9 leyendas

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La Gigantona y Pepe Cabezón (o enano cabezón)

Es la expresión de la influencia española que hemos tenido y data del período


colonial (siglos XV – XVI). En general, ella representa un ideal de belleza que el
conquistador trajo consigo y que en todo movimiento vinculó con superioridad y
poder.
León es el lugar que más homenaje le ha rendido tradicionalmente, donde cada
barrio ha tenido su gigantona que lo representa, habiendo un evento muy
importante el 8 de diciembre de cada año. Todas las gigantonas concursan en La
Plaza Central recitando sus mejores coplas y luciendo los trajes mas llamativos
para de esa manera asegurarse el primer lugar o uno de los mejores lugares en el
concurso.
Tienen una relación directa con la juglaría popular española. Los personajes son
los siguientes: La Gigantona, el Pepe Cabezón, Chineado, La Banda Musical, Los
Faroles (luminarias), y El Recitador para la gente y su dama. Los sones son los
siguientes: -Paso de Camino -Son de la Reverencia -Son de la Gigantona -Son del
Enano Cabezón -Son de Despedida.
La Gigantona representa a la sociedad española, y debido a su origen es el
personaje más grande y central. El Pepe Cabezón representa el mestizo nuevo,
ser de bajo estatus social; además representa la inteligencia del hombre
nicaragüense como por ejemplo: Rubén Darío, José de la Cruz Mena, y Alfonso
Cortéz, entre otros. Esta tradición tiene mucha relevancia y se inicia el 6 de
noviembre hasta el 6 de Enero del siguiente año.
Personalmente me gustan mucho las coplas, y los recitadores son muy ingeniosos
a la hora de crearlas. Hay de todos los tipos y para todos los gustos, por una
módica suma puedes tener un gran espectáculo en la calle de tu casa. Además de
León, son populares en todas las fiestas nicaragüenses.
La Leyenda de Arrechavala
El Coronel Joaquín Arrechavala es un personaje mítico basado en la historia de
Nicaragua, durante el periodo colonial. Nació en Madrid España en el año 1728,
Sus padres fueron: José Antonio de Arrechavala y Abrosía de Vilchez. El Rey de
España, Carlos II de Borbón, lo envió a Nicaragua, para que formara parte de la
oligarquía nicaragüense, que evoca entre otros los nombres de Sacasa,
Chamorro, Zavala y el prelado García Jerez.
Esta Burocracia española de la época colonial acumuló capitales improductivos
conformados de tesoros incalculables en oro, plata, y bienes raíces con el fin de
mejorar su posición social. El 14 de febrero de 1791, Joaquín Arrechavala fue
ascendido a Coronel. En el periodo de 1811 a 1812 Nicaragua fue marcada por
violentas insurrecciones contra la dominación española en busca de la
independencia. En este período de agitación, el coronel Arrechavala fue uno de
los principales promotores de la adhesión de León al Imperio Mexicano de
Iturbide, para asegurar y garantizar la estabilidad de sus intereses.
Durante y después de la abdicación del Imperio Mexicano, el Coronel mostró un
implacable odio y aversión por los indígenas. Es por eso que él personalmente se
paseaba por las noches montado en su caballo lujosamente adornado y latigueaba
a todo indígena que encontraba en las calles. Solía vestir su uniforme militar
adornado de charreteras y hebillas doradas. Su caballo era negro con su freno de
metal precioso, y aterraba a los caminantes nocturnos con todo ese ruido y los
indios se espantaban apenas lo percibían a lo lejos o si escuchaban el galopar de
su brioso caballo.
Arrechavala era identificado como un espíritu nocturno, porque siempre se le veía
por las noches en guardia para asegurar el orden en ese período de
sublevaciones contra el gobierno colonial. Joaquín Arrechavala, así como los
muchos oligarcas de esta época, enterraba sus riquezas. Sin embargo, para el
indígena la acumulación de éstas era inconcebible, ya que debían servir para la
celebración de una fiesta en la que participara toda la comunidad.
Una de las leyendas es la aparición del fantasma de Arrechavala, vestido de
militar, cabalgando en su caballo sobre la Calle Real, ahora Rubén Darío, que
comienza en la Iglesia El Calvario y finaliza en la Iglesia Sutiava. Indiscutiblemente
la gente, en esos días, creía que los muertos aparecían. Según unos espiritistas
cuentan que hablaron con él y les dijo que dejaría de molestar si conversaba con
un familiar para indicarle donde estaba enterrado el tesoro que había acumulado
hasta su muerte. Arrechavala, condenado por el pueblo, debe errar eternamente
entre los vivos para vigilar sus tesoros enterrados, muere en el año 1823 (a los 95
años de edad).
El Padre sin Cabeza

Cuenta la leyenda que en el año 1549 en la ciudad de hoy León Viejo, alentados
por su madre doña María de Peñalosa, los hermanos Hernando y Pedro, hijos del
segundo gobernador de Nicaragua don Rodrigo de Contreras, planearon la muerte
del primer Obispo en tierra firme fray Antonio de Valdivieso, defensor de los Indios
y mediador de las ambiciones de los funcionarios y el clero. Fue asesinado a
puñaladas a mano del fiero capitán Juan Bermejo. Con la muerte de este religioso,
el primero cometido en América, los asesinos se repartieron la provincia, su
población, los objetos de valor y las joyas episcopales del Obispo.

Después de este crimen, que llenó de indignación y de malos presagios a todos


los creyentes, aparece una leyenda que refiere, que durante los primeros años de
la existencia de la ciudad de León Viejo, el padre de su iglesia fue decapitado de
un solo machetazo en el atrio de su mismo templo, por dos poderosos hermanos,
y que su cabeza había rodado hasta la orilla del lago Xolotlán, donde se sumergió
dando origen a una inmensa ola que se levantó sobre la superficie y avanzó hacia
la ciudad, cada vez más grande y fuerte, llegando a reventar donde había sido
asesinado el religioso y sepultando a la ciudad.
Pasado este hecho devastador, los indígenas empezaron a ver en los atrios de las
iglesias y en las calles solitarias de los pueblos, un bulto negro que se protegía
bajo el peso de la lúgubre oscuridad. Con el paso del tiempo algunos moradores
se dieron cuenta que la aterradora y sombría aparición era nada menos que un
padre sin cabeza.
Los que lo han logrado ver cuentan que el padre sin cabeza lleva sotana y zapatos
negros, en la cintura prende un cordón del que cuelga una pequeña campana, la
que hace sonar mientras avanza y lleva un rosario en lo que le queda de cuello.
Refiere la leyenda que el padre sin cabeza camina penando por el mundo,
visitando los templos de las diferentes ciudades, rezando las letanías o el rosario,
buscando su iglesia y su cabeza. Algunos refieren que el padre aparece solo el
Jueves y el Viernes Santo, para visitar las iglesias y que cuando se encuentra
frente a cualquiera de ellas hace reverencia en la puerta del perdón.
La Carreta NAHUA
La carreta es un medio de transporte usado por los españoles (y traido por ellos)
para movilizar a los indígenas encadenados para su venta como esclavos. Esto,
que frecuentemente realizaban durante la noche y era muy cruel, sea
posiblemente la causa que dio origen a esta fabulosa leyenda, la cual siempre ha
estado relacionada con la muerte.
La carreta nahua se escucha en el silencio de la noche por las calles de la ciudad
y los caminos solitarios. Sólo es visible a los recién nacidos, los mudos de
nacimiento, y los que están en trance de muerte. Cuentan que cuando otra
persona logra verla caen enfermos, presos de fiebres, y a veces locos.
Los que han logrado verla dicen que la carreta es vieja, ocupada por esqueletos y
almas en pena del purgatorio que llevan en la cabeza capuchas blancas y que
portan en sus huesudas manos candelas encendidas. Algunos afirman que en
ocasiones los esqueletos entregan a las personas que encuentran en sus caminos
las candelas, y cuando la carreta se aleja, se dan cuenta y se llenan de terror al
escuchar sus tenebrosos traqueteos y el estruendo de sus ruedas al rodar por el
empedrado.
Dicen que la carreta pasa por las casas esperando apresar las almas de aquellas
personas que llenas de curiosidad salen a verla para después venderlas al Diablo.
Los que han logrado verla aseguran que la carreta Nahua es fea, floja,
destartalada, y sus ruedas con chataduras son
conducidas por la muerte quirina envueltas en un sudario blanco. La carreta
Nahua no puede avanzar por las esquinas que forman una cruz y que cuando
llega a ese lugar se queda parada y regresa; otras desaparecen y reaparecen más
adelante en la próxima calle.
He escuchado también, que acostumbra salir en León, Estelí y
Masaya...principalmente en Niquinohomo, a mi personalmente, me dan escalofríos
cada vez que voy por esos lados, no vaya a ser...
Los cadejos
Las leyendas refieren la existencia de dos cadejos, uno blanco y otro negro.
Ambos son animales misteriosos, grandes, muy fuertes y peludos que parecen
perros, permanecen la mayor parte del tiempo con la lengua fuera y poseen
grandes uñas en las patas traseras que producen un ruido característico al
caminar.
El cadejo blanco es un guía y guardián protector del hombre; es bueno y camina a
la par o detrás de la persona para guardarlo de los malso espíritos, defendiéndolo
de cualquier peligro y acompañándolo en todos sus viajes nocturnos hasta el lugar
donde el solitario caminante se dirige. No se cansa de caminar y al amanecer
desaparece.
El cadejo negro es en cambio un espírito maligno, enemigo declarado del hombre
que trata de dañarlo o matarlo en sus andanzas nocturnas; simboliza el mal, por
eso es negro, es fiero y tiene ojos de fuego. Cuando el cadejo negro aparece o
ataca al hombre, el cadejo blanco se interpone y lo distrae para que el hombre
pueda huir. Hay ocasiones en que se establece una encarnizada pelea a muerte
entre ambos animales; en este caso el caminante defendido por el cadejo blanco
debe permanecer en el lugar de la contienda hasta el final de la pelea, de lo
contrario su protector morirá al no contar con la ventaja de la presencia. En
enfrentamientos en los que se cuenta con la permanencia del defendido, los
cadejos nunca llegan a matarse; solo salen lastimados y el negro vencido.
Se dice que cuando el hombre rechaza la compañía del cadejo blanco y trata de
hacerle daño, éste se lanza sobre su agresor, lo revuelca, lo muerde y lo deja
mortalmente herido.
Estas leyendas pueden que estén relacionadas con una creencia antigua que dice
que toda persona tiene un animal de compañía. Este animal es su doble. Toda
enfermedad, daño o muerte de uno repercute en el otro. Se dice que al mismo
tiempo que nace un niño, un animal nace en la montaña y que desde entonces sus
destinos están compartidos.
Mi abuelita me contaba que el cadejo olia a cabra, un olor penetrante y
caracteristico. Y si, el cadejo negro es malo, ve al hombre y trata de hacerle daño;
pero el cadejo blanco aparece en la forma de un perrito blanco chiquito al
trasnochador, en dependencia de como trate a este pequeño animal el "cadejito"
lo protegera o se transformara en el gran animal que es para herirlo.

La Taconuda
Es una mujer de 7 pies de estatura, joven, pelo largo que le llega hasta la
pantorrilla, delgada, zapatos de tacón altos y curvos, de cara seca, de ojos hondos
labios pronunciados, pintados y risueños, chalina negra, bustos respingados,
vestido blanco con un fajín de plata y hebilla cuadrada grande y un cintillo dorado
en el pelo.

Esta linda joven era hija de un cacique que era dueño de todas las haciendas
desde la línea hasta llegar a Masaya; su padre le heredó todas sus riquezas por
ser la única hija, es de apellido Sánchez.

Dicen que sale en los cafetales, en las cuchillas cerca de las haciendas que llevan
por nombre Corinto y Las Mercedes. El encanto de ella es agarrar a los hombres y
ponerlos locos, le sale a los capataces y los lleva a las curvas de los caminos,
dejándolos adormecidos y desnudos hasta que sus familiares los encontraban.

Cuando la taconuda pasaba, dejaba un gran aroma de perfume y por eso la


identificaban pero no a todo hombre se llevaba. Dicen los que la han visto que le
gusta que la llamen taconuda.
La Mocuana,
Hace ya muchísimo tiempo,cuando los españoles empezaron a vivir en las tierras
de Matagalpa,se enteraron de los yacimientos de oro que habían en los territorios
del Cacique que la tercera Villa de Sébaco, y decidieron ir a ese lugar.
Fueron muy bien recibidos por el Cacique, quién les entregó muchos puñados de
oro para que se los enviaran al rey de España.
Después de darles los obsequios, el Cacique rogó a los extranjeros que se
alejaran y no volvieran nunca más. Ellos aparentaron hacerlo pero al poco tiempo
regresaron con la única intención de robarle las riquezas al Cacique, quien supo
de sus intenciones y escondió sus tesoros. Solamente su hija conocía el lugar del
escondite y a los pocos días, los españoles fueron derrotados.
Pasó el tiempo y llegó uno de los hijos de los viejos españoles vencidos, quién
enamoró perdidamente a la bella hija del Cacique. Pero la joven, sabiendo que su
padre se opondría rotundamente al matrimonio, huyó con él.
Ella, generosa y enamorada, llevó a su amado al escondite donde su padre
guardaba sus tesoros y se los entregó. El ambicioso joven, que sólo estaba a la
espera de esas riquezas, ya satisfecho por haberlas obtenido, la encerró en una
cueva y le tapó la salida. Ahí ella enloqueció hasta que logró, finalmente, salir por
un túnel convertida en bruja.
Y desde entonces, esa bella princesa que se convirtió en la bruja de la Mocuana,
aparece en los caminos, invitando a los caminantes a su cueva. La gente dice que
nunca le han podido ver su cara; solamente su hermosa figura, y su larga
cabellera.
Pero también se cuenta que cuando el padre de la princesa se enteró de sus
amoríos, mató al joven y a ella la encerró en una cueva estando embarazada.
Cuando la princesa logró escapar ya enloquecida, tiró a su pequeño hijo al abismo
y se convirtió en bruja. Y dicen que por eso la bruja de Mocuana se lleva a los
niños recién nacidos, dejándole a sus padres algunas piezas de oro.

La Cegua
Hace más de doscientos años, en un pueblito de Cartago, vivía una mujer muy
hermosa, la más linda del pueblo. Bella como una rosa, de curvas pronunciadas,
hermosísimos bustos, piernas torneadas y una cara sin igual; sin embargo era la
muchacha muy orgullosa y no guardaba la menor consideración por sus padres, a
los que con frecuencia humillaba y desobedecía, pues se decía ser muy infeliz de
ser pobre.
Cuenta la leyenda que, un día, esta bellísima joven recibió una invitación de un
acaudalado y buen mozo español para asistir a un baile, a lo cual su madre se
opuso, pues el joven era reconocido por sus atributos de conquistador y poco
formal con las muchachas.
Ante la negativa de su mamá, la joven estalló en ira y blasfemó contra ella y llenó
de improperios su humilde hogar; su madre la observaba y lloraba en silencio,
ante la actitud de su hija, pero a la joven no le bastó con insultar, sino que en un
momento dado levanto su mano para abofetearla, pero no había levantado
completamente aún su mano, cuando de la nada salio una mano negra, con
grandes uñas y sostuvo la mano de la hija ingrata, entonces se escucho una voz
estruendosa que dijo:
"Te maldigo mala mujer, por ofender y pretender golpear a quien te dio la vida,
desde hoy y para el resto de los siglos los hombres a ti se acercarán pero por tu
espantoso rostro de ti correrán"
Así es como desde entonces la cegua se aparece de pronto en el camino pidiendo
que a algún jinete la lleve en su caballo, argumentando que va al pueblo mas
cercano; “no hay un hombre que se resista a tan hermoso cuerpo y dulce ruego”,
pero una vez que sube en ancas al caballo su cara se transforma en la de una
horrible bestia similar a la de un caballo relinchando.
La cegua aparece también a aquellos hombres mujeriegos que andan a altas
horas de la noche en la calle, ella se les aparece y con su dulzura le hace creer
que es una nueva conquista pero en un momento dado muestra su rostro de
caballo.
Muchos dicen haber tenido encuentros con la cegua y aún hoy se menciona que
en cualquier carretera cuando vayas en tu auto y de noche, has de tener cuidado
de quien te haga una parada, pues ella se subirá con todos sus encantos a tu
auto, y cuando estés absorto con su belleza se convertirá en lo que es, la cegua.

El Duende de la Piedra de Cuapa


En el valle de Cuapa hay una gran piedra que dicen que cayó del cielo y a una
legua de ella se encontraba la hacienda La Flor. Allí vivía un matrimonio que tenia
una hija muy hermosa, de la cual se habían enamorado los duendes que
habitaban en la casa.
Todas las noches llegaban y le ponían flores en la cama y cuando iba a traer
agua, le enfloraban el camino. Los duendes no querían a la mamá de la muchacha
y en lugar de flores le ponían espinas; Si iba a lavar, le escondían el jabón; si iba a
zurcir, le escondían el hilo y en fin, que ya nadie los aguantaba. La muchacha
estaba asustada y tenia miedo de salir sola porque los duendes las seguían a
todas partes.
El papá de la joven tenía un burro que jalaba agua y cargaba zacate y un día de
tantos no lo encontró, se puso furioso y comenzó a buscar el burro acompañado
por los vecinos.
Después de varios días, lo encontró arriba de la piedra rebuznando afligido porque
no podía bajarse. Comprendiendo que era una zanganada de los duendes, el
señor le ordenó a su hija que les fingiera cariño, correspondiendo con palabras
amorosas a los regalos que le hacían. Lo que el señor quería era que los duendes
bajaran al burro.

La joven hizo caso y temblando de miedo les pidió que le bajaran el burro a su
papá. Por quedar bien con ella, los duendes bajaron el burro y lo llevaron a la
caballeriza.

Durante algunos días no aparecieron y el señor creyó que ya no iban a seguir


molestando pero se equivocó. Su esposa tenía dos tazas y ellos le quebraron una
porque sabían lo mucho que le dolería aquella maldad. A mediodía, cuando ella
estaba tomado sopa, exclamo “Qué lastima que se quebró mi taza, tan bonita la
pareja”; diciendo esto le dejaron caer real y medio en la sopa, entonces ella dijo:
“Con esto se paga la taza”.

Cuando se levantó para contar el dinero que tenía guardado en un cofre, vio que
le hacían falta real y medio, murmuró: “De mis mismos reales me están pagando;
que malos que son esos duendes, y le jalaron el cabello”.
Como ya no los soportaban, decidieron hacerles la guerra. Después de inventar
miles de cosas, los dueños de la hacienda y los vecinos, se pusieron a tocar
música de cuerda. Esto desagrada a los duendes porque les producía dolor de
cabeza. Día y noche pasaron los señores tocando hasta que los traviesos no
tuvieron más remedio que abandonar la casa.

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