Dialnet-ElSoftLawComunitario-17520
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Por
RICARDO ALONSO GARCÍA
Catedrático de la Universidad Complutense
I. INTRODUCCIÓN
(1) TAMMES, «Soft Law», en International and Comparative Law in Honour ofJudge
Erades, Ed. Martinus Nijhoff, La Haya, 1983, pág. 187.
(2) Tal práctica, no exenta de críticas sobre todo por lo que se refiere a los instru-
mentos de alcance vinculante ad extra (tanto doctrinales stricto sensu —caso, ya en 1983,
de JOLIET, Le Droit institutionnel des Communautés Européennes: Les institutions, les sour-
ces, les rapports entre orares juridiques, Faculté de Droit, d'Economie et des Sciences Socia-
les de Liége, Lieja, 1983, págs. 184 y ss.— como institucionales —especialmente significa-
tiva fue la del Consejo de Estado francés en su Rapport Public 1992, Etudes & Documents,
núm. 44, La Documentaron Francaise, París, 1993, págs. 22-24—), ha recibido el respaldo
del Tribunal de Justicia, como veremos, a través de una consolidada jurisprudencia funda-
mentada en el análisis del contenido de la actividad en cuestión en detrimento de
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en la que recuerda que: «El deber de cooperación leal que se deriva del artículo 10 y que
rige las relaciones entre los Estados miembros y las instituciones comunitarias, rige tam-
bién las relaciones entre las propias instituciones comunitarias. Por lo que respecta a las
relaciones entre las instituciones, cuando en el marco de dicho deber de cooperación leal
sea necesario facilitar la aplicación de las disposiciones del Tratado constitutivo de la Co-
munidad Europea, el Parlamento Europeo, el Consejo y la Comisión podrán celebrar
acuerdos interinstitucionales. Estos acuerdos no podrán modificar ni completar las dispo-
siciones del Tratado y sólo podrán celebrarse con el consentimiento de las tres institucio-
nes».
(5) Caso de BERNHARDT, «Las fuentes del Derecho Comunitario: la "Constitución" de
la Comunidad», en Treinta años de Derecho Comunitario, Oficina de Publicaciones Oficia-
les de las Comunidades Europeas, 1984, pág. 84.
(6) BIEBER, The Settlement of Institutional Conflicts on the Basis of Anide 4 ofthe EEC
Treaty, «Common Market Law Review», 1984 (3), pág. 521.
(7) JACOUÉ, «La pratique des institutions communautaires et le devéloppement de la
structure institutionnelle communautaire», en Die Dynamik des Europaischen Gemeins-
chaftsrecht (eds. BIEBER y RESS), Ed. Nomos, Baden-Baden, 1987, págs. 403-404. No obs-
tante lo cual, no debe olvidarse, como puntualiza el propio JACQUÉ, que «un compromiso
político no es un compromiso sin valor, sino un compromiso cuya ruptura no puede ser
sancionada en el plano jurídico»; la sanción, en tal caso, será de naturaleza política, de
manera que «la víctima de la violación podrá practicar legítimamente represalias de orden
político absteniéndose de respetar ciertos de sus compromisos políticos», constituyéndose
«el temor a la guerrilla institucional en una de las garantías del respeto de los compromi-
sos políticos».
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«Cuando un punto del orden del día se refiera a materias que conten-
gan elementos que sean competencia tanto de los Estados miembros
como de la Comunidad, el objetivo que se ha de perseguir será el de lo-
grar una posición común. Si se puede alcanzar una posición común:
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Asumido poi" las propias partes que la materia en cuestión era de competencia mixta
y que se había alcanzado una posición común al respecto, el Tribunal consideró que di-
cha posición común, al versar en lo esencial sobre una competencia comunitaria, debía
haber sido expresada y votada por la Comisión de conformidad con el segundo subapar-
tado, el cual fue vulnerado al optar el Consejo por el sistema de votación del primer
subapartado.
(13) «Les accords inter-institutionnels dans l'Union Européenne», en Problémes ac-
tuéis de Dmit Communautaire, Ed. Panthéon/Assas-Librairie Genérale de Droit et Jurispru-
dence, París, 1998, pág. 146. La propia HUIBAN, adentrada en la búsqueda de la intención de
vincularse o no jurídicamente, considera que «es evidente que una tal intención de vincu-
larse —que puede deducirse de las disposiciones mismas del acuerdo o de declaraciones
realizadas al respecto por las Instituciones— no se puede encontrar en acuerdos formula-
dos en condicional o que prevean simplemente orientaciones vagas para el futuro»; y ad-
vierte, por otro lado, que «en ciertos ámbitos necesitados más que otros de la concertación
entre las Instituciones sería más fácil descubrir una voluntad por parte de éstas de vincular-
se» (págs. 149-150). De hecho, es probable que en Comisión v. Consejo (25/94), recién cita-
do, tuviera un importante peso en la determinación del Tribunal a la hora de admitir la efi-
cacia vinculante del Arreglo sobre la preparación de las reuniones, declaraciones y votaciones
en el seno de la FAO que el terreno sobre el que versaba estuviera conectado con la —como
recuerda el propio Tribunal (FJ 48)— varias veces por él proclamada «exigencia de una uni-
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(30) Para MATTERA, estas intervenciones de tipo preventivo estarían amparadas por el
primer inciso del artículo 211 (pues el cumplimiento de la función de velar por la aplica-
ción del Derecho Comunitario exigiría tanto acciones de represión como de prevención)
junto con el artículo 10 (pues en virtud del principio de cooperación leal «la Comisión ha
de indicar a los Estados miembros las medidas que deben adoptar para garantizar el cum-
plimiento de las obligaciones que les impone el Derecho Comunitario —primer párrafo—
y evitar poner en peligro la realización de los fines del mismo —segundo párrafo—») (El
Mercado Único Europeo: sus reglas,, su funcionamiento, Ed. Civitas, Madrid, 1991, pág. 73).
Considera, por otro lado, que para poder cumplir con su función general de «guía» para
los sectores concernidos, las comunicaciones interpretativas deben reunir tres característi-
cas: «situarse en el marco de las competencias específicas que el Tratado confiere a la Co-
misión; tener un contenido suficientemente claro e informativo para que los sectores afec-
tados puedan extraer las líneas de conducta a seguir; y ser exteriorizadas bajo una forma
pública y oficial (publicación en el "DOCE", serie C)» —La communicatíon interpretative de
la Commission sur les concessions de sennces d'utilité publique: un instrument de transpa-
rance et déliberation, «Revue du Droit de l'Union Européenne», 2000 (2), págs. 302-303—.
(31) En este sentido, REALE, Le comunicazioni interpretative della Commissione delle
Comunitá Europee, «Rivista di Diritto Europeo», 1993, pág. 511.
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interpretativa a medida que mayor sea su ligazón con el hard law—. Por otro lado, parece
claro que la publicidad o no del soft law puede también desembocar en una mayor o me-
nor intensidad de su fuerza interpretativa; y otro tanto podría decirse de la presencia o no
de doctrina del Tribunal de Justicia en su respaldo, o del contexto mismo de su proceden-
cia (así, el Tribunal suele otorgar poco valor, por no decir ninguno, a las declaraciones que
acompañan en muchas ocasiones a reglamentos o directivas cuando no se reflejan de al-
gún modo —debido normalmente a discrepancias en la negociación— en la normativa
adoptada: Antonissen, 26 febrero 1991 —292/89—).
(35) Soft Law in European Communitv Law, «European Law Review», 1989 (4),
pág. 310.
(36) Y en British Telecommunications, 26 marzo ¡996 (392/93), con relación a la in-
fracción del artículo 8 de la Directiva 90/531 cometida por el Reino Unido, llegó a la con-
clusión de que la misma, a la que calificaría finalmente de «error», no podía considerarse
como «suficientemente caracterizada» al referirse a la vulneración a un precepto «impre-
ciso» que «admitía razonablemente, además de la interpretación dada por el Tribunal de
Justicia en la presente Sentencia, la interpretación que de él dio, de buena fe, el Reino
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tración sin que generen ningún derecho u obligación para terceros», por lo que «no pue-
den constituir actos lesivos susceptibles, como tales, de recurso de anulación» (FJ 9), el
Tribunal admitió y estimó el recurso interpuesto contra unas Instrucciones internas de ser-
vicio (sobre ciertas modalidades administrativas y técnicas que debían aplicar los agentes
autorizados por la Comisión para la toma de muestras y el análisis de productos, efectua-
dos en el marco de la gestión y del control del FEOGA) al considerar que «el acto contro-
vertido no se limita a aclarar las normas contenidas en el Reglamento 729/70, sino que va
más allá de lo que dispone el texto de dicho Reglamento, ya que atribuye a la Comisión,
independientemente de los Estados miembros, la facultad de tomar muestras y establece
las modalidades de su intervención» (FJ 23), lo que implicaría la producción de «efectos
jurídicos nuevos» en relación con los del referido Reglamento en un contexto de incompe-
tencia de la Comisión «para adoptar disposiciones que vayan más allá de lo que dispone el
Reglamento 729/90». El Tribunal, pues, procedió a la anulación por incompetencia de las
Instrucciones en cuanto portadoras de efectos jurídicos no previstos en el Reglamento,
evitando referirse a la naturaleza o no vinculante de dichos efectos (a diferencia del Abo-
gado General Tesauro, bien explícito al sostener que «nos encontramos ante un acto de
naturaleza reglamentaria, en la medida en que, partiendo de la premisa de que la Comi-
sión está facultada para la toma de muestras, independientemente de los Estados miem-
bros, dicho acto regula las modalidades de su ejercicio, modalidades que introducen obli-
gaciones a cargo de los Estados miembros, y más aún de los operadores, cuyas obligacio-
nes no contempla el Reglamento 729/70», por lo que «no se trata de instrucciones a los
funcionarios, sino de la alteración de la situación jurídica de los terceros que no son sus
destinatarios aparentes» que resultan lesionados en sus intereses).
(45) Baste con comparar, en el ya referido terreno movedizo de las circulares Ínter-
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nas, los asuntos Francia v. Comisión, 9 octubre 1990 (366/88), y España v. Comisión, 6
abril 2000 (443/97).
En el primero, como vimos en la nota anterior, el Tribunal admitió y estimó el recurso
interpuesto contra unas Instrucciones internas de sen'icio al considerar que producían
«efectos jurídicos nuevos» en relación al Reglamento 729/70.
En el segundo, en cambio, consideró que «las orientaciones internas —referentes a las
correcciones financieras netas en el marco de la aplicación del artículo 24 del Reglamento
4523/88— indican las líneas generales basándose en las cuales la Comisión proyecta, con
arreglo al artículo 24 del Reglamento de coordinación, adoptar ulteriormente decisiones
individuales cuya legalidad podrá impugnar el Estado miembro afectado ante el Tribunal
de Justicia según el procedimiento previsto en el artículo 173 (actual 231) del Tratado» (FJ
33), sin que se pueda considerar «que tal acto de la Comisión, que sólo refleja la intención
de ésta de seguir cierta línea de conducta en el ejercicio de la competencia que le ha sido
conferida por el artículo 24 del Reglamento de coordinación, esté destinado a producir
efectos jurídicos propios».
(46) Puede no resultar suficiente en este contexto de la responsabilidad pública el ar-
gumento que suele manejar el Tribunal de que las exclusiones de impugnación directa no
tienen por qué acarrear indefensión habida cuenta de las posibilidades de defensa que
abren las vías de impugnación indirecta. Ello porque, como sugiere el propio Tribunal, el
voluntario sometimiento de un Estado miembro a un parámetro de conducta trazado vía
interpretativa por las Instituciones comunitarias que resulta ser contrario al hard law (pa-
rámetro que en cuanto tal, y a la luz de su doctrina, estaría excluido del recurso de anula-
ción) puede desembocar en una exención de la responsabilidad del Estado infractor, des-
nudando al particular afectado de posibilidades indemnizatorias (desnudez que resulta
agravada si se asume, como parece hacer el Tribunal, la imposibilidad de plantear un tras-
lado de la responsabilidad a las propias Instituciones comunitarias).
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(47) Y también, dicho sea de paso, del bloque de constitucionalidad in genere, lo que
revaloriza el alcance del artículo 93 CE más allá de su función orgánico-procedimental:
valga como ejemplo la STC 330/1994, de 15 de diciembre, en la que el Tribunal trajo a cola-
ción, bien que subrayando «a los estrictos efectos argumentativos», precisamente soft law
comunitario (en concreto, una Recomendación de la Comisión —92/48/CEE— sobre los
mediadores de Seguros) en un contexto de delimitación de las competencias estatal y auto-
nómica en la ordenación de los seguros —cfr. mi trabajo junto con GARCÍA DE ENTERRÍA en
Die Entstehung einer europá'ischen Verfassungsordnung (coord. SCHWARZE), Ed. Nomos, Ba-
den-Baden, 2000, págs. 330 y ss.—.
(48) Específicamente, la Resolución del Consejo relativa a la protección de la dignidad
de la mujer y del hombre en el trabajo (90/C 157/02) y la Recomendación de la Comisión re-
lativa a la protección de la dignidad de la mujer y del hombre en el trabajo (92/C 27/04),
acompañada de un Código de Conducta sobre las medidas para combatir el acoso sexual
—instrumentos ambos a los que ya me he referido supra y que tienen su precedente, como
también indiqué, en el Informe Rubenstein, analizados entre nosotros por DEL REY
GUANTER (Acoso sexual y relación laboral, «Relaciones Laborales», 1993, I, págs. 228 y ss.) y
LOUSADA ARCHENA (El derecho de los trabajadores a la protección frente al acoso sexual, Ed.
Comares, Granada, 1996, págs. 31 y ss.)—.
E] Informe Rubenstein —que, publicado en 1988 por la Oficina de Publicaciones Ofi-
ciales de las Comunidades Europeas bajo el título The Dignity ofWomen at Work: A Repon
on the Problem of Sexual Harassment in the Member States ofthe European Communities,
puede verse sintetizado por MULAS en «Documentación Laboral», 1987 (22), págs. 133-
138— recomendaba a la Comisión la adopción de una Directiva sobre prevención del aco-
so sexual en el trabajo, sentando al respecto una serie de principios inspiradores —cfr. PÉ-
REZ DEL Río, El acoso sexual en el trabajo: su sanción en el orden social, «Relaciones Labora-
les», 1990, (II), págs. 186 y ss.—. Escogida la vía del soft law a través de los mencionados
instrumentos, la Comisión (DG V A-3-Unidad de Igualdad de Oportunidades) encargaría
posteriormente al propio Rubenstein y a De Vries una Guía para aplicar el Código de
Conducta, publicada bajo el título Cómo combatir el acoso sexual en el trabajo (Oficina de
Publicaciones Oficiales de las Comunidades Europeas, 1994).
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(50) Modalidad ésta de acoso en la que, insiste el Tribunal, «hay algo más que una re-
percusión negativa sobre una concreta condición de trabajo del acosado o una explícita
discriminación en las condiciones de trabajo». Como dice MOLERO MANGLANO, esta «tergi-
versación ambiental» estaría exigiendo al trabajador «que, en el marco de su relación pro-
fesional, tenga que ocuparse, preocuparse y atender relaciones y atenciones absolutamen-
te ajenas a tal ambiente» —El acoso sexual: elementos sustantivos y problemas procesales.
A propósito de la STC de 13 de diciembre de 1999, «Actualidad' Laboral», 2000 (15),
pág. 249—.
(51) LOUSADA ARCHENA, El concepto de acoso sexual laboral..., cit., pág. 70.
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