Digitalización de La Economía

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DIGITALIZACIÓN DE LA ECONOMÍA, TERCERIZACIÓN Y

PLATAFORMAS DE TRABAJO: SUS VÍNCULOS RECÍPROCOS


Aunque no tiene más de una década de antigüedad, el
(creciente) desarrollo de la gig economyha adquirido un lugar
central en los debates actuales sobre las transformaciones del
trabajo. Hoy en día contamos con un profuso conjunto de
interpretaciones e investigaciones que permiten avanzar en la
comprensión sobre la complejidad del fenómeno y las dinámicas
que subyacen al mismo (De Stéfano, 2016; Srnicek, 2018;
Valenduc y Vendramin, 2016; Degryse, 2016; Abilo, 2018). Una
cuestión clave, recurrente, es la pregunta sobre si las
transformaciones ligadas a lo que llamamos “digitalización de la
economía” marcan hoy una diferencia con los problemas
tradicionalmente planteados por la tercerización laboral;
puntualmente, en un contexto caracterizado por el desarrollo de
tecnologías digitales resulta estimulante preguntarse -junto
con Srnicek (2018) – si hay elementos novedosos en las
plataformas digitales de trabajo o si éstas encarnan
simplemente la extensión de la tercerización – típica de la
manufactura desde los años setenta- a una variedad de nuevos
empleos. La pregunta es recurrente porque las plataformas
digitales están acarreando profundas transformaciones del
empleo y el trabajo, de allí, la sucesión de amplios debates
sobre la naturaleza y el alcance del nuevo modelo de negocio
que éstas impulsan.
En la última década, en paralelo a la expansión de Internet, se
ha simplificado el reemplazo de servicios tradicionalmente
realizados por personas en su lugar de trabajo por servicios que
se prestan on line – independientemente de la ubicación.
También se ha multiplicado la oferta de servicios que se realizan
localmente a través de aplicaciones móviles (apps) que
conectan la demanda con el suministro de mano de obra,
generalmente dentro de una zona geográfica delimitada (las
apps de trasporte y de reparto a domicilio son las más
conocidas). Según analiza De Stéfano (2016), este nivel de
descentralización permite a las – autodenominadas – empresas
“tecnológicas” disponer de una oferta prácticamente ilimitada
de trabajadores y de trabajadoras disponibles para completar
tareas de baja calificación en un momento preciso del tiempo y
quienes, según sea la arquitectura de las plataformas, verán
variar sustancialmente su grado de autonomía, sus ingresos y
sus condiciones de trabajo (Bensusán, 2017). De esta manera se
logran en consecuencia niveles de flexibilidad inéditos (Del
Bono, 2019). En su función de garantes de la demanda, las
plataformas tienden a “mercantilizar” en diverso grado el
trabajo de las personas que se desempeñan en la economía de
plataformas incorporándolas como “socios” o
trabajadores freelance supuestamente independientes y sin
mediar contrato laboral. Lo cual lleva a que el trabajo quede
invisibilizado (De Stefano, 2016; Valenduc y Vendramin,
2016; Degryse, 2016).
Estos elementos que caracterizan al trabajo de plataformas
también están presentes en un amplio abanico de nuevos
empleos de la economía digital, algunos cálculos y estudios de
caso cada vez más numerosos, permiten dibujar un panorama
en el cual las tendencias hacia la precarización señaladas desde
los años ochenta se profundizan y acentúan la flexibilidad
(Hualde, 2019).Desde este prisma, retomando ahora las
reflexiones planteadas por Vicente Arias (2019), no es
descabellado plantear como hipótesis que el desarrollo
tecnológico y el desarrollo de fórmulas no-laborales de
vinculación de trabajadores y trabajadoras han sido paralelos.
Quienes trabajan en las plataformas digitales, serían así, en
esencia, fruto del acomodamiento de los fundamentos de la
tercerización laborala la digitalización de la economía. Sin
embargo,creemos que también es importante argumentar que
la económica digital – y el trabajo de plataformas en particular –
tiene elementos novedosos, que ameritan ser problematizados
para lograr una mejor comprensión del fenómeno. Aunque en
este artículo priorizamos poner de relieve sus líneas de
continuidad y vinculaciones reciprocas con dichas tendencias
previas, también haremos referencia a sus rasgos disruptivos
más destacables.
Como venimos argumentando, importantes referentes de los
estudios del trabajo latinoamericanos han planteado muy
tempranamente la centralidad de las estrategias empresariales
de tercerización laboral en el marco de las transformaciones de
la organización productiva de las últimas décadas y su absoluta
generalización, analizando sus consecuencias para las
relaciones laborales (De la Garza, 2005, 2012; Iranzo y Leite,
2006; Druck y Franco, 2007). Asimismo, la centralidad de dichas
estrategias empresariales en el proceso de expansión de las
plataformas digitales es puesta en relieve en importantes
estudios de la región que vuelven a poner en cuestión las
interpretaciones viciadas de determinismo tecnológico para fijar
la atención en los factores económicos y políticos que impulsan
esta evolución (Abilo, 2018, 2019; Antunes, 2018; Filgueiras y
Antunes, 2020). Como destaca Abilo (2018), las plataformas
digitales de trabajo han logrado transferir todos los costos y
riesgos de la administración del empleo hacia los trabajadores
sin perder el control: se trata de una administración
subordinada, configurada a partir de la amenaza del aumento de
la competencia y del desempleo. Su destacable crecimiento se
apoya en procesos preexistentes de flexibilización, precarización
y exclusión, derivados de la tercerización laboral y de otros
factores estructurales de la configuración laboral en la región
(Abilo, 2019).
De manera similar, Antunes (2018) sostiene que el trabajo de
plataformas debe entenderse en un contexto más amplio de
precarización del trabajo en el que las empresas tienden a
invisibilizar e individualizar las relaciones laborales al máximo
posible. Las estrategias de flexibilización empresarial en esta
nueva fase digital imponen a los trabajadores condiciones
extremas de flexibilidad, informalidad e intermitencia, eludiendo
sistemáticamente la regulación laboral existente. La
transferencia deliberada de riesgo empresarial redunda en un
incremento del control laboral que se ejerce por diversos
mecanismos, centralmente, a partir de la propiedad de la
aplicación y por las características del mercado de trabajo
(Filgueiras y Antunes, 2020).
En síntesis, las líneas de continuidad entre la sostenida
tendencia de profundización de la tercerización laboral y la
acelerada expansión de las plataformas digitales de trabajo
estaría dada, según las lecturas reseñadas, por las políticas
empresariales que forman parte de un mismo movimiento de
desresponsabilización empresarial que, tras el reemplazo del
trabajo asalariado por otras formas flexibles y pretendidamente
emblemáticas de la organización digital de los procesos de
trabajo, busca, en definitiva, eludir responsabilidades
patronales, desmantelar normas protectorias e incrementar el
control sobre la fuerza de trabajo. Las implicaciones de este
movimiento sobre los trabajadores son cada vez más complejas
y requieren de sostenidos esfuerzos de seguimiento y análisis.
Como señalábamos, además de sus líneas de continuidad,
también es importante identificarlos rasgos más novedosos del
trabajo de plataformas para comprender su complejidad y los
desafíos laborales que plantea.
Retomando el planteo de Vallas y Schor (2020), podemos
mencionar que un aspecto central en este punto refiere a las
maneras particulares en que las empresas de plataformas
ejercen poder y gestionan el control sobre el proceso de trabajo.
Mediante la gestión algorítmica, estas empresas platean una
infraestructura digital que les permite gobernar el triángulo de
servicios que plantean con trabajadores y clientes. Este
gobierno lo logran sin necesidad de expandir el control sobre los
participantes, sino más bien cediendo aspectos importantes de
dicho control. Ciertamente, las plataformas de trabajo retienen
la autoridad sobre funciones importantes como la asignación de
tareas, la recopilación de datos, la fijación de precios de los
servicios, pero ceden el control sobre otras, como la
especificación de los métodos de trabajo, los horarios de trabajo
y la evaluación del desempeño. El proceso laboral adquiere así
una nueva geometría, en la que el control se dispersa mientras
que el poder permanece centralizado.
Esta modalidad de gestión laboral aparentemente permisiva
pero efectiva de las plataformas, es acompañada por ciertas
características distintivas. La primera es la adopción de un
modelo de negocio en el que las empresas capturan ganancias a
través de la intermediación digital, evitando así las
complejidades derivadas de la posesión de capital fijo o el
empleo directo de mano de obra. Una segunda característica
novedosa de las plataformas radica en la transformación de la
relación laboral. Se proponen modalidades de trabajo
formalmente autónomas, en las cuales, los trabajadores están
sujetos a severos mecanismos que establecen profundos límites
a su autonomía, pero estos mecanismos se sitúan más en el
exterior que en la propia plataforma, en las funciones
disciplinarias del mercado de trabajo.
En definitiva, la mayor novedad del trabajo de plataformas
radica en la estrecha vinculación existente entre la
globalización, la digitalización y la financiarización de la
economía que respalda su evolución y en las maneras en que
dicha articulación se efectiviza en un engranaje claramente
antiregulatorio que aprovecha los vacíos legislativos para
generar beneficios a partir del desconocimiento de los derechos
laborales y sociales.
REFLEXIONES FINALES
La centralidad que adquiere la problemática de la tercerización
laboral y sus efectos sobre las condiciones y relaciones laborales
radica en su permanente renovación y amplificación en el marco
de la reconfiguración empresarial contemporánea, la misma que
hoy encuentra en los procesos de digitalización de la economía
un impulso renovado. Con esta idea rectora, iniciamos este
artículo revisitando los estudios latinoamericanos sobre
tercerización laboral para poner de relieve la vigencia de sus
fundamentos para explicar las transformaciones laborales
ligadas al desarrollo de las llamadas plataformas digitales de
trabajo.
La irrupción de las plataformas digitales de trabajo conforma
un fenómeno todavía relativamente novedoso; si bien hay cada
vez más investigaciones y evidencias que permiten iluminar
algunas cuestiones que hacen a su complejidad, quedan muchas
preguntas por responder todavía. Aun así, los avances
existentes reflejan que las plataformas sostienen su expansión
profundizando tendencias estructurales de flexibilización y
tercerización laboral, que permiten desplazar riesgo empresarial
hacia las personas trabajadoras y reducir obligaciones laborales,
resultando un vehículo muy eficaz para afianzar las asimetrías
de poder en la relación capital-trabajo. Desde luego, resulta
importante considerar la heterogeneidad de situaciones
laborales que éstas abarcan, ya que su expansión es transversal
a una gran variedad de actividades económicas y perfiles
laborales, con distinto grado de complejidad.
Como hemos analizado aquí, en las investigaciones de los
estudios del trabajo latinoamericanos la preocupación por el
trabajo que transcurre en las plataformas digitales despierta un
interés reciente que transcurre en torno a reflexiones sobre el
impacto que el cambio tecnológico produciría en el empleo y sus
características, y a la incertidumbre sobre las relaciones
laborales resultantes. Dada la participación periférica de la
región en el esquema actual de división global del trabajo y
considerando el papel hegemónico que adquieren los contextos
de marcada desprotección y de ausencia de regulación, las
preguntas claves profundizan en la relación entre nuevas
tecnologías y nuevas formas de precariedad laboral y en las
alternativas de regulación, de formación y de organización, para
garantizar la protección de los trabajadores y trabajadoras del
desajuste entre las regulaciones y políticas laborales existentes
y las nuevas formas de empleo.
Asimismo, en estas páginas hemos enfatizado que algunas de
las trasformaciones actuales más importantes del mundo del
trabajo se originan y se amplifican a través de plataformas
digitales. Hemos llamado la atención sobre la literatura que se
propone analizar las características comunes que comparten las
plataformas de trabajo – la forma en que se insertan en los
mercados, el origen de sus capitales, el modelo de negocio, la
gestión de la fuerza de trabajo – que explican las formas que
asume la explotación y precarización del trabajo. Entre las
plataformas digitales, al menos en aquellas avocadas a conectar
usuarios, clientes y trabajadores, el activo más importante es la
propia plataforma de software y análisis de datos. Subrayamos,
entonces, que las situaciones que se registran en estas
plataformas forman parte de una tendencia más amplia de
“eventualización” de la mano de obra.
Lógicamente las plataformas digitales de trabajo incorporan
muchas características de las estructuras económicas anteriores
(mercados, empresas, redes), pero lo hacen de manera
selectiva, generando una modalidad organizativa
cualitativamente distinta, y al mismo tiempo variable, inestable
y, por lo tanto, plantean un conjunto dinámico de problemas en
lo relativo al proceso de trabajo, a las tensiones que plantea el
proceso regulatorio, a las posibilidades de mejorar las
condiciones laborales, a las perspectivas de la organización
colectiva, que habrán de ser investigados con atención. Como
así también, los vínculos complejos y retroalimentaciones
recíprocas que se establecen entre las plataformas y otros
procesos económicos como la precariedad, la informalidad y
desde luego, la tercerización laboral.

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