Despues Del Terremoto
Despues Del Terremoto
Despues Del Terremoto
miel
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muchos,
muchos
años. Y tu mam es
amiga.
igual de bue
Qué bien que tengas amigos!
Por supuesto-dijo Junpei Es una
tener amigos. Tienes razón. suerte
Antes de que Sara
unas
durmiera, Junpei solía
se
istorias que se iba inventando con-
tarle
sobre la mar-
cha. Cada vez que entendi algo, Sara le hacía
no
-Es una
buena idea. Así habría ganado másd i
nero-dijo Sayoko sonriendo.
152
-Abrirnuevo. rcados por medio del
crezca, esta niñ será una
Cuando
valor aña
dido.
saria-dij0
Junpei.
buena empre-
I trata
Crici, icrac!, le va partiendo las articulaciones.
154
d e la dentro
e n c e r r a r l a
a la fuerza, quiera o no. En este
Sara
punto, Sara lanza un alarido y se despierta.
E l hombre del terremoto?
-Si, dice que es un
viejo alto y flaco.
Después
Sara enciende las luces de toda la
casa y va
registrándolo todo. El armario empotrado, el mueble
zapatero, debajo de la cama, hasta los cajones de la
ómoda. Por mas que le repita que sólo es un sueño,
no logro convencerla. Cuando concluye la búsqueda
y comprueba que el hombre no está escondido en nin-
guna parte, por fin se calma y puede volver a dormir-
se. Pero entretanto han pasado unas dos horas y, para
entonces, yo ya estoy completamente despejada. Por
culpa de esta falta de sueño crónica no me tengo en
pie. Ni siquiera puedo trabajar.
Era insólito que Sayoko manifestara sus sentimien-
tos con tanta claridad.
-Por lo pronto, que no vea -dijo
las noticias-dijo
Junpei-. De hecho, es mejor que no vea en absoluto
la televisión. En estos momentos, pongas el canal que
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era
e rn o e r a lo suyo. Había ido a
parar a la facultad
porque abía suspendido el de
Literatura
facultades Pero examen de in-
esO de
otras él, con talante muy
decia: «No importa. Como voy y po-
aser
itivo,
nderé a escribir».
a q u ia p r e n
periodista,
Junpei no comprendía cómo Takatsuki
interesado en alguien como
él.
podía ha-
berse
tenido ocasión
en un
colegio
de conocer masculino y
bía
chicas. apenas
penas ha
ha-
Sin bargo, Junpei no era
Una capaz de
sentimientos. vez los
formulara confesarle
se decía, ya no
habría vuelta atrás. en
palabras,
chara a un lugar inaccesil Sayoko tal vez se
para él. Y,
relación equilibrada
fuera así, la no aunque
nian Takatsuki, Sayoko y él agradable que man-
y
r Seguir un poco mas as, quizá se estropeara. «Me-
van las cOsas.»
pensaba Junpei, «y ver cómo
Pero Takatsuki le
tomó la delantera.
Siento mucho soltártelo así de
tovenamorado de Sayoko. Te pronto, pero es-
importa?-le un
día. Era a mediados de septiembre. Takatsuki ledijo
contó
que durante las vacaciones de verano, mientras
Junpei
estaba de vuelta en Kansai, la relación entre él Sa-
y
yoko se había vuelto, de una forma no premeditada,
casi por casualidad, más profunda.
Junpei permaneció unos instantes con los ojos cla-
vados en el rostro de Takatsuki. Le llevó cierto tiem-
po comprender cómo habían ido las cosas, pero, en
el instante en que lo hizo, sintió cómo algo pesado
parecido al plomo invadía todo su cuerpo. Ya no tenia
opción.
No me importa-respondióJunpei.
una
-iUfA iMenos mal!-repuso Takatsuki con
preocupaba.
alegre sonris Tú eras el único que me
me daba mieado
buena relación a u e tenemos,
1a delantera en plan
que creyeras que
gj había tomado la u otro.
u n día
egoísta. Pero abes?, esto tenía que pasar
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lo comprendieras. Si
Me gustaría que
cedido ahora,
habría sucedido más tarde
no
nubiese su-
Dese
que los tres
eno, sea
como sea, quiero sigamos siendo tan bue
como siempre.
nos amigos
Junpei se siguientes sumid
pasó loS dias
en la
más absoluta. No asistió a las clan
clases, faltó
confusión
al trabajo sin avisar. Se paso los dias tumbado.en
Diso de una sola habitación, de seis tatami, com: Su
protector. de olores.
Savoko junto
se a Junpei.
sentó
fue todo.
sí y lo
Sayoko bajó la cabeza como si volvierd en
apartó.
162
- N o puede ser dijo ellacon voz
conla cabeza-. Es un error. calmada, ne-
ando
Junpei se lisculpó. Sayoko no dijo nada. Perma-
ieron lalargo
necieron tiempo en la misma
postura, sin pro-
nunciarpalabra. A través de la ventana abierta, el vien-
to traía la música de la radio. Sonaba una canción de
moda. «Seguro que no la olvidaré mientras viva», pen-
só lunpei. Pero despues no seria capaz de recordar ni
el titulo ni la melodia de la canción por más que se
esforzara en ello.
-No tienes por qué pedir perdón. No es culpa
tuya-dijo Sayoko.
-Estoy muy confuso-le confesó Junpei con
franqueza.
Sayoko alargó la mano, la posó sobre la de Junpei
-A partir de mañana, ivendrás a clase, por favor?
amigo tú.
Hasta ahora jamás había tenido un como
volvió a aparecer
partir del día siguiente, Junpei
clase. Y Junpei, Takatsuki y Sayoko conservaron
POr de sus estudios. El
s t a d íntima hasta
el final de irse
sentido Junpei
impulso momentáneo que había ensalmo, de
a
algún otro gar desapareció
como por
en que
había
un modo sorf En el instante sus
tomadSOrprendente.
había unido
tomado a Sayo ntre sus
brazos y
163
labios a los de ella, algo se había asentado en
su
rior en el lugar que le correspondia. «Al menoe inte-
nenos ya no
tengo por qué duda», había pensado Junpei. Ia
sión había sido tomada. Aunque fuera una pers. deci
ona
ajena a él quien lo hubiese hecho.
Sayoko le presentaba a veces a antiguas amigas de
instituto y quedaban los cuatro. Junpei estuvo salien.
do con una de aquellas chicas y fue con ella con quien
mantuvo sus primeras relaciones sexuales. Sucedió DOcO
antes de cumplir los veinte años. Sin embargo, su co-
razón siempre se mantenía en un lugar aparte. Junpei
era invariablemente cortés con su novia, amable yca
riñoso, pero jamás le mostraba pasión o entrega. Jun-
pei sólo era ardiente y entregado cuando escribía a
solas. Y la novia, al final, acabó alejándose de él, bus
cando calor verdadero en otra parte. Le sucedió lo
mismo varias veces máås.
Al licenciarse, sus padres descubrieron que lo que
había estado estudiando era literatura y no comercio,
ellos entraron en una fase critica.
y las relaciones con
164
siempre habi estado en sintonía
on ellos,
sienmpre
que
desde
pequeño, ha ido chocando
r una razón u otra.
con sus
sus
pad «tRepudiado por la fa-
milia?, se dijo Junpei con una
amarga sonrisa. Igual
m terato de la época Taisho, a
que
siglo XX.
principios del
Tunpei no busco empleo fijo y se dedicó a escri-
bir subsistiendo con trabajillos de media jornada. En
ella época, en cuanto acababa de escribir algo se
lo enseñaba primero a Sayoko y escuchaba su franca
opinión. Y lo reescribia S1guiendo sus indicaciones.
Tba corrigiéndolo pacientemente, una y otra vez, has-
ta gue ella le decía: «Asi está bien». Junpei no tenía
ni maestro ni compañeros literatos. Los consejos de
Sayoko eran la única débil luz que alumbraba su ca-
mino.
C r e t r a t o psicológico de los
personajes, pero, en
al
el año 1935
creado
noveles
autores
166
d eficción se iría empobreciendo de fo rma
1
novela larga facilitaba a ulatina.
de nuevas menudo la aper-
tura de
desde
perspectivas narrativas. Además, ha
blando un punto de vista
una resona
práctico, las novelas
tenian mayor en la opinión públicaca y,
ara 1un autor que tenga laintención de mantener
Laroa vida literaria, quizå sea un
una
poco duro especiali-
7Arse en narraciones breves. Porque no es fácil
subsis-
tir escribiendo sólo cuentos.
Sin embargo, Junpei era un cuentista nato. Se en-
cerraba en su habitación, olvidándose de todo lo de
más, y, en tres
dias, en soledad, sin respirar apenas,
concluía el primer borrador. Luego lo iba corrigiendo
a lo largo de los cuatro días siguientes. Claro que des-
pués se lo dejaba leer a Sayoko y a su editor, y aún le
quedaba la labor de ir haciendo pequeñas correccio
nes, con cuidado, una vez embargo, bá-
tras otra. Sin
el ritmo
encontrar
de
podia auzarlo? Era incapaz
adecuado. el reto de
escribir una
no-
Emprendióvarias veces
ocasiones
sufrió
una
168
fueron ancia. Era justamente la
a
demielse
las
gordas.
vacas época de
Compraron un piso de dos habitacio-
en Koenji, y Junpei iba a cenar a su
nes
ces por semana. La joven pareja recibía las dos o tres
casa
169
diaria. Luego hablaban del pasado. De
De su
ventud, de cuando eran libres, alocados y primera ju-
espontá
Apenas hablaban del futuro. A Junpei, estas co áneos.
ciones le hacian revivir siempre,
en un nversa-
otro, el instante en que habia abrazado a Sa momento u
La tersura de sus el olor de sus en
su casa. labios, grimas
la suavidad de sus senos lo envolvian de una
tan viva como si acabara de sentirlos.
for
Podía ver
nuevo los rayos transparentes del sol otoñal reflei de
dose sobre el tatami.
Poco después de cumpl1r los treinta
años, Savoko
se quedó encinta. En
aquella época, era profesora ad-
junta en la universidad, pero pidió la baja y tuvo la
niña. Los tres buscaron nombres para el bebé
y la pro-
de
puesta Junpei, «Sara», fue la aceptada. «Me encan-
ta cómo suena»,
dijo Sayoko. La noche en que el par-
to concluyó felizmente, Junpei y Takatsuki bebieron,
frente a frente, por
primera vez después de mucho
tiempo, en ausencia de Sayoko. Con la de la
mesa
cocina de por medio, vaciaron la
botella de whisky
escocés que Junpei había traído
para celebrar el acon-
tecimiento.
-iPor qué pasará el
Takatsuki de una forma
tiempo tan deprisa? -dijo
el. Me da la
inusualmente sentimental en
sensación de que fue ayer cuando entre
la
en universidad, y te conocí a ti, y conocí a SayokO.
Pero, mira por
dónde, acabo de tener un hijo. Ya soy
padre. Es como si
pasaran una película a cámard
da, me produce una i
tú no
debes saber desensación
lo
muy Claro que
extraña. la
y extraña.
que
te hablando. Tú si-
oy hablanao.
estoy
170
llevando la misma vida de
es
diantes. iQué envidia!
cuando éramos estu-
-No creo que tenga de
Cin
envidiable, la verdad.
embargo, Junpei comprendia
ntos de Takatsuki. Sayoko acababa cuáles eran los
sentimientos
de ser ma-
dre. Este echo también había
conmocionado aJunpei.
ruedas dentadas de la vida
giraban con un ruido
secO, metálico, siempre hacia delante, sin una posible
vue atrás. Eso era irrefutable. Lo que Junpei aún no
ahia era cómo afrontar animicamente este hecho.
-Ahora ya puedo decírtelo. Creo que, al princi-
pio, a Sayoko le gustabas más tú que yo-dijo Takat-
suki. Estaba muy borracho. Pero, en sus ojos, había un
destello más serio que de costumbre.
-iBromeas?-dijo Junpei riendo.
dabas
-No, no es broma. Lo sé. Pero tú no te
cuenta. Tú sabrás escribir frases hermosas y elegantes.
sentimientos de las mu-
Pero, por lo que respecta a los
un ahogado. En fin,
sea
jeres, tienes la sensibilidad de
no había
Como sea, yo estaba
enamorado de Sayoko y
modo
reemplazarla. De
pudiera
nguna otra mujer que creo que
ahora
conseguirla. Aún
que me vi obligado a
Creo que tenia
mundo.
más maravillosa del
CS la mujer
derecho a tenerla. Junpei.
contrario-repuso
-Nadie te dice lo
Takatsuki asintió. del todo. Porque
entiendes
rero tú aún n o lo mí no me impor-
remedio. Pero
a
eres estúpido sin Y lo más
un
mal tipo.
tan
No eres
ta qu seas tan burro
de mi hija.
portante: eres el padrino
171
-Sí, de acuerdo, pero a mí todas las
valen la pena se me escapan. cosas que
-iExacto!De acuerdo, pero ati
todas las cosas
que valen la pena se te escapan. Todas. Pero
do eres muy bueno. escribien-
-Seguro que la escritura es algo distinto,
-Bueno, sea comosea, ahora somos cuatro-dijo
Takatsuki exhalando lo que parecia ser un pequeño
suspiro. A ver cómo van las cosas. Me pregunto si
el cuatro será, efectivamente, una buena cifra.
casi
pliera los dos años. Sayoko se lo confesó a Junpei
Takatsuki
como si le pidiera disculpas. Le contó que
ella estaba
tenia una amante desde la época en que
de
encinta y que ahora apenas aparecia ya por casa.
trataba de compañera de trabajo. Sin embargo,
una
las circunstancias con
por más que Sayoko le explicara Takatsu-
entenderlo. Por qué
cretas, Junpei no podía
La nocheen
ki habría tenido que buscara otra mujer?
era
afirmado que Sayoko
que había nacido Sara, había
del mundo. Aquellas palabras
la mujer
la más maravillosa
idolatraba
le habían salido de las entrañas. Y Takatsuki nar
a su hija Sara. iPor qué tenía, entonces, que abando
su hogar?
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