Las Distintas Posiciones Políticas: Competencia
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Las Distintas Posiciones Políticas: Competencia
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La Independencia suprime institucionalmcnte los títulos de no-
ble7a y los mayorazgos. Sin embargo, por más de un siglo persiste
la misma estructura estamental cn la que las diferencias sociales
están básicamente marcadas por los apellidos, los prejuicios y las
costumbres. De 1830 a 1920 prevalece en Chile el “orden oligár-
quico”: domina un grupo “superior” ligado a la tierra, conserw-
dor y católico, “apegado a abolengos y prestigios”37. La imagen
histórica arraigada de dicha época cs la portaliana tradicional:
Chile es un país institucionalmente ordenado y estable, con go-
biernos fuertes, basados cn la idea de una autoridad abstracta
que sería una especie de sustituto de la anterior y lejana monar-
quía española, esto es, “se obedece y respeta no a las personas
como tales que detentan el mando, sino al gobernante por el
simple hecho de serlo”. Este principio permite eludir el pcrsona-
lismo como base del gobierno; las acciones de éste estarían res-
paldadas y limitadas por la Constitución38. Villalobos cuestiona
este mito portaliano y su visión institucionalista ordenadora: para
Portales, “las Constituciones serían entelequias formales que los
gobernantes pueden atropellar cuando juzguen que las circuns-
tancias son extremas”.
Hasta 1920, la política era una especie de pasatiempo o dc-
porte de la oligarquía, un mecanismo para dar realce a la posi-
ci6n social. “Los partidos eran alianzas entre hacendados; una
combinación política favorable podía conceder beneficios a cier-
tas familias”““. “Las crisis de gabinete, los duelos verbales en el
Congreso, incluso las elecciones mismas eran vividas como algo
en que no se arriesgaba nada definitivo”40. Las decisiones impor-
tantes no se tomaban en La Moneda o en el Congreso, sino cn
los centros sociales concurridos por los notables (Club de La
IJnión, Club Hípico), y/o en las tertulias de las mansiones de
prominentes hombres públicos; frecuentemente existían víncu-
los familiares entre Presidentes, ministros y parlamentarios.
No obstante, en esta etapa hay logros fundamentales. Se con-
solida ua unidad geográfica del país por la vía de la colonización
y de conquistas territoriales, constituyéndose el actual Chile gco-
gráfico. ‘También se consolida institucionalmente la repfihlica,
observándose transferencias ordenadas y regulares del poder eje-
cutivo. Por último, es el Estado quien asume y cumple la función
dc deGnir la nacionalidad chilena.
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Pero las protestaa de los trabajadores remecen a Chile de
extremo a extremo, “y la sangre de los que SC habían rebelado
cae en el desierto, en las calles y cn las solitarias llanuras auslr’d-
les; ta qué se debe esta transformación del antiguo dGci1 inquili-
no en un obrero belicoso?“41. Estos cambios y presiones de los
nuevos estratos sociales, hasta entonces sumamente pasivos, no
tienen sentido para la clase dirigente, que “sigue creyendo que
estã viviendo en medio del pueblo de cuarenta años atrás; se ha
acostumbrado a considerarse a sí misma intangible cn su situa-
ción, y piensa que el pueblo permancccrá como antes, tranquilo,
sin exigencias y totalmente subordinado a sus patrones”4’.
Lo anterior explica los planteamientos de la derecha de la
década de 1930”“: 1) La democracia y el sufragio universal impli-
can el reemplazo del gobierno de los hombres capaces por los
demagogos. Para evitarlo, habría que restablecer el “voto plural”,
esto es, algunas personas con determinadas condicivnes (“fami-
lias bien constituidas, con educación y propiedades”) debieran
tener derecho a más dc un voto 44. 2) Defensa de la propiedad
privada sin limitaciones; el Estado puede intervenir en la econo-
mía sólo para proteger la propiedad privada. 3) La pobreza cs
algo inevitable, un hecho natural. El presidente del Partido Con-
servador expresa textualrncntc cn 1933: “El hecho social que
más hicrc la vista es el gran nlimero de pobres frenle al reducido
número de ricos. Pero que esto sea así es un hecho natural
inevitable, que existirá mientras el mundo sea mundo; está den-
tro del plan providencial que así sea” (...) “Si todos fueramos
ricos (...) la humanidad se moriría de hambre, y pagaría así su
rebelión contra el castigo divino que la condenó a ganar el pan
con el sudor de su frente. Para que los hombres puedan vivir
sobre la tierra, cs indispensable que haya pobres y ricos. Así,
unos trabajaran por el incentivo de la riqueza, y otros por el
aguijjí>n de la pobrcza”45.
En Chile, la evolución y la expansión de los partidos del
centro y de la izquierda están asociadas al patrón de desarrollo y
al papel protagónico que va adquiriendo el Estado; Pinto (1970)
señala a este respecto una diferencia importante entre los cdsos
chileno y argenCno. A Gncs del siglo XIX, el incremento de las
exportaciones argentinas es generado por agricultores argenti-
nos, lo cual margina al Estado del proceso económico; en el cuso
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chileno en cambio. cs el Estado el principal agente nacional que
logra captar, administrar, gaslar y distribuir parte importante de
los recursos generados por las exportaciones (de salitre y cobre)
en manos de inversionistas extranjeros. El sector plíhlico vincula-
do al Estado pasa a constituir una base de apoyo importante para
los partidos de centro; a su vez, la concentración de grandes
grupos de trabajadores mineros es la base de apoyo de los parti-
dos de izquierda. Cabe señalar que en Chile surgen partidos
obreros antes de la revolución rusa de 1917. Todos estos elemen-
tos configuran a principios del siglo una estructura sociopolítica
relativamente avanza& en un país económicümenre subdesarro-
llado.
El Partido Radical es el primer partido importante dc centro,
y se transforma (entre 1920 y 1950) en el porlavoz de la clase
media urbana; sus planteamientos podrían sintetizarse así4”: 1)
Crítica al capitalismo, pero no a la democracia liberal; a través de
reformas sucesivas es posible mejorar el bienestar social de los
trabajadores. 2) El “capitalismo individual” debiera ser sustituido
por un régimen de solidaridad social; esto implica privilegiar el
papel del Estado como conductor e impulsor de la economía. El
Estado cs un instrumento crucial para materializar aspiraciones
económicas y sociales; debe ser mediador y árbitro en la cuesti6n
económico-social. 3) Se reconoce un derecho de la propiedad
privada limitada, para así limitar cl poder político del capikl; con
ello se obtendría una distribución del ingreso más equitativa,
que generaría mayor armonía entre las clases sociales.
El programa econúmico del Partido Radical incluía los si-
guientes elementos: 1) La cscrategia de desarrollo estaría hasa-
da en la industrialización; esto implicaba específicamente
disminuir la importancia relativa de la agricultura y de la mine-
ría. 1Iay una especie de correspondencia entre induïtriak.dción,
áreas urbanas y localización del aparato público, que correspon-
de a la base de apoyo del centro político. 2) Expansibn signifi-
cativa de la educación pública; “gobernar es educar” es el lema
del primer- Presidente radical. La educación cs considerada el
principal mecanismo para lograr la movilidad económica y so-
cial. 3) Adopciõn de políticas de corte populista para mejorar la
situación distributiva de la clase media y de los trabajadores,
aliviando así (transitoriamente) las tensiones sociales. Esto irl-
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UN X1M.O L)t F(.ONOML~ POLl 1II”\ <,HII LrG\ (1KW199”)
97
UN SIGLODE ECONOMIAPOI ITIct CH,, 1'rsA(1XW1990)
99
UN SIGLO “t E<:<>NOMI.~ POI.ITICA
.~ CHILEKA (lRS0~1990)
100
sOlo de los más capaces”. Sería interesante contar con estudios
que examinaran cuál era el mecanismo de selección de los mãs
capaces y que además efectuaran una cvaluación crítica de los
resultados de dicho proceso de selecrión.
A medida que el centro va adquiriendo mayor poder políti-
co, se va produciendo un incremento significativo en el número
absoluto y relativo de votantes; esto es lo que se ha denominado
“profundización democrãtica”. Los treinta años de efervescencia
social de 1890-1920 habrían conseguido duplicar el porcentaje
relativo de votantes en los dieciocho silos siguientes (se llega a
cerca del 15%). Una vez que el centro llega al gobierno (1938),
este proceso se acelera notablemente; en poco más de una déca-
da se ha más que triplicado el porcentaje de vokntes de 1920. El
reconocimiento del derecho a voto de la mujer (1947) explica
parte importante de este incremento. Posteriormente, en s610
veinte años cl porcentaje relativo de votantes alcanza al 56% de
la población en edad de votar (ver cuadro 2.5 y gráficos 2.2 y
2.3): en 1970 hay un aumento de 7 wces respecto al número
relativo de votantes de 192Oj’.
El quiebre del “cuasi-monopolio del sufragio” de la derecha
habría generado una paulatina disminución de su poder políti-
co, como se aprecia en el cuadro 2.6 y en el gráfico 2.4. En
efecto, a medida que hay una mayor profundización dcmocráti-
czsx disminuye de manera correspondiente la votación relativa
obtenida por la derecha. Un modelo econométrico simple per-
mite cuantificar esta relación”“: un aumento de 10 puntos POI--
centuales en el porcentaje relativo de votantes (o sea, un aumento
del porcentaje de inscritos de un 20% a un 30%) ha generado
una disminución de G,4 puntos porcentuales en el porcentaje
relativo obtenido por la derecha en el período previo a 1970,
suponiendo, para simplificar, que las personas que votan una vez
por un determinado partido político siguen votando de la misma
manera’j”. 1.0s resultados econométricos son estadísticamentc sig-
nificativos y permiten sugerir una hipólesis muy simple: la mayor
participación electoral sería entonces el factor fundamental que
explicaría la pérdida dc poder político de la derecha en cl
siglo XX, en el que se observa la drástica reducción de su vota-
ción en las elecciones parlamentarias desde un 70% en el per-ío-
do pre-1920 a un porcentaje inferior al 30% en la década dc
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CUADRO 2.5. VOTANTES y POBLKIÓS CHILEh’A (MILES DE PI~:KSONAS)
lY20
1932 3.730
4.423 1.x39
2.287 167
343 4,s
7,s 1:::
1942 5.219 2.666 465 83 17,4
lY52 .í.YXi 3.278 954 lG,l 29.1
1958 7.851 3 654 1.2YG 15,7 33,s
1964 8.387 4.088 2.512 30,o 61,4
lY70 9.,X)4 2202 2.923 30,s 5G,2
1989 12.961 8.240 7.142 55.1 titi,7
-
Fuenlu: Bwón (1971).
A Para aquellos años que II<> wiwi&x LW~ tm calso poblacional. se estunó la pohlarión
total y en edad de varar en basî a las tasas dc crccimicrllo publacional entre censos.
h Publación en I-dad de xotar soll habitantes dr PI años y más anrcs dc 1970, y dc 18 afios
y mia pala cl puíodo posteliol; estimada en base a la intormaclón sohrc poblacló~r
mayor dï 15 y ‘LO afio~ dr cdad, aspando proporLiorralmrnte los alios adiciunaleî
cunespondientes a 18, 19 y 21 años.
102
VOT;\r\‘TES/PORII1CION TOTAL
104
diferencia de 39.000 votos sobre el segundo (Jorge Alessandri);
Cstos representan un 1,3% del local. Si se utiliza como porcentaje
de referencia el número de votos obtenidos por los ganadores de
estas elecciones presidenciales en relación a la población en edad
de vota@, se observa lo siguicntc: cl candidato triunfante de
1938 obtiene el 7,2% de los votos de la población en edad de
votar; este pwcerlt+je aumenta al 8,8% en lY58 y al 20,5% en
1970. Por otra parte, la diferencia porcentual entre la primera y
segunda mayoría representa un 0,4% de la población en edad
de votar en 1938, un 0,7% en 1958 y un O,S% en 1970 (ver
gráfico 2.5).
Por lo tanto, el triunfo de Salvador Allende en las elecciones
presidenciales de 1970, por un margen relativamente estrecho,
erd consistente con la trayectoria histórica chilena reciente; po-
dría incluso aducirse que la representatividad clc Allende cn 1970
es superior a la de Alessandri en 1958 y Aguirre Cerda en 1938.
Sin embargo, cuando lo que está en juego es el cambio del
sistema imperante, el Presidente electo supuesramenre debiera
requerir de un apoyo ckclordl muy significativo.
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