Las Distintas Posiciones Políticas: Competencia

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rior al incrcmcnto de bienestar económico experimentado por

estos nuevos votantes; ello se traduce en mayores presiones por


el mejoramiento socioeconómico dc los grupos postergados. Se
da también una especie de aceleración en las aspiraciones y ex-
pectativas de la población, inducidas por el efecto de dcmostra-
ción canalizado por los medios de comunicación y de transporte
y por la mayor urbanización, particularmente de SanLiago, así
como por la competencia política por los votos, que promete
soluciones para todos3”.
En consecuencia, a pesar de los grandes cambios sociales y
económicos observados con posterioridad a 1940 en relación al
período previo, no se han producido todos los resultados que
gran parte de la población deseaba y esperaba. Esto produce un
estado de gran frustración por cuanto existe evidencia suficiente
que ilustra “que el proceso de transformación económica y cam-
bio social que se realizó durante las últimas décadas (...) no ha
conseguido mejorar significativamenLe la situación económica y
social de las nlayorías”36. Es más, la política económica ha fraca-
sado en lograr estabilidad y crecimiento. Aníbal Pinto sintetiza
las pcrccpcioncs existentes: “Ni estabilidad, ni desarrollo”; “Chi-
le, un caso de desarrollo frustrado”.

BREVE FCEVISION DE IA CUESTION POLITICA

Las distintas posiciones políticas

Durante el siglo XIX y hasLa 1920, SC da un predominio práctica-


mente total de la oligarquía en el manejo de la cosa pública. A
partir de 1938, la clase media se consolida como principal actor
político. El período 1920-38 constituye una especie de transicien
en la transferencia del poder entre ambas clases, institucionaliza-
da a travk de cambios constitucionales y de una nueva legisla-
ción política y social. Este período es precedido por un lapso de
aproximadamente treinta silos, en el que se observa un impor-
tante aumento dc la cfcrvescencia social: numerosas huelgas y
violentos desórdenes callejeros son reprimidos de manera san-
grierlld.

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La Independencia suprime institucionalmcnte los títulos de no-
ble7a y los mayorazgos. Sin embargo, por más de un siglo persiste
la misma estructura estamental cn la que las diferencias sociales
están básicamente marcadas por los apellidos, los prejuicios y las
costumbres. De 1830 a 1920 prevalece en Chile el “orden oligár-
quico”: domina un grupo “superior” ligado a la tierra, conserw-
dor y católico, “apegado a abolengos y prestigios”37. La imagen
histórica arraigada de dicha época cs la portaliana tradicional:
Chile es un país institucionalmente ordenado y estable, con go-
biernos fuertes, basados cn la idea de una autoridad abstracta
que sería una especie de sustituto de la anterior y lejana monar-
quía española, esto es, “se obedece y respeta no a las personas
como tales que detentan el mando, sino al gobernante por el
simple hecho de serlo”. Este principio permite eludir el pcrsona-
lismo como base del gobierno; las acciones de éste estarían res-
paldadas y limitadas por la Constitución38. Villalobos cuestiona
este mito portaliano y su visión institucionalista ordenadora: para
Portales, “las Constituciones serían entelequias formales que los
gobernantes pueden atropellar cuando juzguen que las circuns-
tancias son extremas”.
Hasta 1920, la política era una especie de pasatiempo o dc-
porte de la oligarquía, un mecanismo para dar realce a la posi-
ci6n social. “Los partidos eran alianzas entre hacendados; una
combinación política favorable podía conceder beneficios a cier-
tas familias”““. “Las crisis de gabinete, los duelos verbales en el
Congreso, incluso las elecciones mismas eran vividas como algo
en que no se arriesgaba nada definitivo”40. Las decisiones impor-
tantes no se tomaban en La Moneda o en el Congreso, sino cn
los centros sociales concurridos por los notables (Club de La
IJnión, Club Hípico), y/o en las tertulias de las mansiones de
prominentes hombres públicos; frecuentemente existían víncu-
los familiares entre Presidentes, ministros y parlamentarios.
No obstante, en esta etapa hay logros fundamentales. Se con-
solida ua unidad geográfica del país por la vía de la colonización
y de conquistas territoriales, constituyéndose el actual Chile gco-
gráfico. ‘También se consolida institucionalmente la repfihlica,
observándose transferencias ordenadas y regulares del poder eje-
cutivo. Por último, es el Estado quien asume y cumple la función
dc deGnir la nacionalidad chilena.

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Pero las protestaa de los trabajadores remecen a Chile de
extremo a extremo, “y la sangre de los que SC habían rebelado
cae en el desierto, en las calles y cn las solitarias llanuras auslr’d-
les; ta qué se debe esta transformación del antiguo dGci1 inquili-
no en un obrero belicoso?“41. Estos cambios y presiones de los
nuevos estratos sociales, hasta entonces sumamente pasivos, no
tienen sentido para la clase dirigente, que “sigue creyendo que
estã viviendo en medio del pueblo de cuarenta años atrás; se ha
acostumbrado a considerarse a sí misma intangible cn su situa-
ción, y piensa que el pueblo permancccrá como antes, tranquilo,
sin exigencias y totalmente subordinado a sus patrones”4’.
Lo anterior explica los planteamientos de la derecha de la
década de 1930”“: 1) La democracia y el sufragio universal impli-
can el reemplazo del gobierno de los hombres capaces por los
demagogos. Para evitarlo, habría que restablecer el “voto plural”,
esto es, algunas personas con determinadas condicivnes (“fami-
lias bien constituidas, con educación y propiedades”) debieran
tener derecho a más dc un voto 44. 2) Defensa de la propiedad
privada sin limitaciones; el Estado puede intervenir en la econo-
mía sólo para proteger la propiedad privada. 3) La pobreza cs
algo inevitable, un hecho natural. El presidente del Partido Con-
servador expresa textualrncntc cn 1933: “El hecho social que
más hicrc la vista es el gran nlimero de pobres frenle al reducido
número de ricos. Pero que esto sea así es un hecho natural
inevitable, que existirá mientras el mundo sea mundo; está den-
tro del plan providencial que así sea” (...) “Si todos fueramos
ricos (...) la humanidad se moriría de hambre, y pagaría así su
rebelión contra el castigo divino que la condenó a ganar el pan
con el sudor de su frente. Para que los hombres puedan vivir
sobre la tierra, cs indispensable que haya pobres y ricos. Así,
unos trabajaran por el incentivo de la riqueza, y otros por el
aguijjí>n de la pobrcza”45.
En Chile, la evolución y la expansión de los partidos del
centro y de la izquierda están asociadas al patrón de desarrollo y
al papel protagónico que va adquiriendo el Estado; Pinto (1970)
señala a este respecto una diferencia importante entre los cdsos
chileno y argenCno. A Gncs del siglo XIX, el incremento de las
exportaciones argentinas es generado por agricultores argenti-
nos, lo cual margina al Estado del proceso económico; en el cuso

94
chileno en cambio. cs el Estado el principal agente nacional que
logra captar, administrar, gaslar y distribuir parte importante de
los recursos generados por las exportaciones (de salitre y cobre)
en manos de inversionistas extranjeros. El sector plíhlico vincula-
do al Estado pasa a constituir una base de apoyo importante para
los partidos de centro; a su vez, la concentración de grandes
grupos de trabajadores mineros es la base de apoyo de los parti-
dos de izquierda. Cabe señalar que en Chile surgen partidos
obreros antes de la revolución rusa de 1917. Todos estos elemen-
tos configuran a principios del siglo una estructura sociopolítica
relativamente avanza& en un país económicümenre subdesarro-
llado.
El Partido Radical es el primer partido importante dc centro,
y se transforma (entre 1920 y 1950) en el porlavoz de la clase
media urbana; sus planteamientos podrían sintetizarse así4”: 1)
Crítica al capitalismo, pero no a la democracia liberal; a través de
reformas sucesivas es posible mejorar el bienestar social de los
trabajadores. 2) El “capitalismo individual” debiera ser sustituido
por un régimen de solidaridad social; esto implica privilegiar el
papel del Estado como conductor e impulsor de la economía. El
Estado cs un instrumento crucial para materializar aspiraciones
económicas y sociales; debe ser mediador y árbitro en la cuesti6n
económico-social. 3) Se reconoce un derecho de la propiedad
privada limitada, para así limitar cl poder político del capikl; con
ello se obtendría una distribución del ingreso más equitativa,
que generaría mayor armonía entre las clases sociales.
El programa econúmico del Partido Radical incluía los si-
guientes elementos: 1) La cscrategia de desarrollo estaría hasa-
da en la industrialización; esto implicaba específicamente
disminuir la importancia relativa de la agricultura y de la mine-
ría. 1Iay una especie de correspondencia entre induïtriak.dción,
áreas urbanas y localización del aparato público, que correspon-
de a la base de apoyo del centro político. 2) Expansibn signifi-
cativa de la educación pública; “gobernar es educar” es el lema
del primer- Presidente radical. La educación cs considerada el
principal mecanismo para lograr la movilidad económica y so-
cial. 3) Adopciõn de políticas de corte populista para mejorar la
situación distributiva de la clase media y de los trabajadores,
aliviando así (transitoriamente) las tensiones sociales. Esto irl-

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UN X1M.O L)t F(.ONOML~ POLl 1II”\ <,HII LrG\ (1KW199”)

cluía la cxpansihn del empleo público, aumentos de remunera-


cioncs superiores a los aumentos de la productividad y estable-
cimiento de controles de precios (especialmente dc los bienes
de consumo masivo: alimentos, transporte, servicios de utilidad
pública).
A partir de la década de 1960, la Democracia Cristiana sustitu-
yc al Partido Radical cumo principal partido de centro; problemas
filndamencales que no fueron acometidos por el Partido Radical,
como la cuestión agraria y la “chilenización” dc la GMC, quedaron
pendientes para ser abordados por la Democracia Cristiana47.
Ahumada (1958, 1966) proporciona una interpretación glo-
bal de la “crisis integral” que experimenta Chile, la que constitu-
ye la base conceptual del proyecto democratacristiano. Esta “crisis
integral” de Chile tiene varias dimensiones. En primer lugar, la
crisis económica, vinculada a un crecimiento lento con una per-
sistente desigualdad distributiva. En segundo lugar, una crisis
sociopolítica generada por dos elementos distintos: por un lado,
una excesiva concentraciún del poder, debida a que grupos po-
derosos logran captar “una proporcibn del esfuerzo colectivo
que es exagerada en relación a su contribución, y conduce a
quienes carecen de poder al ostracismo y la marginación” (1938,
p:515). El poder es función de la organización; los grupos no
organizados no tienen ningún poder. En cl Chile rural pre-1960,
los campesinos tienen un poder nulo; su aislamiento y su falta de
orgarkación han consolidado una situación dc pobreTa e igno-
rancia4*. Por otro lado está la crisis de participación social. Es
importdntc tener derecho a voto para elegir a aquellos que lo
representen a uno, pero también es fundamental asegurarse que
los elegidos “efectivamente lo representen a uno”, esto es, que
cumplan lo que han prometido en la cdmpaña. I,a demagogia y
el incllmplimiento de las promesas generan escepticismo en la
gente; comienra a dar lo mismo quien asuma el poder. Una
tercera dimensión de la “crisis integral” radica en la falta de
solidaridad de la sociedad chilena. I,a solidaridad es el senti-
miento que “actúa como amortiguador y lubricante de la solu-
ción de los inevitables conflictos que existen entre los distintos
miembros de la sociedad. Hay insuficiente solidaridad si no es
posible movilizar- los esfuerzos comunes del grupo para realiza1
tareas que son importantes para la vida del grupo” (p. 316).
La “revolución en libertad” constituye la propuesta de solu-
ción de esta crisis integral. Ahumada (1966, p. 519) sek&a: “La
revolución en libertad no es contra la propiedad privada, ni con-
tra el mercado, ni pro-capitalista, ni pro-estatista, ni pro-comunista.
;A favor de qué está?, ten contra de qué está?” (...) “Está a favor
de una sociedad ,justa en la que se haga efectiva la igualdad de
oportunidades para que todo ser humano, independientemente
de su cuna, pueda dar de sí todo lo que es capaz; en la que SC
haga efectiva la igualdad ante la ley y la voluntad de las mayorías.
Estj a favor de una sociedad eficiente que aproveche las venta.jas
de la tecnología moderna. Está a Pavor dc una sociedad libre,
con libertad para criticar, disentir, cambiar; libre para someter a
quienes en nombre de esa misma libertad interficrcn con la
libertad. Está a favor de una sociedad digna”.
Hay gran similitud en los objetivos fundamenlales del Partido
Radical y de la Democracia Cristiana: ambos quieren realmente
la “modernización social”, la incorporación a la sociedad de los
sectores marginados. Sin embargo, para la dcrccha son bastante
más tolerables las reformas y modernizaciones sociales que pro-
pugna el Partido Kadical que las de la Democracia Cristiana; esto
explica el hecho de que la derecha “permita” que, en 1938, con
un triunfo electoral de sólo 13.000 votos, llegue al gobierno “un
viejo político, radical y masón, apoyado por una masa de plehe-
yos”4g. La esencia del programa del Partido Radical la constiluían
la industrialización y la expansión de la educación pública; como
subproducto de éstas se alcanTaría la modernizacihn social. En
cambio, los instrumentos de modernización social de 112Demo-
cracia Cristiana abarcaban reforma agraria, sindicalización cam-
pesina y creación de cuerpos institucionales para organizar y
canalizar las demandas de los sectores populares.
IJna característica fundamental de los partidos de centro ha
sido su reiterada defensa de la democracia liberal, sistcmatica-
mente cuestionada por algunos grupos tanto de la derecha como
de la izquierda. Mientras algunos miembros de la derecha han
objetado el sufragio universal, porque “2cómo es posible que el
voto de un roto tenga el mismo valor que el voto de un caballe-
ro?“, desde la kquierda se ha objetado la democracia formal
burguesa, porque “votando cada 4 allos sólo se da la apariencia
de que hay cambios, cuando en verdad todo continúa igual: si-

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UN SIGLODE ECONOMIAPOI ITIct CH,, 1'rsA(1XW1990)

guen habiendo explotados y exploladores”. Derecha e izquierda


han coincidido en su cuestionamiento a los partidos de centro
por la adopcibn de posiciones arrlbiguds. Sir1 embargo, ha sido
precisamente el centro político cl que ha mantenido más firmc-
mente su convicción en la democracia, velando y luchando por
ella de una manera clara e inequívoca. ‘I‘ambién han sido los
partidos de centro, apoyados por la izquierda, los que han pro-
movido e impulsado la profundización de la democracia a través
de la incorporación masiva de nuevos votantes (ver cuadro 2.5) y
de la organización e incorporación de los grupos marginados a
la sociedad.
Desde la dkcada de 1930, el conjunto de los partidos de
izquierda “postula el socialismo como su ideal de sociedad”50.
Para ellos, los problemas económico-sociales del país están vincu-
lados a su estructura semifeudal y semicolonial; el latifundio y el
imperialismo son la causa de todos los males. Mientras no se
destruyan esos cimientos de opresión no podrá instaurarse un
nuevo sislema que permila aumenkr el bienestar efeclivo de la
clase trabajadora 51. De aquí se infieren nítidamente objetivos pro-
gramáticos básicos del proyecto izquierdista: expropiación y na-
cionalización.
Es efectivo que la izquierda cumple una fimción importante
cn la profundkación democrática y en la creación de la inscicu-
cionalidad formal chilena del siglo XX. Sin embargo, desde ini-
cios del siglo, algunos altos dirigenles de la kquierda cuestionan
la efectividad de la democracia como mecanismo para resolver la
situación de los trabajadores. La democracia formal sólo sirve
para conservar y cuidar los privilegios de los capitalistas burgue-
ses->*, sólo timciona para la reducida clase privilegiada que ha
tenido el control de todos los medios de comunicación, de pro-
ducción y de cambio, pero no para los trabajadores ni para el
pueblo”“. La dolorosa lección histórica que ha aprendido toda la
izquierda es que, confrontada a la dictadura, la democracia for-
mal, aunque lenta para resolver los problemas económicos, es
reahlCIl~C válida, y furIddIrlcrl~dl para evitar laS ViolaCiOIlCS krri-
bles de derechos humanos.
Ll contexto extdmo

Se dice que Chile ha sido un eterno imitador de patrones exter-


nos. “Se jugó a la literatura francesa, al parlamentarismo inglés y
a la comuna suiza. Y todo acabó en un remedo caricaturesco y
fàllido de las formas originales”“4. Probablcmcntc ello explique
los ímpctus dc originalidad obsewados a partir de la década del
60: “la revoluciõn en libertad”, “la vía chilena al socialismo”, “la
vía monelarisla par¿a JacaI‘ a Chile de América Latina”.
La revolución rusa de 1917 estimula la creación de partidos
comunistas en toda América Latina; se introduce así en Chile la
noción de la lucha de clases, y los trabajadores visualizan ~111
cJcmplo sobre cómo acceder al poder. La Gran Depresión, por
su parte, srigiere que el sistema capitalista-democrático de los
países desarrollados ha experimenlado una profunda crisis, csti-
mulando la visión de futuros gobiernos de trabajadores por to-
das partes. De hecho, los Frentes Populares suben al poder en
Espaila y Fr-ancia. Lo mismo sucede cn Chile cn 1938, con un
Frente Popular constituido pol- el Partido Radical y la izquierda.
I,a "gllerra fría” que preVateCe trdS bd SegLmdd &Ierrd Mun-
dial constituye el marco de referencia para las invasiones de los
WKIIZ~KTnorteamericanos a países latinoamericanos (durante la
década del SO), con el fin de evitar el control del gobierno por
miembros o simpatizantes de partidos de izquierda: la democra-
cia sólo funcionaría en América Latina cuando los elegidos fUe-
ran simpatizantes de Estados Unidos. Esta actitud estimula el
sentimiento antinortcamcricano, cl que sc acentúa en los años
60 con el triunfo y la consolidación de la revolución cubana.
Entre 1810 y 1820, América Latina obtuvo la independencia polí-
tica dc kkpaiia; ahora, cl rnodclo cubano itLlStraba ta víd qLle
debería seguir América Latina para lograr la independencia eco-
ncímira de Estados Unidos. En síntesis, bd revolución cubana ge-
nera un desp~dzamienlo hacia la izquierda de todo cl cspcctro
político, en toda América Latina. Las elites políticas perciben
que gran parte del electorado es partidaria de cambios profun-
dos en la estructura económica del país; los programas dc los
distintos partidos comienran a incluir tópicos como reforma agra-
ria y chileni7aciównacionalizaciõtl de la GV<?.

99
UN SIGLO “t E<:<>NOMI.~ POI.ITICA
.~ CHILEKA (lRS0~1990)

Para neutralizar el sentimiento antinortcamcricano en Amé-


rica Latina, el gobierno de Estados Unidos decide a comienzos
de la década del FO impulsar el programa Alianza para el Progre-
so, orientado a acelerar el proceso de crecimiento económico en
la región. Un mayor crecimiento económico ayudaría a erradicar
la pobreza y, de esta manera, restaría adherentes a los partidos
de izquierda y a los simpatizantes de la revolución cubana. La
Alianza para el Progreso promovía dos reformas estructurales
básicas: la reforma agraria y la reforma tributaria.

Aumento de la participación politica

En Chile, el cuasi-monopolio del sufragio es el mecanismo que


otorga a la derecha el control del gobierno durante casi un siglo;
este cuasi-monopolio se acaba en 1938. Como lo seriala Hamuy
(1967j, el principal efecto del paso de un sistema electoral res-
tringido a uno ampliamente representativo es la generaciõn de
presiones por mayores cambios. Esto SC debe a que por primera
vez una gran cantidad de gente adquiere de manera súbita “algo
que jamás ha poseído y experimentado: poder, Poder para gene-
rar las autoridades políticas” (p. 494).
Cuando esta gran masa pasiva previamente marginada se in-
corpora al sistema electoral, comienza a cjcrccr presión a través
del voto, exigiendo al Estado que responda a sus demandas so-
ciales y generando requerimientos sobre los recursos existentes.
“1.a masa que se ha incorporado tan repentinamente al proceso
elecloral chileno está transformando y trastornando todo. Tras-
tornó a la vez el establishment y la solución de los problemas de
desarrollo”“‘j.
En el período previo a 1920, considerando la poblacicin en
edad de votar, el porcentaje de votantes era igual o inferior al
9%; dc acuerdo a las cifras, no habría habido un incremento
significativo en el número relativo de votantes por un período dc
45 años (ver cuadro 2.5). En otras palabras, en el orden oligár-
quico la “democracia protegida” marginaba del sistema dc elec-
ciones a más del 90% de la población en edad de votar; esto es lo
que se ha descrito como “el cuasi-monopolio del sufragio (por
parte de la derecha), que habría permitido cl acceso al gobierno

100
sOlo de los más capaces”. Sería interesante contar con estudios
que examinaran cuál era el mecanismo de selección de los mãs
capaces y que además efectuaran una cvaluación crítica de los
resultados de dicho proceso de selecrión.
A medida que el centro va adquiriendo mayor poder políti-
co, se va produciendo un incremento significativo en el número
absoluto y relativo de votantes; esto es lo que se ha denominado
“profundización democrãtica”. Los treinta años de efervescencia
social de 1890-1920 habrían conseguido duplicar el porcentaje
relativo de votantes en los dieciocho silos siguientes (se llega a
cerca del 15%). Una vez que el centro llega al gobierno (1938),
este proceso se acelera notablemente; en poco más de una déca-
da se ha más que triplicado el porcentaje de vokntes de 1920. El
reconocimiento del derecho a voto de la mujer (1947) explica
parte importante de este incremento. Posteriormente, en s610
veinte años cl porcentaje relativo de votantes alcanza al 56% de
la población en edad de votar (ver cuadro 2.5 y gráficos 2.2 y
2.3): en 1970 hay un aumento de 7 wces respecto al número
relativo de votantes de 192Oj’.
El quiebre del “cuasi-monopolio del sufragio” de la derecha
habría generado una paulatina disminución de su poder políti-
co, como se aprecia en el cuadro 2.6 y en el gráfico 2.4. En
efecto, a medida que hay una mayor profundización dcmocráti-
czsx disminuye de manera correspondiente la votación relativa
obtenida por la derecha. Un modelo econométrico simple per-
mite cuantificar esta relación”“: un aumento de 10 puntos POI--
centuales en el porcentaje relativo de votantes (o sea, un aumento
del porcentaje de inscritos de un 20% a un 30%) ha generado
una disminución de G,4 puntos porcentuales en el porcentaje
relativo obtenido por la derecha en el período previo a 1970,
suponiendo, para simplificar, que las personas que votan una vez
por un determinado partido político siguen votando de la misma
manera’j”. 1.0s resultados econométricos son estadísticamentc sig-
nificativos y permiten sugerir una hipólesis muy simple: la mayor
participación electoral sería entonces el factor fundamental que
explicaría la pérdida dc poder político de la derecha en cl
siglo XX, en el que se observa la drástica reducción de su vota-
ción en las elecciones parlamentarias desde un 70% en el per-ío-
do pre-1920 a un porcentaje inferior al 30% en la década dc

101
CUADRO 2.5. VOTANTES y POBLKIÓS CHILEh’A (MILES DE PI~:KSONAS)

Purluiparirin relatiori dP oolnntm rn


PObl/Mue¡ f’obhnón ~‘l,tanle, PuDhrión Total hblnrih rn niolj
Tot/<l‘j PT1PdOd dr Volar
du VOLU,d f”/oi i%,l
(‘i (2) (3) i4i = i-?J/Cll (5, = 1’)/121
1870 1.943 919 31 1,fJ 3,3
1876 2.116 1.026 79 3,s 7,s
1XX5 2.507 1.180 3,l 6,7
1894 2.676 1.304 114 43 &7
1915 3.530 1.738 150 4,2 w

lY20
1932 3.730
4.423 1.x39
2.287 167
343 4,s
7,s 1:::
1942 5.219 2.666 465 83 17,4
lY52 .í.YXi 3.278 954 lG,l 29.1
1958 7.851 3 654 1.2YG 15,7 33,s
1964 8.387 4.088 2.512 30,o 61,4
lY70 9.,X)4 2202 2.923 30,s 5G,2
1989 12.961 8.240 7.142 55.1 titi,7
-
Fuenlu: Bwón (1971).
A Para aquellos años que II<> wiwi&x LW~ tm calso poblacional. se estunó la pohlarión
total y en edad de varar en basî a las tasas dc crccimicrllo publacional entre censos.
h Publación en I-dad de xotar soll habitantes dr PI años y más anrcs dc 1970, y dc 18 afios
y mia pala cl puíodo posteliol; estimada en base a la intormaclón sohrc poblacló~r
mayor dï 15 y ‘LO afio~ dr cdad, aspando proporLiorralmrnte los alios adiciunaleî
cunespondientes a 18, 19 y 21 años.

CUADRO 2.6. RESULTADOS DE EI.F(:(:lONES PARLAMENT.\RL%S


CFIILPNAS, 1912.l!WI (PORCEKTAJES)

1912 75.b 16,R 08


1918 G5,7 24.7 0,:3
1921 54,6 30,4 1.4
1925 5x2 21,4 0,o
1932 32.7 1x.2 57
1937 42:O 28,l 15,s
1941 31 2 32,l 28.5
1943 4317 27,‘) 23,o
1949 42,0 46,7 Y,4
1953 25,3 43,0 142
1!)57 33,0 44,J 10.7
19Gl 30,4 43,7 22.1
19G5 12,5 49,0 29,4
1969 20,o 36.3 34,R
hm/~~ Hori,n (1471) y Vakwurlã (1978).
Sota: En la derecha x i~~cluven los partrdo% I.ihrral y Conservador; CII el LCIILIO, los
partidos Radical, Agrario Laborisita y Dcmóc~ata Cristiano: cn la impiîrck los partIdos
Sorialirr;l y (:nmuniva. A partir rlr 1965, la mirad dc loa YOLOIladicales son incluidos en
la Iquirlda ) «tla mitad en ?l Centro. Los porcrnrajcs no vunall 100% por LUAIILO110
~ncluyrn a IOFindrp<.ndicntry o pxtldoa políkos 110mrncionadur previamente.

102
VOT;\r\‘TES/PORII1CION TOTAL

fXA I~Kf~ N” 2. ?. PARI‘I<:IPACION ELECTORAL. CHILE, 1870-1970


VOTANTES/PORI.ACION EN EDAD DE VO’I’AR
1960. Obviamente, es necesario un análisis más profimdo para
explicar las causas de este fenõmeno.
Según el sistema electoral vigente, era posible que un candi-
dato llegara a la Presidencia con menos del 50% de los votos.
Esta situación quiso modificarse para la elección presidencial de
1970, estableciéndose una segunda vuelta eleccionaria entre aque-
llas dos primeras mayorías relativas, cuando la primera mayoría
filera inferior al 50%; sin embargo, la iniciativa no tuvo el apoyo
parlamentario dc la derecha ni de la irquierda.
F.l cuadro 2.7 proporciona las votaciones absolutas y relativas
de los dos primeros candidatos en tres elecciones presidenciales
del período 1938-70. En 1938, el candidato del Frente Popular,
Pedro Aguirre Cerda, gana con un 48,1% de los votos y una
diferencia de 13.000 votos sobre el segundo (Gustavo Ross); cs-
tos 13.000 votos representan un 2,9% del total. En 1958, el candi-
dato triunfante, Jorge Alcssandri, obtiene un 31,6% de los VOLOS
y una dikrcncia de 33.000 votos sobre el segundo (Salvador Allen-
de): esta diferencia representa un l,l% del total de votos. En
1970, Salrddor Allcndc gana con un 36,4% de los votos y una

104
diferencia de 39.000 votos sobre el segundo (Jorge Alessandri);
Cstos representan un 1,3% del local. Si se utiliza como porcentaje
de referencia el número de votos obtenidos por los ganadores de
estas elecciones presidenciales en relación a la población en edad
de vota@, se observa lo siguicntc: cl candidato triunfante de
1938 obtiene el 7,2% de los votos de la población en edad de
votar; este pwcerlt+je aumenta al 8,8% en lY58 y al 20,5% en
1970. Por otra parte, la diferencia porcentual entre la primera y
segunda mayoría representa un 0,4% de la población en edad
de votar en 1938, un 0,7% en 1958 y un O,S% en 1970 (ver
gráfico 2.5).
Por lo tanto, el triunfo de Salvador Allende en las elecciones
presidenciales de 1970, por un margen relativamente estrecho,
erd consistente con la trayectoria histórica chilena reciente; po-
dría incluso aducirse que la representatividad clc Allende cn 1970
es superior a la de Alessandri en 1958 y Aguirre Cerda en 1938.
Sin embargo, cuando lo que está en juego es el cambio del
sistema imperante, el Presidente electo supuesramenre debiera
requerir de un apoyo ckclordl muy significativo.

LOS DOS GOBlERNOS PREVIOS A LA UNIDAD POPULAR

Durante el período 1950-70, la economía chilena se caracterizó


por una alta inflación crónica, crecimiento moderado y frecuen-
tes crisis de la balanca de pagos. De hecho, constituía uno de los
casos tipo en la vieja controversia estructuralista-monetarista, vin-
culada a los factores determinantes de la inflación.
.Jorge Alessandri (1958~64), candidato independiente, fue ele-
gido con el apoyo de la derecha. La prioridad econemica de su
gobierno la constituía el control dc la inflación. Su perspectiva
de largo plwo incluía dos elementos principales: i) el éxito del
programa anLiinflacionari0, que se estimaba generaría un mejor
entorno económico que estimularía automáticamente el creci-
miento, y ii) los problemas distributivos se resolverían principal-
mente a consecuencia dc la expansión económica: el crecimiento
de la “torta” y el correspondiente rebalse (o “chorreo”) erradica-
rían la pobreza y resolverían la cuestión social.

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