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Biblioteca

Fernando Tola de Habich,


un recorrido de tinta y papel
por nuestro legado histórico
APOYO AL DESARROLLO DE ARCHIVOS CONSEJO ESTATAL PARA LA CULTURA
Y BIBLIOTECAS DE MÉXICO, A.C. (Adabi) Y LAS ARTES DE PUEBLA (Cecap)

María Isabel Grañén Porrúa Jorge Alberto Lozoya Legorreta


Presidencia Secretario Ejecutivo

Stella María González Cicero Sergio Andrés Ortiz Morales


Dirección Coordinación General de Promoción
Artística
Amanda Rosales Bada
Subdirección Elvia Acosta Zamora
Coordinación del Proyecto
Elvia Carreño Velázquez
Coordinación de Bibliotecas Mónica A. Rosales Salazar
y Libro Antiguo Evelyn Lilian Huitron
Asesoría Graciela Acosta Zamora
Georgina A. Moctezuma Ruiz
María Cristina Pérez Castillo Maya Cervantes M.
Coordinación de Publicaciones María Andrea Valeria Ramírez
Analistas
Biblioteca
Fernando Tola de Habich,
un recorrido de tinta y papel
por nuestro legado histórico

Elvia Carreño Velázquez


Carreño Velázquez, Elvia
Biblioteca Fernando Tola de Habich, un recorrido de tinta y papel por nuestro legado históri-
co, México: Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México, A. C., 2015.

48 pp. : ils. ; 18.5 x 26 cms

I. Bibliotecas de México - Historia.


II. Literatura mexicana - Siglo xx - Historia y crítica.

Primera edición, julio de 2015


© Apoyo al Desarrollo de Archivos
y Bibliotecas de México, A. C.
www.adabi.org.mx

Rosa María García Hernández


Diseño

Miguel Ángel Romero Cora


Corrección de estilo

Prohibida la reproducción total o parcial sin permiso


escrito del titular de los derechos.

Derechos reservados conforme a la ley.


Impreso en México
ÍNDICE

Presentación 7

Introducción 9

Biblioteca 15
El poseedor 15
El autor 19
El editor 30
El acervo 36
Características 38
Particularidades 40

Conclusiones 45

Bibliografía 47
PRESENTACIÓN

L
a Biblioteca Fernando Tola de Habich muestra el interés del Gobier-
no del Estado de Puebla por preservar su memoria escrita. Entre las
diversas causas está el fomentar la identidad, entendiendo por ella,
el conjunto de rasgos propios de un individuo o de una comunidad que lo
caracterizan y distinguen; a ello se une el derecho que tiene toda persona a
conocer su pasado para defender su historia. Y es aquí en donde las biblio-
tecas se encuentran como una fuerte cadena que une el ayer con el ahora,
es decir, conocer qué pasó, para comprender cómo somos.
Ante tal realidad, Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de
México, A.C. (Adabi) se sumó a esa noble causa y, junto con el Consejo
Estatal para la Cultura y las Artes de Puebla (Cecap), emprendió el pro-
yecto denominado Catalogación de la Biblioteca Fernando Tola de Habich,
cuyo objetivo final es poner al servicio de la comunidad la consulta de los
libros que la forman.
Como toda biblioteca, la que perteneció a Fernando Tola de Habich
también tiene su historia, que se remonta al año 2002, cuando el Estado de
Puebla la adquirió. Luego se creó un espacio ex professo, que reúne las ca-
racterísticas para garantizar su preservación, conservación y consulta, pues
además de que el lugar se acondicionó, se adquirieron controles de humedad,
temperatura y luz; de igual manera, la estantería y los contenedores fueron
hechos y pensados para los materiales del acervo.
Finalmente, en el año 2013, como la cereza del pastel, vino la cataloga-
ción, la cual contempló el registro de los libros, revistas, folletos, discos,
tarjetas, prospectos editoriales, etc.; así como la implantación del sistema
siabuc para su consulta, misma que se puede hacer a través del Catálogo
de Fondos Bibliográficos Antiguos de Adabi y con el disco que acompaña
la publicación que aquí se presenta.
El trabajo que ahora sale a la luz, es el resultado de un conjunto de
acciones y buenas voluntades, cuyo propósito fundamental es contribuir a
resaltar la riqueza histórica e intelectual de México que se halla en la Biblio-
teca Fernando Tola de Habich.

7
La estructura que se ha seguido se divide en dos partes. En primer lugar
se encuentra un estudio, en donde se analizó la bibliografía del maestro
Tola para explicar la presencia de los diversos materiales que forman la
biblioteca, su especialidad y su valor, pues si algo distingue a este acervo es
poseer primeras ediciones, tirajes únicos o escasos, al igual que las diversas
impresiones que determinada obra ha tenido y que manifiestan sus cam-
bios; esto, aunque obedece a los afanes filológicos, explica también la labor
editorial de don Fernando Tola de Habich, dedicada a las letras mexicanas.
Posteriormente, se tratan las obras que escribió y editó, en seguida cómo
está conformado el acervo y, finalmente, los proyectos para la cataloga-
ción de las obras y el registro de los testigos bibliográficos que el maestro
Tola dejó dentro de los libros.
En segundo lugar se encuentra el catálogo con los registros de los 41 350
volúmenes que posee la biblioteca, de los cuales 38 601 son libros y 2 751
publicaciones periódicas. Asimismo, se halla el registro de los testigos, que
son elementos externos que, si bien no pertenecen a la edición propia del
libro, contextualizan la información del ejemplar donde fue colocado, en-
riqueciendo con ello el contenido y valor histórico de la obra; en otras pa-
labras, son huellas que los lectores dejan dentro de los libros y que de algún
modo poseen su propia historia o generan nuevos relatos. No obstante,
para el caso de la Biblioteca Fernando Tola de Habich permiten descubrir
sus facetas como editor e investigador, al igual que sus relaciones intelec-
tuales con importantes personajes.

8 Biblioteca Fernando Tola de Habich


INTRODUCCIÓN

L
a Biblioteca Fernando Tola de Habich es uno de los acervos biblio-
gráficos más originales e importantes que posee el país, debido a
que en ésta se resguarda la bibliografía que ha servido para casi
todas las investigaciones que, sobre la literatura mexicana de los siglos
xix y xx, se han realizado en México. Ejemplo de ello son la multitud de
agradecimientos y referencias que existen en las publicaciones impresas y
digitales. Belem Clark, Elisa García Barragán, Vicente Quirarte, José Luis
Martínez, Miguel Ángel Castro, Oscar Mata, Fernando Curiel, etcétera,
son algunos de los que encabezan la lista. Junto con ellos, Fernando Tola de
Habich emprendió la colección universitaria “Al siglo xix. Ida y regreso”.
“Al siglo xix. Ida y regreso” remite la doble idea del viaje: de ida, son
las investigaciones de nuestro tiempo que versan sobre la citada época; de
regreso, aquellas obras aparecidas en el siglo xix que, por diversas razones,
no han sido reeditadas o resultan de difícil acceso. Esta colección pretende
explicar ese siglo fundacional de lo mexicano con obras que dan un pano-
rama del acontecer nacional en todos los órdenes: la literatura, la historia,
la jurisprudencia, el urbanismo y las costumbres de nuestros antepasados
más próximos. Sus títulos muestran la variedad de temas y estudios que
se han manejado en esta colección y ponen en claro el valor cultural de la
biblioteca formada por Fernando Tola de Habich.
Conscientes de ello, Adabi y el Cecap se comprometieron en el año
2012 a realizar el Proyecto de Catalogación de la Biblioteca Fernando Tola
de Habich, con los objetivos de preservarla y difundirla, así como el de
sacar a la luz algunas particularidades de la biblioteca como son: el posee-
dor, el autor y el editor; con dos propósitos, primero explicar el número de
existencias y el orden de los libros de acuerdo a su ubicación dentro de la
misma; segundo, mostrar su valor cuantitativo y cualitativo, porque ella es
un microcosmos donde fluyen ideas que en conjunto muestran y ofrecen,
como en ningún otro lugar, el patrimonio bibliográfico mexicano más im-
portante de los siglos xix y principios del xx.

9
Con estas acciones se rescata la literatura nacional escrita en español por
plumas coterráneas, cuyos testimonios constituyen, sin lugar a dudas, un
pa­norama completo de la historia, la lengua, ideales, costumbres genuinas
y gustos de lo que ahora se llama México. Las producciones de esta época y
sus resultados directos e indirectos influyeron en la literatura contemporá-
nea. Además, lo efímero de los textos, el bajo número de sus tirajes y la ar-
dua labor del maestro Tola de Habich por reunir­los, ordenarlos, estudiarlos
y reproducirlos incrementa el valor cultural de la biblioteca que ahora lleva
su nombre.

10 Biblioteca Fernando Tola de Habich


Ex libris del maestro Fernando Tola de Habich

Introducción 11
12 Biblioteca Fernando Tola de Habich
Biblioteca 13
BIBLIOTECA

El poseedor

L
as bibliotecas son los espacios destinados a contener y transmitir
el saber. Son la expresión cultural de una sociedad o de un hombre.
Cada individuo ha construido su biblioteca según su visión del
universo, creando así un mundo que refleja sus aspiraciones y el modelo
cultural que desea tener.
El orden que le da a los libros, la temática, las ediciones que compra,
los formatos, etcétera, no son caprichos sino necesidades personales del
poseedor que cubren sus aspiraciones: la formación y el gozo; con ello
los libros cumplen una función social y sus contenidos resultan simbólicos.
Esto, en consecuencia, crea la especialización de un acervo y le imprime
un valor, porque el entramado de asociaciones que involucra a la colec-
ción la convierte en un reflejo de su dueño y del momento en que vivió
e hizo el acervo. Debido a que su formador, el maestro Fernando Tola,
trazó como guía de erudito explorador, el camino que el lector visitante
debía seguir, éste difícilmente tropezará; al contrario, encontrará con
facilidad lo que desea, superando en la mayoría de las veces la aspiración
y la necesidad de conocer. Todo esto se halla en la Biblioteca Fernando
Tola de Habich, y para comprenderlo, conviene citar las palabras de Vi-
cente Quirarte, quien siendo director de la Biblioteca Nacional de Mé-
xico y al presentar el primer título de la serie literaria “Al siglo xix. Ida
y regreso”1 editada por la Universidad Nacional Autónoma de México
(unam), lo define como:

un hombre que ha sabido cosechar esperanza, comprometido con el estu-


dio y el ejercicio de la literatura mexicana; un ser que ha dejado una huella
de congruencia, respeto y talento para analizar y rescatar aquellas letras y

 El texto fue leído en el año 2004, aunque la colección inició en 1985 y tuvo como resultados ocho
1

títulos en 12 libros (véase producción bibliográfica de Fernando Tola).

15
autores que dieron origen a la literatura nacional y trascendieron a toda La-
tinoamérica; constructor de un fragmento propio de la historia de México.
Él es Fernando Tola de Habich. Si las letras decimonónicas han logrado un
desarrollo importante y han despuntado en el ámbito de las humanidades,
se debe a los aciertos concretados por intelectuales como el maestro Tola,
a quien su pasión lo llevó a crear una de las mejores bibliotecas del país,
visitada por José Luis Martínez, Fernando Curiel, José G. Moreno de Alba y
Gabriel Zaid, entre otros. Su casa que es su biblioteca la hizo, como el siglo
que adora, un centro de estudios e inspirador a partir del cual numerosos
escritores le debemos la consulta y el palpar de aquel libro, folleto o revista
que creíamos inexistentes; sus consejos y opiniones enriquecen, enamoran e
instruyen a quien lo escucha. Tlahuapan desde la década de los 70 se volvió
un centro operador.

Sin duda, ello es así, porque Fernando Tola de Habich, pese a su origen
peruano y a su formación profesional en Lima y Madrid, ha estado involu-
crado en el desarrollo literario de México a través de diferentes vertientes,
ya que en el campo académico dictó varias conferencias en la unam y en la
Universidad Autónoma Metropolitana (uam) sobre autores, libros y revistas
literarias del siglo xix.
En el ámbito laboral fue director general de Distribuciones Enlace
Mexicana, editor de Premià Editora de libros; así como, consejero editorial
en Factoría Ediciones y en la Coordinación de Humanidades de la unam.
En la investigación se ha consagrado al estudio de la literatura mexicana del
siglo xix, habiendo publicado ediciones universitarias de autores olvidados
de la época, facsimilares de revistas casi desconocidas, antologías temáticas
y colecciones de rescate literario, como La red de Jonás y La Matraca, rea-
lizada en coedición con la Secretaría de Educación Pública y después con
Bellas Artes por iniciativa de la doctora Margo Glantz.
De igual manera, ha dedicado más de 12 años a los estudios literarios
de la Revolución Mexicana, gracias a lo cual en el 2013 dio a luz Biblio-
grafía literaria de la Revolución Mexicana, considerada la más completa
en la actualidad. También participa en columnas literarias de periódi-
cos y revistas, tanto de literatura como de política; tales son los casos de
los diarios Uno más uno; Excélsior y Reforma; en revistas como la de la
unam y Letras Libres. Cabe señalar que su paso como jefe de redacción
de J. Walter Thompson y de 7 Días de Perú y el mundo, al igual que en La

16 Biblioteca Fernando Tola de Habich


Prensa, le permitieron co­nocer el mundo editorial, por lo cual Fernando
Tola no sólo escribió, sino también publicó diversas obras en las cuales
colaboró como investigador, dictaminador y editor, obteniendo premios
como el Gavidia en España (1961), el Nacional de poesía del Perú (1970)
y el de Juchitán del Estado de Tabasco en México (1997). Asimismo, la
Secretaría de Cultura del Estado de Puebla le otorgó dos años seguidos
reconocimientos por su actividad literaria (2000-2001), pues gracias a él
se obtuvieron las obras completas de insignes poblanos como José Joa-
quín Pesado y José María Lafragua.
Todo ello, sin duda, es muestra del desarrollo intelectual de Fernan-
do Tola, su paso por México no se queda en lo personal, sino que tras-
ciende hacia la sociedad y al país mismo. Sus ideas están patentes en sus
obras, que na­cieron, se desarrollaron y fueron escritas con el acopio y la
consulta de los libros de su biblioteca, entre ellas se encuentran:

• Canción de amor, poema, Perú, Kama Sutra, 1968.


• Lulú la meona, poema, México, Premià Editora de Libros, 1977.
• Los balcones, cuentos, México, Premià Editora de Libros, 1989.
•L  os españoles y el boom, entrevistas con Patricia Grieve, Venezuela,
Tiempo Nuevo, 1972.
• Ejercicio sobre la estupidez, panfleto, México, edición privada, 1992.
•É  tica para el bichorro, ensayo, México, Factoría Ediciones, edición es-
pañola en 1994 por Libertarias / Prodhufi en 1993.
• Museo Literario, artículos, investigación, notas, México, Premià Edi-
tora de Libros, 1984-1990, 3 t.
•H  omenaje a Ignacio Manuel Altamirano, facsímil, México, Premià
Editora de Libros, 1984.
• S átiros y amores de Ricardo Gómez Robelo, facsímil, México, Premiá
Editora de Libros, 1984.
•Narraciones, confidencias y otros textos, de Alberto Michel, México,
Universidad Autónoma de Chapingo, 1985.
• Ángel de Campo, Micros: Las Rulfo y otros chismes del barrio, recopila-
ción, México, Universidad Autónoma Metropolitana, 1985.
•G  utiérrez Nájera y el amor por los niños, antología temática, México,
Secretaría de Educación Pública, 1986.
•O  bras poéticas de Fernando Calderón, facsímil, México, Universidad
Autónoma de Zacatecas, 1984.

Biblioteca 17
•A  lgunas consideraciones sobre la literatura mexicana de José María Vi-
gil, México, Universidad Nacional Autónoma de México (unam), 1986.
• Poesía de Manuel Carpio, México, Universidad Veracruzana, 1987.
•O  bras de Ignacio Rodríguez Galván, facsímil, México, unam, 1994, 2 t.
•E  l Año Nuevo (1836-1837-1838-1839), facsímil, México, unam,
1997, 4 t.
•E  stelas y bosquejos de Dolores Correa Zapata, facsímil, México, Uni-
versidad Juárez Autónoma de Tabasco, 1997.
•L  as Aztecas de José Joaquín Pesado, México, Factoría Ediciones, 1998.
•P  oemas rústicos de Manuel José Othón, facsímil, México, Factoría
Ediciones, 1999.
•C  artucho de Nellie Campobello, México, Factoría Ediciones, 1999.
• ¡ Vámonos con Pancho Villa! de Rafael F. Muñoz, México, Factoría Edi-
ciones, 2000.
•O  bras de José María Lafragua, México, Secretaría de Cultura del Go-
bierno del Estado de Puebla, 2000, 2 t.
•O  bras de José Joaquín Pesado, facsímil, México, unam, 2001, 2 t.
•L  a crítica de la literatura mexicana en el Siglo xix, antología temática,
México, Universidad de Colima, 1987.
• Poemas dispersos de Manuel Gutiérrez Nájera, México, unam, 1988.
• Cuento fantástico mexicano (siglo xix) de Ángel Muñoz Fernández,
México, Factoría Ediciones, 2005.
• J ugando con el amor de Guy de Maupassant, México, Factoría Edicio-
nes, 2000.
•B  artleby de Herman Melville, México, Axial, 2008.
• El Horla de Guy de Maupassant, México, Axial, 2008.
• ¿Qué fue eso? de Fritz-James O’Brien, México, Axial, 2008.
•L  a marquesa de O de Heinrich von Kleist, México, Axial, 2008.
•E  l alienista de Joaquín Machado de Assis, México, Axial, 2008.
•R  elación de la Conquista de México de Andrés de Tapia, México,
Axial, 2008.
• Viy de Nikolai Gogol, México, Axial, 2008.
•V  anina Vanini de Stendhal, México, Axial, 2008.
• Los Cenci de Stendhal, México, Axial, 2008.
• Yucatán. El segundo descubrimiento, México, Factoría Ediciones, 2008.
•B  ibliografía de la Revolución Mexicana, México, Factoría Ediciones,
2009-2013.

18 Biblioteca Fernando Tola de Habich


La producción bibliográfica de Tola de Habich da un panorama de sus
líneas de investigación y especialización, su pluma se ha hecho su porta-
voz y sus temas espejo de sus preocupaciones y propuestas por mostrar la
importancia literaria de México y su influencia en América. El grueso de
sus estudios sobre el siglo xix lo conforma la literatura mexicana; pero,
como buen investigador, Tola de Habich ha viajado hasta los inicios, por
lo que no le es ajeno analizar las letras escritas durante la Conquista y
el Virreinato; continuar con el siglo xix y profundizar en la Revolución
Mexicana. Hoy en día, sus ediciones son altamente solicitadas, de acuer-
do con las aportaciones e innovaciones que otorgan sus prólogos, notas y
recopilaciones, pues en ellas y por los libros de su biblioteca, se encuen-
tran textos desconocidos o poco accesibles, a esto se suma el estudio que
el maestro Tola de Habich hace sobre la autenticidad, el lenguaje y el
tiraje de cada texto. Por ello, en el año 2000, cuando él mismo anunció el
cambio de su residencia a Moia, España, personajes como Carlos Slim,
Guillermo Tovar y de Teresa, Fernando Álvarez del Castillo y Pedro Án-
gel Palau insistieron en la adquisición de su biblioteca, la cual, finalmen-
te, en el 2002, quedó a cargo del Gobierno del Estado de Puebla, debido
al tiempo que vivió en dicho estado y por su profundo amor a México.
Y fue hasta el 24 de enero del 2011 cuando se inauguró el inmueble ex
profeso para la Biblioteca Fernando Tola de Habich y, cuyo catálogo bi-
bliográfico se entregó el 21 de marzo del 2014, con lo cual la biblioteca
abrió sus puertas a la consulta.
En la actualidad, la Biblioteca Fernando Tola de Habich se ubica en el
mismo espacio donde se encuentran las famosas Biblioteca Palafoxiana y
Gabino Barreda. Gracias a ello, este acervo, único en el país, refuerza la
oferta cultural que ofrece el Cecap, en la conocida Casa de Cultura, pues
el visitante, como en ningún otro estado y a nivel de las mejores biblio-
tecas nacionales y especializadas del mundo, encuentra libros desde la
época Novohispana, Independentista y Revolucionaria, hasta la actual o
Contemporánea.

El autor

En la década de los setenta Fernando Tola de Habich decidió radicar en la


Ciudad de México, traía con él dos premios por su poesía, la experiencia
editorial que adquirió en imprentas y periódicos peruanos para los cuales

Biblioteca 19
trabajó y, sobre todo, una pasión por las letras mexicanas que nació de
las múltiples lecturas que desde niño realizó. La palabra México le atraía
como pocas cosas en su vida. Los autores y sus obras que escribieron aquí
y que pos­teriormente sirvieron como modelos en toda América ocupa-
ban sus horas y le llenaban de gozo. Fue así como inició la consulta y
la compra de libros. Su primera sorpresa fue “el no encontrar tan fácil”,
como creía, libros sobre literatura mexicana del siglo xix; después de que
los pocos textos que existían eran antologías que referían títulos, autores
o sintetizaban pasajes, esto es, una historia incompleta y fragmentada.
Dicha realidad le hizo considerar que los libros, folletos o revistas impre-
sos en México después del Virreinato no eran tan valorados como los de
la época Novohispana.

Fernando Tola de Habich en su biblioteca

En este marco comprendió que los impresos mexicanos de los siglos xix y
principios del xx, en cuanto instrumento de análisis, tenían que ser compi-
lados, leídos y estudiados en sus versiones originales; pues como deposita-
rios de la memoria y prendas vivas de la historia, merecían ser conservados
y rescatados. Por ello, con una vocación de rescatar y un ferviente afán

20 Biblioteca Fernando Tola de Habich


visitaba las librerías de sus amigos los libreros Manuel y Miguel Ángel Po-
rrúa, las de Rafael Porrúa, Ubaldo López, el licenciado Álvarez, Fernando
Rodríguez, Amado Vélez y Enrique Fuentes; recorría las calles y librerías
del centro de la Ciudad de México, las avenidas Hidalgo y Cuauhté­moc, a
las que asistió semanalmente durante más de 30 años, así como a las nuevas
librerías El Sótano, Gandhi, el Juglar, el Péndulo y Parnaso.
Esta natural e infatigable pasión por las letras mexicanas, lo llevó a co-
nocer no sólo los temas, sino también a los autores y los textos que escri-
bieron; y le hizo convivir y entablar amistad con escritores que compartían
sus gustos literarios, con quienes más tarde conformaría su línea de inves-
tigación. Al paso del tiempo, Tola de Habich había acumulado un caudal
inestimable de libros y lecturas sobre literatura mexicana, esto formó el
centro de gravedad de su biblioteca, misma que tuvo que trasladar a Santa
Rita Tlahuapan, en el Estado de Puebla, pues el acervo se acrecentaba y las
consultas de estudiosos también; fue así como se creó la primera biblioteca
en México especializada en literatura mexicana del siglo xix, donde se re-
únen libros, folletos, grabados, revistas y periódicos que do­cumentan una
etapa representativa para la literatura mexicana.
Con esta gran empresa Tola de Habich comenzó a escribir y, posterior-
mente, a publicar obras que permitieran la divulgación. Siguiendo estas
vertientes, el texto inicial que realizó fue Museo literario, considerado el
primer trabajo historiográfico de literatura en donde recoge de Guillermo
Prieto “algunos desordenados apuntes que pueden considerarse cuando se
escriba la historia de la bella literatura mexicana”, estudio que enriquecerá
el capítulo “Los estudios literarios en el siglo xix, anteriores a Altamirano”
del libro de José Luis Martínez, La expresión nacional. La edición facsimilar
en tres tomos que hace Tola de Habich del Museo literario, cuenta con una
introducción, investigación y notas, en las que se dan una serie de refe-
rencias sobre los escasos trabajos que en relación con esta obra existen, así
como los ejemplares que perduran en el país y un amplio compendio sobre
textos semejantes.
Años más tarde, y como un compromiso personal, Tola de Habich pu-
blica Homenaje a Ignacio Manuel Altamirano, en el que recupera el texto
que los miembros del Liceo Mexicano prepararon para Altamirano antes
de su viaje a Europa en 1887. Con esto, el maestro Tola de Habich comien-
za a ser referencia, pues sus trabajos se distinguirán por presentar textos
desconocidos, los cuales no sólo reproduce, sino también comenta y cita

Biblioteca 21
obras entonces olvidadas e ignotas. Tal es el caso de Sátiros y amores de
Ricardo Gómez Robelo, sonetos eróticos con notables ilustraciones de
Roubaix de l’Abrie-Richéy totalmente ignorados, y que hasta la edición
de Tola de 1984 comenzaron a ser estudiados.
Bajo esta línea de recuperación y estudio de la literatura mexicana del
siglo xix Fernando Tola investiga, rescata, identifica, anota y reproduce ín-
tegramente desde 1984 hasta el año 2002, 17 títulos con las obras de Alberto
Michel, Ángel de Campo, Manuel Gutiérrez Nájera, Fernando Calderón,
Manuel Carpio, Ignacio Rodríguez Galván, Dolores Correa Zapata, José
Joaquín Pesado, Manuel José Othón y José María Lafragua; así como la
reproducción facsimilar de escritos fundamentales como Algunas consi-
deraciones sobre la literatura mexicana de José María Vigil y los cuatro
tomos del Año nuevo, considerada como una de las primeras publicacio-
nes, cuyas páginas dedicó a la literatura para ser muestra fidedigna de las
primeras expresiones nacionales.
Lo anterior, junto con el cúmulo bibliográfico que obtuvo, dio lugar
a su obra La crítica de la literatura mexicana del siglo xix y, a su vez,
trajo dos valiosos resultados. Primero, la adquisición de los materiales
necesarios para la publicación de sus investigaciones que enriquecieron
a su biblioteca; segundo, el comprobar que en México existe una lite-
ratura fantástica, cuya negación fue refutada por Tola de Habich en su
libro Cuento fantástico mexicano [del] siglo xix, pues se reúnen cuentos
fantásticos escritos por figuras esenciales de la literatura nacional como:
Guillermo Prieto, Manuel Payno, José María Roa Bárcena, Vicente Riva
Palacio, Ignacio Manuel Altamirano, Manuel José Othón, Amado Nervo,
Doctor Atl, José Juan Tablada, José Bernando Couto, Manuel Romero de
Terreros, etc.
Con esta antología el maestro Tola de Habich recupera una línea narrativa
de la literatura mexicana, sacada de libros raros, revistas y folletos casi inexis-
tentes, que hoy en día se resguardan en la biblioteca que lleva su nombre.
Las pesquisas de Tola de Habich y la especialización de su bibliote-
ca avanzaron, incluso fue invitado a colaborar en proyectos universitarios
como “Al siglo xix. Ida y regreso”, en el que contribuyó escribiendo y pres-
tando material para su análisis y reproducción. Gracias a sus intervenciones
vislumbró que José María Lacunza escribe la primera novela corta indi-
genista en México; que Eulalio María Ortega publica también la novela
corta La batalla de Otumba, proyectando un acérrimo favoritismo azteca

22 Biblioteca Fernando Tola de Habich


y al tiempo un antiespañolismo feroz; que José Joaquín Pesado, años más
tarde, recreará poesía nahualt en Las aztecas y trazará sonetos sobre el pai-
saje y las costumbres del país, que influirán en la literatura mexicana del
siglo xx. También que Prieto, Payno, Rodríguez Galván, Ignacio Ramírez,
el Nigromante, y en general toda la Academia de Letrán, tuvieron como fin
“mexicanizar la literatura que se escribía en el país”.
Más adelante, el trabajo de Tola de Habich tomará otro caudal, el de
servir a escritores interesados en los temas y costumbres mexicanos, tales son
los casos de Carlos Fuentes, Rosario Castellanos y Carlos Monsiváis, este
último por Las Rulfo y otros chismes del barrio de Ángel de Campo, editado
por Fernando Tola, obra con la que se conoció a Lilí, la protagonista que
trascenderá en Remedios Vena y la Rumba, personaje central de la novela
del mismo Ángel de Campo.
Asimismo, su investigación sobre revistas literarias del siglo xix le
hizo percibir a Tola de Habich que no existía en el país ni en Hispanoamé-
rica una periodización de la literatura mexicana, por ello presentó una
Propuesta para una periodización generacional de la literatura mexicana del
siglo xix, en la que analiza todos y cada uno de los trabajos que han to-
cado el tema, por lo que considera como correcto, pero incompleto, el de
Ignacio Manuel Altamirano, ya que comenta: “con la división de Altami-
rano se cuenta con una exacta base intelectual para periodizar genera-
cionalmente todo el siglo xix mexicano…, pero hace de lado momentos
imprescindibles”. La propuesta generacional de Tola de Habich2 consiste,
esencialmente, en:

1. Generación de la Arcadia (1806): autores nacidos entre 1776 y 1790.


Comienzan a publicar regularmente en el Diario de México fundado
en octubre de 1805 los futuros miembros de la Arcadia mexicana. Son
los tiempos del neoclasicismo y de los seudónimos pastoriles. Hay
asomos de costumbrismo, mexicanismos temáticos e idiomáticos en la
literatura, y tímidas y eventuales manifestaciones de definiciones cul-
turales autóctonas. La figura principal para sus contemporáneos es el
sacerdote José Manuel Martínez de Navarrete (1768-1809), pertene-
ciente a una generación anterior; más acertado es darle esa categoría
a José Joaquín Fernández de Lizardi, colaborador poco exitoso del

 Fuente: http://www.hablandoconlosfantasmas.com/ consultado en enero 2015.


2

Biblioteca 23
Diario de México y poeta marginado de la Arcadia mexicana, pero
cuya significación en la literatura nacional, sabemos ahora, fue fun-
damental (las novelas, los panfletos, los periódicos, las polémicas, el
teatro, etc.).

2. G
 eneración de la Independencia (1821): nacidos entre 1791 y 1805.
Consumación de la Independencia de México. La literatura está mar-
cada por el fervor patriótico, se canta a los héroes y a los principales
sucesos independentistas. La poética de los arcades se contamina de
otros temas y otros tonos, aunque sigue predominando el carácter neo-
clásico en sus composiciones. Dos figuras de la generación anterior,
Francisco Manuel Sánchez de Tagle (1782-1843) y Andrés Quintana
Roo (1787-1851) parecen erigirse como los personajes representativos;
más correcto es elegir al poeta cubano, radicado en México, José María
Heredia (1803-1839) y a Francisco Ortega (1793-1849) como los escri-
tores significativos del nuevo período, e incluir a Wenceslao Alpuche y
José María Moreno.

3. G
 eneración de la Academia de Letrán (1836): nacidos entre 1806
y 1820.
La Academia de Letrán fue fundada por un grupo de jóvenes que os-
cilaban entre los 18 y los 25 años, su empeño se dirige a mexicanizar la
literatura que se escribe en el país. Francisco Ortega los venía vigilando
desde niño, Quintana Roo es reconocido por ellos como la encarnación de
la patria y lo eligen presidente perpetuo de la Academia; Heredia se es-
candaliza del romanticismo que muestran los jóvenes. Modestamente
se integran a la Academia dos escritores tardíos de la generación ante-
rior: Manuel Carpio (1791-1860) y José Joaquín Pesado (1801-1861).
Para ellos, el epónimo es José María Lacunza (1809-1869); para noso-
tros tal vez lo sea Ignacio Rodríguez Galván (1816-1842), que sintetiza
en su obra y en su vida los postulados románticos y nacionalistas que
desarrolla la generación (Prieto, Payno, Ramírez), junto a ellos desfi-
larán Ignacio Ramírez, Fernando Calderón, José María Lafragua, Joa-
quín María Castillo y Lanzas, José Joaquín Pesado, Juan Nepomuceno
y José de Jesús Díaz.

4. Generación del Liceo Hidalgo (1851): nacidos entre 1821 y 1835.

24 Biblioteca Fernando Tola de Habich


S e inicia la publicación de la Ilustración mexicana, órgano oficial del
Liceo Hidalgo, dirigido por Francisco Zarco, y que agrupa a los miem-
bros de esta nueva generación. A ellos les toca vivir, en los inicios de su
vida literaria, “la tempestuosa década de 1853 a 1863, en que se suce­
dieron la dictadura de Santa Anna, la revolución de Ayutla, el gobierno
de Comonfort, las revoluciones reaccionarias, la Guerra de Reforma,
los dos años de administración constitucional, y la Invasión Fran-
cesa”, así como el fugaz imperio de Maximiliano de Habsburgo. De
sus filas salen los mártires de estas epopeyas mexicanas, mientras los
miembros sobrevivientes de la Academia de Letrán ocupan ya mi-
nisterios, colaborando literariamente con la nueva generación como
patriarcas y consejeros. La poética que se inició en Letrán, ahora se
politiza, pero sin dejar sus marcados rasgos nacionalistas y sus bús-
quedas románticas. La vida de esta generación durante estos años re-
sulta tan confusa y tan poco literaria, que Altamirano la escinde en
dos: la propia del Liceo Hidalgo y los que carecen de academia, liceo o
publicación propia: los poetas de la Reforma y de la Segunda Guerra
de Independencia. Algunos de sus miembros, entre los que se cuenta
el propio Altamirano, sólo con la restauración de la República desa-
rrollarán una importante y copiosa labor literaria. La figura es, para
ellos, Francisco Zarco (1819-1869); para nosotros, por su relevante
magisterio sobre la generación siguiente y por sus planteamientos
ideológicos sobre la literatura nacional, es Ignacio Manuel Altamira-
no (1834-1893), pero le dan sentido y renombre sus colaboradores:
Francisco Granados Maldonado, Félix María Escalante, Epitacio Jesús
de los Ríos, Pantaleón Tovar, Joaquín Téllez, José Tomás de Cuéllar,
Luis G. Ortiz; Andrés Davis Bradburn, Octaviano Pérez, José María
Esteva, Antonio Rosales, José María Vigil, Clemente Villaseñor, Jesús
Echáiz, León A. Torre, José Manuel Puig, Justo Sierra y Pedro Ilde-
fonso Pérez.

5. Generación del Renacimiento (1866): nacidos entre 1836 y 1850.


1866 es el año en que políticamente Maximiliano se retira de la capital
de México y manifiesta su primer deseo de abdicar, con lo cual se
inicia la debacle de su imperio y el consiguiente regreso de los antiim­
perialistas a la capital y el inicio del renacimiento de la literatura nacional.
Parece desfasado 1866 por un año, pero con cierta gracia y libertad po-

Biblioteca 25
dría considerarse como el año de incubación de las vela­das litera-
rias, la creación de revistas, la fundación de sociedades poéticas, las
tertulias continuas, el afán de crear una obra y fundar una literatura
propia, todo lo cual se manifestará de forma riquísima en 1867 y en
los años siguientes. Altamirano es el director y el maestro indiscuti-
ble de la generación que se inicia en este período; el epónimo es Jus-
to Sierra (1848- 1912). La literatura retoma su senda romántica con
paso más calmo, busca en la historia colonial o en los años inmediatos
motivos novelísticos en los cuales inspirarse, se replantea el naciona-
lismo temático y lingüístico. Los escasos sobrevivientes de la Acade-
mia de Letrán son ancianos venerables a los que se elogia, admira o
ignora (Prieto, Ramírez, Payno); los pertenecientes al Liceo Hidalgo
son las personalidades fuertes que crean y señalan caminos (Altami-
rano, Riva Palacio, Roa Bárcena) o que se recuerdan por su obra y
su martirio (Díaz Covarrubias, Leandro Valle); la propia generación
asume plácidamente el papel de discípulos declarados y rodean de
admiración a los maestros, a los sobrevivientes de las generaciones
anteriores. El cuerpo intelectual, además de los mencionados, lo ha-
cen Manuel Mateos, Leandro Valle, Juan Valle, José Rivera y Río, Julián
Montiel, Alfredo Chavero, Juan de Dios Arias, José María Ramírez,
Ramón Valle y Eduardo Ruiz.

6. Generación de Transición (1881); nacidos entre 1851 y 1865.


Manuel Gutiérrez Nájera (1859-1895), el indudable representante ge-
neracional, escribe en 1881 su visión de la literatura nacional, en la
que señala: “Los hombres, yo el primero, a pesar de mis achaques
poéticos y literarios, leemos poco y en francés. Los escritores de aho-
ra valen cien veces más que los de antaño; pero no escriben”. Esta
cita nos demuestra dos cosas: el agotamiento de los miembros de la
generación del Liceo Hidalgo (Altamirano, Riva Palacio, Mateos,
Hammeken) y de la generación del Renacimiento (Sosa, Sierra, Bul-
nes, Cosmes), y también, la exigencia de que una nueva generación
tome el relevo de la inexistente literatura nacional. Tres años des-
pués, en la óptica de Altamirano, la situación es distinta: “la prensa está
pobla­da por una generación joven, por una generación de ayer...”. El
toque de aten­ción de Gutiérrez Nájera había sido escuchado. Toda una
plé­ya­de de jóvenes se inicia en la literatura. El nacionalismo litera-

26 Biblioteca Fernando Tola de Habich


rio sigue siendo para ellos una preocupación, pero sus inclinaciones
son cosmopolitas. Todos los “ismos” europeos se ensayan en Méxi-
co: el realismo, el naturalismo, el simbolismo; se explora por nuevas
formas en el viejo costumbrismo, en el casi olvidado romanticismo;
se buscan identidades propias y se consiguen tonalidades originales,
mestizas (paradójicamente con lo francés), y Manuel Gutiérrez Ná-
jera, incluso, señala la forma y el tono de lo que se desarrollará en
la generación siguiente: el modernismo. Es una época de búsquedas
más que de hallazgos. Es la transición de una literatura preocupada
por su nacionalidad a una literatura que se piensa y se quiere univer-
sal, por lo menos internacional.

7. G
 eneración del Modernismo (1896): nacidos entre 1866 y 1880.
En 1895 muere Manuel Gutiérrez Nájera y en 1896, su Revista Azul.
Todo lo propuesto por el poeta en sus escritos y en su revista se hace
realidad en esta nueva generación: el cosmopolitismo será la norma
vigente. La Revista Moderna, que se funda en 1898, es el portavoz
aguerrido y la revista fundamental de este período. Todas las poéti-
cas preocupaciones de las generaciones anteriores desaparecen ante las
nuevas manifestaciones literarias. Ya ningún escritor se siente exclu-
sivamente mexicano; se es parte de un todo más amplio. A nadie se le
ocurriría llamar a un poeta modernista a ocupar un ministerio o para
darle un escaño en el Congreso. Se entablan polémicas, se ignoran a los
viejos escritores, se abre un nuevo mundo que coincide, también, con
el supersticioso cierre de un siglo y el comienzo de otro. Tal vez todo
resultó apresurado. Cuando le toca concluir su ciclo a esta generación
cosmopolita, el país estalla e inicia la Revolución Mexicana.

8. Generación de la Revolución (1911): nacidos entre 1881 y 1895.


Con la Revolución Mexicana todo se removerá hasta sus cimientos; se
volverá otra vez, con el paso de los años, a recorrer el fatigoso camino
que va del nacionalismo al cosmopolitismo o universalismo.

Los ocho puntos o secciones que se han presentado con indicaciones lite-
rarias, cronológicas e históricas constituyen la propuesta que hasta hoy en
día se ha adoptado en el ámbito de la literatura.

Biblioteca 27
El traerla a colación en este perfil bibliográfico obedece a que, bajo es-
tos criterios, Tola de Habich ordenó su biblioteca.
En efecto, la Biblioteca Fernando Tola de Habich es un corpus y una
unidad indivisible que, sin duda, muestra la historia de la literatura mexi-
cana y sus vínculos con otras letras internacionales.
Aquí también los interesados en estudios literarios encontrarán los
libros que escribió, reprodujo y publicó, así como los textos que le sirvie-
ron para sus investigaciones y los vestigios de sus ediciones, sean pruebas
editoriales, manuscritos o el fruto final.
La Biblioteca Fernando Tola, de acuerdo al hilo conductor de la litera-
tura mexicana marcado por él, presenta el siguiente esquema:

Literatura mexicana siglo xix Literatura mexicana siglo xx

Colonia Modernismo
Arcadia Ateneo
Independencia Revolución Mexicana
Academia de Letrán Contemporáneos
Liceo Hidalgo Citadinos
Renacimiento Policiaco
Transición Crítica literaria
Modernismo Repertorios bibliográficos
Revistas literarias Diccionarios
Arte mexicano del siglo xix Historia de México (ensayos y estudios)
Calendarios y grabados Literatura mexicana (ensayos y estudios)

28 Biblioteca Fernando Tola de Habich


Siglo xx

Literatura • El Salvador Literatura fantástica


hispanoamericana • Guatemala • Existencialistas
• Historia • Honduras • Clásicos
hispanoamericana • Nicaragua
• Estudios literarios • Paraguay Arte
- Narrativa • Puerto Rico Ensayos humanísticos
- Poesía • Uruguay Filosofía
- Crítica literaria • Venezuela Economía
- Arte Sociología
• Revistas Literatura portuguesa Historia
• México Literatura española Antropología
• Perú Literatura erótica española Política
• Argentina Literatura rusa Sociología
• Bolivia Literatura americana Marxismo
• Chile Literatura inglesa Revistas
• Colombia Literatura alemana
• Costa Rica Literatura de países
• Cuba nórdicos
• Ecuador Literatura francesa

Producciones editoriales

Obras de Fernando Tola


Factoría Ediciones
Premià Editora
Coediciones
Secretaría de Cultura del Estado de Puebla
Coordinación de Humanidades de la unam
Archivo
Testigos (sección hecha en su actual repositorio)

Esta distribución confiere a la Biblioteca Fernando Tola de Habich un tinte de


originalidad y la hace única en el mundo. Acervos como éste son trascen-
dentales, porque contienen el pasado escrito, porque se describe y descubre

Biblioteca 29
el desarrollo literario y humanístico de México, a través de la literatura.
Ello explica que en esta biblioteca se encuentran las diversas ediciones que
sobre un autor o un título se han hecho, con lo que se vislumbra la forma en
que los cambios entre una y otra —hablando de las ediciones— afectaron
el texto. Los libros por lo tanto son un cuadro perfecto que devela la historia
de la literatura, del libro y de la edición mexicana. Cuidar y hacer accesible la
Biblioteca Fernando Tola de Habich, es permitir reconocer la herencia pro-
pia del pasado, es preservar la esencia, la identidad y la cultura de México.

El editor

La Biblioteca Fernando Tola de Habich se distingue por ser el acervo de


un editor, pues entre sus quehaceres estaba el publicar libros. Pero no cual-
quier libro. Él tenía un programa editorial dedicado al estudio de la litera-
tura mexicana de los siglos xix y xx, el cual dio origen a la compilación de
obras que “estudiaba con el máximo rigor”,3 esto es, primero buscaba en
revistas los autores y los títulos de las obras que escribían; luego investigaba
su biografía, dada la multitud de seudónimos y acrónimos. Después ave-
riguaba e identificaba las obras escritas por cada autor, hacía la cronología
de las ediciones, ya sea en libros, folletos, periódicos o revistas, tanto de la
época como en impresiones posteriores. En seguida, adquiría por medio de
la compra o la reproducción, los títulos y las ediciones que había buscado.
Posteriormente, leía cada uno de ellos e iba marcando los cambios, mismos
que estudiaba y determinaba si eran hechos por el autor (en el caso de que
el libro se publicara cuando aquél vivía), por la censura o por los editores
que trataban de hacer atractiva y de fácil adquisición el texto. Con esto Tola
de Habich resolvía problemas primordialmente filológicos y ecdóticos que
planteaban aquel tipo de ediciones, recuperaba el texto, lo más exacta y
fielmente posible, con el propósito de ofrecer a estudiantes e investigadores
productos literarios y lingüísticos de primera calidad.
Gracias a esta labor reconstruyó textos, rescató títulos y autores y pre-
servó multitud de ediciones hoy en día consideradas únicas, como el Sema-
nario de las Señoritas mexicanas, El Año nuevo, El Museo Literario, Mosaico

3  Como lo señala el maestro Fernando Tola en su artículo “Papeles tlahuapenses…”, en Boletín de


la Biblioteca Nacional de México, núm. 1-2, primer y segundo semestre, México, iib-unam, 2008,
pp. 65-76.

30 Biblioteca Fernando Tola de Habich


mexicano y todas y cada una de las composiciones realizadas por los miem-
bros de la Arcadia, la Academia de Letrán, el Liceo Hidalgo, y de quienes
participaron en el Diario de México. Ello explica que de un título se encuen-
tren en su biblioteca hasta 12 ediciones, pues estudiaba y comparaba cada
una de ellas. Fernando Tola recreaba el ambiente en que se escribió el texto,
por lo que los repertorios bibliográficos como los de Juan José de Eguiara y
Eguren, José Toribio de Medina, Joaquín García Icazbalceta y José Mariano
Beristáin y Souza se encuentran en el acervo, pues a su juicio fueron ellos
los que hicieron la primera periodización de la literatura mexicana.
Otro punto que trataba era el que él mismo ejercía, los proyectos edi-
toriales, de ahí que se encuentren libros hechos por Mariano Galván, Ig-
nacio Cumplido, José Ortega, Mariano Arévalo y Vicente García Torres.
Antes de todo escritor hay un lector. El editor puede escribir o no, pero
su oficio es leer. En nuestro caso Fernando Tola ha leído y reunido textos
para publicar. Elegir lo que se publica, buscar lo per­dido, disponerlo en una
secuencia determinada, presentarlo de cierta manera y en cierto momento,
han sido las acciones cotidianas en las publicaciones de Fernando Tola, por
lo que se considera que nunca ha sido un editor rutinario ni comercial; en
todo cuanto ha hecho hay siempre algo original, necesario y oportuno. Y
esto, quizá, es el retrato que mejor encaja en sus publicaciones.
La imprenta que fundó para producir sus textos llevó primero como
nombre Premià Editora de Libros y luego Factoría Ediciones, es una em-
presa artesanal fundada en 1991 con la finalidad de editar libros de litera-
tura mexicana, buscando formar un corpus sumamente representativo. En
dicho taller creó la serie Serpiente emplumada, colección de rescate for-
mada por obras de escritores clásicos mexicanos del siglo xix y principios
del xx olvidados en nuestra época. En ella se hallan estudios, antologías,
recopilaciones preparadas y prologadas por especialistas y por el mismo
Fernando Tola. La colección se conforma por:

Revistas literarias:
Museo literario
Año Nuevo

Textos desconocidos:
Homenaje a Ignacio Manuel Altamirano
Sátira y amores de Ricardo Gómez Robelo

Biblioteca 31
Algunas consideraciones sobre la literatura mexicana de José María Vigil.
Las Aztecas de José Joaquín Pesado
Poemas rústicos de Manuel José Othón
Poemas dispersos de Manuel Gutiérrez Nájera

Literatura mexicana del siglo xix


Narraciones, confidencias y otros textos de Alberto Michel
Las Rulfo y otros chismes del barrio de Ángel de Campo
Obras poéticas de Fernando Calderón
Poesía de Manuel Carpio
Obras de Ignacio Rodríguez Galván
Obras de José María Lafragua
Obras de José Joaquín Pesado
Cuento fantástico mexicano. Siglo xix

Antologías
Gutiérrez Nájera y el amor por los niños
La crítica de la literatura mexicana en el siglo xix

Revolución Mexicana
Estelas y bosquejos de Dolores Correa Zapata
Cartucho de Nellie Campobello
¡Vámonos con Pancho Villa! de Rafael F. Muñoz
Bibliografía de la Revolución Mexicana

El valor de un editor se condensa en la lista de títulos que haya sido capaz de


poner al alcance de los lectores, avalado por un éxito inmediato que permite
llevar a término el programa previsto. En el caso de Fernando Tola es claro
conocer el programa editorial que tuvo como base sus líneas de investiga-
ción y nutrió con los textos que hoy se resguardan en la que fuera su biblio-
teca. Este acervo recrea todo este bagaje cultural, pues Tola de Habich leía
los libros de su surtida biblioteca, escogía los que deseaba publicar, anali-
zaba las correcciones a los textos, escribía comentarios y notas, preparaba
los originales para la imprenta, supervisaba la composición tipográfica y
después corregía las pruebas. Este rigor le llevó a descubrir carencias graves
en obras trascendentales para la literatura mexicana y se documentan con la
biblioteca que lleva su nombre.

32 Biblioteca Fernando Tola de Habich


Los títulos publicados por Tola de Habich, más que una lista, son
parte de su legado, que, junto con su biblioteca, enriquecen el patrimo-
nio cultural del país, ya que en este acervo se hallan desde las primeras
ediciones hasta las últimas de los textos con los que realizó sus investi-
gaciones, y de donde nacieron los pensamientos que obtuvieron forma
con sus obras, mismas que se caracterizan por el análisis de las ideas y
el sondeo de la realidad. Por ello, su literatura es un manifiesto de su
compromiso social, ahí está la realidad y sus textos permiten conocerla
y estudiarla. Su obra y su biblioteca trascienden y son importantes, por-
que escribir y leer son dos extremos de un mismo movimiento hacia la
apertura y el encuentro, porque en los libros se halla el pasado escrito
que nos identifica, cultiva y guía en el presente. Quien por vez primera
visita este repositorio, podría preguntar por qué existen varios libros de
un mismo título, o por qué este tomo está acá y no con el que le acom-
paña. Las respuestas se hallan en los quehaceres literarios y editoriales
que —sólo así— podía realizar el maestro Tola de Habich, su biblioteca, por
tanto, es el mapa mental que él hizo para crear su teoría literaria, para re-
construir el proceso histórico de las letras mexicanas, para editar libros y
para comprender las letras de nuestra nación; por ello, la Biblioteca Fer-
nando Tola de Habich ofrece un “recorrido en tinta y papel por nuestro
legado histórico”.

Biblioteca 33
34 Biblioteca Fernando Tola de Habich
Biblioteca 35
El acervo

En el año 2002 la entonces Secretaría de Cultura del Estado de Puebla (hoy


Consejo Estatal para la Cultura y las Artesde Puebla) adquirió la Biblio
­­te­ca de don Fernando Tola de Habich. Consciente de su valor, de la varie-
dad de los materiales y de las necesidades propias para su preservación
creó un espacio específico para albergar la colección, fue así que en el
ala poniente de la planta baja de la Casa de Cultura de Puebla, ubicada
en 5 Oriente, se pensó y diseñó un lugar que contara con el espacio di-
mensional para conservar los libros, y que permitiera controlar la luz, la
humedad y la temperatura, por lo que no se dudó en colocar medidores
y deshumificadores, alarmas contra incendio y un sistema de seguridad.
Un punto más que se contempló fue la estantería metálica tratada para
que ningún tipo de esmalte perjudicara a los volúmenes, de igual manera que
poseyera sujetalibros, charolas movibles y bancos para alcanzar las pri-
meras charolas de los estantes. Un elemento que también se consideró fue
el contar con revisteros para la folletería. Posteriormente, se colocó un
cristal blindado y tratado para soportar cambios de temperatura, así como
para aislar el polvo o roedores. Luego se asignó un espacio para la consulta
y la lectura, de aquí que se pusieron mesas y lámparas. Por último, a la bi-
blioteca se le proveyó de equipo para la consulta, por lo que Adabi donó
computadoras e impresoras.
Una vez que se tuvieron todos estos elementos se trasladaron los libros
y se colocaron según su posición original en la casa de Fernando Tola. Pos-
teriormente el Consejo Estatal y Adabi emprendieron en el año 2012 el
proyecto de catalogación dividido en tres fases:

1. Control numérico
2. Catalogación de libros y publicaciones periódicas
3. Catalogación de testigos

El control numérico fue una fase primordial para saber el número exacto
de libros que posee la biblioteca, así como su orden espacial. Es por ello que
se colocó a cada libro un indicador numérico, cuya cifra se anotó con lápiz
en la última hoja de la obra. Se levantó un inventario señalando el nú-
mero de libro, librero, charola y el tema. Gracias a esta acción —que duró
cinco meses— se supo el número total de libros que conforman el acervo.

36 Biblioteca Fernando Tola de Habich


La catalogación de los libros y publicaciones periódicas de la Biblioteca
es la fase sustancial, pues con ella cada material obtenía su ficha de iden-
tificación. De aquí que el objetivo del catálogo fuera la elaboración de un
instrumento de consulta y control que permitiera:

• Administrar, recuperar y controlar los materiales.


• Conocer los títulos, autores, ediciones y particularidades de la biblioteca.
• Difundir el acervo con estudios, conferencias, cursos y exposiciones.

Para alcanzar cada uno de estos puntos se conformó un grupo de seis ana-
listas, un coordinador y un asesor. El tiempo invertido fue de junio de 2012
a marzo de 2013. La catalogación fue de primer nivel y el sistema de captu-
ra primero fue en Excel y luego en siabuc. La base hoy en día es consulta-
ble en el Catálogo de los Fondos Bibliográficos Antiguos de Adabi.
Entre los resultados inmediatos otorgados por la catalogación fue co-
nocer que la Biblioteca Fernando Tola cuenta con 41 350 volúmenes, de
los cuales 38 601 son libros con 34 581 títulos y 2 751 publicaciones pe-
riódicas con 363 títulos.
Por lo que respecta a la catalogación de los testigos, conviene recordar
que estos son elementos externos agregados por el poseedor, que si bien
no pertenecen a la edición propia del libro, contextualizan la información
del ejemplar donde fue colocado, enriqueciendo con ello el contenido y el
valor histórico de la obra.
Dentro de la catalogación de testigos, lo ideal es registrar en una nota
general la existencia del documento dentro de la ficha bibliográfica. En el
caso de la Biblioteca Fernando Tola de Habich las condiciones fueron dife-
rentes, ya que al iniciar el proyecto de catalogación se identificaron cinco
cajas con testigos que habían sido retirados del libro. Por tal situación se
decidió realizar la ordenación y la clasificación para finalmente registrar
cada uno de ellos; para lograrlo los testigos se trataron como material de
archivo, de ahí que el método fuera:

Identificación del material


Cuadro de clasificación
Clasificación material
Ordenación
Registro numérico a cada documento

Biblioteca 37
 ctualización de los números de localización de referencia bibliográfica
A
Resguardo de documentos en cajas de polipropileno
Elaboración de inventario
Catalogación

El tiempo invertido en esta fase fue de mayo a diciembre de 2014, cuyos


resultados fueron el catálogo de 4 150 testigos resguardados en 40 cajas de
polipropileno, en los que se hallan desde separadores de libros, fotografías,
boletos, cartas y apuntes, hasta facturas, poemas, recortes de periódicos,
billetes, artículos, fotocopias, naipes, oraciones religiosas.
Dentro de las finalidades de la catalogación de un patrimonio docu-
mental está el conservarlo y también conocer su riqueza histórica. En el
caso de los testigos, además de ello, permiten descubrir las facetas que
tuvo la formación de la biblioteca y cómo la logró Fernando Tola de Ha-
bich, quien fungió en ella no sólo como bibliófilo, sino también en sus
tareas de editor, investigador y sus relaciones intelectuales con importan-
tes personajes como: Enrique Flores Cano, Carlos Montemayor, Fernan-
do Savater, Pedro Lastra, Carlos Meneses, doctor Carsten R. Moser, José
Ortiz Monasterio, Belem Clark, Miguel Donoso Pareja, Rigas Kappatos,
Marco Antonio Campos, Juan Soriano, Serge Zaitzeff, Vicente Quirarte,
Camilo Cela, la familia Vargas Llosa y Fernando Curiel, entre otros.
Las cartas, notas, dedicatorias, invitaciones y recortes de periódicos
permiten, sin lugar a dudas, conocer momentos históricos precisos de
la literatura mexicana del siglo xx. Pero todo, en conjunto, otorga un
campo nuevo lleno de detalles, pistas y vestigios del mundo intelectual
mexicano.

Características

La Biblioteca Fernando Tola de Habich es un acervo en donde se compa-


ginan sabiamente libros antiguos y modernos, principalmente de autores y
asuntos mexicanos, en donde pueden encontrarse ejemplares raros y curio-
sos de los siglos xviii, xix, xx y xxi.
Es una biblioteca no de escuela, no de viejo, no general, no técnica, sino
de historia de la literatura mexicana, bien conservada, dignificada por sus
contenidos, cuidadosamente escogidos, con una selección apropiada, en
función de ciertos temas alrededor de México y de sus publicaciones.

38 Biblioteca Fernando Tola de Habich


En ella está depositado uno de los acervos más importantes y espe-
cializados del país sobre literatura mexicana de los siglos xix y xx. Se ve
enriquecida, también, por sus colecciones de arte y literatura hispanoa-
mericana, española, francesa, inglesa, rusa y alema­na. El valor de sus
particularidades radica en el hecho de que cada sección posee una pri-
mera edición, un elemento representativo de la cultura o un distintivo
de la especialidad temática a la que se refiere. En lo concerniente a las
primeras ediciones coloniales mexicanas, hispanoamericanas y españo-
las se encuentran libros de muy diversos e importantes escritores en len-
gua castellana. Varios de estos ejemplares tienen el autógrafo de su autor
o son raros, poco conocidos o se sabe que sólo hay unos cuantos en las
bibliotecas del mundo, ejemplo de ello serían: El periquillo sarniento, La
quijotita, las revistas literarias y femeninas, La Odisea de Homero que en
1837 publicó M. Arévalo y que representa la primera traducción directa
del griego al español que se hace en tierras americanas y que inspiró los
primeros textos sobre epopeya mexicana representados en Ignacio Ro-
dríguez Galván; también se encuentran la colección de grabados de Po-
sadas, la literatura erótica española, las ediciones ilustra­das por pintores y
grabadores de primera talla, e incluso las publicaciones pe­riódicas que sir-
vieron como espacios de expresión y ejercicios para los escritores mexi-
canos que deseaban incrementar la literatura mexicana, como El recreo de
familias, El mosaico mexicano, El semanario de las señoritas mexicanas,
El Año nuevo y El museo mexicano. La colocación lógica, ordenada y
erudita de Tola de Habich, hace de este acervo una unidad indivisible.
Los volúmenes que forman la biblioteca representan 62 años de tra-
bajo de un verdadero estudioso y bibliófilo. La compilación, el cuidado
y el estudio se ven reflejados en la disposición que tienen los libros, pues
están divididos por corriente literaria, país, año, tema y orden alfabético,
reflejo de un conocimiento literario e histórico y, que sin lugar a dudas,
ayuda al control y consulta del acervo.
El contar con una biblioteca con estas características significa una de
las aportaciones culturales más grandes que se pueden dar a los estudios li­
terarios, históricos y artísticos de México.

Biblioteca 39
Particularidades

La biblioteca está formada por 41 350 volúmenes, que reúnen 38 601 li-
bros y 2 751 publicaciones periódicas. El libro más antiguo fue publicado
en el año 1709, aunque la colección posee 20 libros del siglo xviii, 2 310
del siglo xix, 36 481 del xx, 86 del xxi y 989 sin año. La lengua principal es
el español, aunque existen ejemplares escritos en inglés, francés, italiano
y alemán. La variedad de formatos es otra particularidad, pues hay libros,
folletos, revistas, discos, periódicos de época, mecanoescritos, fotogra-
fías y acetatos.
El estado de conservación de la biblioteca es adecuado, tanto en la
integridad de los volúmenes como en los soportes, aunque existen algu­
nos daños provocados por insectos y por las inclemencias del clima y el
tiempo. Los libros que se encuentran en buen estado son 34 637 y los que
requieren alguna intervención son 6 713. Los daños que se detectaron
fueron en la encuadernación (4 857 libros), por oxidación (2 250), por
humedad (791), por mutilación (144), por hongos (120), por insectos
(64) y por roedores (17).
Las impresiones son una particularidad más en la biblioteca, pues
26 806 son primeras ediciones, 10 495 tirajes numerados, 56 conmemora-
tivas, 119 especiales o de lujo, 129 facsímiles y 3 745 corresponden a se-
gundas y hasta quintas ediciones. De ellas 18 356 provienen de imprentas
mexicanas, 13 550 de España, 4 754 de Argentina, 915 de Francia, 882 de
Perú, 616 de Venezuela, 479 de Cuba, 361 de Chile, 296 de Colombia, 285
de Estados Unidos, 230 de Uruguay, 117 de Inglaterra, 62 de Alemania,
55 de Italia, 49 de Rusia, 45 de Puerto Rico, 44 de Ecuador, 29 de Guate-
mala, 20 de Bélgica, 18 de Brasil, 11 de Costa Rica, 6 de El Salvador, 6 de
Nicaragua, 4 de Bolivia, 3 de Panamá, 2 de Paraguay, 2 de República Domi-
nicana, 14 de Oriente (China y Japón) y 24 de Europa.
Las obras de esta biblioteca también se distinguen porque dentro de
ellas existen 10 285 que poseen anotaciones manuscritas hechas por los
autores, entre ellos se encuentran Konrad Z. Lorenz, Tolstói, Gerald Hod-
gett, Perry Anderson, Francisco Vázquez, Carlos Fuentes, Chumacero y
Lawrence Stone. Aunado a ello 13 555 poseen dedicatorias hechas por
diversos autores, como: Manuel Payno, Antonio Acevedo Escobedo, Vic-
toriano Agüeros, Antonio Alatorre, Vito Alessio Robles, Ignacio Manuel
Altamirano, Juan Manuel Álvarez del Castillo, Serafín Álvarez, Mariano

40 Biblioteca Fernando Tola de Habich


Azuela, Luis Cabrera, César Calvo, José Cantú Corro, Diego Cañedo, Em-
manuel Carballo, Manuel Carpio, Alberto María Carreño, Margarita Casa-
sús de la Sierra, Francisco Cervantes, Ezequiel A. Chávez, Alí Chumacero,
Mario Colín, José Antonio Echeverría, Salvador Elizondo, Isidro Fabela, Ma-
riano Flores Castro, Elena Garro, Margo Glantz, Luis Gonzaga Inclán,
Luis González Obregón, José Gorostiza, Xavier Icaza, José María Lafragua,
Julio Jiménez Rueda, Alfonso Junco, José López Portillo y Rojas, Ramón Ló-
pez Velarde, Amado Nervo, Salvador Novo, Carlos Montemayor, Agustín
Millares Carlo, Manuel de Olagíbel, Manuel José Othón, Benito Pérez
Galdós, Carlos Pellicer, Octavio Paz, Alfonso Reyes, Manuel Romero de
Terreros, Justo Sierra, Guillermo Sucre, José Juan Tablada, Jaime Torres
Bodet, José Ugarte, Agustín Yáñez, Gabriel Zaid, Xavier Villaurrutia, Ra-
fael Heliodoro Valle y miles de nombres más.
De igual manera, se encuentran los autógrafos de 168 autores y artis­
tas como José Luis Cuevas, David Álfaro Siqueiros, Diego Rivera y de
escritores como José Luis Borges, Octavio Paz, Amado Nervo, Pablo Ne-
ruda, Victoriano Agüeros, Jaime Sabines, José Juan Tablada, entre otros.
Características que incrementan el valor del acervo y exigen un control
del mismo.
Las cubiertas de los libros, las ilustraciones, mapas, grabados y foto-
grafías que poseen 12 278 volúmenes de la biblioteca transforman el pen-
samiento en belleza. Si se quisiera conocer la historia de la ilustración en
México o del libro como objeto de arte, los valiosos ejemplares de la Biblio-
teca Fernando Tola otorgan esas posibilidades, pues no es raro encontrar
los trabajos con las firmas de Diego Rivera, José Luis Cuevas, David Alfaro
Siqueiros, Isidoro Ocampo, Erasto Cortés, Elvira Gascón, Antonio Ruiz,
Alberto Beltrán, Fernando Castro Beltrán, Leopoldo Méndez, Alfredo Zal-
ce, Francisco Mora, Ignacio Aguirre, Miguel Covarrubias, José Julio Rodrí-
guez, Francisco Díaz de León, así como las fotografías de Daisy Ascher y
algunos retratos y grabados de Pablo Picasso.
Por todo lo anterior, la biblioteca no se queda en la compilación de
obras, sino que aquí cohabitan arte, historia, literatura y sobre todo un pa-
trimonio invaluable e insustituible. Con ella los estudiosos encontrarán
ofertas para la investigación, que se caracterizarán por la originalidad de
los temas. La lectura de los libros, a su vez, propiciará la cohesión y cons-
ciencia social debido a la temática y trascendencia cultural del acervo.

Biblioteca 41
CONCLUSIONES

L
a cultura es aquello que nos permite enlazar lo viejo con lo nuevo,
lo antiguo con lo moderno, lo anticuado con lo actual, lo conoci-
do con lo desconocido, lo publicado con lo inédito y, por tanto,
con lo que aún no tiene explicación. La cultura es el hálito de vida que
da con­tinuidad, que abarca y une al hombre con su contexto. El instru-
mento que ha unido al hombre generación tras generación, es el libro. Las
bibliotecas custodian y conservan estos eslabones permitiendo su acceso.
En consecuencia, ellas tienen dos funciones: cultural y social. Cultural
por resguardar el pensamiento y el conocimiento humano, sin importar
distancias, lenguas o doctrinas. Social, porque cada libro es testigo de los
postulados que fundamentan, explican y permiten el desarrollo de una socie-
dad. Ambas funciones le dan vitalidad a las bibliotecas, pues no sólo son
colecciones, sino centros de conexión que permiten el diálogo directo entre
pensador, lector y obra.
Por ello, acervos como la Biblioteca Fernando Tola de Habich, se vuel-
ven piezas clave en el desarrollo cultural y en el acopio patrimonial. Su
adquisición, por parte del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de
Puebla ha sido por demás relevante, ya que dicha biblioteca:

• Es la colección de un investigador y editor del pasado cultural de Mé-


xico. Por lo que se trata de una gran obra de compilación y estudio
que refleja la historia de literatura mexicana.
• Fortalece la identidad nacional, permite explicar y comprender la es-
tructura del país dada la temática del acervo.
• Ofrece un lugar privilegiado para documentar la historia y el presente
de México, porque su poseedor es una figura representativa que pu-
blicó, estudió y escribió sobre una época de tránsitos como el México
independiente, el revolucionario y el actual.
• Brinda al lector infinitas posibilidades para el análisis tanto ideológi-
co como textual de las obras, sin pausas ni manipulaciones.

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• Proporciona el acceso a fuentes primarias, por lo que su consulta abri-
rá campos de investigación inéditos y propositivos.
• Enriquece el patrimonio nacional y evita su pérdida, ya que el corpus
literario de la biblioteca es un tesoro de la cultura nacional, que res-
guarda fuentes irrepetibles.

46 Biblioteca Fernando Tola de Habich


BIBLIOGRAFÍA

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Rodríguez Galván, Ignacio, Obras, facsímil, México, unam, 1994, 2 t.
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—, Homenaje a Ignacio Manuel Altamirano, facsímil, México, Premiá Editora de Libros,
1984.
—, Bibliografía de la Revolución Mexicana, México, Factoría Ediciones, 2013.

http://www.hablandoconlosfantasmas.com/ [consulta: enero 2015]

47
Biblioteca Fernando Tola de Habich,
un recorrido de tinta y papel por nuestro legado histórico
Se imprimió en julio de 2015 en
Cerro San Andrés núm. 312, col. Campestre Churubusco,
c. p. 04200, Coyoacán, Ciudad de México
El tiro consta de 100 ejemplares.

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