Cedulario Civil V
Cedulario Civil V
Cedulario Civil V
FAMILIA
CEDULA 1.
Concepto de familia.
Conjunto de personas entre las que median relaciones de matrimonio o de parentesco
(consanguinidad, afinidad o adopción) a las que la ley atribuye algún efecto jurídico.
La familia es algo más que un conjunto de relaciones individuales entre los miembros
que la constituyen, por ello, no puede ser regida por criterios de interés individual ni de
autonomía de la voluntad.
Art 1 inc 2 C: Familia es el nucleo fundamental de la sociedad.
En la modernidad se ha llegado a hablar de “derechos de las familias, familias” o “derecho
familiar”, para asi hacerlo comprensivo de las diversas tipologias de familias.
Cedula 2.
Derecho de familia.
Derecho de Familia sería el estatuto jurídico que regula las relaciones de las personas que
se encuentran unidas por vínculo matrimonial, por acuerdo de unión civil o por parentesco.
-El derecho de familia es de contenido eminentemente ético. sin sanción o con sanción
atenuada y obligaciones incoercibles.
-Todo derecho de familia es disciplina de condiciones personales o estados.
-En el derecho de familia hay un claro predominio del interés social sobre el individual
-La norma reguladora del derecho de familia son de orden público y como tales imperativas
inderogables.
-En derecho de familia existen algunos derechos de potestad (les faculta para hacerlos
exigibles).
-Derecho de familia es al mismo tiempo un deber.
-los derechos de familia son en sí y por regla general inalienables, intransferibles,
irrenunciables e imprescriptibles.
-los actos de familia no están sujetos a modalidades.
-la mayor parte de los actos de derecho de familia son solemnes.
-el principio de la autonomía de la voluntad-piedra angular del derecho patrimonial-está
muy restringida en el derecho de familia.
Procedencia de daños o responsabilidad extracontractual en materia de familia.
Nacen de los daños causados en las relaciones de familia. lo podemos observar frente a
ciertos perjuicios familiares en donde el Código Civil otorga mecanismos reparatorio-
específicos, como puede ser la pensión compensatoria en materia de divorcio a la privación
de derechos, por ejemplo, la extinción judicial de la patria potestad. pero en mayor parte de
los supuestos de hecho dañoso familiares el código guarda silencio lo cual cobra sentido la
pregunta de si puede pedir indemnizaciones acudiendo al derecho común en la
responsabilidad que es la responsabilidad extracontractual.
Cedula 3.
Esposales. Naturaleza y efectos jurídicos.
Espónsales:
Deriva directamente del vocablo latino”spondere”, qué significa prometer.
el artículo 98 del Código Civil los define como “la promesa del matrimonio mutuamente
aceptada”; por lo cual los esponsales o desposorio es un hecho privado que las leyes
someten enteramente en al honor y conciencia del individuo y que no producen obligación
alguna ante la ley civil.
No puede obligarse a prominente a casarse en cumplimiento de su promesa el inciso 2º del
artículo 98 CC proviene expresamente que no se podrá alegar esta promesa para pedir que
se lleve a efecto el matrimonio tampoco es posible exigir una indemnización de perjuicios
en caso de incumplimiento.
Def: promesa del matrimonio mutuamente aceptada.
Naturaleza:
Hecho privado;
si bien es cierto el código civil la asimila a un contrato, Esta no es un contrato, sino que su
naturaleza jurídica es un hecho privado, que depende de una conducta socialmente
esperable de quién está formulando la petición, lo que hoy en día se conoce como ilusiones.
Efecto jurídico:
1.En el caso que los esposos hayan estipulado una multa para el caso de incumplimiento de
la promesa matrimonial y esto hubiera sido pagada no podrá pedirse su devolución.
2.Artículo 100 dice que si los futuros contrayentes ligados por los esponsales si hagan el 1
al otras donaciones por causa de matrimonio y finalmente el matrimonio no se celebre en
este caso procede la restitución de las cosas donadas y entregadas bajo la condición de que
se celebre el matrimonio aun cuando 1 de los futuros contrayentes mantenga la voluntad de
casarse.
Cedula 4.
El matrimonio. Naturaleza jurídica. Inclusión ley 21.400 y sus particularidades.
El matrimonio Concepto:
Según el artículo 102 del Código Civil: “el matrimonio es un contrato solemne por el cual
dos personas se unen actual e indisolublemente, y por toda la vida, con el fin de vivir
juntos, procrear y de auxiliarse mutuamente”.
Naturaleza jurídica:
1.Es un contrato: lo que se discute por lo que lleva a estudiar las principales teorías para
explicar la naturaleza jurídica:
A. Es un contrato: Desde que el acuerdo de voluntades es el creador de la relación
jurídica.
Críticas a la tesis: las partes no pueden disciplinar la relación conyugal de modo contrario
al que la ley estable.
B. Es un acto del Estado: Es el Estado quien a través del oficial civil une a las partes en
matrimonio.
C. Es una institución: donde el acuerdo de voluntades es solo el acto de fundación que le
da origen.
D. Tesis ecléctica: El matrimonio es un acto del Estado, pero la razón por la cual interviene
es para declarar casados a los contrayentes es que el matrimonio tiene un carácter de
institucional.
2. Es un contrato solemne: Se debe cumplir con solemnidades externas, presencia de un
oficial del Registro Civil y dos testigos hábiles.
3.Vínculo entre un hombre y una mujer: De aquí se expresan dos caracteres:
A. La diferencia de sexo entre los contrayentes es un elemento de la esencia del
matrimonio. (teoría de la inexistencia).
B. Cada parte solo puede ser una persona.
4.Union actual e indisoluble y por toda la vida: La voz actual descarta la idea de
cualquier modalidad suspensiva, como un plazo (suspensivo o extintivo) o condición
(suspensiva o resolutoria)
5.Finalidad de vivir juntos, procrear y auxiliarse mutuamente: Deberá tenerse presente
que finalidad no solo es procrear, porque si fuera, no se admitirían los matrimonios de
ancianos, de personas enfermas o el matrimonio en artículo de muerte.
Inclusión de la ley 21.400 y sus particularidades:
Con la entrada en vigor en marzo del 2022 la ley 21.400, Chile reconoce oficialmente el
vínculo marital entre personas del mismo sexo. Por lo tanto, se introducen una serie de
modificaciones al CC y otros cuerpos legales, necesarios para permitir el matrimonio de
parejas del mismo sexo y regula los derechos y obligaciones que surgirán para quienes lo
celebren.
Ejemplo: código civil, nueva ley de matrimonio civil, crea acuerdo de unión civil,
determinación del orden de los apellidos por acuerdo de los padres, reconoce y da
protección al derecho a la identidad de género.
Cedula 5.
Fines y deberes del matrimonio
Fines del matrimonio (objeto):
Los fines del matrimonio se encuentran en la misma definición del art. 102 del CC, que
son:
• Vivir juntos
• Procrear
• Auxiliarse mutuamente.
El objeto de este vínculo es principalmente de orden moral y secundariamente patrimonial.
De los tres fines que menciona la ley, obviamente debemos entender que hay dos que son
permanentes, como ocurre con la convivencia y el auxilio mutuo, y otro que es solo
temporal cual es la procreación.
Observa Rodríguez Grez -a diferencia de lo que opina Rossel, como veremos al tratar de los
impedimentos dirimentes del matrimonio- , que la procreación no es la única finalidad del
matrimonio, de manera que no podría pedirse la nulidad del contrato por falta de objeto, por
el solo hecho de que no se quisiera o pudiera procrear. Por la misma razón, es permitido
el matrimonio entre individuos seniles que no son capaces de concebir.
La falta de objeto está sancionada en diversas formas, que van desde la nulidad del
matrimonio, el divorcio y la separación judicial sin ruptura del vínculo.
Deberes del matrimonio (efectos):
1. Deber de guardarse fe
2. Deber de socorro.
3. Deber de ayuda mutua.
4. Deber de respeto recíproco
5. Deber de protección recíproca.
6. Derecho y deber de vivir en el hogar común.
7. Deber de suministrarse auxilios para sus acciones y defensas judiciales.
Relación de los fines del matrimonio con sus efectos:
En relación a los tres fines esenciales del matrimonio (objeto del matrimonio)
señalados en el art. 102 del Código Civil, pueden vincularse ellos a los deberes y
obligaciones conyugales (efectos del matrimonio) de la siguiente manera:
1.Obligación de guardarse fe:
Esta obligación se encuentra consagrada en el artículo 131:
"Los cónyuges están obligados a guardarse fe […] en todas las circunstancias de la vida".
En relación a esta obligación se debe tener en cuenta lo siguiente:
Si bien ciertos autores afirman que esta obligación se refiere exclusivamente al deber de
fidelidad sexual, la doctrina y jurisprudencia le han otorgado un sentido amplio. En este
sentido, Barrientos afirma que es un deber que es un necesario complemento para la más
plena consecución del fin del bien de los cónyuges, supuesto que sin él aparecería como
imposible la constitución de la comunidad de vida entre marido y mujer desde el mismo
momento en que se ofrecieron y aceptaron recíprocamente como tales. Así, este deber de
guardarse fe no solo se estrecha a la fidelidad sexual, sino que se proyecta a todos los
ámbitos de la vida; y por ello impone una lealtad y observancia de la fe que una persona
debe a otra.
2.Obligación de respeto recíproco:
Esta obligación, introducida por la Ley N° 18.802 de 1.989 (que asimismo eliminó el deber
de obediencia de la mujer), se encuentra consagrada en el artículo 131 del Código Civil,
que dispone que“El marido y la mujer se deben respeto y protección recíprocos”.
3.Obligación de protección recíproca:
Este debe ser encuentra, igualmente, consagrado en el artículo 131, que prescribe que "el
marido y la mujer se deben respeto y protección recíprocos".
Se afirma que esta obligación de protección que pesa sobre los cónyuges se manifiesta
también en algunas instituciones jurídicas no propias del derecho privado de las personas,
tales como la legítima defensa en materia penal, pues ella no significa más que un acto
extremo de la protección debida al cónyuge.
4.Obligación y derecho a vivir en el hogar común:
Este efecto personal del matrimonio se encuentra consagrado en el artículo 133, que
dispone: "Ambos cónyuges tienen el derecho y el deber de vivir en el hogar común, salvo
que a alguno de ellos le asista razones graves para no hacerlo".
Cabe observar que previo a las modificaciones introducidas por la Ley N° 18.802 de 1989,
el art. 133 disponía que“El marido tiene derecho para obligar a la mujer a vivir con él y
seguirle donde quiera que traslade su residencia. Cesa este derecho cuando su ejecución
acarrea peligro inminente a la vida de la mujer. La mujer, por su parte, tiene derecho a que
el marido la reciba en su casa”.
5.Obligación de suministrarse auxilios para sus acciones y defensas judiciales y
expensas para la litis:
Esta materia está tratada en el artículo 136 del Código Civil: "Los cónyuges serán
obligados a suministrarse los auxilios que necesiten para sus acciones o defensas judiciales.
El marido debe, además, si está casado en sociedad conyugal, proveer a la mujer de las
expensas para la litis que ésta siga en su contra, si no tiene los bienes a que se refieren los
artículos 150, 166 y 167, o ellos fueren insuficientes".
Como se puede observar, esta norma regula dos situaciones diferentes: en la primera parte,
la obligación de ambos cónyuges de proporcionarse los auxilios que necesiten para sus
acciones o defensas judiciales; y en la segunda, la obligación del marido casado en régimen
de sociedad conyugal, de otorgar expensas para la litis a su mujer.
Cedula 6.
Expensas para la litis. Requisitos de procedencia.
Expensas para la litis:
Conforme al Art. 136. Los cónyuges serán obligados a suministrarse los auxilios que
necesiten para sus acciones o defensas judiciales. El marido deberá, además, si está casado
en sociedad conyugal, proveer a la mujer de las expensas para la litis que ésta siga en su
contra, si no tiene los bienes a que se refieren los artículos 150, 166 y 167, o ellos fueren
insuficientes”
Art.150. Bienes propios de la mujer.
Art. 166. Si a la mujer casada se hiciere una donación, o se dejare una herencia o legado, con la
condición precisa de que en las cosas donadas, heredadas o legadas no tenga la administración el
marido, y si dicha donación, herencia o legado fuere aceptado por la mujer, se observarán las reglas
siguientes….. tiene 3 numerales
Art. 167. Si en las capitulaciones matrimoniales se hubiere estipulado que la mujer administre
separadamente alguna parte de sus bienes, se aplicarán a esta separación parcial las reglas del
artículo precedente.
Explicación; en este artículo hay dos situaciones a entender
el primero es genérico cuando dice, los cónyuges serán obligados a suministrarse
mutuamente los auxilios que necesiten para su acciones o defensas judiciales, esto se ha
vinculado históricamente a causas penales, cuando ingresa detenido un imputado, la mujer
debe de alguna forma conforme a sus consortes tiene que apoyarlo económicamente, en
tanto en el concepto de familia, Con las defensas judiciales.
en la segunda parte expresa que el marido debe si está casado en sociedad conyugal, esto
porque si está casado en sociedad conyugal, entendiendo que el marido es el jefe de la
sociedad conyugal y como jefe de esta, será quien administre los bienes propios de la mujer
y los bienes sociales.
por tanto si es quién se está haciendo cargo de los bienes de la sociedad, si en el caso que la
mujer lo demande, será el marido quien deba correr con los gastos del abogado, esto es lo
que quiere expresar el artículo 136, que de hecho es así.
Se demanda por ejemplo; en un otro Sí, el abogado escribe, “ atendido que la pareja se
encuentra casado en régimen de sociedad conyugal, acción típica divorcio, acción típica
alimentos mayores que se justifican en el vínculo matrimonial, otro Sí; expensa para la litis,
atendida de que mi representada se encuentra casada bajo
régimen sociedad conyugal y atendiendo que además no posee bienes del patrimonio
reservado de la mujer casada o patrimonio especiales que le permitan a ella pagar un
abogado particular por su propia cuenta, solicita a su señoría se condene al marido, a que se
pague las expensas para la litis, esto es propio para las demandas cuando se sustentan en
esta norma.
Requisitos de procedencia para litis.
Solo existe si se cumplen los siguientes requisitos:
a) Régimen matrimonial de sociedad conyugal.
b) Pleitos seguidos entre marido y mujer, sin que importe la naturaleza de la acción
deducida, ni la condición procesal de cada uno.
c) Carencia o insuficiencia de bienes de los artículos 150, 166 y 167 del CC.
Cedula7.
Ley de matrimonio civil. Requisitos del matrimonio. Tipos de requisitos.
Indicación de unos y otros. Matrimonio celebrado ante entidades religiosas de derecho
público, fecha del matrimonio religioso, problemas.
Requisitos del matrimonio:
Requisitos de existencia y de validez;
La diferencia es que, los requisitos de existencia, si falta uno de los requisitos de existencia,
el matrimonio es inexistente. sí falta un requisito de validez, el matrimonio se le aplicará
nulo.
Tipos de requisitos:
Cedula 10.
Formalidades legales del matrimonio. Tipos de formalidades. Indique las
formalidades previas y coetáneas al matrimonio.
Formalidades legales del matrimonio:
Para estudiar las formalidades del matrimonio es necesario distinguir entre:
• matrimonios celebrados en Chile y
• matrimonios celebrados en el extranjero.
En cuanto a los matrimonios celebrados en Chile, hay que distinguir dos grandes
posibilidades de celebración
del matrimonio:
a) aquellos celebrados ante un oficial del Registro Civil
b) aquellos celebrados ante una entidad religiosa de derecho público.
Tipos de formalidades.
Atendiendo al tiempo en que son exigidas,
pueden ser:
1) anteriores al matrimonio;
2) coetáneas a su celebración; y
3) posteriores al matrimonio.
Cedula 12.
Separación de los cónyuges. Separación de hecho y su relación con la noción de
convivencia. Formas de regulación. Fecha cierta de la separación. Efectos.
Separacion de los conyuges:
En términos generales, la separación de hecho constituye una situación puramente fáctica,
caracterizada por la simple separación de cuerpos entre los cónyuges, unido habitualmente
a un distanciamiento físico de uno de ellos respecto de la residencia antes común, es decir,
una cesación de la vida en común, subsistiendo el vínculo conyugal.
En la idea de la separación de los cónyuges, encontraremos que la separación podrá ser;
de hecho, que enuncia una separación fáctica, la cual puede regularse de manera
convencional o de manera judicial O podrá ser que la separación desde el principio tenga
una resolución judicial que la regule.
¿cuándo y en qué casos puede ocurrir esto?, cuando la relación o el vínculo terminó en
malos términos existiendo una parte imputable al otro cónyuge que podría dar origen a un
divorcio o el denominado cese de convivencia.
separación de hecho:
La Ley de Matrimonio Civil, trata la separación de hecho, buscando regular las
consecuencias que de ella derivan: relaciones de los cónyuges entre sí y con los hijos, como
el cuidado de estos últimos, el derecho-deber del padre o madre que vive separado de los
hijos de mantener con ellos una relación directa y regular, alimentos para los hijos y para el
cónyuge más débil; la principal consecuencia de la separación de hecho es que suspende
algunos efectos del matrimonio, como el deber de los cónyuges de vivir juntos y el de
fidelidad.
Relacion con la nocion de convivencia:
La tendencia predominante asimila la noción de“cese de la convivencia” y “separación de
hecho, pese a lo cual, es más preciso asimilar la noción de cese de convivencia con la de
separación personal, pudiendo ésta ser distinguida como puramente fáctica o de hecho o
judicial, si se encuentra sancionado jurídicamente este estado”.
La determinación fáctica del cese de la convivencia obliga ahondar la noción de
convivencia y sus límites. Así, cabe destacar que la convivencia no supone para la pareja
estar siempre juntos, sino que conservar la voluntad de reunirse cuando estén ausentes,
razón por la cual, conviven simplemente lo cónyuges aun cuando se encuentren alejados
circunstancialmente, pero con intención final de reunirse, considerando su alejamiento
como algo transitorio y no querido.
Formas de regulación:
La ley establece dos formas de hacer esta regulación:
a) de común acuerdo y
b) judicialmente.
Cedula 13.
Separación judicial. Explicación. Tipos de separación judicial. Efectos. Reanudación
de la convivencia.
Separacion judicial:
El párrafo 2º del Capítulo III de la ley 19.947, arts. 26 al 41 trata de la separación judicial.
La separación judicial o separación legal en sentido estricto, a diferencia del carácter
fundamentalmente fáctico de la separación de hecho, supone una situación fundada en la
concurrencia de los presupuestos prescritos por la ley y acordada en virtud de una decisión
judicial. No se origina, por tanto, en un acuerdo bilateral, el que de haberse producido
previamente, solo puede constituir un antecedente complementario.
La separación judicial determina la suspensión de ciertos efectos del matrimonio en virtud
de una sentencia judicial, sin afectar la permanencia del vínculo conyugal, en tanto deja
subsistentes todos los derechos y obligaciones personales que existen entre los cónyuges,
salvo aquellos cuyo ejercicio aparece como incompatibles con la vida separada de ambos,
tales como los deberes de cohabitación y de fidelidad que se suspenden.
La sentencia que declara la separación judicial tiene un carácter de constitutivo al crear una
situación jurídica que no existía como es el estado civil de separados judicialmente, sin
perjuicio del debate que este estado ha generado en la doctrina.
Tipos de separacion judicial:
La separación judicial se puede demandar:
a) Por uno de los cónyuges (por culpa) si mediare falta imputable al otro, siempre que
constituya una
violación grave de los deberes y obligaciones que les impone el matrimonio, o de los
deberes y obligaciones para con los hijos, que torne intolerable la vida en común.(art. 26
inc.1º). El adulterio no es causal de separación judicial cuando exista previa separación de
hecho consentida por ambos cónyuges (inc. 2º)
En este caso, la acción para pedir la separación corresponde únicamente al cónyuge que no
ha dado lugar a la causal (art. 26 inc. 3); principio nemo auditur( es un principio universal
del Derecho según el cual ninguna persona puede alegar a su favor su propia culpa, en
razón a que sus actos y consecuencia son su responsabilidad.)
b) Por cualquiera de los cónyuges, cuando hubiere cesado la convivencia (art. 27 inc. 1º).
En este caso, si la solicitud fuere conjunta, “los cónyuges deberán acompañar un acuerdo
que regule en forma completa y suficiente sus relaciones mutuas y con respecto a sus hijos.
El acuerdo será completo si regula todas y cada una de las materias indicadas en el artículo
21. Se entenderá que es suficiente si resguarda el interés superior de los hijos, procura
aminorar el menoscabo económico que pudo causar la ruptura y establece relaciones
equitativas, hacia el futuro, entre los cónyuges cuya separación se solicita”.
Hernán Corral estima que “por razones de coherencia interna del nuevo cuerpo legal -se
refiere a la nueva Ley de Matrimonio Civil- si los cónyuges obtienen de común acuerdo la
separación personal hay que entender que optan por esa fórmula de regulación de ruptura,
que en la ley aparece claramente como un régimen de regulación de la ruptura alternativa al
divorcio. No será admisible, entonces que uno de ellos pretenda extinguir el régimen
jurídico de la separación invocando el cese de la convivencia como fundamento del
divorcio unilateral. Se aplicará aquí la doctrina de los actos propios. El cónyuge ha optado
por una figura alternativa que mantiene la vigencia del vínculo y lo ha hecho de común
acuerdo con su marido o mujer, no podría luego ir contra su propia decisión y solicitar el
divorcio unilateral, imponiéndole este estado civil a su consorte”.
Ramos no comparte esta opinión. Cree que la separación judicial y el divorcio son
instituciones diferentes, de tal suerte, que lo que se resuelva respecto de la primera no
puede inhabilitar a los cónyuges para interponer una demanda de divorcio.
Efectos de la separacion judicial:
La sentencia de separación judicial producirá sus efectos desde que quede ejecutoriada.
Debe, además, subinscribirse al margen de la respectiva inscripción matrimonial. Dice el
artículo 32 que “La separación judicial produce sus efectos desde la fecha en que queda
ejecutoriada la sentencia que la decreta. Sin perjuicio de ello, la sentencia ejecutoriada en
que se declare la separación judicial deberá subinscribirse al margen de la respectiva
inscripción matrimonial. Efectuada la subinscripción, será oponible a terceros y los
cónyuges adquirirán la calidad de separados, que no los habilita para volver a contraer
matrimonio”.
A) A partir del momento en que se subinscribe, se adquiere por los cónyuges
el estado civil de “separados judicialmente” . La prueba de este nuevo estado se hace con
la correspondiente partida de matrimonio, según la modificación que la ley 19.947
introduce al artículo 305 del Código Civil.
LMC en 2004, incorporó un nuevo estado civil: el de separado judicialmente. Se trata de
una constatación problemática en atención a que el estado civil, en virtud del art. 304 CC,
es la calidad de un individuo en cuanto lo habilita para ejercer ciertos derechos o contraer
obligaciones civiles.
¿Qué derechos pueden ejercer quienes tienen el estado civil de separado judicialmente si la
separación judicial suspende los derechos y obligaciones nacidos del matrimonio? Pareciera
ser que aquellas personas no pueden ejercer ningún derecho particular en cuanto separados
judicialmente, ejerciendo más bien los relativos
a su estado civil de casadas.
B) Deja subsistentes los derechos y obligaciones personales de los cónyuges, con
excepción de aquellos cuyo ejercicio sea incompatible con la vida separada de ambos,
como los deberes de cohabitación y de fidelidad (art. 33).
C) Se disuelve la sociedad conyugal o el régimen de participación en los gananciales
que hubiere existido entre los cónyuges, sin perjuicio de que se pueda constituir
prudencialmente a favor del cónyuge no propietario, un derecho de usufructo, uso o
habitación sobre los bienes familiares (art. 34). Concordante con ello el nuevo art. 173 dice
“Los cónyuges separados judicialmente administran sus bienes con plena independencia
uno del otro, en los términos del artículo 159”, es decir, los cónyuges separados
judicialmente pasan a tener el régimen de separación de bienes.
De acuerdo al art. 40 LMC, la reanudación de la vida en común luego de la separación
judicial no revive la sociedad conyugal ni la participación en los gananciales, pero los
cónyuges podrán pactar este último régimen en conformidad con el art. 1723 CC.
D) En principio, no se altera el derecho a sucederse por causa de muerte, salvo que se
hubiere dado lugar a la separación por culpa de un cónyuge, caso en que el juez efectuará
en la sentencia la declaración correspondiente, de la que se dejará constancia en la
subinscripción (art. 35). Para estos efectos, la ley 19.947 sustituyó el artículo 1182 inciso
2º del C. Civil privando de la calidad de legitimario al cónyuge que por culpa suya haya
dado ocasión a la separación judicial y dio una nueva redacción al artículo 994, que ahora
paso a decir: “El cónyuge separado judicialmente, que hubiere dado motivo a la separación
por su culpa, no tendrá parte alguna en la herencia abintestato de su mujer o marido”.
E) En materia de alimentos, rigen las reglas especiales contempladas en el párrafo V del
Título VI del Libro I del Código Civil (art. 35 inc. 2°). El nuevo texto del artículo 175 (que
establece la ley 19.947) prescribe: “El cónyuge que haya dado causa a la separación judicial
por su culpa, tendrá derecho para que el otro cónyuge lo provea de lo que necesite para su
modesta sustentación, pero en este caso, el juez reglará la contribución teniendo en especial
consideración la conducta que haya observado el alimentario antes del juicio respectivo,
durante su desarrollo o con posterioridad a él”.
F) De acuerdo al artículo 178 del Código Civil, en el nuevo texto dado por la ley 19.947, se
aplica a los cónyuges separados la norma del artículo 160, según el cual ambos cónyuges
deben proveer a las necesidades de la familia común en proporción a sus facultades,
debiendo el juez hacer la regulación en caso necesario.
G) No se altera la filiación ya determinada (art. 36).
H) El hijo concebido durante el estado de separación no goza de la presunción del
artículo 184 del Código Civil, de tener por padre al marido (art. 37). No obstante,
podrá el hijo ser inscrito como hijo de los cónyuges, si concurre el consentimiento
de ambos. Esto último es lógico pues importa un reconocimiento voluntario y
podría ser caso de reanudación de la vida común.
I) La sentencia firme de separación judicial autoriza para revocar todas las
donaciones que por causa de matrimonio se hubieren hecho al cónyuge que dio
motivo a la separación judicial.
J) Los cónyuges separados judicialmente pueden celebrar contratos de compraventa
entre porque ya no existe sociedad conyugal.
K) No se suspende la prescripción a favor de la mujer separada judicialmente de su
Marido.
L) El cónyuge que dio lugar a la separación judicial pierde el beneficio de
competencia a que podría tener derecho aquel derecho que se concede a ciertos deudores
para no ser obligados a pagar más allá de lo que buenamente puedan, dejándoles lo
indispensable para su subsistencia.
M) No puede concederse adopción a los padres separados
judicialmente hasta que se pruebe que se ha reanudado la vida en común. El art. 22 LADM
(19.620) contempla una excepción a la regla, ya que incluso en casos de separación judicial
se puede continuar con el proceso de adopción, siempre que corresponda de acuerdo al
interés superior del NNA. Esta situación puede verificarse si, por ejemplo, el hijo ha estado
un tiempo con la pareja o con otros hijos provenientes de esta unión, o tratándose de casos
en que el NNA está recibiendo una determinada ayuda de salud.
Efectos de la reanudacion de la vida en comun:
El párrafo 4 del Capítulo III de la nueva Ley de Matrimonio Civil, artículos 38 al 41, regula
esa materia.
La reanudación de la vida en común de los cónyuges, con ánimo de permanencia, pone fin
al procedimiento destinado a declarar la separación judicial o a la ya decretada, y, en este
último caso, restablece el estado civil de casados (art. 38).
Decretada la separación judicial en virtud del art. 26, por falta o culpa de uno de los
cónyuges, será necesaria una nueva sentencia que, a petición de ambos cónyuges, revoque
la sentencia de separación. Para que esta nueva sentencia sea oponible a terceros, se debe
subinscribir al margen de la inscripción matrimonial (art. 39 inciso 1º).
En el caso que la separación judicial se hubiere producido porque uno de los cónyuges lo
solicitó en conformidad al artículo 27, cese de la convivencia, para que la reanudación sea
oponible a terceros“bastará que ambos cónyuges dejen constancia de ella en un acta
extendida ante el Oficial del Registro Civil, subinscrita al margen de la inscripción
matrimonial”. En este caso “el Oficial del Registro Civil comunicará esta circunstancia al
tribunal competente, que ordenará agregar el documento respectivo a los antecedentes del
juicio de separación” (art. 39 inc. 2º).
La reanudación de la vida en común no revive la sociedad conyugal ni el régimen de
participación en los gananciales, pero los cónyuges podrán pactar por una sola vez este
último en conformidad con el artículo 1723 del Código Civil (art. 40 de la ley de
matrimonio civil y art. 165 inc. 2° del Código Civil).
Finalmente, el artículo 41 agrega que “La reanudación de la vida en común no impide que
los cónyuges puedan volver a solicitar la separación, si ésta se funda en hechos posteriores
a la reconciliación”.
Cedula 14.
Extinción del matrimonio. Causales que ponen término al matrimonio. Explicación
genérica de cada causal.
Extincion del matrimonio:
Extinción de la relación jurídica matrimonial que se produce, en el ordenamiento jurídico
civil. Esta materia está tratada en el Capítulo IV de la Ley de Matrimonio Civil, artículos 42
y siguientes.
Causales que ponen termino al matrimonio:
De acuerdo al art. 42, las únicas causales de terminación del matrimonio son:
1. La muerte de uno de los cónyuges;
2. La muerte presunta de uno de los cónyuges, cumplidos que sean los plazos señalados en
el artículo 43;
3. La sentencia que declara la nulidad del matrimonio; y
4. La sentencia que declara el divorcio.
5. Por la voluntad del cónyuge de quien ha rectificado nombre.
A las causales expuestas debe agregarse la contenida en la Ley Nº 20.377, de 10 de
septiembre de 2009, que en su art. 10 dispone: “La sentencia ejecutoriada que declare la
ausencia por desaparición forzada producirá, solo en el caso en que el cónyuge no
desaparecido lo haya solicitado, la disolución del matrimonio. / No obstante, aun cuando la
sentencia estuviere ejecutoriada, el cónyuge no desaparecido podrá solicitar, ante el mismo
tribunal que la hubiere dictado, la ampliación de la sentencia en el sentido de ordenar la
disolución del matrimonio”.
Explicacion:
1. Disolución del matrimonio por muerte natural.
Respecto a la muerte natural, poco hay que decir, salvo recordar que de acuerdo a la propia
definición de matrimonio que da el artículo 102 del Código Civil, los contrayentes se unen
actual e indisolublemente y por toda la vida, con lo que queda claramente establecido que el
fallecimiento de uno de los cónyuges pone término al matrimonio.
La muerte real extingue a la persona humana o a la personalidad civil (art. 78 CC).
La disolución del matrimonio por muerte natural extingue los derechos y obligaciones
emanados del mismo; sin embargo, subsiste una única obligación (que para cierta
jurisprudencia constituye más bien un derecho):
la obligación de dar sepultura al cadáver (art. 140 del Código Sanitario).
Sobre esta causal de terminación del matrimonio, cabe destacar que la Ley N° 20.577 del
año 2012 incorporó a nuestro ordenamiento el mecanismo de la llamada comprobación
judicial de la muerte, por medio de la cual se puede obtener un pronunciamiento judicial
que acredite el fallecimiento de una persona pese a no haberse podido encontrar el cadáver
o existir testigos que dieran cuenta de la muerte, la que queda determinada a partir de las
circunstancias que rodearon la desaparición del cuerpo que hacen razonablemente sensata
la conclusión del deceso. Coherente con esta figura, el artículo 95 del Código Civil dispone
que esta declaración judicial demuestra la muerte“para efectos civiles” de una persona;
pronunciamiento que evidentemente alcanza al matrimonio, el que termina por esta causal.
Cedula 15.
Nulidad del matrimonio. Diferencias de nulidad matrimonial y nulidad patrimonial
Nulidad del matrimonio
La Ley de Matrimonio Civil destina el Capítulo V, artículos 44 a 52, a
reglamentar la nulidad del matrimonio.
Para que el matrimonio sea anulable deben faltar requisitos que la ley exige
para la validez de este acto jurídico. Al solicitar la nulidad del matrimonio
se está aceptando tácitamente que se celebró ante oficial del Registro Civil y
que hubo consentimiento o, dicho de otro modo, que se cumplieron todos
los requisitos de existencia, dado que no se puede anular lo que no existe.
Particularidades de la nulidad matrimonial.
La nulidad del matrimonio presenta algunas características propias, que la
diferencian de la nulidad patrimonial.
Matrimonio putativo.
Declarada la nulidad de un matrimonio, deberían las partes volver al mismo estado en que
se hallarían si no se hubieren casado, lo que significa, entre otras cosas, aceptar que habrían
convivido en concubinato, y que los hijos, que en ese estado hubieren concebido tendrían
filiación no matrimonial. Esta situación es de tal gravedad que desde antiguo ha
preocupado a los juristas y los ha llevado a elaborar la institución del Matrimonio Putativo.
El inciso 1º del artículo 51 prescribe que "El matrimonio nulo, que ha sido celebrado o
ratificado ante el oficial del Registro Civil produce los mismos efectos civiles que el válido
respecto del cónyuge que, de buena fe, y con justa causa de error, lo contrajo, pero dejará
de producir efectos civiles desde que falte la buena fe por parte de ambos cónyuges".
Importancia
La putatividad del matrimonio tuvo como primer fundamento histórico el proteger la
“legitimidad” de los hijos nacidos en el matrimonio después declarado nulo. La cuestión
tenía capital relevancia en nuestro Derecho hasta el año 1999, cuando entra en vigencia la
reforma al Código Civil hecha por la Ley N° 19.585. En efecto, antes del aludido año, los
hijos “naturales” (condición en la que habrían quedado los hijos de no mediar la institución
del matrimonio putativo) llevaban la mitad de la porción que le correspondía a un hijo
“legítimo” en la sucesión de su padre o madre, y en su conjunto, concurriendo con hijos
legítimos, no podían llevar más de una cuarta parte de la herencia o de la mitad legitimaria
en su caso. Tras la reforma, todos los hijos de filiación determinada (matrimoniales o no)
heredan en condiciones igualitarias.
Pero el matrimonio putativo también puede tener gran importancia para ambos presuntos
cónyuges o solo para uno de los presuntos cónyuges. Al respecto, debiéramos distinguir
según si los efectos del matrimonio nulo fueron “comunes” o solo “individuales”. Veamos
un ejemplo de cada caso
1.Así, por ejemplo, si habiendo sociedad conyugal y durante el matrimonio después
declarado nulo se había adquirido a título oneroso un inmueble por cualquiera de los
cónyuges, y después fue enajenado por el marido (que estaba de mala fe al contraer
matrimonio, por ejemplo, porque era bígamo) sin la autorización de la mujer (que estaba de
buena fe al contraer matrimonio, pues ella ignoraba que su presunto cónyuge tenía un
vínculo matrimonial no disuelto), dicha compraventa adolecerá de nulidad relativa, pues el
matrimonio fue putativo para la mujer; en cambio, si no lo fuere para ninguno de los ex
presuntos cónyuges (porque ambos se casaron de mala fe), estaremos ante una venta válida
(si el presunto marido compró o si ambos compraron), es decir, ante una venta de cosa que
de haber comprado sólo el “marido”, no sería atacable por la mujer, pues sólo a él
pertenecía el bien raíz; o, en el mejor de los casos, ante una venta de cosa parcialmente
ajena, o sea, ante una hipótesis de inoponibilidad, no de nulidad, si ambos hubieren
comprado. En el caso descrito, a pesar de que uno solo de los cónyuges se casó de buena fe
y con justa causa de error, el efecto que se reconoce haber existido–sociedad conyugal- , es
común para los ex presuntos cónyuges. Ello, porque obviamente si entendemos que se
originó sociedad conyugal, ésta existió para ambos presuntos cónyuges, incluso para aquél
que se casó de mala fe o sin justa causa de error. Lo anterior, sin perjuicio del derecho de
opción consagrado en el art. 51 de la Ley, al que aludiremos más adelante.
2. Distinto es el caso de las pensiones alimenticias que se hubieren decretado a favor de uno
de los presuntos cónyuges. En efecto, si a la disolución del matrimonio, uno de los
presuntos cónyuges debía pensiones alimenticias al otro, debiéramos distinguir, para
determinar la suerte final del crédito, si el titular del mismo era aquél de los presuntos
cónyuges que se casó de buena fe y con justa causa de error o si, por el contrario, era el
presunto cónyuge que se casó de mala fe o sin justa causa de error. En el primer caso, el
deudor deberá pagar lo adeudado, pues el matrimonio fue putativo para el acreedor. En el
segundo caso, nada se debe en realidad, pues el matrimonio no fue putativo para el
acreedor. Aún más, en este caso, el “deudor” tendría derecho a repetir lo pagado, pues, en
definitiva, la obligación carecía de causa debendi (vínculo matrimonial).
Conforme a lo señalado, se distinguen dos tipos de matrimonio nulo: el simplemente nulo y
el putativo.
Matrimonio simplemente nulo: la nulidad del matrimonio implica su terminación o
extinción. Ella queda establecida sin lugar a impugnación cuando se dicta una resolución
judicial que la declara y se encuentra firme.
En cuanto a sus efectos y según dijéramos, operan retroactivamente, es decir, lleva a las
partes a la situación jurídica que tenían al momento anterior a la celebración del
matrimonio, que se entiende que nunca se celebró y, por tanto, jamás produjo efectos. Esto
trae aparejadas las consecuencias de que diéramos cuenta previamente, sin perjuicio de que
la filiación no se ve afectada a causa de la nulidad.
Matrimonio putativo: se trata de un caso especial de nulidad contemplado en el art. 51
LMC. Se define como aquel matrimonio que, siendo nulo, pero habiéndose celebrado o
ratificado al menos ante oficial del Registro Civil, se considera que produce los mismos
efectos civiles que el válido respecto del cónyuge que, de buena fe y con justa causa de
error, lo contrajo, y que deja de producir efectos civiles desde que falte la buena fe por
parte de ambos cónyuges (art. 51 inc. 1º LMC). Es un matrimonio con apariencia de
validez.
Requisitos del matrimonio putativo:
a.Matrimonio nulo.
Si el matrimonio es inexistente no cabe el matrimonio putativo. Esto es absolutamente claro
y no hay opiniones discordantes. Y, justamente, por esta razón, es trascendente la distinción
entre matrimonio inexistente y nulo.
b. Debe celebrarse ante Oficial del Registro Civil.
La Ley 19.947 agregó lo de“ratificado” ante el Oficial del Registro Civil, para comprender
los matrimonios celebrados ante una entidad religiosa los que para que adquieran valor se
deben ratificar ante un Oficial del Registro Civil.
c. Buena fe, a lo menos, de uno de los cónyuges. Este es el requisito esencial del
matrimonio putativo puesto que la institución es un reconocimiento a esta buena fe.
El Código no define lo que se entiende por buena fe. Se ha entendido que es la conciencia
que tiene el contrayente de estar celebrando un matrimonio sin vicios.
Con anterioridad a la ley 19.947, se discutía si la buena fe debía probarse o se presumía
igual que en materia posesoria (art. 707). En general, la doctrina se pronunciaba por la tesis
de que el artículo 707, si bien está ubicado en materia posesoria, es de alcance general por
lo que también debía aplicarse al matrimonio putativo (Fueyo, Somarriva, Rossel). En
cambio, Claro Solar, aceptando que la opinión generalmente aceptada era presumir la buena
fe, dice estar de acuerdo con Laurent cuando este autor afirma que, una vez anulado el
matrimonio, no puede producir efecto sino por excepción, cuando ha sido celebrado de
buena fe y que, por tanto, es al esposo que reclama un efecto civil, a quien toca probar que
lo ha contraído de buena fe desde que este será el fundamento de su demanda. Hubo fallos
en ambos sentidos.
La ley 19.947 vino a poner fin a esta discusión, resolviendo el problema del mismo modo
que lo había entendido la mayoría de la doctrina, es decir, que la buena fe se presume. Así
lo dice expresamente el artículo 52 de la Ley de Matrimonio Civil: “Se presume que los
cónyuges han contraído matrimonio de buena fe y con justa causa de error, salvo que en el
juicio de nulidad se probare lo contrario y así se declarare en la sentencia”.
La buena fe es un requisito que se debe tener al momento de celebrarse el matrimonio. Si a
ese momento uno solo estaba de buena fe, solo para él el matrimonio es putativo. El
matrimonio mantiene el carácter de putativo, hasta que desaparece la buena fe. No es claro
lo que ocurre cuando ambos contraen el matrimonio de buena fe y ésta desaparece en uno
de los cónyuges primero que en el otro. En general, la doctrina estima que en este
supuesto el matrimonio continúa como putativo únicamente respecto del que mantiene la
buena fe. Fueyo opina diferente. Para él "si ambos (cónyuges) lo han contraído de buena fe
y con justa causa de error, basta que uno de ellos conserve la buena fe para que los efectos
del matrimonio válido alcance a ambos cónyuges; puesto que para cesar los efectos se
precisa la mala fe de "ambos cónyuges", como dice el Código".
d.Justa causa de error.
Lo que ha querido decir el artículo 51, al establecer esta exigencia es que cualquier error no
es suficiente. Debe tratarse de un error excusable. En definitiva, este requisito tiende a
confundirse con el de la buena fe.
Un error de hecho puede ser excusable. Pero es dudoso que pueda serlo un error de
derecho, desde que la ley se presume conocida (art. 8º del Código Civil). Dice Ramos: “Por
lo demás, si antes se aceptaba que respecto de esta institución regía la presunción de buena
fe establecida en la posesión, un mínimo de consecuencia obligaba a aplicar también el
artículo 706, ubicado en la misma materia, según el cual "el error en materia de derecho
constituye una presunción de mala fe, que no admite prueba en contrario".
Continúa el autor “Pongamos un ejemplo para clarificar las cosas: si se casa una pareja de
hermanos, sin saber que lo eran, han padecido un error de hecho, que permite la
putatividad. En cambio, si la misma pareja se casa a sabiendas que eran hermanos, pero
ignorando que la ley no permite tal matrimonio, han sufrido un error de derecho que, según
algunos, sería incompatible con la existencia de un matrimonio putativo”.
Somarriva es de opinión de admitir el error de derecho, por cuanto el artículo 122 del
Código Civil (hoy artículo 51 de la ley de matrimonio civil), no hace ninguna distinción,
solo habla de "justa causa de error". Además, por la función que cumple la institución es
conveniente ampliar su campo de aplicación. Por lo demás, la historia fidedigna de la
norma, inspirada en Pothier, nos hace llegar a esta misma conclusión.
e. Declaración judicial de putatividad.
En general la doctrina nacional no exige más requisitos para el matrimonio
putativo, que los 4 que se han señalado.
Bajo el imperio de la ley antigua (artículo 122 del Código Civil) Fueyo opinaba que se
requería además de una resolución judicial que declarare que el matrimonio había sido
putativo. Así también lo resolvió en su momento una sentencia de la Excma. Corte
Suprema (T. 29, sec. 1ª, p. 73).
En general, la doctrina vinculaba este problema con el de la buena fe y la justa causa de
error. Hoy día este problema está expresamente resuelto. En efecto, al presumirse estos
requisitos debe concluirse que todo matrimonio nulo es putativo, salvo que en el juicio de
nulidad se probare lo contrario y así lo declarare la sentencia (art. 52).
Efectos del matrimonio putativo.
El artículo 51 precisa los efectos al señalar que "produce los mismos efectos civiles que el
válido, respecto del cónyuge que, de buena fe y con justa causa de error, lo contrajo".
Los autores hacen en esta materia las siguientes distinciones: efectos en relación con los
hijos; y efectos entre los cónyuges.
a. Efectos en relación con los hijos.
La institución del matrimonio putativo fue creada con el objeto de evitar la ilegitimidad de
los hijos en los casos en que el matrimonio se anulaba.
Por ello resulta lógico que el hijo concebido durante el matrimonio putativo de los padres
mantenga la filiación matrimonial.
Este efecto se produce, sea que el matrimonio haya sido putativo para ambos padres sea que
lo haya sido solo para uno de ellos, puesto que, siendo el estado civil indivisible, no podrían
los hijos tener filiación matrimonial respecto de uno de sus padres y no tenerla respecto del
otro.
Los efectos que produce el matrimonio putativo respecto de los hijos son permanentes, se
mantienen aun cuando desaparezca la putatividad. Ello es consecuencia de ser el estado
civil una calidad "permanente" de toda persona.
Art. 51 inciso 4to.
Es importante destacar que en el artículo 122 del Código Civil (derogado por la ley 19.947)
la situación era distinta porque cuando no se daban los requisitos del matrimonio putativo,
la nulidad no afectaba la filiación matrimonial de los hijos únicamente cuando la nulidad se
había declarado por incompetencia del Oficial Civil, por no haberse celebrado el
matrimonio ante el número de testigos requeridos por la ley o por inhabilidad de estos. En
los demás casos, declarada la nulidad del matrimonio, ésta afectaba la filiación de los hijos.
Con la ley 19.947 la excepción se amplía a todo matrimonio nulo, cualquiera sea el vicio de
nulidad.
b. Efectos en relación con los cónyuges.
El matrimonio putativo produce los mismos efectos civiles del válido mientras se mantenga
la buena fe a lo menos en uno de los cónyuges.
Desaparecida la buena fe en ambos, cesan los efectos del matrimonio putativo. Así lo
señala el artículo 51 inciso 1º, parte final.
¿Cuándo cesa la buena fe? Respecto del cónyuge que demanda la nulidad del matrimonio
debe entenderse que el solo hecho de presentar la demanda, constituye prueba de que la
buena fe ha desaparecido para él, en ese momento.
En cuanto al demandado, Somarriva, aplicando por analogía la regla dada por el artículo
907 al hablar de las prestaciones mutuas, sostiene que la buena fe desaparece con la
contestación de la demanda. De acuerdo a esto, el matrimonio nulo produce los mismos
efectos civiles que el válido hasta el momento de la contestación de la demanda. Ello, sin
perjuicio de que pueda probarse que la buena fe desapareció antes.
Atendido lo que se acaba de explicar, mientras se mantiene la buena fe a lo menos en un
cónyuge, el matrimonio produce todos sus efectos, tanto en la persona de los cónyuges
como respecto de los bienes. Así, deben cumplir con todos los deberes y obligaciones que
surgen del matrimonio: fidelidad, ayuda mutua, socorro, se ha generado entre ellos
sociedad conyugal si se casaron bajo ese régimen, etc.
Un estudio aparte merece lo relativo a la sociedad conyugal. Declarada la nulidad del
matrimonio, si el matrimonio ha sido putativo, se disuelve la sociedad conyugal. Si el
matrimonio ha sido simplemente nulo, ésta no ha nacido y por ende no se puede disolver lo
que no ha existido. Así resulta del efecto retroactivo de la declaración de nulidad (artículo
1687). Por ello, cuando el artículo 1764 indica entre las causales de extinción de la
sociedad conyugal la declaración de nulidad (Nº 4), debe entenderse que ello solo es
así si el matrimonio fue putativo. En caso contrario, no se ha generado la sociedad
conyugal, y solo se ha producido una comunidad o sociedad de hecho que habrá de
disolverse y liquidarse de acuerdo a las reglas generales.
En relación con la sociedad conyugal, cabe preguntarse qué ocurre cuando los requisitos del
matrimonio putativo solo concurren respecto de uno de los cónyuges. Es un problema que
antes de la ley 19.947 no estaba resuelto. En todo caso, es claro que no puede haber
sociedad conyugal para uno de ellos, y no para el otro. O hay sociedad conyugal para
ambos o no la hay para ninguno. En general, se pensaba que el cónyuge que celebró el
matrimonio de buena fe tenía derecho a optar entre liquidar la comunidad de acuerdo a las
reglas dadas para la liquidación de la sociedad conyugal o a las establecidas para liquidar
una comunidad o sociedad de hecho.
La ley 19.947, resolvió este problema en la misma forma que lo hacía la mayor parte de la
doctrina El artículo 51 inciso 2º de la Ley de Matrimonio Civil estableció que: “Si sólo uno
de los cónyuges contrajo matrimonio de buena fe, éste podrá optar entre reclamar la
disolución y liquidación del régimen de bienes que hubiere tenido hasta ese momento, o
someterse a las reglas generales de la comunidad”.
Otro efecto que produce el matrimonio putativo es permitir al cónyuge de buena fe
conservar las donaciones que por causa de matrimonio le hizo o prometió hacer el otro
cónyuge. Así lo establece el inciso 3° del artículo 51 "Las donaciones o promesas que, por
causa de matrimonio se hayan hecho por el otro cónyuge al que casó de buena fe,
subsistirán no obstante la declaración de la nulidad del matrimonio". Está demás decir que,
contrario sensu, las donaciones que se ha hecho al cónyuge de mala fe deben ser
restituidas. Así, por lo demás lo dice en forma expresa el artículo 1790 inciso primero del
Código Civil.
Tipos de divorcio
Respecto a las causales de divorcio, la doctrina y la legislación comparada se mueven entre
dos polos:
“divorcio-sanción” y“divorcio remedio” (llamado también “divorcio solución”).
El divorcio-sanción está concebido como una pena para el cónyuge culpable de una
conducta que lesiona gravemente la vida familiar.
En el divorcio-remedio, en cambio, se acepta como solución a la ruptura definitiva de la
armonía conyugal, cuando la convivencia de la pareja se torna imposible.
Dice Ramos “en ninguna parte (del mundo) se adoptan posiciones extremas, sino que se
buscan fórmulas intermedias, en lo pudiera llamarse un sistema mixto. Es lo que ocurre con
la ley que estamos glosando. En efecto, el artículo 54 contempla causales propias del
divorcio sanción, y el artículo siguiente establece el divorcio como remedio para una
convivencia que ya no existe o que está gravemente deteriorada”.
Causales de divorcio-sanción o “por culpa”.
El artículo 54 establece que“el divorcio podrá ser demandado por uno de los cónyuges, por
falta imputable al otro, siempre que constituya una violación grave de los deberes y
obligaciones que le impone el matrimonio, o de los deberes y obligaciones para con los
hijos, que torne intolerable la vida en común”
Requisitos de procedencia
Luego los requisitos son:
a) falta imputable a uno de los cónyuges; deberá tenerse presente que la falta debe ser
“imputable”, es decir, culpable, de tal suerte que si, por ej. Uno de los cónyuges sufre un
grave accidente que lo deja parapléjico, tal hecho puede hacer intolerable la vida en común,
pero no configura una causal de divorcio (Javier Barrientos Grandón).
b) esta falta debe constituir una violación grave de los deberes y obligaciones que impone
el matrimonio o de los deberes y obligaciones para con los hijos; y
c) el incumplimiento de estos deberes u obligaciones debe hacer intolerable la vida en
común. Es el determinante.
Por consiguiente, frente a una demanda de divorcio será el tribunal que conozca del juicio
de divorcio el que tendrá que ponderar si hubo incumplimiento a los deberes para con el
otro cónyuge o para con los hijos y si este incumplimiento es de tal entidad que haga
intolerable la vida en común.
La norma agrega que se incurre en esta causal, entre otros casos, cuando ocurre cualquiera
de los siguientes hechos:
Estas causales no son taxativas, pues la norma emplea la expresión “entre
otros casos”.
Explicacion general de causales
Explicacion de causales
Agrega el art. 54 que se incurre en la causal, entre otros casos (frase que demuestra que no
se trata de casos taxativos, sino meramente ejemplares), cuando ocurre cualquiera de los
siguientes hechos:
1. Atentado contra la vida o malos tratamientos graves contra la integridad física o psíquica
del cónyuge o de alguno de los hijos.
El N° 2 del art. 21 de la Ley de 1884, establecía la causal en los siguientes términos:
“Malos tratamientos graves y repetidos, de obra o de palabra”.
Como puede observarse, ahora la ley no exige la repetición de los atentados.
Podría bastar con uno solo, que tenga la gravedad suficiente.
El profesor Carlos López Díaz afirma que“La ley señala dos conductas diversas:
a. El atentado contra la vida, o bien,
b. Los malos tratamientos graves contra la integridad física o psíquica del cónyuge o de
alguno de los hijos.
Respecto del primero basta que sea uno, pero respecto del segundo la ley exige reiteración.”
Al parecer, el profesor López llega a esta conclusión, interpretando las expresiones
“atentado”, como uno solo y“malos tratamientos” como dos o más. No compartimos esta
conclusión. Creemos que, en cualquiera de las dos hipótesis, basta con un episodio.
A igual conclusión llegan los autores Barrientos y Novales: “…en plena coherencia con la
tipificación genérica de la causa de divorcio que realiza el inciso 1 del artículo 54 de la ley,
no se exige la reiteración de los malos tratamientos para que se incurra en la causa de
divorcio, a diferencia de lo que sí hacía la Ley de 1884 al tratar del divorcio perpetuo o
temporal.
” Lo mismo opina el profesor Eduardo Court Murasso.
Como puede desprenderse del tenor de esta numeral, el“atentado contra la vida” podrá
acreditarse de un parricidio frustrado o de un delito de lesiones graves que cometa un
cónyuge en perjuicio del otro. Por ende, la existencia de causas penales y de sentencias
condenatorias en ellas, permitirán acreditar esta primera conducta, también si hay
antecedentes judiciales relativos a violencia intrafamiliar, pero no requiere condena.
OJO: violencia supone desequilibrio de poderes entre agresor y víctima, por lo que
cualquier manifestación en dicho contexto, es grave.
Trasgresión grave y reiterada de los deberes de convivencia, socorro y fidelidad
propios del matrimonio. El abandono continuo o reiterado del hogar común, es una
forma de trasgresión grave de los deberes del matrimonio.
Respecto del deber de convivencia, es natural que su incumplimiento constituya una causal
de divorcio, si tenemos presente que uno de los tres fines esenciales del matrimonio es
“vivir juntos”; con todo, no olvidemos que el art. 133 del Código Civil previene que uno de
los cónyuges puede exonerarse del deber de vivir juntos, cuando “le asista razones graves
para no hacerlo”, circunstancia que deberá acreditar quien la alega.
Nótese que el abandono puede asumir dos formas: o ser “continuo”, o haberse producido en
diversos episodios, pero de forma “reiterada”, lo que demuestra que uno de los cónyuges,
pertinazmente, incurre en un incumplimiento del deber de convivencia.
En relación al deber de socorro, la Ley de 1884, incluía como causal de divorcio, en el N° 5
del art. 21, “Avaricia de cualquiera de los cónyuges, si llega hasta privar al otro de lo
necesario para la vida, atendidas sus facultades”; ahora, la infracción está centrada en el
incumplimiento del deber u obligación de socorro, que, según se expresó, tiene una
connotación eminentemente económica, y se traduce en proporcionar alimentos al cónyuge
que los necesite.
Por ello, “la causal de divorcio se probará, principalmente, acompañando las piezas del
juicio de alimentos en que conste el incumplimiento de esta obligación”. ¡OJO!: difícil que
ocurra pues el incumplimiento debe tornar intolerable la vida común y si han regulado
alimentos es porque ya hubo separación.
Además, no debemos olvidar que el incumplimiento reiterado de la obligación de
proporcionar alimentos al otro de los cónyuges o a los hijos, de ser invocado por el cónyuge
demandado de divorcio por cese efectivo de la convivencia, traerá consigo el rechazo de la
demanda, habida cuenta de lo dispuesto en el art. 55, inc. 3° , de la Ley de Matrimonio
Civil. (cláusula de dureza).
En lo que respecta al deber de fidelidad, el N° 1 del art. 21 de la Ley de 1884, establecía
como causal de divorcio “Adulterio de la mujer o del marido”; era suficiente, entonces, un
episodio de infidelidad, para solicitar el divorcio.
Hoy, la trasgresión ha de ser reiterada. Ahora bien, dado que reiterar, según el Diccionario
de la Lengua Española significa “repetir una cosa”, dos episodios serían suficientes.
Además, la exigencia no debe interpretarse en el sentido que la infidelidad ocurra con dos
personas distintas, pues la ley no lo plantea en tales términos. De esta manera, si se prueba
la infracción por al menos dos oportunidades, aunque el cónyuge se vincule con la misma
persona en ambas oportunidades, se configuraría la causal.
Cabe tener presente aquí lo dispuesto en el art. 132 del Código Civil, que reza: “El adulterio
constituye una grave infracción al deber de fidelidad que impone el matrimonio y da origen
a las sanciones que la ley prevé. / Cometen adulterio la persona casada que yace con otra
que no sea su cónyuge”.
¿Por qué la ley, ahora, exige reiteración en la infidelidad?
Una posible explicación podría consistir en que el legislador propende a que el matrimonio
se mantenga hasta donde sea posible, bajo el entendido que es una institución que beneficia
a los cónyuges, a sus hijos y a la sociedad toda. Con todo, no es menos cierto que un solo
episodio de infidelidad puede resultar intolerable para el cónyuge ofendido, que en tal caso
estará privado de deducir acción de divorcio.
Al efecto, Rodríguez Grez critica esta exigencia de reiteración de la legislación actual, que,
afirma, no se condice con lo señalado en el artículo 132 citado. Manifiesta dicho autor“
…que la infracción al deber de fidelidad se ha atenuado a tal extremo que el adulterio, por
sí solo, no es una causal suficiente para decretar el divorcio. Para que tal ocurra es
necesario que el adulterio sea ‘reiterado’, esto es, que haya ocurrido varias veces. La norma
citada (artículo 54 número 2, inciso 3º) se halla en abierta oposición a lo indicado en el
artículo 132 del Código Civil (…) A la luz de lo prevenido en el artículo 54 inciso 3º de la
LMC, parece no ser el adulterio una infracción tan grave como lo manifiesta el Código
Civil”
Considerando lo anterior, hasta podríamos entender que el legislador obliga al cónyuge
ofendido por la infidelidad de su marido o mujer a perdonar al ofensor, si se trata de un solo
episodio, al menos en lo que respecta a negarle en tal caso la posibilidad de demandar el
divorcio.
Ahora bien, ¿cuál es el alcance de la fidelidad conyugal? ¿Solo se entiende haber infracción
al deber de fidelidad cuando uno de los cónyuges incurre en adulterio, es decir, cuando
mantenga relaciones sexuales con un tercero, tal como lo exigía el N° 1 del art. 21 de la
Ley de 1884?
El profesor Jorge del Picó Rubio precisamente señala como ejemplo de una falta “leve”,
que no permite demandar el divorcio culposo por infidelidad, cuando ésta fuere percibida
como tal a partir de la consideración de ciertos tratos que denotan preferencia respecto de
una compañera o compañero de trabajo por parte de uno de los cónyuges, que sin embargo
no se extienden a la consumación de relaciones sexuales.
Agrega el profesor del Picó que “dado que corresponde al cónyuge inocente brindar el
necesario contenido a la acción, es posible que éste juzgue como graves ciertas conductas
que, no coincidiendo exactamente con el supuesto material del adulterio, podrían ser
calificadas como infidelidades, al tornar intolerable la vida en común. Los actos aludidos
corresponden a lo que se ha denominado infidelidad moral, que es la que ocurre por
‘comportamientos y relaciones diversas con personas del otro sexo, por un trato con ellas
de intimidad o afectuosidad excesivas incompatible con la condición de persona casada del
cónyuge que las protagoniza’.
Esta perspectiva permitiría sostener, como lo ha aceptado la jurisprudencia argentina, que el
deber de mutua fidelidad de los cónyuges, no se viola únicamente con el adulterio, sino
también con cualquier otra relación de intimidad o afectuosidad excesiva con personas del
otro sexo, susceptible de lesionar la reputación o los sentimientos del otro cónyuge”
En lo que respecta a nuestra jurisprudencia, los criterios han sido dispares.
Para el profesor Jorge del Picó Rubio, tratándose de los delitos de injuria, calumnia y
ultraje a las buenas costumbres, sería necesario que se pruebe la grave ruptura de la
armonía conyugal. En los demás casos, afirma que la mera participación del cónyuge en
delitos de la gravedad involucrada se eximiría de la necesidad de probar la ruptura de la
armonía conyugal
Respecto de esta causal, también se ha señalado que el cónyuge debe haber sido condenado
como autor y no como cómplice o encubridor y que el supuesto normativo opera tanto
respecto del condenado que se encuentre cumpliendo con la pena como asimismo con el
que cumplió con su condena.
Entre estos delitos se encuentran el aborto, abandono de niños o personas desvalidas,
violación, estupro, incesto, homicidio, etc.
Alcoholismo o drogadicción que constituya un impedimento grave para la
convivencia armoniosa entre los cónyuges o entre éstos y los hijos.
Al respecto, señala una sentencia de fecha 5 de mayo de 2008 de la Corte de Apelaciones
de San Miguel: “SEGUNDO: Que los testigos de la demandante demuestran que el
demandado efectivamente consumía alcohol, situación que sin otros antecedentes han sido
los que han conducido al comportamiento del demandado y que originó la sentencia
recaída en violencia intrafamiliar cuyo fallo desfavorable al demandado se omitió de
registrarlo en sus antecedentes ante el Registro Civil, sin embargo no por ello se le ha de
restar validez y eficacia al juicio válidamente celebrado en su contra y cuya sentencia se
encuentra a firme a esta fecha. TERCERO: Que claramente las desavenencias producidas
entre las partes y el comportamiento que ha manifestado el demandado durante su
convivencia con la demandante, ha producido secuelas en la hija, situación que da cuenta el
informe de la sicóloga (…) en su calidad de perito, quien se entrevistó y analizó la situación
sicológica de la menor, concluyendo que en ella no se encuentra internalizada ni constituida
una figura paterna, producto precisamente de la situación vivida en su hogar (…)
CUARTO. Que los hechos consignados precedentemente son de la magnitud establecida en
el artículo 54º de la Ley número 19.947 con relación a la gravedad de los mismos y que han
vuelto intolerable la vida en común. QUINTO: Que los hechos establecidos en una
sentencia a firme, toda vez que no fue recurrida oportunamente, produce los efectos
perseguidos por la propia ley y no son otros que proporcionar certeza jurídica a las partes.
En consecuencia, al condenarse al demandado por violencia intrafamiliar, carece de todo
fundamento jurídico el cuestionar en otras instancias, que no sean las previstas por la ley, el
valor que dicha sentencia posee y los efectos que ha de producir entre las partes afectadas
por sus alcances”
En opinión de Jorge del Picó, la causal es discutible en lo que respecta a la relación
vinculante culpable o dolosa del cónyuge con las sustancias indicadas en la ley, toda vez
que la adicción a las drogas o el alcoholismo son consideradas como patologías. Agrega
que el cónyuge que abandona al otro por estar afectado por una patología bien podría a su
vez ser requerido como infractor del deber de ayuda y socorro en estado de necesidad. Pero
concluye que la causal opera no como una causal basada en una culpa o responsabilidad del
cónyuge demandado, sino como un sacrificio que la ley estima excesivo para el cónyuge
sano.
Dicho de otra manera: aun cuando la adicción aludida sea fruto de una patología, es decir,
el resultado de una enfermedad que el afectado por ella no puede dominar, la causal
igualmente puede ser invocada por el cónyuge sano, pues no es razonable que la ley le exija
sobrellevar una convivencia que evidentemente no resulta tolerable en el tiempo.
La causal alude a dos conductas: alcoholismo y drogadicción. Respecto del primero,
subraya del Picó que debe tratarse de la ingesta habitual y adictiva de bebidas alcohólicas y
no meramente la embriaguez habitual de uno de los cónyuges o de un episodio aislado de
consumo agudo de alcohol.
Discrepamos, en cuanto a que la “embriaguez habitual” no calificaría para aplicar la causal.
Quien se embriaga habitualmente, parece no distinguirse mucho de un alcohólico. No es
infrecuente que ciertas personas abusen del alcohol durante los días festivos, hasta llegar a
la embriaguez, definida por el Diccionario de la Academia como la “Turbación pasajera de
las potencias, dimanada del exceso con que se ha bebido vino u otro licor” o como
“Enajenamiento del ánimo”. De esta manera, aunque por ejemplo el sujeto pueda controlar
su adicción durante los días laborales, pero se embriague habitualmente durante los fines de
semana, dicha conducta justificaría, en nuestra opinión, que el otro cónyuge pueda
demandar el divorcio.
Respecto de la drogadicción, el profesor del Picó también supone que el consumo de drogas
provoque dependencia, señalando que “para determinar la conducta en estudio, debemos
remitirnos a la expresión droga causante de dependencia, en la definición de la OMS y
usualmente aceptada, que incluye a cualquier tipo de alcohol, anfetaminas, barbitúricos,
cannabis (marihuana y hachís, entre otras), cocaína, alucinógenos, khat, opiáceos y
solventes volátiles (tolueno o neopreno en Chile, cloroformo, éter, etc.).
También en este punto, el profesor del Picó exige que la ingesta de drogas genere
dependencia en el individuo, exigencia que efectivamente se explicita en la ley, que alude a
“drogadicción”, es decir, la dependencia generada como consecuencia del consumo de
drogas.
En nuestra opinión, el tipo legal debiera ser más amplio, de manera que opere la causal de
la misma manera que lo planteábamos respecto del consumo de alcohol. Es decir, el
consumo de drogas, aunque no provoque en el consumidor dependencia, puede constituir
un hecho intolerable para el otro de los cónyuges y para la familia, y debiera autorizar que
se demande el divorcio. En efecto, el énfasis está puesto en que las conductas de consumo
de alcohol o de drogas, deben constituir un impedimento grave para la convivencia
armoniosa de los cónyuges o entre éstos y los hijos.
De esta manera, a nuestro juicio, episodios esporádicos, aún controlados por el cónyuge
consumidor, pueden afectar significativamente la convivencia entre los cónyuges o de la
familia. Con todo, admitimos que, respecto del consumo de drogas, el tenor literal de la ley
no permitiría que prospere una demanda de divorcio si no se acredita que el cónyuge
consumidor es drogodependiente.
6. Tentativa para prostituir al otro cónyuge o a los hijos.
Esta causal parece refundir las que se contemplaban en los números 4 (“Tentativa de uno de
los cónyuges para prostituir al otro”) y 13 (“Tentativa para corromper a los hijos, o
complicidad en su corrupción”) del art. 21 de la Ley de 1884. En todo caso, si la conducta
no se vincula específicamente a la prostitución, sino a otros actos igualmente repudiables
que supongan atentado contra la integridad física o psíquica del cónyuge o de los hijos,
deberá invocarse la causal a que alude el Nº 1 del art. 54, esto es, atentado contra la vida o
malos tratamientos graves contra la integridad física o psíquica del cónyuge o de alguno de
los hijos. Esta causal, en lo que respecta al cónyuge prostituido por el otro cónyuge, supone
una violación del deber de respeto recíproco entre los cónyuges y también una infracción
al deber de protección recíproca entre ellos. OJO CON ESTA ÚLTIMA REFLEXIÓN:
Tomar nota de manifestaciones normativas de deberes matrimoniales, puede ser pregunta
de prueba o examen.
Como expresa el profesor Carlos López Díaz, “al intentar prostituir al otro cónyuge se
incurre en infracción del deber de respeto, que implica que los cónyuges se den un trato que
asegure la dignidad a que tienen derecho, y al de protección recíproca, que consiste en la
protección que un cónyuge debe al otro frente a una eventual agresión de terceros.
En lo que respecta a los hijos, la causal tiene también incidencia en el cuidado personal de
aquellos: “la tentativa para prostituir a los hijos constituye una infracción grave que lo
inhabilita moralmente para ejercer la tuición, caso en que el juez deberá confiar el cuidado
personal de los hijos a otra persona o personas competentes.
” Se aplicará en tal caso el artículo 226 del Código Civil, salvo que pase al otro progenitor.
Los hechos mencionados en el art. 54, deben haber ocurrido después de celebrado el
contrato de matrimonio. Si hubieran acaecido antes de su celebración, podrían configurar,
eventualmente, una causal de nulidad del matrimonio, por ejemplo, por error en la persona
civil o social, o por padecer uno de los contrayentes un trastorno o anomalía psíquica, de
acuerdo a lo previsto a propósito de las incapacidades o impedimentos para contraer
matrimonio.
No obstante, no olvidemos que de conformidad a lo previsto en el art. 26, inc. 2º, de la Ley
de Matrimonio Civil, “No podrá invocarse el adulterio cuando exista previa separación de
hecho consentida por ambos cónyuges”. Si bien esta norma impide pedir la separación
judicial, con mayor razón opera en el divorcio fundado en un adulterio, pues lo que no
puede operar para la separación judicial con mayor razón no puede operar para el divorcio.
El consentimiento a que se refiere el precepto, según algunos, debe aparecer de manifiesto
en el acuerdo regulatorio contemplado en el art. 22 de la Ley de Matrimonio Civil.
Tampoco podrá invocarse el adulterio o cualquiera otra trasgresión al deber de fidelidad
como causal de la demanda de divorcio, si los cónyuges se encuentran separados
judicialmente y el supuesto adulterio ocurrió después de haber quedado ejecutoriada la
sentencia respectiva, pues de conformidad a lo dispuesto en el art. 33 de la ley citada, el
deber de fidelidad se suspende. Es decir, si ha habido separación previa, de hecho, o
judicial, no se puede invocar infidelidad posterior como causa de divorcio.
En relación con el primer requisito, llama la atención que esta disposición hable de“cese
efectivo de la convivencia conyugal”, y no simplemente “cese de la convivencia”, como lo
establece el inciso 1º . Sobre ello Javier Barrientos señala: “Este requisito de la
‘efectividad` del cese de la convivencia, no obstante su apariencia de objetividad, no ha de
referirse a lo que algunos civilistas denominan, por influencia canónica, corpus separationis
o hecho material de la separación física, sino propiamente al animus separationis, ya que si
la affectio subsiste entre los cónyuges no habrá cese efectivo de la convivencia, aunque
haya separación material y los esposos vivan en lugares diferentes y, por el contrario, si
falta la affectio, tendrá lugar técnicamente el cese de la convivencia aunque convivan los
esposos bajo el mismo techo”.
Respecto al segundo requisito -que el cese efectivo haya durado a lo menos tres años- solo
podrá probarse en la forma que indica los artículos 22 y 25 (art. 55 inc. 4°si se trata de
matrimonios posteriores a ley 19.947 del año 2004), esto es:
a) Por alguno de los instrumentos que se indican en el artículo 22 (escritura pública, o acta
extendida y protocolizada ante notario público; acta extendida ante un Oficial del Registro
Civil; transacción aprobada judicialmente) mediante los cuales los cónyuges regulen su
separación de hecho.
b) Por la notificación de la demanda de regulación de sus relaciones mutuas, especialmente
los alimentos que se deban y las materias vinculadas al régimen de bienes del matrimonio
y, si hubiere hijos, al régimen aplicable a los alimentos, al cuidado personal y a la relación
directa y regular que mantendrá con los hijos aquel de los padres que no los tuviere a su
cuidado (arts. 23 y 25 inc. 1°);
c) Cuando no mediando acuerdo ni demanda entre los cónyuges, uno de ellos haya
expresado su voluntad de poner fin a la convivencia a través de cualquiera de los
instrumentos indicados en el artículo 22 letras a) y b) y se haya notificado al otro cónyuge
(art. 25 inc. 2º); y
d) Cuando uno de los cónyuges haya dejado constancia de su intención de poner fin a la
convivencia ante el juzgado correspondiente y ello sea notificado al otro cónyuge (art. 25
inc. 2º).
Las dos últimas situaciones constituyen una gestión voluntaria a la que se podrá
comparecer personalmente. La notificación se practicará según las reglas generales (art. 25
inc. 2° , parte final).
Esta limitación probatoria para acreditar el cese de la convivencia no rige para los
matrimonios celebrados con anterioridad a la entrada en vigencia de la nueva ley de
matrimonio civil. En estos casos, las partes no tienen mayores limitaciones probatorias,
salvo que la sola confesión no es suficiente, debiendo el juez analizar si los medios de
prueba aportados por las partes le permiten formarse plena convicción sobre este hecho (art.
2º transitorio, inc. 3º).
En relación al tercer requisito si la parte demandada lo solicitare, el juez debe verificar que
el demandante ha dado cumplimiento a su obligación alimenticia respecto de su cónyuge e
hijos. El incumplimiento reiterado e injustificado de esta obligación hará que la demanda de
divorcio sea rechazada (art. 55 inc. 3º).
La parte demandada para hacer exigible esta exigencia debe oponer la correspondiente
excepción perentoria.
La sentencia que rechace la demanda no produce cosa juzgada de tal suerte que se puede
volver a demandar, previo cumplimiento de los requisitos legales, es decir, nuevo cese de la
convivencia, nuevo plazo de 3 años y cumplir en forma regular durante este nuevo plazo los
deberes alimenticios, con el cónyuge e hijos.
• Situaciones de conflicto en la práctica:
• 1) Carga de la prueba cláusula de dureza.
• 2) Alimentos y reajuste.
a) Fijación por las partes. Dice el artículo 63: “La compensación económica y su monto y
forma de pago, serán convenidas por los cónyuges, si fueren mayores de edad, mediante
acuerdo que constará en escritura pública o acta de avenimiento, las cuales se someterán a
la aprobación judicial”.
b) Fijación por el tribunal. Si no hay acuerdo, se fija judicialmente. (art. 64).
Se puede pedir esta determinación en la demanda o con posterioridad, para lo cual, el
tribunal informará a los cónyuges sobre la existencia de este derecho durante la audiencia
preparatoria. Si el juez acoge la demanda de nulidad o de divorcio debe pronunciarse sobre
la compensación económica en la sentencia.
Forma de pago de la compensacion:
De acuerdo al artículo 65, en la misma sentencia el juez debe señalar la forma de pago de la
compensación, para lo cual podrá establecer las siguientes modalidades:
a) Disponer la entrega de una suma de dinero, acciones u otros bienes. Si se fija una suma
de dinero, podrá el juez fijar una o varias cuotas reajustables, debiendo el tribunal adoptar
las seguridades para su pago; Si el deudor no tuviere bienes suficientes para solucionar el
monto de la compensación mediante las modalidades señaladas, el juez puede dividirlo en
cuantas cuotas fueren necesarias, para lo cual tomará en consideración la capacidad
económica del cónyuge deudor y expresará el valor de cada cuota en alguna unidad
reajustable ( art. 66). Estas cuotas se consideran alimentos para el efecto de su
cumplimiento.
Otra consecuencia importante es que una vez fijada no se debe alterar por circunstancias
sobrevinientes, por ej. si el cónyuge que tiene que pagar queda cesante, tenga otros hijos o
mejore su condición económica por cualquier razón. No procede arresto, tampoco registro
de deudores.
Además, hay que tener presente el art. 80 Ley Nº 20.255 sobre reforma previsional, que
agrega otra forma de pago de la compensación económica, consistente en que se podrá
pagar de la cuota de los ahorros previsionales del cónyuge deudor al cónyuge beneficiario.
La compensación económica no tributa, considerándose ingreso no renta (art. 17 Nº 31 Ley
sobre Impuesto a la Renta).
b) Constituir un derecho de usufructo uso o habitación respecto de bienes que sean de
propiedad del cónyuge deudor.
La constitución de estos derechos no perjudicará a los acreedores que el cónyuge
propietario hubiere tenido a la fecha de su constitución, ni aprovechará a los acreedores que
el cónyuge beneficiario tuviere en cualquier tiempo (de aquí se deduce que es un derecho
personalísimo del cónyuge titular).