fallo - 2024-11-13T122554.449
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fallo - 2024-11-13T122554.449
FCR 8331/2018/TO1/CFC1
SANCHEZ, Miguel Alejandro y otros
s/recurso de casación”
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incs. c) y a) de la Ley 23.737), a la pena de SEIS (6) años de
prisión de cumplimiento efectivo, Declaración de Reincidencia
por 1° vez, multa de 55 U.F., accesorias legales y costas. (art.
50 CP y arts. 403, 530 y 531 del CPPN). IV.-) Condenar a Rubén
Alejandro CABRAL […] como autor penalmente responsable del deli-
to de ‘tenencia de estupefacientes con fines de comercializa-
ción’ (art. 5 inc. c de la Ley 23.737 y art. 45 del CP), a la
pena de CINCO (5) años de prisión de cumplimiento efectivo, mul-
ta de 45 U.F., accesorias legales y costas. (arts. 403, 530 y
531 del CPPN). V.-) Condenar a Diego Eduardo MAESTRE […] como
autor penalmente responsable, del delito de ‘tenencia de estupe-
facientes con fines de comercialización, cultivo de plantas y
guarda de semillas para producirlos, en concurso real’ (art. 5
incs. a) y c) de la Ley 23.737 y art. 45 del CP), a la pena de
CUATRO (4) años y SEIS (6) meses de prisión efectiva, multa de
45 U.F., accesorias legales y costas. (arts. 403, 530 y 531 del
CPPN). VI.-) Ordenar la devolución del vehículo Fiat Adventure
dominio HME-034, la destrucción de la droga y disponer el deco-
miso de la totalidad del dinero secuestrado y los teléfonos ce-
lulares que fueron secuestrados a los tres enjuiciados (art.30
ley 23.737)”.
Contra dicho pronunciamiento las defensas interpusie-
ron recursos de casación y de inconstitucionalidad, que fueron
concedidos (cfr. resolución del 31/05/23) y mantenidos en esta
instancia (cfr. presentaciones del 3/10/23, 13/11/23 y
28/11/23).
2º) Recurso interpuesto en favor de Miguel Alejandro
Sánchez.
Liminarmente, la defensa sostuvo la nulidad del acta
de fs. 533/4 por no documentar la verdad material ante la ausen-
cia parcial de los testigos civiles de actuación (arts. 138, 139
y 140 CPPN), y afirmó que dicha invalidez se extiende al estupe-
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Además, refirió que tal extremo debe impactar al gra-
duar la pena (art. 44 in fine CP), puesto que la conducta de su
defendido no reveló peligrosidad alguna.
En tercer lugar, afirmó que el fallo realizó una ar-
bitraria valoración para tener por acreditado el destino comer-
cial del tóxico.
En este sentido, adujo que ninguno de los investiga-
dores refirió a episodios que corroboren tal interpretación y
que el juez lo basó en comunicaciones que, del contexto denun-
ciado, además de “dudosas” deben interpretarse como diálogos en-
tre consumidores.
Por lo demás, aún para el caso de existir dudas sobre
el contenido de los mensajes solicitó que se aplique el benefi-
cio previsto por el art. 3 CPPN y, al no poder asignarle la ul-
trafinalidad comercial a la sustancia secuestrada, se adecue la
conducta a la figura prevista por la primera parte del art. 14
de la ley 23.737, de tenencia simple. Agregó que la viabilidad
de este agravio conllevaría también a recalificar la figura de
“transporte de estupefaciente” ante la falta de dolo que exige
el tipo penal.
En razón de ello, solicitó que se modifique el encua-
dre legal de la conducta de Miguel Alejandro Sánchez, se lo con-
dene por el delito de tenencia simple de estupefacientes y que
se le imponga una pena no mayor a la de un año de prisión.
De otra banda, subsidiariamente cuestionó la modali-
dad concursal utilizada y sostuvo que, a su criterio, el trans-
porte de estupefacientes y la tenencia del mismo tóxico con fi-
nes de comercialización concurren de manera ideal.
Finalmente, impugnó el monto de pena impuesto y re-
clamó tanto la nulidad de la declaración de reincidencia cuanto
su inconstitucionalidad.
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piedad de su defendido, en una zona semirural, por lo que no
existió trascendencia pública a terceros de la sustancia hallada
y sostuvo que no puede afirmarse que el cultivo tuviera destino
comercial.
Por otra parte, también invocó la errónea aplicación
de las normas previstas en el art. 5 incisos a) y c) de la ley
23.737, solicitando que se recalifique por el delito de tenencia
simple contemplado en el art. 14 primer párrafo de la mencionada
norma, como del anteúltimo párrafo del mentado art. 5.
De otra banda, reclamó la desproporcionalidad de la
pena impuesta y, en subsidio, la inconstitucionalidad del tope
mínimo previsto para el tipo penal sentenciado.
En tal sentido, refirió que hubo una ausencia de aná-
lisis de la particular situación del inculpado al no mencionarse
la conducta desplegada, ni la intensidad, ni las características
esenciales que hacen al nivel de culpabilidad.
De tal suerte, solicitó que se aplique la pena de dos
años, acorde con la gravedad del daño y la culpabilidad.
En suma, peticionó que se case la sentencia y que se
dicte un pronunciamiento ajustado a la ley.
5°) Que, los autos fueron puestos en secretaría a los
efectos contemplados en los arts. 465 primera parte y 466 del
CPPN, se presentó la defensa oficial, en representación de los
tres imputados, quien compartió los agravios casatorios y cues-
tionó la graduación de las penas por considerarlas infundadas.
6º) Que, en la oportunidad prevista por los arts. 465
último párrafo y 468 del rito, el fiscal presentó breves notas
en las que descartó los agravios planteados y solicitó que se
rechacen los recursos de casación interpuestos y se confirme el
fallo impugnado por considerar que se encuentra debidamente fun-
dado y resulta una derivación razonada del derecho vigente.
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zada en la web sobre denuncia de narcotráfico, de fecha 3 de
abril de 2018 en virtud de la cual se anotició que Diego Eduardo
Maestre, alias “Pio”, comercializaba estupefacientes en su domi-
cilio en la parcela nro. 26 de Las Golondrinas, que tenía un in-
vernáculo con plantas de marihuana y consumía cocaína. Luego, a
partir de una ampliación posterior, se sumó que el nombrado tam-
bién secaba la marihuana para venderla. Asimismo, se agregó otra
denuncia receptada en el Escuadrón 35 del Gendarmería Nacional
donde se hizo saber que Diego Eduardo Maestre vendía estupefa-
ciente en su domicilio y fuera de él y que además tenía un in-
vernáculo.
A partir de allí, se realizaron tareas de campo, se
solicitaron intervenciones telefónicas y del avance de la pes-
quisa se identificó como posibles proveedores a Miguel Alejandro
Sánchez, alias “Fucking” y a Rubén Alejandro Cabral, alias “Ram-
bo”.
De las tareas de prevención, surgieron conductas de
narcomenudeo, diálogos compatibles con el hecho investigado y,
en particular, que Miguel Alejandro Sánchez viajaba periódica-
mente a la ciudad de Buenos Aires para adquirir estupefaciente
que era enviado a El Bolsón, mediante encomienda en el transpor-
te Cruz del Sur, y que ello era realizado por el encartado, con
un nombre falso –consignando remitente a Hugo Salgado y destina-
do a Marcelo Cárdenas-.
A partir de dichos datos, la prevención fue alertada
sobre el arribo de un bulto con esas características, por lo que
se ordenó una entrega vigilada, que finalmente fue retirado por
Miguel Alejandro Sánchez el día 16/10/2018 conteniendo en su in-
terior 479,72 gramos de cocaína.
Por lo demás, se allanaron los domicilios de los tres
investigados arrojando el secuestro: respecto de Miguel Alejan-
dro Sánchez, de 28 semillas y 17,61 gramos de cannabis sativa y
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Ahora bien; de la resolución puesta en crisis no se
observan los defectos invocados por la parte recurrente, pues de
la lectura del razonamiento del sentenciante surge que abordó la
cuestión de manera fundada.
En efecto, se asentó que los hechos fueron plasmados
en el acta de conformidad con la secuencia en que se desarrolla-
ron y sucedieron y que los testigos de actuación fueron convoca-
dos al momento de la requisa personal de Miguel Alejandro Sán-
chez luego de ser aprehendido, circunstancia que no genera per-
juicio a los derechos del imputado, ni vulnera la validez del
instrumento.
Además, para arribar a dicha conclusión tuvo en cuen-
ta que: “a) Desde una lógica razonada, la no convocatoria de
terceros al momento del inicio exacto de la vigilancia, fue con
la finalidad de no despertar sospechas en el imputado y que no
tuviera peligro alguno de frustración la propia misión encubier-
ta asignada, evitando despertar alguna evidencia. b) A ello debe
agregarse, la inclemencia climática de diluvio esa tarde, con la
inexistencia de transeúntes al alcance; c) El suceso no menor,
que SÁNCHEZ salió del local sin la encomienda, buscó algo y vol-
vió a retirarla, quizás para verificar de no estar siendo vigi-
lado por fuerzas de seguridad; d) La situación de intento de
fuga de SÁNCHEZ cuando sí advirtió la presencia policial, que
como declarara el testigo Lagos, y consta en el acta cuestiona-
da, SÁNCHEZ tiró la caja y se dio a la fuga, Lagos tuvo que co-
rrerlo varias cuadras para alcanzarlo, derribarlo con un “tack-
le” y recién allí reducirlo como aprehendido”.
Por lo tanto, a su ver “…resulta absurdo pretender
tener testigos a la par de las fuerzas policiales, pero mucho
más absurdo deviene exigir que los testigos tengan la prepara-
ción física y la disposición anímica para ir corriendo a la par
de un policía, para perseguir y atrapar un delincuente”.
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Por otra parte, en cuanto a lo expuesto por las de-
fensas de Miguel Alejandro Sánchez y Rubén Alejandro Cabral
acerca de la invalidez de las escuchas telefónicas, se lee de la
sentencia que además de describir y tener en cuenta los linea-
mientos generales del proceder en trato por parte de la Direc-
ción de Asistencia Judicial en Delitos Complejos y Crimen Orga-
nizado del Poder Judicial de la Nación (DAJUDECO), de adverso a
las mociones defensistas, se analizaron las particularidades de
autos y se afirmó que: “No existió irregularidad alguna respecto
de la cadena de custodia u obtención de las comunicaciones
transcriptas; por el contrario, para acceder a los diálogos que
estaban subidos a la ‘nube’ digital debía tenerse una clave. Esa
clave sólo la tenía el personal policial afectado a la investi-
gación, únicamente los numerarios autorizados”. Con lo cual “Eso
es una cadena de custodia. Las defensas no indicaron persona al-
guna no autorizada que haya accedido a la ‘nube’, ni que alguien
hubiera hecho un uso indebido de la clave, ni tampoco que se hu-
bieran adulterado las comunicaciones”.
De otro lado, respecto a la fidelidad de las trans-
cripciones, se ponderó lo expuesto por la testigo Rivera en pun-
to a que: “de todo lo escuchado transcribía lo que consideraba
podría estar relacionado con el supuesto tráfico de estupefa-
cientes investigado” y que se utiliza un software que pasa el
audio a texto, evitando errores humanos, por lo que el a quo
consideró que “Deviene innecesario, como se sugirió, un ‘Proto-
colo que estandarice el modo de realizar las transcripciones’,
cuando los agentes federales tienen la capacidad de discernir
acerca de si están escuchando algo incriminante o sospechoso o
no”.
Por lo demás, también se anotó que: “Las transcrip-
ciones y los audios de las intervenciones telefónicas no adole-
cen de invalidez alguna como prueba conducente para la causa; a)
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nales fundada en la existencia de un perjuicio real y concreto
que debe ser reparado, ya que de otro modo implicaría la decla-
ración de nulidad por la nulidad misma, afectación que no se
vislumbra en la especie (cfr., en similar sentido, Sala II, cau-
sa nº 14.886, caratulada: “Castiglione, Orlando Alfredo s/recur-
so de casación”, reg. nº 2285/13, rta. 18/12/2013, entre otros).
Ad finem, se impone señalar que este colegio no está
en condiciones de valorar el peso probatorio y la credibilidad
de testimonios que no presenció, dado que aquella tarea se en-
cuentra condicionada a la inmediación, por lo que al mayor es-
fuerzo de revisión se arriba, en tal sentido, con el control de
logicidad y no contradicción del razonamiento del a quo y la
constatación de la suficiencia probatoria de conformidad con el
principio in dubio pro reo (cfr. Sala II, causa n° 8.660, cara-
tulada: “Rubisse, César Augusto s/recurso de casación“, reg. nº
19.968, rta. 23/5/2012; causa n° 12.684, caratulada: “Arancibia,
Carlos Ignacio s/recurso de casación”, reg. nº 20.557, rta.
11/10/2012, entre otras, con sus citas).
De tal suerte, los extremos reseñados satisfacen las
exigencias de fundamentación y dejan entrever que las críticas
de los casacionistas se reducen a meras discrepancias con la va-
loración de la prueba recabada y regularmente introducida al
proceso, por lo que, en definitiva, los planteos de invalidez
tanto del acta de procedimiento, como de las escuchas telefóni-
cas, no pueden ser de recibo.
10º) Que la defensa de Miguel Alejandro Sánchez se
agravió de la arbitraria e incorrecta aplicación de la ley pe-
nal.
En prieta síntesis, impugnó el fallo por entender que
no se configuró el delito de tenencia con fines de comercializa-
ción por ser el presente caso un delito imposible, por valorarse
arbitrariamente las pruebas para considerar acreditada la fina-
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Afirmó que el elemento típico de la conducta es la movilidad del
tóxico prohibido y en el caso su desplazamiento interjurisdic-
cional. En cuanto al dolo de tráfico ponderó que no era neces-
ario para la figura y que, aun así, se verificó un modus operan-
di recurrente, ejemplificando que el 29/8/18 realizó una remesa
idéntica en todos sus términos. También le imputó el delito de
tenencia con fines de comercialización por la cocaína que lleva-
ba en sus prendas y las bolsas de marihuana que tenía en su do-
micilio, donde también se secuestró una balanza, afirmando que
hubo posesión con ánimo de lucro. Agregó que la finalidad comer-
cial sigue la lógica de los envíos postales recurrentes de Mi-
guel Alejandro Sánchez, concluyendo que dada la frecuencia y la
cantidad que transportaba, no estaría vivo si consumiera todo
ello. También mencionó su intervención en la intermediación y
venta, a partir de las escuchas telefónicas y de un mensaje de
texto registrado con Larayo en el que el 15/10/18 le escribió:
Hola mañana mando los dulces.
Finalmente, con motivo de las 28 semillas secuestra-
das en su domicilio, se imputó por la guarda de semillas utili-
zables para producir estupefacientes sin la pertinente autoriza-
ción. Al respecto, señaló que se encontraban cuidadosamente
acondicionadas en sobres y tubos, que no fueron producto de un
descarte casual de consumo y las enmarcó en el escenario de trá-
fico, y descartó la posesión con fines artísticos o didáctico-
botánico ya que son genéticamente modificadas para obtener plan-
tas de crecimiento rápido y presentaban presencia de THC.
Sin perjuicio de ello, el a quo no receptó en su to-
talidad las acusaciones ni el sustrato fáctico.
En primer término, mantuvo la argumentación respecto
de la modalidad de transporte pues, en relación al envío median-
te encomienda retirado por Miguel Alejandro Sánchez en la sucur-
sal de la empresa Cruz del Sur en la localidad El Bolsón el día
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onerosa esa sustancia prohibida en la sociedad de El Bolsón. Las
acciones resultan absolutamente independientes, por consiguiente
concurren real o materialmente”.
En virtud de lo expuesto se observa, en primer tér-
mino que, el a quo al analizar el segundo delito materia de acu-
sación, esto es la tenencia de estupefacientes con fines de co-
mercialización, modificó el sustrato fáctico y se refirió al me-
dio kilogramo de cocaína transportado mediante encomienda, cuan-
do en la acusación ello versó sobre el clorhidrato de cocaína
que Miguel Alejandro Sánchez tenía entre sus ropas al momento de
la requisa y la marihuana secuestrada en su domicilio.
Sabido es que el principio de congruencia expresa
como regla que una sentencia sólo se debe expedir sobre el hecho
y las circunstancias que contiene la acusación, por las cuales
ha sido intimado el encausado y, por consiguiente, sobre aque-
llos elementos de la imputación acerca de los cuales ha tenido
oportunidad de ser oído.
Es en ese sentido que se expresó el cimero tribunal
in re “Ciuffo” (Fallos: 330:5020) al señalar que: “…ciertamente,
el principio de congruencia exige que el hecho que se juzga debe
ser exactamente el mismo que fue objeto de imputación y debate
en el proceso, es decir, aquel sustrato fáctico sobre el cual
los actores procesales desplegaron su necesaria actividad acusa-
toria o defensiva” (Fallos: 329:4634).
Por otra parte, y sin perjuicio de lo expuesto, tam-
poco resulta viable tal subsunción en base al principio iuria
novit curia, pues ello importaría el indebido desdoblamiento un
hecho único, el cual, dadas las especiales circunstancias veri-
ficadas en el caso en el que se trató de una entrega vigilada,
la conducta desplegada por el encausado quedó atrapada en la ca-
dena de tráfico, en su modalidad de transporte de estupefaciente
en tanto se encuentran reunidos los elementos típicos, tanto ob-
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En cuanto al hecho relativo con la guarda de 28 semi-
llas de cannabis sativa acondicionadas en un tubito en la vi-
vienda del encartado, cabe memorar que “Guardar excede la acción
de tener el objeto, implica imprimirle los cuidados necesarios
tendientes a la conservación, de modo tal que sea mantenido en
buen estado para que no sufra alteraciones y sea utilizable para
producir estupefaciente”. (Vid. D’Alessio, Andrés J. (dir.), Di-
vito, Mauro A. (coord.), “Código Penal de la Nación, comentado y
anotado”, t. III, 2da. ed., Buenos Aires, 2010, p.1026/1027).
Además, en cuanto al aspecto volitivo requerido por
el tipo, se ha dicho que: “…se requiere una finalidad específi-
ca, que consiste en que los objetos se guarden para producir o
fabricar. No obstante, existen discrepancias acerca de si esto
comprende cualquier finalidad de producción o fabricación, in-
cluyendo la que busca abastecer el propio consumo del guardador
de los objetos, o si sólo debe estar orientada a promover, favo-
recer o facilitar el tráfico ilícito de drogas. Este último pun-
to de vista concilia la interpretación de la ley con la gravedad
de la sanción penal, tomando como fundamento que la referencia a
la producción o fabricación se conecta con la elaboración de es-
tupefaciente a gran escala” (ob. cit. p. 1028/1029).
Ahora bien, bajo tales lineamientos y atendiendo a la
prueba producida en autos no puede afirmarse con la certeza que
requiere un temperamento condenatorio que se encuentren reunidos
tales recaudos, pues no existen evidencias que permitan vincular
al encausado con la elaboración de ese tóxico, ni ello fue ana-
lizado por el sentenciante.
Por el contrario, resulta relevante destacar que al
referirse a la sustancia secuestrada en el marco del allanamien-
to, se consideró que: “Por los 17,61 grs. de marihuana incauta-
dos en su domicilio, […] habré de acogerme por el beneficio de
la duda, en que podrían ser por la cantidad para su consumo, y
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talidad de las hipótesis posibles de duda como estados intelec-
tuales excluyentes de la certeza…” (Cafferata Nores, José I.,
“Proceso penal y derecho humanos”, CELS, Buenos Aires, 2000, p.
75).
A todo evento, no es ocioso precisar que: “…si [la
inocencia] se presume, sólo cabrá atribuir la condición de autor
del hecho delictivo a un acusado cuando, visto el resultado del
juicio, existe certeza probatoria de que realmente lo es. Tal
clase de certeza es la única llave que puede franquear al juzga-
dor en su discurso la puerta de salida del recinto de la presun-
ción de inocencia y acceso al de la incriminación. La duda al
respecto no goza de semejante virtualidad, que es por lo que la
acción sobre la que se proyecte permanecerá, mientras la misma
subsista, dentro de ese primer ámbito” (Ibáñez, Perfecto Andrés;
“Prueba y convicción judicial en el proceso penal”, Hammurabi,
Buenos Aires, 2009, p. 82-83).
De tal suerte, el principio de inocencia impide la
poena extraordinaria o “pena de sospecha” en los casos en que -
se insiste- no existe certeza respecto de la comisión de un de-
lito (Roxin, Claus, “Derecho Procesal Penal”, trad. Gabriela
Córdoba y Daniel Pastor, Editores del Puerto, Buenos Aires,
2000, p. 112).
Con estricto apego a la especie, lleva también esta-
blecido la doctrina que: “…la narración de los hechos construida
por el juez cuenta con una válida justificación racional, en la
medida que resulta confirmada por el análisis crítico de todas
las pruebas disponibles” (Taruffo, Michele, “Simplemente la ver-
dad. El juez y la construcción de los hechos”, Marcial Pons,
Buenos Aires, 2010, p. 274).
En razón de ello, categóricamente se ha entendido que
“…el principio tiene un claro contenido y es siempre el mismo,
sea cual fuere su formulación: si existen dudas no se puede con-
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que el nombrado tenía 14,23 gramos de marihuana y 119,19 gramos
de cocaína, para comercializarlas.
En efecto, se recurrió al testimonio de la preventora
Daiana Belén Rivera, quien dio cuenta de la actividad de la lí-
nea telefónica del encausado Rubén Alejandro Cabral, como tam-
bién a las evidencias reproducidas en el juicio, en las que se
verificaron reiterados pedidos de sustancias prohibidas.
Asimismo, quedó explícito a partir de varias comuni-
caciones reproducidas que también comercializaba cocaína por los
pedidos que le realizaba Diego Eduardo Maestre, entre otros.
En la misma línea, se justipreciaron los informes que
dieron cuenta de las tareas de campo desplegadas por los preven-
tores en las que pudieron observar al enjuiciado realizando el
típico “pasamanos”, conforme declararon los testigos Rodrigo Bo-
vcom, Diego Osvaldo Lagos y Gastón Ezequiel García.
En ese orden argumental, se afirmó que: “…todos los
movimientos, observados en el domicilio de 25 de Mayo, los en-
cuentros pactados en el bar ‘La Maroma’ a dos cuadras de su
casa, los encuentros escuchados por teléfono que según declara-
ron e informaron en el expediente los agentes federales, confir-
maban el breve encuentro por teléfono y se lo veía realizar un
intercambio breve en el ACA o en la plaza, luego seguían cada
uno por su lado, asimismo se corroboró la utilización de terce-
ros emisarios para la entrega de la droga, Chavito y otro”.
En particular, se hizo referencia al “pasamanos” ob-
servado el 16/6/18 en el baño del bar “La Maroma” advertido por
el agente Rodrigo Bovcom, quien declaró que al entrar a dicho
espacio vio claramente que Rubén Alejandro Cabral entregó algo
pequeño envuelto en una servilleta y del tamaño de una galletita
a Diego Eduardo Maestre, quien le dio dinero a cambio.
Luego de ello, el a quo desmereció la versión alegada
por el encausado, quien intentó justificar que fue al baño para
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crítica de la defensa, por lo que corresponde confirmar la pieza
sentencial en este extremo.
12º) Que, de seguido, corresponde dar tratamiento a
las críticas de la defensa de Diego Eduardo Maestre vinculadas a
la arbitrariedad sentencial y a la pretensión de la aplicación
de la manda del art. 3 CPPN.
En efecto, como es sobradamente conocido, no puede
soslayarse que el art. 398 del ritual establece que los jueces
tienen el deber de valorar las pruebas recibidas y los actos del
debate conforme las reglas de la sana crítica y, asimismo, cuen-
tan con la obligación de reflejar esa valoración en la sentencia
conforme a los arts. 123 y 404 inc. 2 del mismo cuerpo legal,
que constituyen una derivación de la garantía de defensa en jui-
cio y del principio republicano (arts. 1°, 18 y 28 CN).
Es este método el que demanda que la valoración crí-
tica de los elementos probatorios sea racional, lo que implica
exigir que respete las leyes del pensamiento (lógicas) y -ade-
más- que sea completa, en la doble valencia de fundar todas y
cada una de las conclusiones fácticas y de no omitir el análisis
de los elementos incorporados, exigencias con las cuales se pro-
cura lograr que la decisión se baste a sí misma como explicación
de las conclusiones (cfr., Sala II, causa n° 12.135, caratulada:
“Bravo Mamani, Richard Wilfredo s/recurso de casación”, reg. n°
20.978, rta. 13/12/2012).
Ahora bien; las pruebas analizadas en la sentencia
evidencian cristalinamente ese cuadro incriminante, contundente
y sin fisuras que allega certeza acerca de los hechos por los
que fue condenado Diego Eduardo Maestre. Cabe poner de resalto
que dicho plexo probatorio resulta armónico, preciso y concor-
dante y que concurre unívoca y congruentemente a dar por acredi-
tada la materialidad de los hechos y la autoría penalmente res-
ponsable del nombrado.
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Eduardo Maestre con su cuñado Moski en el que se alude al res-
guardo subterráneo de la sustancia prohibida en tanto el último
de los nombrados le dice “Pio lo único que me salva es tu droga.
Llevame 5…”; (…), a lo que el causado le contesta “No, no no ya
está todo bajo tierra.”, “te guardé ahí un G y medio.”.
Por otra parte, se razonó que aún cuando el encartado
no fuera advertido por la prevención realizando los movimientos
compatibles llamados “pasamanos” y que el observado en el baño
del bar “La Maroma” realizado con Rubén Alejandro Cabral, resul-
tara incriminante para este último y no para Diego Eduardo Maes-
tre al posicionarlo como adquirente consumidor, lo cierto es
que, la ultrafinalidad de la tenencia, como elemento subjetivo
para acreditar el destino comercial, se tuvo por probada también
con el contenido de las escuchas que dan cuenta de pedidos de
gramos, de precios, de entregas confirmadas, y hasta de grandes
cantidades de venta de flores de cannabis sativa al referirse a
86 gramos, 50 gramos, 10 gramos.
Asimismo, se destacó la modalidad encriptada utiliza-
da por los interlocutores y se transcribieron escuchas que sus-
tentan dicho accionar, a las que corresponde remitirse.
En consecuencia, el cuadro probatorio expuesto da
cuenta de la posesión y ánimo de lucro, pues a las cantidades de
sustancias secuestradas y las tres balanzas, se suman las escu-
chas, que se corresponden con la actividad comercial al aludir a
precios, cantidades, pagos y entregas, a todo lo que se agregan
las denuncias vecinales por venta de estupefaciente en cabeza
del encausado, que descartan el acopio a los fines del consumo
personal invocados. Más aún si se reparan los resultados arroja-
dos en el estudio pericial citado en el fallo.
Por consiguiente, las argumentaciones de la defensa a
fin de sostener la inexistencia de certeza sobre el destino co-
mercial no encuentra sustento en las evidencias recabadas y su
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mativa vigente regula el libre acceso al cannabis para ciertos
sujetos y bajo determinados requerimientos (cfr., en lo perti-
nente, Sala II, causa n° FSM 25882/2019/TO1/CFC13, caratulada:
“Ursic, Alfredo Gerardo y otros s/recurso de casación”, reg. nº
363/24, rta. 25/4/2024), en las concretas circunstancias de trá-
fico acreditadas, el comportamiento del encausado trasunta un
accionar que excede largamente los fines terapéuticos invocados
del marco de la ley n° 27.350.
En definitiva, conforme los elementos destacados, la
decisión cuenta, al menos en los extremos reseñados, con los
fundamentos jurídicos mínimos, necesarios y suficientes, que im-
piden su descalificación como acto judicial válido (Fallos:
293:294; 299:226; 300:92; 301:449; 303:888, entre muchos otros).
Ello así, por cuanto en la sentencia se plasmaron un
conjunto de razonamientos integrados por deducciones e induccio-
nes que, en tanto juicios, reflejan el trabajo intelectual del
magistrado interviniente, quien efectuó sobre loe extremos de
censura un estudio crítico de las cuestiones planteadas.
En tal sentido, toda la concatenación de elementos
que permitió recrear la intervención ilícita en los sucesos his-
tóricos en cuestión fue efectuada bajo pautas de razonabilidad y
de acuerdo con las reglas que impone el digesto ritual.
En estas condiciones, cabe concluir que en este te-
rreno el pronunciamiento cuestionado ha sido sustentado razona-
blemente y los agravios de la asistencia técnica sólo evidencian
una opinión diversa sobre la cuestión debatida y resuelta (Fa-
llos: 302:284; 304:415; entre otros).
Sobre el particular, conviene recordar que la doctri-
na de la arbitrariedad no tiene por objeto corregir sentencias
equivocadas o que la parte estime tales según su criterio diver-
gente, sino que atiende sólo a supuestos en los que se verifica
un apartamiento palmario de la solución prevista por la ley o
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bilidad entonces son los presupuestos de la pena que, en tanto
cuantificables en virtud de las escalas penales previstas por el
legislador, exigen de un análisis particular por parte de los
jueces dirigidas a su graduación (causa nº 11.870, caratulada:
“Acuña, Marcelo Darío s/ recurso de casación”, reg. nº 20.194,
rta. 5/7/2012).
Así, en cuanto a la fundamentación de los montos pu-
nitivos, no asiste razón a los recurrentes. La ponderación de
agravantes remite las conductas reprochadas, a la entidad de los
hechos y las cuestiones personales particulares de cada uno de
ellos, extremos ponderados en sentido lógico y proporcional al
aplicar el quantum punitivo que, además, aparece relativamente
próximo al mínimo y marcadamente alejada del máximo de la moldu-
ra legal.
Por otra parte, en cuanto a la pretensión defensista
de aplicación de una pena menor a la prevista legislativamente,
no puede soslayarse que la declaración de inconstitucionalidad
debe ser considerada como ultima ratio del orden jurídico, por
lo que requiere inexcusablemente la demostración del agravio en
el caso concreto y sólo cabe acudir a ella cuando no existe otro
modo de salvaguardar algún derecho o garantía amparado por la
Constitución Nacional (Fallos: 256:602; 258:255 y 333:447, entre
muchos otros).
En ese orden, es doctrina de la Corte Suprema de Jus-
ticia de la Nación que: “no basta la sola mención de que la nor-
ma cuestionada afecta garantías constitucionales, sino que re-
sulta indispensable la indicación concreta del derecho federal
invocado y de su conexión con la materia del pleito, lo que su-
pone un mínimo de demostración de la inconstitucionalidad alega-
da y de su atinencia al caso (Fallos: 305:50, entre tantos
otros).
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condenad[a]o por el TOF de Gral. Roca el 6/11/2008, por el deli-
to de transporte de estupefacientes, en calidad de partícipe ne-
cesario, a la pena de 4 (CUATRO) años de prisión, por el hecho
cometido en El Bolsón el 4/3/2008. Del cómputo de pena a fs.
1006 vta. consta su vencimiento el 30/3/2017 y la fecha de su
libertad condicional, pena cumplida bajo régimen carcelario”.
De tal suerte, en torno al planteo vinculado a la
reincidencia y su inconstitucionalidad, se observa que la defen-
sa no ha objetado suficientemente la fundamentación de tal de-
claración y se limitó a invocar su inconstitucionalidad, sin de-
mostrar el agravio actual y concreto que provoca la decisión del
tribunal, por lo que el planteo resulta -cuanto menos- prematuro
(cfr. Sala II, causa n° FSM 31311/2014/TO1/CFC1, caratulada:
“Tufino, Marcos Antonio s/ recurso de casación”, rta. 29/08/16,
reg. n° 1597/16), y por tanto el agravio tampoco puede ser de
recibo.
En definitiva, en mérito a las consideraciones ex-
puestas, se RESUELVE:
I. HACER LUGAR, parcialmente al recurso de casación
interpuesto por la defensa de Miguel Alejandro Sánchez, CASAR la
resolución recurrida y ABSOLVER al nombrado por el delito de
guarda de semillas para producir estupefaciente (art. 5 a) de la
ley n° 23.737); CONFIRMAR la condena sólo por el delito de
transporte de estupefaciente (art. 5 inc. c) de la citada norma)
y REENVIAR las actuaciones a fin de que, por ante quien corres-
ponda y previa audiencia de visu y con intervención de las par-
tes, se dicte un nuevo pronunciamiento en relación a la pena,
sin costas en la instancia (arts. 470, 471, 530 y ccds. CPPN).
II. RECHAZAR los recursos de casación interpuestos
por las defensas de Rubén Alejandro Cabral y Diego Eduardo Maes-
tre, sin costas en la instancia (arts. 470 y 471 a contrario
sensu, 530 y ccds. CPPN).
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