del más puro ideal.
Labio Sediento. Poesía 51

Arquitectos que sueñan la bella arquitectura


de un país hecho todo de oro viejo y cristal.
Músicos que nos embriagan con la nítida y pura
traducción del espíritu de Schubert o de Bach…

La belleza es el vino transparente y fecundo


bebido por los genios que exornaron el mundo
con la obra soberbia de su brujo cincel
transformador de mármoles en cuerpos de mujer…
Y ese néctar divino que se llama belleza,
es el haschisch simbólico que enfermó de tristeza
a los bardos sublimes que cantaron ayer…

Los pintores son espíritus formados de colores


plasmados por las manos de la ciencia creadora;
por eso llevan siempre en su alma las flores
del pensamiento fijo en la luz de la aurora…

¡Oh las manos de artistas, tan pródigas de luz


para las almas rientes que la saben gozar!
¡Oh manos que han sabido robarse del azul,
pedazos de la gloria… y venirlos a dar…!

Las manos. Libros abiertos de sociología,


nos cuentan y nos dicen toda la milagrería
de la vida que pasa como pasa el minuto…
Lloran con las angustias, ríen con la alegría,
y parecen dos aves cuando cortan el fruto
que la vida jocunda nos ofrece algún día.

Yo he leído en las manos poemas del dolor


amargo de las madres que lloran o que gimen;
y he aprendido el inmenso poema del amor,
de dos hermosas manos en cruz que nos redimen.

¡Santas manos de la madre mía!


¡Manos bellas de mi amada nena!
¡Sed para mí, eternamente pías
como es eterna mi pena!

Colima, diciembre de 1928

*“Manos”, recorte del Boletín oficial de la [ilegible], año X, no. 2, [sin fecha], p. 46, en el álbum del poeta,
propiedad de Rosa María Alcaraz Medina. // Nellie Campobello (1900-1986) publica en 1937 Las manos
de mamá, novela de la Revolución mexicana, bajo la imagen, precisamente, de las manos de la madre.
52 José G. Alcaraz

CANCIÓN VERNAL*

A la que ha de venir

Oh, tú, flor de esperanza,


tú, la que has de venir para la alianza!
¿Qué tardas? ¿Dónde estás? ¿Cómo no vienes?
¡Ay!, blanquearán los rizos de mis sienes
y ya no podrá ser…
R. Blanco Fombona

Vienes a nuestros valles muy fresca y temprana,


pintando las rosas con gracia hechicera,
y dando el dulzor de la miel italiana
a las pomas rubias de fértil pradera.
Llegaste aliñada, gentil y lozana,
llenando de trinos la paz lastimera
de aquella montaña brumosa y lejana
que parece triste, medrosa y austera.
Me pareces novia sencilla y galana
que te desposaras con la sementera;
con el campo alegre que tu alma engalana
con las blancas rosas de cada pradera;
o bien una exótica, alegre gitana,
caminando a paso por la carretera,
ofrendando augurios de cartomanciana
con tus sortilegios de farandulera.

Embriaga el ambiente de rubia mañana


nuevas floraciones de la enredadera.
El otro es como una fastuosa sultana
que destrenza el mazo de su cabellera.
Los jilgueros trinan su canción profana;
palpita la vida fecunda y sincera;
se pueblan los aires de cantos de Hossana
y estallan los besos de la primavera…
Labio Sediento. Poesía 53

Se oye el Angelus de ermita lejana;


es hora de ver a la moza que espera.
Ocaso es herida que púrpura mana
y el labio del joven es ave parlera
que canta a su Virgen: <<Julieta o Roxana>>
con los ardimientos de cálida hoguera,
pulsando su guzla bajo la ventana…

Soñador incorregible, yo quisiera


plantar morisca tienda cabe una fontana,
bajo el abanico de alguna palmera,
y adorar en ella tu gracia pagana
y el mágico hechizo de tu alma-quimera.
Por llevarte, siempre lucharé, sultana,
tú serás mi égida y mi compañera,
yo seré el esclavo de tu alma gitana
y tú, en premio, me darás zalamera
de tus huertos regios la rubia manzana;
y en tu boca roja prenderá mi gana
las rosas de besos de mi alma señera
y el canto excitante de Venus y Diana.

Cuando la luna medie en su carrera


sobre una comba de tez africana,
cantaré en mi cítara, Virgen Primavera,
y bebiendo el haschisch que tu cuerpo mana,
seguiré arrancando la canción primera,
tejida en fragmentos de pasión indiana
y en dulces sollozos de tu alma sincera…

En la paz inmensa del desierto, vana


sombra semeja nuestra tienda austera,
y en la maravilla de aquella mañana
que inunda el silencio de luz placentera,
seremos cual nómadas de una caravana,
acampados del bello paisaje a la vera…
Y vendrá la dulce noche virgiliana
con todo el encanto que yo apeteciera;
con los recuerdos de la cotidiana
vida a la sombra de la audaz palmera,
junto al líquido verso de aquella fontana...
¡El canto! ¡La música siempre lastimera!
54 José G. Alcaraz

y erótica o dulce, trágica o esquiliana,


en mi cítara será un rugir de fiera
y un sollozo dulce de tu alma gitana.
Al son de la música que tu alma venera,
vaporosa, rítmica, sutil y liviana,
bailarás la danza de la bayadera
como nunca danza bayadera humana.
Entonces mis ojos serán dos certeras
flechas que se claven en tu boca grana;
en los rizos de ébano de tu cabellera
y en tu cuerpo esbelto de hurí circasiana…
Tus ojos, exceso de kohl en la ojera,
lanzan destellos de negra obsidiana
y tus brazos fingen dos asas de cera
o un par de serpientes que muerden uíanas
la carne dilecta de tu alba cadera.

¡Te amo, Primavera! Y te grito ¡Hossana!...

Soñador pertinaz, mi alma quisiera


llevarte conmigo por siempre galana…
Novia del huerto o farandulera;
hurí del desierto o cartomanciana,
yo quiero llevarte a tierra extranjera
y gozar el vino de tu boca grana
y el mágico hechizo de tu alma-quimera…

Al ver que te escapas y te tornas vana


visión de colores, cómo se aglomera
mi sangre, y el grito vibrante de ¡Hossana!
se queda suspenso en mis labios de cera…

Solamente mi alma te espera mañana


¡Primavera! ¡Primavera! ¡Primavera!

Colima, 22 de marzo de 1929

*“Canción vernal”, recorte del periódico Ecos de la Costa, sin fecha ni página, en el álbum del poeta, pro-
piedad de Rosa María Alcaraz Medina. // Los versos que cita G. Alcaraz del poeta e hispanista venezolano
Rufino Blanco Fombona (1874-1944) pertenecen al poema “A la que ha de venir”, incluido en el libro
Cancionero del amor infeliz, de 1918.
Labio Sediento. Poesía 55

LABIO SEDIENTO*

Hay un frágil anhelo indescifrable


en el vuelo impreciso de mi vida;
es una sed extraña e insaciable,
que llevo en mis entrañas escondida.

Busco algo que palpite con mi canto


y espero sin saber lo que presiento;
hay un grave dolor en todo llanto
y una hoguera sin fuego en el sediento…

Si tú me dieras el cántaro simbólico


que a mi labio endulzara su agonía,
llorara en risas mi dolor neurótico
y riera en lágrimas toda mi alegría.

Colima, 20 de mayo de 1930

*“Labio sediento”, en Ecos de la Costa, año III, no. 135 (8 de junio de 1930), p. 3. // El poema se publicó
el mismo día junto con “Bésame”, “Flagelo íntimo” y “Párvulo amor”. En ocasión del deceso del poeta,
ocurrido el 10 de octubre de 1933, Ecos de la Costa, año VI, no. 325 (22 de octubre de 1933), p. 4., publicó
de nuevo el texto, sin variaciones. “Labio sediento” se incluye en Rigoberto López Rivera, Antología poética
colimense, Colima, Universidad de Colima, Ayuntamiento Constitucional de Colima, 1991 [1965], p. 44.
56 José G. Alcaraz

PÁRVULO AMOR*

Cuando tuve un amor de gracias infantiles,


sin rubores, sin mentiras, sin regaños,
no hubo en el calendario sino abriles
exentos de perfidias y de engaños.

Recuerdo con delicia sus cándidos recelos,


sus risas de muñeca, sus lágrimas de niña.
(Recuerdo que una tarde por ciertos caramelos
hubo entre los dos novios una preciosa riña…).

Añoro la sonrisa de sus labios pequeños


y la dulce mirada de sus negros ojazos
ahora que no siento de la vida en el sueño
ni sonrisas de niña, ni moradas de raso.

Colima, junio de 1930

*“Párvulo amor”, en Ecos de la Costa, año III, no. 135 (8 de junio de 1930), p. 3. // Este poema se publica
junto con “Bésame”, “Flagelo íntimo” y “Labio sediento”. // Un recorte de prensa, sin fecha ni página, se
localiza en el álbum del poeta, propiedad de Rosa María Alcaraz Medina.
Labio Sediento. Poesía 57

FANTASÍA DEL RECUERDO*

Voy subiendo la cuesta rocosa de la vida,


por la rampa sombría o el sendero soleado,
para posar mi planta sobre la cresta erguida
y sentir mis cabellos flotando alborotados.

Al vencer los picachos he encontrado las huellas


de alpinistas osados que a mí me precedieron,
y en el plateado y niño fulgor de las estrellas
me saludan las almas de los hombres que fueron.

Así, tras un recodo de la falda del monte,


descanso encuentro en mi peregrinar,
mientras que en un puntito de mi interno horizonte
los sueños de mi vida se miran desfilar…

La niña <<Blanca Nieve>> hiriéndose inoportu-


na hace brotar rubíes de la escarcha invernal,
y los veinte enanitos tejen rondas de luna
cuando el féretro rómpese en luces de cristal.

Pulgarcito el mimado, travieso y menudín,


al escondite juega con el Gato Bandido,
y Tragaldabas sueña con inmenso festín
de cabecitas rubias de los niños perdidos.

De una calabaza tirada por ratones


baja la Cenicienta y callan los violines,
y a media noche corre dejando corazones
hollados por el paso de mínimos chapines.

Tramontando el alcor de la aldea vecina


Caperucita viene cortando flores rojas
sin atender al lobo que hipócrita encamina
sus pasos hacia ella oculto entre las hojas.
58 José G. Alcaraz

Los timbales resuenan en el palacio regio,


los pavones extienden sus colas relucientes,
y todo se despierta en perfumes y arpegios
porque ha abierto sus ojos la Princesa Durmiente.

Después, turba de gnomos y duendes hacen una


escala de recuerdos con hilos de ilusiones,
y suben para hacerle cariños a la luna,
llevándole de muchos Pierrots los corazones.

Colombina y Roxana, Margarita y Julieta


tiemblan lloran y besan los billetes de amor,
y se escucha en la sombra la canción del poeta
y se esparce el aroma de rosales en flor.

Súbito, sobre un gris y desierto altozano


un caballo interrumpe la visión con su trote;
el jinete es tan flaco que le tiembla la mano
que sostiene en su lanza: es el gran Don Quijote.

Los molinos de viento son para él gladiadores


y en sus mártires alas hunde fiero su lanza,
sin saber que su ideal de locura y dolores
es un plato de risas para el bueno de Panza…

Se borran las visiones de los sueños dorados


y en el punto sensible de mi interno horizonte,
cae el sol ocultando los desfiles alados
que asaltaron mi mente en la falda del monte.

[Sin lugar ni fecha de escritura]

*“Fantasía del recuerdo”, recorte de prensa sin datos de identificación en el álbum del poeta, propiedad de
Rosa María Alcaraz Medina. // A juzgar por su diseño y tipografía, el recorte podría corresponder a la revista
Claridad, del ámbito magisterial, fundada en 1931. // El recorte presenta una corrección hecha a mano por G.
Alcaraz (sustituye la palabra “alas” —octava estrofa— por “colas”), misma que fue considerada en esta edición.
Labio Sediento. Poesía 59

GUIJAS Y ESTRELLAS*

Blondos sus rizos alborotados,


al aire piernas de carne rosa;
ojos parleros, labios rosados,
y almas con alas de mariposa.

Juegan los niños sobre la arena


y con su juego me hacen gozar;
los veo que saltan con gracia plena,
los veo que corren para danzar;
y, al observarlos, siento infinitos
deseos de hablarles y de cantar.

Hay muchas guijas multicolores


entre las ondas del arroyuelo,
que son cual joyas o como flores
para las ansias de los chicuelos.

Botín de lascas rojas o grises


guardan los chicos con gran fruición
y sienten todos que son felices
porque ha gozado su corazón…

<<Hay allá arriba guijas bonitas>>,


dice una niña precoz y bella;
y una morena que es su hermanita,
dice: <<Esas piedritas son las estrellas,
porque mamita ha dicho que el cielo
es un río azul donde cayeron ellas>>…

¡Guijas y estrellas!, contraste hondo


de la materia que nos rodea;
¡Guijas y estrellas!, ¿cuál es el fondo?,
¿es la materia?, ¿brilla en la idea?...

Blondos sus rizos alborotados,


al aire piernas de carne rosa;
ojos parleros, labios rosados,
y almas con alas de mariposa.

Colima, 1931
*“Guijas y estrellas”, recorte de prensa sin datos de identificación en el álbum del poeta, propiedad de Rosa
María Alcaraz Medina. // El poema incluye la leyenda “Exclusivo para <<Claridad>>”, revista magisterial
fundada por el propio G. Alcaraz. // El estilo del poema es un tanto infantil y didáctico.
60 José G. Alcaraz

ESTE MI MAL DE AMORES*

Este mi mal de amores que está bajo cerrojos,


velado para todos los materiales ojos,
es para mi existencia subjetivo paisaje
donde jamás apunta la risa de un celaje,
y donde teje loca la araña del recuerdo
que trabaja en las sombras en que a solas me pierdo.

Ni rencores ni lloros; pasión que dejó el santo


camino de dos almas con amor en su canto;
pasión que ayer reía y que hoy, si acaso, reza
una oración a todo lo que es naturaleza,
naturaleza fría, descarnada y serena
que por ser más sincera debe ser siempre buena.

Ni un pensamiento insano turba el triste mutismo,


ni un reproche para ella, que me hiriera yo mismo;
nada que hacer pudiera sus lágrimas correr,
nada que enturbie el nombre que lleva de mujer,
porque si todo es vano y nuestro amor fue miel,
no culpemos a nadie si el néctar se hizo hiel…

La hiperestesia cruel de mis sentidos


me hace escuchar el péndulo de todos mis latidos,
y la introspección atónita de mi melancolía
adquiere trágicos perfiles de agonía;
pero viene después un frío y dudoso descanso
donde el alma se hunde como en fresco remanso.

¿Para qué sollozar si el zahareño destino


tendió para nosotros la cinta de un camino
distinto en donde ahora cada quien vive y siente?...
Un arroyo que entreabre su dormida corriente,
un árbol que bifurca sus ramas en la altura,
y dos alas-hipótesis de paloma alba y pura.
Labio Sediento. Poesía 61

Este mi mal de amores pongo bajo cerrojos


para velar mis penas a los mundanos ojos,
mientras que, de la cárcel de mi loca inquietud,
vuela, cual mariposa sutil de juventud,
un prófugo suspiro que besa los ojos de ella...
En el cielo de mi alma se ha apagado una estrella...

Colima, noviembre de 1931

*“Este mi mal de amores”, en Ecos de la Costa, año IV, no. 220 (22 de noviembre de 1931), p. 4.
62 José G. Alcaraz

CUANDO LLORES A SOLAS


POR TU AMADA*

Para mi amigo Juan Macedo L[ópez].

Sollozar por la novia que se ha ido


en pos de la magia de una estrella
de Navidad...

Llorar por la amada que tenía


esmeraldas por ojos y en sus rizos
reflejos de trigal.

Cortas todas las rosas del ensueño


inconcluso y fugaz,
y después de sufrir dolores únicos
vivir y recordar...

Ser como un suspiro que se esconde


tras de la luz astral,
para después llorar en cada gota
de la lluvia invernal.

Cuando añores a solas a tu amada


y puedas tú rezar,
haz una oración que digas
con el corazón abierto
de par en par...

Y si sientes que toda la tristeza


hace a tu alma sangrar,
piensa que el dolor llega corriendo,
y muy quedo se va.
Labio Sediento. Poesía 63

Has de llorar a solas por tu amada


que se fue en pos de la estrella
de Navidad;
la que tenía de esmeralda los ojos,
el alma de luz y de aromas,
y rizos de trigo candeal.

Colima, 23 de diciembre de 1931

*“Cuando llores a solas por tu amada”, en Ecos de la Costa (Colima, año IV, no. 230, 27 de diciembre de
1931), p. 7. // El poema está dedicado al profesor, narrador y cronista Juan Macedo López (1910-1994),
amigo íntimo del poeta, colaborador también de los años iniciales de Ecos de la Costa y a quien, siendo muy
joven, se le murió su novia adolescente.
64 José G. Alcaraz

ACUARELA*

De ese brillo de tus ojos,


de lo azul de tus ojeras,
de tus labios siempre rojos
y de tus pestañas negras;
de tu gracia que es blancura
y de tu gracia que es fresa;
de tu pasión que es locura
si es loca el ave que besa,
tomé el color al ocaso,
febril, ansioso y ardiente
con el pincel de mi vida,
y en tu recuerdo de raso,
pinté tu imagen yacente:

Una gacela vencida


bajo el nudo de mi brazo.

Colima, 1 de enero de 1933

*“Acuarela”, en Ecos de la Costa, año V, no. 284 (1 de enero de 1933), p. 5. // Las fechas de escritura y
publicación del texto son las mismas, curiosamente.
Labio Sediento. Poesía 65

SUICIDIO*

Hay una vagarosa somnolencia


con una vaga insinuación de miedo,
en esta lucha en que triunfar no puedo,
porque todo me falta con tu ausencia.

Recuerdo nuestra angustia y la dolencia


de los labios y los ojos en el quedo
musitar del adiós, que fue un remedo
de muerte en la nocturna confidencia.

Y ahora que callado y pensativo,


del dolor del pensar estoy cautivo,
me parece que muere la razón,
y sin sentir la inmolación: me pierdo,
por eso me traspaso el corazón
con la daga sutil de tu recuerdo.

[Sin lugar ni fecha de publicación]

*“Suicidio”, en Ecos de la Costa, año V, no. 292 (26 de febrero de 1933), p. 5. // El poema se publicó
también en El informador, año XV, no. 5618 (23 de abril de 1933), p. 2, como parte de “Tres sonetos” (los
otros dos son “Estatua” y “Soñando”) y en Rigoberto López Rivera, Antología poética colimense, Colima,
Universidad de Colima, Ayuntamiento Constitucional de Colima, 1991 [1965], p. 43. // No hay variantes
en las distintas publicaciones; el autor firma de igual modo en todos los casos.
66 José G. Alcaraz

SOÑANDO*

Soñé que la crueldad de nuestro sino


se mitigó con tu regreso ayer,
soñé que recobró la vida el ser
y que la noche agonizó en un trino;

que fuiste cual remanso cristalino


para mi boca ansiosa de beber,
y para mis ojos que te quieren ver,
un astro de leyenda en el camino...

Al despertar, sentí que te alejabas


y el perfume de tu cuerpo me dejabas
en medio de tu fuga y tus sonrojos,

quedando en red de ofrendas y de agravios


el mirar de tus ojos en mis ojos
y el besar de tus labios en mis labios.

[Sin lugar ni fecha de publicación]

*“Soñando”, en Ecos de la Costa, año V, no. 292 (26 de febrero de 1933), p. 5. // El poema se publicó
también en El informador, año XV, no. 5618 (23 de abril de 1933,), p. 2, como parte de “Tres sonetos”
(los otros poemas son “Estatua” y “Suicidio”). // En ambas publicaciones no hay variantes; el autor firma
de igual manera en todos los casos. // Este poema se antologó en Rubén Pérez Anguiano, Esaú Hernández
Vargas y Víctor Uribe Clarín (selección de textos y edición), Del Volcán a la mar II. Capital Americana de
la Cultura 2014, Colima, Conaculta, Gobierno del Estado de Colima, Secretaría de Cultura, 2014, p. 43.
Labio Sediento. Poesía 67

MUCHACHA MODERNA*

Ritmo de blues en tu cuerpo ondulante


de sirena loca,
sabor de cocktail
en tu boca
de miel.

Tus ojos y labios son risa vibrante


que canta
una aleluya ágil
y triunfal,
o son cual saetas de una luz brillante
que se quiebra como un frágil
florero de cristal…

En el baile tus senos


plenos
de elasticidad
acompañan al fox que retoza en el jazz
con el ritmo gracioso
de un leve y cadencioso compás.
Marlene Dietrich las cejas te hereda,
hiperbólicas,
hipotéticas,
y finas
y eliges tus madrinas
pura el modelo de tu melena
entre todas las estrellas
del cinema.

¡San Luis Blues! El negro del saxofón


solloza o canta
en la garganta
de latón,
mientras tú, muchacha modernista,
vas cruzando el salón
como ráfaga de luz amatista
de anuncio neón.
68 José G. Alcaraz

Muchacha ultramoderna,
tu ropa
cabe en una copa
de champán,
y tu corazón lo luces pintado
sobre tus labios
que han nacido sabios
para besar.

Tu risa es acordeón
que canta un blues o un tap,
y en tus pantorrillas regias
las medias de chiffón
las elimina el lúbrico desear.

En tu mirada, tras el humo azul


del cigarrillo egipcio,
hay un ficticio
ímpetu de gozar
y en la psicología, tú
estás en casilleros separados
de los que están siempre ocupados
por el fluir hipócrita y vulgar.

Eres interesante a fuerza de ser simplista


en tus modales nuevos.
Eres tú, muchacha modernista
de esta época el más lindo renuevo,
la espuma del placer regocijante
que se vuelca en la seda de tu flirt,
o un sabroso y picante
poema soberano del esprit.

Colima, 1933

*“Muchacha moderna”, en El Informador, año XVI, no. 6716 (30 de julio de 1933), p. 2.
Labio Sediento. Poesía 69

MIENTRAS LLUEVE*

Llueve en la calle, mi muchachita;


y en los cristales niebla se ve;
deshoja invierno sus margaritas,
sus albos lirios y rosas té.

La nieve envilece tus jardines


con blancos holocaustos de gardenia;
se asoman a tus ojos los esplines
y a tu alma de mujer la neurastenia.

Estamos juntos y me siento solo


y fingimos los dos pensar y leer;
tú meditas en Francesca y Paolo,
yo en Las flores del mal de Baudelaire.

La luz es infiel y se resiste


a integrarse a la abulia de las horas,
mientras la flor de tus ojeras tristes
se moja con las lágrimas que lloras.

Un piano que asesina tu tristeza


nos trae un aire de Chopin lejano;
se desmaya en mi pecho tu cabeza
y me brindas el roce de tu mano.

Llueve en la calle mi muchachita,


y en los cristales niebla se ve;
¿Por qué la lluvia ahonda tu carita?
¿Por qué en mis ojos llueve también?

Colima, septiembre de 1933

*“Mientras llueve”, en El Informador, año LXI, No. 5793 (15 de octubre de 1933), p. 2. // El mismo texto
apareció, sin variantes, en Ecos de la Costa, año VI, no. 325 (22 de octubre de 1933), p. 4., a pocos días de
la muerte del poeta. // El poema publicado en El Informador se dio a conocer junto con “Caballero de la
fe”, una fotografía del poeta y la siguiente nota: “Prof. José G. Alcaraz, exquisito poeta colimense asesinado
en el pueblo de Comala la noche del 12 [sic] del actual”. [N. E. debió decir 10 del actual].
FLAGELO ÍNTIMO
UN ÁRBOL*

Plantado allí, junto a la carretera,


como un apóstol bíblico y egregio
lame sus pies revuelta torrentera
y en la calma otoñal y mañanera
le brinda el ruiseñor su florilegio.

Si va por la vereda el caminante,


cuando el sol cenital suspenso se halla,
es el árbol asceta un dulce amante
que le dice al pasar: reposa y calla.

La silueta de este árbol milenario


me hace la ilusión fría y austera,
de un eremita triste y solitario
que reza por nosotros un rosario
en la polvosa paz de la pradera.

Es la tarde una toca de novicia


colgada del azul del firmamento,
que envuelve el árbol en sutil caricia…
¡plenitud de candor y sentimiento!

¡Oh, árbol bendito, que me inspiras una


canción muy fácil de cantarla cuando
besa tu copa la naciente luna
o se muere el crepúsculo llorando…!

Que tu alma vestida de aroma y canción


hermane con mi alma vestida de amor,
y aprenda de tu arte la extraña oración,
que rebosa mieles y destila unción,
si es joven el labio y es núbil la flor.

73
74 José G. Alcaraz

De este mutismo cadencioso y grave


dame a abrevar, y del amor eglógico
el sabor acre, y del volar del ave
que va sin rumbo, la escondida clave,
¡árbol del corazón!, ¡árbol exótico!

Colima, mayo de 1928

*“Un árbol”, recorte del periódico Ecos de la Costa, sin fecha ni página, en el álbum del poeta, propiedad
de Rosa María Alcaraz Medina. // El mismo poema se publicó también con el título de “A un árbol”, en
Rigoberto López Rivera, Antología poética colimense, Colima, Universidad de Colima, Ayuntamiento Cons-
titucional de Colima, 1991 [1965], pp. 41-42.
Labio Sediento. Poesía 75

PLUMAJE PSÍQUICO*

Con mi afecto, a mis compañeros


del Centro de Cooperación
Pedagógica Federal Colimense.

Es mi alma como un errante pájaro marino


posado sobre el mástil de la vida fugaz;
buscando entre las brumas el ideal peregrino
con la obsesión callada del cazador audaz.

Cuando bajo los ojos contemplo el corazón


de mis hermanos hombres, lloroso y afligido,
la barca de la vida sin vela ni timón
va por extrañas rutas al éxodo escondido.

Hace tiempo que viene una muy triste queja


del fondo de la nave y sube al infinito;
y en ondas parabólicas la santa voz se aleja,
la voz de los vencidos, clamor de los proscritos.

El pájaro de Psiquis medita, y la inquietud


se filtra en la esperanza de las sanas conquistas;
y piensa que la savia de rica juventud
ha de sentir el látigo de rachas imprevistas.

Hay lobregueces fúnebres de cálidas tormentas


y las nubes endrinas platican con el rayo;
se escucha el fragor terrible de las luchas violentas
de aquellos que sucumben sin sufrir el desmayo.

Se siente el efluvio divino de savia latente


que viene cual brisa marina vibrando;
y se perfila indecisa la línea en oriente
y la vida sigue bogando, bogando, bogando…
76 José G. Alcaraz

Se oye el grito angustioso de madres que claman;


de niños que lloran al ver el oleaje,
los ecos malditos de furia que el viento derrama
de Caínes que matan hermanos con gozo salvaje.

La sangre que mana caliente y fecunda


macula el paisaje del amor ondulante;
y pone un estigma de muerte rotunda,
surgiendo el delito rudo y terminante.

Psiquis es un ave que sueña que ha venido


a ver Amor y Paz al seno de las razas;
y ve con inquietud que ya el Amor se ha ido
y que la Paz ha muerto al golpe de las masas.

Abrid las alas, alas blancas cual plumaje de luz


sobre el mástil severo del Barco-Humanidad;
y fingid con las alas una eglógica cruz
que plasme el idealismo en bella realidad.

Que las almas se vistan de plumajes divinos


y abreven de la fuente de la inmortalidad
y que sean como el ave de Simbad el Marino:
simbólica y fecunda en bella dualidad.

Y que zarpe la vida en un día sonoro,


llevando en su alba priora en santa conjunción
a la Paz y al Amor como llevó Jasón
el músico cantor del <<Vellocino de Oro>>…

Hermanos hombres, artistas de la idea,


cambiemos del espíritu el plumaje del mal,
para que el gesto riente de nuestra vida sea
laurel perenne y regio para el alma triunfal.

Colima, 12 de octubre de 1928

*“Plumaje psíquico”, recorte del periódico Ecos de la Costa, sin fecha ni página, en el álbum del poeta,
propiedad de Rosa María Alcaraz Medina.
Labio Sediento. Poesía 77

SPLEEN*

Nada me distrae
y todo me enfada.
La tapia enflorada
aromas me ofrenda
que yo no percibo.
El paisaje existe
(lo dice la gente)
jocundo y vivaz…
Yo voy por la senda
como un muerto vivo;
con el alma triste,
nublada la frente
por dolor tenaz…

Bajo al jardín, y la niebla


la duda mi alma puebla;
y mi estancia en el jardín
es imprecisa y extraña,
y entretanto el fiero spleen
en mi corazón se ensaña
con infinita crueldad,
como si fuera a exprimir
los lagrimales del alma
secos de tanto llorar…
Cual si fuera a estrangular
la garganta sin canción
y ya ronca de gemir,
me apretuja el corazón
y me lo quiere matar.

Cuando caigo fatigado


por el largo caminar,
en busca de la cisterna
de puras aguas tranquilas;
solamente tú te llegas
hasta mi obsesión eterna,
78 José G. Alcaraz

escrutando en mis pupilas


el cansancio del camino
con tus ojos avezados.
Tú me ofreces el divino
cáliz del brebaje amargo;
y me muestras el destino
disfrazado de Arlequín,
y tú me tiendes la mano
como si fueras hermano
gemelo de mi alma ¡spleen!

Colima, 10 de noviembre de 1928

*“Spleen”, recorte del periódico Ecos de la Costa, sin fecha ni página, en el álbum del poeta, propiedad de
Rosa María Alcaraz Medina. // El recorte de la publicación presenta correcciones a mano hechas por el pro-
pio poeta. En la transcripción se han considerado estas correcciones. El poema especifica que se trata de una
colaboración “Para Ecos de la Costa”. // La palabra spleen, nodo semántico del poema, evoca el sentimiento
característico de los poetas decadentistas, que experimentaban angustia vital y cierta mezcla de melancolía,
aburrimiento e insatisfacción.
Labio Sediento. Poesía 79

AÑO NUEVO*

Amada:

La vida pasada,
plétora de caricias,
fue pródiga en dones
y rica en delicias
de dos corazones.
Chiquilla:
la vida sencilla
su ofrenda sonora
nos brinda en sazón,
en pomas que dora
para el corazón…

Al pasar por mi ventana


el Año viejo y marchito;
al pasar por mi ventana
le dije Adiós… muy quedito.
Adiós… que no hasta la vista,
me dijo quedo, y se fue…
Y fue la postrera campanada,
grave como una queja
de alguna ave que se aleja
cuando invierno deshoja la enramada.

Como un pájaro agorero


recién salido del huevo,
naciendo está el Año Nuevo.

Es jocundo el Año y sin embargo ruedan


lágrimas silentes de ignota tristeza;
y en mi alma que llora, llorando se quedan
las vagas siluetas de Cronos que reza…
80 José G. Alcaraz

Mi novia:

A mí no me agobia
el año que viene
con risas y flores,
mira, es joven y tiene
hambre y sed de amores…

Es niño
que envuelto en armiño
nos llega del cielo;
dejando sus huellas
con polvo de estrellas
y lluvias de hielo.

Hermosa:
perfume de rosa
y color de azucena…

Y al llegar de visita a mi ventana


este niño blondo de azules pupilas;
se hizo el milagro de aquella mañana
floración inquieta de múltiples lilas…

Y en sortilegio augural,
sus promesas va dejando
desgranarse en la hiemal
noche del bien o del mal
que a nosotros va ofrendando…

¡Año agorero y santo! En tu ofrenda rara


que me toque en suerte, dame amor y sed,
más amor para ella y una sed para
beberme de un sorbo su boca de miel…

¡Año santo y bueno! Por tu arcano mismo,


haz que ella me ofrende sus besos de amor,
haz que me contemplen sus ojos de abismo
y que yo me embriague con el misticismo
de sus níveas manos cual nardos en flor.

¡Mira que la amo con amor sereno!


Y ve que la adoro cual nunca adoré.
Labio Sediento. Poesía 81

¡Sé conmigo hermano! ¡Sé conmigo bueno!


Y haz que no me olvide su amor de mujer…

Habla el Año Nuevo con su voz peregrina,


y es grata su risa y es trino su voz:

–El tiempo ha querido oír tu clamor,


un grande amor suave concede a los dos.
La gracia que pides es gracia divina,
y has de ver cumplidas tus preces de amor…

Te traigo en mis redomas de cristales


exóticos y pálidos, un mundo de ilusión,
para tus penas hondas, mil aguas lustrales,
y un brebaje dorado para tu corazón.

Y un magno festín
os brindo a mi mesa.
Venid… y hasta el fin
no sentiréis tristeza.

Chiquita:
Año nos invita
al jocundo festival de los amores
y la misa augustal de los dolores.
¿Estaremos en punto a la hora convenida
a gustar el vino agridulce de la vida?...

[Sin lugar ni fecha de escritura]

*“Año nuevo”, recorte del periódico Ecos de la Costa, sin fecha ni página, en el álbum del poeta, propiedad
de Rosa María Alcaraz Medina. // Al igual que otros poetas colimenses que publicaron en las primeras
décadas de Ecos de la Costa, G. Alcaraz escribe en diciembre sobre el Año Nuevo, sin embargo, su visión
es sombría, pesimista, contrasta con la de sus compañeros de generación, incluido su amigo Agustín Santa
Cruz (1908-1939).
82 José G. Alcaraz

AMIGA MÍA*

¡Qué tristes los recuerdos de mis noches!


En sus sombras horrendas se disfraza
el dolor con la túnica del sueño
y la serenidad de mis ternuras pálidas.
Densas tinieblas grávidas de abulia
derraman la tristeza en esta alma,
y la hipócrita insidia de la vida
me hace muecas horribles con su máscara,
me atormenta con la duda impía
y me estrangula con su fuerte garra.

Tú me has dicho que mi espíritu conoces


y que puedes saber la cruel batalla
que libran mis anhelos en las sombras
de esta vida de luchas tan amargas.
Amiga: al verme triste no comprendes
que adentro llevo la silente lágrima,
y que siento la tibieza de la sangre
que gota a gota de mi ensueño mana…

Cuando sepas mirar mi loco espíritu


y asomarte a la vida de la entraña
“inútil” que le llaman corazón;
y si sabes hallar la esencia amada
del sentimentalismo blanco y no egoísta,
verás en la penumbra de mi estancia
el fulgor de una luciérnaga que engendra
las palpitaciones de una luz sonámbula:
es la luz espiritual del pensamiento
que lucha en las tinieblas solitarias…

Yo también aseguro que conozco


tu almita blanca transformada en ara
donde oficia el amor sus misas bellas,
y la belleza de la vida es blanca.
Labio Sediento. Poesía 83

Tú llevas en las fases de tu espíritu


la dulzura feliz de las nostalgias,
la música sublime de los labios,
la blancura sutil que hay en las alas,
el prestigio ducal de tu belleza
y el dulzor de las frutas en sus ramas.
Yo, en cambio, soy un cofre de tristezas;
soy silencio en la orquesta de las almas;
soy el féretro negro donde duermen
los amores su sueño de esperanza;
soy el hijo del dolor humano,
amargo cual la hiel de las entrañas…

En el fondo de tu alma y de mi alma


existen afinidades que nos hacen
pensar lo mismo de la vida amarga;
y al completarse nuestras almas niñas,
y al hallar las razones de tus ansias
resolviendo el enigma de tus ojos
con la clave escondida de mi lámpara
sería mía la fruición de la conquista;
sería mío el enigma de tu alma,
serán míos tus dolores y recuerdos
serán míos tus amores y nostalgias,
la música sublime de tus labios,
la blancura sutil que hay en tu gracia,
el prestigio ducal de tu belleza
y el sabor de las frutas en sus ramas…

Acuérdate del hombre que es tu amigo


de los diálogos nuestros,
de tu alma y de mi alma…

Colima, 23 de octubre 1929

*“Amiga mía”, en El informador, año XVI, no. 5660 (4 de junio de 1933), p. 2. // El poema se publicó ori-
ginalmente en Ecos de la Costa (Colima, año II, no. 105, 27 de octubre de 1929), p. 4., pero al encontrarse
dañado el material de esta fecha se consideró la publicación de 1933 en el periódico tapatío. “Amiga mía”
también se publicó en Ecos de la Costa (año 16, no. 528, 29 de octubre de 1944), p. 9. // El poema se dio
a conocer sin cambios en cada ocasión; sus líneas finales constituyen una especie de dedicatoria críptica a
manera de posdata.
84 José G. Alcaraz

HÓRRIDUM SOMNIUM*

Tuve un sueño ¿sabes? Fue aquel sueño


horrible y negro como noche trágica
que está fijo en la imagen del recuerdo
con caracteres rojos como brasas;
el sueño horrendo cuyo infausto símbolo
son dos crótalos verdes que me matan…

Fue así, tú ya lo sabes; lo he contado


a la luz de la roja llamarada
del hogar en las noches invernales,
mientras el viento afuera triste llora
su tristeza infantil de niño solo
en la noche de hielo y de nostalgia.
Al recordar la luz hecha de sombras,
(absurda paradoja de la trágica
visión horripilante y misteriosa
que surgió ante mis ojos cual fantasma),
se me cierran los ojos y hay rictus
de pavor en mis labios, y en mi pálida
frente se posa el ave triste y negra
del miedo de morir con su añoranza.

Era un campo desierto, solo ruinas


sus lamosas paredes levantaban,
y esqueléticos árboles sin hojas
velaban como cínicos fantasmas.
A la vera de aquel tétrico camino
había fosas abiertas que gritaban
pidiendo el cadáver de algún hombre
para tragar su carne putrefacta.
—Yo iba caminando lentamente
como anda la tristeza que es sonámbula,
mirando sin mirar aquella sombra
hecha de luz maldita y extrahumana…
Labio Sediento. Poesía 85

Seguí pasando y al pasar los árboles


azotaban mi cuerpo con sus ramas,
y cada azote rápido y silbante
dejaba huellas profundas en mi espalda.

Era larga la senda tenebrosa


y largo el sufrimiento de mi alma,
y seguí caminando ciegamente
entre aquellos sepulcros sin entrañas,
entre el flagelo de árboles desnudos,
(verdugos de mi anhelo y de mis ansias);
mis ojos secos en sus grandes órbitas
añoraban la ausencia de las lágrimas
y se cerraban con pavor inmenso
como se cierra una mortuoria caja.

Después vi, no quisiera recordarlo,


en una fosa negra y alargada,
un hombre cuyos ojos eran rojas,
y dolorosas sangrantes llagas,
y su cuerpo era festín de los gusanos
que subían y bajaban por su cara,
y los árboles, negros y sañudos,
inclinados (sin fruto y sin fragancia),
hundían en el cuerpo del caído
las bocas sangrientas de sus ramas
succionando la sangre aún caliente
que del corazón abierto le manaba…

Aquel cuerpo atormentado y solo


pudo hablar y decirme en voz muy baja:
<<Lo que ves en el fondo de esta fosa
es deleite feliz si se compara
con lo que sufre el alma de los hombres
cuando quiere amar y no los aman…>>

Oí la voz cavernosa de la horrenda


visión dantesca, y en mi triste alma
comenzó a germinar el sufrimiento
más grande que el dolor de aquel fantasma.
Sentí que de mi cráneo por los ojos
salían lentas, viscosas y violáceas,
86 José G. Alcaraz

dos lívidas serpientes que en mi pecho


buscaban sitio para herir con gala…
Escarbaron aquellos dos reptiles
con sus dientes de garfio mis entrañas,
y al corazón, inerme por lo enfermo,
lo despreciaron como cosa vana
y oí que silbando repetían:
“Es corazón que ama. Es corazón que ama…”

Colima, noviembre de 1929

*“Hórridum somnium”, en Ecos de la Costa, año III, no. 143 (3 de agosto de 1930), p. 3. // Un recorte
de prensa de este poema en Ecos de la Costa se encuentra, sin fecha ni número de página, en el álbum del
poeta, propiedad de Rosa María Alcaraz Medina. // El poema aparece firmado por Bizantino Roger y, en el
recorte, a mano, se ha sobrepuesto el nombre de José G. Alcaraz. Una segunda edición del mismo poema,
firmada con su seudónimo, también se encuentra como recorte de prensa, sin datos de identificación de la
fuente, en el álbum del escritor.
Labio Sediento. Poesía 87

VIDA*

Es un pájaro simbólico de alas blancas y sin ojos,


triste pájaro de vuelo indefinible y agorero,
de amplio vuelo enajenando y misterioso
y solemnemente triste. Cruza el ave
con el vuelo trashumante de los locos
por los aires invisibles donde habitan los insomnios;
por los espacios eternos donde viven las angustias
y los mártires suspiran por la dicha del sollozo,
y las víctimas se elevan implorando una mirada,
y los lóbregos mastines dan aullidos en el fondo
de la noche negra y roja de la vida sin entrañas,
y las almas se desprenden de los cuerpos que se han roto
y los muertos se levantan en sus criptas legendarias.

Es la vida que pasa con su vuelo cual meteoro


en su éxodo poliédrico de infinitas fases locas,
en su vuelo lento y triste, triste y grave, grave y hondo.
Y al ver yo pasar la vida rememoro las edades,
las edades que vinieron y se fueron con el soplo
de los vientos soñolientos que desgaja con sus alas
el gran pájaro hiperbólico y sin ojos.

Yo percibo (avaricia subconsciente de mi alma),


el rumor extraño y loco de vuelo luminoso…

Va pasando la vida…
como pasan los turbiones que desnudan a los troncos,
como corren las tormentas,
como avanzan al encuentro de sus víctimas los lobos
en la noche solitaria de la estepa,
o como un profetizado terremoto
que abriera el vacuo vientre de la nada
y engendrara en aquel seno el “fiat” grandioso.
88 José G. Alcaraz

Va la vida pasando…
al compás de las desdichas y los bienes hiperbólicos;
al compás de las desgracias ignoradas y cautivas
en el vil cautiverio del anónimo;
pasa junto al crimen sin castigo,
y junto al bien, hecho crimen tenebroso.

Va pasando la vida…
y se escucha en los ámbitos enormes de los limbos
un gran rumor de armas
y de carros y corceles y de voces que son himnos,
y se mira el tremolar de las banderas
y el rodar de las naciones al abismo.
Es la guerra de los mundos inconscientes,
es la fiebre del dolor y del delito,
es la muerte de la vida acompañada
por el luto silencioso de los siglos.

Y la vida pasa, y pasa todavía


llevando en sí la esencia de los vinos
sacrosantos del perdón y del bautismo,
del bautismo de las almas en el yunque
donde brincan las estrellas del espíritu,
donde aprenden las conciencias opulentamente bellas
a gustar algunas gotas de la copa del martirio
de la vida que así pasa a nuestro lado
como un gran pájaro sin ojos volando sobre el cielo
vespertino.

Yo la he visto cómo viene


con sus alas extendidas como errante crucifijo,
a prender en los incendios majestuosos del vacío
con los dogmas carcomidos de la ciencia,
los enigmas sempiternos empapados de infinito.

Yo la he visto cuando llega


hasta nosotros con su manto de gemidos,
a decirnos quedamente
todo el llanto que debemos derramar los que hemos
sido señalados por el “fiat”
en las mudas voliciones del quimérico destino.
Yo la he visto cómo pasa
Labio Sediento. Poesía 89

rauda y leve entre los mundos silenciosos y vacíos


y llevarse entre sus alas cobijados
la amargura de los tiempos redivivos,
el dolor de los pobres y sedientos,
la ilógica estructura de los símbolos,
las bravas gestas de los hombres raros
y la gloria inmortal de los martirios.

Yo la miro, y con mi labio


enjuto por el viento hostil y frío,
le declamo mi oración de juventud
desde el rincón de mi ser hecho suspiro…

Dame el fruto maduro de tus viñas


y el secreto de los sápidos deliquios
de la orgía carnavalesca y frágil;
y después de gustar todos tus vinos
llámame a tu rezago maternal y muéstrame
la luz que brilla al fin de mi camino.

Colima, 18 de enero de 1930

*“Vida”, en Ecos de la Costa, año III, no. 118 (26 de enero de 1930), p. 3. // El poema aparece firmado por
José Gutiérrez Alcaraz. // “Vida” se publicó también, con la firma de José G. Alcaraz, en Ecos de la Costa,
año V, no. 286, 15 de enero de 1933, p. 6, con la siguiente presentación: “Hermosa e inspirada composi-
ción poética del vate José G. Alcaraz, recitada en la cena literaria organizada por la Unión Colimense de
Periodistas la noche del cinco de actual por el profesor L. Macedo” [Rafael Macedo López].
90 José G. Alcaraz

EL AVIADOR QUIJOTE*

A la memoria del cóndor vencido,


coronel
Pablo L. Sidar,
muerto trágicamente
en Puerto Limón,
Costa Rica, el día 11
del actual cuando in-
tentaba el portentoso
vuelo de Cerro Loco,
Oaxaca, a Buenos
Aires, Argentina.

En el despetalamiento de la flor de los vientos


entre sus manos nerviosas y fuertes
quedose el suspiro de su último aliento
anclado al suspiro del hada del cuento
que llevó en su alma la faz de la muerte.

Quijote de los espacios, sus grandes molinos


cantaron las geórgicas del pan y del vino,
moliendo trigales de rubias estrellas,
y en la tahona del áureo camino
las nubes hablaron de una Dulcinea
que pasó volando porque tras de ella,
como alisio raudo de blanca ilusión,
el Quijote alado seguía su huella
llevando en su mente la luz de una idea
y un amor clavado dentro del corazón.

Rocinante moderno, el pájaro de acero


soñaba con la lumbre dorada de un lucero
para mojar la rosa de los treinta y dos vientos
en la gloria triunfal de las auroras
y en los colores vivos del ocaso sangriento.
Labio Sediento. Poesía 91

El avión decapita los “cúmulos” gigantes


y se ve en los espejos de los astros distantes,
mientras que su silueta es una cruz tendida
sobre de la maravillosa majestad del cielo
y sobre el misterio de la triste vida.

Como aquel caballero montado en clavileño,


Sidar persigue el fin de su mágico sueño
para cortar de los vientos la rosa
cual si fuera una audaz mariposa…

Herido por los rayos, traidores malsines


y por un ejército de malandrines,
el soñador se abate desde la bruna altura
como el cóndor herido sobre la llanura,
y en el descendimiento del heroico pegaso
hay un sollozo largo de toda la Natura
y un desgarramiento de los cielos de raso.

Como un puñal vuela raudo a matar


la silueta invertida del aeroplano baja
entre el estremecimiento de las altas esferas
y entre el asombro de las nubes viajeras
que le forman serena y luminosa mortaja
al sepultarse en la cólera de las olas del mar…

Cuando el alma del héroe majestuoso y sereno


entró de la otra vida en el próvido seno,
supo ver el final de su ensueño esperanza
y de su obsesión fija trasformada en idea
al estrechar la diestra del piloto Carranza
y al besar en los labios a aquella Dulcinea.

Colima, 13 de mayo de 1930

*“El aviador Quijote”, en Ecos de la Costa, año III, no. 132 (18 de mayo de 1930), p. 4. // El poema, en
recorte de la revista Todo. Semanario Enciclopédico (México, D. F., 7 de noviembre de 1933), s. p., se en-
cuentra en el álbum del poeta, propiedad de Rosa María Alcaraz Medina. // La muerte de los jóvenes pilotos
Pablo L. Sidar y Rovirosa, en un accidente aéreo, motivó la publicación de poemas y obituarios en diversas
partes del mundo. En Colima, además de José G. Alcaraz, escribió sobre el tema Agustín Santa Cruz (“Im-
pulso. Saludo a los aviadores muertos”, Ecos de la Costa, año 3, no. 133, 25 de mayo de 1930), pp. 3 y 5.
92 José G. Alcaraz

FLAGELO ÍNTIMO*

Sufrir mientras haya en el camino


un cardo que desgarre nuestra planta;
en los ojos un aljófar cristalino
y un sollozo callado en la garganta.

Amar todas las cosas del sendero


escabroso y difícil de la vida;
amar desde el rútilo lucero
hasta la oruga en su cáscara escondida…

Ser una vida dócil y sincera


que ame al dolor porque el dolor la ame;
que llore en su dolor la vida entera
y ría cuando el goce se derrame.

Colima, 20 de mayo de 1930

*“Flagelo íntimo”, en Ecos de la Costa, año III, no. 135 (8 de junio de 1930), p. 3. // Este poema se publicó
el mismo día junto con “Bésame”, “Labio sediento” y “Párvulo amor”.
Labio Sediento. Poesía 93

DUDES*

Cuando dudes del amor y de la vida,


despreciando la verdad de toda cosa,
piensa que tu alma se convierte, herida
en el deshojamiento rojo de una rosa.

Si tú dudas de todo cuanto existe


y te olvidas a ti, por ver tu lodo,
piensa que tu alma se transforma, triste,
en silenciosa imagen de tu Todo.

Cuando lleves en ti toda la calma


que da el dolor quintaesenciado y puro,
atisba por las puertas de tu alma
el paisaje barbusseano por lo obscuro.

Y si dudas de los malos y los buenos,


sin hallar una tienda que te abrigue,
vierte una lágrima de cristal sereno,
seca tu lloro, ríe, canta… y sigue.

La duda que en tu espíritu cultivas


como un lento suicidio de tu ser,
tiene el sabor ambiguo de la altiva
revelación del orgullo de tu ayer…

Cuando dudes del amor y de la vida,


despreciando la verdad de toda cosa,
piensa que tu alma se transforma, herida,
en el deshojamiento rojo de una rosa.

Colima, 15 de diciembre de 1930

*“Cuando dudes”, en Ecos de la Costa, año III, no. 163 (21 de diciembre de 1930, p. 3). // El poema tam-
bién se publicó en el mismo Ecos de la Costa (año VI, no. 325, 22 de octubre de 1933), p. 4, en ocasión del
deceso trágico del poeta.
94 José G. Alcaraz

GRACIAS TE DOY, SEÑOR…*

Gracias te doy, Señor, porque pusiste


en mi sendero flores y laureles;
gracias te doy también porque me hiciste
saborear las amarguras de las hieles,
y sangrarme la planta en los abrojos
que crecieron al borde del camino.
Gracias porque supe que en mis ojos
había lágrimas de aljófar cristalino…

Te doy gracias por toda la belleza


que puedo delectar en mi interior
y por todo el acopio de tristeza
que llevo amalgamada a mi dolor,
y porque supe que la fe se muere
si traiciona el amor al corazón,
y porque siento que la espina hiere
y el dolor se transforma en oración…

Gracias porque en la aurora de mi vida


ya presiento la gama de mi ocaso;
sé que toda ilusión se irá, perdida,
por ignotos caminos… paso a paso.

Y yo con mi ilusión, tras sus aromas,


seré un símbolo que vaya por su huella,
llevando en mi vejez dos rubias pomas
y el fulgor mortecino de una estrella…

Colima, 16 de diciembre de 1930

*“Gracias te doy, Señor”, recorte del periódico Ecos de la Costa, sin fecha ni página, en el álbum del poeta,
propiedad de Rosa María Alcaraz Medina.
Labio Sediento. Poesía 95

LO GRIS DE LA VIDA*

Lo gris de la vida se me enredó en el cuello


y me subió a los ojos cansados de llorar,
y en ellos puso nieblas de fantasmas horrendos
que bailaban cual brujas en la noche del mal.

Así el plomizo canto sin luz y sin anhelo


estranguló las notas del alegre cantar,
clavando para siempre en mi espíritu el miedo
que de niño me hacía temer la oscuridad…

Por eso al caminar con mi alma de ciego,


pasaré junto a todo sin quererlo mirar,
porque el gris que la vida me brindó me hizo bueno,
y a los hombres que miran yo les tengo piedad.

En mi horizonte inmenso y gris cual mi recuerdo,


revuela ya perdida mi esperanza de amar,
y cubriéndolo todo como un manto muy negro,
lo gris de mi existencia se vuelve eternidad…

Colima, 23 de diciembre de 1930

*“Lo gris de la vida”, en Ecos de la Costa, año IV, no. 166 (11 de enero de 1931), p. 3.
96 José G. Alcaraz

CARNAL PSIQUIS*

Cuando hayas arrancado el clavo de tu histeria


y empotres en su sitio el dardo del amor,
verás que las moléculas de toda tu materia
conviértense en aromas que engendran una flor.

Mas si en la biología que rige tu miseria


no hay gérmenes que guarden perfumes y color,
no importa que contemples llorosa, tu laceria,
si llevas en tu <<psiquis>> la esencia del dolor…

Atilda más tu alma y deja que la vida


tome aspecto de roja cicatriz de una herida
que sangra por las ansias de angustiado vivir:
secuestra tus recuerdos y burila tu calma,
no exhibas el inédito paisaje de tu alma,
toda tu, carnal psiquis, sé solo para mí…

Colima, 1 de octubre de 1931

*“Carnal psiquis”, recorte de prensa sin datos de identificación en el álbum del poeta, propiedad de Rosa
María Alcaraz Medina. // A juzgar por su diseño y tipografía, el recorte podría corresponder a la revista
Claridad, del ámbito magisterial, fundada el 1 de noviembre de 1931.
Labio Sediento. Poesía 97

TANATÓFILA*

¿A dónde irán los muertos presurosos


con sus tibias al aire, con sus ojos cavernosos,
con sus calvas orondas y abolida nariz?
Van pasando en tumulto, majestuosos y graves,
como pasan a veces silenciosas las aves
en busca de otros lares de una tierra feliz…

En sus cuencas, sin luz, un dolor muy profundo


se diluye en las sombras como interrogación,
para todas las dichas y miserias de un mundo
donde todos tuvieran su prisma de ilusión.

Honor, amor, riqueza y todo cuanto existe


en la vida, dejasteis por descifrar arcanos,
por eso hay en vuestro aspecto, una expresión muy triste
y el dinamismo ha huido de vuestras quietas manos

¡Cuántos hay que deambulan con el alma sin vida!


¡Cuántos hombres llevan en su faz un capuz,
y que exhiben estigmas de una casta vencida
y en su escudo una tumba y una antorcha sin luz!

¿A dónde irán los muertos, moradores fatales


de los limbos augustos y espacios inmortales
dejando solo lágrimas para el deudo infeliz?

Van pasando en tumulto, majestuosos y graves


como pasan a veces silenciosas las aves
en busca de otros lares de una tierra feliz…

*“Tanatófila”, en Ecos de la Costa, año VII, no. 214 (2 de noviembre de 1931), p. 1. // El poema se publicó
de forma póstuma en el mismo Ecos de la Costa, año VII, sin número (2 de noviembre de 1933), p. 1., pero,
equivocadamente, sin la tercera estrofa. // Los versos aparecen firmados con las siglas de J. G. A. en 1931,
y con el nombre completo de José G. Alcaraz, en 1933. // Para esta edición, se ha considerado la versión
completa del poema.
98 José G. Alcaraz

EN LA MANO QUE ES CAUSA...*

A la memoria de mi amigo
y compañero, profesor Carlos
Sevilla y R[ío]., muerto cuando
el fruto de su vida
comenzaba a madurar.

En la mano que es causa


de tu violenta pausa
en el largo camino,
donde escuchaste el trino de un divino
llamamiento de la vida,
se estacionó prendida
sobre todas las cosas,
la guirnalda de rosas
que tejió tu destino.

Veintitrés primaveras
con reflejo de luz en cristal,
veintitrés mariposas artistas
que libaron la miel del panal
y murieron sedientas de paz
sobre el blanco sendero
y a la luz de un lucero
primario y fugaz...

Una chispa divina y astral


sin el “corpus” –antiguo sayal–
luce rubia de sol y fragancia,
y es poesía cada rayo de tu alma
que se funde con el cosmos glacial
donde muérense tiempo y distancia
y no existen ni sombras ni mal.
Labio Sediento. Poesía 99

Por eso la parvada


de albas flores aladas
se posó lentamente
en los dedos divinos
de la mano que es causa
de tu violenta pausa
en el largo camino.

Colima, 4 de octubre de 1932

*“En la mano que es causa…”, en Ecos de la Costa, época II, año VII, no. 3 (3 de octubre de 1934), p. 2. //
El poema está dedicado al joven poeta Carlos Sevilla y Río [o del Río], quien falleciera en 1932, a la misma
edad que G. Alcaraz, pero un año antes.
100 José G. Alcaraz

TEMA TRIVIAL*

Una teoría de garzas: doce monjas beatíficas,


abaciales y blancas, con aspecto de tísicas,
con los cuellos repiten su interrogación,
y en su inmovilidad de vírgenes extáticas,
son como doce esfinges en actitud hierática
que nos plantean problemas para su solución.

La playa lisa y quieta, el sol rojizo muere;


la luna a opuesto lado un fondo azul prefiere
mientras el mar contempla el lírico paisaje.
Las garzas en sus líneas se esfuman y obscurecen,
y todos los colores mezclados reaparecen
en el azul violeta del último celaje.

El aire débil mueve las hierbas y las zarzas,


e invita al viaje lento al cónclave de garzas…

Alzan el vuelo todas como si fueran una,


pausadas, soñolientas, el ritmo siempre fiel;
parece que una mano despetaló un clavel
sobre la luz difusa de la Señora Luna…

Noche de maravilla, astros de sortilegio;


embrujamiento lírico de suave florilegio;
paisaje contemplado en quién sabe qué mar…
Garzas bajo la luna, blancas, leves y quietas,
vosotras sois mis versos y mis ansias secretas
que buscan en la noche un tema en qué soñar…

Colima, febrero de 1933

*“Tema trivial”, en El Informador, año XVI, no. 5562 (26 de febrero de 1933), p. 2. // El poema especifica
que se trata de una colaboración especial para El Informador y se acompaña de una fotografía de José G.
Alcaraz. // Un recorte de esta colaboración se encuentra en el álbum del poeta, propiedad de Rosa María
Alcaraz Medina, aunque sin fecha ni página de la fuente.
Labio Sediento. Poesía 101

ESTATUA*

Surgiste leve y ágil en el lloro


de los viejos cipreses junto al muro,
Madame Tristeza humedeció el oscuro
antifaz de terciopelo negro y oro.

La visión de tu cuerpo en el decoro


silente del jardín florido y puro,
se hizo una estatua sobre mármol duro
que bañó el surtidor multicoloro.

Llorando luego la esperanza muerta


de volverte a encontrar sobre la incierta
ruta de nuestras vidas intranquilas,
vi agitarse el recorte de tu sombra,
y asomarse al joyel de tus pupilas
dos perlas que rodaron por la alfombra.

*“Estatua”, en Ecos de la Costa, año V, no. 292 (26 de febrero de 1933), p. 5. // El poema se publicó también
en El informador, año XV, no. 5618 (23 de abril de 1933,), p. 2, como parte de “Tres sonetos” (los otros
poemas son “Suicidio” y “Soñando”). El mismo texto aparece de nuevo en Ecos de la Costa, año XX, no.
71 [sic] (14 de agosto de 1948), p. 2, y en Rigoberto López Rivera, Antología poética colimense, Colima,
Universidad de Colima, Ayuntamiento Constitucional de Colima, 1991 [1965], p. 43. // En las ediciones
de este poema no hay variantes; el autor las firma siempre de igual modo.
102 José G. Alcaraz

ASHAVERUS*

Sobre el grueso cayado, todas sus laxitudes


apoya el peregrino: Ashaverus maldito,
que vagabundo ha visto todas las latitudes
y el plural horizonte del azul infinito.

Todos, todos los vientos azotaron sus ojos


y sobre las sendas largas va dejando sus huellas;
le han visto caminar los crepúsculos rojos,
las auroras rosadas y las rubias estrellas.

Con su capa caída y su astrosa figura,


(encorvada su espalda, al aire la melena)
parece algún espíritu poseso de locura
que arrastra por el mundo su desdén y su pena.

Andar, andar eternamente, y el tormento


de existir trashumante y nómada fatiga
pone en sus ojos mudos la sed del movimiento
sin que el agua le brinde ninguna mano amiga.

La obsesión es su guía, y el cansancio le fragua


el recuerdo fatal del pecado siniestro:
cuando negose a dar una calabaza de agua
para la sed ardiente del divino Maestro…

Sin orientarse sigue y sin contar las horas


camina lentamente por montes y caminos:
le acompañan a veces las nubes desertoras
o una banda atrasada de pájaros marinos.

Candente un sol de fuego su vieja piel rescalda


y pone en su mirada la interna pesadumbre,
porque sabe que lleva sobre su tosca espalda
el peso del pecado de infausta muchedumbre.
Labio Sediento. Poesía 103

¡Oh símbolo del ansia, del movimiento eterno,


del dinamismo autor de síntesis grandiosas!
¡Oh, Ashaverus maldito! eres tú el hombre moderno
que descubrir anhela el alma de las cosas!

Eres de esta época el nervio prepotente,


la ambición que derrumba fronteras al pasar,
eres la nómada fuerza, eres ideal viviente
que ya no se detiene jamás a descansar…

¡Adelante! ¡A luchar siempre con ansias de


conquista!...
repleto el corazón de juventud tan fuerte
que en todos los lugares donde pongas tu vista
la vida te sonría mientras llega la muerte.

¡Oh Ashaverus simbólico!... por tu ejemplo


magnífico
hoy los hombres que purgan sus pecados mortales,
se redimen luchando por encontrar el mítico
señuelo de verdad que guardan sus ideales.

Mientras tus ojos tienen en la retina un mismo


paisaje ya cansado de tantas ediciones,
los hombres van siguiendo la luz de un espejismo
y atando los destinos con fuertes voliciones.

Cuentan que entre la sombra ese símbolo errante


ha pasado sonriente, sin fatiga y sin dolo;
que llevaba en sus manos una hoz deslumbrante,
caminando en silencio, emblemático y solo.

Todos, todos los vientos azotaron sus ojos,


y sobre las huellas nacieron los senderos,
lo vieron caminar los crepúsculos rojos,
las boreales auroras y los rubios luceros.

Colima, marzo de 1933

*“Ashverus”, recorte de la revista Cráter, sin fecha, ni página, en el álbum del poeta, propiedad de Rosa
María Alcaraz Medina.
104 José G. Alcaraz

CABALLERO DE LA FE*

Caballero de la fe, tu figura triste,


la llevo en mi alma por siempre escondida
de toda la carne que en el mundo existe
de Sanchos y rucios que van por la vida…

Yo también tengo clavada una idea


que se vuelve pena o transmuta en gozo.
Aprendí a adorar a nuestra Dulcinea:
Aldonza Lorenzo nacida en Toboso.

Yo en mis malandanzas, magro caballero,


llevé al egoísmo como un escudero
que dejome penas y causome asco.

Por eso hoy que niegan nuestro ensueño andante,


voy burlando burlas de Sansón Carrasco
al tardo pasillo de mi Rocinante.

Colima, septiembre de 1933

*“Caballero de la fe”, en El Informador, año LXI, no. 5793 (15 de octubre de 1933), p. 2. // Este poema
se publicó junto con “Mientras llueve”, cinco días después de la muerte del poeta; acompaña al texto una
fotografía del escritor y la siguiente nota: “Prof. José G. Alcaraz, exquisito poeta colimense asesinado en el
pueblo de Comala la noche del 12 del actual.” [N. E. debió decir 10 del actual].
LOS LABIOS DEL MONTE
ANÁHUAC*

“Somos de razas de águilas y raza de leones”


cantó Nervo el sublime poeta mexicano,
bélico orgullo que palpita en corazones
do corre ardiente sangre de águilas y leones,
engendro del belígero país americano.

¡Emporio de riqueza por muchos ensalzados!


son tus hijos altivos, de fiero corazón,
intrépidos guerreros de honor nunca manchado,
fanáticos al rito de su copal quemado
que ofrendan a sus dioses en bárbara oblación.

¡Salve! raza fuerte y altiva armada de macana,


pelambre recia y músculos de acero,
alma dormida y ojos de obsidiana,
espíritu guerrero cual era el de Cacama,
en el hogar es dulce y en el combate, fiero.

Yo vi la nobleza de nuestra muerta raza,


yo supe de sus guerras, yo supe de su amor,
yo estuve en los teocallis a la hora de la danza,
vi el choque salvaje, la fúnebre matanza,
animados al rítmico acento del tambor.

Pasaron y murieron cual pálidas estrellas


las décadas de oro al golpe del dolor;
lloraron por la patria perdida las doncellas
indómitos mexicas pelearon cual centellas
por tener limpia su frente de todo deshonor.

107
108 José G. Alcaraz

El noble león, escudo heroico del hispano,


y el águila potente que en México nació;
se unieron para siempre y dándose la mano,
brotó del maridaje sangriento del indiano
el cachorro mestizo del indio y español.

Y hoy por la senda feliz del progreso


caminan dos razas, las razas rivales
en tiempo de aztecas; mas hoy por el beso
del alma divina de un justo profeso,
con júbilo entonan mil cantos triunfales.

Colima, 15 de septiembre de 1926

*“Anáhuac”, recorte del periódico Ecos de la Costa, sin fecha ni página, en el álbum del poeta, propiedad de
Rosa María Alcaraz Medina. // El poema especifica que se trata de un texto “Para Ecos de la Costa”. // Los
versos iniciales aluden al poema “Águilas y leones”, de Amado Nervo, que exalta hondamente la condición
del mestizaje y la hispanidad.
Labio Sediento. Poesía 109

MARIACHI SENTIMENTAL

El gozo ingenuo y bello del rudo campesino,


pintado en los bocetos de <<Saturnino Herrán>>,
santifica el alma de todos los caminos
y glorifica a todos los que por ellos van…

Y a cada bordonazo que aquella mano arranca


de la guitarra triste, de raro acento humano,
yo pienso en almas nobles que se brindan con franca
actitud que renuncia el manjar de su mano.

El arpa entre las manos ansiosas del ranchero,


creadoras de la música del agitado <<son>>,
adquiere el prestigioso cantar de algún romero
que busca por el mundo la luz de una ilusión…

Mientras toca el mariachi sus canciones suaves,


que se enredan en todos los espíritus buenos,
la tristeza se torna en alegre <<jarabe>>
que baila una pareja de rancheros morenos.

En el rostro cetrino del indígena, existe


el sello primitivo de la tragedia cruenta;
por eso la alegría sobre su cara triste,
parece alguna exótica flor que la ornamenta.

Cuando veo bailar el <<jarabe>> o el <<son>>,


coreado por los gritos de los hombres en rueda,
siento que se me hace muy grande el corazón
y que canta para todos esta canción muy queda:

¡Pueblo mío que gozas y que me haces cantar


a tus risas, tus fiestas, tus flores y tus mozas!,
haz que sienta en mí, toda el ansia de amar
a esta patria que llevo coronada de rosas.
110 José G. Alcaraz

A través de la abulia de extranjero tormento,


formaba en mi locura la magia de un poema,
y siempre era mi pueblo el héroe de mi cuento
y el escenario obscuro, el palco de mi pena…

Pero ahora que canto y que bailo tus danzas


al compás de tu música sentimental,
se me puebla el anhelo de las mil esperanzas
y mis manos te ofrendan la esencia del ideal.

Que nunca muera el gozo de tu alma que es cual lumbre


de la hoguera de zarzas, cornucopia luz,
y que abrasarme pueda en ella, al llegar la cumbre
de los goces humildes de tu espíritu en cruz.

Coquimatlán, julio de 1929

*“Mariachi sentimental”, recorte del periódico Ecos de la Costa, sin fecha ni página, en el álbum del poeta,
propiedad de Rosa María Alcaraz Medina. // En el mismo álbum, se localiza un fragmento manuscrito
de “Mariachi sentimental”, con las seis primeras estrofas del poema, las cuales coinciden con la versión in
extenso publicada en Ecos de la Costa.
Labio Sediento. Poesía 111

LOS MISIONEROS

El mensaje que se hace grito y verbo redentores,


el dolor que ha macerado con sus hieles vuestras almas,
la abnegada mansedumbre de las mieles interiores
y el espíritu que se unge con los óleos de bondades
desgranando en el regazo de la noche mil luceros
y prendiendo la infinita gestación de los amores
en el vientre de las almas irredentas de los pueblos,
en la esencia de la vida que se ofrenda
en el altar de la patria que revive,
cual revive moribunda y roja tea;
es la mirra que se quema en pebeteros
que son almas que delinean nuestra senda;
es la vida de los hombres de la idea,
es la vida de los hombres misioneros.

¡Misioneros de la idea!: en vuestra palabra


encontramos en cincel que afina y labra
el amor que dentro canta;
encontramos el perfume saturado de la ciencia
suavizado dulcemente con el polen y la esencia
de una lírica flor santa…

Se perfila en vuestro espíritu la figura de <<Las Casas>>;


hay en vuestros actos el trasunto de la Historia,
y palpita como entraña que es un lábaro de gloria
el pendón sangrante y vivo de la heráldica victoria
con que supo el misionero ser el alma de dos razas.

Un amor en la acción y un fervor en el credo,


y una fe diamantina como vuestro denuedo
nos hacen recordar
que en nuestros patrios lares el misionero hispano
curó los latigazos al indio americano
y lo enseñó a rezar…

Pero hoy que se canta el himno de la gleba


y que el socialismo es faro que hacia el ideal os lleva
seguros de vencer,
los pueblos hacen ritos de nuevas religiones,
oficiando sobre el ara de las revoluciones
que van a florecer.
112 José G. Alcaraz

Si curaron heridas los misioneros clásicos


e inculcaron doctrinas en los indios hieráticos,
aliviando el dolor,
vosotros sois los nuevos taumaturgos videntes
que traéis evangelios que hablan a las gentes
de una patria mejor.
Saboreamos un dulzor cual delicia que se esconde;
comprendimos que la vida es un alma que responde
desde lo alto de una cruz;
derribamos monolitos carcomidos y maltrechos
y supimos convertir voluntades en derechos
y la sombra negra en luz…
Fue un puñado de astros bellos que vinieron de la altura,
a prender en el espíritu bello lampo de una albura
que vibrara en nuestro ser;
fue la nota desertora de algún treno moribundo
y la ignota clave de enigma de este mundo
en nuestra ansia de saber…
¿Oh Quijote visionario de este siglo claudicante!
¡Oh simbólico alter ego del divino Fray de Gante!,
inmortal e inmenso al par,
cuando dejes esta tierra donde fuiste nuestro hermano,
no te olvides que el escudo de Colima es una mano
en actitud de dar…
Y os damos las primicias del amor que se agiganta,
y os damos un adiós con un nudo en la garganta
que nos hace no llorar…
Mientras tanto en los poblados donde fuisteis sembradores,
multitudes os bendicen levantando los fulgores
de una antorcha espiritual.

Colima, 26 de abril de 1931

*“Los misioneros”, recorte del periódico Ecos de la Costa, sin fecha ni página, en el álbum del poeta, propiedad
de Rosa María Alcaraz Medina. // Un segundo recorte de prensa, en el álbum del poeta, podría tratarse de una
publicación nacional, de carácter pedagógico, a juzgar por esta presentación que se hace del poeta: “Damos a
conocer a los maestros rurales de todo el país, dos bellas composiciones del profesor José G. Alcaraz, hijo de
la Escuela Normal de Colima. El joven autor de estas composiciones se ha entregado con ardor envidiable al
servicio de su profesión, y durante varios años ha estado luchando en la escuela del campo, la modesta escuela
rural, para poner su grano de arena en la obra de la Revolución. El profesor Alcaraz forma parte de un grupo
de colimenses jóvenes, en donde se representan las esperanzas de su estado y en donde el magisterio nacional
puede ser un firme punto de apoyo para la realización de sus ideas.” En el mismo recorte, a manera de nota
final, se lee: “Esta poesía fue declamada por su autor, el día 26 de abril de 1931, en el festival que se verificó
con motivo de la clausura de los trabajos del Instituto Social que condujo en el pueblo de Cuauhtémoc, [Co-
lima], la Misión Cultural que dirige el Prof. Miguel Leal, y en la que figuran los maestros misioneros Manuel
Esquivel, Ignacio Acosta, José I. Tapia, Agustín Estrada M., Juan Bermejo y la señora Sara Valero de Marines.”
Labio Sediento. Poesía 113

LA COSECHA*

Se ríen las mazorcas con dientes de perlas


hacinadas en el rincón de la casa,
y se ríe el campesino porque al verlas
piensa en el cansancio que pasa
dejando tras la ruda y gran faena
un montón de maíz y de frijol
que se secan diariamente a la hora buena
en que fulgura con ardor el sol.

No resultó fallida la esperanza


de obtener una cosecha ventajosa,
pues en la era se asolea la granza,
y canta el campesino una amorosa
canción que habla de fugas y de amantes,
mientras el aire limpia de zacate el grano,
y un agrarista de color cetrino
lleva en su fuerte y sudorosa mano
una hoz simbólica y tajante
que brilla fieramente en el camino.

[Sin lugar ni fecha de escritura]

*“La cosecha”, en Ecos de la Costa, año IV, no. 193 (19 de julio de 1931), p. 5. // El poema se publicó junto
con “El sembrador”, de temática campesina.
114 José G. Alcaraz

EL SEMBRADOR*

Va por en medio del surco arrojando


la simiente mezclada con su fe
desgranando en la tierra resignada
estrellas que sepulta con su pie.

Delante de él la yunta muge queda


fingiendo un sonsonete de acordeón,
mientras el indio siente que es de seda
la tierra que le brinda el corazón.

Rojo el sol en el poniente apaga


la postrera luz de su carrera diaria
y pone en los cristales del jagüey
una sangrante y movediza llaga
que en la penumbra triste y solitaria
franciscanamente la acaricia un buey.

Con el último surco de este día


termina la ruda faena campal,
y al salir de sus manos la simiente,
es un dios que renuncia mansamente
al manjar que entre risas y alegrías
brinda a los hombres que le pagan mal…

[Sin lugar ni fecha de escritura]

*“El sembrador”, en Ecos de la Costa, año IV, no. 193 (19 de julio de 1931), p. 5. // Este poema, publicado
de forma conjunta con “La cosecha”, se vincula temáticamente hablando con la serie de prosas poéticas
publicadas bajo el denominativo de Los labios del monte en Ecos de la Costa, año II, no. 101 (29 de sep-
tiembre de 1929), p. 3.
Labio Sediento. Poesía 115

CANTO A COLIMA*

Formé mi canto,
tierruca mía,
poniendo un tanto
de tu armonía
amalgamada
con los colores de tu alborada,
con la hermosura de tus mujeres
que fue copiada
de tus maravillosos atardeceres
y del encanto
de tus palmeras
que son cimeras
o esmeraldas prendidas con alfileres.

Eres una muchacha tropical


que sabe ser ingenua y ser sensual
por gracia del dios Amor,
y en tus lágrimas tienes un dolor
que tu mismo calor
transformará en pirámides de sal.

Ambiente claro de la mañana,


eres mirada de virgen temprana
con ansias del beso nupcial.

Y el sol galante desata su risa


y te hace un presente
de novia cursi y reciente:
la tosca acerina de la Piedra Lisa.

Colima:
sobre tu pecho de virgen grata
un vuelo de guirnaldas desbarata
en rumor de alas y sabor de pomas;
tus huertos y jardines traen los aromas
de mangos, naranjas y frescas uvas,
116 José G. Alcaraz

y de las palmas que hacen el vino


dulce que te tomas
cuando el tubero pregona <<tuubaa…>>

Mi tierra:
Tu símbolo encierra
toda la armonía de la simplicidad
en la compleja sencillez
de la dualidad
del color.
Tu símbolo es
un prisma rojiblanco de alfajor.

Tierruca mía:
formé mi canto
con el encanto
de tu alegría
y es mi canción
como un devoto
exvoto
del corazón.

Colima, 11 de julio de 1932

*“Canto a Colima”, en Ecos de la Costa, año V, no. 260 (17 de julio de 1932), p. 7. // En el álbum del poeta,
propiedad de Rosa María Alcaraz Medina, se encuentra el mecanoescrito del poema, con correcciones a lá-
piz, firmado de puño y letra por José G. Alcaraz. Estas correcciones fueron incorporadas a la versión publi-
cada de forma póstuma en Ecos de la Costa, época III, año XXV, no. 1071 (1 de noviembre de 1952), p. 14.
Labio Sediento. Poesía 117

A mis compañeros en la Misión Cultural Especial,


que condujo a los Institutos Educativos Sociales
en los pueblos de Coquimatlán,
Cuauhtémoc e Ixtlahuacán. Fraternalmente.

DOMINGO

Una acuarela llena de colores vivos es el domingo de mi pueblo…


Sol ha salido hoy más luciente. El mariachi ha estilizado sus notas que parecen repro-
ducidas por la garganta del viento, por lo precisas y claras.
En mi interior también es domingo y hay fiesta del “yo”…
Las campanas de la inconclusa iglesita llaman insistentemente a misa segunda.
Las muchachas van llegando poco a poco, ataviadas con sus mejores vestidos, largos,
como hábitos monjiles, y casi siempre de un color solo: rosas, negros, azules, rojos,
amarillos. Pronto se escucha el rumor de la oración ingenua…
Los rancheros lucen su cotón y su clásico calzón de blanca manta. En la cintu-
ra, el ceñidor pone su nota roja y allí se disimula el arma inseparable.
A la salida del templo, las mozas y los jóvenes crean sobre la calle, el motivo de
una estampa digna de un pintor sentimental.
Cerca del pequeño jardincillo, la fuente pública alza su grueso brocal de piedra
sin labrar. Allí van las aguadoras, saturadas de leyendas, con el cántaro al hombro a
llenarlo a la fuente.
Una púber morena, se inclina graciosamente y ve retratada su belleza triun-
fal, delineada por el corpiño mojado que, atrevido, se pega a los senos vírgenes de la
hembra joven. Ella toma una parte del pasional corpiño y lo retira con un mohín de
gracia natural…
Algunas “samaritanas” dejan en su pelo rizado el adorno de diamantes que les
fingen las gotas de agua.
Después de llenar la vasija lentamente, con paso rítmico, se van alejando con
sus cántaros indígenas al hombro que se nos antojan ánforas orientales o redomas
exóticas de un lejano país…
El chorro de la fuente es un solo monótono y sin fin “que acompañan en su
ocarina amorosa, las ranas”.
Las aguadoras pronto desaparecen entre la multitud que sale de la “Casa de
Dios”…
En el jardín, el mariachi toca “El Cihualteco”.

*“Domingo”, en Ecos de la Costa, año II, no. 101, 29 de septiembre de 1929, p. 3. // Esta prosa poética apareció
junto con otras cuatro (“Cruces”, “La lluvia”, “El camino” y “El caserío”) dentro de la serie Los labios del monte.
118 José G. Alcaraz

CRUCES*

Cada pueblo visitado recientemente, nos brindó los brazos abiertos del signo crucial…
En el altozano, en la cumbre de la loma o en la falda de la montaña se halla
enclavada grande cruz, de madera o hierro.
El pueblo venera la cruz y tiene fe en su protección ultraterrena. Por eso los
campesinos van hacia la altura y visitan el sitio para ellos sagrado.
Manojillos de flores, campanas cortadas a la vera del camino o aliñadas en el
hogar, adornan el pedestal terroso de la cruz vacía. A trechos nacen trepadoras yedras
que la abrazan…
Al amparo de estas cruces el viajero toma su descanso y cree en la divinidad
del signo.
Algunas están amparadas por sencillo toldo hecho de hierbas silvestres, a otras
una como hornacina hecha de madera fuerte las cubre de la intemperie. Pero hay
algunas que abren sus brazos bajo el cielo profundo, huérfano de nubes.
En las tardes, cuando el crepúsculo es una herida sangrante, la silueta de la cruz
en la ladera del monte, alcanza proporciones de leyenda.
Por la noche, cuando queda sola, pienso que los malos espíritus sacrifican al
Cristo de la Revolución sobre el ara enflorada de los pueblos tristes…

*“Cruces”, en Ecos de la Costa, año II, no. 101, 29 de septiembre de 1929, p. 3. // Esta prosa poética apa-
reció junto con otras cuatro (“Domingo”, “La lluvia”, “El camino” y “El caserío”) dentro de la serie Los
labios del monte.
Labio Sediento. Poesía 119

LA LLUVIA*

Se insinúa en el ambiente claro un olor sabroso a barro nuevo. El suelo se empapa de


gotitas menudas, platicadoras y efímeras.
En las aradas tierras, las gotas se hunden y se transforman en aliento casi hu-
mano. Poco a poco va subiendo un hálito que acaricia el rostro del campesino sembra-
dor. Este vaho caliente se torna pronto en dulce frescor de cántaro mojado.
El campo inútil del eriazo bebe las gotas de lluvia y añora la semilla lejana…
La contemplación del paisaje nos hace observar el sepelio de las gotas en las
entrañas de la tierra. Los responsos eléctricos se cantan en las catedrales de nubes y
solo llega a nosotros la sordina del trueno.

*“La lluvia” en Ecos de la Costa, año II, no. 101, 29 de septiembre de 1929, p. 3. // Esta prosa poética
apareció junto con otras cuatro (“Domingo”, “Cruces”, “El camino” y “El caserío”) dentro de la serie Los
labios del monte.
120 José G. Alcaraz

EL CAMINO*

Los detalles del sendero son intensamente subjetivos…


La vuelta del camino en la curva sinuosa y suave, delinea el capricho de una
interrogación al pasajero que va sobre ella. El caminante no puede responder a la
pregunta de la senda.
Cuántas veces al encontrarme con la bifurcación del camino, he comparado las
sendas gemelas de la “y” al arranque del árbol genealógico de mis sueños.
Se siente una delectación rara cuando nos hace titubear la indecisión y dete-
nernos para elegir el sendero nuestro… Mientras tanto, las sendas corren presurosas a
esconderse en el tupido arbolado de la selva.
A la hora del mediodía —mediodía aromático y caliente— la eterna banda
ocre tiene bajo el sol que la tuesta, un aspecto de listón blanco. De cuando en cuando
este listón se ensancha, se estrecha, le pone un collar a un bosquecillo o se baña en la
música de un arroyuelo.
Después sube por la falda escabrosa del cerro en forma de serpiente que pugna
por avanzar entre los peñascos hostiles.
Cuando caminamos… van oyendo de nuestra alma la lluvia de la senda, pen-
samientos, ilusiones y recuerdos. Y la zarza espinosa y rígida nos arrebata al pasar, el
resto de la última esperanza.
Allá en la lejanía, el camino es para mí una despedida infantil…

*“El camino”, en Ecos de la Costa, año II, no. 101, 29 de septiembre de 1929, p. 3. // Esta prosa poética
apareció junto con otras cuatro (“Domingo”, “Cruces”, “La lluvia” y “El caserío”) dentro de la serie Los
labios del monte.
Labio Sediento. Poesía 121

EL CASERÍO*

Al vencer la falda de una loma, el caserío se ofrece a nuestra vista que inquiere. Hay
un deseo de observar el conjunto de sencillas viviendas.
En ellas habitan hombres, mujeres y niños, todos humildes y pobres. Tienen
las casas un sello de confianza que pronto se transmite al viajero. El caserío es acogedor
y risueño y al encontrarse en él se siente como si se entrase a una gran casa.
De “pajarete” están hechas las casitas y por eso nos parecen jaulas habitadas
por pájaros libres.
En el caserío nunca se encuentra cerrada la puerta al pasajero y siempre hay en
la ventanilla de palo una maceta florida.
Blancas y sinceras, el caserío me recuerda una banda de palomas sesteando a
la hora cenital.
Cuando vivo en el caserío de los indígenas el alma se me torna buena.

*“El caserío”, en Ecos de la Costa, año II, no. 101, 29 de septiembre de 1929, p. 3. Esta prosa poética apareció
junto con otras cuatro (“Domingo”, “Cruces”, “La lluvia” y “Camino”) dentro de la serie Los labios del monte.
ADA AURORA SÁNCHEZ

Doctora en Letras Modernas por la Universidad Iberoamericana. Ha publi-


cado artículos de investigación, crónica, cuento y poesía. Entre otros libros,
ha dado a conocer en coautoría Terrena Cruz. Vida y obra de Agustín Santa
Cruz y, dentro de la colección Biblioteca Colima, Agustín Santa Cruz. Obra
reunida, con edición y prólogo. Ha sido co-coordinadora de Hermenéutica y
recepción de la obra de arte literaria, Palabra que arde. Griselda Álvarez: vida,
política y literatura y Diálogos interdisciplinarios desde las ciencias sociales.
Es compiladora y prologuista de Oportet Illum Regnare. Urge que Él reine,
poesía de J. Jesús Trujillo, Veintidós poetas de Colima. Parota de sal, antolo-
gía, así como de Poesía reunida, de María Cristina Pérez Vizcaíno (este último
libro en colaboración con Vicente Preciado Zacarías).
Asimismo, es autora de Libros a escena. Textos de presentación a obras
de géneros diversos, Don Caralampio Caralimpia pasó por aquí, El pequeño
Cúrbit, Un deseo como llama urgente y Todo libro es una liebre.
Forma parte del Sistema Nacional de Investigadores y sus líneas prin-
cipales de investigación se relacionan con el rescate y estudio de la literatura
colimense del siglo XX, y con el análisis de autoras y autores mexicanos con-
temporáneos.
Es profesora-investigadora de la Facultad de Letras y Comunicación de
la Universidad de Colima.
ÍNDICE

Estudio preliminar ...................................................................................... 9


Nota editorial ........................................................................................... 31

YO HICE VERSOS
El día que te mueras ................................................................................. 37
Mi vida ..................................................................................................... 38
Vespertina ................................................................................................ 39
Yo hice versos ........................................................................................... 40
Ofrenda .................................................................................................... 43
Amor (a solas con mi alma) ...................................................................... 45
Bésame ..................................................................................................... 48
Caravana .................................................................................................. 49
Manos ...................................................................................................... 50
Canción vernal ......................................................................................... 52
Labio sediento .......................................................................................... 55
Párvulo amor ........................................................................................... 56
Fantasía del recuerdo ................................................................................ 57
Guijas y estrellas ....................................................................................... 59
Este mi mal de amores .............................................................................. 60
Cuando llores a solas por tu amada ........................................................... 62
Acuarela ................................................................................................... 64
Suicidio .................................................................................................... 65
Soñando ................................................................................................... 66
Muchacha moderna .................................................................................. 67
Mientras llueve ......................................................................................... 69
FLAGELO ÍNTIMO
Un árbol .................................................................................................. 73
Plumaje psíquico ...................................................................................... 75
Spleen ...................................................................................................... 77
Año nuevo ................................................................................................ 79
Amiga mía ................................................................................................ 82
Hórridum somnium ................................................................................. 84
Vida ......................................................................................................... 87
El aviador Quijote .................................................................................... 90
Flagelo íntimo .......................................................................................... 92
Cuando dudes .......................................................................................... 93
Gracias te doy, Señor ................................................................................ 94
Lo gris de la vida ....................................................................................... 95
Carnal psiquis .......................................................................................... 96
Tanatófila ................................................................................................. 97
La mano que es causa ............................................................................... 98
Tema trivial .............................................................................................. 100
Estatua ..................................................................................................... 101
Ashaverus ................................................................................................ 102
Caballero de la fe ..................................................................................... 104

LOS LABIOS DEL MONTE


Anáhuac .................................................................................................. 107
Mariachi sentimental ............................................................................... 109
Los misioneros ......................................................................................... 111
La cosecha ................................................................................................ 113
El sembrador ............................................................................................ 114
Canto a Colima ........................................................................................ 115
Domingo ................................................................................................. 117
Cruces ..................................................................................................... 118
Lluvia ...................................................................................................... 119
El camino ................................................................................................. 120
El caserío .................................................................................................. 121
“José G. Alcaraz. Labio Sediento. Poesía. Edición, estudio preliminar y notas Ada Aurora Sánchez”,
fue editado en la Dirección General de Publicaciones de la Universidad de Colima, avenida
Universidad 333, Colima, Colima, México, www.ucol.mx. La edición digital se terminó en
octubre de 2021. En la composición tipográfica se utilizó la familia Adobe Garamond. El ta-
maño del libro es de 23 cm por 16.5 cm de ancho. Programa Editorial: Daniel Lorenzo Peláez
Carmona. Gestión Administrativa: María Inés Sandoval Venegas. Cuidado de la edición: Ada
Aurora Sánchez Peña. Diseño de interiores y portada: José Luis Ramírez Moreno.
La BIBLIOTECA COLIMA busca reunir en una sola colección los libros
más relevantes de la cultura colimense. Rescatar las joyas bibliográficas,
reeditar las ediciones agotadas y dar espacio a nuevas obras. La Universi-
dad de Colima asume así la tarea de difundir los mejores textos sobre
Colima.
ab
De la trágica figura del poeta colimense José G. Alcaraz (1909-1933), asesinado a los
veinticuatro años a las afueras de la escuela primaria en que se desempeñaba como
director, poco, hasta antes de Labio sediento. Poesía, se había revelado de las vertientes
de su obra poética y de su biografía en general. Pese a que en su juventud fue un persona-
je apreciado por sus dotes literarias y su presencia en la vida cultural del momento, su
trabajo poético quedó disperso y oculto en periódicos y revistas regionales, en su mayo-
ría, al cabo de los años. De ahí que fuese más que necesario rescatarlo y editarlo a fin de
propiciar su relectura y aprecio entre las nuevas generaciones.
Labio sediento. Poesía, cuyo título corresponde al de un poema de G. Alcaraz,
recupera versos escritos entre 1925 y 1933, por quien fuera, también, un destacado
profesor y periodista.
A través del estudio preliminar de este libro, es posible reconocer las líneas temáticas
del joven poeta, orientadas hacia el amor nostálgico y herido, la reflexión sobre la muerte
y la contemplación del paisaje y la vida del campo. Poesía febril, intensa, invoca el ansia
de la comunión amorosa, la palabra y la satisfacción de una sed metafísica.
Labio sediento. Poesía muestra el filón literario, luminoso, de un talento limitado,
a temprana edad, por la muerte, y, no obstante, ávido de encontrar lectores y lectoras.

isbn:978-607-8814-05-3

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