ROSARIO
ROSARIO
ROSARIO
30 de mayo de 2023
Leemos en el Evangelio:
El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada
Nazaret, a una virgen que estaba comprometida en matrimonio con un hombre
llamado José, de la casa de David. La virgen se llamaba María. Llegó el ángel
hasta ella y le dijo: “¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo!”
Pero ella estaba muy preocupada por lo que se dijo y se preguntaba qué
significaría este saludo. Entonces el ángel le dijo: “María, no temas, porque
has hallado gracia ante Dios. He aquí, concebirás en tu seno y darás a luz un
hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del
Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David su padre, y él reinará sobre
la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”. …
María dijo: “Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho”.
Después la dejó el ángel. (Lucas 1, 26-33.38)
Reflexión
Solo podemos imaginar lo abrumada y asustada que estaba María cuando supo
que daría la bienvenida a un niño en una situación que nunca hubiera
planeado. María estaba casada y su hijo no era de su esposo. José, su esposo,
también estaba en una situación difícil. Después de escuchar en sueños al
ángel de Dios que le animó a hacerse cargo del niño y su madre, José acogió
con amor a María y a la criatura que había en su seno. Poco después tuvieron
que huir a Egipto, amenazados por el rey Herodes, que quería matar a todos
los niños nacidos en Belén, menores de 2 años, pues le había dicho que allí
nacería el futuro rey de Israel, y si era así, uno de los niños le podía arrebatar
el reino, al ser descendiente de David.
Nos unimos a todas las mamás que están gestando con dificultades. Nos
unimos también a todos los que han tenido y tienen que huir de sus países e ir
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a lugares desconocidos, arriesgando sus vidas y con muchas dificultades. Por
todos ellos, oramos.
Leemos en el Evangelio
Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de
la Pascua. Cuando Jesús cumplió los doce años, subió también con ellos a la
fiesta, pues así había de ser. Al terminar los días de la fiesta regresaron, pero
el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres lo supieran. Seguros de
que estaba con la caravana de vuelta, caminaron todo un día. Después se
pusieron a buscarlo entre sus parientes y conocidos. Como no lo encontraron,
volvieron a Jerusalén en su búsqueda.
Al tercer día lo hallaron en el Templo, sentado en medio de los maestros de la
Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban
asombrados de su inteligencia y de sus respuestas. Sus padres se emocionaron
mucho al verlo; su madre le decía: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu
padre y yo hemos estado muy angustiados mientras te buscábamos». Él les
contestó: «¿Y por qué me buscaban? ¿No saben que yo debo estar donde mi
Padre?» Pero ellos no comprendieron esta respuesta.
Reflexión
Siendo un muchacho, con poco más de 12 años, Jesús dio un gran susto a su
papá y a su mamá. Regresando hacia Nazaret, donde vivía la familia, José y
María se dieron cuenta de que Jesús no estaba en la caravana de regreso.
Preocupados retornaron a Jerusalén. No lo encontraban, y llegaron a pasar
gran angustia. Hasta que lo hallaron conversando con los maestros religiosos
de Israel en el Templo. Cuando le preguntaron sus padres por qué les había
dejado sin avisar, él les desconcertó con su respuesta: “¿No saben que debo
ocuparme de las cosas de mi Padre?”.
María y José querían mucho a Jesús y le educaban con amor y libertad, pero el
que se quedara sin su permiso en Jerusalén y lo que les dijo, no lo
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entendieron. Jesús regresó con ellos a Nazaret y les obedeció siempre,
atendiendo cuanto le decían y enseñaban, pues era para su bien. Si Jesús fue
tan bueno, respetuoso y solidario con todos, fue porque lo aprendió con sus
padres, José y María.
Oremos a María, por todos los niños y adolescentes que no tienen el amor y el
cuidado de sus padres. Y pidamos por nosotros, para que obedezcamos a papá
y mamá, a la abuelita, pues desean nuestro bien y que crezcamos libres y con
buenos valores.
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Tercer misterio del rosario:
LA CRUCIFIXIÓN Y MUERTE DE JESÚS
Leemos en el evangelio:
«Llegados al lugar llamado "La Calavera", le crucificaron allí a él y a
los dos malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús
decía: "Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen"... Era ya eso
de mediodía cuando se escondió el sol, hubo oscuridad sobre toda la
tierra hasta la media tarde.
El velo del Santuario se rasgó por medio y Jesús, dando un fuerte grito
dijo: "Padre, en tus manos pongo mi espíritu" y, dicho esto, expiró» (Lc
23, 33-46). Al pie de la cruz estaba su madre María y el apóstol Juan.
Reflexión
Jesús pasó toda su vida haciendo el bien, curando y dando fuerza a los
que estaban decaídos. Pero los que no podían entender su vida y sus
palabras, porque les molestaban, buscaron la manera de acabar con él.
Lo acusaron ante los romanos y lo crucificaron.
Los discípulos de Jesús huyeron. La gente que lo buscaba y a los que
tanto bien hizo, no se hicieron presentes. Pero no estaba solo. Al pie de
la cruza estaba la persona más importante para Jesús en este mundo:
su madre María. Una madre nunca abandona. Una madre nunca deja
de preocuparse por su hijo, y más si está sufriendo.
Damos gracias a la Virgen María, Madre de Jesús y Madre nuestra, por
su amor a Jesús y por el amor que nos da cada día. Pidamos por
nuestras mamás, siempre a nuestro lado y a las que no siempre
reconocemos con agradecimiento. Oremos por las abuelitas también y
por aquellas mujeres que actúan como verdaderas mamás de tantos
niños y adolescentes.
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Reflexión:
La Virgen María estuvo siempre muy cerca de su hijo y de los amigos
de su hijo Jesús. Desde la gestación, durante nueve meses, pasando por
la niñez, la adolescencia y la juventud, Jesús estuvo al lado de su
madre María. Cuando tuvo algo más de 30 años, dejó el hogar y se fue
a predicar el Evangelio. Hasta que injustamente fue crucificado por los
que le tenían odio y envidia. Allí estaba María.
Y cuando Jesús resucitó y se despidió de sus amigos y de su mamá,
para ir a donde está el Padre Dios, al cielo, María se quedó con los
discípulos, esperando la fuerza que el Padre y Jesús iban a enviar, para
llenar el mundo de buenas noticias, sobre todo para los que más
sufren.
Era la fiesta de Pentecostés. Una fiesta que nosotros hemos celebrado
el pasado domingo.
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Damos gracias a María, por estar siempre cerca de los amigos de
Jesús. Y le pedimos para que sintamos su presencia cada día,
particularmente, cuando llegan días difíciles y nos desanimamos.
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Leemos en el evangelio:
«Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba
allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus
discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la
boda, le dice a Jesús su madre: "No tienen vino". Jesús le responde:
"¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora". Dice
su madre a los sirvientes: "Haced lo que él les diga"». (Jn 2, 1-5).
Reflexión
Jesús, su mamá y sus discípulos, fueron invitados a una boda o
matrimonio, cerca de Nazaret. Fueron contentos. La fiesta se estaba
realizando muy bien. Pero, cuando nadie se lo podía esperar, faltó el
vino. Se lo dijeron a María, por ver si Jesús podía hacer algo. María, su
Madre, se lo dijo a su hijo. A él no le parecía que el asunto fuera de su
responsabilidad. Pero, María, que conoció muy bien a su hijo, les dijo a
los sirvientes: “Hagan lo que él les diga”.
Lo hicieron y la fiesta se volvió a llenar de alegría, pues el vino que
hizo Jesús que tuvieran era mucho mejor que el que habían tomado
hasta entonces.
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“Hacer lo que nos diga Jesús”. Esa es la clave para vivir felices. La
plata es necesaria. Una buena casa está muy bien. Un carro puede ser
algo bueno. Pero, en la vida, lo que hace que vivamos bien, con
honradez y honestidad, es escuchar a Jesús y vivir según sus
orientaciones.
Que la Virgen María, Madre querida, que nos invita a escuchar a Jesús,
nos anime a no despistarnos y a vivir al estilo de Jesús, para que
nuestro corazón sea semejante al suyo.