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Medicina General I Merchenco, Tatiana Nerea ꭥ

ABORDAJE DE LA SALUD MENTAL EN HOSPITALES GENERALES:


El abordaje de la salud mental es únicamente coherente en un Modelo de Salud Mental
Comunitaria que promueva el abordaje integral del sufrimiento mental, tal como lo establece
la normativa vigente a nivel internacional y nacional. Este marco normativo privilegia los
modelos de abordaje comunitario basados en la Estrategia de Atención Primaria de la Salud –
APS.

La Ley Nacional de Salud Mental N° 26.657 es una norma que garantiza el derecho de todas las
personas a la atención efectiva y oportuna de la salud mental, en especial se reconoce a la
persona con padecimiento psíquico como un sujeto de derecho y plantea una modalidad de
abordaje comunitario.

La salud mental como un proceso determinado por componentes históricos, socioeconómicos,


culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica
de construcción social vinculada a la concepción de los derechos humanos y sociales de toda
persona.

Documentos internacionales coinciden en que, entre las problemáticas más prevalentes con
mayor impacto en la salud de la población, se encuentran la depresión, las psicosis, el
consumo problemático de drogas y alcohol, el suicidio y las violencias (OPS, 2014; WHO, 2017).

Estas recomendaciones están dirigidas a las áreas cuya función es la atención de la salud
mental en los hospitales generales y en los hospitales pediátricos, materno-infantiles e
instituciones especializadas en el abordaje de adolescentes. Independientemente que dicho
área sea institucionalmente denominada “servicio” o funcione bajo otra denominación.

SALUD MENTAL:

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud mental es el bienestar que una
persona experimenta como resultado de su buen funcionamiento en los aspectos
cognoscitivos, afectivos y conductuales, y en última instancia, el despliegue óptimo de sus
potencialidades individuales para la convivencia, el trabajo.

Características de una buena salud mental:

Contar con una buena salud mental implica cuatro aspectos esenciales:

 Desarrollar conocimientos, habilidades y relaciones afectivas estables tendientes a la


satisfacción personal y con los demás.
 Establecer buen relacionamiento familiar, escolar, laboral, recreativas, con nuestros
semejantes.
 Armonizar ideales y valores éticos, para hacer frente a las demandas de la vida.
 Generar proyectos de vida, disfrutando del presente, teniendo en cuenta el futuro.

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ATENCIÓN PRIMARIA EN SALUD MENTAL:


La atención primaria de salud mental promueve el respeto de los derechos humanos. Los
servicios de salud mental proporcionados en atención primaria reducen al máximo la
estigmatización y discriminación. También eliminan el riesgo de violaciones de los derechos
humanos que pueden ocurrir en los hospitales psiquiátricos.

La Gestión Integrada para la Salud mental consiste en conjunto de políticas y


lineamientos que orientan a los diferentes actores sociales para que desarrollen acciones
orientadas a la promoción de la salud mental, la prevención, el tratamiento y la rehabilitación
de los problemas y trastornos mentales y a la epilepsia.

MGF:

En Medicina de Familia la asistencia continuada crea un vínculo médico-paciente que facilita la


detección precoz de cualquier alteración del estado de ánimo.

Para realizar un diagnóstico de enfermedad mental es fundamental descartar otras patologías


médicas, y es aquí donde el rol del médico de familia es fundamental puesto que su visión
integradora permite valorar al paciente en todos sus sistemas.

El médico de familia está entrenado en el manejo de los distintos fármacos, interacciones y


efectos secundarios, en caso de que sea necesario su uso.

En ocasiones el médico de familia tiene como paciente a más de un miembro de la misma


familia lo que aporta una visión del funcionamiento del individuo en su grupo.

TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD:
La personalidad, puede definirse como el conjunto de características o rasgos psicológicos
internos que describen la forma de ser de la persona y determinan la manera que tiene de
comportarse en diferentes situaciones.

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Paranoicos:

Este patrón de personalidad se distingue por una elevada desconfianza frente a los demás.

Las personalidades paranoides tienden a interpretar de manera malévola y sospechosa las


acciones de las otras personas, sin base suficiente. Justamente un 54% de los argentinos
encuestados estuvo de acuerdo con la afirmación "no es seguro confiar en otros".

Dificultades para relacionarse de una manera realista con los demás.

Esquizoides:

Patrón general de distanciamiento de las relaciones sociales y de restricción emocional en el


plano interpersonal. Déficit significativo de la capacidad intrínseca para experimentar los
matices más sutiles de la vida emocional.

Es una persona reservada, introvertida y tiende al aislamiento. Desde el punto de vista


interpersonal es desvinculado. Tiene dificultades para hacer amistades, prefiere relaciones
distantes y limitadas con los demás y parece no tener ningún interés por las actividades
sociales; su restricción emocional le impide el desarrollo de relaciones íntimas y afectuosas,
que no desea ni disfruta.

Expresivamente impasible, le falta espontaneidad, resonancia y vivacidad. Es emocionalmente


inexcitable, muestra frialdad emocional o aplanamiento de la afectividad; raramente nuestra
sentimientos cálidos o intensos.

Con respecto a su sexualidad, tienen escaso o ningún interés en tener experiencias sexuales
ligadas a vínculos afectivos.

Esquizotípicos:

Este patrón se caracteriza por un notable déficit social e interpersonal, asociados a


excentricidades del comportamiento y distorsiones cognoscitivas y perceptivas.

Son los más “raros” de este grupo. Se comportan de manera rara, reservada, curiosa o extraña.
Prefieren la privacidad y el aislamiento con pocos contactos y obligaciones personales.

Experimentando una excesiva ansiedad social que no disminuye con la familiaridad. Su área
cognitiva desorganizada, hace que presente ideas de referencia, creencias raras o pensamiento
mágico (no concordantes con la cultura de pertenencia del sujeto). Presentan pensamiento
raro, vago, metafórico y el lenguaje incluir frases o construcciones raras.

Son excesivamente perspicaces y desconfían de los demás pudiendo desarrollar ideación


paranoide.

En la esfera sexual presenta poco o ningún interés en las relaciones sexuales afectivas, y
experimenta una pronunciada ansiedad ante los contactos íntimos.

Trastorno disocial (antisocial, psicópata, sociópata):

Patrón de desprecio y violación de los derechos de los demás. Son características centrales el
engaño y la manipulación. Fracasan en la adaptación a las normas sociales con respecto al
comportamiento legal, llevando a cabo repetidamente actos que ocasionan la detención.
Incurren en conductas deshonestas, mentiras, estafas para obtener beneficios personales o
por placer.

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Las funciones de regulación del Yo son deficientes, y el individuo busca la gratificación


inmediata prestando escasa atención a otros aspectos del funcionamiento psíquico, a los
deseos o sentimientos de los demás, a los códigos o limitaciones morales o a las demandas de
la realidad externa. Se puede encontrar un patrón de impulsividad, actúa de forma precipitada,
sin capacidad de posponer la gratificación, sin capacidad de planificar su futuro. Irritable y
agresivo que se manifiesta por peleas y agresiones repetidas.

Presenta una despreocupación imprudente por su seguridad y la de los demás. Irresponsable


con respecto a lo que atañe a sus responsabilidades, ya sea con respecto a sus obligaciones
laborales, económicas o familiares. Con respecto a su propia conducta, el antisocial, puede ser
indiferente, justificarse, minimizar sus actos, culpar a la víctima indicando su falta de
remordimiento.

Trastorno límite:

Se caracteriza esencialmente por un patrón de inestabilidad en las relaciones interpersonales,


la autoimagen y la afectividad y una notable impulsividad.

Sus relaciones interpersonales son inestables caracterizadas por un vínculo que alterna desde
la idealización del otro a la desvalorización o devaluación.

Presenta intensos temores al abandono real o imaginario, al rechazo, separación, como así
también a cambios del ambiente. Por lo cual realizan esfuerzos frenéticos para evitarlo,
pudiéndolo llevar a tener actos impulsivos como comportamientos de automutilación o
suicidas. Experimenta confusiones propias de un sentido de identidad inestable, nebulosa o
cambiante. Puede cambiar la manera en que se siente ante sí y ante los demás de la noche al
día. Este sentimiento inestable de sí mismo se extiende a diferentes áreas de su vida, que los
puede llevar a cambios repentinos. La conducta impulsiva, a menudo autodestructiva puede
manifestarse en diferentes comportamientos, exponerse a riesgos, consumir alcohol o drogas
en exceso, relaciones sexuales sin protección con personas que no conoce.

En general su sexualidad no suele estar inhibida y por el contrario ser muy activa (con
oscilaciones), llevando a la persona a tener conductas promiscuas y de riesgo como
manifestación de su impulsividad.

Histriónicos:

Esta personalidad se caracteriza por la búsqueda de atención, la necesidad de aprobación, la


teatralidad y la excesiva emocionalidad. Debido a la intensa necesidad de afecto y atención,
recurre a numerosas maniobras para obtenerlas. Sintiéndose incómodos cuando no logran ser
el centro de atención. Por lo que desarrolla una aguda sensibilidad a los estados de ánimo y a
los pensamientos de las personas a quienes desean agradar.

Narcisistas:

Se caracterizan por creerse especiales y superiores, y tienden a sentirse por encima de las
reglas.

En sus relaciones interpersonales carece de empatía, cree merecer y espera favores especiales
y utiliza a los otros para fortalecer el sí mismo, satisfacer sus deseos, sin importarle ni
reconocer el derecho, los sentimientos y necesidades de los demás, por lo que presenta un
vínculo interpersonal explotador. En su necesidad de reforzar su sentido de superioridad, el
narcisista se está continuamente comparando con los demás o piensa que lo envidian.

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Trastorno evitativo:

Patrón de inhibición social, sentimientos de incapacidad e hipersensibilidad a la evaluación


negativa de los demás.

La persona es hipersensible e hiperreactiva a los estímulos sociales, sentimientos y


comportamientos de los demás, en especial que puedan sugerir rechazo o humillación.
Presenta una extrema ansiedad que invade sus pensamientos e interfiere en su
comportamiento dificultándole los objetivos placenteros y potenciadores de la vida,
llevándolos a distanciarse de los demás como un mecanismo de protección contra el
sufrimiento psíquico que anticipan. Evita actividades que impliquen relaciones personales
importantes por temor a la crítica, desaprobación, rechazo.

Tiene importantes dificultades para las relaciones interpersonales a menos que este seguro de
ser aprobado. Tiene una imagen de sí mismo como inepto socialmente, inadecuado e inferior,
se siente poco atractivo como persona y devalúa sus logros. Es un individuo tímido, callado,
inhibido por temor a exponerse al riesgo de ser criticado, rechazado o humillado

Trastorno dependiente:

Se caracteriza por un patrón de sumisión y adhesión con temores de separación.

Tiene una necesidad general y excesiva de que se ocupen de su vida. Evita las
responsabilidades adultas buscando ayuda y guía en los demás, evitando la
autodeterminación. Necesitan consejo y aprobación de los demás para tomar decisiones, y que
otros se hagan cargo de sus responsabilidades. Se subordina a una figura más fuerte que le
proporcione cuidado sin la cual se siente sólo e indefenso. Tienen dificultades para mostrarse
o expresar su desacuerdo con los demás por temor a la pérdida. Cuando una relación
importante se termina, buscan rápidamente otra relación que les proporcione el cuidado y
apoyo que necesitan.

Trastorno obsesivo compulsivo:

El patrón dominante es la preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control mental.

Este sujeto, preocupado por el orden, mantiene una vida regulada, muy estructurada y
estrictamente organizada. Preocupándose por los detalles, horarios, listas y normas. Su
perfeccionismo, interfiere en la toma de decisiones y finalización de tareas. Es un individuo
que no está relajado, tenso, con aspecto solemne, que reprime los sentimientos cálidos y
mantiene sus emociones bajo control.

ANSIEDAD:

Preocupación excesiva y persistente por la posible pérdida de las figuras de mayor apego o de
que puedan sufrir un posible daño, como una enfermedad, daño, calamidades o muerte.

Los trastornos de ansiedad son un grupo de cuadros clínicos caracterizados por diferentes
manifestaciones emocionales, físicas o conductuales, que tienen en común la sensación de
miedo ante algo desconocido o que no se sabe definir, o a situaciones u objetos que la mayoría
de las personas del mismo grupo de referencia cultural no tiene.

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La ansiedad se diferencia de los trastornos de ansiedad porque en éstos la ansiedad presenta


un grado de severidad que interfiere en la vida cotidiana y provoca deterioro de la calidad de
vida y funcionamiento, convirtiéndose en un problema de salud.

Los signos y síntomas de la ansiedad más comunes incluyen los siguientes:

 Sensación de nerviosismo, agitación o tensión.


 Sensación de peligro inminente, pánico o catástrofe.
 Aumento del ritmo cardíaco.
 Respiración acelerada (hiperventilación).
 Sudoración.
 Temblores.
 Sensación de debilidad o cansancio.
 Problemas para concentrarse o para pensar en otra cosa que no sea la preocupación
actual.
 Problemas para conciliar el sueño.
 Problemas gastrointestinales (GI).
 Dificultades para controlar las preocupaciones.
 Necesidad de evitar las situaciones que generan ansiedad.

La ansiedad patológica puede manifestarse en alguna de estas formas:

1. Como crisis o ataque, en forma abrupta y episódica (Crisis y Trastorno de Pánico).


2. En forma persistente, fluctuante o continua, (Trastorno de Ansiedad Generalizada).
3. Como consecuencia de sucesos vitales estresantes reiterados, Son los Trastornos de
Adaptación y el Trastorno de Estrés Postraumático. Este último puede surgir cuando
un suceso extraordinario traumático altera la vida de un individuo (violación, asalto,
accidente grave, secuestro, u otra situación traumática).

Trastorno de pánico:

Comprende la “aparición temporal y aislada de miedo o de malestar intensos acompañada de


4 ó más de los siguientes síntomas, que se inician bruscamente y alcanzan su máxima
expresión dentro de los primeros 10 minutos”.

Los síntomas de las crisis o ataques de pánico pueden ordenarse, según la frecuencia
estadística de aparición, de mayor a menor, de acuerdo al siguiente esquema:

1. Palpitaciones o taquicardia.
2. Sudoración.
3. Temblor o sacudidas.
4. Sensación de ahogo.
5. Sensación de atragantamiento.
6. Opresión o malestar torácico.
7. Náuseas o molestias abdominales.
8. Inestabilidad, mareo o sensación de desmayo.
9. Desrealización o despersonalización.
10. Miedo a volverse loco o descontrolarse.
11. Miedo a morir.
12. Parestesias (hormigueos o entumecimientos).
13. Escalofríos o sofocaciones.

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Luego de una evaluación física, los factores de riesgo cardiovascular, el contexto del paciente y
la realización de exámenes complementarios en los casos que lo ameriten, debe considerarse
la crisis de angustia o ataque de pánico como otra posible causa de estos síntomas.

Diagnóstico de trastornos de pánico:

Para diagnosticar un trastorno de pánico, tienen que estar presentes los ataques de pánico
acompañados de una ansiedad anticipatoria, definida como una inquietud o preocupación
continua ante la posibilidad de tener una nueva crisis o sus consecuencias (pérdida de control,
tener un ataque de corazón, “volverse loco”) y/o un cambio significativo de mala adaptación
en el comportamiento (conductas evitativas) relacionado con los ataques (comportamientos
destinados a evitar los ataques de pánico, como evitación del ejercicio o de las situaciones no
familiares o de alejarse de lugares considerados no seguros).

Las primeras crisis de pánico del Trastorno de Pánico son espontáneas, o sea que no
responden a una situación atemorizante que las desencadene y ocurren entre los 25 y 30 años
en promedio, siendo 3 veces más frecuentes en la mujer que en el varón y suelen
acompañarse de agorafobia más o menos severa.

Trastorno por ansiedad generalizada (TAG):

Es el subtipo de ansiedad más común, con una prevalencia en la población de 2.5 a 6.4%.

Es una enfermedad de curso crónico que comienza con síntomas de ansiedad en forma gradual
y cursa con remisiones y recaídas.

Las personas que padecen este trastorno presentan un estado de preocupación constante,
difícil de controlar, que se acompaña por los síntomas generales de ansiedad. Es común que se
presenten en este contexto ataques de pánico y síntomas de depresión.

El trastorno se define por la presencia de ansiedad o preocupación de difícil control durante


por lo menos 6 meses (la mayor parte de los días), asociado a tres o más de los siguientes
síntomas:

1. Inquietud o sensación de estar atrapado o con los nervios de punta.


2. Fácilmente fatigado.
3. Dificultad para concentrarse o quedarse con la mente en blanco.
4. Irritabilidad.
5. Tensión muscular.
6. Problemas de sueño (dificultad para dormirse o para continuar durmiendo, o sueño
inquieto e insatisfactorio).
Trastorno obsesivo compulsivo (TOC):

Se caracteriza por la presencia de ideas repetitivas (obsesiones) que provocan ansiedad y/o
conductas repetitivas (compulsiones) que si no se ejecutan provocan una fuerte ansiedad.

En casos severos puede producir discapacidad, por el número de horas diarias dedicadas a
estas compulsiones.

Las obsesiones se definen por:

 Pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan,


en algún momento durante el trastorno, como intrusas o no deseadas, y que en la
mayoría de los sujetos causan ansiedad o malestar importante.

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 La persona intenta ignorar o suprimir estos pensamientos, impulsos o imágenes, o


neutralizarlos con algún otro pensamiento o acto (es decir, realizando una
compulsión).

Las compulsiones se definen por:

 Comportamientos (lavarse las manos, ordenar, comprobar las cosas) o actos mentales
(rezar, contar, repetir palabras) repetitivos que el sujeto se ve obligado a realizar como
respuesta a una obsesión o de acuerdo con reglas que ha de aplicar de manera rígida.
 El objetivo de los comportamientos o actos mentales es prevenir o disminuir la
ansiedad o el malestar, o evitar algún suceso o situación temida; sin embargo, estos
comportamientos o actos mentales no están conectados de una manera realista con
los destinados a neutralizar o prevenir.

Estos actos resultan claramente excesivos y producen malestar personal e interferencia en la


vida cotidiana, lo que los diferencia de los síntomas obsesivocompulsivos aislados, frecuentes
en la vida diaria.

Las obsesiones, por su parte, no se reducen a simples preocupaciones excesivas sobre


problemas de la vida cotidiana, sino que son ideas que la persona intenta suprimir o ignorar
mediante otros pensamientos o actos, pero que no logra controlar.

Fobias:

Se define como fobia a un miedo irracional o excesivo, desencadenado por la presencia o


anticipación de un objeto o situación.

Las fobias se presentan porque la exposición al estímulo fóbico provoca una respuesta
inmediata de ansiedad severa, que en algunos casos puede llegar al ataque de pánico. Las
personas reconocen que este miedo es excesivo o irracional pero no pueden controlarlo, por lo
que las situaciones u objetos fóbicos se tratan de evitar o de lo contrario se soportan a costa
de una inmensa ansiedad o malestar. Todo esto interfiere con la rutina normal de la persona, o
con sus relaciones laborales o sociales, o bien provocan un malestar clínicamente significativo.

Fobias simples: son aquellas en las que el miedo irracional es desencadenado por objetos o
situaciones específicas tales como: pánico a volar, a las alturas, a los animales, a la oscuridad, a
la sangre o inyecciones, etc. Son frecuentes en todas las edades.

Fobias sociales: también son muy frecuentes en la población general y se definen por la
presencia de un temor intenso y la evitación de situaciones en las que otras personas lo
podrían observar con mayor atención y/o criticar, como por ejemplo hablar en público. Tienen
una alta comorbilidad con las fobias simples (59%), los trastornos por crisis de angustia o
pánico (49%), el abuso de alcohol (19%) y la depresión mayor (17%).

Trastorno por estrés postraumático (TEP):

Este trastorno ocurre en personas que enfrentaron una situación muy amenazante lo que les
provocó, o pudo haberles provocado, un daño psíquico o físico grave (accidente, violación
sexual, tortura, desastre natural, acto terrorista, guerra, etc).

La persona presenta recuerdos ansiosos de la experiencia con la sensación de vivirla


nuevamente (reexperimentación del evento) y sueños recurrentes sobre ella.

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También se caracteriza por la evitación de circunstancias parecidas a dicha experiencia


traumática y por estar en un estado de alerta exagerada. Clásicamente, la persona tiene como
“flashes” de la situación traumática, donde la sensación es la vivencia real, como si estuviera
viviéndolo de nuevo, con las mismas sensaciones y miedos que en ese momento. La
reexperiencia persistente del cuadro traumático es el síntoma principal de este trastorno. La
misma puede presentarse luego del evento traumático o incluso varios meses o años después
de la exposición al trauma.

Diagnóstico:

Ante una persona que presenta alguno de los síntomas físicos o emocionales de los trastornos
de ansiedad:

1. Descartar que los síntomas de ansiedad se deban a una enfermedad física o a


medicamentos utilizados para su tratamiento.
2. Descartar que los síntomas no sean producidos por el consumo de sustancias
psicoactivas o la privación de ellas.
3. Descartar que los síntomas de ansiedad no sean producidos por una depresión o
psicosis.
4. Determinar el grado de deterioro del funcionamiento de la persona en su actividad
principal habitual (trabajo, hogar o estudio).
 Sin deterioro: la persona es capaz de mantener el 100% de las actividades que
realiza en su vida cotidiana a pesar de presentar síntomas ansiosos.
 Deterioro leve: mantiene el 80% de las tareas principales.
 Deterioro moderado: su nivel de funcionamiento se encuentra entre un 50 y
un 80%.
 Deterioro grave: disminución de su funcionamiento a menos del 50%.

Abordaje:

Todo paciente que presente síntomas por ansiedad de tal magnitud que interfiera en su
calidad de vida debería recibir tratamiento. Es importante identificar qué tipo de trastorno de
ansiedad presenta para determinar el mejor abordaje terapéutico. Los trastornos obsesivo-
compulsivos así como los trastornos por estrés postraumático y las fobias severas deben ser
interconsultadas con el especialista para su manejo y tratamiento.

El abordaje de los trastornos de ansiedad comprende la recomendación de:

 Realizar actividad física en forma regular.


 No ingerir estimulantes como café, mate, bebidas cola, ni consumir cocaina,
anfetaminas o derivados.
 Consideración de un tratamiento psicológico en sus diferentes modalidades, como la
terapia cognitivo conductual y la terapia conductual. Estas terapias son útiles tanto
como monoterapia o en combinación con tratamiento farmacológico (dependiendo
del grado de severidad del trastorno).

Se recomienda tratar farmacológicamente a todo paciente que presente síntomas de ansiedad


que interfieran en su calidad de vida o a aquellos pacientes en los que se desea prevenir el
desarrollo de complicaciones. Antes de indicar tratamiento farmacológico de la ansiedad, se
deben considerar los síntomas, la afectación de la calidad de vida y el riesgo de abuso de
sustancias.

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El tratamiento farmacológico de primera elección en la mayoría de los cuadros de ansiedad


son los inhibidores selectivos de la receptación de serotonina y no los ansiolíticos
(benzodiacepinas).

Las benzodiacepinas se reservan eventualmente para el manejo inicial de estos trastornos o


para los cuadros que se sospeche que son episódicos. No se recomiendan por más de uno o
dos meses por su potencial de provocar abuso, tolerancia y dependencia.

 Identificar cuáles son los problemas por su nivel de complejidad.


 Asignar prioridades.
 Reconocer aquello que está más allá del control personal.
 Planificar y organizarse.
 Tener objetivos y agenda que puedan cumplirse.
 Tener “resto” para lo imprevisto.
 Mantenerse saludable respetando el descanso y alimentándose adecuadamente.
 Aprender a relajarse con alguna técnica.
 Evitar el alcohol, tabaco y café.
 Hacer ejercicio.
 Buscar el equilibrio entre la vida personal y laboral.

Tratamiento del Trastorno de Ansiedad Generalizada:

El abordaje puede realizarse mediante psicoterapia y/o con tratamiento farmacológico, según
la severidad de cada caso en particular.

Las drogas de primera elección para el tratamiento de este trastorno son los inhibidores de la
recaptación de serotonina. Estas drogas son la primera elección aun cuando los pacientes no
presenten signos concomitantes de depresión.

Inhibidores de la recaptación de serotonina (IRSS):

Se recomienda iniciar con una dosis baja para generar tolerancia a los efectos adversos y citar
al paciente a las 2 semanas de iniciado el tratamiento para evaluar la presencia de los mismos
y su tolerancia, e ir aumentando gradualmente la dosis. Si luego de 6-8 semanas de
tratamiento a dosis terapéutica no hay signos de mejoría, debiera evaluarse la adherencia al
tratamiento y/o considerar el tratamiento con una droga diferente.

Entre los efectos adversos de los IRSS se mencionan: náuseas, molestias abdominales, diarrea,
cefalea, insomnio y agitación e irritabilidad, y disfunciones sexuales. Estos efectos adversos son
dosis dependientes y generalmente van disminuyendo luego de la primera semana de
tratamiento. Las disfunciones sexuales son un efecto adverso muy común de duración más
prolongada.

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La fluoxetina puede ser más estimulante para algunos pacientes y presentar más interacciones
medicamentosas con otras drogas (por ejemplo, clopidogrel) mientras que la paroxetina tiene
un efecto más sedativo (por lo que podría indicarse por la noche) y algunos efectos
anticolinérgicos. La sertralina es más propensa a producir diarrea y también tener un efecto
estimulante. La fluoxetina y la sertralina se denominan IRSS no sedantes.

Todas presentan una latencia en el inicio del efecto de 4 semanas aproximadamente. La


administración de una benzodiacepina podría utilizarse en los pacientes que presenten
síntomas ansiógenos durante este lapso. Deben utilizarse solo por un corto período.

Antidepresivos inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina (antidepresivos


duales):

Los que están aprobados para el tratamiento del trastorno de ansiedad generalizado son la
venlafaxina y la duloxetina. Estos fármacos pueden considerarse también de primera línea
cuando los IRSS por algún motivo no se utilicen.

Las dosis iniciales para la venlafaxina son 25 mg/d y para la duloxetina 30 mg/d, mientras que
el rango de dosis es de 75-300 mg para la venlafaxina y 60-120 mg para la duloxetina.

La duración del tratamiento es de un año aproximadamente si hubo remisión completa de los


síntomas, pudiendo prolongarse o reiniciarse a criterio médico, ya que las recaídas son
frecuentes.

Los efectos adversos de los antidepresivos inhibidores de la recaptación de serotonina y


noradrenalina (antidepresivos duales) que pueden presentarse con su uso son: nauseas,
mareo, insomnio, sedación, constipación, sudoración y disfunción sexual. La venlafaxina puede
aumentar la presión arterial, por lo que se recomienda el monitoreo de la misma durante el
tratamiento.

Antidepresivos tricíclicos, benzodiacepinas y algunos anticonvulsivantes:

Las drogas de segunda elección para el tratamiento del trastorno de ansiedad generalizada
incluyen los antidepresivos tricíclicos, las benzodiacepinas y algunos anticonvulsivantes.

El antidepresivos tricíclicos que se recomienda para este trastorno es la imipramina. Sin


embargo, se prefieren los IRSS por el peor perfil de efectos adversos y la cardiotoxicidad que
presentan los antidepresivos tricíclicos.

En cuanto a las benzodiacepinas, si bien son efectivas para controlar rápidamente los
síntomas, dado su perfil de abuso y tolerancia, no constituyen una primera elección
terapéutica.

Pueden considerarse para el tratamiento inicial durante el tiempo de latencia de acción de los
IRSS o en aquellos que presenten síntomas de ansiedad paradójicos al inicio del tratamiento
con IRSS. También considerar su uso en pacientes con trastorno de la ansiedad generalizada
crónico, con mínimos síntomas depresivos, sin historia de abuso de sustancias que no hayan
respondido al tratamiento con antidepresivos o presenten contraindicaciones o intolerancia
con su uso.

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El tratamiento con benzodiacepinas debe durar el menor tiempo posible, para evitar las
situaciones de dependencia, abuso y abstinencia. Si las mismas son utilizadas a largo plazo
(más de 6 semanas) desarrollan dependencia. Esto ocurre especialmente con las
benzodiacepinas de acción corta como el alprazolam. Esto significa que al dejar de consumirlas
generan síntomas de supresión o abstinencia:

 Ansiedad de rebote.
 Taquicardia.
 Insomnio.
 Cefalea.
 Temblor.

Tratamiento del trastorno de pánico o por crisis de angustia:

Al igual que para los trastornos de ansiedad generalizada, se recomienda comenzar con dosis
bajas e ir aumentando la dosis gradualmente hasta llegar a las dosis de mantenimiento.

En los pacientes que no respondan a este grupo de fármacos se recomienda el tratamiento con
los inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina, como la venlafaxina en su
formulación de liberación prolongada, comenzando con una dosis de 37.5 mg/d,
incrementándola a 75 mg/d luego de una semana y a 150 mg/d luego de dos o tres semanas.

Los antidepresivos tricíclicos quedan relegados a una segunda opción dado que tienen
mayores efectos adversos.

El tratamiento farmacológico debe realizarse hasta por lo menos un año luego de que los
síntomas hayan sido controlados.

Como en el trastorno de ansiedad generalizada, el tratamiento con benzodiacepinas está


indicado durante el periodo de latencia de acción de los antidepresivos para aquellos
pacientes que presenten síntomas severos y deterioro funcional importante por la presencia
de los mismos, ya que su rápido inicio de acción produce un rápido alivio.

Entre las benzodiacepinas, se recomienda utilizar las que tienen acción más larga como el
clonazepam, ya que de este modo hay menos incidencia de ansiedad de rebote en los
intervalos interdosis, aunque drogas de acción más corta como el lorazepam y el alprazolam,
también han demostrado ser eficaces.

La dosis inicial del clonazepam es 0.5 mg por la noche, pudiendo ser dividida esta dosis en 2
tomas si fuera necesario. Puede incrementarse hasta 3 mg/d. El alprazolam puede iniciarse con
una dosis de 0.25 mg 3 o 4 veces por día, pudiéndose aumentar hasta 2 mg/día.

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De ser utilizadas, es imprescindible recordar que benzodiacepinas deben ser discontinuadas


gradualmente (disminuir entre un 10-25% de la dosis cada 2 semanas); otra opción, si el
paciente está recibiendo una benzodiacepinas de acción corta, como el alprazolam (que son
las que más generan abstinencia), es rotarla por una de vida media larga a dosis, como el
diazepam, ya que éstas tienden a acumularse y eliminarse lentamente, sin producir tanta
abstinencia.

Se debe rotar a una dosis equivalente y luego también suspenderla gradualmente. Si se


discontinúan rápidamente puede aparecer un síndrome de abstinencia muy desagradable y en
ocasiones riesgoso para el paciente. Tener en cuenta que los tratamientos de más de seis
semanas desarrollan una fuerte dependencia.

Tratamiento del ataque de pánico agudo:

El trato amigable y contenedor por parte del equipo de salud, junto con medidas de relajación
ayudan a empezar a disminuir la angustia y la hiperventilación que acompañan a este
trastorno y que suele ocasionar taquicardia, vértigo o mareos.

Se debe administrar una benzodiacepina de acción corta, preferentemente por vía sublingual
para acelerar el pico plasmático, como el lorazepam sublingual 1 o 2 mg, o alprazolam vía oral
0.5 a 2 mg.

Según cada paciente se deberá individualizar el tratamiento de mantenimiento que necesitará


luego de la crisis aguda. Se debe considerar continuar con una benzodiacepina como el
clonazepam 0.5 mg/d durante un corto plazo, iniciar IRSS, comenzar una psicoterapia o una
combinación de estos tratamientos.

DEPRESIÓN:

Episodio depresivo mayor: Constituye un síndrome depresivo de al menos 2 semanas de


duración y con una intensidad importante que afecta claramente al funcionamiento de la
persona. Atendiendo a la intensidad de los síntomas se puede calificar como “leve”,
“moderado” o “grave”; en las formas más graves es posible que se presenten síntomas
psicóticos (delirios, alucinaciones). Lo habitual es que un paciente tenga varios episodios
depresivos a lo largo de su vida (“recurrencias”): cuando solamente se evidencian recurrencias
depresivas, se habla de un trastorno depresivo mayor mientras que, si se suceden en el tiempo
episodios depresivos y síndromes maníacos, se habla de trastorno afectivo bipolar (o
depresión bipolar).

Al menos 5 de los criterios durante 2 semanas.

 Estado de ánimo deprimido.


 Disminución del interés o placer por las actividades.
 Pérdida o aumento importante de peso y apetito.
 Insomnio o hipersomnia.
 Agitación o retraso psicomotor.
 Fatiga o pérdida de energía.
 Sentimiento de inutilidad o culpabilidad excesiva.
 Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse.
 Pensamientos de muerte, ideas suicidas, intento de suicidio.

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Trastorno depresivo persistente (o distimia): Se habla de esta entidad en los casos de


síndromes depresivos de intensidad leve y con un curso crónico de más de 2 años de duración
(en niños y en adolescentes, la DSM baja la duración a 1 año). Este diagnóstico agrupa la
mayoría de las depresiones que anteriormente se llamaban “neuróticas”. En general, se
encuentran en ellos más alteraciones de la personalidad y más síntomas de ansiedad (crisis de
ansiedad, síntomas obsesivos, fobias). Puede comenzar en la adolescencia (se habla de inicio
temprano si aparece antes de los 21 años) o en la edad adulta (inicio tardío). En su curso es
posible que aparezcan episodios depresivos mayores, por lo que recibe entonces el nombre de
“depresión doble”.

Excepcionalmente, un episodio depresivo mayor se cronifica y sigue presentando síntomas


graves pasados los años (lo habitual es que los síntomas se atenúen poco a poco); esta
“depresión mayor crónica” suele haber sido resistente a todos los tratamientos empleados.

Cuando el cuadro depresivo de intensidad leve no ha llegado aún a los 2 años de duración, se
emplea a veces el término no oficial de “depresión menor”.

Tienen que estar presentes 2 o + de los siguientes:

 Poco apetito o sobrealimentación.


 Insomnio o hipersomnia.
 Poca energía o fatiga.
 Baja autoestima.
 Falta de concentración o dificultad para tomar decisiones.
 Sentimientos de desesperanza.
En un porcentaje importante de los episodios depresivos pueden aparecer síntomas maníacos
(síntomas mixtos, véase más adelante); su presencia obliga a veces a ajustar el tratamiento por
el riesgo de evolución hacia un trastorno bipolar.

Criterios diagnósticos:

Episodio depresivo mayor:

A. Cinco (o más) de los síntomas siguientes han estado presentes durante el mismo
período de dos semanas y representan un cambio del funcionamiento anterior; al
menos uno de los síntomas es (1) estado de ánimo deprimido o (2) pérdida de interés
o de placer.
Nota: No incluye síntomas que se puedan atribuir claramente a otra afección médica
1. Estado de ánimo deprimido la mayor parte del. día, casi todos los días, según
se desprende de la información subjetiva (se siente triste, vacío o sin
esperanza) o de la observación por parte de otras personas (se le ve lloroso).
2. Disminución importante del interés o el placer por todas o casi todas las
actividades la mayor parte del día, casi todos los días (como se desprende de la
información subjetiva o de la observación).
3. Pérdida importante de peso sin hacer dieta o aumento de peso (modificación
de más del 5 % del peso corporal en un mes), o disminución o aumento del
apetito casi todos los días.
4. Insomnio o hipersomnia casi todos los días.
5. Agitación o retraso psicomotor casi todos los días (observable por parte de
otros, no simplemente la sensación subjetiva de inquietud o enlentecimiento).
6. Fatiga o pérdida de la energía casi todos los días.

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7. Sentimientos de inutilidad o de culpabilidad excesiva o inapropiada (que


puede ser delirante) casi todos los días (no simplemente el autorreproche o
culpa por estar enfermo).
8. Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o de tomar
decisiones, casi todos los días (a partir del relato subjetivo o de la observación
por parte de otras personas).
9. Pensamientos de muerte recurrentes, ideas suicidas recurrentes sin un plan
determinado, intento de suicidio o un plan específico para llevarlo a cabo.
B. Los síntomas causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social,
laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
C. El episodio no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia o de otra
afección médica.
Trastorno depresivo persistente (o distimia):

A. Estado de ánimo deprimido durante la mayor parte del día, presente más días que los
que está ausente, según se desprende de la información subjetiva o de la observación
por parte de otras, personas, durante un mínimo de dos años.
B. Presencia, durante la depresión, de dos (o más) de los síntomas siguientes:
1. Poco apetito o sobrealimentación.
2. Insomnio o hipersomnia.
3. Poca energía o fatiga.
4. Baja autoestima.
5. Falta de concentración o dificultad para tomar decisiones.
6. Sentimientos de desesperanza.
C. Durante el período de dos años (uno en niños y adolescentes) de la alteración, el
individuo nunca ha estado sin los síntomas de los Criterios A y B durante más de 2
meses seguidos.
D. Los criterios para un trastorno de depresión mayor pueden estar continuamente
presentes durante dos años.
E. Nunca ha habido un episodio maníaco o un episodio hipomaníaco. y nunca se han
cumplido los criterios para el trastorno ciclotímico.
F. La alteración no se explica mejor por un trastorno esquizoafectivo persistente,
esquizofrenia, un trastorno delirante, u otro trastorno especificado o no especificado
del espectro de la esquizofrenia y otro trastorno psicótico.
G. Los síntomas no se pueden atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (una
droga, un medicamento) o a otra afección médica (hipotiroidismo).
H. Los síntomas causan malestar Clínicamente significativo o deterioro en lo social,
laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
Tratamiento de la depresión:

Evaluación diagnostica:

 Entrevista completa, detallada, dedicada, no apresurada.


 Evaluación del estado psíquico general.
 Examen físico detallado. Evaluar enfermedades orgánicas concomitantes.
 Laboratorio: TSH y hemograma.
 Descartar trastorno bipolar. Determinar riesgo suicida. Determinar si tiene
características psicóticas (derivar a especialista). Considerar abuso de alcohol o drogas.

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Abordaje:

Psicoterapia y tratamiento farmacológico. También psicoeducación para el paciente y la


familia:

 La depresión es frecuente.
 Tienden a tener opiniones negativas e irreales sobre sí mismos.
 Transcurren 3 semanas antes de que el tratamiento reduzca los síntomas.
 Motivar a las personas a que: continúen con las actividades que solían ser interesantes
o placenteras, mantengan ciclo de sueño regular, realicen actividad física, participen
en actividades sociales, continúen atendiendo sus problemas de salud física.
Tratamiento farmacológico:

Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina IRSS. La sertralina es la más utilizada.

EA de los IRSS: náuseas, molestias abdominales, diarrea, cefalea, insomnio, agitación e


irritabilidad y disfunciones sexuales. Disminuyen luego de la primera semana.

Seguimiento:

Extender tratamiento con antidepresivos 6 a 9 meses luego de desaparecidos los síntomas o si


tiene, que sean mínimos y haya retomado las tareas habituales. Retirarlos gradualmente por lo
menos durante 4 semanas.

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INSOMNIO:
Dificultad para conciliar el sueño, mantenerlo a lo largo de la noche o cuando el despertar final
se ve adelantado de manera involuntaria. Si no hay repercusión en el funcionamiento
cotidiano, entonces no debe considerarse como insomnio.

CLASIFICACIÓN:

Según la etiología:

 Insomnio primario: no tiene un factor etiológico claramente identificable.


 Insomnio secundario: aparece como consecuencia, o en el contexto, de otros cuadros
clínicos o de una situación adaptativa
Según el momento de la noche en que se produce:

 Insomnio de conciliación.
 Insomnio de mantenimiento.
 Despertar precoz.
Según el tiempo de duración el insomnio:

 Insomnio de corto plazo o agudo: dura hasta tres semanas o un mes. Generalmente
aparece luego de situaciones estresantes menores (una enfermedad leve, un
problema, un examen, mudanza, etc.).
 Insomnio crónico: aquel que dura más de tres semanas

PRESENTACIÓN CLÍNICA Y DIAGNÓSTICO:

 Dificultades para conciliar el sueño.


 Dificultades para mantener el sueño.
 Despertar final adelantado.
 Sueño no reparador.
 Fatiga o cansancio diurno.
 Síntomas de ansiedad y depresión.
 Alteraciones del humor: irritabilidad, disforia, tensión.
 Déficits leves de la atención o de la concentración.
 Déficits de memoria.
 Déficits en funciones ejecutivas.
 Excesiva somnolencia.
 Quejas somáticas (gastrointestinales, respiratorias, cefaleas y dolores no específicos).

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El interrogatorio es la herramienta más importante. Es esencial indagar sobre:

 Uso de alguna medicación, por ejemplo: descongestivos nasales, anfetaminas,


corticoides, teofilina, fluoxetina, bupropion, imipramina, drogas de abuso como
cocaína.
 Presencia de alguna patología que pueda propiciar el insomnio: apnea del sueño,
síndrome de piernas inquietas, trastornos mentales.
 Conocer sobre las características de los hábitos de la persona y sobre el comienzo del
trastorno del sueño y sus posibles desencadenantes.
Criterios diagnósticos:

A. Predominante insatisfacción por la cantidad o la calidad del sueño, asociada a uno (o


más) de los síntomas siguientes:
1. Dificultad para iniciar el sueño.
2. Dificultad para mantener el sueño, que se caracteriza por despertares
frecuentes o problemas para volver a conciliar el sueño después de despertar.
3. Despertar pronto por la mañana con incapacidad para volver a dormir.
B. La alteración del sueño causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo
social, laboral, educativo, académico, del comportamiento u otras áreas importantes
del funcionamiento.
C. La dificultad del sueño se produce al menos tres noches a la semana.
D. La dificultad del sueño está presente durante un mínimo de tres meses.
E. La dificultad del sueño se produce a pesar de las condiciones favorables para dormir.
F. El insomnio no se explica mejor por otro trastorno del sueño-vigilia y no se produce
exclusivamente en el curso de otro trastorno del sueño-vigilia (p. ej., narcolepsia, un
trastorno del sueño relacionado con la respiración, un trastorno del ritmo circadiano
de sueño-vigilia, una parasomnia).
G. El insomnio no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (una droga,
un medicamento).
H. La coexistencia de trastornos mentales y afecciones médicas no explica
adecuadamente la presencia predominante de insomnio.
ABORDAJE:

Será progresivo con las siguientes medidas:

Psicoeducación: suministrar al paciente y su familia información.

 Los trastornos del sueño son comunes en épocas de estrés o enfermedades orgánicas.
 La duración del sueño varía ampliamente y por lo general, es menor en personas
mayores.
 Mejorar los hábitos del sueño ayuda a mejorar el problema.
 La preocupación sobre el insomnio puede agravar el problema.
 El alcohol puede ayudar a conciliar el sueño, pero también puede provocar
fraccionamiento del sueño, sueño intranquilo y despertar precoz.
 Los estimulantes como café, té, bebidas cola, cigarrillo, pueden causar o empeorar el
insomnio.

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Higiene del sueño: medidas que favorecen un mejor descanso.

 Promover una situación cómoda y calma antes de ir a dormir, libre de estímulos


sonoros y visuales.
 Acostarse sólo cuando se tiene sueño.
 Evitar la realización de ejercicios físicos vigorosos antes de irse a dormir.
 Evitar la ingesta de abundantes líquidos antes de acostarse.
 Evitar las siestas.
 Evitar ingestas copiosas por la noche.
 Evitar actividades estresantes en las horas previas de acostarse.
 Tratar de resolver las preocupaciones o problemas antes de acostarse, de modo de no
quedarse pensando en ellas al intentar dormir.
Intervenciones conductuales:

 Terapia de control de estímulos: trata de asociar el uso de la cama con el sueño.


Implica fijar una misma hora para despertarse todos los días, lo que permite estabilizar
el ritmo sueño-vigilia.
 Terapia de restricción de sueño: intervenciones destinadas a aumentar la “eficiencia”
del sueño, o sea el tiempo de sueño total respecto del tiempo que se pasa en la cama.
La persona no debe permanecer más de 20 minutos en la cama despierta. Si después
de este lapso no puede conciliar el sueño, debe levantarse y realizar alguna actividad
relajante.
 Técnicas de relajación, respiración y meditación: antes de irse a acostar.
 Intención paradójica: se trabaja con la persona para que pueda hacer lo contrario, es
decir, que se esfuerce en no dormir.
Tratamientos de reestructuración cognitiva (terapia cognitivo conductual):

Identificar las concepciones erróneas sobre el sueño y el insomnio y reemplazarlas por


creencias y actitudes más positivas.

TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO:

Es una medida coadyuvante dentro del modelo del abordaje integral del insomnio.

El riesgo de la terapia farmacológica incluye la aparición de efectos adversos, así como la


dependencia y tolerancia con el uso a largo plazo. Estos riesgos se ven incrementados en las
personas con enfermedades renales, hepáticas o pulmonares, apnea del sueño, adultos
mayores y en los consumidores habituales de alcohol.

La elección del fármaco se realiza en función del tipo de insomnio que presente el paciente:

 Si es de conciliación o de mantenimiento.
 Si está asociado a otras comorbilidades (por ejemplo, depresión).
Benzodiacepinas: se recomienda su uso sólo para insomnios ocasionales y a corto plazo ya que
pueden deteriorar el estado funcional causando confusión, pérdida de la memoria, mareos,
somnolencia diurna, pérdida del equilibro y depresión, entre otros.

 Lorazepam: está indicado para el insomnio de conciliación. Dosis de 0.5 a 2 mg.


 Midazolam: en insomnio de conciliación. Se indica en dosis de 7.5 a 15 mg.

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Drogas Z: los efectos adversos de hipnóticos no benzodiacepínicos son: somnolencia diurna,


vértigo, fatiga, dolor de cabeza, alucinaciones, náuseas, desorientación y confusión, ansiedad o
crisis de pánico, debilidad, temblor, palpitaciones, y taquicardia.

 Zolpidem: tratamiento a corto plazo del insomnio de conciliación. Solo está aprobado
su uso como máximo durante un mes. Presenta también una formulación de liberación
prolongada que se indica para el insomnio de mantenimiento. Dosis de 5 mg cuando
se utilizan formulaciones de liberación inmediata, y de 6,25 mg con las formulaciones
de liberación controlada.
 Eszopiclona: indicado no solo en el insomnio de conciliación, sino también en el de
mantenimiento, en los despertares precoces y en los casos de insomnio por
alteraciones psiquiátricas. Es el único aprobado para el uso a largo plazo. La dosis
inicial es de 1 mg.
Otros medicamentos y hierbas:

 Antidepresivos tricíclicos: cuando el insomnio es un síntoma del síndrome depresivo.


 Difenhidramina: no están recomendados para su uso rutinario en el insomnio.
 Melatonina: su administración exógena no ha demostrado beneficios para el
tratamiento del insomnio, excepto en 2 situaciones: para el tratamiento del síndrome
de la fase del sueño retrasada y en un subgrupo de pacientes con niveles bajos de
melatonina.
 Valeriana: no se ha demostrado la efectividad de la valeriana frente al placebo en el
tratamiento del insomnio.

ESTRÉS:

En el campo de la medicina, es la respuesta del cuerpo a una presión física, mental o


emocional.

El estrés produce cambios químicos que elevan la presión arterial, la frecuencia cardíaca y las
concentraciones de azúcar en la sangre.

También suele producir sentimientos de frustración, ansiedad, enojo o depresión.

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SÍNDROME DE BURNOUT:
El síndrome de burnout o "síndrome del trabajador quemado" hace referencia a la
cronificación del estrés laboral.

Este se manifiesta a través de un estado de agotamiento físico y mental que se prolonga en el


tiempo y llega a alterar la personalidad y autoestima del trabajador.

SÍNDROME DE FATIGA CRÓNICA:

Es una enfermedad grave y de larga duración que afecta a muchos sistemas del cuerpo.

Otro nombre para esto es encefalomielitis miálgica/síndrome de fatiga crónica.

A menudo, el síndrome puede dificultar el realizar sus actividades normales.

Síntomas:

 Fatiga.
 Problemas de memoria o concentración.
 Dolor de garganta.
 Dolores de cabeza.
 Agrandamiento de los ganglios linfáticos del cuello o las axilas.
 Dolor muscular o articular sin explicación.
 Mareos que empeoran al pasar de estar acostado o sentado a estar de pie.
 Sueño no reparador.

ENFERMEDADES PSICOSOMÁTICAS:

Las enfermedades psicosomáticas son las que, de fuertes procesos emocionales como
depresión, ansiedad o estrés, se derivan síntomas físicos. Simplemente es un “desequilibrio
entre el cuerpo y la mente”, que provoca la disminución de las defensas y, por tanto, que
seamos más vulnerables ante los agentes externo.

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DERIVACIÓN A LA UNIDAD DE SALUD MENTAL:


Se podrá derivar a cualquier paciente cuando el facultativo de Atención Primaria (A.P.), tras
estudiar y valorar la situación del enfermo, no se sienta capacitado para realizar una
intervención adecuada. La petición se realizará en la solicitud específica que se adjunta.

CRITERIOS DE HOSPITALIZACIÓN:

 Ideas/pensamientos intensos o intentos por autolesionarse.


 Ideas /pensamientos intensos o intentos suicidas.
 Ideas o pensamientos intensos agresivos o de ataque a terceros.
 Conductas peligrosas originadas por algún trastorno mental.
 Conductas antisociales.

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