SID-16
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1 Introducción
2 Tendencias actuales
Según un reciente informe elaborado por The Economist [2], Argentina se encuentra,
en el puesto 17° dentro del Índice de Preparación para la Automatización (ARI –
según siglas en inglés). Así, sobre un total de 25 países, este ranking mundial de digi-
talización y robótica demuestra que, el nuestro, conforme al indicador “Políticas labo-
rales” es aquel país, de los seleccionados de Latinoamérica, con mayor riesgo de que
sus empleados sean reemplazados por robots e inteligencia artificial a corto plazo [3].
En vista a esta problemática y a la cada vez mayor injerencia de la robótica en el
entramado social, países como EEUU, Japón, China y Corea han empezado a imple-
mentar medidas regulatorias al respecto. En el mismo sentido, el 31 de mayo de 2016,
la Comisión de Asuntos Jurídicos del Parlamento Europeo [4], aprobó un "Proyecto
de Informe" con recomendaciones sobre temas de derecho civil y robótica.
3 Automatización inteligente
Si bien son muchas las definiciones que se han dado en torno a la "inteligencia artifi-
cial", todas refieren a aquellos sistemas de computación diseñados para realizar de-
terminadas operaciones de forma tal que, si las mismas fuesen efectuadas por un ser
humano, serían consideradas como inteligentes. Son los denominados "sistemas ex-
pertos" que se conciben como programas capaces de tomar decisiones, del mismo
modo que las haría un ser humano.
Los especialistas de esta materia distinguen la llamada “Inteligencia Artificial
Débil” de la denominada “Inteligencia Artificial Fuerte” [5]. La primera, refiere a
aquellos sistemas capaces de resolver un problema de manera similar como lo haría
una inteligencia humana. La segunda designa a un hipotético sistema capaz de emular
el total funcionamiento de la mente humana, incluyendo no sólo la capacidad de reso-
lución de tareas sino también los sentimientos y la autoconciencia. En otros términos,
el primero sería como el programa informático que juega al ajedrez, mientras que el
segundo sería aquél sistema al que, además, le gusta y decide jugarlo.
Lo cierto es que actualmente los robots desarrollados no cuentan con un suerte
de sistema nervioso central (no sienten dolor o placer) pero, al menos desde el plano
teórico, nada nos impediría reconocer personalidad jurídica a robots que lleguen a
tomar decisiones inteligentes y autónomas. Ahora bien cabe preguntarse cuál sería la
razón de ser de semejante reconocimiento.
4 Ser persona
mente a una razón de utilidad, tal lo que acontece con las personas jurídicas de los
arts. 141 y ss., CCCN. La preguntar sería entonces: ¿Para qué atribuírsela a los ro-
bots?
Sólo se justificaría en la medida que ello sirva para la satisfacción de una necesidad
humana. Reconocer lo contrarío sería una forma de desvalorizar la personalidad
humana, al concederles el mismo reconocimiento a dos seres ontológicamente dife-
rentes. Sin perjuicio de los problemas adicionales que ello generaría, a saber la posibi-
lidad de que tengan un patrimonio, puedan constituir una familia, etc., desde que toda
“persona” tiene un poder para actuar en el ámbito jurídico por sí misma o por medio
de un representante [6]. Análisis éste que nos puede llevar a límites inimaginables:
¿podrán acaso votar, participar de las cámaras legislativas, ser funcionarios públicos,
jueces, abogados u otros profesionales?
El robot siempre pertenece o sirve a alguien. Está pensado como algo útil para el
hombre. No tendría sentido crear robots para que simplemente paseen por la calle sin
ninguna utilidad. Vale decir no tienen una justificación en sí mismo. Si es así, la per-
sona a quien sirve debe ser responsable por los actos de éste. Asignar responsabilidad
al robot, traería aparejado excluir la de su dueño o guardián, en perjuicio de la vícti-
ma.
La responsabilidad por los actos del robot no debe limitarse a la de las personas
que lo utilizan. Por lo contrario, tiene que extenderse, concurrentemente, al fabricante
y programador informático que hubieren intervenido en su producción. Así, tratándo-
se el robot de una máquina, corresponde la aplicación del régimen de la responsabili-
dad civil objetiva, por el riesgo o vicio de las cosas, prevista en el art. 1757, CCCN.
Este mecanismo protectorio, se debería completar con la instauración de un seguro
obligatorio de responsabilidad civil, similar a lo exigido respecto de los automotores,
por presentar análoga potencialidad dañosa.
A tales fines tuitivos, sería conveniente la creación de un registro de robots autó-
nomos inteligentes, que permita identificar a sus propietarios, fabricantes, programa-
dores, instructores informáticos y usuarios.
En cuanto a la sustentabilidad de los Sistemas de la Seguridad Social, tras la exi-
gencia de que los robots "coticen" a estos, se esconde en realidad, un impuesto a las
empresas por su utilización. Al sustituir puestos de trabajo por inversión tecnológica,
los empresarios deberían pagar cánones individuales, que podrían destinarse a incre-
mentar el Fondo Nacional de Empleo.
La problemática de la robótica ya golpea las puertas del Derecho. Es hora que
atendamos los interrogantes y arriesguemos respuestas.
5 Conclusiones
Referencias