Selección Antígona
Selección Antígona
Selección Antígona
Coro.
Estrofa 1 .a
Rayo de sol, la más bella luz vista en Tebas, la de 100
las siete puertas, te has mostrado ya, ¡oh ojo del dora
do día!, viniendo sobre la corriente del Dirce 5, tú, que 105
al guerrero de blanco escudo 6 que vino de Argos con
su equipo, has acosado como a un presuroso fugitivo
en rápida carrera, y al que Polinices condujo contra 110
nuestra tierra, excitado por equívocas discordias 7. Lan
zando agudos gritos, voló sobre nuestra tierra como un
águila cubierta con plumas de blanca nieve, con a b u n - 115
dan te armamento, con yelm os guarnecidos con crines
de caballos.
Antístrofa 2 .a
Detenido sobre nuestros tejados, y habiendo abierto
sus fauces en torno a los accesos de las siete puertas
120 con lanzas ansiosas de muertes, se marchó antes de
saciar su garganta con nuestra sangre y de que el fue
go 8 de las antorchas de pino se apoderara del circulo
que form an las torres. Tal fue el estrépito de Ares que
125 se extendió en torno a nuestras espaldas, difícil prueba
para el dragón adversario9.
Zeus odia sobremanera las jactancias pronunciadas
por boca arrogante y, viendo que ellos avanzan en gran
130 afluencia, orgullosos del dorado estrépito, rechaza con
su rayo a quien se disponía a gritar victoria desde las
altas alm enas10.
Estrofa 2 .a
135 Sobre la dura tierra cayó, com o un Tántalo11 por
tador de fuego, el que, dominado por maníaco impulso,
resoplaba con los ím petus de odiosos vientos.
Pero las cosas salieron de otro modo, y el gran Ares
140 impetuoso fue distribuyendo a cada cual lo suyo sacu
diendo fuertes golpes.
Pues siete capitanes, dispuestos ante las siete puer
tas frente a igual número, dejaron a Zeus, el que aleja
Antístrofa 2.a
Llegó la Victoria, de glorioso nombre, y se regocijó
con Tebas, la rica en carros. De los combates que aca- iso
ban de tener lugar, que se haga el olvido. Vayamos a
todos los templos de los dioses en coros 12 durante la
noche, y Baco, el que hace tem blar la tierra de Tebas,
sea nuestro guía.
Pero aquí se presenta el rey del país, Creonte, el 155
hijo de Meneceo, nuevo jefe a la vista de los recientes
sucesos enviados por los dioses. ¿A qué proyecto está
dándole vueltas, siendo así que ha convocado especial
m ente esta asamblea de ancianos y nos ha hecho venir I60
por una orden pregonada a todos?
(Sale Creonte del palacio, rodeado de su escolta,
y se dirige solemne al Coro.)
C r e o n t e . — Ciudadanos, de nuevo los dioses han en
derezado los asuntos de la ciudad que la habían sacudi
do con fuerte conmoción. Por medio de mensajeros os
he hecho venir a vosotros, por separado de los demás,
porque bien sé que siempre tuvisteis respeto a la reale- 165
za del trono de Layo, y que, de nuevo, cuando Edipo
hizo próspera a la ciudad, y después de que él murió,
perm anecisteis con leales pensam ientos ju nto a los hi
jos de aquél.
Puesto que aquéllos, a causa de un doble destino, 170
en un solo día perecieron, golpeando y golpeados en
crimen parricida, yo ahora poseo todos los poderes y
15 El cadáver.
ANTÍGONA 259
C oro.
Estrofa 1 .a
Muchas cosas asombrosas existen y, con todo, nada
más asombroso que el hombre. Él se dirige al otro lado
del blanco 18 mar con la ayuda del tempestuoso viento
Sur, bajo las rugientes olas avanzando, y a la más po- 335
derosa de las diosas, a la imperecedera e infatigable
Tierra, trabaja sin descanso, haciendo girar los arados 340
año tras año, al ararla con mulos.
Antístrofa 1 .a
El hombre que es hábil da caza, envolviéndolos con
los lazos de sus redes, a ta especie de los aturdidos pá-
Estrofa 2.a
Se enseñó a sí m ism o el lenguaje y el alado pensa-
355 miento, así como las civilizadas nianeras de comportar
se, y también, fecundo en recursos, aprendió a esquivar
bajo el cielo los dardos de los desapacibles hielos y los
360 de las lluvias inclem entes20. Nada de lo por venir le
encuentra falto de recursos. Sólo del Hades no tendrá
escapatoria. De enfermedades que no tenían remedio ya
ha discurrido posibles evasiones.
Antístrofa 2.a
Poseyendo una habilidad superior a lo que se puede
365 uno imaginar, la destreza para ingeniar recursos, la en
camina unas veçes al mat, otras veces al bien. Será un
alto cargo en la ciudad, respetando las leyes de la tie
rra y la justicia de los dioses que obliga por juramento.
370 Desterrado sea aquel que, debido a su osadía, se da
a lo que no está bien. ¡Que no llegue a sentarse junto
375 a m i hogar ni participe de m is pensamientos el que
haga esto!
(Entra el Guardián arrastrando a Antígona.)
C orifeo. — Atónito quedo ante un prodigio que pro
cede de los dioses. ¿Cómo, si yo la conozco, podré ne
gar que ésta es la joven Antígona? ¡Ay desventurada,
380 hija de tu desdichado padre Edipo! ¿Qué pasa? ¿No
Cr e o n t e . — ¿ Y c ó m o f u e v i s t a y s o r p r e n d i d a ?