LIBRO orozco. subversion feminista de la economia
LIBRO orozco. subversion feminista de la economia
LIBRO orozco. subversion feminista de la economia
economía
Amaia Pérez Orozco
© 2014, del texto, Amaia Pérez Orozco.
© 2014, de la edición, Traficantes de Sueños.
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Prólogo __________________________________________________________________19
Introducción _____________________________________________________________21
Afrontar el tránsito desde la sostenibilidad de la vida _______________________ 21
La urgente confluencia de miradas críticas _________________________________ 22
La sostenibilidad de la vida en el centro ____________________________________ 24
El anhelo de contribuir a la creación colectiva
de pensamiento feminista para la subversión ______________________________ 27
¿De dónde sale este libro? ________________________________________________ 28
¿Creación de pensamiento? ______________________________________________ 29
¿Pensamiento colectivo o creación colectiva? ________________________________ 30
¿Feminista? __________________________________________________________ 31
¿Para la subversión? _________________________________________________ 34
(Huir de los) paradigmas androcéntricos para pensar la economía y la crisis ___ 36
La diversidad de miradas feministas a la economía ________________________ 40
¿Economía feminista? __________________________________________________ 40
Economía del género y la igualdad (de oportunidades):
buena para ellas, buena para todos _____________________________________________ 42
Economía feminista: desde la integración a la ruptura __________________________ 44
Epistemología: ¿vemos mejor con las gafas violetas? ___________________ 45
Descubriendo lo invisible: la economía que no mueve dinero ______________ 46
Metodología: ¿con las herramientas del amo? __________________________ 49
Política: ¿igualdad en/desde/contra el sistema? _________________________ 51
Caminos por recorrer ___________________________________________________ 53
De qué va este libro: un resumen __________________________________________ 55
36 Subversión feminista de la economía
La economía es una construcción social.15 Lo que hoy entendemos por tal, la plé-
tora de herramientas analíticas que usamos para conocerla y de instituciones y
estructuras que la organizan ni han existido siempre ni tienen por qué seguir exis-
tiendo en el futuro, toda vez que nos rebelemos contra la sentencia de «el fin de
la historia».
Lorena Escobar (2008) nos explica las formas de trabajo reconocidas en lengua
cañarí por dicha cultura antes de la colonización española:16 llamcay, trabajo; min-
ca, trabajo comunitario; aini, trabajo colectivo familiar; rantinpac, trabajo solidario,
de ayuda mutua; mita, trabajo obligado, forzado por los españoles/hecho por tur-
nos (en el incaico); y maquimañachii, trabajo de colaboración mutua, que se devuel-
ve. Conceptos como empleo o trabajo por cuenta propia no existían porque las
formas de organizar y de comprender el trabajo no venían marcadas por la venta
de la mano de obra en el mercado. De forma similar, la palabra economía fue in-
troduciéndose con la llegada de los españoles como misa cana (misa: mezquino, ta-
caño; cana: hacer el oficio-futuro). «Al parecer estas voces compuestas nos darían
una relación de la introducción de la visión de economía desde la colonización.
Tal vez por el proceso extractivo indiscriminado de la colonia, los indios vieron
la economía colonizadora como un sistema egoísta con el futuro» (Lorena Esco-
bar, 2008). No se encuentra tampoco traducción para palabras que hoy utilizamos
diariamente como sueldo, salario, riqueza, oferta, privado, acumular, individuo.
La economía y el trabajo, tal y como los conocemos, no eran formas relevantes de
organización. Este es un ejemplo de entre los muchos que podríamos encontrar y
que nos pueden ayudar a poner en cuestión verdades que hoy consideramos prác-
ticamente inmutables.
Los conceptos y las palabras, al igual que las estructuras y las normas, se ex-
plican cuando están en disputa. A finales del XVIII y principios del XIX se dedicó
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mucha tinta a polemizar sobre qué era economía y qué era trabajo. El debate se
se permite la copia
fue cerrando a medida que se impuso una perspectiva hegemónica, la que a nivel
¿Economía feminista?
El nombre de economía feminista comienza a coger cierto auge no solo en los ám-
bitos académicos, sino también en los espacios de intervención política. Hay dos
formas posibles de enfocarla. Podemos entenderla como una propuesta analítica
y metodológica, tal y como se piensa en Europa y Norteamérica. Pero podemos
enfocarla también como una forma distintiva de organizar de facto el sistema
©
17 La distinción entre economía feminista y economía del género la tomamos de Ingrid Robeyns
(2000); está más desarrollada en Amaia Pérez Orozco (2006). Para una panorámica general sobre
la economía feminista, puede verse Cristina Carrasco (2005) y Gillian J. Hewitson (2011).
18 En el primer sentido, la economía feminista se asemejaría más a la economía ecológica, que
Introducción 41
corte abrupto; las herramientas conceptuales quieren ser útiles para construir un
sistema distinto e imaginar una economía diferente exige usar nuevos nombres.
Estas páginas intentan ser un aporte en la construcción de pensamiento feminista
que favorezca, a su vez, el refuerzo y la creación de prácticas distintas a las habi-
tuales; una forma alternativa de leer la socioeconomía, tanto la que hay (la que nos
gusta y la que no) como la que podría haber.
busca cuestionar el funcionamiento actual desde una óptica ecologista, pero que no describe un
sistema en armonía con el planeta (¡ojalá!). En el segundo, se asemejaría más bien a la noción
de economía social y solidaria, que implica un funcionamiento alternativo sobre la base de
ciertos valores de «justicia, cooperación, reciprocidad y ayuda mutua» (Juan Carlos Pérez de
Mendiguren, Enekoitz Etxezarreta Etxarri y Luis Guridi Aldanondo, 2008: 8).
19 Ahí está la International Association for Feminist Economics (Asociación Internacional de
Economía Feminista) surgida en 1992.
42 Subversión feminista de la economía
Estas miradas presentan una gran pluralidad, ya que arrastran una doble diversi-
dad de partida: distintos enfoques feministas combinados con diferentes enfoques
económicos. Esta diversidad puede también deberse a que, en tanto que discurso,
es aún relativamente reciente, por lo que está en pleno proceso de búsqueda de
sus fundamentos. O podríamos considerar que es rasgo consustancial a una pers-
pectiva que justamente quiere estar en constante auto-revisión y caracterizarse
por la reflexividad. Sea como sea, es diversa.
Economía del género y la igualdad (de oportunidades): buena para ellas, buena para todos
20 Sandra Harding (1986) habla de los enfoques de «añada mujeres»; es Gillian J. Hewitson (1999)
quien lo complementa con «y revuelva».
Introducción 43
las diversas perspectivas feministas sobre la crisis y argumenta que «lo óptimo para la Economía
Feminista es unir esfuerzos para encontrar las sinergias ocultas que permitan […] aprovechar las
complementariedades que surgen de las dos corrientes» (2011: 97).
22 Al clasificar no se trata de encasillar a nadie. Intentar encerrar las ideas en compartimentos
estancos sería un gran error político además de sencillamente imposible. A pesar de ello, vamos a
ver esa distinción, porque consideramos que es imprescindible ser conscientes de que, a menudo,
parece que hablamos de lo mismo, pero nos estamos refiriendo a cosas distintas. También es
crucial conocer dónde tenemos tensiones o, incluso, conflictos, para poder debatir dónde poner la
fuerza y concentrar las energías. Valga finalmente señalar que, aunque la clasificación se explique
en términos en cierta medida evolutivos (de la integración a la ruptura), se trata de un recurso
Introducción 45
Para la economía feminista una constatación básica es que la ausencia de las mu-
jeres de la teoría no ha sido casual, sino la forma de crear un conocimiento que
legitima la desigualdad. En consecuencia, para hacer mejor economía es preciso
ponerse las gafas de género, mirar desde una posición sensible a las desigualdades.
Con las gafas puestas vemos dimensiones que los paradigmas androcéntricos de-
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jan fuera de manera sesgada e interesada (el mundo del trabajo no pagado) y
se permite la copia
narrativo, que prioriza el hilo de continuidad sobre la contraposición y que en ningún caso
pretende referirse a estadios previos o posteriores, posiciones superadas o superables.
46 Subversión feminista de la economía
Paulatinamente, aparecen serias dudas de que el asunto sea tan sencillo como par-
tir del punto de vista de las mujeres para descubrir la base material de la opresión.
¿Desde el punto de vista de qué mujeres hablamos, si las mujeres somos diversas?
¿Pretendemos conocer un mundo que espera estático a que lo descubramos usan-
do nuevas lentes? La economía feminista va alejándose de las metanarrativas para
acercarse a los conocimientos situados; no se busca una verdad absoluta e irrefu-
table, sino responsabilizarse del lugar desde el que se observa y entrar en diálogo
con otras miradas para ir uniendo verdades parciales y construyendo mapas que
permitan pensar mundos mejores.
Las miradas feministas toman su sentido inicial en el descubrimiento del otro oculto.
A esta parte recuperada de la economía se le otorgan diversos nombres que, a su
vez, responden a diversos posicionamientos teóricos y políticos: reproducción,
hogares, trabajo doméstico, cuidados, etc. Su visibilización muestra que las mu-
jeres que no están en el mercado laboral, bien lejos de estar inactivas, están muy
presentes en la economía. La noción de división sexual del trabajo es una piedra
angular de la economía feminista. A partir de aquí, la cuestión es cómo reformular
el análisis para abarcar toda la economía, la visible y la invisible. La apuesta del
enfoque integrador es plantearlo en términos de un sumatorio de esferas y de traba-
jos, mediante un análisis de corte dual. El capitalismo opera en el mercado y en lo
público, mientras que el patriarcado opera en lo privado-doméstico, en las casas.
El primero conlleva una explotación de clase a través del trabajo asalariado y el
patriarcado una opresión de género materializada en el trabajo doméstico. Las
mujeres están sometidas a ambas. Para las denominadas teorías de los sistemas
duales, son dos sistemas, parcialmente independientes, pero que coexisten, inte-
raccionan y que, aunque en ocasiones entren en contradicción, en general tienden
a reforzarse.23
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se permite la copia
23 Entre las lecturas clave podemos señalar a Juliet Mitchell (1971), Heidi Hartmann (1979) y
Zillah Eisenstein (ed., 1979). Este enfoque, de raigambre marxista, es el que más claramente
muestra ese análisis dicotómico. Pero esa cualidad binaria está presente también, de otro modo,
en autoras de corte neoclásico, institucionalista, (post)keynesiano, etc.
Introducción 47
La economía feminista más rupturista establece varias fisuras con esa forma de
mirar el conjunto. Desestabiliza las categorías cerradas y estáticas de mujer y hom-
bre, preguntándose cómo se reconstruye la feminidad y la masculinidad y cómo
estas estructuras sexuadas impregnan espacios e instituciones además de condi-
cionar a los sujetos. Por eso habla de heteropatriarcado y no de patriarcado (por
eso los símbolos de lo femenino y lo masculino y no de mujer y hombre; así como
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frustrante en términos no solo explicativos, sino políticos.25 Por otro lado, esas
24 De hecho, la idea de plantear los debates comparando estos gráficos, la tomamos de Antonella
Picchio, quien, refiriéndose al último, dice: «Esta es una de las que más me gustan. Podría hablar
durante horas sobre esa figura» (2012: 33).
25 Quizá el mejor ejemplo sea el del llamado debate sobre el trabajo doméstico que, al intentar
aplicar el aparataje marxista a la compresión del trabajo no pagado en el hogar se enzarzó en una
discusión cada vez más estéril, abstracta y compleja, que apenas permitió conocer más de lo que
50 Subversión feminista de la economía
metodologías se han diseñado para comprender las experiencias del BBVAh (y/o
su espejo obrero), por lo cual captan muy malamente las vivencias de otros suje-
tos. Especialmente importante es la crítica a las herramientas analíticas diseñadas
para comprender el mercado laboral.26
De otro lado, hay una apuesta cada vez más clara y explícita por la interdisci-
plinariedad. Los límites de la economía se difuminan: ¿dónde empiezan y acaban
lo económico, lo social, lo político, lo cultural? Esta interdisciplinariedad puede
ser sumamente enriquecedora, siempre y cuando no se aborde desde una pers-
pectiva colonizadora. Una cosa es decir que los límites se vuelven borrosos y otra
muy distinta pretender que todo es economía.27 En este sentido, estas páginas
se sabía de antemano y detrajo fuerza política a los análisis. Una síntesis de este debate puede
verse en Cristina Carrasco, Cristina Borderías y Teresa Torns (1994).
26 Las divisiones estrictas entre actividad e inactividad, empleo y desempleo responden mal a
las experiencias económicas feminizadas, que son más móviles y flexibles. Al intentar entender
la presencia de las mujeres en el empleo se han desarrollado nuevos conceptos. Sobre este asunto
©
se permite la copia
Para las perspectivas más integradoras, una vez se descubre al otro oculto, el
quid de la igualdad es lograr el fin de la división sexual del trabajo. El objetivo
básico es que las mujeres logren pleno acceso al mercado laboral. Hay confianza
en la estrategia de emancipación a través del empleo; el reparto equitativo del tra-
bajo no pagado es condición sine qua non para lograrlo, pero no es el objetivo en
sí. La pregunta clave es con qué tipo de políticas económicas (o sociales) avanzar
hacia esa redistribución. A día de hoy, quizá la apuesta fundamental sea la llama-
da corresponsabilidad, concepto con el que se pretende superar las deficiencias de
la propuesta de la conciliación de la vida laboral y familiar. Estas son, al menos,
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dos: primero, la propia idea de vida familiar lleva implícita una carga valorativa
se permite la copia
que considera el trabajo de cuidados no remunerado como algo menos que trabajo;
y segundo, al final la idea de conciliación solo afecta a las mujeres, porque habla
de cómo compatibilizar un trabajo que ya se hacía (el de cuidados) con uno nuevo
que se reivindica (el remunerado), pero no habla de poner a trabajar gratuitamen-
te a quien no lo estaba haciendo antes: los hombres y el sector público. El modelo
por otro lado, cuestionar su preponderancia a través del estudio de su origen en la historia del
pensamiento» (Ricardo Molero, 2008).
52 Subversión feminista de la economía
omnipotencia (si bien este ideal vital resulta sumamente estimulante; no se im-
se permite la copia
Pero aquí aparece otra pregunta: hasta qué punto la economía feminista, que par-
te de esa voluntad de revocar los sesgos androcéntricos, arrastra otros sesgos y
los oculta. Arrastra sesgos norcéntricos, cuando, por ejemplo, para entender los
trabajos en comunidades indígenas no usa las herramientas de la economía como
tal, sino los de la antropología económica. Sesgos clasistas, cuando atiende a la
economía informal como un ámbito de excepcionalidad, donde no aplican con-
ceptos centrales como la férrea distinción entre trabajo remunerado y no remune-
rado. Sesgos heteronormativos, al situar a la familia nuclear heterosexual como la
norma para entender los procesos de decisión intra-hogar y dejar otros modelos
de convivencia fuera del foco principal. Sesgos antropocéntricos, en la medida
en que sigue entendiendo la naturaleza como un recurso para la producción. La
pregunta no es si hay o no sesgos, sino si tenemos la disposición para reconocer
la parcialidad de la propia visión y a discutir sobre ellos; o si, por el contrario, los
negamos, nos cerramos al diálogo y la (auto)crítica e imponemos una visión del
mundo que deja fuera sujetos y procesos y forma parte activa de nuevos procesos
de opresión o exclusión.28
der captar la realidad latinoamericana: pensar más allá de los sujetos individuales para comprender
la acción de los sujetos comunitarios, complejizar la comprensión de la interrelación entre valores
de uso y de cambio, replantear la idea de división sexual del trabajo, etc. Sobre los sesgos heteronor-
mativos, por ejemplo, Colin Danby (2007) se pregunta si la economía feminista «está en el armario».
Sobre los nexos entre la economía feminista y ecológica puede verse el número especial de Feminist
Economics, vol. 11, núm. 3, 2005, editado por Ellie Perkins y Edith Kuiper.
29 Las críticas a la economía feminista por moderna provienen a menudo de lecturas postmodernas
feministas. Entre ellas, las de Suzanne Bergeron, Gillian Hewitson, Drucilla Barker y Susan
Feiner. En otro lugar (Amaia Pérez Orozco y Sara Lafuente, 2013) hemos intentado explorar vías
para una lectura queer de la economía feminista.
Introducción 55
de su doble o triple discriminación: las campesinas, las madres solas, las lesbianas,
las mujeres pobres. Esta mirada de excepción con frecuencia es victimizadora: por
ejemplo, consideramos que ser mujer (en la periferia) es sinónimo de ser pobre.
A lo largo de los capítulos de este libro, intentamos hacer una lectura feminista de
la crisis y, al hilo, introducir conceptos analíticos y cuestiones políticas. Se trata de
aprovechar aquellas cosas que la crisis saca a la luz para preguntarnos cómo pen-
sar la socioeconomía. Por ejemplo: desde el feminismo vemos que el ajuste final
ante la crisis se da en los hogares, y, desde ahí, podemos enlazar con los plantea-
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mientos sobre el papel económico de los trabajos no remunerados. Por eso, salvo
se permite la copia