9 leyendas
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Cuenta la leyenda que en el año 1549 en la ciudad de hoy León Viejo, alentados
por su madre doña María de Peñalosa, los hermanos Hernando y Pedro, hijos del
segundo gobernador de Nicaragua don Rodrigo de Contreras, planearon la muerte
del primer Obispo en tierra firme fray Antonio de Valdivieso, defensor de los Indios
y mediador de las ambiciones de los funcionarios y el clero. Fue asesinado a
puñaladas a mano del fiero capitán Juan Bermejo. Con la muerte de este religioso,
el primero cometido en América, los asesinos se repartieron la provincia, su
población, los objetos de valor y las joyas episcopales del Obispo.
La Taconuda
Es una mujer de 7 pies de estatura, joven, pelo largo que le llega hasta la
pantorrilla, delgada, zapatos de tacón altos y curvos, de cara seca, de ojos hondos
labios pronunciados, pintados y risueños, chalina negra, bustos respingados,
vestido blanco con un fajín de plata y hebilla cuadrada grande y un cintillo dorado
en el pelo.
Esta linda joven era hija de un cacique que era dueño de todas las haciendas
desde la línea hasta llegar a Masaya; su padre le heredó todas sus riquezas por
ser la única hija, es de apellido Sánchez.
Dicen que sale en los cafetales, en las cuchillas cerca de las haciendas que llevan
por nombre Corinto y Las Mercedes. El encanto de ella es agarrar a los hombres y
ponerlos locos, le sale a los capataces y los lleva a las curvas de los caminos,
dejándolos adormecidos y desnudos hasta que sus familiares los encontraban.
La Cegua
Hace más de doscientos años, en un pueblito de Cartago, vivía una mujer muy
hermosa, la más linda del pueblo. Bella como una rosa, de curvas pronunciadas,
hermosísimos bustos, piernas torneadas y una cara sin igual; sin embargo era la
muchacha muy orgullosa y no guardaba la menor consideración por sus padres, a
los que con frecuencia humillaba y desobedecía, pues se decía ser muy infeliz de
ser pobre.
Cuenta la leyenda que, un día, esta bellísima joven recibió una invitación de un
acaudalado y buen mozo español para asistir a un baile, a lo cual su madre se
opuso, pues el joven era reconocido por sus atributos de conquistador y poco
formal con las muchachas.
Ante la negativa de su mamá, la joven estalló en ira y blasfemó contra ella y llenó
de improperios su humilde hogar; su madre la observaba y lloraba en silencio,
ante la actitud de su hija, pero a la joven no le bastó con insultar, sino que en un
momento dado levanto su mano para abofetearla, pero no había levantado
completamente aún su mano, cuando de la nada salio una mano negra, con
grandes uñas y sostuvo la mano de la hija ingrata, entonces se escucho una voz
estruendosa que dijo:
"Te maldigo mala mujer, por ofender y pretender golpear a quien te dio la vida,
desde hoy y para el resto de los siglos los hombres a ti se acercarán pero por tu
espantoso rostro de ti correrán"
Así es como desde entonces la cegua se aparece de pronto en el camino pidiendo
que a algún jinete la lleve en su caballo, argumentando que va al pueblo mas
cercano; “no hay un hombre que se resista a tan hermoso cuerpo y dulce ruego”,
pero una vez que sube en ancas al caballo su cara se transforma en la de una
horrible bestia similar a la de un caballo relinchando.
La cegua aparece también a aquellos hombres mujeriegos que andan a altas
horas de la noche en la calle, ella se les aparece y con su dulzura le hace creer
que es una nueva conquista pero en un momento dado muestra su rostro de
caballo.
Muchos dicen haber tenido encuentros con la cegua y aún hoy se menciona que
en cualquier carretera cuando vayas en tu auto y de noche, has de tener cuidado
de quien te haga una parada, pues ella se subirá con todos sus encantos a tu
auto, y cuando estés absorto con su belleza se convertirá en lo que es, la cegua.
La joven hizo caso y temblando de miedo les pidió que le bajaran el burro a su
papá. Por quedar bien con ella, los duendes bajaron el burro y lo llevaron a la
caballeriza.
Cuando se levantó para contar el dinero que tenía guardado en un cofre, vio que
le hacían falta real y medio, murmuró: “De mis mismos reales me están pagando;
que malos que son esos duendes, y le jalaron el cabello”.
Como ya no los soportaban, decidieron hacerles la guerra. Después de inventar
miles de cosas, los dueños de la hacienda y los vecinos, se pusieron a tocar
música de cuerda. Esto desagrada a los duendes porque les producía dolor de
cabeza. Día y noche pasaron los señores tocando hasta que los traviesos no
tuvieron más remedio que abandonar la casa.